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Paula Casal: «Cómo salvar el planeta debería estar en el centro de nuestras preocupaciones»

por | Feb 3, 2023 | Entrevistas

Con el ecologismo y la igualdad en el centro de sus preocupaciones, Paula Casal es una destacada filósofa española con un manifiesto compromiso público. Sus últimos libros, editados por Trotta, tocan temas centrales para nuestro presente y futuro inmediato.

Paula Casal, investigadora de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) y de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), es una destacada filósofa española de proyección internacional. Su obra se centra en algunos de los temas más acuciantes de nuestra era de un modo riguroso, original y accesible. Esto hace que sus libros combinen, al mismo tiempo, un interesante ejercicio de reflexión filosófica y una clara vocación de intervención.

Sus últimos dos libros editados en español, ambos por editorial Trotta, Los derechos de los simios (2022) y Un reparto más justo del planeta (2016) muestran esta doble veta. Son libros de filosofía, sí, pero también presentan aristas que los asemejan a programas políticos, con un fuerte compromiso con la realidad y su transformación. Si bien muy diferentes entre sí, ambos trabajos están unidos por una expresa preocupación por la preservación del planeta, la justicia y la igualdad. Aunque moderados en el tono, ambos libros presentan una radicalidad en cuanto a sus propuestas, en un contexto de retracción de las ideas progresistas y avance de miradas reaccionarias. Si no tomamos medidas a tiempo, el futuro será desolador o, directamente, no habrá futuro.

Un reparto más justo del planeta es un libro coral en donde Paula Casal dialoga con el rawlsiano Thomas Pogge (Yale) y el libertario de izquierda Hillel Steiner (Manchester) sobre la posibilidad de establecer un tributo global en función de la explotación y distribución injusta de los recursos naturales. El libro presenta una estructura dialógica donde cada autor expone su propuesta y, luego, una serie de réplicas a raíz de las objeciones presentadas. Caminos alternativos para un objetivo común, discutiendo la factibilidad, fortalezas y debilidades de cada opción.

Más focalizado y específico es Los derechos de los simios, libro que Casal escribe en conjunto con el prestigioso filósofo utilitarista Peter Singer. Asociado al Proyecto Gran Simio, este trabajo intenta justificar la extensión de derechos para los grandes de simios que los protejan del encierro, la tortura y el asesinato. Esta propuesta acotada y factible, con objetivos módicos y sobre una población discreta, basada sobre criterios genéticos, es para ambos autores el puntapié inicial de una agenda antiespecista y contra la explotación animal (tema en el que el propio Singer es pionero).

Formada en Oxford con Gerald Allan Cohen, Paula Casal propone una filosofía política y ética de intervención, ecologista e igualitarista. Sobre su programa filosófico y agenda política, conversamos con ella para La Vanguardia.

«En fin, ni en las universidades, ni en los parlamentos, se está atendiendo a lo fundamental, que es que caminamos hacia un aumento de 2 a 3 grados, algo que los científicos equiparan con el colapso de la civilización. Es lo que hemos visto en tantas películas en las que la gente deja de respetar la ley e intenta sobrevivir como puede, mediante el engaño o la violencia. Vamos hacia al abismo mirando hacia otro lado».

Dados tus temas de investigación y tu colaboración con organizaciones como Greenpeace o el Proyecto Gran Simio: ¿Qué lugar tiene (o debería tener) el ecologismo en la política y la filosofía política progresista?

Cómo salvar el planeta y cómo hacerlo de forma justa debería estar en el centro de nuestra preocupaciones, pero está en una esquina. Para logarlo hay que administrar y distribuir mejor los recursos, consumir y contaminar menos, no consumir animales, sino plantas, y tener menos hijos. Pero ni los políticos, ni los periódicos, ni el sistema fiscal reflejan esta centralidad. Por ejemplo, los impuestos medioambientales siguen suponiendo cantidades ínfimas, en muchos países inferiores al 1% de lo recaudado. Y todavía hay muchas personas que se consideran a sí mismas, no solo buenas personas, sino de izquierdas, pero son antiecologistas y presumen de carnívoros. Esto es especialmente frecuente entre los que hablan de marxismo que, en particular en su versión más pegada a los textos de Marx (la de G.A. Cohen), es en realidad, una doctrina de derechas: ve a la naturaleza como al enemigo al que hay que conquistar, insiste en que la desigualdad y el sufrimiento son necesarios para el crecimiento económico, y presenta al crecimiento como algo que puede continuar ilimitadamente y resolverlo todo, creando suficiente abundancia como para que nadie tenga que preocuparse de la distribución. Al individuo solo le queda observar pasivamente la marcha de una historia que se construye a ciegas, ya que, según conservadores y marxistas, no hay que tomar las riendas, porque la búsqueda del interés propio conduce inexorablemente al desarrollo y al paraíso. En realidad, el interés egoísta individual no coordinado, como demuestra matemáticamente la teoría de juegos, lleva al desastre colectivo.

John S. Mill fue de los pocos que vio venir el problema y argumentó que había que dejar de pensar en cómo producir más, y adoptar un estado estacionario orientado a distribuir mejor, y a diseñar instituciones justas que frenen el crecimiento demográfico, logren la igualdad de la mujer, protejan a la naturaleza y a los animales, y use las máquinas para que tengamos más tiempo libre, en lugar de más cosas. Parece imposible que Marx y Mill fuesen contemporáneos, pero sus Principios de Economía Política se publicaron el mismo año que el Manifiesto Comunista (1848).

Una Teoría de la Justicia de Rawls cita a Mill probablemente más que a ningún otro autor, pero luego solo se atreve a decir que ninguna teoría razonable puede descartar el estado estacionario de Mill. En fin, ni en las universidades, ni en los parlamentos, se está atendiendo a lo fundamental, que es que caminamos hacia un aumento de 2 a 3 grados, algo que los científicos equiparan con el colapso de la civilización. Es lo que hemos visto en tantas películas en las que la gente deja de respetar la ley e intentará sobrevivir como puede, mediante el engaño o la violencia. Vamos hacia al abismo mirando hacia otro lado.

Otra pregunta general tiene que ver con el formato de tus últimos libros en español, Los derechos de los simios (con Peter Singer) y Un reparto más justo del planeta (con Thomas Pogge y Hillel Steiner). Ambos son obras corales y con una estructura dialógica y polémica, de propuestas y contrapropuestas, refutaciones y críticas. ¿Cuál es la razón?

Creo que así es como se hace la mejor filosofía. Propones una cosa, otra persona te muestras los problemas que entraña. Entonces, o la reformas o la retiras. Así nació la filosofía en Grecia. Por eso Platón escribió diálogos. Mi querido supervisor en Oxford, G. A. Cohen, solía decir que, si los filósofos continentales no se hubiesen dedicado a dar lecciones magistrales desde un púlpito, como hacía Hegel, sino debatiendo con otros profesores, como iguales, delante de muchos alumnos preguntones, no hubiese podido decir tantas cosas incomprensibles, inútiles o inventadas sin base alguna. La gente hubiese empezado a levantar la mano y no le hubiesen dejado seguir. Al asistir a los seminarios en que Cohen discutía con Derek Parfit y Ronald Dworkin (The Star Wars Seminars los llamaban) entendí por qué nuestra filosofía es tan mala comparada con la suya. Allí no puedes soltar tu rollo y marcharte, como cualquier sacerdote o profesor hispano. No tienes a un público obligado a escucharte sumisamente en silencio. Y si no aclaras y justificas todo lo que dices, no te dejan seguir hablando. Esas exigencias te obligan a hacerlo mejor. Sin nadie que te discuta se cometen muchos más errores. Y además, si lo que de verdad te interesa es resolver un problema, como el de los simios o la pobreza, hay que buscar el acuerdo desde posiciones tradicionalmente enfrentadas, como las de mis coautores.

El libro Los derechos de los simios sostiene un argumento fuerte para romper la barrera que separa a los humanos de los otros homínidos, pero la propuesta está caracterizada por la moderación y el realismo. ¿Cuáles son los fundamentos filosóficos y las propuestas del Proyecto Gran Simio? ¿Por qué Peter Singer y tu señaláis que los grandes simios se encuentran, paradójicamente, “mejor y peor que nunca”?

Entre que yo no soy utilitarista y que Peter quiere convencer también a los que no lo son, el libro no se basa ni en el utilitarismo, ni en ninguna posición filosófica ni política, sino en la lógica y el sentido común. Dame tus mejores razones para prohibir secuestrar, torturar o matar a una niña humana y te demostraré que son también razones para no matar, torturar o encarcelar a una niña orangutana. Y no pedimos todos los derechos humanos, ni la misma penalización por asesinato, tortura o secuestro de cualquier homínido; pero no tiene sentido que los humanos tengan tantísimos derechos, cuya violación pueda justificar hasta una guerra, y los demás homínidos no tengan ni uno, y su violación no justifique ninguna sanción. Si tienen las capacidades de un humano de 2 a 3 años, y no podemos enjaular a los niños, ni comérnoslos, ni hacerles biopsias por curiosidad, tampoco podemos hacer esto a un joven gorila. Además, a ellos, algunas cosas como la cárcel les afectan mucho más que a nosotros. Todos desarrollan serias patologías.

Las cosas están mejor que nunca porque la ciencia ha demostrado que tienen las capacidades cognitivas y emotivas que filósofos, juristas y psicólogos han venido identificado con lo que llamamos “personas”,  y se han dictado leyes protegiéndolos en todos los países. Han tenido lugar docenas de habeas corpus y otros procedimientos legales que reconocen sus derechos. Están peor que nunca porque todo esto ha llegado tarde, y ahora, especialmente tras la pandemia, están al borde de la extinción.

«Dame tus mejores razones para prohibir secuestrar, torturar o matar a una niña humana y te demostraré que son también razones para no matar, torturar o encarcelar a una niña orangutana. Y no pedimos todos los derechos humanos, ni la misma penalización por asesinato, tortura o secuestro de cualquier homínido».

Puede uno defender a un simio considerando la precariedad en la que viven miles de millones de humanos ¿La ampliación de derechos debe pensarse como acumulativa y no en desmedro de nadie?

Efectivamente, todo homínido debe estar protegido de la tortura, el secuestro y el exterminio. Los humanos, siendo homínidos, tendrían también esta protección, además de todos los derechos humanos que ya tienen. Negar derechos a otros homínidos no va a ayudar a los humanos. Al contrario. Los países que han exterminado a sus simios se han empobrecido, quedándose sin los turistas que venían a verlos, los científicos, los fotógrafos, los fondos para la conservación y las especies que dependían de los simios para propagarse. Lo que más conviene a los pobres del mundo, que viven en países como el Congo y Uganda, es proteger a sus simios. El que come simios, hará sufrir a otros humanos con la pérdida de la biodiversidad y las pandemias zoonóticas; y el que come vacas, les hará sufrir con el cambio climático. Mas del 75% de quienes defienden a los animales son mujeres, y más del 75% de quienes atacan a otros humanos son hombres. Así que no hay ninguna relación entre beneficiar a los animales y perjudicar a otros humanos. Al contrario, hay relación entre dañar a los animales y dañar a otros humanos: la relación, documentada científicamente, que hay entre la violencia contra otras especies y contra la propia; y el daño, documentado también científicamente, que hacemos acaparando las tierras del mundo para monocultivos de piensos para los animales que nos queremos comer, en lugar de comernos directamente la gran variedad de especies vegetales que podrían darse en esas tierras, alimentando a cuatro veces más personas y sin acelerar el calentamiento global.

Thomas Pogge, Paula Casal, Hillel Steiner y David Miller (Oxford).

¿Se da prioridad a los simios por tener una semejanza genética del 98% con los humanos? ¿Cómo puede ayudar esta iniciativa a otras personas no-humanas?  

El parentesco genético hace poco sorprendente que tengan capacidades concretas (como la amistad) que nosotros también tenemos. Estas capacidades hacen que algo que no es un daño para otros seres (solitarios o sin memoria o sentimientos) sea un daño para ellos (echarán de menos a sus amigos y temerán por ellos). Si no debemos separarles de sus amigos es porque les hace daño, no porque sean nuestros parientes. El hecho de que a nosotros también nos duela perder a los amigos nos sirve para entender su dolor.  Si tienes dos hijas gemelas, Sol y Luna, y ya sabes que no debes golpear a Sol, deberías saber también que no deberías golpear a Luna. Las razones para no golpear a Sol (sufrirá, es una niña indefensa, la has traído tu al mundo, etcétera) son las mismas que tienes para no golpear a Luna. Pero la razón no es que Sol y Luna se parezcan, o sean hermanas o gemelas, sino que los argumentos aplicables a Sol, son aplicables a Luna. Estamos pidiendo lo mismo para los bonobos, los chimpancés, los gorilas y los orangutanes, porque aunque los orangutanes no son parientes tan cercanos como los bonobos, las misma razón contra el encarcelamiento bonobo es una razón contra el encarcelamiento orangután.

A partir del Proyecto Gran Simio ha surgido el Proyecto Cetáceo Libre, el Proyecto Elefante, el Proyecto Caballo, etc. Los habeas corpus antes eran solo para rescatar chimpancés y orangutanes, pero se fueron extendiendo a otras especies. Por ejemplo, en 2019 me llamaron a declaran en la Corte Constitucional de Colombia sobre el caso de Chucho el oso andino, y este año se reconocieron los derechos legales de Estrellita, una mona chorongo. Y cada vez este tipo de defensa llega a más especies, es más frecuente y alcanza tribunales más altos.

«Así que no hay ninguna relación entre beneficiar a los animales y perjudicar a otros humanos. Al contrario, hay relación entre dañar a los animales y dañar a otros humanos».

En Un reparto más justo del planeta se discute una medida que contribuya a erradicar la pobreza del mundo y, al mismo tiempo, a reducir el deterioro ambiental: ¿Cuáles son las peculiaridades de cada propuesta? ¿Por qué consideras que tu iniciativa es mejor que las de Pogge y Steiner?

Apoyo cualquier impuestos ecológico que pueda mitigar el cambio climático (como la de Pogge) y erradicar la pobreza mundial (como la de Steiner). Pero me preocupan los impuesto regresivos, que pesan más sobre los más pobres. Estos impuestos son menos equitativos y menos factibles políticamente. Por eso propongo impuestos progresivos. Cuando más rápido y grande tu coche, más pagarás. Si compras dos, pagarás más por el segundo, por ser el segundo, aunque sea un coche idéntico al primero, solo porque ya es el segundo que tu te compras. Estos ajustes nos permitirían tener unos impuestos suficientemente altos como desanimar a los ricos, pero no tan altos como para ahogar a los pobres.

¿Son la pobreza extrema y la crisis ambiental las dos cuestiones más urgentes que deben encararse?

Sí. Además de lo mala que es la destrucción ecológica en sí, el cambio climático aumenta la pobreza, que además de ser mala en sí, perpetúa la ignorancia, que además de ser mala en sí, causa mucho sufrimiento sin ningún beneficio, por ejemplo, a los albinos, a las mujeres, o a los LGTBQ+. Evidentemente,  aumentar el sufrimiento es también malo en sí, pero además, agrava otros problemas, ocupando los servicios públicos con cosas que no deberían de pasar. Por ejemplo, obligar a las niñas a casarse y tener hijos, sobre todo con sus primos, además de dañar la salud física y mental de  las niñas, aumenta la población, reproduce la ignorancia y las enfermedades genéticas recesivas, sobrecarga la salud pública, daña al planeta, etcétera, etcétera.

Uno de los puntos críticos de ambos libros y, agrego, de toda filosofía política normativa tiene que ver con la factibilidad de las propuestas. ¿Tu idea es partir de ideas más factibles que rompan el statu quo y luego apuntar a una evolución incremental?

Exactamente.

QUIÉN ES

Paula Casal es profesora e investigadora en la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) y en el Departamento de Derecho de la Universidad Pompeu Fabra. Anteriormente, ha trabajado en Oxford, Keele, Harvard, Louvain-la-Neuve y Stanford. Es editora asociada de Politics, Philosophy and Economics, codirectora con Nuria Almirón del UPF-Center for Animal Ethics, y presidente del Proyecto Gran Simio-España.

Escribe sobre justicia social y global, ética animal y medioambiental, género y bioética, en revistas internacionales como Ethics, Economics and PhilosophyHypatiaJournal of Clinical MedicineJournal of Medical EthicsJournal of Moral PhilosophyPolitical Studies Utilitas. En castellano, ha publicado Un reparto más justo del planeta, con T. Pogge y H. Steiner (Trotta, 2016), y obras de ficción como Martina y el mar (2007), La lagartija poeta (2021) y La vida del alfabeto (2022).

Fernando Manuel Suárez

Fernando Manuel Suárez

Profesor en Historia (UNMdP) y Magíster en Ciencias Sociales (UNLP). Es docente de la UBA. Compilador de "Socialismo y Democracia" (EUDEM, 2015) y autor de "Un nuevo partido para el viejo socialismo" (UNGS-UNLP-UNM, 2021). Es jefe de redacción de La Vanguardia.