La política actual es inescindible de los medios de comunicación y, en especial, de las redes sociales. Sobre la compleja relación entre estas dos esferas dialogamos con Ana Slimovich.
El libro Redes sociales, televisión y elecciones argentinas (EUDEBA, 2022), resultado de la premiada tesis doctoral de Ana Slimovich, resulta tan actual como, a su modo, envejecido. El objeto de estudio escogido por la autora es culpable de esta situación paradójica, el vértigo de las transformaciones de las redes sociales y su relación con la política hacen que unos pocos años representen una multiplicidad de cambios de mayor o menor profundidad. Entre los años analizados por la autora, que recorre las elecciones de 2009 y 2011, y la actualidad parece haber transcurrido una eternidad, novedades de entonces hoy nos resultan casi antiguallas, los protagonistas también han variado entre decesos y virajes. Por fortuna, la propia Slimovich, en su trabajo como investigadora del CONICET, ha seguido analizando estas transformaciones con rigor y profundidad hasta nuestro presente.
El libro presenta una más que interesante discusión sobre la política y su mediatización, un vínculo muchas veces analizado por ensayistas y analistas a lo largo del tiempo, pero en muchos de los casos atravesado por cierto decadentismo que, de forma voluntaria o no, tiende a sustancializar ambas esferas y su relación. Para decirlo de forma un poco burda: la política, con su idiosincrasia, se ve contaminada y ultrajada por la dinámica y criterios que las nuevas formas de comunicación (primero la televisión y luego las redes sociales) le imponen. La autora, por el contrario, procura ofrecer elementos, tanto teóricos como empíricos, para cuestionar y complejizar algunas de estas imágenes. Por supuesto que las transformaciones en los medios y las redes sociales afectan a la política, pero no de forma tan lineal y unilateral como algunos presuponen.
Asimismo, la coyuntura trabajada por Slimovich pareciera ser un parteaguas en esa relación, no tanto por la extinción de la televisión como medio predominante (que lo siguió siendo en muchos sentidos), sino por la aparición y estallido de las redes sociales como medio propio de la comunicación política. El uso de esos medios no es homogéneo entre los actores políticos, en especial los candidatos, se muestran diversas estrategias, estilos y resultados. En ese bienio de elecciones relevantes para el kirchnerismo, la derrota de 2009 y el abrumador triunfo de 2011, las redes sociales y la televisión tuvieron un protagonismo central en muchas explicaciones: desde Roberto Peña imitando a De Narváez en Showmatch hasta la estrategias novedosas de Binner en redes sociales.
Sobre la compleja relación entre política, medios y redes sociales conversamos con Ana Slimovich para La Vanguardia, con foco en su último libro pero con ramificaciones y discusiones que llegan hasta nuestros días.
En tu libro Redes sociales, televisión y elecciones argentinas, a partir de un trabajo empírico y reflexión teórica cuestionás algunas visiones muy instaladas. Entre ellas, aquellas que, desde cierto decadentismo, ven al discurso político (pensado de forma un tanto purista) sucumbir a las lógicas mediáticas de la televisión (por ejemplo, Sartori) o las redes sociales (Sarlo): ¿Cuál es tu visión ante estas lecturas? ¿Cómo pensás esa relación entre política, televisión y redes sociales en términos generales?
La relación entre la política, la televisión y las redes sociales tiene una historia específica que está ligada a la historia de la mediatización, que se va acentuando y profundizando, según las distintas concepciones, tanto latinoamericanas como de los países nórdicos. En relación con la política mediatizada, siempre existió –y existe– un ideal acerca de cómo debería ser ese discurso político y en ese marco el discurso político televisado, primero, el digital, después, son vistos como formas banalizadoras de la política. Paradójicamente, cuando surgen nuevas redes sociales vuelve a generarse el mismo procedimiento de impugnación del discurso político mediatizado, ligado a alguna de las condiciones materiales de la plataforma. Cuando apareció Twitter se criticaban -y se lo sigue haciendo-los tuits políticos por esta idea de que la brevedad no podía conducir a ningún tipo de argumentación. Ahora, con TikTok, se genera el comentario de que no puede haber discurso político digital que lleve a una conversación política si está imbricando con fórmulas audiovisuales de lo lúdico , como las propias de TikTok. Estas expresiones recuperan la comparación con instancias anteriores en la historia de la mediatización de la política, en este caso: el discurso político mediatizado en Twitter, en Facebook o en Instagram.
No obstante, desarrollamos en el libro que sí se pueden encontrar formas de imbricación de la política y lo mediático en las redes sociales –tanto antes como ahora– que generen una apertura al debate y ensanchen el espacio público. En efecto, en el libro se presenta el decálogo de los modos de la argumentación –lógica y pasional–, que puede darse tanto en Facebook como en Twitter en el discurso político, y que sigue siendo pensable hoy en esas y en otras redes. Esas formas conforman argumentos, que no son iguales a los de antes que estaban efectivamente más desarrollados, sino que condensan sentidos, cruzan pruebas en las distintas materias significantes –como a partir de hashtags o de cadena de tuits–, apelan a emociones desde lo digital y son multimediáticos porque cruzan lógicas y géneros de lo mediático, de las redes sociales y de la política.
«En relación con la política mediatizada, siempre existió –y existe– un ideal acerca de cómo debería ser ese discurso político y en ese marco el discurso político televisado, primero, el digital, después, son vistos como formas banalizadoras de la política. Paradójicamente, cuando surgen nuevas redes sociales vuelve a generarse el mismo procedimiento de impugnación del discurso político mediatizado, ligado a alguna de las condiciones materiales de la plataforma».
Como contraparte de esos discursos, durante algún tiempo, ahora tal vez venido un poco a menos, la figura de Jaime Durán Barba (aunque no solo él) encarnó un modo de pensar la política que establecía un parteaguas a partir de la utilización de los recursos que ofrecen las plataformas multimediáticas: ¿Considerás este cambio así de drástico? ¿La política en medios y redes sociales predomina en estos tiempos o coexiste, de forma más o menos convergente, con lo que podríamos llamar “política territorial?
Las formas en la que se expresa la política en las redes sociales están vinculadas a lo que sucede en el espacio urbano. O bien porque hay formas de la mediatización de lo urbano, como las mediatizaciones de los timbreos, o las del acto político, o bien porque algunas acciones políticas digitales que se realizan en las redes se combinan con lo territorial. Hay que pensarlas en convergencia.
En el planteo teórico de tu libro aparece muy presente la perspectiva de Eliseo Verón sobre la relación entre lo político y lo mediático: ¿Qué importancia tuvo Verón en el campo de la semiología y los estudios sobre la comunicación en Argentina? ¿Qué te ofrece su lectura en contraposición a otras?
El libro toma la obra de Verón para reflexionar sobre la mediatización de la política, dado que fue uno de los fundadores de las teorías de la mediatización en Latinoamérica y específicamente de la mediatización política también. Ha trabajado mucho en campañas políticas y en los modos de emplazamiento del discurso político en distintos países del mundo. En efecto, una de las ideas del libro es la de retomar la noción de Verón de interfaz “político-periodístico” y pensar que en el discurso político digital en las redes sociales se genera una “interfaz político-periodística digital”, un cruce de convenciones, reglas, géneros y contenidos que vienen de la mediatización de la política en televisión y prensa gráfica, especialmente.
Uno de los aportes centrales, aunque no el único, de tu libro tiene que ver con una serie de variantes para pensar la relación entre los políticos (en este caso candidatos de primera línea nacional) con el medio televisivo y sus redes. Proponés cuatro nociones: “la traducción de lo político”, “el filtro de lo político”, “la homogeneización de lo político” y “la separación de lo político”. ¿Qué implica cada una de ellas de forma sintética? ¿Qué ejemplos podrían servir, ya sea del período trabajado en el libro o de la actualidad, para comprenderlas acabadamente?
En el libro se proponen cuatro modos de la relación entre lo periodístico, lo político y lo televisivo y lo digital específicamente el discurso político mediatizado, y que están hoy también en cualquier red social. Se trata de cuatro operaciones productoras de sentido de la “interfaz político-periodística digital” que incluyen distintos tipos de relaciones entre los periodistas/los políticos/as, los medios y sus lógicas, el entretenimiento, lo digital y sus lógicas y la ciudadanía. Una de ellas es la de la “traducción de lo político” que es cuando desde la cuenta en la red social del político/a, o desde el programa de opinión o noticiero televisivo, retoman argumentaciones de un candidato/a o gobernante/a, y las rearticulan para los telespectadores o para los internautas electores.
La “homogenización de lo político” implica una operación mediática de posicionamiento que iguala las diferencias políticas. Es una categoría que pensé para lo televisivo político y para lo digital político en paralelo a dos nociones de la semiótica. Por un lado, la operación implica un posicionamiento como si fueran transmisores de la información inocuos, cercanos a una figura que piensa Verón para los conductores televisivos que es de “ventrílocuos”, que describen y relatan hechos a la ciudadanía, acontecimientos que suceden “en otro lugar”. También, en paralelo al contrato de lectura de “agente de la información”, una noción que pensó Steimberg para la prensa gráfica argentina.
Uno de los resultados de la tesis muestra que programas televisivos del Grupo Clarín y también de la Televisión Pública, presentaban el conflicto político en el período de campaña bajo la operación de “homogeneización de lo político”, quizás contradiciendo una primera impresión que se pueda pensar sobre el tema dado el momento de vigencia plena de “la grieta” entre kirchnerismo vs no kirchnerismo. Al mismo tiempo, había ciertos líderes/lideresas que desde sus cuentas en las redes, a través de un tuit o de una cadena de tuits o de un posteo en Facebook, también presentaban en un plano de igualdad las distintas posiciones, a pesar incluso de que ellos mismos representaban alguna de esas posiciones.
La otra operación es la de “filtro de lo político”. Son argumentaciones generadas por el político/a o por el programa televisivo periodístico o de entretenimiento que le imponen un tamiz al discurso otro. Un candidato, por ejemplo, hoy en TikTok puede utilizar esta operación que significa no sólo una contra-argumentación del discurso de otro sino también imponerle otra mirada, otra lógica, a la imagen, discurso o audio que circuló sobre ese candidato.
Por último, una de las conclusiones del libro también tiene que ver con que cualquier político en redes puede generar una operación de “separación de lo político” en campaña: implica un efecto de transparencia en la emisión de sus publicaciones en redes y la división de lo político de cualquier otro tipo de discurso, específicamente de lo informativo. Incluso esta operación es utilizada también por emisiones periodísticas.
Más allá de su vínculo con la política, también reflexionás sobre la relación que hay entre los medios tradicionales, en este caso la televisión, y las redes sociales: ¿Cómo se da este vínculo? ¿Hay en las redes un intento de emular a los medios tradicionales y viceversa? ¿Hay una retroalimentación de formas y contenidos?
En el discurso político en redes sociales hay formas que efectivamente imitan a las formas históricas de la mediatización de la política. En el libro se hace mención porque ejemplo a cómo los candidatos/as postean en las redes sociales imitando géneros de la mediatización de la política en la televisión. En este caso, emulan la forma de “sound bite”, que es el titular breve que se genera para tener impacto en otros programas televisivos; y los candidatos en sus discursos digitales generaban –y lo siguen haciendo– la misma forma discursiva de alto impacto para que sea viralizada.
«Binner mostró que es posible convencer electores a través de las redes sociales«.
Aparece recurrentemente en el libro el contrapunto con la campaña de Obama: ¿Qué quiebre representó esa campaña? ¿Qué aspectos se emularon y cuáles no en el caso argentino?
El caso de la campaña de Obama en 2008 ha generado repercusiones en todo el mundo puesto que ha incorporado al relato político de manera clara a los internautas. Ha implicado a la militancia digital en la construcción de la campaña y en el reclutamiento de nuevos militantes.
Entre los candidatos que trabajás aparece alguien muy caro para esta publicación: Hermes Binner. ¿Qué peculiaridades tuvo su relación con la televisión y las redes sociales en aquella campaña de 2011? ¿Cómo fue su incursión en ambos espacios dado su perfil específico?
Esa campaña en redes sociales fue una de las primera que incorporó una mixtura de estrategias políticas, políticas y digitales. En efecto, Hermes Binner generó un ascenso del cuarto lugar en las PASO de 2022, con un 10,31% de los votos, al segundo lugar, en las elecciones generales de octubre, alcanzando el 16,81 %. Siempre es difícil saber cuánto de los cambios electorales tienen que ver con las redes sociales; no obstante se puede asegurar que los modos de construir discurso político digitales impactaron en su imagen. En esos dos meses, la campaña digital de Binner en Facebook y en Twitter fue muy intensa en comparación con la de otros candidatos/as de ese mismo momento. No obstante, sostenemos que lo distintivo no estuvo en su actividad regular en las redes sociales sino en las múltiples estrategias combinadas. Por un lado, se trata del único candidato que construye como adversario al kirchnerismo en las dos redes sociales, logrando capitalizar cierto voto opositor pero indeciso. En otras palabras, construye argumentaciones en serie de tuits ligadas a lo racional, y también algunas que apuntar a provocar emociones. Se arma así un discurso político polémico digital. Por último, también se configuran discursividades, como las invitaciones a los “eventos” de Facebook o la campaña #YovotoaBinner, que apelan al internauta que hemos denominado “internauta militante fan”, que no solo es seguidor y adherente a su candidatura sino que también visita regularmente sus espacios digitales en las redes e interactúa con los videos de sus entrevistas televisivas y de sus actos de campaña insertos en las publicaciones de sus redes sociales. En efecto, a través de sus discursividades digitales se dirige a los tres tipos de destinatarios posibles y tanto a los internautas regulares como a los ocasionales. En definitiva, Binner mostró que es posible convencer electores a través de las redes sociales.
En el libro no aparece, pero hay un tópico recurrente en los análisis sobre redes y políticas que son los, muchas veces mal llamados, «trolls»: ¿Qué implica esta figura? ¿Incide en el juego que los candidatos proponen en sus redes?
Los trolls, los bots, así como las fake news y los procesos de desinformación política forman parte hoy de la realidad que vivimos en las redes sociales. El espacio público se ha ensanchado puesto que se incorporaron nuevas voces a la discusión política, no obstante, también las cuentas falsas y las campañas para desviar foco de atención conviven con la militancia digital.
QUIÉN ES
Ana Slimovich es doctora en Ciencias Sociales y licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires. Es investigadora del CONICET, en el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA. Obtuvo el Premio Nacional a la Mejor Tesis Doctoral en Ciencias Sociales, organizado por Eudeba y la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA (edición 2019), bajo la temática: “Las encrucijadas de la democracia latinoamericana”. Dirige el proyecto “La mediatización contemporánea de la política. Los discursos políticos en las redes sociales argentinas (2019-2021)” en el IIGG.
Realizó una estancia de investigación en el Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca (2019) y en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Málaga (2020). Participó del “Political Discourse and Mediatization of Politics in the Globalized World”, en Nishny Nóvgorod; y del “Media in Political Participation and Mobilization”, en Florencia, entre otros. Es docente en la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA y en la Universidad de San Andrés.