Gabriel Conte, director del Memo diario publicó el domingo 9 de julio una entrevista a Andrés Colman Gutierrez acerca de la trata y violación sistemática de niñas cometidas por el Dictador Stroessner y sus principales colaboradores. Reproducimos aquí la entrevista completa al periodista paraguayo.
La investigación periodística sobre la crianza en «harenes» de niñas arrebatadas a sus familias de origen humilde, entre otros crímenes de la dictadura de Alfredo Stroessner, fueron volcadas por Andrés Colmán Gutiérrez en el libro «Las orgías del General» . Aquí cuenta cómo y por qué hizo ese titánico y fundamental trabajo.
El escritor y periodista paraguayo Andrés Colmán Gutiérrez acredita una extensa y prestigiosa carrera en los medios de su país, pero adquirió relevancia internacional a raíz de sus investigaciones volcadas en libros sobre la presencia del criminal de guerra nazi Josef Mengele, o la actividad del EPP, el poco conocido en Argentina Ejército del Pueblo Paraguayo, todavía en actividad.
Es, además, creador del portal El Otro País, y autor de novelas como las novelas El último vuelo del Pájaro Campana y El país en una plaza.
Participó del libro de crónicas Eduardo Galeano, un ilegal en el paraíso, publicado en 2016 por Siglo Veintiuno, editado por Roberto López Belloso, con Joan Manuel Serrat, Elena Poniatowska, Sebastião Salgado, José Luis Novoa, Sabrina Duque, Federico Bianchini y otros autores.
Ganó varios premios, como el Vladimir Herzog de Periodismo y Derechos Humanos (Brasil, 1985), el Premio Nacional de Periodismo Santiago Leguizamón (Paraguay, 2000) y el Peter Benenson a la Labor Periodística comprometida con los Derechos Humanos (2014) de Amnistía Internacional. Fue presidente de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SEP).
Ahora impacta una vez más con una investigación periodística, que conmociona dentro y fuera de Paraguay y trae al presente, en forma documentada, unos hechos acallados a lo largo de los años: «Las orgías del General. Una crónica sobre las niñas víctimas sexuales de la dictadura stronista».
Colmán Gutiérrez «vive en una cabaña de madera entre los verdes cerros de Atyrá, con su esposa Desirée y sus gatos Batman y Robin, sin cansarse de soñar y de luchar por un Paraguay con mejor educación, más oportunidades de vida digna, más libertad y menos corrupción», dice su biografía. Y con mucha vocación divulgadora y la generosidad de su don de gente, respondió algunas incógnitas, a la espera de la llegada del libro a las editoriales, librerías y/o editoras argentinas.
¿Cuál es el motivo por el que retomó la historia de los abusos aberrantes del dictador Stroessner a niñas en Paraguay?
Durante mucho tiempo creímos que las historias de las niñas secuestradas o arrebatadas a sus familias durante la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989), criadas por algunos militares en casas tipo harén, disponibles para ser violadas por el dictador y sus cómplices, era más bien una leyenda, inventada por los opositores al régimen, ya que costaba creer que tal perversidad pudiera ser posible, pero fueron surgiendo testimonios de víctimas y testigos que permitieron confirmar que el hecho existió realmente, en una dimensión espeluznante.
Hace algunos años realicé con otros colegas una primera serie de reportajes investigativos sobre el tema en el diario Última Hora de Asunción. En esa oportunidad encontramos testimonios y documentos sobre cinco lugares en donde se había mantenido cautivas a las niñas, los que también eran los sitios donde se llevaban a cabo las fiestas de orgía sexual de Stroessner y sus colaboradores. Las publicaciones causaron mucha conmoción y permitieron que muchas personas aporten nuevos datos, lo cual llevó a pensar en un libro que pudiera ofrecer un relato más completo y abarcador. En esta nueva fase investigativa pudimos confirmar la existencia de 12 casas tipo harén y obtuvimos nuevos documentos y testimonios muy importantes, que finalmente hicieron posible publicar esta obra, que presentamos en la Feria Internacional del Libro Asunción 2023. Es parte de una trilogía de periodismo investigativo en libros, que incluye a ?Mengele en Paraguay’ (2018) y ?EPP: Historia no autorizada’ (2020).
«Tres conocidos coroneles (Leopoldo ‘Popol’ Perrier, Pedro Julián Miers y Francisco ‘Manito’ Duarte), secuaces de Stroessner se dedicaban a cazar niñas preadolescentes, principalmente de familias campesinas humildes, para criarlas en sus casas o fincas rurales tipo harén, para ofrecerlas vírgenes al dictador, principalmente en las décadas de los 80 y los 90.»
¿Encontró en su investigación el indicio de que se haya tratado de una situación sistemática y programada?
Totalmente. El secuestro y la violación de niñas y mujeres fue una operación sistemática de la dictadura, que se manejó en dos niveles.
Por un lado, la perversa acción de tres conocidos coroneles (Leopoldo «Popol» Perrier, Pedro Julián Miers y Francisco «Manito» Duarte), secuaces de Stroessner que se dedicaban a cazar niñas preadolescentes, principalmente de familias campesinas humildes, para criarlas en sus casas o fincas rurales tipo harén, para ofrecerlas vírgenes al dictador, principalmente en las décadas de los 80 y los 90.
Durante mucho tiempo creímos que las historias de las niñas secuestradas o arrebatadas a sus familias durante la dictadura del general Alfredo Stroessner (1954-1989), criadas por algunos militares en casas tipo harén, disponibles para ser violadas por el dictador y sus cómplices, era más bien una leyenda, inventada por los opositores al régimen, ya que costaba creer que tal perversidad pudiera ser posible, pero fueron surgiendo testimonios de víctimas y testigos que permitieron confirmar que el hecho existió realmente, en una dimensión espeluznante.
Hace algunos años realicé con otros colegas una primera serie de reportajes investigativos sobre el tema en el diario Última Hora de Asunción. En esa oportunidad encontramos testimonios y documentos sobre cinco lugares en donde se había mantenido cautivas a las niñas, los que también eran los sitios donde se llevaban a cabo las fiestas de orgía sexual de Stroessner y sus colaboradores. Las publicaciones causaron mucha conmoción y permitieron que muchas personas aporten nuevos datos, lo cual llevó a pensar en un libro que pudiera ofrecer un relato más completo y abarcador. En esta nueva fase investigativa pudimos confirmar la existencia de 12 casas tipo harén y obtuvimos nuevos documentos y testimonios muy importantes, que finalmente hicieron posible publicar esta obra, que presentamos en la Feria Internacional del Libro Asunción 2023. Es parte de una trilogía de periodismo investigativo en libros, que incluye a ?Mengele en Paraguay’ (2018) y ?EPP: Historia no autorizada’ (2020).
¿Encontró en su investigación el indicio de que se haya tratado de una situación sistemática y programada?
Totalmente. El secuestro y la violación de niñas y mujeres fue una operación sistemática de la dictadura, que se manejó en dos niveles.
Por un lado, la perversa acción de tres conocidos coroneles (Leopoldo ?Popol’ Perrier, Pedro Julián Miers y Francisco ?Manito’ Duarte), secuaces de Stroessner que se dedicaban a cazar niñas preadolescentes, principalmente de familias campesinas humildes, para criarlas en sus casas o fincas rurales tipo harén, para ofrecerlas vírgenes al dictador, principalmente en las décadas de los 80 y los 90.
¿De dónde captaba a sus víctimas?
En el caso de las niñas criadas en las casas tipo harén, eran arrebatadas a sus familias, generalmente de condición humilde, a través de varios procedimientos.
En algunos episodios, como el que narra una de las víctimas, Julia Ozorio Gamecho (actualmente residiendo en Buenos Aires), los «cazadores de niñas» iban directamente a la vivienda de los campesinos humildes con un pelotón armado, elegían a la niña más pequeña (en el caso de ella, tenía entonces 13 años de edad) y se la llevaban, atemorizando a los padres. Julia fue secuestrada en la compañía rural Guavirá, de la ciudad de Villeta, a 34 kilómetros de Asunción, por el coronel Pedro Julián Miers, comandante del Batallón Escolta Presidencial, a cargo de la seguridad del dictador, llevada hasta una quinta en Laurelty, San Lorenzo, en donde había otra decena de niñas cautivas y fue violada impunemente siendo virgen, retenida allí por más de dos años, con un grupo de niñas que con frecuencia eran cambiadas, en donde tenían lugar las orgías con participación el dictador.
En otros casos, las niñas eran captadas con engaños. Era frecuente que el general Stroessner asista a las colaciones de fin curso, a entregar diplomas en escuelas y colegios de pueblos de interior. Cuando veía a una niña que le gustaba entre las que estaban en el acto oficial, hacia una seña a sus colaboradores, quienes luego negociaban con sus padres, prometiendo que traerían a la niña para ser «apadrinadas» por el presidente, proseguir sus estudios en casas de familia y gozar de mejores condiciones de vida, a cambio de dinero o puestos de trabajo para los familiares en instituciones estatales, cuando en realidad eran traídas para ser abusadas por el dictador.
¿Cuál fue la reacción en aquellos días de los familiares de las niñas?
En esa época, la mayoría de los padres o familiares no se atrevía a oponerse o a protestar, por miedo a sufrir represalias en un Estado represivo y de mucha impunidad, ya que podían ir presos y ser torturados, hasta engrosar la lista de exiliados o muertos-desaparecidos. Otros ignoraban totalmente lo que iba a ocurrir con sus hijas y creían sinceramente que serían criadas por familias encumbradas del régimen, en donde tendrían mejores oportunidades.
En otros casos de degradación moral, los familiares sí sabían para que llevaban a sus niñas, pero accedían a «venderlas» a cambio de dinero o de obtener un puesto en alguna institución oficial y poder escalar en espacios políticos.
Hubo casos en que si se produjeron acciones para rescatar a las víctimas. En el libro incluimos el testimonio de Ana María Carrón, viuda del escritor y poeta paraguayo Carlos Villagra Marsal, quien acompañó a una mujer campesina de la ciudad de Piribebuy a rescatar a una chica adolescente, que era ahijada suya, de la casa harén del coronel Popol Perrier, en el barrio Itá Enramada de Asunción, recurriendo a su influencia en la sociedad paraguaya.
También el médico Joel Filártiga contó que, con un sistema de espionaje de la oposición, pudieron rescatar a otra de las chicas de otra casa harén del coronel Perrier en el barrio Sajonia de la capital.
¿Se puede decir que fue un delito exclusivo de Stroessner o un modus operandi de la cúpula militar, de sus camaradas y amigos?
Fue un esquema montado por tres de los principales coroneles del entorno de Stroessner (Perrier, Miers y Duarte), quienes conocían la condición de pedófilo del dictador y se valieron de esa situación para satisfacer sus bajos instintos a cambio de favores políticos y económicos.
En el caso de Perrier, obtuvo licencias para instalar casinos y casas de juegos de azar, entre otros negociados. El coronel Manito Duarte, quien era administrador de la empresa de Telecomunicaciones y quien dirigía un sistema de espionaje de las conversaciones telefónicas de políticos opositores y periodistas críticos, hizo una gran fortuna con negociados avalados por el dictador, al igual que el coronel Miers.
«Malena Ashwell era esposa de un oficial de la Marina paraguaya, miembro de la estructura del gobierno stronista, quien en 1975 vio a tres niñas de 8 y 9 años de edad, desnudas y sangrantes, que pedían socorro en el patio de la casa del coronel ‘Popol’ Perrier, en Asunción. Tras conocer por el testimonio de vecinos intentó denunciar el caso, pero fue detenida y torturada salvajemente, hasta que su padre pudo llegar a rescatarla.»
¿Pudo dialogar con algunas de sus víctimas?
Sí, pude acceder al testimonio de Julia Ozorio Gamecho, tanto a través de su libro (‘Una rosa y mil soldados’) como de diversas entrevistas, al igual que el de la mujer que preserva su identidad bajo el seudónimo «María», quien también habla en el documental «Calle del Silencio» del cineasta paraguayo José Elizeche.
Pudimos hablar también con varias mujeres que fueron violadas siendo niñas en la compañía Costa Rosado, de Caaguazú, y al relato de testigos calificados, como el de Malena Ashwell, hija de un gran historiador y exfuncionario del Banco Mundial, el doctor Washington Ashwell.
Malena era esposa de un oficial de la Marina paraguaya, miembro de la estructura del gobierno stronista, quien en 1975 vio a tres niñas de 8 y 9 años de edad, desnudas y sangrantes, que pedían socorro en el patio de la casa del coronel ‘Popol’ Perrier, en Asunción. Tras conocer por el testimonio de vecinos intentó denunciar el caso, pero fue detenida y torturada salvajemente, hasta que su padre pudo llegar a rescatarla.
Malena cuenta en Estados Unidos, en un relato publicado en 1977 por el gran periodista Jack Anderson en su columna del Washington Post, aunque allí Malena aparecía con el seudónimo Ada Rodríguez para proteger su identidad. Pude reconstruir todo ese episodio que costó también la prisión y desaparición de Miguel Ángel Soler, legendario dirigente del Partido Comunista Paraguayo, que iba a publicar la denuncia en el periódico clandestino de su organización.
¿Por qué nunca fue juzgado semejante delito?
La Justicia paraguaya tardó mucho en reaccionar. Recién en 2008, con la denuncia de Julia Ozorio Gamecho se abrió una primera investigación en la Fiscalía de Derechos Humanos y otras se abrieron en 2016, luego de la serie de reportajes que publicamos en Última Hora, pero en todas ellas no se avanzó mucho, principalmente porque Stroessner y los tres principales coroneles involucrados ya murieron.
¿Cree que hay posibilidades de un resarcimiento a las víctimas o bien de que se encare lo que en Argentina se llama «juicio por la verdad»?
Es difícil que eso suceda en Paraguay, porque la mayoría de las víctimas no quieren asumir querellas públicas, ya que la situación les genera mucha vergüenza ante sus familiares y el resto de la sociedad, pero no perdemos la esperanza de la que la acción de las organizaciones de derechos humanos logre algunos avances de reparación.
También pasa que aún existen numerosos nostálgicos de la dictadura. Por dar una idea, el coronel Leopoldo ?Popol’ Perrier, uno de los principales involucrados en la violación de niñas para las orgias del General era el tío abuelo del actual presidente de la República, Marito Abdo Benítez, hijo además de Mario Abdo Benítez, quien fuera secretario privado del dictador.
También en el entorno del expresidente electo Horacio Cartes, padrino político de quien será el próximo presidente paraguayo desde el 15 de agosto, Santiago Peña, existen muchos personajes políticos que admiran y reivindican a Stroessner y que ahora empiezan a copar nuevamente los espacios en los tres poderes del Estado.
Es decir, no hay mucha voluntad política por parte del eternamente gobernante Partido Colorado (que sigue teniendo al general Alfredo Stroessner como presidente honorario) para remover a estos molestos fantasmas del pasado inmediato.
«En lo personal, admito que esperaba un fuerte rechazo y un ataque más consistente por parte de los admiradores y seguidores de Stroessner, pero curiosamente, en su mayoría se han mantenido callados, probablemente porque la contundencia de los testimonios y documentos que contiene el libro deja poco margen a poder desmentir los hechos.»
¿Cuál ha sido la repercusión tanto en la sociedad como en los que continúan defendiendo a Stroessner?
El libro ha sido muy bien recibido en la última Feria Internacional del Libro y tiene actualmente mucha demanda por parte de los lectores, como también mucha buena repercusión en la prensa paraguaya e internacional.
Las organizaciones de derechos humanos lo han saludado como un valioso aporte a la recuperación de la memoria y a hacer justicia a las víctimas, que durante mucho tiempo han sido invisibilizadas.
En lo personal, admito que esperaba un fuerte rechazo y un ataque más consistente por parte de los admiradores y seguidores de Stroessner, pero curiosamente, en su mayoría se han mantenido callados, probablemente porque la contundencia de los testimonios y documentos que contiene el libro deja poco margen a poder desmentir los hechos.
Sinceramente, me gustaría creer que este respeto a un riguroso trabajo de investigación periodística es un signo de mayor madurez y tolerancia en la sociedad paraguaya.