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El orgullo de ser zurdos

por | Jun 15, 2024 | Mundo, Opinión

El conflicto desatado entre el presidente argentino Javier Milei y su contraparte español Pedro Sánchez no pasó inadvertido para nadie. Walter Flores analiza como esta pelea fungió de recurso para activar la movilización de las izquierdas españolas.

El presidente español Pedro Sánchez junto a José Luis Rodríguez Zapatero.

El último spot de la campaña del PSOE para las elecciones europeas que se realizaron el pasado domingo 9 de mayo se abre con un mensaje en pantalla: “Zurdas & zurdos por Europa”, y una voz en off relata: “Va uno por ahí diciendo que somos los zurdos…” mientras proyecta una imagen de Milei con una motosierra. Es una referencia clara al discurso del presidente argentino durante un viaje privado a la conferencia “España Viva 24”, una reunión ultraderechista organizada por el partido Vox, férreo opositor al gobierno de Pedro Sánchez. En esa misma alocución, más allá de sus habituales agravios a las izquierdas, Milei se refirió directamente al presidente español y a su esposa, a quien acusó de “corrupta”, lo que abrió un conflicto diplomático que derivó en el retiro de la embajadora del país ibérico en Buenos Aires.

La disputa entre Milei y Sánchez existe, latente o manifiesta, desde las elecciones del año pasado, cuando el presidente del gobierno español manifestó su apoyo a Sergio Massa. Y la disputa continuó con cruces de declaraciones altisonantes entre ministros del gobierno español y respuestas desde el lado argentino. En plena campaña electoral para los comicios al parlamento europeo, el socialismo español buscó capitalizar la disputa. La exigencia de  disculpas del gobierno español fue acompañado por parte del arco político –fundamentalmente desde los sectores de izquierda– y los empresarios más importantes de ese país. Un intríngulis ideológico se tornó personal, para luego convertirse en asunto de Estado.

El punto más determinante en el movimiento de poner a Milei en el centro de la campaña se dio con la aparición del mencionado spot. Esta pieza comunicacional representa la resignificación, por parte del PSOE, de los términos utilizados por el adversario en la disputa. Zurdo, una palabra peyorativa, que busca avergonzar y estigmatizar a las y los militantes y simpatizantes de izquierdas, es reivindicada.

Sánchez y el PSOE buscaron –en un ejercicio que no requirió demasiado esfuerzo– emparentar a Milei y sus políticas con la ultraderecha española. Vox e Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid y una de las figuras más importantes del Partido Popular, se encargaron del resto. El presidente argentino entró así en la campaña española, en la que los socialistas y el gobierno de coalición progresista se presentaron como la continuidad de las políticas de bienestar –en palabras del propio Sánchez– frente al retroceso que representarían el modelo argentino y sus socios ibéricos. El oficialismo español busca así movilizar al electorado de izquierdas, en un momento en el que las encuestas mostraban que existía una apatía considerable, y en el que el gobierno se ve asediado por el avance de causas judiciales contra el presidente y su familia, aun cuando las denuncias han sido generalmente desestimadas por la carencia de pruebas.

El punto más determinante en el movimiento de poner a Milei en el centro de la campaña se dio con la aparición del mencionado spot. Esta pieza comunicacional representa la resignificación, por parte del PSOE, de los términos utilizados por el adversario en la disputa. Zurdo, una palabra peyorativa, que busca avergonzar y estigmatizar a las y los militantes y simpatizantes de izquierdas, es reivindicada: ser zurdo es –en Europa– luchar por la igualdad, la paz, el desarrollo sostenible. En España, implicaría seguir apostando por el camino de la reforma laboral, la mejor distribución del ingreso, la disminución del desempleo y el crecimiento económico, profundizando el proceso iniciado en 2018 tras la moción de censura a Mariano Rajoy, revalidado en 2019 y 2023 por las urnas.

El socialismo español proponía entonces votar “con la zurda” contra todos los que en España y Europa expresan, desde su óptica, el modelo mileísta de destrucción de lo público, de exclusión social, individualismo exacerbado, y reaccionarios en términos de derechos individuales. Esto expresa un interesante reposicionamiento del PSOE. Frente a la radicalización de la derecha, responde con una reivindicación de los valores de izquierda, que en la España de la coalición progresista han mostrado que todavía pueden conducir un proceso con vocación transformadora, comprometido con los valores de la paz, el derecho internacional y los derechos humanos, y de desarrollo económico socialmente inclusivo. Con deudas, claro, sobre todo con las juventudes, el grupo social que sigue sufriendo altas tasas de desempleo y dificultades para acceder al derecho a la vivienda.

El tramo final de la campaña mostró –en las tendencias demoscópicas, el clima mediático y las intervenciones públicas de las dirigencias– a un PSOE en ascenso y revitalizado, impulsado por las efectivas acciones comunicativas de Sánchez para exponer las operaciones judiciales en su contra, y el endurecimiento de las posturas del gobierno español en conflictos como el palestino-israelí. Enfrente, se veía a un PP errático que, luego de una campaña accidentada en la que casi no hablan de Europa, su cabeza de lista estuvo prácticamente desaparecida y su líder Alberto Núñez Feijóo protagonizó varios traspiés, pasó de encaminarse a una victoria contundente a pedirle al electorado que “desempatara” la elección. Finalmente el Partido Popular triunfó, en un contexto de participación relativamente baja –de la mitad del electorado– y por un margen relativamente exiguo: 34% contra el 30% de los socialistas. Sánchez salvó los muebles y Feijóo pudo mostrar una victoria. Todos contentos.

Los populares sufrieron –aunque en menor medida de lo que podía esperarse en el tramo final de la campaña– una dispersión del voto de derechas por la consolidación de Vox en el escenario político (9,6% de los votos), pero también por el ascenso de un nuevo outsider, el youtuber difusor de fake-news Luis “Alvise” Pérez que, con su agrupación Se acabó la fiesta motorizó el inconformismo de extrema derecha desde un discurso anti-sistema, en el que el PP –que inicialmente se había propuesto “ocupar el centro”– es también objeto de críticas. En su primera aventura electoral “Alvise” cosechó más de 800.000 votos –el 4,6% del total– y 3 eurodiputados, y promete ser un actor de peso en la escena política española de los próximos años.

En la izquierda, la polarización con Milei y la reivindicación de una agenda progresista por parte del PSOE dejó poco espacio a las otras opciones en pugna. Las demás fuerzas que desde este espacio se han reivindicado como una alternativa a los socialistas se encuentran en un proceso de profunda crisis y división.

En la izquierda, la polarización con Milei y la reivindicación de una agenda progresista por parte del PSOE dejó poco espacio a las otras opciones en pugna. Las demás fuerzas que desde este espacio se han reivindicado como una alternativa a los socialistas se encuentran en un proceso de profunda crisis y división. El socio minoritario del gobierno, Sumar –formación de la vicepresidenta Yolanda Díaz– sufrió –producto de una campaña sin norte, y una indisimulable falta de cohesión entre sus componentes– una sangría de votantes progresistas hacia el PSOE, pero también hacia Podemos que, encabezado por la exministra Irene Montero, atrajeron a una buena cantidad de votantes que buscaron una propuesta de izquierda radical. De todos modos, la suma de ambos espacios (4,7% Sumar, 3,3% Podemos) perdió 2 puntos en relación a las últimas europeas y 10 contra las de 2014 cuando, en el debut del espacio podemita, la tradicional Izquierda Unida –hoy parte de Sumar– llegó al 10%, y los morados encabezados por Pablo Iglesias al 8%. El liderazgo de Yolanda Díaz en el espacio de la izquierda confederal ha sufrido fuertes cuestionamientos la última semana. Ella misma optó por renunciar a ese rol –sin dejar los cargos de gobierno– apenas se conocieron los resultados electorales. La discusión vuelve a estar abierta de cara a la reconstitución del sector. En tanto, el PSOE atrae a una porción cada vez mayor de los votantes progresistas.

En síntesis, mientras los populares parecen verse –de cara al futuro– amenazados por la dispersión del voto conservador, los socialistas presumiblemente han aglutinado el voto progresista –en un proceso que podría acentuarse vista la descomposición del espacio a su izquierda–, para lo cual la disputa con Milei y el orgullo al mostrarse como “los zurdos” ocuparon un lugar fundamental. Queda pensar si en Argentina la construcción de la oposición al gobierno reaccionario de Milei debe pasar también por la reivindicación de un proyecto progresista, que levante los valores históricos de las izquierdas. En pocas palabras, si es necesario que quienes se propongan avanzar en esta tarea no se avergüencen de ser los zurdos.

 

Walter Flores

Walter Flores

Docente e historiador. Trabaja en escuelas públicas de la CABA, es profesor adscripto en el ISP Dr. Joaquín V. González y participa del Núcleo de Historia Reciente de la Escuela IDAES – UNSAM.