Dar el paso hacia un país sin retenciones es avanzar hacia otro modelo de financiar al Estado, con un nuevo modelo de organización del comercio exterior y por extensión del sistema bancario y monetario.
Las retenciones son parte de un sistema tributario anómalo del que Argentina depende desde hace más de veinte años. Para cambiar esta situación proponemos trazar un camino de reformas federalistas que aporten al debate político basado en tres grandes lineamientos: reformar el sistema tributario, reorganizar el comercio exterior y federalizar la banca central.
ELIMINAR LAS RETENCIONES Y REFORMAR EL SISTEMA TRIBUTARIO
Argentina tiene un sistema tributario completamente atípico: cobra pocos impuestos a los ingresos y a los bienes personales, la forma más racional y moderna que hoy se utiliza en el mundo entero para financiar al estado, y ello lo compensa con impuestos a las exportaciones.
Si bien las retenciones son justificadas como una herramienta de comercio exterior y en particular por su incidencia en el precio interno de los alimentos, en la práctica cumplen una función fiscal que excede su propia fundamentación. Al constituirse en una fuente supletoria de financiamiento fiscal, ante la incapacidad de construir una estructura tributaria racional, las retenciones se convierten en un mecanismo de extracción de recursos con un enorme impacto regional, de carácter centralista y que distorsiona completamente su funcionalidad, poniendo en evidencia las dos falencias estructurales comunes a los modelos políticos argentinos dominantes en las últimas cinco décadas: el cobro de impuestos y la organización adecuada del comercio exterior.
Es imperioso que las retenciones pierdan esta funcionalidad fiscal, sean eliminadas y se encare una reforma tributaria en donde la base de la recaudación sean los ingresos y los bienes personales. La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por ejemplo, tiene salarios que superan aproximadamente en un 40% a la media nacional. Al no cobrarse impuestos a los ingresos, pero sí a la exportación, los que más se benefician son estos sectores de altos ingresos. Mientras tanto, los espacios productores como la Región Centro (compuesta por las provincias de Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe), que representa casi el 40% de las exportaciones totales, la mitad del maíz exportado y el 100% de la harina y el aceite de soja que tiene por destino el comercio exterior, tienen que soportar la mayor carga tributaria con un tributo que, además, no se coparticipa.
Una reforma como la que proponemos, terminaría con una transferencia de rentas entre regiones, que lesiona la base federalista de nuestra nación, e incrementaría el peso de los impuestos progresivos, menos distorsivos y ampliamente utilizados en los países desarrollados, e incluso, aunque en menor medida, en América Latina.
«Argentina tiene un sistema tributario completamente atípico: cobra pocos impuestos a los ingresos y a los bienes personales, la forma más racional y moderna que hoy se utiliza en el mundo entero para financiar al estado, y ello lo compensa con impuestos a las exportaciones.»
A su vez, las retenciones introducen asimetrías al interior del sector, ya que, al no tener en cuenta la estructura de costos de la producción, impactan mayormente en las zonas más alejadas del puerto, con mayores costos de transporte y menor calidad de los suelos. Así, un productor de Venado Tuerto y un productor de Tucumán pagan la misma tasa sobre la tonelada de soja exportada, con independencia de que el primero esté a 200 km del puerto y el otro a 900 km y que uno produzca en una de las zonas con mayor rendimiento por hectárea y el otro no.
El planteo es bastante lineal: las retenciones impactan sobre la actividad y por lo tanto también reducen la base de la recaudación. Bajar o eliminar las retenciones provoca aumentos en la inversión, en la producción y en el valor agregado, tal como ocurrió en el pasado, y ello impacta en la recaudación. Sobre este punto recomiendo el trabajo de Tomás Allan y del equipo económico de Fundar. Pero fundamentalmente las retenciones suplen la falta de una estructura tributaria normal con la consecuente extracción de rentas desde la región central hacia el AMBA, y en particular la CABA.
CAMBIAR EL RÉGIMEN DE ORGANIZACIÓN DEL CORMERCIO EXTERIOR
Tal como dijimos anteriormente, las retenciones encuentran su fundamentación como un instrumento para regular el comercio exterior, en particular como un mecanismo para desacoplar el precio interno de los alimentos respecto del precio internacional y alentar la producción con valor agregado incorporando tasas más altas para las materias primas sin elaboración. No es posible ni deseable desentenderse de este hecho. Sin embargo, cabe preguntarse si las retenciones son el mejor mecanismo para realizar estos objetivos o al menos administrar esta problemática, cuando la experiencia reciente muestra que los acuerdos políticos en esta materia han sido desastrosos dejando sin voz ni participación a los territorios involucrados.
Queda en evidencia la incapacidad política en la Argentina de establecer reglas estables, de mediano plazo y razonablemente aceptadas sobre las tasas de cambio diferenciales que ponen las pautas más relevantes del comercio exterior, considerando su particular estructura social y económica. Las retenciones van en un sentido estrictamente opuesto y debilitan la institucionalidad y los compromisos mutuos.
Resulta clave un cambio en las instituciones que organizan el comercio exterior y en particular las tasas de cambio preferenciales para los productos de exportación, que impactan sobre el precio de los alimentos, y de importación, que son claves para el desarrollo industrial.
«Resulta clave un cambio en las instituciones que organizan el comercio exterior y en particular las tasas de cambio preferenciales para los productos de exportación, que impactan sobre el precio de los alimentos, y de importación, que son claves para el desarrollo industrial.»
Es de vital importancia crear un marco colegiado, en el que participen las fuerzas sociales y regiones productivas involucradas, en donde se puedan componer acuerdos de mayor estabilidad sobre las tasas de cambio y el destino de los excedentes que eventualmente se acumulen. Este tipo de organismos públicos de administración colegiada con el sector privado y representación federalista, suponen verdaderos avances para el manejo de los asuntos comunes y en particular en el diseño de las pautas de funcionamiento del comercio exterior, fortaleciendo la integración y proyección del espacio nacional.
Incluso allí deben definirse las afectaciones específicas de las rentas acumuladas tratando de minimizar el impacto de las eventuales diferencias establecidas. Se puede establecer como condición básica e inicial, por ejemplo. La devolución integral de las diferencias de tasas a los productores de tierras menos productivas y la utilización de los excedentes para el estricto desarrollo de infraestructuras estratégicas para incrementar las capacidades exportables.
No podemos seguir dependiendo de la intempestiva decisión de un funcionario ajeno a la realidad productiva que modifica de un momento a otro las condiciones de producción. Esto es completamente contrario al buen proceder, al establecimiento de reglas de largo plazo y a la real realización de los principios federalistas.
FEDERALIZAR LA BANCA CENTRAL
Todo lo anterior supone un involucramiento de lleno sobre la estructura de tasas diferenciales para exportaciones e importaciones, dimensión central de la política cambiaria. Se trata de una federalización bajo una nueva institucionalidad. Sin embargo, ello no puede detenerse allí ya que el nuevo marco jurídico y político federalista tiene que completar su alcance, abarcando a la totalidad de la política monetaria y cambiaria de la nación argentina.
En ese sentido, es importante observar que Argentina se organiza sobre instituciones económicas estrictamente centralistas, en donde los territorios subnacionales y las fuerzas económicas y sociales productivas no tienen participación alguna. Es preciso producir un cambio radical y federalizar las instituciones económicas, si queremos superar cinco décadas de repetidos fracasos. En particular, la más centralista de todas las instituciones es precisamente el Banco Central de la República Argentina (BCRA), punto clave donde se establece la política monetaria y cambiaria, debe ser federalizado siguiendo, por ejemplo, el caso paradigmático de la Reserva Federal de los Estados Unidos de Norte América. Sobre este punto recomiendo el trabajo de Ignacio Trucco y del equipo económico de Demos.
«Es importante observar que Argentina se organiza sobre instituciones económicas estrictamente centralistas, en donde los territorios subnacionales y las fuerzas económicas y sociales productivas no tienen participación alguna. Es preciso producir un cambio radical y federalizar las instituciones económicas, si queremos superar cinco décadas de repetidos fracasos.»
El BCRA debe ser permeado por la realidad territorial de la Argentina profunda y convertirse en un sistema de Bancos Regionales en donde se defina con criterios federalistas la política monetaria y cambiaria de la nación, donde incluso pueda contenerse institucionalmente las reformas sugeridas en el punto anterior.
Los déficits políticos, se han convertido en déficits institucionales y las tensiones acumuladas han puesto en evidencia la debilidad estructural del centralismo desembozado y extraviado de la nación, que encuentra en las retenciones un ejemplo paradigmático. Este es un criterio político de primer orden para encarar una verdadera reforma modernista en Argentina, empezando por el punto neurálgico de federalizar las instituciones económicas hoy hiper centralistas.
Es la clave para dar viabilidad a la formación de pactos económicos territoriales y sectoriales de largo plazo para proyectar una Argentina nueva, orientada a la producción, el trabajo y la tecnología, a la capacidad exportadora con valor añadido y al mejoramiento de la calidad de vida basada en la capacidad de producción de riqueza. En este contexto, un sistema regional de bancos federales terminaría con las tentaciones demagógicas que han marcado nuestra política monetaria y cambiaria en las últimas cinco décadas, sean las del consumo masivo horadando nuestros stocks o del dólar barato que desembocan en crisis de deuda y del sector externo.
UNA DISCUSIÓN CLAVE DE LA POLÍTICA NACIONAL
La cuestión de las retenciones pone el dedo en la llaga y desencadena una discusión clave de la política nacional. Dar el paso hacia un país sin retenciones es avanzar hacia otro modelo de financiar al Estado, eso implica un nuevo modelo de organización del comercio exterior y por extensión del sistema bancario y monetario.
La Región Centro cuenta con capacidades institucionales, productivas, educativas, científicas y tecnológicas muy desarrolladas: tenemos un entramado científico tecnológico que fue responsable del desarrollo de semillas resistentes a la sequía, el avance biotecnológico más importante de los últimos años que acaba de ser aprobado en EEUU.
El 42% de la agricultura y ganadería de la Argentina se desarrolla aquí, el 28% de la producción argentina de alimentos y bebidas se localiza entre Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos. Asimismo, el 35% de las maquinarias y equipos industriales del país se produce en este espacio, así como el 34% de la producción de autos. Pensemos por un momento si los recursos que hoy se van en retenciones se volcaran al encadenamiento productivo, a la industria metalmecánica, al desarrollo del biodiesel, fertilizantes, drones y equipamiento de agricultura de precisión y a obras de infraestructura estratégica y social.
«La Región Centro cuenta con capacidades institucionales, productivas, educativas, científicas y tecnológicas muy desarrolladas: tenemos un entramado científico tecnológico que fue responsable del desarrollo de semillas resistentes a la sequía, el avance biotecnológico más importante de los últimos años que acaba de ser aprobado en EEUU.»
Para que el Estado federal deje de ser el ancla y se convierta en el motor del progreso y el desarrollo, es preciso una nueva estructura institucional, en donde los balances regionales sean redefinidos. El liderazgo del corredor central que se extiende desde la cordillera hasta el río Uruguay resulta decisivo en este proceso político de reformas y reorientación.
Es indispensable en este contexto, el fortalecimiento del extenso y denso sistema de ciudades pequeñas y medianas que conforman nuestra “Ruralidad”, lo que supera ampliamente la maniquea, simplista e irreal dicotomía “campo vs industria”. El desarrollo del complejo entramado que conforma la Agro-Bio-Industria, es prueba de ello y el fortalecimiento de su capacidad exportadora resulta vital. Es hora de debatir el modelo de país que necesitamos, sin atajos, ni autoengaños, sin desconocer el problema territorial de fondo que arrastramos desde hace décadas, probablemente desde los orígenes de la organización nacional.
Quizá tengamos aquí un significante político verdaderamente progresivo, un punto cuya resolución podría suponer un avance histórico real sobre problemas pendientes pero también con resoluciones concretas y posibles. Las reformas federalistas probablemente sean, para la Argentina, parte de su sustancia y realidad íntima, pero todavía latente como promesa de futuro.