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Otra vez sopa

por | Abr 16, 2025 | Economía, Opinión

En febrero, cuando aún duraba la euforia por las vacaciones baratas, advertimos sobre las consecuencias que el nuevo ciclo de apreciación financiera y atraso cambiario iba a tener sobre la estabilidad económica. En esos meses, Milei tildaba estas advertencias como críticas de “mandriles” y reiteraba su latiguillo de “no la ven”.

El viernes pasado el “master plan gubernamental”, probó su límite y los argentinos amanecimos nuevamente endeudados con el FMI y otros organismos internacionales por 42 mil millones de dólares y con un nuevo régimen de flotación cambiaria.

Pese a la puesta en escena triunfalista del gobierno nacional, hay motivos reales para estar preocupados. Los argumentos se pueden ordenar en torno a tres puntos que dialogan con los principales mensajes que circularon en la opinión pública: en primer lugar la idea de que el gobierno devalúa es engañosa y fundamentalmente incompleta, porque no devalúa para todos, para algunos aprecia. La clave y el aspecto más importante de una política como la anunciada es la deuda pública en moneda extranjera tomada por el gobierno nacional y finalmente, no pretenden corregir los problemas previos (que el propio gobierno admite), sino comprar tiempo político con un altísimo costo social y productivo.

DEVALUACIÓN PARA UNOS, APRECIACIÓN PARA OTROS.

El viernes pasado el gobierno abandonó el esquema monetario en donde convivían múltiples tipos de cambio, pero al que podemos simplificar en dos grandes referencias: el tipo de cambio oficial o comercial, y el tipo de cambio paralelo, libre o financiero, que determinaban, lo que se denominaba, “la brecha”, es decir, la diferencia entre ambos.

La denominada “fase 3” del plan económico implica un tipo de cambio que fluctúa dentro de una banda móvil, con un piso de $1.000 y un techo de $1.400, cuyos límites se irán ajustando mes a mes a una tasa fija. Cada vez que el dólar pase esos límites el Banco Central de la República Argentina (BCRA) se compromete a intervenir para que la cotización no supere esos montos.

Hasta hace una semana, el dólar comercial estaba cotizando en torno a los 1.100 pesos y el financiero llegó a los 1.350 pesos aproximadamente. Con la nueva fluctuación, el gobierno eligió poner el piso cercano al dólar comercial y el techo cercano al financiero, es decir que, para el comercial, se habilitó una depreciación y para el dólar financiero una probable re-apreciación. Entonces ¿Se puede hablar lisa y llanamente de una devaluación?

Con la nueva fluctuación, el gobierno eligió poner el piso cercano al dólar comercial y el techo cercano al financiero, es decir que, para el comercial, se habilitó una depreciación y para el dólar financiero una probable re-apreciación. Entonces ¿Se puede hablar lisa y llanamente de una devaluación?

Para el dólar comercial, que afecta el costo de vida, el salario real y la actividad económica sí, pero para el dólar financiero, no. Los títulos en pesos que hasta la semana pasada llegaron a cotizar a 1.350 por dólar y estaban desarmándose para pasarse a posiciones dolarizadas, consumiendo reservas del BCRA, esta semana se revalorizaron con un nuevo tipo de cambio más bajo.

Sea donde sea que se ubique el dólar finalmente, supondrá cierta devaluación comercial y cierta apreciación financiera.

SIEMPRE FUE LA DEUDA

La opinión pública pasó por alto en los últimos días el enorme volumen de deuda externa anunciada por el gobierno. Si se suman todas las deudas anunciadas se llegaría a un total de 42 mil millones de dólares, el equivalente a la mitad de las exportaciones de la Argentina en un año ¿Para qué se toman estos niveles de deuda, sobre todo si se considera como dijo el presidente, que “todo marcha acorde al plan”?

Hasta el momento, el gobierno nacional apostó a una estabilización nominal y cambiaria sobre la base de una masiva transferencia al sector financiero, inflando el valor de la deuda pública por casi 100.000 millones de dólares. Sin embargo, en pocos meses entró en déficit la cuenta corriente, con salidas por importaciones de bienes y servicios, autos y turismo, y quedó en evidencia que estos dólares no están, y, por lo tanto, que la promesa financiera no puede sostenerse.

La fase inaugurada el viernes pasado, tiene por objetivo restaurar la confianza de los especuladores, anunciándoles que los dólares sí están, que los pondrá el FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el gobierno Chino, los bancos privados, etc. Se trata, por lo tanto, de una deuda orientada a sostener un programa económico basado en el dólar barato y la especulación financiera sin un horizonte favorable apoyado en el crecimiento de la productividad y la capacidad de exportación.

La fase inaugurada el viernes pasado, tiene por objetivo restaurar la confianza de los especuladores, anunciándoles que los dólares sí están, que los pondrá el FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el gobierno Chino, los bancos privados, etc. Se trata, por lo tanto, de una deuda orientada a sostener un programa económico basado en el dólar barato y la especulación financiera sin un horizonte favorable apoyado en el crecimiento de la productividad y la capacidad de exportación.

Esta deuda, agrega más inestabilidad futura, pues requerirá esfuerzos adicionales, para toda la población argentina, con menor nivel de vida, actividad económica y creación de riqueza, para poder destinar los excedentes de exportación al pago de estos compromisos. O, alternativamente, a desconocerlos, con las enormes implicancias que ello tiene.

LLEGAR A OCTUBRE, TAN SIMPLE COMO ESO

Como dijimos, dos grandes dificultades se acumularon en este año de gobierno, intrínsecas al modelo económico de Milei-Caputo, que fueron el incremento notable de la deuda pública evaluada en dólares y el acelerado atraso cambiario. El nuevo esquema, ¿puede corregir estos problemas?

En el caso del primero, todo lo contrario, pues en la medida en que el gobierno introduce un seguro de cambio e incluso perspectivas de apreciación cambiaria, está incitando a un nuevo ciclo de valorización financiera. Ello acrecentará el valor en dólares de la deuda pública, lo que supone una nueva promesa de mayor cantidad de dólares en el futuro, esta vez apelando al respaldo en los dólares prestados por los organismos internacionales mencionados.

Si bien el FMI le pidió al gobierno comprar reservas y, por lo tanto, le permite intervenir pudiendo evitar su apreciación dentro de las bandas de 1.000 a 1.400, el límite superior ya es un seguro de cambio muy cercano al valor previo del dólar financiero (que llegó a 1.350). El mensaje es claro: de mínima no habrá más pérdidas por devaluación para los tenedores de deuda en pesos, de máxima permitiremos una apreciación.

En el caso del atraso cambiario, es posible que la caída de la actividad ante un dólar comercial más caro reduzca el nivel de importaciones, sin embargo, en un contexto de aceleración inflacionaria, e incluso en el límite de la banda, es cuestión de tiempo para volver a tener una cuenta negativa. La historia demuestra que, el dólar barato, lleva siempre a una cuenta corriente negativa, salvo que se produzca una total destrucción de la trama productiva y de las condiciones de vida de las clases medias argentinas, el aspecto distintivo que separa a nuestro país de sus vecinos y lo aleja, al menos por ahora, de las formas típicas del subdesarrollo, con pocos muy ricos y muchos muy pobres.

En definitiva, con la finalidad de llegar a las elecciones con estabilidad cambiaria y dólar barato (al menos para algunos), el gobierno compró tiempo a un costo altísimo, haciendo recaer el peso del endeudamiento sobre los que producen y trabajan.

En definitiva, con la finalidad de llegar a las elecciones con estabilidad cambiaria y dólar barato (al menos para algunos), el gobierno compró tiempo a un costo altísimo, haciendo recaer el peso del endeudamiento sobre los que producen y trabajan.

Ya sean los exportadores que seguirán recibiendo precios bajos por su producción, ya sea el consumo interno que permanecerá con ingresos deprimidos. Sea cual sea la situación cambiaria es probable que eso no cambie estructuralmente e incluso empeore si se observa cierta apreciación.

¿ESTA VEZ ES DISTINTO?

Finalmente, es importante mencionar que el gobierno utilizó el gasto público como una de las variables de ajuste más directas frente a los desequilibrios: redujo drásticamente el ingreso de las jubilaciones, suspendió la obra pública y desfinanció a las provincias que son las que crean realmente las riquezas, rompiendo de este modo con pactos constitutivos del Estado Argentino.

La evidencia de este último año y medio (ver informes La Macro En La Mira, del Centro de Estudios Demos) demuestra que esto no es, ni será, suficiente para compensar las inconsistencias financieras, monetarias y cambiarias ya señaladas. Sin embargo, el gobierno, con la anuencia del FMI y al igual que ocurrió en el gobierno de Macri con el mismo equipo económico, insistirá por este camino, probablemente descargando un golpe aún mayor a este eslabón ya fuertemente debilitado.

No importa cuánto empeore la situación de los jubilados, cuando se degraden las rutas y caminos, o se descompongan los servicios públicos de salud, educación, justicia, seguridad y defensa, los problemas anteriores van a persistir con consecuencias enormes en materia de calidad de vida de toda la población.

Todas las estrategias basadas en el atraso cambiario y la especulación financiera han insistido en el gasto público como único factor de éxito, esta vez no es distinto. En todos los casos hicieron recaer sobre los jubilados y los servicios públicos el peso de un ajuste extraordinario, lograron superávits primarios y finalmente fracasaron con mega devaluaciones y salidas de capitales que decidían tomar las ganancias prometidas. Esta película ya la vimos y sabemos cómo va a terminar.

Todas las estrategias basadas en el atraso cambiario y la especulación financiera han insistido en el gasto público como único factor de éxito, esta vez no es distinto. En todos los casos hicieron recaer sobre los jubilados y los servicios públicos el peso de un ajuste extraordinario, lograron superávits primarios y finalmente fracasaron con mega devaluaciones y salidas de capitales que decidían tomar las ganancias prometidas. Esta película ya la vimos y sabemos cómo va a terminar.

Como hemos señalado en otras oportunidades, son estos ciclos de atraso cambiario y valorización financiera, con sus crisis inherentes los que generan inestabilidad en la economía argentina y no a la inversa. Por eso estamos convencidos que existe otra salida posible, que todavía no se ha intentado: hacer que nuestra economía sea realmente federal. Para eso, necesitamos cambiar las instituciones que deciden la política monetaria, cambiaria y tributaria, reconociendo e integrando a todas las regiones y sectores productivos del país.

Reconvertir la economía argentina, de perspectiva ambacéntrica, hacia una economía verdaderamente federal debería ser una prioridad para reconstruir el país. Tal vez sea la única forma de evitar que en los próximos días haya fiesta financiera, optimismo mediático, sobreactuación de funcionarios nacionales, revalorización de activos y se inicie un nuevo ciclo de especulación que unos pocos sabrán aprovechar y muchos tendremos que pagar en un futuro no tan lejano.

Mariano Cuvertino

Mariano Cuvertino

Contador público. Diputado provincial de Unidos para Cambiar Santa Fe.