El principal dirigente del PSP cumpliría 86 años y aquí recordamos parte de su trayectoria.
Un 28 de diciembre, hace ya 86 años, nacía en la ciudad de Rosario una de las figuras más destacadas del socialismo argentino en la segunda mitad del siglo XX: Guillermo Estévez Boero. Su voluntad incansable y su trayectoria política lo colocaron en un lugar destacado desde sus inicios, su magnética personalidad hacía que no pasara desapercibido en ningún ámbito, y su ímpetu militante le granjearon que en sus años universitarios lo apodaran “el Loco”.
Su participación política se inició -o al menos ganó relevancia pública- en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Litoral, donde se destacó como dirigente estudiantil en años de profundos debates institucionales que reactualizaban la vigente agenda del reformismo universitario. Allí conoció a quién el propio Estévez Boero señalaría como uno de sus más importantes influencias políticas e intelectuales, el jurista español -republicano y masón- Luis Jiménez de Asúa. Su participación en la UNL, y la experiencia ganada allí, le sirvieron de plataforma para, en el año 1959, convertirse en el Presidente de la Federación Universitaria Argentina. La FUA de esos años, liderada por Estévez, tuvo un papel central en la discusión, que prácticamente dividió al país, con respecto a la educación superior, popularmente conocida como “laica o libre”.
Guillermo Estévez Boero aprovechó su etapa en la conducción de la FUA para establecer contactos con dirigentes estudiantiles del resto del país con una manifiesta vocación de conformar una agrupación que se referenciara con las banderas de la reforma universitaria del dieciocho. En la década de 1960 ese esfuerzo fructificó en la conformación del Movimiento Nacional Reformista. El MNR tuvo un papel protagónico durante esos convulsionados años, lideró numerosas luchas estudiantiles, combatió el autoritarismo y la violencia, y promovió la convergencia obrero-estudiantil. Esta organización adoptó desde sus orígenes un discurso genéricamente socialista, antiimperialista y latinoamericanista, pero se colocó irreductiblemente contra la lucha armada y en favor de la democracia.
Sobre la base del MNR y sus militantes de mayor edad, bajo el liderazgo prácticamente indiscutido de Estévez Boero, se constituyó el Movimiento de Acción Popular Argentina (MAPA). Desde el MAPA se motorizó una militancia más abarcativa que la propiamente estudiantil que le había dado origen, se expandieron hacia espacios profesionales y gremiales de participación y se comenzó una ronda de diálogos con otras organizaciones políticas para confluir, finalmente, en un espacio específicamente partidario. En abril de 1972 el MAPA se fusionó con el Partido Socialista Argentino, el Grupo Evolución y Militancia Popular para conformar el Partido Socialista Popular. Desde sus inicios el PSP se destacó por su mirada crítica con respecto a la tradición socialista argentina, cuestionando su divorcio con las mayorías populares y, derivado de ello, su incomprensión de los fenómenos políticos de masas, en particular el peronismo.
La primera década de vida del PSP fue sumamente conflictiva, la convivencia entre los distintos grupos que le habían dado origen no era nada sencilla. Tras años de querellas intestinas, que llegaron a instancia judicial, el PSP quedó finalmente bajo la conducción de Estévez Boero poco antes del fin de la cruenta dictadura militar. No obstante ello, Guillermo Estévez Boero había hecho explícita su vocación de recomponer el espacio político socialista, procurando establecer puentes entre sectores que durante décadas habían sido dominados por sus propias diferencias y condenados así a la fragmentación y a la irrelevancia política.
[blockquote author=»» pull=»normal»]El retorno democrático no hizo más que ratificar el temor de Estévez Boero: si el socialismo no lograba revertir su fragmentación corría riesgo cierto de desaparecer en la Argentina. [/blockquote]
El retorno democrático no hizo más que ratificar el temor de Estévez Boero: si el socialismo no lograba revertir su fragmentación corría riesgo cierto de desaparecer en la Argentina. Con ese norte, y mediado también por esa preocupación, Guillermo Estévez Boero buscó la confluencia de los diferentes sectores socialistas en un proyecto común. De ese esfuerzo sostenido surgió en 1985 la ‘Unidad Socialista’, coalición formada entre el PSP y el Partido Socialista Democrático (PSD). Ese trabajoso acuerdo interpartidario -que requirió desmontar viejos prejuicios e inquinas- logró que en 1987 el propio Guillermo Estévez Boero se convirtiera en el primer diputado socialista del nuevo ciclo democrático. Este espacio frentista puramente socialista subsistió no sin dificultades durante algunos años más, pero ya anidaba la idea de formar un espacio político más amplio, heterogéneo y ambicioso. Fue así que el PSP formaría parte, con algunas discusiones mediante, de los experimentos frentistas del FREPASO y la Alianza, con la firme certeza de que había que deponer mezquindades para combatir al fantasma neoliberal que arreciaba estas latitudes.
[blockquote author=»» pull=»normal»]El legado de Guillermo Estévez Boero para el actual socialismo argentino es indiscutido y se manifiesta de múltiples formas. [/blockquote]
El fracaso estrepitoso de estas experiencias no debe ser óbice para valorar el sentido que las guió, de cuyas discusiones Estévez Boero fue un animador fundamental. Su temprana muerte en el año 2000 no le permitió ver en plenitud la crisis social y política que dio fin al gobierno de Fernando de la Rúa, pero tampoco la concreción de su deseo político más anhelado: la unidad del socialismo. En el año 2002, tras años de coordinación política no exenta de conflictos, el PSD y el PSP se fusionaron nuevamente en el Partido Socialista.
El legado de Guillermo Estévez Boero para el actual socialismo argentino es indiscutido y se manifiesta de múltiples formas. Su figura ha asumido estatura de prócer para los militantes provenientes del socialismo popular, y ha despertado respeto y admiración en los dirigentes de otras fuerzas. Fue justamente su firme compromiso con la democracia, con su sustancia pero también con sus procedimientos, el rasgo distintivo de Estévez Boero como dirigente de una izquierda argentina no siempre respetuosa de estos principios. En estos tiempos de apatía y desconfianza, de perpetua incertidumbre, el compromiso democrático es un valor modesto pero imprescindible para enfrentar los desafíos que se vienen.
Estévez Boero, por Villarreal, en una caricatura de 1989 (archivo La Vanguardia).