Hace veinte años el fotógrafo José Luis Cabezas fue asesinado en Pinamar. Se trata del peor atentado a la libertad de expresión desde la vuelta de la democracia. Al día de hoy, ninguno de los condenados está preso. El empresario Alfredo Yabrán, quien fuera investigado como autor intelectual, se suicidó un año después del asesinato de Cabezas.
Hoy se cumplen 20 años del asesinato de José Luis Cabezas. Fotógrafo de la revista Noticias, Cabezas fue asesinado el 25 de enero de 1997 en la ciudad balnearia de Pinamar. Entonces, realizaba la cobertura de la temporada de verano para Noticias junto al periodista Gabriel Michi. Su cuerpo fue hallado calcinado dentro de su auto. Le habían esposado las manos a la espalda y le habían disparado dos tiros en la frente. Hacía pocos días había sacado las primeras fotos del importantísimo empresario Alfredo Yabrán, vinculado al menemismo y al que se lo implicaba en casos de corrupción vinculados al mundo de la política nacional.
Alfredo Yabrán – quien ya había declarado antes del crimen “Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente” – fue investigado como autor intelectual del crimen de Cabezas. Sin embargo, el empresario se suicidó el 20 de mayo de 1998.
Hoy, a veinte años del crimen recordado como el más terrible atentado a la libertad de expresión en la Argentina desde la reinstauración de la democracia, ninguno de los condenados está preso. El pasado 21 de diciembre, Gustavo Prellezo, el ex policía condenado como autor material del crimen, fue liberado por buena conducta en una decisión judicial discutida por buena parte de la sociedad. Por su parte, el ex comisario de Pinamar, Alberto “La Liebre” Gómez, condenado por haber liberado la zona la noche en la que se cometió el crimen, goza del régimen de “libertad asistida”. José Luis Auge, Sergio Gustavo González y Horacio Anselmo Braga también están fuera de la cárcel. Héctor Retana murió en 2001 en el penal de Olmos.
El periodista Gabriel Michi, quien cubría la temporada junto a Cabezas, afirmó en su libro Cabezas, un periodista, un crimen, un país, que “ese 25 de enero la vida de una familia, la del periodismo argentino y la de todo un país iban a cambiar para siempre. Tamién la mia”.
El crimen de Cabezas fue la expresión de una época: la del menemismo y sus vinculaciones con un empresariado corrupto, la de la maldita policía y el desprecio a la libertad de expresión.
La lucha de los periodistas por el esclarecimiento del crimen fue contundente. El acompañamiento a su hermana, Gladys, luchadora incansable por el juicio a los responsables, fue sustancial. A veinte años, todos los trabajadores honestos de la profesión periodística, seguimos reclamando justicia y levantamos el ya clásico lema: “No se olviden de Cabezas”.
Desde La Vanguardia queremos reproducir la emotiva carta que su hermana Gladys, escribió hoy, a veinte años del asesinato de José Luis.
Yo les voy a contar quién era José Luis Cabezas, reportero gráfico asesinado el 25 de enero del 1997.
Mi hermano era ese intruso rubio de ojos celestes que un 28 de noviembre de 1961 apareció sin pedir permiso. Era el que me obligó a compartir la teta de mi mamá para alimentarse y los brazos de mi papá para dormirse.
Mi hermano era ese chico travieso que un día comiendo un caramelo se ahogó y lo tuvieron que llevar de urgencia. Ese día pensé que lo perdía, pero eso no podía pasar, nada nos separaría. Así que volvió sonriente con sus ojazos hinchados de llorar.
“Mi hermano era ese niño que compartía los juegos, era el que me peleaba, era al que yo le gritaba y éramos los hermanitos que por portarse mal terminaban en penitencia en la habitación que compartían y riéndose porque mami no nos alcanzó para la paliza, esa paliza que era una caricia en las manos de mami o el “ya verán cuando llegue tu padre”.
Mi hermano era ese nenito regordete que un día en las playas de Quilmes le sacaron una foto a el solito con su pelota y la teníamos que esconder porque cuando la veía decía que lo habíamos abandonado.
Mi hermano era ese adolescente que compartía conmigo amigos, salidas y travesuras, hasta que un día se convirtió en un hombre y me empezó a cuidar y fue compinche en mis locuras de adolescencia y fue cruel en las miradas de mis pretendientes”.
Por eso al cumplirse 20 años de su cruel asesinato en manos de personas sin códigos de vida, lo recuerdo, lo pienso, lo lloro, lo admiro, lo hecho de menos. Le hablo, le pido y le cuento que nunca, nunca pero nunca dejará de ser mi hermanito menor del alma, y que siempre, siempre, siempre lo llevaré en el corazón y lo defenderé hasta quedarme sin aliento.
Te amo, José Luis Cabezas. Yo, tu hermana
Bueno, ahora ya saben quién fue mi hermano, por eso les pido que lo recuerden siempre con ese grito de “CABEZAS PRESENTE”, que él desde el cielo, en una estrellita que es nuestro secreto, los está mirando con una sonrisa y sus ojos celestes con una lagrimita”.
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