El machismo impera en todas las estructuras de nuestra sociedad. Pero el deporte es el único ámbito tan abiertamente machista que no es denunciado con suficiente aplomo por la sociedad civil.
Lo que pasó con Ricardo Centurión pasó rápido y se fue de los titulares, deportivos y los que no. Lo que no pasa es el machismo en el deporte. Hay que ser claros para tratar este tema: el deporte es, sin duda, el único ámbito tan abiertamente machista que no es denunciado con suficiente aplomo por la sociedad civil. No hay que ser muy fanático del deporte para percibirlo. Excepto en el hockey y en menor medida el boxeo y el vóley (por sus títulos, ya que además de machista, el deporte es profundamente exitista), en todas las demás disciplinas, la rama femenina corre muy detrás de la masculina… ¿cuántas personas van a ver Boca-River femenino? ¿Cuántas saben que el seleccionado femenino de básquet acaba de jugar un importante torneo amistoso en Belarús?
Centurión ejerció violencia de género. Esto es así. Hay una denuncia por daños físicos. Pero en este caso, la violencia es relativizada a niveles trágicos. Mariano Cúneo Libarona, abogado defensor del volante de Boca, dijo que no había violencia de género porque se trataba de lesiones mínimas. No hay que ser muy lúcido para saber que el femicidio no es la única manifestación de violencia de género, sino un resultado de una larga cadena de vejaciones que incluye insultos y… lesiones leves.
En otro orden, el canal C5N hizo un informe hablando de las otras “polémicas” del ex-Racing. En el tape, hablaban, además de la denuncia de su expareja, un choque alcoholizado y una serie de fotos desnudas. A los señores de C5N habrá que explicarles que no es lo mismo la violencia de género que dos actitudes, una reprobable, la otra relativa, que no reproducen el sistema patriarcal de nuestra sociedad.
No es la primera vez que un jugador se envuelve en esta situación. Hace muy poco otro jugador de Boca, el arquero Agustín Rossi, fue denunciado por su expareja. “Tuve miedo de morir cuando me encerró y me amenazó”, fueron las palabras de la chica. Hoy, Rossi es titular en el equipo de la Ribera y nadie habla. Porque al parecer, no es importante.
Un caso paradigmático que vino a la mente de muchos es el de Carlos Monzón. “Escopeta” fue, probablemente, el mejor boxeador de la historia nacional. También es el mismo que asesinó a su mujer tirándola del balcón. Condenado a 11 años, varios fueron los hombres que pasaron por el penal de Las Flores a saludarlo en “sus momentos difíciles” ¿Es posible separar al Monzón que noqueó maravillosamente a Nino Benvenutti del que cometió un femicidio? Para algunos, no. Para muchos, no sólo es posible, sino que el primer Monzón es el que vale, y el femicida es solo un accesorio. Aún hoy, Monzón aparece en el Olimpo de los deportistas argentinos. Un Olimpo que comparte con Luciana Aymar, Gabriela Sabatini y Paula Pareto. Habría que preguntarle a ellas qué opinan.
[blockquote author=»» pull=»normal»]El primer paso es señalarlo, sino seguiremos viendo golpeadores jugando en las canchas de primera, y nuestros hijos e hijas, tal vez, usando las camisetas con sus nombres. [/blockquote]
Párrafo aparte para el básquet. Deporte modelo en muchas cosas, no todo deben ser loas para la pelota naranja. Más allá de la Generación Dorada y la Liga Nacional, aparece un tema oscuro en la cuestión de género. Hace no muy poco se lanzó la Liga Nacional Femenina, una verdadera propuesta superadora para potenciar a Las Gigantes, la selección nacional. Sin embargo, el patriarcado metió la cola. El spot de lanzamiento fue protagonizado por chicas. ¿Jugadoras de la Liga? De ninguna manera: modelos muy lindas sin ningún tipo de habilidad atlética. Las curvas, una vez más, le ganaron al talento. ¿Cómo se sentirán las jugadoras que participarán de esta competición histórica al ver que no son ellas mismas las “ideales” para protagonizar una publicidad?
El desarrollo del deporte femenino va pegado a esta cuestión. El deporte, sabemos, no es ajeno a la cultura, sino que es un fiel reflejo de la sociedad que lo cobija. ¿Alguna vez nos preguntamos por qué las tres disciplinas que previamente mencionamos son las de mejor evolución en el campo de igualdad de género? Si lo analizamos bien, veremos cómo aflora el machismo.
El hockey femenino tiene la popularidad que tiene por algo simple: los triunfos. Las Leonas tuvieron que ser campeonas del mundo y cuádruples medallistas olímpicas para que el deporte femenino se desarrolle a la par del masculino.
El boxeo, paradójicamente (luego de haber hablado de Monzón), es una de las disciplinas más igualitarias. En los gimnasios se entrenan de igual manera hombres y mujeres, y por lo menos en el amateurismo y el semi profesionalismo la distancia entre lo femenino y lo masculino no es tanta como en el fútbol o el automovilismo, las otras dos grandes disciplinas que forjaron el deporte popular. Sin embargo, episodios como el sucedido con Mayra Gómez, quien sufrió amenazas verbales y físicas por parte de su representante, muestran que queda mucho por transitar.
Finalmente, la lógica femenina del vóley responde a, tal vez, la muestra más clara de machismo. El vóley es un deporte ligado en la fase educativa a las mujeres, porque es una disciplina sin contacto físico directo. Y el contacto físico, la rispidez, es cosa de hombres, mientras que a la mujer se le reserva lo otro.
No es un cambio pasible de ser realizado de un día para el otro. El machismo impera en todas las estructuras de nuestra sociedad. Pero el primer paso es demarcarlo y señalarlo. Si no, vamos a seguir acostumbrados a ver golpeadores jugando en las canchas de primera. Y nuestros hijos e hijas, tal vez, usan la camiseta que lleva sus nombres. No creo que sea algo bueno de ver.
Nota del editor: lectores recomiendan visitar este artículo en Estafa sobre Brecha de género en el fútbol femenino: Historia de un partido desigual
Foto: Jim Barry