Más de 2.000 personas se movilizaron pocos días atrás en la capital rionegrina al grito de “No a la planta nuclear en la Patagonia”.
La marcha en contra la instalación de la quinta planta nuclear que se construirá en la Argentina tuvo su epicentro en Viedma, ciudad capital de la provincia de Río Negro, lugar donde el propio gobernador, Alberto Weretilneck, en mayo pasado había anunciado la obra y confirmado que el gobierno nacional llegó a un acuerdo con China por el desembolso del dinero para la inversión. (Ver nota “La basura radioactiva es para siempre”).
La movilización, que tuvo sus réplicas en más de 20 ciudades alrededor del país, contó en Viedma con el respaldo de asambleas vecinales y organizaciones que llegaron desde la cordillera y la costa patagónica para rechazar la instalación de una central nuclear en la Patagonia, proyectada para construirse en 2020, sin que se hayan revelado los pormenores del contrato firmado con el gigante asiático ni precisiones del lugar de su instalación.
La convocatoria se hizo en la plaza Alsina de esa ciudad, en un escenario improvisado frente a la Catedral local, donde distintos actores sociales leyeron palabras alusivas al reclamo.
Posteriormente, la movilización, de unas cinco cuadras de extensión, recorrió las principales calles céntricas de la capital rionegrina, con carteles, pancartas, banderas y máscaras para apostarse frente al edificio donde funciona la Secretaria de Medio Ambiente rionegrina y realizar el reclamo.
[blockquote author=»» pull=»normal»]Ante las críticas, el gobernador excluyó a Viedma como lugar de instalación de la central nuclear, pero no oficializó dónde será, y las organizaciones denuncian que el impacto ambiental excede los limites provinciales. [/blockquote]
El biólogo y presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam), Raúl Montenegro, expresó que «es importante considerar que ya este proyecto tiene una base de ilegalidad porque ya se han formalizado acuerdos entre los gobiernos nacional y provincial con el gobierno chino. Rige en el país la Ley General de Ambiente que establece la obligatoriedad de una evaluación de impacto ambiental».
En tanto, los integrantes de las organizaciones Sociedad Ecológica Regional, de El Bolsón, y Piuke, de Bariloche, que también acompañaron la protesta, denunciaron: «La generación de electricidad a través de la energía nuclear es contaminante en el momento de la extracción del uranio que alimenta el reactor y en el momento de la disposición final de los residuos generados por la misma central. Contamina y hace un uso desmesurado del agua dulce en la minería de uranio, que a su vez provoca zonas de sacrificio en el territorio, perjudicando a las comunidades originarias y a toda la población rural».
«Es peligrosa en el transporte de los minerales y del uranio enriquecido desde las plantas de tratamiento hasta el reactor y en caso de accidente o fallas de la seguridad. Los accidentes nucleares de Chernobyl y Fukushima son dos ejemplos en dónde la industria nuclear no tiene respuestas eficientes y confiables para reparar una situación de ese tipo llegado el caso», agregaron las organizaciones en un comunicado.
El cura párroco Luis García, quien encabeza las asambleas que se han venido haciendo en Viedma, indicó además que, “como pueblo le decimos no a la energía nuclear en Viedma y no a la energía nuclear en la Patagonia”, y «exigimos desde los distintos puntos de Argentina el desmantelamiento de todas las centrales nucleares».
Ante las críticas, el gobernador Weretilneck sostuvo que decidió excluir del ejido de Viedma la instalación de la central nuclear. «Lo hago pensando y absolutamente convencido de que un gobernante nunca puede estar en contra de las grandes mayorías», señaló. Sin embargo, el gobierno no oficializó dónde se emplazará la planta y las organizaciones y vecinos denuncian que el impacto ambiental excede las limitaciones geográficas provinciales. Además los vecinos autoconvocados adelantaron que juntarán firmas para elevar un amparo colectivo a la Justicia rionegrina.
Fotos de Pablo Leguizamón