Mientras los jóvenes reclaman una educación sin criterios empresariales, distintos medios de comunicación los insultan y degradan sus formas protesta.
Entre agosto y septiembre de este año la toma de colegios en la ciudad de Buenos Aires fue creciendo, ascendiendo a 30 los establecimientos ocupados por sus estudiantes. Los pibes y pibas se plantan y marcan la postura en contra de una reforma educativa denominada “Secundaria del Futuro”, pretenden ser parte del proceso de discusión, tener protagonismo. A pesar de ser denostados y subestimados incluso desde los grandes medios de comunicación y por parte de ciertos periodistas reconocidos, ellos buscan concientizar acerca de la necesidad de la defensa de la educación pública, piden currículas contra la violencia de género, se organizan y resisten.
“Escuchame chiquita, explícame cual es el fin de tomar el colegio” disparan desde un estudio de televisión hacia Ofelia Fernández, Presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Carlos Pellegrini. El panel de adultos cuestiona su militancia política, su discurso e incluso la tildan de dictadora.
“Chiquita no me diga”, contesta Ofelia respetuosamente mientras intenta seguir su alocución y contar que desde hace casi un mes prácticamente vive en el “Pelle”. Una vez más no la escuchan y cortan el móvil de televisión.
Desde el mes de agosto del 2017 diversos colegios secundarios de Capital Federal se encuentran tomados. Si bien en un principio el tema no ocupó la agenda mediática, el número in crescendo de instituciones atravesadas por el conflicto -que ya llegó a la treintena- logró captar la atención local y nacional.
[blockquote author=»» ]Si bien en un principio el tema no ocupó la agenda mediática, el número in crescendo de instituciones tomadas logró captar la atención local y nacional.[/blockquote]
Los estudiantes recibieron a La Vanguardia en el colegio, ubicado en pleno barrio de Recoleta. En la escalera unos discuten de política, otros están y juegan con sus celulares. Adentro la organización de seguridad es rigurosa. Los adultos pueden pasar solo si dejan anotado su DNI o cuentan a qué van: los padres acompañan, ven si están bien o necesitan algo. Algunos pintan una bandera para colocar afuera con la consigna en colores de COLEGIO TOMADO. En ese momento discuten, se organizan para realizar la cena, hoy toca panchos, pero también hay ensalada de huevo duro y papa. La música solo puede estar con volumen alto hasta las 23, así no tienen quejas de los vecinos. Se organizan en comisiones: de limpieza, de seguridad, entre otras.
“Nuestra medida de toma es en contra de la reforma educativa que sale del Ministerio de Educación de la Ciudad, a nosotros, los que venimos a este colegio (Carlos Pellegrini), no nos afecta porque dependemos de la Universidad de Buenos Aires, [pero] podría tomar la decisión de tomar una reforma similar. Por eso pedimos el pronunciamiento del Rector de la Universidad y la escuela en contra de la misma, pero también nos parece que [lo que] la reforma pone en juego es el concepto de educación pública en general: por lo tanto estamos acá defendiendo[la], pone en cuestión si la educación tiene que estar al servicio del pueblo o de las grandes empresas y me parece que es allí y en esta lucha es la que decidimos estar” dice Ofelia Fernández.
Y agrega: “También sumamos la necesidad urgente de declarar la emergencia por la violencia de género y que se establezcan protocolos, frente a los casos tienen que existir medidas urgentes”.
¿QUÉ BUSCA LA SECUNDARIA DEL FUTURO?
El Gobierno de la Ciudad impulsa una reforma educativa para ser aplicada a partir de 2018. Entre los cambios previstos se establece que: no habrá materias independientes, sino que estarán integradas dentro «áreas de conocimiento»; se reemplazará las notas numéricas de 1 al 10 por un sistema de créditos; no habrá más repitencia completa del año (se recuperarán contenidos); y, lo más cuestionado por algunos sectores de la comunidad educativa, trabajar mediante pasantías durante el último año de clases.
«Secundario del Futuro» incluye dos años de ciclo básico, dos años de ciclo orientado y un quinto año que será «integrador y formativo más allá de la escuela».
El último año de escolaridad estará orientado al aprendizaje dentro de las empresas y al desarrollo de habilidades vinculadas al emprendedorismo. Según la visión oficial, se trata de un esquema que permite articular la educación con el mundo del trabajo, pero desde los gremios rechazan la idea ya que apuntaría a incluir en las compañías «mano de obra» flexible y barata. Una de las consignas del paro docente que realizaron algunos sindicatos fue el rechazo a esta reforma en carpeta, a la que califican de «neoliberal» y al «servicio de las empresas».
SECUNDARIA DEL FUTURO: ¿Y LA DEL PRESENTE?
Lucas Grimson, de cuarto año del ILSE, señala “Las tomas empezaron en los colegios porque nosotros sentíamos que desde el Ministerio de Educación de la Ciudad no nos estaban escuchando, ni dando información de una reforma inconsulta, inaplicable, que puede perjudicar mucho a la escuela pública, que puede recortarnos horas de estudio y clase para ir a trabajar en empresas privadas. Y, frente a todo eso, se resolvió todo de manera democrática: siempre en asambleas se decidió todo. Los únicos problemas que tuvimos fue con la Policía Metropolitana buscando datos o queriendo desalojar a estudiantes”.
La toma de colegios en diferentes establecimientos también dejan en evidencia la poca viabilidad que puede tener el programa “Secundario del Futuro”, el cual entre otros puntos habla de introducción de tecnologías como pantallas LED en las aulas. Muchos de estos establecimientos, sin ir más lejos, corren peligro de derrumbe por su precaria infraestructura.
“Un señor del gobierno de la Ciudad nos dijo que con la reforma iban a poner pantallas en las paredes. Todo bien, pero nuestra escuela tiene peligro de derrumbe, incluso ya no se vota más, pero nosotros venimos acá todos los días, a nosotros nos gustaría que haya tecnología para aprender, pero primero que no se nos caiga el techo o que podamos utilizar una de las escaleras que está clausurada por temor a que se caiga” dice Melissa Rotella alumna de cuarto año de la Escuela Técnica N°6-D.E. 12 «Fernando Fader» ubicada en el barrio porteño de Flores.
Las tomas en cada colegio se dan de acuerdo a las particularidades del lugar: muchos realizan talleres o actividades extracurriculares, en todas prima la organización y la deliberación colectiva.
“Acá en el «Fader», hacemos talleres de muralismo -para embellecer un poco el cole ya que no lo pintan hace bastante-, talleres de dibujo, de huertas, cine debate, de yoga, de swing, entre otros. También tenemos jornadas de limpieza y estamos divididos por comisiones: cocina, limpieza (arreglar las aulas) y seguridad (se encargan de controlar quien entra y quien sale del establecimiento )” cuenta Nazarena Otero, también de cuarto año.
“Todo lo que hacemos se da por consenso: hicimos volanteadas, marchas, se fue a hablar con algunos colegios que no estaban muy informados sobre el tema, también hicimos reuniones con los padres y alumnos para charlar sobre las cosas que se iban a estar haciendo… y con respecto a los padres no todos están de acuerdo, pero siempre están apoyando las decisiones que tomamos en conjunto como colegio”, cuenta Aymará Massa.
LA PALABRA DE LOS PADRES
Son diferentes las posturas que manifestaron los padres respecto a las medidas de fuerza llevadas adelante por los estudiantes. “En mi caso no estoy de acuerdo con la toma como forma de protesta, pero entiendo el reclamo. Mi hijo no va a las tomas, yo no lo dejo, pero me parece que desde el Ministerio tal vez tendrían que tener más diálogo” dice José Tapía Ruíz, papá de Matías del cuarto año del Colegio Nacional de Buenos Aires.
Un grupo de padres de alumnos del Colegio «Pellegrini» manifestó su oposición a la toma del Colegio, a través del uso de redes sociales impuso el hashtag #PorunPelleConClases, incluso lanzaron en la plataforma change.org una consigna en contra de la toma. “La Toma de la escuela es una medida de fuerza extrema que se viene implementando ante distintos conflictos de disímil relevancia. Dado que las clases perdidas hacen peligrar la posibilidad de abarcar los contenidos de estudio necesarios y afectan la calidad de la enseñanza y los procesos de aprendizaje, entendemos que la Toma es una medida que sólo debería considerarse en casos extremos”, explican en la web que ya lleva recolectado 777 adhesiones.
[blockquote author=»» ]Los padres se encuentran divididos: están los que apoyan la toma y los que la rechazan.[/blockquote]
Karina Bruno, mamá de Nazarena: “El «Fader» (Escuela Técnica), es un colegio que en la toma está super organizado. Hay padres que están de acuerdo y otros no. Hacen debates, asambleas, talleres, limpieza del colegio. Se encargaron de hacer lo que no se viene haciendo, incluso hubo una jornada para revocar y pintar las paredes. Yo apoyo la toma porque leí y estoy informada de la reforma, hoy por hoy creo que no es aplicable y no hay nadie que haya ido a explicar: me genera mucha desconfianza el punto de las pasantías, creo que está mal comunicado todo”.
Lucila Schonfeld, mamá de Lucas: “Mi hijo está en 4to, en una escuela que no está tomada, pero es muy activo en la Coordinadora de base y acompañando a los otros colegios y participando de los debates. Creo que es fundamental no estigmatizar ni culpabilizar a los estudiantes que están reclamando por muchas cosas, incluso por cosas que están en la ley vigente y no se cumplen, como la ESI. Se intenta instalar la idea de la banalidad en sus reclamos y los pibes están legítimamente preocupados por tener una educación mejor y poder participar en lo que se planee, opinar, hablar de su experiencia. Muchos profesores también, y esas voces no tienen espacio. Como madre acompaño lo que está ocurriendo, converso con mi hijo sobre estrategias, sobre cómo consiguen comunicar lo que debaten y lo que quieren que se sepa. Es una realidad que no les dan mucho espacio mediático si no es en esta situación extrema, como es la de muchos colegios tomados. Desde el Ministerio los están ninguneando mucho, “boludeando” dice él, y no abren un espacio concreto en el que puedan participar los distintos sectores de la comunidad educativa. Hay padres que reclaman por el derecho a estudiar de sus hijos, “vulnerado por las tomas”. Creo que los pibes movilizados reclaman lo mismo, su derecho a una buena educación, a ser escuchados, tenidos en cuenta. No veo otra salida positiva a este asunto que no sea un diálogo abierto y real, previo a cualquier reforma, que no puede ser impuesta, y no se pueden negar las condiciones y el presupuesto que necesita el sistema para cubrir las deficiencias actuales y futuras”.