Al parecer, los inmigrantes solo pueden ser héroes si salvan a un chico de caerse por el balcón o si juegan un mundial de fútbol. Entonces sí: abandonan la ilegalidad y los reciben presidentes. ¿Pueden conciliarse Mamoudu Gassama, Macron y Mbappé? ¿No conviene pensar, una vez más, la noción de heroísmo?
I
26 de mayo de 2018. Un niño de cuatro años cuelga del lado de afuera del balcón de un departamento en distrito XVIII de París. Mamoudu Gassama al observar lo que ocurría no dudó en trepar los cuatro pisos a través de sus balcones para agarrar de la ropa al niño y meterlo adentro de su balcón ante la atenta mirada de los transeúntes. También ante la mirada de una pareja francesa que vivía al otro lado del balcón donde colgaba el nene y trataban de hacer algo para salvarlo, aunque nunca llegaron a hacerlo.
“No dudé. Vi a un niño de cuatro años en esa situación y no pensé en nada, sólo en que había que salvarlo y, gracias a Dios, lo salvé”. Esas fueron las palabras del nuevo héroe nacional francés en mayo de 2018 que recibió la Medalla de Honor “por actos de devoción y coraje” de la República Francesa.
Cuando un inmigrante ilegal hace un acto de heroísmo se vuelve legal, normal, social. Lo mismo ocurría con los soldados que peleaban en la guerra: esos “otros” negativizados y criminalizados que encontraban en la tentativa del heroísmo militar la posibilidad de acceder a nuevos derechos ciudadanos, de hacerse de un nuevo hogar nacional. El problema es que no todos los días cuelgan niños franceses de los balcones y que no todos los soldados sobreviven a la guerra.
[blockquote author=»» ] Cuando un inmigrante ilegal hace un acto de heroísmo se vuelve legal, normal, social.[/blockquote]
Luego de su acto de heroísmo “occidental y francés”, Gassama fue felicitado por la alcaldesa de País –Anna Hidalgo– para ser recibido luego, por Emmanuel Macron, presidente francés, quien le agradeció su heroico acto. No sólo eso, sino que Macron además de condecorarlo, le aceleró –o consiguió– la tramitación de la ciudadanía francesa, así como una propuesta –que roza la ironía– de trabajar en el cuerpo de bomberos francés. Pero con este gesto político del gobierno quedó atrás el que fuera, tal vez, su acto de mayor heroísmo: atravesar África desde Malí hasta Libia, embarcarse junto a otros miles de personas (si, personas) hacia la costa de Italia, estar detenido, ser golpeado, y luego seguir camino a Francia. Porque tal vez, el acto heroico fue escapar buscando una vida mejor, escapar y no morir, como otros miles de personas (si, inmigrantes) que intentan llegar a Europa.
Un gesto borra otro gesto. El gesto político del gobierno francés borra, o solapa, la realidad que viven los llamados “inmigrantes ilegales” en Francia y en Europa. También mueve de foco, por ejemplo, la nueva Ley de Inmigración francesa que incluye la conversión en delito del cruce irregular de fronteras, o sea, la automática criminalización de a persona por el solo hecho de pisar una nueva tierra sin documentos: materializando el hecho político y jurídico de que la tierra es equivalente al derecho, y que el derecho determina ya no solamente a los dueños de la tierra, sino a los dueños de la ciudadanía. También es interesante recordar que esta Ley aumenta el periodo de retención y detención de quienes llegan al país de forma irregular: los campos de detención para inmigrantes ilegales. Y también es interesante recordar que cuando aparece la palabra “campo” dentro de las políticas estatales, ya sean campos de concentración, de internamiento o de trabajo, debemos preocuparnos porque allí atrás se esconde una lógica de destrucción y transformación social. En este caso (y otra vez): Europa para europeos, Europa sin “ilegales”.
[blockquote author=»» ] El presidente Macron recibió a Mamoudu Gassama. El gesto político del gobierno francés borra o solapa la realidad que viven los llamados “inmigrantes ilegales” en Francia y en Europa[/blockquote]
El campo de detención para inmigrantes construye, parafraseando a Hannah Arendt, una nueva clase de seres humano: aquellos que deben ser confinados a estos campos para inmigrantes, los “sin papeles”, los “indeseados”, los “otros”.
II
¿Qué es un inmigrante ilegal? Una persona sin derechos. Una persona sin papeles. Una persona que no es bienvenida.
Si pensamos el término, en realidad podríamos conjeturar que la inmigración es ya en sí mismo un acto de ilegalidad en el universo de la identidad nacional, del Estado y del derecho soberano. En la ficción de la Modernidad en la que la tierra constituye derecho y el derecho propiedad, y que a través del derecho-tierra se delimita la subjetividad de los otros, una persona desafía los límites del Estado y la Ley en el sólo hecho de querer habitar otra tierra que no sea la que le corresponde heterónomamente.
[blockquote author=»» ] ¿Qué es un inmigrante ilegal? Una persona sin derechos. Una persona sin papeles. Una persona que no es bienvenida.[/blockquote]
Es por ello que, en realidad, todos deberíamos ser inmigrantes e ilegales si queremos estar fuera del poder opresivo de las leyes de inmigración, o de la opresión estatal. O, como escribió Arendt pensando en la figura del refugiado, “un hombre que quiere perder su identidad descubre, en efecto, las posibilidades de la existencia humana, que son infinitas, tan infinitas como la creación. Pero la recuperación de una nueva personalidad es tan difícil –y tan sin esperanza– como una nueva creación del mundo”.
La existencia humana se abre por fuera del derecho-tierra, más allá de lo cotidiano, más allá de los límites del Estado. Sin embargo, somos criminalizados o encerrados por querer ser libres o por buscar una mejora en nuestra condición de vida: por querer cambiar el statu quo. Menos aún cuando esta búsqueda no acarrea ningún delito, más allá del de pisar un territorio, para Francia o Europa.
Lo del niño colgando en el balcón de París en realidad muestra que la excepción, en este caso entendida como un acto de heroísmo extremo –de heroísmo “occidental y francés”–, se vuelve regla transformando la ilegalidad en legalidad. Así funciona el derecho en el Estado nación, el problema es que los campos para refugiados también son la excepción hecha regla.
III
15 de julio de 2018. Antoine Griezmann patea un tiro libre directo al centro del área de Croacia a los 18 minutos del primer tiempo, Mario Mandžukić peina la pelota y es gol en contra para Francia en la final de la Copa del mundo. Griezmann nació en la comuna de Mâcon, su padre es de origen alemán y él es además nieto, por el lado de su madre, de portugueses. A los 38 minutos Griezmann vuelve a convertir, esta vez de penal, para poner en ventaja 2 a 1 a los galos antes del entretiempo. Minuto 59 de partido, Paul Pogba patea luego recogiendo un rebote que él mismo había generado y convierte el 3 a 1 para Francia. Pogba nació en la comuna de Lagny-sur-Marne, sus padres nacieron en la República de Guinea. Minuto 65 del partido, Francia le da la estocada final a Croacia: gol de Kylian Mbappé, una de las grandes figuras francesas y del mundial. Mbappé nació en el XIX Distrito de París, es hijo de un inmigrante camerunés y de una inmigrante de origen argelino.
[blockquote author=»» ] Kylian Mbappé, una de las grandes figuras francesas del mundial nació en el XIX Distrito de París, es hijo de un inmigrante camerunés y de una inmigrante de origen argelino.[/blockquote]
Pero en Francia campeona del mundial también hay jugadores nacidos en, o hijos de inmigrantes de, Filipinas, República Democrática del Congo, Martinica, Marruecos, Senegal, Angola, Togo y Guadalupe entre otros. Francia es un país esquizofrénico, no bipolar: no altera entre estados de ánimo y conductas, Francia son varias personalidades al mismo tiempo. Francia ama a los héroes y las victorias, ama la Revolución y la fraternidad, pero al mismo tiempo es la Francia de la Comuna de París y la miseria, la Francia de los campos de internamiento para judíos durante la Segunda Guerra Mundial y los campos de detención para inmigrantes ilegales no-héroes en nuestros días. Es la Francia de ultramar, la Francia colonial, la Francia que hace del más allá del territorio europeo una extensión de conveniencia pero no habitacional, las que exigen una prueba heroica para aquellos que se merecen la nacionalidad francesa. Es la Francia de la ilegalidad como criminalidad, no la de la ilegalidad como valor de transformación y creación de nuevos mundos. Pero Francia no es solamente Francia, Francia es la radiografía de Europa y Europa es Francia, Francia es la radiografía de Estados Unidos y sus leyes inmigratorias, y Estados Unidos es Francia.
¿Qué es un héroe? Max Weber escribió que “el heroísmo descansa sobre el carisma, y por eso tiene que ser despertado, probado, conjurado en el héroe por manipulaciones mágicas, pues el héroe llega al heroísmo por un renacimiento”. El heroísmo es producto de un don, de algo que diferencia al héroe del los otros, de la misma manera que también era pensado como parte de una misión divina en la Antigüedad. Es por eso que el héroe debe adquirir este renacimiento que le permita realizar sus actos heroicos, actos sobrehumanos: actos que detenten el pasaje a un “otro mundo”, más allá de éste, más allá de las cualidades “comunes” del hombre. Lo nuevo, lo extra-cotidiano, lo nunca visto, los extra-ordinario.
Esto heroicidad acarrea un destello de luz que pareciera iluminar al resto de la sociedad, que obnubila por un instante la mirada del los otros ante los actos heroicos. El héroe, con su figura, su carisma y sus acciones cubre a la sociedad con un velo de ficción: la ficción de los vencedores. Pero bajo el velo de los vencedores descansa la sociedad con sus miserias y con todas sus debilidades. Es por ello que pasado el éxtasis, el héroe regresa a su rutina y la sociedad, por su parte, vuelve a ver la cara de su propia realidad. Habría que saber qué es lo que está haciendo en estos momentos Mamoudu Gassama, así como podemos estar seguros que en algunos meses los jugadores de la selección francesa estarán de nuevo viviendo los éxitos y las miserias junto a sus clubes, recibiendo los insultos o los aplausos de sus aficionados.
La ilegalidad del inmigrante también lo hace perder la cotidianeidad de su hogar en las nuevas tierras. En este despojarse de quién era en su tierra de origen, tratando de construir su libertad, pasa de ser uno mismo a ser “el otro” en situación de criminalidad por el hecho de estar-ahí, de haber llegado, por ser lo indeseable por parte del derecho-tierra del Estado. Al igual que el héroe, ambos están por fuera de lo cotidiano, más allá de lo ordinario: los mismos mecanismos que funcionan para un héroe pero cargados de positividad y llevando la mochila de los vencedores, funcionan para un inmigrante ilegal, pero cargado de negatividad y llevando la mochila de los derrotados. Es ahí en donde las dos excepcionalidades se transforman en realidades, en donde la regla se constituye como ese estar más allá que los emparenta. Allí la excepcionalidad de la regla se vuelve un lugar borroso en donde se confunden los estadios de indefinición, en donde el héroe y el inmigrante ilegal comparten el espacio de los extra-ordinario y extra-cotidiano, en donde confluyen en la exaltación de un ser que terminará cediendo, finalmente, a la realidad de lo común.