El lunes 17 y martes 18 de septiembre se llevó a cabo en Buenos Aires el T20 (Think 20), donde académicos y expertos de todo el mundo discutieron sobre la coyuntura global y presentaron sus recomendaciones de cara a noviembre, cuando será la cumbre del G20 con jefes de Estado. A diferencia de otras reuniones, esta ofreció el contenido y las conclusiones que estuvieron ausentes el resto del año.
Comida durante toda la jornada y lapiceras gratis: ese es básicamente el valor de concurrir a las reuniones del G20 que se desarrollan este año en Argentina. La discusión es escasa y los comunicados demasiado banales como para ofrecer algo. Eso responde, decíamos hace un tiempo en estas páginas, a que el G20, desde sus orígenes y sobre todo en esta coyuntura global, tiene una relevancia limitada.
Pero la reunión del T20 (Think 20) de la semana pasada, donde académicos de todo el mundo discutieron sobre gobernanza global y presentaron los documentos elaborados durante el año, fue una cita diferente. El evento, organizado por CIPPEC y CARI, ofreció una discusión rica, documentos con propuestas concretas y una visión más realista de cómo encarar las problemáticas globales.
Entre comida y «souvenirs», estos fueron los puntos centrales en torno a los cuales giró la discusión y, de alguna manera, los problemas que sobrevienen en el mundo.
[blockquote author=»» pull=»normal»]Ante la fragmentación que sufren los sistemas políticos, los académicos empiezan a ponerle fichas a los esquemas de gobernanza local, principalmente a las ciudades.[/blockquote]
a- El sistema multilateral no puede seguir así. Debe ser reformado.
Ya nadie discute el diagnóstico. El comunicado consensuado por los principales think tanks del mundo advierte sobre el descontento con la globalización y aclara que “predominan hoy las controversias entre países en materia comercial, impositiva, tecnológica y ambiental”. Traducción: los líderes tienen más incentivos para desobedecer las reglas -“consensos”- que para cumplirlas.
Ante este panorama complicado, el T20 propone rediseñar la Organización Mundial de Comercio (OMC), promover un nuevo contrato social reconociendo los diferentes niveles de desigualdad -ingresos, género, étnicas, geográficas, entre otras- y adoptar una perspectiva menos occidental.
Esto se refleja en las recomendaciones de políticas públicas, entre las que se destacan las propuestas de diferentes esquemas tributarios, el reconocimiento del trabajo doméstico no remunerado, la creación de un marco legal para las criptomonedas y de una plataforma digital para el futuro del trabajo, y la redefinición de los enfoques para abordar el cambio climático.
Algunos oradores sugirieron algo que en los documentos se menciona de forma implícita: no es únicamente la gobernanza global la que está en problemas, sino también la gobernanza nacional. Ante la fragmentación que sufren los sistemas políticos, los académicos empiezan a ponerle fichas a los esquemas de gobernanza local, principalmente a las ciudades.
b- El mundo no se recuperó de la crisis del 2008. Y no está haciendo lo suficiente para impedir otra.
A nivel político, los gobiernos no han recuperado la confianza de los ciudadanos para implementar reformas. Las capacidades para responder a problemas globales -como la crisis de refugiados, por ejemplo- se ven limitadas. La crisis no creó las tendencias que hoy son moneda corriente -crisis de los partidos políticos tradicionales, fragmentación, nacionalismo, desafección con la democracia, etcétera- sino que las amplificó.
A nivel económico, la política fiscal de los diferentes países afectados por la crisis no ha vuelto a los niveles pre 2008, especialmente en relación al gasto público y a los elevados niveles de deuda. En relación a esto último, el T20 hizo hincapié en la necesidad de manejar la deuda de forma urgente, tanto para las potencias (Estados Unidos, Japón, Reino Unido, etc.) como para los países más golpeados (Grecia, Italia, España, entre otros).
Los académicos advierten sobre la falta de coordinación entre el sector público y privado y el desmontaje de regulaciones adoptadas en los primeros años posteriores a la crisis, que limitaban la actividad de los sectores financieros. Otros pusieron la mira en el sistema de financiamiento alternativo al tradicional, donde se ubican el capital chino o el hindú, entre otros. Tal sistema no cuenta con muchas regulaciones y controles de deuda y no responde a organismos como el FMI o el Banco Mundial (como sí lo hace el tradicional). ¿Qué pasaría, por ejemplo, si los bancos chinos fallan?
c- El futuro será africano o no será.
Desde el reparto de folletos en plena «bandejeada» de canapés a grupos de trabajo especializados: todas las expectativas están puestas en África. La región va a ser la más poblada -ya es la más joven- dentro de un par de décadas y los proyectos de urbanización e industrialización fueron uno de los temas centrales de este foro.
Las discusiones giraron en torno a los modelos educativos y de infraestructura necesarios para su desarrollo y los peligros que acarrea la masiva toma de deuda de varios países africanos para financiarlos, su gran mayoría en manos chinas. Es necesario aclarar que la agenda del evento, según reconocieron fuentes de la organización a La Vanguardia, fue influenciada por los think tanks alemanes. Y hoy África se disputa en mayor medida entre Alemania y China.
El desarrollo de África va a seguir siendo parte de la agenda en el G20 del año próximo, en Japón.
[blockquote author=»» pull=»normal»]La organización de eventos de este tipo, además, suele estar acompañada con la inclusión de algunos ejes en los cuales el país anfitrión tiene algo para aportar. No fue este el caso.[/blockquote]
d- Argentina no tiene idea de donde está parada.
Primero, el diagnóstico. La visión que delineó el T20 sigue estando en el marco de una reunión que se destaca precisamente por ser multilateral, y aún así es más realista que la de Cambiemos. El gobierno no reconoce las dificultades y nuevos desafíos que enfrenta el sistema multilateral, donde el rol que ocupaba Occidente ha cambiado considerablemente. Basta leer el comunicado para darse cuenta.
En segundo lugar, el gobierno no tiene ninguna propuesta clara para liderar o influir en la discusión de la agenda presentada. Desde la inserción en África, pasando por acción climática hasta el futuro digital, el gobierno de Mauricio Macri no ofrece respuesta alguna. La organización de eventos de este tipo, además, suele estar acompañada con la inclusión de algunos ejes en los cuales el país anfitrión tiene algo para aportar. No fue este el caso.
Para uno de los analistas que asistió al evento, esto responde a la visión del gobierno, “que concibe a la Argentina como un menor de edad en el escenario mundial”. El gobierno no ha llevado la política exterior más allá de la recuperación de la reputación a nivel global. “Faurie no funciona como un ministro con autonomía. Cuando se fue Malcorra la cancillería se quedó sin cabeza” sostiene.
Para uno de los organizadores del evento, un académico cercano al macrismo, “el gobierno ha fallado en la implementación de una política exterior adecuada para esta coyuntura”. Eso responde, según su visión, a la carencia de especialistas en la materia en el partido de gobierno.