En este diálogo con el reconocido herpetólogo Ariel López, explica el estado de conservación de las serpientes de Argentina y su importancia en la naturaleza, pero también advierte sobre el desfinanciamiento de la ciencia.
Las serpientes, esas criaturas cubiertas de escamas, de cuerpos flexibles, sin patas; con una lengua bífida, y, a veces, con colmillos envenenados, nos inspiran fascinación y sentimientos de una manera que quizás ningún otro animal puede.
Son misteriosas y generalmente temidas por las personas a lo largo y ancho de nuestro país. Existen una serie de mitos sobre las serpientes que en muchos casos afectan negativamente la conservación de las especies y la prevención de accidentes ofídicos.
Pero estos seres muy poco estudiados y conocidos se enfrentan además a otro grave problema en nuestro país, el desfinanciamiento de los investigadores de campo que se dedican a estudiarlas, tanto para protegerlas como para entender su comportamiento y ayudar así a evitar accidentes.
La ciencia viene sufriendo un sistemático recorte de su presupuesto. El desfinanciamiento científico es muy grave y se nota en el CONICET, hoy al borde de la parálisis. Su efecto puede arrasar, en algunos casos, con importantes investigaciones que llevan años.
Se necesita inversión y tiempo, ambas cosas son el oxígeno de la ciencia. No hablamos de cualquier sector. La Argentina supo tener premios Nobel de ciencia, como Houssay, Leloir o Milstein.
[blockquote author=»» pull=»normal»]“Los niños no le temen a las serpientes: al contrario, las encuentran interesantes”. [/blockquote]
En definitiva, la mejor respuesta a quienes quieren dejar a la ciencia de lado porque es cara, la dio Houssay cuando dijo: «Si les parece que la ciencia y las tecnologías son caras, ¿por qué no prueban con la ignorancia?».
Así que si de serpientes hablamos tenemos que reconocer que han sido hasta la actualidad las menos estudiadas, han atraído mucho menos atención en los estudios de conservación con respecto a los mamíferos, aves y anfibios, lo que puede deberse, no solo a los escasos recursos que se destinan para ello, sino a que las serpientes son animales poco populares e incluso despiertan un temor cultural exacerbado por lo que son constantemente perseguidas y eliminadas por el hombre.
A causa de sus movimientos de reptación, su habilidad para desaparecer repentinamente, el brillo, la fuerza fascinante de sus ojos, y especialmente a consecuencia de su fatal mordedura, han sido la fuente de numerosas leyendas en las que el temor ancestral llevaba a deificarlas para aplacar su furia, o a ser consideradas como el origen de todos los males y perseguidas en consecuencia.
Aunque la mayoría de ellas no representan ninguna amenaza para nosotros, ya que normalmente prefieren evitar contacto con las personas y se retiran cuando pueden hacerlo, sin embargo, morderán si las asustan y cuando están protegiendo sus huevos. Las encontramos de todos los tamaños y colores. Pueden vivir en los árboles, en la tierra, debajo de ella o en el agua.
En la Argentina contamos con un gran número de estos sorprendentes animales, que habitan en los distintos ambientes de nuestro territorio y realizan un aporte significativo al equilibrio de los diferentes ecosistemas a los que pertenecen, pero también se conoce muy poco de algunas de ellas.
Pero más allá de temores y prejuicios, estos reptiles juegan un papel importante en el medio ambiente natural y en la cadena alimenticia, y por eso, para saber un poco más sobre estos fascinantes seres, dialogamos con uno de los más reconocidos expertos en el tema: el licenciado en Ciencias Biológicas y reconocido herpetólogo Ariel López.
¿Cuántas especies de serpientes hay en Argentina?
Si tomamos como referencia al trabajo de Giraudo y colaboradores del año 2012, en Argentina hay, cambios taxonómicos y nuevas especies mediante, unas 136 especies de serpientes. Revisiones actualizadas seguramente modificarán este número.
¿Cuántas de esas son verdaderamente peligrosas?
Entiendo como peligrosas a las serpientes de interés sanitario, las que pueden producir un caso de envenenamiento si muerde a un ser humano. En ese caso contamos con 10 especies de yararás, una especie de cascabel y podemos sumar a siete especies de corales, estas últimas consideradas de importancia menor dada la baja cantidad de accidentes que producen. En total 18 especies, lo que representa el 13% del total de especies de serpientes en el país.
¿Existen tratamientos específicos en caso de mordeduras?
Sí, por supuesto, existen protocolos específicos para accidentes ofídicos en los centros de salud. El Instituto Nacional de Producción de Biológicos se encarga de la producción de antivenenos, en particular AV para los accidentes ofídicos, que distribuye en los centros de salud del país.
¿Cuál es el estado de conservación de las serpientes en la Argentina?
Según el trabajo citado anteriormente, son 49 las especies que tienen algún nivel de riesgo ecológico, el 36% de nuestras serpientes. No menos importante es aclarar que 15 especies se consideran “Insuficientemente Conocidas”, o sea que no tenemos información para poder categorizarlas, el principio de precaución nos indica que no debemos asumir que estas especies no están amenazadas, no lo sabemos. En definitiva, el 47% de nuestros ofidios tienen algún grado de amenaza o son insuficientemente conocidos.
[blockquote author=»» pull=»normal»]“Si la sociedad no comprende la gravedad de no tener ciencia propia, todo lo demás es maquillaje y distracción”.[/blockquote]
¿Qué servicios ecosistémicos nos brindan las serpientes?
Las serpientes son predadoras, algunas especies pueden ser especialistas en algún grupo particular, como los caracoles, insectos o arácnidos, pero en su mayoría consumen pequeños vertebrados como anfibios, aves y roedores. Actúan como controladores de las poblaciones que constituyen sus dietas. Al mismo tiempo son presa de otros predadores como aves, mamíferos y otros reptiles, principalmente, constituyendo un elemento importante en las redes tróficas.
¿A qué se debe en tu opinión el miedo que generalmente se les tiene, es algo instintivo, grabado en nuestro código genético desde tiempos ancestrales, o tiene más que ver lo cultural?
En mi experiencia los niños no le temen a las serpientes, es más, me parece que las encuentran interesantes, no entiendo que exista un gen de miedo a las serpientes. Tampoco es cierto que en cualquier lugar del mundo se les tenga miedo a las serpientes. Por nuestras latitudes me parece que la religión y la (des)información sensacionalista e imprecisa de los medios masivos generan una percepción fuertemente negativa, no solo sobre las serpientes, sino sobre cualquier reptil ápodo que se les parezca. Los mosquitos producen muchísimas más muertes en el mundo que las serpientes, pero nadie se altera por ver un mosquito.
¿Cuáles pensás que son los temas pendientes y los nuevos desafíos para el futuro inmediato de la conservación en nuestro país?
En cuanto a pendientes y desafíos hay mucho por investigar, como te comentaba con las especies categorizadas como insuficientemente conocidas. Pero si hablamos de futuro inmediato, lo indispensable, lo urgente, es el desfinanciamiento de la ciencia en general que estamos sufriendo todos los científicos del país. Si la sociedad no comprende la gravedad de no tener ciencia propia, adaptada a sus necesidades, todo lo demás es maquillaje, una distracción, que conduce a la pauperización intelectual y tecnológica.
QUIÉN ES
Ariel López es actualmente Técnico Profesional del Instituto Nacional de Medicina Tropical (INMeT) de Puerto Iguazú en Misiones, donde es además docente. Durante su larga trayectoria publico numerosos trabajos de investigación tanto en Argentina como en el exterior, principalmente vinculados a los relevamientos de anfibios y reptiles de áreas naturales protegidas.
Algunas áreas relevadas son Refugios de Vida Silvestre de la Fundación Vida Silvestre Argentina. Como es el caso de «El Cachapé» en el Chaco, el Refugio de Vida Silvestre «Yacutinga Lodge» y la Reserva «Yaguaroundí» en Misiones.
Es además autor de numerosas publicaciones, donde se destaca la guía de campo “Anfibios y Reptiles de Misiones” editada en 2012.
Fotos Mario Rovina / Ariel López