El endeudamiento en la Argentina ha sido un problema endémico, fundado en la irresponsabilidad tanto de los gobierno y los empresarios locales como de los acreedores y bonistas. La solución requiere, a priori, no repetir una y otra vez las mismas estrategias.
El PEN convocó al Parlamento a sesiones extraordinarias para debatir su proyecto de ley sobre Gestión y Sostenibilidad de la Deuda Pública Externa. La norma enviada –tal como lo sostuviera el Subprocurador General de la Nación en su presentación ante la Cámara de Diputados– es legalmente innecesaria por cuanto el Gobierno ya cuenta con las facultades para renegociar la deuda, facultades que le fueran otorgadas por diversas leyes, entre ellas la recientemente votada Ley de Emergencia Social y Reactivación Productiva en el marco de la Emergencia Pública N° 27.541, que en su art. 3° delega en el Ejecutivo la facultad de realizar las gestiones y los actos necesarios para recuperar y asegurar la sostenibilidad de la deuda pública de la República Argentina.
La historia reciente nos muestra que todos los gobiernos, desde la recuperación de la democracia hasta la fecha, han renegociado con los acreedores externos sin la participación del Congreso, ya sea mediante delegaciones previas o por presentación de acuerdos ya concluidos a los que sólo cabía aprobar o rechazar.
La recurrente delegación de facultades ha dado como resultado que la Argentina sea hoy, según datos de la CEPAL, la nación de la región con la mayor deuda en relación con el producto interno bruto.
Los socialistas creemos que ningún gobierno por sí solo o ningún negociador, por más que se muestre hábil con los acreedores para aplicarles una Ley Cerrojo o sea “reconocido” en el mundo de las finanzas internacionales, va a poder lograr un acuerdo que mejore la situación social y económica de los argentinos. Al cerrojo lo tuvieron que abrir y el mejor equipo en 50 años perdió por goleada.
La recurrente delegación de facultades ha dado como resultado que la Argentina sea hoy, según datos de la CEPAL, la nación de la región con la mayor deuda en relación con el producto interno bruto y que deba enfrentar pagos pendientes en 2020 por 37.000 millones de dólares adeudados a organismos financieros internacionales y acreedores privados, una cifra cercana al 60% de sus exportaciones. Según este organismo, la toma compulsiva de pasivos externos y sucesivas devaluaciones del peso argentino condujeron a que la deuda externa pasara de representar el 26% del producto nacional en 2015 a ubicarse en torno al 100% actualmente, muy por encima del límite de sostenibilidad del 60% que el Fondo Monetario Internacional (FMI) sugiere para los “países en desarrollo”.
El Gobierno propone abrir una renegociación por los bonos emitidos en 2005 y 2010 y los títulos públicos emitidos a partir de 2016; lo hace en el convencimiento que resultan impagables en los términos que se ofrecieran originariamente a los acreedores y nos presenta como una importante mejora que las comisiones a abonar no superarán el 0,1%. Los bancos, extranjeros por supuesto, nuevamente son los únicos ganadores de este toma y daca, ya que embolsarán la nada despreciable suma de casi 100 millones de dólares para ayudarnos a deshacer lo que ellos mismos contribuyeron a crear: una deuda externa impagable.
Recientemente el diputado nacional Enrique Estévez se opuso a la delegación de atribuciones del Congreso a favor del Ejecutivo, no por considerar que no existía la emergencia, sino por entender que de los grandes problemas sólo se sale con grandes acuerdos. Ningún sector político, social o económico puede, por sí solo, solucionar los graves problemas que nos aquejan desde hace décadas, sólo la activa participación de todos los sectores afectados por la crisis puede encontrar una salida que a todos satisfaga, es por eso que representó el proyecto de creación del Consejo Económico, Social y Político que tuvo estado parlamentario hace más de 3 décadas.
Como socialistas creemos en la participación, creemos en la capacidad creadora y realizadora de nuestra gente, creemos que el Parlamento debe actuar de manera totalmente distinta de como lo ha venido haciendo hasta ahora, que la Bicameral de Seguimiento y Control de la Gestión de Contratación y de Pago de la Deuda Exterior de la Nación creada por ley 27.249 debió haber analizado la legitimidad de la deuda, debió haber investigado la participación de funcionarios del gobierno anterior en beneficio de sus ex clientes bancarios, debió haber alzado la voz frente al obsceno endeudamiento al que nos sometió el macrismo; en lugar de ello la comisión sólo se reunió una vez en marzo de 2019 para elegir sus autoridades. La necesidad de investigar la legitimidad y origen de la deuda externa ha sido un reclamo constante y sistemático de los legisladores socialistas, no obstante haber sido siempre un tema soslayado y silenciado por este Parlamento, con lo que se termina convalidando los hechos consumados.
Ningún sector político, social o económico puede, por sí solo, solucionar los graves problemas que nos aquejan desde hace décadas, sólo la activa participación de todos los sectores afectados por la crisis puede encontrar una salida que a todos satisfaga.
Nadie se hace cargo de nada y hay que empezar de nuevo. Como siempre, nuevas prórrogas de jurisdicción y garantía de jugosos negocios para los comisionistas, como siempre “los expertos” negocian y el Parlamento sólo observa; como siempre, al final nos traerán un acuerdo diciéndonos que era el mejor posible y que ahora sí la Argentina comenzará la ruta de la recuperación económica.
No creemos en las delegaciones, creemos –como dijera Einstein– que es una locura hacer siempre lo mismo y obtener resultados distintos.
Para nosotros lo distintivo sería que funcione la bicameral, que se le dé participación a quienes han obtenido resultados satisfactorios en otras latitudes, a quienes habrán de soportar la crisis, a quienes han investigado durante décadas el origen y legitimidad de la deuda externa y a los organismos internacionales como la ONU que han emitido importantes resoluciones que hoy pueden ayudarnos.