Frente a los dilemas que plantea en todo el mundo la atención de las víctimas del nuevo coronavirus, el socialismo exhibe cuáles han sido sus prioridades históricas, palpables en un modelo de salud pública integral en la provincia de Santa Fe.
El coronavirus COVID-19 puso a la política en todo el mundo frente a un dilema, ¿la salud o la economía? Ese mundo que la modernidad nos mostraba de opciones infinitas de pronto se redujo solo a dos.
Las falencias estatales en tiempos de pandemia recrudecen no solo la gravedad de la situación sanitaria, sino también la crisis social que nos atraviesa transversalmente. Los déficits estructurales de nuestro país y un sistema de salud fragmentado se hacen más notorios. En ese sentido, acompañamos las medidas adoptadas por el gobierno nacional con el objetivo de aplanar la curva de contagios y evitar víctimas fatales: son medidas que priorizan la vida de los argentinos y argentinas. Para el socialismo ésta ha sido siempre nuestra prioridad y lo demostramos con hechos concretos, con realidades asequibles por el conjunto de la ciudadanía y –sobre todo– por quienes más lo necesitan.
Por eso, en este contexto de pandemia mundial, donde hemos vuelto el rostro hacia la importancia de las infraestructuras y de los modos de organizar la atención médica, reivindicamos las obras desarrolladas por los gobiernos socialistas en las últimas décadas, primero en la ciudad de Rosario y luego en la provincia de Santa Fe. Estas políticas demuestran que construir un modelo de salud diferente es posible cuando se tiene una visión estratégica y la voluntad de concretarlo. Aquí sucedió gracias al aporte de muchos compañeros y compañeras, entre ellos el de un gran dirigente como nuestro querido Hermes Binner, así como de los trabajadores del sistema, entre otros actores clave.
Una salud pública entendida como derecho humano, donde la accesibilidad, equidad, calidad y participación en la atención integral están garantizadas.
Una salud pública entendida como derecho humano, donde la accesibilidad, equidad, calidad y participación en la atención integral están garantizadas. Y esta atención integral se acompaña de una fuerte acción social, involucrando así a la variada trama que se encuentra en cada territorio.
Es necesario recordar que, a contramano de los vientos neoliberales que arreciaban en la década del noventa en la Argentina y también, más cerca en el tiempo, con el borramiento del Ministerio de Salud de la Nación, se diagramó un sistema estructurado por una gran red, conformado por efectores de primer, segundo y tercer nivel de complejidad. En doce años se construyeron ocho hospitales y más de cien centros de salud, incluidas maternidades modernas basadas en el paradigma del parto y el nacimiento respetados.
En esta gran red, el acceso a los medicamentos está asegurado. La producción pública de medicamentos es una política de Estado que se apoya esencialmente en dos entidades: el Laboratorio de Industria Farmacéutica (LIF) de la provincia y el Laboratorio de Especialidades Medicinales (LEM) de Rosario. Juntos proveen el 94 por ciento de las unidades farmacológicas para atención primaria de la salud y producen el 66 por ciento de las unidades farmacológicas totales que consume el sistema público santafesino.
Es decir que en Santa Fe no sólo se proveen, sino que también se producen los medicamentos. Y eso habla a las claras de un Estado que, además de garantizar derechos, es eficaz y eficiente en el manejo de sus recursos.
Esta visión de salud de Hermes Binner traspasa las fronteras provinciales, puesto que nuestro compañero ha sido uno de los impulsores de la creación del Sistema Único de Salud a escala nacional. Este proyecto busca reformular estructuralmente el sistema de salud fragmentado que conocemos y reemplazarlo por otro que articule entre todos los sectores, sea más equitativo y eficiente, y pueda garantizar la accesibilidad y calidad no solo en la atención sino también en el cuidado.
Si Santa Fe se convirtió en un territorio donde otra salud pública es posible, no fue resultado del azar. Hubo quienes pensaron y ejecutaron políticas a largo plazo, enmarcadas dentro de un plan estratégico. Porque el Estado no solo debe responder en la emergencia, sino estar atento al cuidado de su población. Y esto es permanente: se trata de un valor por el que luchamos y aun más, vertebra nuestra lucha como socialistas.
La nueva pandemia profundiza el desamparo de millones de seres humanos en el mundo y también pone al descubierto la fragilidad de muchas instituciones oficiales.
La nueva pandemia profundiza el desamparo de millones de seres humanos en el mundo y también pone al descubierto la fragilidad de muchas instituciones oficiales. Vemos Estados débiles, desfinanciados, que no se ocupan del acceso a algo tan básico como la salud. Por eso la necesidad de un Estado presente, con articulación entre los distintos poderes, que defina políticas sanitarias, educativas, de seguridad democrática y científicas, las cuales permitan estudiar los desafíos a los que tengamos que enfrentarnos. Con la colaboración de todos los partidos políticos, sindicatos, universidades, organizaciones empresarias y colectivos sociales vamos a poder superar esta situación. No solo lo pensamos, lo hemos hecho.
Durante la emergencia, la política en la Argentina parece zanjar el dilema “economía versus salud” que impuso con crudeza el COVID-19, al anteponer la vida por sobre el resto de las cosas. Estos momentos excepcionales nos brindan la oportunidad de repensarnos como individuos, también como comunidad. Y quizás, post-coronavirus, la política y todos quienes formamos parte de ella, coincidamos en trabajar por una sociedad más justa e igualitaria y también por un sistema de salud nacional planificado, que jerarquice los recursos humanos.
Desde ya asumimos la responsabilidad de aportar ideas, trabajo y compromiso en base a nuestras concepciones y, fundamentalmente, a una experiencia histórica de la que han sido beneficiarios –y lo son– miles de rosarinos y santafesinos.