Una reseña de la película «Tiempo de revelaciones» (La belle saison) de Chaterine Corsini.
En los últimos años las historias de amor entre dos mujeres se han hecho más presentes que nunca en el cine más popular, aquel que ocupa un sitio, por más modesto que sea, en el circuito comercial del séptimo arte. Poner el foco narrativo en personajes de la comunidad LGBT implica, automáticamente, evitar el simplista y tradicional relato romántico y adentrarse en una mirada contextual que contemple a los personajes que lo atraviesan.
Películas comoLa vida de Adèle (2013) y Carol (2015) reflejan, en marcos y contextos diversos, los conflictos derivados de la discriminación que sufrieron y sufren las lesbianas, sea en cuanto homosexuales o en cuanto mujeres.Tiempo de revelacionesse desarrolla en Francia, año 1971, en pleno auge de la segunda ola del movimiento feminista. En las grandes ciudades, sobre todo en ámbitos académicos, muchas mujeres debaten, ponen el cuerpo y manifiestan sus reclamos frente a la desigualdad laboral, al aberrante trato a hombres y mujeres homosexuales y, fundamentalmente, a una privación de la autonomía sobre sus propios cuerpos. La lucha de este grupo se enfocó, de hecho, en los derechos de salud sexual y reproductiva, dedicándose a impulsar el debate sobre el aborto y su legalización así como a promover un acceso general y gratuito a métodos anticonceptivos, con toda la información, educación y difusión que esto conlleva.
Carole, una de las protagonistas, encuentra el conflicto con su vida como joven burguesa y heterosexual de la ciudad al conocer a Delphine.Con ella se nos introduce un lugar, un ambiente y una sociedad muy diferentes de los de la clase media de París. Delphine es la única hija de una pareja de campesinos que viven de la producción de sus tierras y sus animales, dentro de una comunidad reducida de la región de Limousin. Contrariamente a Carole, Delphine no tuvo una educación privilegiada ni frecuenta espacios intelectuales de debate, sino que vive su día a día trabajando junto a sus padres y junto a otros campesinos. Ella sí se sabe lesbiana desde edad temprana, pero revelarlo le es inconcebible en su hogar: allá las jóvenes deben conseguirse muchachos trabajadores y no hay mucho más que decir al respecto.
El choque de estas dos realidades es el fundamento último que caracteriza a este film: Delphine va a París y descubre que el sentirse incómoda que la toma de decisiones dentro de su comunidad sea exclusivamente masculina tiene un nombre y esfeminismo; Carole, por su parte, se ve invadida por un amor intenso que nunca antes había experimentado, y se va viendo forzada a reconocer los privilegios que le otorgan el nacer en un determinado lugar, tener una determinada educación, y rodearse de un determinado tipo de gente.
Las historias de amor, tanto en cine como en literatura, explotan a máximo su potencial cuando su conflicto traspasa lo meramente individual, cuando algo simple y cotidiano como el amor permite dejar en evidencia las diferentes configuraciones que están en juego en nuestra sociedad. Porque el amor, que puede ser tanto causa como consecuencia de la pasión, del deseo, de la atracción y de la admiración, se produce en un irreductible terreno de realidad que atraviesa su imagen de pureza, y nuestra realidad es un entramado de construcciones sociales, culturales y políticas, aún profundamente sedimentadas en la desigualdad.