El equipo que lidera Victoria Flexer estudia cómo darle mayor valor agregado al Litio, tratando de buscar técnicas de extracción menos invasivas para el medio ambiente. El objeivo es celulares y autos eléctricos que no sea necesario cargar a cada rato.
Victoria Flexer es una joven doctora en química, investigadora del Conicet, que tras siete años de formación en centros de estudios de Bélgica, Australia y Francia volvió al país para radicarse en Jujuy para desarrollar y mejorar la industria del litio, el componente básico de las baterías de los equipos electrónicos portátiles, del cual el país tiene en su región nordeste una de las reservas más grandes del mundo.
Flexer lidera la gestación del Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas sobre Litio y sus Aplicaciones, un centro de vanguardia regional en la tecnología del litio, que se halla en las salinas provinciales del NOA, en el predio de la ex siderúrgica Altos Hornos Zapla.
Ella es la cara visible de un esfuerzo que reúne a científicos e instituciones de varios puntos del país para ponerse a la cabeza de lo que podría ser una revolución energética.
Además de ser el corazón de las pilas y baterías de teléfonos móviles y computadoras, el litio, el metal más liviano que existe (es el tercer elemento de la tabla periódica), abre la posibilidad de la masificación de los autos eléctricos.
En su estado natural, el litio se encuentra en el agua de mar, en ciertas rocas y disuelto en salmueras, el 95% de las que corresponde a cloruro de sodio (sal de mesa). Por ejemplo, las que se encuentran en las salinas, esas enormes llanuras blancas ubicadas en el relieve calcinado de la Puna, a miles de metros de altura.
Alrededor del 60 al 80% del litio del planeta se encuentra en yacimientos del triángulo delimitado por el noroeste de la Argentina, el norte de Chile y el sur de Bolivia.
La forma más fácil y económica de extraerlo es por evaporación. Hay alrededor de un gramo de litio por litro de salmuera, es decir, que para obtener una tonelada de litio hay que procesar cientos de miles de metros cúbicos de salmuera.
[blockquote author=»» pull=»normal»]»Buscamos que un celular no se quede sin batería, que el auto no se quede sin energía si fuese eléctrico, que podamos hacer un viaje sin cargar desde Córdoba a Jujuy», afirma la doctora.[/blockquote]
El estudio se centra en cómo darle mayor valor agregado al litio, tratando de buscar técnicas de extracción menos invasivas para el medio ambiente, además de buscar otros compuestos. «En un futuro, buscamos lograr que un celular no se quede sin batería y que el auto no se quede sin energía si fuese eléctrico y podamos hacer un viaje sin cargar desde Córdoba a Jujuy», afirma la doctora.
En el nuevo centro de Jujuy, Flexer y el grupo de científicos que la acompañan (integrado por Lautaro Nicolás Acosta, de 25 y Valeria Romero de 27, ambos ingenieros químicos de la Universidad Nacional de Jujuy; Celso Baspineiro, de 32, ingeniero industrial, y Analía Arias, de 30, salteña, licenciada en química en la universidad de su provincia) se distribuirán las tareas para lograr mejorar los métodos de extracción.
Romero intentará desarrollar un método electroquímico para la extracción del litio de la salmuera; Baspineiro se propone investigar la síntesis de electrodos para las baterías litio-aire, que son las que potencialmente tendrían la mayor capacidad de almacenamiento de energía y podrían brindar autonomía para los autos eléctricos; Arias investigará las de litio-azufre, y Acosta estudiará el uso de la electroquímica para la separación de los isótopos del litio que se encuentran en la naturaleza.
[blockquote author=»» pull=»normal»]»Soy quien soy y obtuve todos los trabajos en el exterior gracias a la formación que me dio la educación pública argentina de calidad. Siento que le debo algo a mi país y lo quiero devolver.» [/blockquote]
Para Flexer, este desafío va más allá de un simple paso en su camino profesional: «No vuelvo por el sueldo, lo que me hace pensar mucho por qué vuelvo», confiesa. «No, lo que me hace retornar es que soy fruto de la escuela pública argentina. Ingresé a los tres años y medio y salí cuando me doctoré en la Universidad de Buenos Aires. Soy quien soy y obtuve todos los trabajos en el exterior gracias a la formación que me dio la educación pública argentina de calidad. Siento que le debo algo a mi país y lo quiero devolver. Y creo que si me voy a Jujuy tengo más cosas para dar que si vengo a Buenos Aires. Si dentro de 25 años en Palpalá hay un centro de investigación que funciona, habré contribuido un poco a que la ciencia sea más federal, a enriquecer a la Universidad de Jujuy, porque los chicos no sólo van a tener profesores con experiencia industrial, sino también en investigación, y van a tener más posibilidades de «meter las manos en la masa». Y también voy a apoyar un proyecto que, si prospera, sumará oportunidades laborales».
En base a Radio Nacional, La Nación, El Tribuno y Científicos Industria Argentina