Un campamento. Muchas voces. Una identidad: la socialista. La mirada de los jóvenes.
Las juventudes socialistas abrazamos ideales con fuerza y cotidianamente. Nos sumamos a un Partido por causas diferentes: una amistad, un amor, un parentesco o por una charla al paso que nos despertó la curiosidad. Sí, es fácil decir porque llegamos. Pero el sentimiento es más fuerte y poderoso cuando intentamos explicar porque nos quedamos, porque cada día seguimos militando y levantando las banderas. Lo hacemos por principios y valores morales, lo hacemos por una propuesta política destinada a construir, día a día, sociedades más democráticas e igualitarias.
Somos distintos. No todos provenimos de los mismos sectores sociales ni de las mismas regiones. No pensamos exactamente igual. ¿A quién podría interesarle reunirse solo con aquellos con los que comparte una identidad homogénea? La riqueza está, siempre, en la diversidad.
Desde 1990, jóvenes de todas las regiones del país, nos encontramos los primeros días de cada año en un lugar diferente de la Argentina, para realizar un Campamento. No lo hacemos por inercia, sino por decisión. No por casualidad, sino por organización. Queremos encontrarnos y compartir, queremos sentirnos cerca. Queremos interpelarnos y pensar, reflexionar y sentir. El campamento es, para nosotros, una puerta abierta a la esperanza.
La voluntad del encuentro tiene múltiples propósitos: formación política, debates coyunturales, cocinar y comer juntos, conocer lugares y gentes, reconocernos militantes de una misma organización, viajar, acordar posiciones políticas, compartir un mate con una compañera que vive a cuatro provincias de distancia, aprender del paisaje. En definitiva, sentirnos juntos, hermanados por un proyecto y una vocación que mira hacia el futuro.
Pasaron ya 28 campamentos. Cada uno ha dejado su huella. Cada uno ha exhibido y mostrado historias. Este año, decidimos reunirnos en Yala, provincia de Jujuy. Entre el 5 y el 8 de Enero, montamos nuestras carpas y nuestras bolsas de dormir, pusimos manos a la obra y encaramos debates fraternos para construir una mejor organización, para construir una mejor vida. La decisión de Yala no fue ociosa: allí gobierna un joven socialista.
En la infancia temprana solemos hacernos una pregunta que queda latente para toda la vida. Es la pregunta “¿por qué”, es la pregunta por el significado y el sentido de las cosas. En este último campamento, pretendimos dar una respuesta. Debatimos sobre la deuda social de la Argentina, sobre la desigualdad que afecta a tantos pibes y pibas, a tantos compañeros y compañeras de nuestro país. Debatimos sobre la izquierda democrática, sobre sus valores y su propuesta política. Discutimos el contexto internacional porque hoy, en un mundo globalizado y en crisis, se precisa una mirada global para una transformación local. Posamos nuestra mirada sobre la ecología política y la sustentabilidad como cuestión intergeneracional que debe renovar nuestro programa. Nos adentramos en la agenda feminista, imprescindible para construir un futuro de iguales. Fortalecimos nuestra perspectiva sobre la diversidad sexual, las problemáticas de violencias y consumos, la revolución organizacional y los cambios que aun nos debemos a fin de contar con estructuras más flexibles y dinámicas que posibiliten encausar las múltiples formas de participación en la que se manifiestan las juventudes.
Lo hicimos, además, con creatividad y entusiasmo. Somos jóvenes. Ya no valen las formulas viejas. Ya no se trata de repetir, una y otra vez, charlas y conferencias. De lo que se trata es de tomar la palabra: de animarnos a ser como somos, de mostrar nuestra frescura y nuestras ganas de cambiar, de tomar el futuro en nuestras manos. Somos socialistas, formamos parte de un partido y no somos independientes de él: pero somos autónomos porque somos jóvenes.
Quizá sobren las palabras. Vivimos y aprendimos muchas cosas. Respiramos y sentimos lo que a diario por ahí se nos pasa por alto: nuestra conexión con la naturaleza que nos abraza, nos cobija y con la cual formamos un todo.
Fue un campamento masivo, con más de mil jóvenes. Un campamento federal y democrático. Un campamento de los jóvenes pero con los adultos. Un campamento con la presencia de dirigentes y militantes de base. Un campamento con miradas agudas y profundas, de intelectuales y especialistas en diferentes temáticas. Un campamento con la participación de organizaciones sociales y muestras de emprendimientos.
Fue, en definitiva, un evento en el que reinó la discusión horizontal y participativa de las Juventudes Socialistas. Tomamos definiciones de cara al futuro: el trabajo en red y junto a organizaciones sociales, la incorporación de la perspectiva sustentable, la promoción práctica del feminismo. Nos manifestamos sobre y por lo que creemos: dijimos No a la baja de edad de imputabilidad comprometiéndonos a generar instancias de debate y reflexión, así como acciones concretas que promuevan un sistema penal juvenil respetuoso de las garantías constitucionales y los derechos humanos establecidos en nuestra constitución y tratados internacionales.
Tenemos más fuerzas y energías. Mirando lejos y construyendo cerca, con más entusiasmo y alegría para seguir desarrollando un partido federal, presente en cada pueblo, capaz de disputar poder real y ganar elecciones, que siga sembrando socialismo para cosechar sociedades justas e igualitarias. Un socialismo joven que mire al futuro.