En colaboración con guardaparques de la Reserva Natural Bahía Samborombón, especialistas del Conicet y la UNLP estudian las aves migratorias provenientes de Estados Unidos con el fin de prevenir la propagación de la enfermedad.
Las aves migratorias que viajan desde las costas estadounidenses hasta la Bahía Samborombón, son estudiadas en conjunto por el gobierno de la provincia de Buenos Aires y el estado de Nueva York para detectar la transmisión de enfermedades como la gripe y conservar la especie.
El proyecto está a cargo del grupo de Guardaparques de la Reserva Natural Bahía Samborombón, que pertenece al Organismo ambiental de la Provincia (OPDS) y convoca a biólogos especialistas en aves y otros investigadores del INTA, el Conicet y la UNLP.
Se realiza un seguimiento anual del itinerario de vuelo del denominado gaviotín golondrina (Sterna hirundo). El relevamiento se hace entre noviembre y diciembre, cuando las aves llegan a las costas bonaerenses.
Este año participaron los guardaparques Gabriel Castresana (Bahía Samborombón) y Juan Ordóñez (Laguna Salada Grande); Nancy Bouzas, técnica del INTA; el investigador Andres Ibañez (Universidad Nacional de La Plata) y Rocío Mariano-Jelicich, becaria del CONICET e investigadora de la Universidad de Mar del Plata, entre otros. Y después se sumó el equipo de investigadores neoyorkinos.
“El gaviotín golondrina es una especie que realiza una extraordinaria migración entre sus colonias donde anida, en el Hemisferio Norte y sus áreas de invernada, ubicadas en el Hemisferio Sur continental. A través de su estudio, se puede conocer el estado ambiental de la bahía y adoptar medidas para su conservación”, explican los guardaparques.
Este trabajo tiene también un objetivo sanitario: tomar muestras de sangre y realizar isopados para ver qué virus traen y llevan estos animales.
“La cepa de la gripe cambia todos los años, por eso es importante este estudio, para contribuir a la prevención y aportar al desarrollo de la vacuna”, explicaron los especialistas.
Anillado: el DNI de las aves
Una bandada integrada por miles llega a la Bahía. En la playa, el equipo se prepara para capturar varios ejemplares con una red que se lanza hacia arriba con fuerza. Tras la estampida, el grupo que se logra atrapar se quita de la red.
Los investigadores acampan en la playa en donde anillan los ejemplares del gaviotín, toman medidas morfométricas (medición de las formas de los organismos y sus partes), muestras de sangre y secreciones con isopos. Y luego son liberados.
A través del anillo que se les coloca en una de sus patas, el ave es identificada con una numeración – un símil DNI – que permite realizar un seguimiento de su comportamiento y su estado sanitario. El proceso se realiza en el menor tiempo posible, para reducir al máximo el estrés de las aves, explicaron desde el OPDS.
“Esta rutina de rigor científico es la que permite investigar la biodiversidad y contribuir a prevenir la propagación de algunas de las enfermedades que las especies avícolas podrían portar, la principal de ellas: la gripe aviar”, detallaron.
En esta ocasión, se capturaron 130, de los que 30 ya estaban anillados por investigadores de otros países como EEUU, Portugal (Islas Azores) y Brasil.
El operativo de detección, observación y evaluación comenzó en diciembre y continúa hasta marzo. Es parte del programa de “Anillado de Aves Migratorias costero-marinas”, que se desarrolla en Punta Rasa, extremo sur de la Bahía Samborombón, una de las 23 Áreas Naturales Protegidas (ANP) de la cartera ambiental de la Provincia.
¿Para qué sirve el anillado de aves?
El anillamiento científico de aves comenzó a practicarse hace más de 100 años como una forma de conocer de dónde procedían las aves que pasan parte del tiempo en Europa. Con el tiempo, se convirtió en una herramienta muy utilizada por los científicos para conocer más sobre múltiples aspectos de la vida de las aves silvestres, como cuántos años viven, cuánto pesan, qué diferencias hay entre machos y hembras, cuál es la fenología de su migración o cómo varían los tamaños poblacionales entre años.
Poner una anilla metálica numerada en la pata de las aves es un método inofensivo que nos permite identificarlos como individuos. Algunos estudios de anillamiento también utilizan la colocación de anillas de color de forma que permiten identificar los pájaros visualmente en el campo.
Gracias a la individualización del ejemplar es posible estudiar esos aspectos de la biología de las aves que no se pueden conocer con otros métodos de estudio. Todo ello permite contribuir a su conservación.
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