Hijo y nieto de campesinos, Carl Gauss es uno de los matemáticos más importantes de la historia, fundador de lo que hoy se entiende como matemática rigurosa.
Este año se cumplen 240 años desde el nacimiento de Carl Friedrich Gauss. Nació el 30 de abril de 1777, en lo que, según se cuenta en sus diversas biografías, era una humilde casita en Brunswick, Alemania. Hijo y nieto de campesinos, Gauss logró no obstante convertirse en uno de los matemáticos más importantes de la historia. A pesar de lo injusto que implica confeccionar listas y rankings de posiciones, lo cierto es que es difícil ignorar que Gauss fue, sin duda, uno de los fundadores de lo que hoy se entiende modernamente como matemática rigurosa.
La época en que nació, además, ayudó a que su nombre apareciera en tantos campos del saber, algo que hoy, contemporáneamente, es imposible que ocurra: la disciplina matemática se ha ensanchado tanto que es imposible que un matemático pueda, a su vez, realizar grandes contribuciones a la Geodesia, la Estadística, la Teoría de Números, el Análisis, la Astrofísica, la Topología, la Geometría y hasta la Cartografía, como sí hizo Gauss. Fue uno de esos grandes genios universales, comparable a Da Vinci y a Arquímedes.
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Y no es una exageración: su nombre aparece en una infinidad de teoremas y resultados, en las más variadas disciplinas: en física se usa el gauss como una medida de campo magnético, la ley de Gauss relaciona el flujo eléctrico a través de una superficie cerrada con su carga eléctrica, el Cañón Gauss es un tipo de cañón a base de electroimanes, el teorema de Gauss-Bonnet, vinculado a la topología, el teorema de la divergencia de Gauss, que relaciona la divergencia matemática de un campo vectorial con el valor de la integral de superficie de flujo, la cuadratura de Gauss, para aproximar integrales definidas, la eliminación de Gauss-Jordan, un algoritmo fundamental del álgebra lineal, la distribución normal de Gauss en probabilidad, la famosa campana de Gauss, el Teorema de Gauss-Márkov, utilizado en estadística y econometría y también, ya fuera estrictamente de teoremas, el lenguaje de programación GAUSS, la Expedición Gauss, la primera expedición alemana en llegar a la Antártida (a bordo del barco también llamado Gauss), la Torre Gauss (Gaußturm), una torre de observación en Alemania y, como no podía faltar, el premio Carl Friedrich Gauss. Y esta lista no es exhaustiva.
Pero, vale preguntarse, y quizás ya lo hizo el lector: ¿cómo pudo ser posible que una familia con escasos recursos pudiera sostener a un genio precoz como el de Gauss? Y más aún: ¿quién orientó a Gauss en su infancia y adolescencia para que pudiera dedicarse tan intensamente al estudio de una disciplina tan alejada a la vida campesina de su familia?
Según se cuenta en su biografía, hubo un tío que dio un primer paso, contrariando la tosquedad de su padre, que quería que Gauss siguiera su camino de campesino. Su tío se llamaba Friedrich. Y Gauss, en realidad, se llamaba Johann Friedrich Carl Gauss. Gauss, que a lo largo de su vida agradeció siempre la influencia de su tío -un hombre perspicaz y agudo intelectualmente que disfrutaba de despertar en el niño Gauss el uso de la lógica- comenzó en su adultez a firmar su propio nombre como “Carl Friedrich Gauss”, en homenaje a su tío, a quien Gauss consideraba un genio innato que había muerto demasiado prematuramente. Dentro de su familia, debe agregarse a su tío el abnegado e incondicional apoyo y amor de su madre, quien acompañó toda su vida a Gauss y vivió con él hasta sus últimos días.
Otra de sus influencias positivas involucra, a su vez, una de las anécdotas ya mitológicas de la vida de Gauss: el día que, en clase de aritmética y con sólo diez años, calculó la suma de los primeros cien números naturales en unos pocos minutos, utilizando un método que hoy se sintetiza en una fórmula que se conoce, naturalmente, como “Suma de Gauss”.
Verdadera o no la historia, lo cierto es que ese maestro, a quien se le atribuye un carácter dictatorial y de quien se cuenta que le dio ese problema a los jóvenes para distraerlos y que no hicieran tanto ruido, quedó estupefacto por la solución de Gauss. La parte que no se suele contar es que el profesor -de apellido Büttner- ayudó a Gauss. Compró de su propio bolsillo un manual de Aritmética y se lo regaló. Y aún mejor: Büttner tenía un joven ayudante, Martin Bartels, un apasionado de la matemática, quien entabló una cálida y fructífera amistad con el joven Gauss, que duró toda su vida. Fue también gracias a Bartels que Gauss terminó llamando la atención del duque de Brunswick, Carl Wilhelm Ferdinand.
Ferdinand fue esencial para la vida académica de Gauss, no sólo porque financió sus estudios, sino porque también apoyó al genio matemático en innumerables ocasiones y lo ayudó a la hora de publicar sus trabajos. Estos hechos se ven reflejados claramente en el hondo agradecimiento que le dedicó Gauss, quien dedicó sus obras más importantes al duque Ferdinand.
Así fue como Gauss, el campesino que hablaba bajo alemán, el sobrino de un talentoso tío que murió demasiado tempranamente, pudo ser, también, Gauss el revolucionario de las matemáticas, Gauss, el matemático más importante del siglo XIX y uno de los más importantes de la historia, Gauss, el “príncipe de las matemáticas”, que quizás sólo sea príncipe porque Arquímedes y Euclides estuvieron antes que él.
EN NUESTROS DÍAS
El 17 de julio de 2014, Thomas Royen, un matemático alemán jubilado, se estaba cepillando los dientes cuando se dio cuenta de algo. Fue hacia sus papeles y ahí estaba: pudo escribir un borrador de prueba de una conjetura que no se había podido demostrar desde los años 50 y para la cual cientos de matemáticos reputados habían dedicado décadas sin poder resolver. Royen, que había sido profesor de estadística en una pequeña universidad alemana y había trabajado muchos años para la industria farmacéutica, publicó su demostración, pero fue ignorado sistemáticamente.
Sucede que no era un científico de renombre y la universidad técnica en la que había trabajado no era prestigiosa, hecho que lo obligó a publicar en revistas menos conocidas, lo que trajo como consecuencia que su demostración no trascendiera y pasara desapercibida en los principales círculos académicos. No fue hasta marzo de este año que la prueba de Royen vio la luz de los grandes medios y terminó finalmente por zanjar la cuestión: su demostración, que utiliza herramientas matemáticas mucho más simples de lo que se pensaba que era necesario, era correcta, y lo habían ignorado por tres largos años, sin razón. La historia se propagó por los medios científicos y el nombre de Royen se hizo conocido.
¿El nombre de la conjetura? Desigualdad de Correlación Gaussiana.
Otra vez, y como ya es habitual, el nombre de Carl Friedrich Gauss.
Fuentes: ET Bell, “Los grandes matemáticos”, Quanta Magazine