En línea con lo planteado por Esteban Campos en La Vanguardia, analizamos el estrecho vínculo entre las teorías conspirativas y la «realidad de lo virtual» para extenderlas.
«Creo que un concepto más interesante que la realidad virtual, es la realidad de lo virtual. Es decir, realidad, eficacia, efectividad de lo virtual. Efectos reales de algo que no existe realmente» nos explica el filósofo esloveno Slavoj Žižek.
Más allá de la tecnología que permite ver pokemones donde no están, está la realidad de las personas cazando esos pokemones. Más allá del discurso del nazismo que nos lleva a ver amenazas en el judío, está la realidad de todo un país movilizándose detrás del führer, están los organismos estatales, la burocracia y la sociedad civil detrás del führer. En Argentina, más allá del ERP o de Montoneros, está la construcción de un aparato represivo cívico-eclesiástico-militar para «reorganizar» al Estado. Y hoy en día, más allá de la amenaza de «The Mapuche Nation», está la realidad de un Estado que les permite a los Lewis y los Benetton ignorar los reclamos de pueblos originarios.
Pensemos lo siguiente, el gobierno ha estado empleando todo este tiempo la estrategia de la grieta para no discutir que eso es quizás la característica de la propia democracia, las visiones distintas. Así, si hay una grieta, hay enemigos y la democracia funcionaría en otro lado, en otro contexto, sin desacuerdos estructurales. La democracia funcionaría «en un país en serio», al que le falta algo (como el peronismo, por ejemplo) o tiene otra cosa (respeto a las instituciones, ¿quizás?).
Lo que no se puede discutir es la sociedad, la forma en que funcionamos. La democracia sería, en sentido estricto, votar cómo implementamos tal cosa que es en sí necesaria y no la necesariedad de la cosa en sí, sus sustentos ideológicos, lo que subyace: la reforma en la educación secundaria no puede pensarse de otra manera, es necesaria para el mercado laboral. Sí, podemos discutir democráticamente cómo la implementamos, pero oponerse a ella merece descalificación, más si solo son “chicos” quienes piensan en su futuro. Entonces, si alguien osa creer que la reforma no debe ser la propuesta, entonces ahí la opinión del otro, que antes era respetada, pasa a ser combatida. Mientras no estorbe, no «amenace al orden”, todo bien. La sociedad es perfecta, funciona, es orgánica, es un cuerpo ordenado, excepto por el intruso, el ajeno que viene a amenazar ese orden.
[blockquote author=»» pull=»normal»]Toda ese relato, tan fantasioso, tan irreal, sí tiene efectos en la realidad de una sociedad que no es homogénea -pero que se quiere homogénea-. Sí tiene efectos en una sociedad contradictoria –y que se quiere coherente pese a eso-.[/blockquote]
Como señaló Esteban Campos en La Vanguardia, el gobierno habría estado lanceando a la bestia del populismo. El populismo anacrónico, que es vinculado a todos los grupos e identidades políticas posibles, hasta los neonazis, dirá Campos. Incluso hay quienes vinculan populismo con el Estado de Bienestar, que es -desde la mirada de medios como PanamPost- un moderno Leviatán que amenaza a la libertad, que se construye con demagogia y que encarece costos laborales y desalienta la inversión. El macrismo, por el contrario, está para llevarnos adelante, a todos juntos, con diálogo y alegría. A todos los vecinos, la gente común, el trabajador que cumple con su tarea, el maestro, el alumno, a todos los ciudadanos que no se identifican con esa imagen. Los apolíticos.
El problema es que han surgido nuevos inconvenientes que ponen en tela de juicio esa afirmación.
Por un lado, un nuevo desaparecido en democracia. Santiago Maldonado ha interpelado a toda -o, al menos, a gran parte de- la sociedad. Desaparecido luego de un desalojo a una comunidad mapuche, se sospecha de gendarmería, con audios y testimonios que lo probarían. Gendarmería es el caballito de batalla de la ministra Bullrich en contra de ese monstruo que es el populismo y su aliado el narcotráfico. Sabemos que en la visión neoliberal orgánica, el narcotráfico es un «otro» que opera desde afuera, que amenaza también al orden institucional, y no es un producto del propio capitalismo, de esa creencia en la necesidad del lucro que hasta hace un mercado en las adicciones y se refugia en los mismos paraísos fiscales de los Panamá Papers. Por tanto, la ministra está combatiendo al aliado del populismo para salvar a la sociedad.
Santiago Maldonado, vuelvo al artículo de Campos, interpela a todos con aire de universalización, despolarizando. La despolarización dejaría de ser funcional. Gendarmería, en caso de estar detrás de la desaparición, podría dejar de ser garantía de esa Verdad. Pero peor aún, la propia existencia de la grieta, que genera una dependencia paternalista al macrismo -por parte de quien cree que el gobierno es amenazado por esos intolerantes-, también se vería cuestionada. Y, si la fachada de la grieta cae, la virtualidad estaría expuesta y se perdería su efectividad: detrás de la amenaza subversiva del otro kirchnerista-zurdo-mapuche (chileno) podrían aparecer personas con visiones distintas -una humanidad-, y no defensores de lo corrupto, lo malo, lo cruel, el odio y la intolerancia. Personas, otras personas. El problema del macrismo sería que no se asentaría del lado de la verdad en la grieta, sino de otra visión: y esa visión se podría discutir.
Pero el gobierno actuó rápidamente, construyó, apalancándose en los medios, a un monstruo aún mayor. Uno tan grande que hasta el propio Maldonado podría haber sido víctima de él. Hay una teoría conspirativa que incluye grupos anarquistas, revoluciones violentas y golpes de Estado, identidades truchas, conquistas territoriales (y no reivindicaciones), intereses británicos, etc. etc. etc. El Otro se muestra como la amenaza comunista, como los judíos sabios de Sion, como los reptilianos, como las complicaciones externas, como alienígenas. Algo tan terrible que opera a nivel mundial, pero también en tan pequeña escala que es capaz de habitar en la propia escuela.
Es así, la gran conspiración está ahora amenazando en las escuelas. Sindicatos y piqueteros son la prueba. Esta amenaza externa se infiltró e intentó hablar de Maldonado para adoctrinar, y ahora -siempre tan pillos, tan inteligentes y por eso tan peligrosos (aunque también estúpidos que no ven la realidad)- están conquistando la mente de los «chiquitos». Ellos se meterían así con la pureza de los adolescentes, que son ingenuos, que no son perfectos ciudadanos, que necesitan de los adultos y el control de sus padres. O, si apelar a la ternura no sirve, se meten con chicos que aprovecha la ocasión porque no quieren estudiar, porque les importa todo muy poco, que solo quieren divertirse y no participar políticamente, porque además, como se dijo, no entienden.
«¿Vos militas en un partido político?» es la pregunta que prueba que los partidos políticos son mafias, círculo rojo, organizaciones antidemocráticas, etc. Que hay un complot, siempre un complot debajo de todas las demandas y de todas las posiciones contrarias al gobierno. De un gobierno que es apolítico, que encarna la razón. Una razón que esa cosa que está ahí afuera, que existe y que solo el macrismo ve.
[blockquote author=»» pull=»normal»]El gobierno ha estado empleando todo este tiempo la estrategia de la grieta para no discutir que eso es quizás la característica de la propia democracia, las visiones distintas. [/blockquote]
Si el macrismo es amenazado, la verdad es amenazada, la Razón, el futuro, el progreso, todo eso es amenazado. El futuro del país es amenazado. Eso es lo que está en juego, la Fe en el progreso. Eso es lo que Santiago Maldonado sin querer, o queriendo, atacaba. Eso es lo que los Mapuches amenazan. Eso es lo que cada toma de un colegio está atacando. El futuro. El futuro que solo los votantes de Cambiemos, los asesores y Macri pueden ver.
En el pasado fueron los judíos la amenaza de esa democracia y ese futuro. Hoy son los latinos en Estados Unidos -o la tecnología- (They take our jobs). Son los inmigrantes refugiados en Europa, los desplazados. En Argentina son los mapuches (tan Otros que son chilenos) y los zurdos-kirchneristas.
Toda ese relato, tan fantasioso, tan irreal, sí tiene efectos en la realidad de una sociedad que no es homogénea -pero que se quiere homogénea-. Sí tiene efectos en una sociedad contradictoria –y que se quiere coherente pese a eso-. Su efecto más terrible es la complicidad civil ante el desmantelamiento de la democracia (debido a que todo esto es un ataque del enemigo). Esta alineación de una parte de la sociedad al gobierno, provoca el ninguneo y desaprobación a la posición de los alumnos y que no se avance en una reforma educativa con mayor participación ciudadana y mayor discusión. También, puede ocasionar la no prórroga de la ley 26.160 perjudicando a los Pueblos Originarios, el avance de una flexibilización laboral con ataques a los sindicatos. Y, más grave aún, la mirada a otro lado por parte de muchos ante un posible encubrimiento de una desaparición forzada.
Más allá de la realidad virtual, estaría la realidad de lo virtual. Esa fantasía que terminaría estructurando la realidad: Está la represión de las voces disidentes, los paraísos fiscales, está el ascenso de Donald Trump y el alt-right, está el pedido de mano dura con los estudiantes para no oír su reclamo, está la criminalización del feminismo y de la protesta social. Así como ya estuvieron el nazismo o el Proceso de Reorganización Nacional, que fueron los que en el pasado no tan pasado se auto-erigieron para salvar a la sociedad de esa amenaza externa.