El gobierno nacional no deja de sorprendernos. Luego de su triunfo electoral, parece ir por todo y en cada paso que da muestra crudamente su ideología en función de la cual actúa para “solucionar los graves problemas de los argentinos”.
Nos dicen que los onerosos salarios de los argentinos “nos hace perder la competitividad de la economía” y, por ello, hay que hacer todo lo posible para bajar el costo de las empresas. Los economistas clásicos, “fundadores de la teoría de la economía capitalista”, partieron en principio del concepto de que la economía es una ciencia social cuyo objetivo es organizar la sociedad a partir de relaciones sociales de producción para, justamente, conseguir el “mejor” vivir de esa sociedad. Los economistas ortodoxos, en los que se inspira de algún modo este gobierno, sólo se fijan en la rentabilidad empresaria. El concepto de costos que manejan “nuestros economistas” ponen en igualdad de condiciones al factor humano (el trabajador) con el del capital (o sea de los dueños de los medios de producción). Desde esta concepción, se desvincula totalmente al sujeto- trabajador del producto (capital) que esa persona realiza, rompiéndose lazos elementales que promuevan la dignidad humana. El periodista Sergio Sinay comenta al respecto que “más allá del sustento material y necesario, el trabajo en el ser humano es una fuente de sentido existencial, de realización, de expresión de dones, la pérdida de empleo tiene que ver no sólo con la pérdida del sustento económico sino también con la dignidad, con la exclusión de la trama social, por ello algo huele mal cuando se naturaliza la idea de que quien trabaja , sobre todo en relación de dependencia es un costo”.
Nuestra Ley de Contrato de Trabajo 20.744 al momento de su elaboración en 1974, y aún luego de sus reformas, tuvo en cuenta el factor humano al considerar que el trabajador no está en igualdad de condiciones con los dueños del capital, por lo que consideraba necesaria su protección. Es por ello que en la legislación laboral se invierte la prueba: el trabajador demanda, pero el que tiene que «probar» es el demandado. Ante la inminente Reforma Laboral que trata de imponer el gobierno actual de Cambiemos, observamos con honda preocupación que no se tenga en cuenta conceptos fundantes que inspiraron los grandes avances en esa materia. Con esta reforma se busca, desde un discurso engañoso, que cada uno “ponga un poco”, pero, en realidad, mientras el trabajador cede -silenciosa pero abruptamente- su dignidad humana y social al desmejorar las condiciones laborales materiales, se le “dice” al empleador “inviertan estimados capitalistas”.
[blockquote author=»» pull=»normal»]Con esta reforma se busca, desde un discurso engañoso, que cada uno “ponga un poco”, pero, en realidad, mientras el trabajador cede -silenciosa pero abruptamente- su dignidad humana y social.[/blockquote]
Creemos necesario, en un contexto de una feroz economía mundial financiera, revisar las relaciones laborales (como así también las impositivas, las previsionales y demás), porque en una economía tan desigual como la nuestra (por ejemplo, el empleador de un mini-mercado no puede tener los mismos costos que un hipermercado). Pero en cada reforma nos debemos preguntar quiénes deben pagar estos costos. La jornada laboral, las indemnizaciones, las vacaciones, el aguinaldo, son conquistas sociales logradas por la clase trabajadora organizada, arrancadas a los capitalistas con sudor y sangre, y que hacen a la dignidad del trabajador. Por esto, considero que son irrenunciables.
Los partidos políticos, los sindicatos, las organizaciones sociales, deben estar al frente de la lucha contra estas reformas comprometiéndose en la elaboración de propuestas para la incorporación plena al trabajo formal de los trabajadores informales, la inclusión laboral y social de los trabajadores desocupados para que salgan de la exclusión social, de la dádiva de planes y programas excluyentes, procurándose el devenir de una vida de trabajo y dignidad. Retomando a Sinay: “SerÍa mucho pedir que en algún momento lo que se reforma sea la mirada predominante sobre el trabajo, que se deje de llamar recursos humanos o costo, a quienes laboran porque si son recurso no son humanos y porque si son costos no son persona”.