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Periodismo, izquierda y socialismo: entrevista a Juan Buonuome

por | Jun 5, 2019 | Entrevistas

La prensa socialista, y «La Vanguardia» como periódico fundamental, cumplió históricamente un rol trascendental en la difusión de las ideas de la izquierda democrática. En esta entrevista, el investigador Juan Buonuome, comenta los debates en torno a la prensa y a la función del periodista que se produjeron en «La Vanguardia».

 

El periodismo vinculado al socialismo tuvo, históricamente, una fuerte importancia en la Argentina y, sobre todo, en la cultura de izquierdas. A principios del siglo XX era común leer en esa prensa la diferenciación entre los considerados “periódicos burgueses” y los “periódicos obreros”. ¿Cuáles fueron los puntos salientes de esa disputa? ¿De qué se trataba la prensa socialista de entonces y cómo era su relación con la prensa tradicional?

Ya desde fines del siglo XIX, La Vanguardia era la principal representante de la prensa socialista. Y desde sus inicios busca dar cuenta de la existencia de otro tipo de prensa: la que llamaban “prensa burguesa”. Los socialistas comienzan su militancia hacia fines del siglo XIX y conocen cómo funciona la prensa y, en consecuencia, su incidencia en la política. Es preciso tener en cuenta que, al mismo tiempo, esa prensa está cambiando. No deja de ser un espacio fundamental para el debate político, pero comienza un proceso de transformación ante cambios externos que necesariamente ejercen cierta influencia, como lo son los cambios en el entorno social, económico y urbano, entre otros. Como resultado de ello, los socialistas deben interpretar o diagnosticar la realidad al calor de las transformaciones de las que son testigos. De manera que hay un punto de partida que retoma la tradición de la función de la prensa, es decir, de impronta más pedagógica y formativa. Esta concepción de la forma de hacer periodismo se sostiene durante décadas, pero el horizonte de la prensa socialista será atender a una cuestión muy concreta: la disputa de una parte de la esfera pública. Es decir, la de la esfera pública periodística, sobre la cual es necesario intervenir para disputar lo político y lo social.

¿La Vanguardia juega un rol solo para el Partido Socialista o tiene también un rol en la modernización periodística o en el avance del periodismo en términos más generales de la nación? ¿Cumple un rol solo puertas adentro o finalmente cumple un rol para afuera? ¿Hay lógicas periodísticas en La Vanguardia que sean exportables o que sean tomadas por otros de afuera? ¿Hay algo que La Vanguardia mueva más allá de lo partidario?

Los socialistas incorporan lógicas del periodismo en un sentido amplio, lo que da cuenta de la intención de trascender las funciones que suponen a un periódico obrero o partidario. En este sentido, La Vanguardia buscó ser algo más que un periódico obrero y socialista, más allá de que lo haya sido durante toda su vida. Pero hay muchas dimensiones de esa empresa que dan cuenta de aristas y estrategias que no necesariamente eran obreras y socialistas.

Por otro lado, pensar el grado de impacto que tuvo esa dinámica en lógicas más generales es una pregunta válida. Es interesante ver desde La Vanguardia, o desde la prensa socialista, fenómenos más amplios relacionados con la transformación de la esfera pública, con la ampliación de periódicos, con la construcción de nuevos públicos y con su diversificación. Es un punto de vista particular de fenómenos que no necesariamente están ligados a la historia del socialismo per se.

[blockquote author=»» ]»Los socialistas incorporan lógicas del periodismo en un sentido amplio, lo que da cuenta de la intención de trascender las funciones que suponen un periódico obrero o partidario. En este sentido, La Vanguardia buscó ser algo más que un periódico obrero y socialista».[/blockquote]

Aunque tiene puntos en común, La Vanguardia tiene claramente una ubicación ideológica diferente a la de otros periódicos de la izquierda de fines del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX. Me refiero a los periódicos anarquistas, como La Protesta o El Obrero, o a la naciente prensa comunista. Además de una concepción ideológica con puntos en disidencia, ¿hay también hay una idea periodística diferente? ¿Hay una percepción más liberal o de dialogo más liberal en la prensa socialista?

Creo que hay diferencias, y son muchas, pero también hay puntos de contacto en distintos momentos. Además, habría que atender a las diferentes circunstancias en las que estos contactos o distancias se producen. Por ejemplo, comparemos La Vanguardia con el principal periódico del anarquismo a principios del siglo XX. Es preciso recordar que en esta época la izquierda estaba más representada o mejor representada por el anarquismo: el anarquismo todavía tenía un poco más de éxito que los socialistas a la hora de movilizar a los trabajadores. En este contexto, La Vanguardia y La Protesta tienen rasgos bastante similares o, por lo menos, más de los que se suele mencionar cuando se los ha analizado. Los estudios se han centrado en atender a las estrategias de movilización de los trabajadores, de relación con el sistema político, de relación con el Estado. Desde ese punto de vista, sí hay muchas diferencias entre socialistas y anarquistas.

En cambio, desde un punto de vista de esos órganos en tanto periódicos, no en tanto periódicos socialistas o anarquistas, se hallan varias similitudes. Por ejemplo, la cobertura de zonas de la realidad social que no son la del movimiento obrero pero que pintan un poco la sociedad y dan cuenta de cierta sensibilidad, cierto nivel de conciencia social popular. Bajo esta tónica aparecen espacios como la calle, los cafés, los bares y los conventillos. Este es un punto de contacto entre socialistas y anarquistas, pero también es bastante parecido a lo que se podía leer en las columnas de noticias policiales o de sociedad en La Nación y La Prensa.

En cuanto a la cuestión del diálogo más liberal, diría que en la década de 1920 los socialistas consolidan una modernización y un intento por acoplarse a lógicas del mainstream del periodismo, aun siendo un periódico partidario, orgánico. Consolida una apuesta para competir con la gran prensa comercial en el mismo terreno, aunque siempre van a estar lejos de los principales periódicos. A partir de eso, se podría medir el índice o el grado de alcance que tuvo la prensa socialista. El éxito de la prensa socialista a principios del siglo XX es relativo si uno mira los números de tirada, la envergadura de esas empresas. Es decir, si las compara en términos cuantitativos, la diferencia es sustancial. Sin embargo, hay un proceso de acoplamiento, de modernización y de acompañamiento en el caso de los socialistas a esas lógicas. Recordemos también que los años veinte fueron una era más democrática, de mejora económica, de mayor consumo. Parecía ser un contexto más favorable o de mayor comodidad para los socialistas, con ciertas lógicas de organización más comercial que entiende al periódico como una empresa. En el caso de los anarquistas, esto es muy distinto. Lo mismo pasa con los comunistas que, pese a que tienen algunos intentos de adoptar otra lógica, siguen sosteniendo periódicos destinados mayoritariamente al militante.

¿Cómo se modifica la prensa socialista con la afluencia de los sectores medios al Partido Socialista? ¿Eso modifica algo de la relación del socialismo con la prensa? Es decir, ¿hay un abandono de esta idea de la crítica a la llamada prensa burguesa por el acercamiento de profesionales liberales al socialismo?

Esta cuestión implica pensar la complejización social y la expansión de los sectores medios. Todo un conjunto de cambios sociales que se da a principios del siglo XX, son una buena explicación -o parte de los factores que explican- los cambios en la prensa socialista. Porque esto también modifica la composición del propio Partido. Aunque ya desde sus comienzos, la composición tanto del Partido como el staff de redactores de La Vanguardia, del grupo de gente que comunicaba, escribía y hacía el periódico, es bastante heterogénea. Hay gente que viene del mundo del trabajo, que tiene orígenes o actividades manuales, o vivía hasta hacía poco tiempo de eso. El trabajo en el partido o el trabajo como redactor de un periódico constituye, justamente, el modo ascenso social. Es decir, desde fines del siglo XIX trabajar como un cuadro rentado del partido, como un redactor estable de La Vanguardia, era una vía de ascenso social para muchos: para un pintor o para un zapatero, por ejemplo. Además, a la transformación de la composición del partido se le suman cambios más generales, al nivel de la sociedad argentina,

Hay otro elemento en la ecuación: la interpelación. El socialismo en general y la prensa de izquierda tienen un primer momento más polemista en el discurso, que luego se matiza y desplaza hacia otro tipo de conjuntos: el pueblo, los ciudadanos, los consumidores. En realidad, conviven en el inicio porque hay una presencia y una apuesta hacia otros espacios que no sean solamente los obreros. Evidentemente, el cambio social es el que hace dar el salto, y los cambios que se suceden al interior del movimiento socialista y del Partido, las decisiones, las discusiones, formarán parte de la estrategia socialista de acompañar más de cerca o generar una unión o alianza estratégica con el mundo de los sindicatos, o bien ir por otros carriles. Esas discusiones también juegan.

¿Cómo es la relación entre las diversas prensas de izquierdas?

Tiene distintos momentos y está en permanente transformación desde fines del siglo XIX. Sin embargo, desde el punto de vista del socialismo, no hay una gran relación, no hay una voluntad por conectar. Eso tiene que ver con una estrategia política más general del socialismo de cierto aislamiento, de su voluntad de constituirse como la fuerza que representa a los trabajadores. La historia de los contactos entre la prensa socialista y otras prensas de izquierdas está plagada de polémicas. Si uno mira La Vanguardia, en los primeros años encuentra una cantidad de polémicas muy fuertes, sobre todo con los anarquistas. Luego, por la propia característica de ese diario, esas polémicas no es que vayan desapareciendo, si no que van siendo expulsadas de las páginas del periódico. Desde principios del siglo XX, para los socialistas no importa tanto el debate al interior de la izquierda. Aun cuando seguía existiendo, no se constituye como el rasgo más característico en La Vanguardia.

La relación, en definitiva, es tensa, difícil, plagada de capítulos en donde hay que ver cada coyuntura, cada problemática.  Desde el punto de vista de la prensa, diría que es interesante ver los primeros años de polémicas periodísticas que, simultáneamente, acompañan las polémicas cara a cara. Las sesiones de debate político que se organizaban en los teatros, en los locales de Buenos Aires o Rosario a finales del siglo XIX, a veces tenían unas lógicas parecidas en otros casos diferentes con las polémicas que se daban entre los periódicos. Son muy similares a las que tienen con los católicos, por ejemplo.

[blockquote author=»» ]»La historia de los contactos entre la prensa socialista y otras prensas de izquierdas está plagada de polémicas». [/blockquote]

¿Hay un influjo de la experiencia de La Vanguardia en otras izquierdas, en otros periódicos, en otros medios, tanto de izquierdas progresistas liberales como de izquierdas no necesariamente socialistas?

Sí. La Vanguardia es el principal diario de la izquierda en la Argentina hasta el peronismo. Probablemente, si uno tiene que pensar en una publicación de la izquierda argentina previa al peronismo, esa es La Vanguardia. Hay muchos otros periódicos, pero claramente La Vanguardia era el modelo, aun cuando, para muchos no lo fuera explícitamente. Es toda una referencia para la tradición de izquierda en la Argentina.

Durante la primera mitad del siglo XX, ¿ya hay debates en la prensa socialista respecto de rol del periodista, de si debe ser un trabajador de prensa, un militante, un profesional que pone la verdad por encima de la ideología aun cuando participe de un periódico partidario, o que quiera responder no solo al público socialista sino a uno que está más allá?

 Sí, esos debates existen. Están aquellos que llegan al socialismo desde el mundo de las letras, de la bohemia, del periodismo, y que tienen alguna aspiración a convertirse en periodistas profesionales y, al mismo tiempo, cumplir una función política y en consonancia con ciertos ideales, pero donde hay una apuesta más profesional, aunque son los menos. Luego están los viejos militantes que muchas veces son ex trabajadores manuales, que se iniciaron como tipógrafos, que ascendieron y lograron adquirir una posición social más acomodada gracias a la posibilidad o el canal que les ofreció el diario del partido. Finalmente, hay un tercer grupo conformado por los dirigentes que, en general, provienen de las universidades o que son profesionales –aunque algunos tienen un origen más obrero-, y se dedican a editar o escribir en La Vanguardia.

La discusión que se produce ahí es la de pensar la posible profesionalización del redactor de La Vanguardia. Las disputas son entre aquellos que dicen que un zapatero no puede ser secretario de redacción, mientras hay jóvenes que saben hacer periodismo y son dejados de lado. Es un reclamo que evidencia que hay lógicas que no son tan modernizantes dentro de La Vanguardia. Al mismo tiempo, aquellos dirigentes partidarios que dirigen a su vez La Vanguardia conocen cómo funciona el periodismo, trabajan y colaboran como redactores estables en periódicos burgueses, a los cuales denostan. Sin embargo, acuden a ellos cuando es oportuno para instalar algo en el debate o bien cuando es necesario para sostenerse económicamente.

¿Cómo percibís el periodismo socialista posperonista? Ahí también hay una serie de escisiones dentro del partido, la formación de más de una Vanguardia.

Más que un cambio de idea o concepción, lo que cambia es la condición estructural. Se transforma el lugar del socialismo en el sistema político, en el universo político argentino posterior al peronismo. Hay una transformación de las condiciones en las cuales el socialismo puede aspirar a actuar, a incidir sobre el mundo del trabajo, la ciudadanía, la sociedad argentina. Evidentemente hay mucho mayor debilidad de la prensa socialista posperonista si uno intentara ver una continuidad. ¿Qué pasa con esa prensa socialista después de los años del peronismo? Hay un grado de fragmentación, de mayor debilidad, de una situación mucho más precaria. Creo que no responde a una cuestión de índole periodística o de concepción de cómo actuar en un determinado escenario, sino del cambio de escenario. No es un cambio por lo que los socialistas hicieron o dejaron de hacer, si no en transformaciones políticas mayúsculas, que tienen que ver con la transformación del sistema político en la Argentina, del lugar de la izquierda y su transformación, con la aparición de una nueva izquierda. Todo eso hace que el marco de acción, que ya se había visto muy trastocado en los años 40, termina dejando descolocada a una empresa socialista que intentara recuperar fuertemente las matrices de las décadas previas al peronismo.

Hoy se celebra el día del periodista, con el que se evoca la fundación de La Gaceta de Buenos Aires por parte de Mariano Moreno. ¿Qué debates había en torno al rol general del periodista en el socialismo? ¿Qué aportó el socialismo al respecto?

Hay toda una tradición del campo periodístico que rescata una visión heroica del periodista en la Argentina. Es, justamente, la historia liberal del periodismo argentino la que rescata la figura de Mariano Moreno. Resulta paradójico que se recuerde este día como el día del periodista por la creación de La Gaceta de Buenos Aires, que es un órgano de la Primera Junta, es decir, de la primera forma de autoridad en el período revolucionario. Porque esto, en algún punto, sugiere hay un origen estatal del periodismo en Argentina. Y esto choca con la misma tradición liberal -que defiende un “periodismo independiente”- que realza esta fecha. Este debate se produce fuertemente en la misma redacción de La Vanguardia durante un buen período de tiempo. Porque lo que se abre es el debate sobre el periodismo militante, el periodismo partidario, la liberalidad.

Hay distintas figuras y distintos debates sobre qué se hace cuando se hace un diario socialista, qué se hace cuando se hace periodismo socialista. Si se es un periodista militante o tiene que haber un lugar para una carrera más profesional, o si se concibe que el periodista es un obrero de la pluma, o es alguien que se dedica a una profesión liberal y, por eso, no encaja en los dos principales conjuntos de la lucha de clases y, por lo tanto, no habilita la creación, por ejemplo, de un sindicato de periodistas. La función del periodista no es un asunto más: es clave en el debate de los socialistas.

 

SOBRE EL ENTREVISTADO

Juan Buonuome es Doctor y Magíster en Historia por la Universidad de San Andrés. Profesor de Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como investigador Asistente del CONICET y profesor de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín y del Departamento de Humanidades de la Universidad de San Andrés. Sus trabajos han sido publicados en revistas como Desarrollo Económico y Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, entre otrasSus investigaciones abordan los cruces entre prensa, política y cultura de masas en la Argentina a principios del siglo XX.

Mariano Schuster

Mariano Schuster

Jefe de Redacción de La Vanguardia y editor en Nueva Sociedad (www.nuso.org). Es columnista del suplemento ideas del diario La Nación y colaborador de Panamá Revista.