Imágenes satelitales proporcionadas por la NASA y la Agencia Espacial Europea revelan que la contaminación del aire, tanto en China como en Italia, se ha reducido desde el bloqueo por el coronavirus.
El Covid-19 ha sido declarado pandemia por la Organización Mundial de la Salud, con más de 480.000 casos en más de 180 países. Los efectos negativos del coronavirus son evidentes, sin duda encabezados por las más de 20.000 personas fallecidas en todo el mundo.
Aunque por otro lado la reducción de la actividad industrial y el transporte con vehículos de combustión asociadas a la crisis del Covid-19 también está dejando efectos secundarios relativamente positivos para el medio ambiente y la salud de las personas en las principales zonas afectadas.
Del 1 al 20 de enero, las imágenes muestran niveles más altos de dióxido de nitrógeno sobre China, pero del 10 al 25 de febrero, apenas quedan rastros del gas. El dióxido de nitrógeno es un gas amarillo-marrón emitido por vehículos automotores, plantas de energía e instalaciones industriales.
“Esta es la primera vez que veo una caída tan dramática en un área tan amplia para un evento específico”, dijo Fei Liu, investigadora de calidad del aire en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.
En el país origen de la crisis del COVID-19 las emisiones de NO2 vivieron una reducción sin precedentes a raíz de las restricciones de tráfico.
En el país origen de la crisis del COVID-19 las emisiones de NO2 vivieron una reducción sin precedentes a raíz de las restricciones de tráfico, un efecto que primero fue visible en Wuhan, epicentro del coronavirus, pero que después se extendió a todo el conjunto del país asiático.
Al igual que ocurrió en China, los niveles de contaminación atmosférica en Italia han caído en los últimos días como consecuencia de la paralización de la actividad económica y la limitación de los desplazamientos. Así lo revelan las imágenes satelitales que ha difundido la Agencia Espacial Europea, ESA por sus siglas en inglés. A simple vista se puede comprobar, también, que en el norte de Italia ha disminuido considerablemente el nivel de estos gases.
«La disminución de las emisiones de dióxido de nitrógeno en el valle del Po en el norte de Italia es particularmente evidente», señala Claus Zehner, gerente de la misión Copernicus Sentinel-5P de la ESA.
Las imágenes son un ejemplo sorprendente de cómo la pandemia ha reducido las emisiones de gases nocivos producidas por la actividad humana, después de que se observara el mismo efecto en China, donde comenzó el brote.
Mientras el coronavirus obligó a una cuarentena obligatoria, en varias ciudades del mundo comenzaron a viralizarse imágenes de animales que salieron a la conquista de los espacios que fueron ocupados por la humanidad.
Esta situación deja abierta la posibilidad a un cambio de hábitos y de producción a gran escala que tengan en cuenta el ambiente y nos permita reducir al mínimo el impacto sobre el planeta.
Si bien algunas de ellas forman parte de fake news, lo cierto es que varios especialistas coinciden y afirman que la vida silvestre “está tomando un respiro de los humanos”.
Los videos muestran a pavos reales deambulando por las calles de Madrid, ciervos en Japón y a un Jabalí en Barcelona que aseguran que bajó desde la Sierra de Collserola, al oeste de la ciudad.
Solíamos pensar que en aquellas ciudades con altos niveles de contaminación harían falta semanas o incluso meses para poder limpiar la atmósfera. Sin embargo, tras unos días sin tráfico la calidad del aire ya es notablemente mejor.
Las sustancias que estas generan cada día son depuradas por la atmósfera en función de las condiciones meteorológicas, ya sea de forma horizontal (gracias al viento) o verticalmente, mediante los movimientos de aire entre las capas de la atmósfera.
Esta situación deja abierta la posibilidad a un cambio de hábitos y de producción a gran escala que tengan en cuenta el ambiente y nos permita reducir al mínimo el impacto sobre el planeta y hacer que la salud de todos sea la prioridad.
En base a CNN / El Mundo / La Vanguardia / Faro de Vigo / Greenpeace
Nota publicada en El Miércoles Digital