El día internacional de los trabajadores y las trabajadoras debe conducirnos a una reflexión profunda sobre los derechos laborales, sobre las situaciones de desigualdad y sobre las brechas existentes en nuestras sociedades. Es necesario articular un nuevo paradigma que atienda las desigualdades de género y que desarrolle una económia feminista, ecológica y social.
En el día de los trabajadores y trabajadoras recordamos a los mártires de Chicago, que murieron en 1896 durante una huelga en reclamo por sus derechos laborales y la reducción de la jornada laboral a 8 horas. Se conmemora la lucha por los derechos de los trabajadores y trabajadoras del mundo.
Es un día de lucha, de celebración y de solidaridad. Vivo en la ciudad donde Virginia Bolten activista, anarquista, sindicalista y feminista de principios del siglo XX fue la primera mujer oradora en una concentración obrera y con menos de 20 años llegó a la Plaza López con una bandera negra en sus manos que decía “Fraternidad Obrera Universal”.
Fui recientemente elegida presidenta del partido socialista que tuvo mujeres históricas, pioneras feministas que llevaron adelante luchas obreras y políticas, entre ellas, Gabriela Laperriere, Fenia Chertkoff, Carolina Muzzilli, Sara Justo, Victoria Gucovsky, Leonilda Barrancos, Delfina Varela Domínguez (Melchora), Delia Etcheverry, Juli, Juana Gómez, Alfonsina Storni y Alicia Moreau, entre muchas otras. Sus luchas contribuyeron a consagrar el derecho al voto femenino, a las leyes laborales que incluyeron la reducción de la jornada y la ley de la silla, la perspectiva de la mujeres y niños en el mundo del trabajo, la creación de Asociaciones Universitarias, la importancia de la educación y la creación de bibliotecas populares y sociedades de fomento, fundaron y escribieron en periódicos que acompañaron las revoluciones en las fábricas, en los gremios y en las calles.
Hoy las mujeres volvemos a alzar nuestra voz ante los nuevos desafíos y los nuevos tiempos. El Covid ha puesto de manifiesto las fragilidades de la organización económica y social actual, la cual se sostiene en el trabajo reproductivo y de cuidado no reconocido, no remunerado y no valorado de las mujeres. El avance de los feminismos y la necesidad de que atraviese todas las estructuras del poder y también de las organizaciones políticas y sociales nos pone en el lugar de repensar la estructura misma de la sociedad, elaborando propuestas de transformación.
Hoy es más urgente que nunca la necesidad de articular una visión más justa de la sociedad. Más humana e igualitaria. Y en este día de los trabajadores y trabajadoras queremos hacer foco en la economía, repensar la reconstrucción pos pandemia y desde qué lugar lo vamos a hacer. No podemos ni debemos seguir ignorando que en nuestras sociedades hay un trabajo que contribuye en el proceso de la reproducción social y que es el doméstico y que representa la verdadera “economía real” en la medida que todas las actividades “productivas” dependen de él. Y que este junto al trabajo de reproducción han sido excluidos de la esfera de lo que se considera productivo y son los grandes ausentes de las ecuaciones que mide el crecimiento económico. Un trabajo que recae por abrumadora mayoría en las mujeres.
Hoy es más urgente que nunca la necesidad de articular una visión más justa de la sociedad. Más humana e igualitaria. Y en este día de los trabajadores y trabajadoras queremos hacer foco en la economía, repensar la reconstrucción pos pandemia y desde qué lugar lo vamos a hacer.
Las políticas de cuidado transformadoras dan resultados positivos en términos económicos y en lo que respecta a la salud y la igualdad de género. Los trabajadores y trabajadoras del cuidado son el futuro del trabajo: la OIT señala que la inversión en la economía del cuidado para lograr los ODS (objetivos de desarrollos sostenibles) representa un total de 475 millones de potenciales nuevos empleos de cara al 2030 en todo el mundo.
Hay que incorporar nuevas perspectivas analíticas que reviertan la mirada mercantil y androcéntrica del sistema capitalista, repensar la concepción de lo productivo y reproductivo, en el marco general socio económico.
Las transformaciones sociales y políticas que se vienen dando de la mano de los movimientos sociales, proclaman nuevas formas de producción más inclusivas y sostenibles.
Es aquí donde quiero traer las voces de las mujeres que vienen desarrollando desde la ciencia una nueva Economía Feminista, Ecológica y Social. Que denuncia la lógica de acumulación del capital a costa de la explotación del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados que realizan las mujeres. Un sistema, que, con su lógica de expoliación, extractivista, se ha vuelto insostenible, poniendo en riesgo la propia vida.
Hoy el mundo debate nuevas formas de organización del trabajo y nuevas formas de producción. Vivimos en un país donde la mitad de sus habitantes están fuera de la economía formal y en la pobreza y está demostrado que esto no lo resuelve el mercado. Que necesitamos políticas públicas activas para incluir a la mitad de argentinos y argentinas que quedaron afuera del sistema y una forma de producción que proteja los recursos naturales no renovables, leyes de protección que impidan que los recursos se sigan vendiendo y explotando deliberadamente.
Para nosotros el camino es con un estado presente, confiable, el de las manos limpias y uñas cortas que repetía Hermes Binner, con nuevas políticas públicas activas con perspectiva de género y con un fortalecimiento del diálogo social.
Volver a poner en el centro a las personas, las relaciones humanas, la construcción colectiva que reconozca las tareas de cuidado y democratice las responsabilidades reproductivas. Es necesario asumir como sociedad este compromiso.
Los partidos políticos debemos impulsar y profundizar estos debates, hacia el interior de nuestras organizaciones y con la gente, para plasmar en proyectos y acciones que nos permitan muy pronto avanzar hacia una mayor igualdad con una economía justa y sostenible.
El futuro será feminista y ecologista o no será.