Convenció a SS que podía organizar un grupo de trabajo que rendía más comiendo mejor y trabajando fuera del campo de exterminio. Su comando de prisioneros casi no tuvo muertos, comparado con otros. Es un héroe desconocido que rehizo su vida como publicista, guionista, melómano, librepensador y siempre antifascista. La vida sorpendente de César Orquin Serra.
En la Mendoza de los años ‘60, César Orquín Serra era un personaje público. Una persona vinculada a los medios, apasionado por la comunicación y la cultura. Otro exiliado español del franquismo, siempre en tensión con los autoritarismos. Se lo podía encontrar en primera fila en todos los conciertos de la Filarmónica, pero pocos conocían su excepcional historia.
El prisionero César Orquín Serra logró convencer a los nazis del campo de exterminio de Mauthausen que era capaz de dirigir un batallón de trabajo muros afuera, más eficiente, a cambio de mejores tratos y alimentación. Allí donde murieron miles, casi todos los prisioneros de su grupo sobrevivieron.
Su historia fue reconstruida y publicada hace pocos meses por Guillem Llin Llopis y Carles Xavier Senso Vila en “César Orquín Serra: El anarquista que salvó a 300 españoles en Mauthausen”. Es una exhaustiva investigación que aporta material documental y testimonial inédito. Permite concluir que es el responsable directo de salvarle la vida a más de trescientos republicanos españoles en el campo de exterminio de Mauthausen, donde morían por hambre, enfermedades, asesinados o por accidentes.
César Orquín defendió la República de la sublevación militar apoyada por Hitler y Mussolini. Desde 1937 fue parte de la brigada Abraham Lincoln integrada principalmente por voluntarios que hablaban inglés. Fue el único comisario político anarquista, lo que trajo los primeros choques con los comunistas que dirigían la brigada.
Hoy es reconocido como uno de los deportados más importantes de Europa. Los testimonios y documentación recogidos en Argentina, Alemania, Austria, Francia, Rusia y España permiten también cerrar las controversias sobre su rol de intermediario con los genocidas. Habían surgido condicionadas por el enfrentamiento entre anarquistas y comunistas tras la caída del nazismo, pero rápidamente desestimadas por los testimonios de los sobrevivientes.
“Dos de cada tres republicanos españoles perecieron en el campo de concentración de Mauthausen. Pero en el Kommando César a cargo de Orquín Serra sólo hubo entre 12 y 14 muertos”, explica el historiador Guillem Llin Llopis, para estimar que salvó a más de 300 personas con su estrategia para conseguir mejores condiciones de vida.
EL ANARQUISTA BURGUES
César Orquín defendió la República de la sublevación militar apoyada por Hitler y Mussolini. Desde 1937 fue parte de la brigada Abraham Lincoln integrada principalmente por voluntarios que hablaban inglés. Fue el único comisario político anarquista, lo que trajo los primeros choques con los comunistas que dirigían la brigada.
Tras la derrota de la República, fue parte del éxodo de medio millón de exiliados hacia Francia en 1939. Cinco meses después de terminar la Guerra Civil Española comenzó la Segunda Guerra Mundial como consecuencia del pacto Hitler-Stalin y la invasión a Polonia.
Orquín Serra pasó por cuatro campos de deportados españoles durmiendo a la intemperie lo que le trabajo problemas pulmonares que lo terminaron matando a los 74 años
Se sumó a las compañías de trabajadores extranjeros para defender a Francia contra la invasión nazi. Fue capturado en junio de 1940 por los alemanes. Ese año lo deportaron junto a otros españoles al campo de exterminio como Mauthausen.
Una vez en el campo de exterminio de Mauthausen (Austria) aprovechó la ventaja que le daba hablar el alemán. Convenció a los nazis de que con mejores condiciones de vida los prisioneros españoles podrían producir más. Fue el puente que le permitió salvar vidas mediando con aquellos que había combatido y ahora los torturaban.
Nunca dejó de leer y estudiar. Algunos lo veían diferente, altanero. ¿Quién se pone a estudiar en el infierno? Tenía cultura y modales de burgués. Sus compañeros eran todos campesinos y obreros.
Era miembro de una de las familias aristocráticas valencianas más importantes del siglo pasado. Su padre no le dio el apellido pero sí se ocupó de su bienestar y educación. César pasó por la universidad, algo muy poco frecuente en la España de hace 90 años. Se movió en círculos de alcurnia, sus medio hermanos fueron artistas muy famosos.
Por su concepción progresista del mundo que mantuvo el resto de su vida, se sumó a los anarquistas para defender la República.
CONTRA LOS AUTORITARISMOS
Su condición de libertario no le cayó bien a los comunistas que tenían dentro de la República una guerra aparte contra los anarquistas. Nunca comulgó con los autoritarismos: ni fascistas, ni comunistas (en la República, en el campo de batalla o de exterminio), ni con el peronismo cuando se exilió en la Argentina.
“Todo lo ponía en duda, todo debía ser cuestionado, cuando había algún acuerdo pedía que fuera discutido para encontrar una solución mejor. Siempre buscó sacar lo mejor de cada idea, de cada persona, de cada situación. Siempre estudiando. Era inteligentísimo, manejaba a la perfección siete idiomas”, contó su hija Mausi Orquín a La Vanguardia.
Una vez en el campo de exterminio de Mauthausen (Austria) aprovechó la ventaja que le daba hablar el alemán y su formación cultural. Se volvió el traductor y convenció a los nazis de que con mejores condiciones de vida los prisioneros españoles podrían producir más. Lo pusieron de kapo, que eran los encargados de mantener la disciplina en los campos de concentración y de dirigir los trabajos forzados. Fue el puente que permitió salvar vidas mediando con aquellos que él había combatido y ahora los torturaban.
Pongamos en contexto. De los 9 mil deportados republicanos que pasaron por los campos de concentración nazis murieron 5.258. El 90% en el campo de concentración Mauthausen, trabajando sin parar y mal alimentados, especialmente en el subcampo de Gusen. La mayoría eran jóvenes.
En esas circunstancias de horror César Orquín Serra consiguió convencer a los oficiales de las SS con estadísticas y gráficos de que si les daban mejor trato a él y sus compañeros, serían más eficientes. Según sus biógrafos allí demostró su gran habilidad e inteligencia.
UN CAMPO DE EXTERMINIO NO ES UN CAMPO DE FLORES
Cada tanto, los pasaban a otros sub campos de exterminio que dependían de Mauthausen, con diferentes niveles de sufrimiento. En el peor (Ternberg), el comando de César estuvo integrado por unos 360 a 400 prisioneros. En ese momento volvieron las disputas con los comunistas: habían organizado una resistencia clandestina en el encierro que iba en contra de la estrategia de Orquín de conseguir comida y mejores tratos. No se plegó. Finalmente renunció a la función de kapo.
Esos conflictos con los comunistas siguieron una vez terminada la guerra y liberados por los ejércitos aliados. Lo acusaron de explotar y mandar a la muerte a otros prisioneros. Pero sus compañeros dieron testimonios en su defensa. Orquín Serra y muchos de los prisioneros sobrevivientes respondieron con datos, dando testimonios ante las acusaciones. Declararon que les salvó la vida, que intervino atemperando la violencia de los alemanes. Que en su comando muy pocos prisioneros habían muerto.
En el horror del campo de exterminio la comunicación y los libros le habían permitido sobrevivir. Trabajó en radios como locutor, guionista y dramaturgo con el seudónimo Aldagón. Fue publicista y más tarde director artístico de la Asociación Filarmónica de Mendoza. Fue docente, fundó la Escuela de Propaganda y Publicidad.
Nunca fue acusado formalmente. En cambio, sí fueron condenados otros kapos o directamente ajusticiados.
“El aparato comunista, a pesar de su gran valía, trató de hundirlo, de humillarlo. Para mí, fueron razones de concepción política y metodológicas. Políticas porque su ideario estaba por encima de cualquier adscripción ideológica y partidista. Metodológicas, porque siempre actuó de igual manera: había que beneficiar a los más débiles para evitar que se murieran. No por afinidades políticas, como a menudo, o casi siempre, pasó con los comunistas”, explicó Guillem Llin Llopis a La Vanguardia.
EL EXILIO EN EL EXILIO
Se casó en Austria con su novia. Tuvo a su hija Mausi 1947. Fundó la Organización de Republicanos Españoles de Austria. Trabajó como profesor de idiomas y también en la embajada de la Argentina. Pero el hostigamiento y la amenaza de los comunistas continuó. Se exilió entonces en la Argentina.
Viajaron con pasaporte diplomático junto con la familia del cónsul argentino en Viena. Era el correntino José Ramón Virasoro: capitán retirado y ayudante de campo de Perón que sin experiencia política armó el Partido Peronista en su provincia, intentó ser candidato a gobernador y fue recompensado con un consulado en Europa. Más tarde habría sido investigado por venta de pasaportes y contrabando.
No renunció a su condición de español y antifascista. En 1955 participó en la fundación de la Agrupación Republicana Española de Mendoza, que asumió al peronismo como dictadura y se enfrentó a los comunistas pro soviéticos.
César Orquín, su esposa e hija se instalaron primero en Buenos Aires donde convivieron con republicanos españoles exiliados. Luego en Mendoza porque era más segura ante las amenazas de comunistas españoles (especialmente un secretario valenciano de origen gitano, de apellido Martínez). Eran tiempos de la guerra fría y el comunismo internacional se había convertido en un polo de poder político.
En el horror del campo de exterminio la comunicación y los libros le habían permitido sobrevivir. Sobre esos pilares reconstruyó su vida en el exilio argentino. Fue el responsable de prensa de la Biblioteca Pública General San Martín, en Mendoza.
Fue visible y conocido. Trabajó en radios (Libertador, Nacional y Nihuil) como locutor, guionista y dramaturgo con el seudónimo Aldagón. Fue publicista y más tarde director artístico de la Asociación Filarmónica de Mendoza. Fue docente, fundó la Escuela de Propaganda y Publicidad.
Pero no renunció a su condición de español y antifascista. En 1955 participó en la fundación de la Agrupación Republicana Española de Mendoza, que asumió al peronismo como dictadura y se enfrentó a los comunistas pro soviéticos.
LAS VUELTAS DE LA VIDA
Continuó en la actividad social como uno de los fundadores en 1956 del Centro de Investigación y Prevención de la Parálisis Infantil (CIPPI), ocupado de vacunar ante el brote de poliomielitis y la inacción del gobierno.
También fue miembro de la Cámara Junior Internacional. Ya adulto ingresó a la masonería: su voz fue determinante para que Perón no fuera admitido como masón por sus convicciones autoritarias.
Por esos años surgieron versiones recogidas por Llin y Senso, sin prueba documental, que hablan de que podría haber colaborado con los cazadores de nazis, especialmente con Simon Wiesenthal.
La pintora Mecha Anzorena trabajó en la agencia de publicidad de César Aldagón (el seudónimo se le fue volviendo apellido con los años): recuerda que en los últimos tiempos estableció una relación muy estrecha con los hermanos Roitman.
César Orquín Serra murió el 14 de febrero de 1988. Hasta ese día vivió en el barrio Laprida de Godoy Cruz. Nunca quiso volver a España. La Generalitat de Valencia lo distinguió en octubre de 2021 por haber salvado 300 vidas.
“Para mí era un maestro. Él era comisario político en la Guerra Civil Española cuando yo era un niño de 13 años que vivía en Mendoza. Era un amigo. Tenía un oído absoluto y un conocimiento de obras musicales inmenso. Todos los días tomábamos un café y me daba lecciones de arte y de política”, contó a La Vanguardia Moisés Roitman, con impecables 97 años.
La amistad con Moisés y su hermano Abraham fue estrecha en la última década de la vida de Orquín Serra. Paradójicamente los Roitman fueron figuras relevantes del comunismo mendocino: “fui secretario de Relaciones Internacionales de la SARCU (Instituto de Relaciones Culturales Argentina – URSS) y en el ‘56 visité la Unión Soviética. Volví muy crítico del comunismo y del peronismo. Fui amigo cercano de Benito Marianetti que supo refugiarse en mi casa. Pero nunca fui afiliado. Mi hermano sí: es uno de los fundadores del Credicoop”, evoca Moisés.
Muchos años después fueron clientes y cercanos con Orquín Serra, que había llegado a Mendoza en parte por la amenaza de comunistas españoles. Se sorprende Moisés: “Nunca supe de eso ni me lo contó. Pero cuando fui a conocer Mauthausen nos atendió un ex prisionero español que nos habló maravillas de cómo César había salvado a cientos de personas”.
César Orquín Serra murió el 14 de febrero de 1988. Hasta ese día vivió en el barrio Laprida de Godoy Cruz. Nunca quiso volver a España. La Generalitat de Valencia lo distinguió en octubre de 2021 por haber salvado 300 vidas.
ENTREVISTA A GUILLEM LLIN: HISTORIADOR Y COAUTOR DE LA BIOGRAFÍA
«No se sabe de nadie que lograra hacer la gesta de César Orquín»
Guillem Llin Llopis escribió junto con Carles Xavier Senso Vila el libro “César Orquín Serra: El anarquista que salvó a 300 españoles en Mauthausen”. Es el resultado de 4 años de investigaciones con documentos y testimonios recogidos en 6 países, que colocó a Orquín Serra en el lugar de un héroe durante el horror del nazismo. En consecuencia, han surgido los reconocimientos a la gesta del anarquista e incluso la filmación de una película documental sobre su historia.
Entrevistado por La Vanguardia, Guillem Llin aporta detalles sobre el funcionameinto del campo de exterminio, la cantidad de sobrevivientes, los conflictos internos y la vida en el exilio.
¿Cuántas personas salvó César Orquín en los campos de concentración?
Atendiendo al porcentaje de los republicanos españoles que perecieron en el campo de concentración de Mauthausen, que se sitúa en dos de cada tres aproximadamente, y teniendo en cuenta que en el Kommando César hay identificados 437 prisioneros, se puede asegurar, sin ningún género de dudas, que su labor en Mauthausen fue de unos 300 deportados supervivientes que, de no haber sido por su actuación, hubieran muerto. Frente a los 300, solo hubo entre 12 y 14 muertos. Del total de deportados, todos son republicanos españoles, excepto dos, los dos cocineros, que se los impusieron los nazis.
¿Es posible afirmar que los salvó a partir de aprovechar sus capacidades personales de comunicación y organización?
César Orquín sabía alemán, aunque no bien. Estando prisionero en el “stalag” de Estrasburgo se hizo con una gramática alemana y otra inglesa. Estudió para aprenderlas, por lo que pudiera pasar. Al llegar al campo de concentración nazi de Mauthausen, ante la ausencia de deportados que hablaran el alemán, lo pusieron de intérprete.
-¿Cómo aprovechó para salvar vidas?
Jugó sus cartas de manera magistral. A partir de ahí, con su inteligencia y su don de gentes, consiguió convencer a los comandantes del campo (Franz Ziereis y George Bachmayer) que le dejaran salir para hacer los trabajos que habían quedado inconclusos por la guerra. Fue el primero en salir a un “kommando”, o sucursal. Él lo que quería era sacar a los republicanos de los muros de Mauthausen, para poder maniobrar a su gusto.
Hay que tener en cuenta que en los subcampos donde estuvo, él cerraba las puertas de los barracones por las noches para que nadie molestara a sus hombres y que no hay constancia que nunca los SS entraran a los barracones. Otra cosa eran las zonas comunes y la de trabajo. De hecho, en el documental, hay un ex deportado que dice que no sabías quien era el preso y quien el vigilante, cuando lo veías llegar con un nazi a su lado.
¿Cuánto incidió su ideología anarquista y su formación política en la organización del trabajo?
Yo diferenciaría entre anarquista de concepción y anarquista militante. Como profundo humanista que era, abrazaba la forma de entender la vida anarquista. Pero de ahí a considerar que su ideología se transmite más allá como militante, creo que no. César era ante todo un hombre libre de pensamiento y que no se encasilla por nada en ninguna corriente de pensamiento. Menos aún, claro está, ser militante anarquista como de cualquier otra ideología. También se creía superior en inteligencia. Lo era y así lo han ratificado familiares de diversos deportados que consideran que era el hombre más inteligente que habían conocido. Por eso no aceptaba que nadie le dijera por donde tenía que ir. Su trabajo fue personal e intransferible.
A partir del estudio de su vida y testimonios: ¿cómo resolvió Orquín el dilema moral de cumplir con los objetivos de los nazis y al mismo tiempo salvar vidas?
Para resolver el dilema moral hay que situarse en el contexto de la época, del momento. Segunda mitad de 1940. A Mauthausen llegaron, sobre todo, republicanos españoles. Hasta la primavera de 1941 fueron 5.700 deportados. Entre agosto de 1940 a mayo de 1941 murieron 350 españoles. En los siguientes diez meses, hasta marzo de 1942, murieron otros 3600 republicanos por la degradación que sufrieron subalimentados, desmoralización por la marcha de la guerra, el trabajo esclavo, la arbitrariedad nazi con imposibilidad de descansar.
César Orquín lo vió e intuyó que había que crear un microcosmos particular, fuera de Mauthausen. Allí él iba a poder maniobrar y garantizar mejores condiciones. ¿Qué prometió? Trabajo. ¿A cambio de qué? De mayor cantidad de comida y de un buen trato por parte de los nazis.
¿Cómo usted entiende que influyó su formación para manejar esta situación?
Era una cuestión de supervivencia. Además, hace poco, ha aparecido en el macro archivo de Arolsen Archives, que está bajo tutela de la UNESCO, un documento con los nombres de 208 deportados del campo de concentración de Mauthausen que cobraban de los nazis por hacer su trabajo. Entre ellos hay 33 españoles. César Orquín no está, no aparece.
«Se puede asegurar, sin ningún género de dudas, que su labor en Mauthausen fue de unos 300 deportados supervivientes que, de no haber sido por su actuación, hubieran muerto».
En cuanto a su formación particular es indudable que tuvo su cuota de efecto. César no era un marginal ni un iletrado. Era un hombre con una sólida formación producto de ser un hijo ilegítimo de un padre burgués que no se había desentendido totalmente de él. Aunque acabaron de mala manera.
En el campo de concentración tuvo conflictos de poder con los prisioneros comunistas. ¿Fue por razones políticas, metodológicas o por desconfianza al modo en que actuaba de vínculo?
Con los comunistas se llevaba a mal traer, como el gato y el perro. De hecho, estuvo en la guerra en la Brigada Internacional XV, la Abraham Lincoln, que era una brigada comunista y César era el único comisario político anarquista. Las diferencias entre lo que dice el Partido Comunista por encima del hombre con su raciocinio era algo que nunca aceptó. Jamás dio su brazo a torcer. Por eso, el aparato comunista, a pesar de su gran valía, trató de hundirlo, de humillarlo. Para mí, fueron razones de concepción política y metodológicas. Políticas porque su ideario estaba por encima de cualquier adscripción ideológica y partidista. Metodológicas, porque siempre actuó de igual manera: había que beneficiar a los más débiles para evitar que se murieran. No por afinidades políticas, como a menudo, o casi siempre, pasó con los comunistas.
La tensión entre comunistas, anarquistas y socialistas se dio durante la República. ¿Es posible encontrar algún paralelismo con lo que luego pasó con los prisioneros republicanos en el campo de concentración?
La llegada de la Segunda República española fue una necesidad imperiosa. La corrupción, la pobreza, el analfabetismo, hicieron que se unieran todas las izquierdas. Así entró la República. Pero los socialistas querían ir paso a paso. Los anarquistas querían hacer la revolución. Y los comunistas, que no tenían fuerza ni representación política, no se fiaban ni de unos ni de otros.
Así era imposible entenderse.
Con todo, lograron avances significativos en el terreno de la educación, la justicia social, la pobreza, la Constitución de 1931 que fue una de las más avanzadas del mundo y la reforma militar. Tanto es así que los poderes fácticos comienzan a tramar una revolución militar que se plasmó en el fallido golpe de estado del general Franco, lo que causó el inicio de la Guerra Civil española.
Y la guerra la ganaron Hitler y Mussolini por su descarada ayuda a las tropas rebeldes en hombres, munición y armamento. Ellos estaban ensayando para lo que vendría después, la Segunda Guerra Mundial. Ni Francia, ni la Gran Bretaña ni los Estados Unidos de América lo vieron. Obviamente, todas esas rencillas, después en el campo de concentración aparecieron y se hicieron evidentes.
Hubo un incidente en el que algunos prisioneros comunistas fueron trasladados a otro campo de concentración. A partir de allí, es que van contra Orquín acusándolo de colaboracionista. ¿Cómo usted demuestra que no existió ese colaboracionismo?
El incidente es falso de principio a fin, producto de la propaganda del aparato comunista. César Orquín no envió a cien comunistas a otro subcampo para que se murieran. Eso es mentira. Él no tenía la fuerza suficiente como para ordenar el traslado de presos de un kommando a otro. Y se sabe que es mentira porque en la misma orden y fecha que salió de los nazis, hay también un número considerable de deportados del kommando de Steyr, que se encontraba a un centenar de kilómetros de distancia. Por si esto no fuera suficiente, en Redl-Zipf, además de los miembros del Kommando César, había otros deportados, a los que también afectó la medida.
«En 1946 forma parte del comité creado por Simon Wiesenthal, para cazar a los nazis prófugos. En 1947 fundó la Organización Republicana Española de Austria (OREA). Pero llega un momento en el que se da cuenta de que para romper con la dinámica que ha seguido desde hace más de una década, tiene que emigrar, poner tierra por medio.»
Con el final de la guerra ya próximo, había poco trabajo y en el kommando de Gusen, de altísima mortalidad, hacía falta gente: esa fue la razón por la que los nazis ordenaron trasladar presos de los otros subcampos a Gusen. Pero no fue capricho de César Orquín. Además, como el fin de la guerra estaba cerca, no murió nadie de los que fueron enviados.
¿Cómo describiría la vida de Orquín en la Argentina, ocupado en la publicidad, el antifascismo con los exiliados, la masonería, la cultura y la formación de jóvenes?
Una vez Orquín sale en libertad, y mientras otros deportados necesitan largas estancias en hospitales y balnearios para recuperarse, César entra a trabajar a las dos semanas como jefe de ventas en una empresa austriaca. A los tres meses su novia está embarazada, a los seis meses, se casa con su novia, y al año, es padre de una niña.
En 1946 forma parte del comité creado por Simon Wiesenthal, para cazar a los nazis prófugos. En 1947 fundó la Organización Republicana Española de Austria (OREA). Pero llega un momento en el que se da cuenta de que para romper con la dinámica que ha seguido desde hace más de una década, tiene que emigrar, poner tierra por medio.
También por precaución. Está casado y es padre de un bebé. Los comunistas dicen que le han condenado a muerte. Así marcha a la República Argentina. Primero a Buenos Aires y al cabo de dos años a Mendoza. César es un hombre con inquietudes e hiperactivo. Así, además de su trabajo en la biblioteca pública General San Martín se ocupa en la radio, escribe guiones para representaciones teatrales, es director artístico de los teatros Ópera e Independencia de Mendoza, da clases de publicidad, es corresponsal de una revista española especializada en música, forma parte del vacunatorio CIPPI, entra en la masonería, forma parte de la Cámara Junior, es locutor de radio, crea la agencia de publicidad Aldagon Propaganda. Los mendocinos tuvieron durante 36 años a un vecino excepcional y único.
Usted documenta que Orquín puso una fuerte resistencia a que Perón y gente vinculada a su régimen ingresara en la masonería. ¿Por qué asumió esa posición Orquín?
César Orquín renegaba de los totalitarismos. Todos. Y aquí hay que entender que, si o estás conmigo o contra mí, sin términos medios, eso se trata de una forma totalitaria. En consecuencia, para él era inaceptable. En ese sentido, Perón fue un dictador, que tuvo la animadversión de César como Hitler, Stalin o Franco. Y era lógico que los masones no lo quisieran, porque los masones son librepensadores, algo que Perón digería muy mal.
Es posible comparar a César Orquín con otros «héroes» que salvaron vidas durante el nazismo. Personalmente, ¿con quiénes encontraría un paralelismo entendiendo las condiciones y la dinámica?
Hace un mes, cuando estuvimos grabando en el campo de concentración de Mauthausen, estuve hablando con Christian Dürr. Por cierto, su pareja es argentina. Dürr es comisario del Memorial Mauthausen y una de las mayores eminencias de la deportación del mundo. Según él, no hay nadie, absolutamente nadie, que se sepa, que hiciera la gesta que consiguió hacer César Orquín. Desde dentro de un campo de concentración, como deportado, y únicamente con su palabra, hacer lo que hizo es increíble. Por tanto, no se puede comparar con nadie.
«No hay nadie, absolutamente nadie, que se sepa, que hiciera la gesta que consiguió hacer César Orquín. Desde dentro de un campo de concentración, como deportado, y únicamente con su palabra, hacer lo que hizo es increíble»
DOCUMENTAL «EL KAPO»
A partir de la investigación de Guillem Llin Llopis y Carles Xavier Senso Vila, la Universidad Nacional de Cuyo, la Universidad de Valencia y la Asociación de Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas (ATEI) están trabajando en el documental El Kapo. La película está en fase de postproducción y se espera su presentación para el primer trimestre de 2023.
Director: Albert Montón. Guion: Albert Montón. Productor ejecutivo: Miquel Francés. Director de fotografía: José Vicente Viadel. Música original: Carlos Vera. Montaje: Txiki Montán. En Argentina la producción estuvo a cargo de Andrea Sanhueza.