La historia de Hermes Binner es la de un visionario que transformó Rosario y Santa Fe, y cuyo legado sigue resonando en los corazones de los argentinos que creen en la necesidad de construir un Estado presente y eficiente que garantice derechos. Nacido en Rafaela, Santa Fe, el 5 de junio de 1943, Binner fue un hombre de principios sólidos y una convicción inquebrantable por la igualdad, la transparencia y la justicia social.
Binner era un dirigente especial, que construyó un liderazgo sin personalismos y basado en las ideas firmes y en los hechos. Era de pocas palabras pero de grandes gestos y de conceptos con contenido.
Impulsó políticas públicas que transformaron para siempre la idea del municipalismo en Argentina. Fue osado con sus políticas a favor de los derechos de las personas y en contra del clima de la época. Fue un político respetado y admirado, por su capacidad, su cercanía y su visión estratégica. Un distinto, un indispensable.
Su carrera política comenzó en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario, donde se involucró en el Movimiento Nacional Reformista, defendiendo ideas progresistas y reformistas. Como médico, llevó su pasión por la salud pública más allá de los hospitales, trabajando en los barrios marginales de Rosario y luchando por un sistema sanitario inclusivo y accesible para todos.
Como intendente de Rosario, implementó un modelo de salud pública que se convertiría luego en referencia nacional. Multiplicó por tres el presupuesto en salud y acción social, en una coyuntura particular, la de los años 90, cuando la tendencia era a la privatización y al cuestionamiento al Estado y su reducción al mínimo.
Aquella sobresaliente gestión municipal —que le valió el reconocimiento y el apoyo de la comunidad, y también de los principales líderes progresistas de América Latina y el mundo— lo catapultó a la Gobernación de Santa Fe. El primer día ordenó quitar las vallas que separaban al pueblo santafesino de la casa de gobierno en la capital provincial. Todo un anticipo de lo que sería su gobernación.
Rápidamente avanzó con la descentralización del Estado. Las asambleas ciudadanas, que se realizaban en ciudades de toda la provincia —no sólo en la capital provincial— y de las que participaban todos los ministros y funcionarios de su gobierno junto a representantes de instituciones y vecinos de cada región, fueron el marco en el que se le dio forma al Plan Estratégico Provincial, que sería faro, horizonte y guía de las tres administraciones del Frente Progresista santafesino.
“No existen territorios sin futuro, existen territorios sin proyectos”, repetía Binner en cada asamblea en las que arengaba a la comunidad a generar las ideas y las acciones para desarrollar cada territorio. De allí surgieron los acueductos, un ambicioso plan de obras para llevar agua potable a toda la provincia, las titularizaciones docentes como herramienta para mejorar la calidad educativa, los centros de cuidado infantil, los centros cívicos en las ciudades cabecera de las cinco regiones en las que se descentralizó el Estado provincial para acercarlo a los vecinos que ya no tenían que viajar a la capital provincial para resolver sus trámites y gestiones.
Binner llevó el modelo de salud pública de Rosario a toda la provincia, iniciando la construcción de 80 nuevos centros de salud y 7 hospitales de mediana y alta complejidad en distintas localidades, obras que se fueron concretando en las gestiones sucesivas como verdaderas políticas de Estado y algunas de las cuales aún hoy continúan. Durante su mandato, Santa Fe alcanzó la mortalidad infantil y materna más baja de su historia, un testimonio de su compromiso con la vida y el bienestar de los ciudadanos.
En 2011, se presentó como candidato presidencial del Frente Amplio Progresista, proponiéndoles a todos los argentinos su visión de un país más justo y equitativo. Aunque no ganó las elecciones, resultó ser el segundo candidato más votado. Su campaña por “un país normal” dejó una marca indeleble en la política argentina, demostrando que era posible liderar con integridad, propuestas estudiadas y planificación, sin pactar con la corrupción y la demagogia.
Durante su prolífica carrera política, vivió siempre en la misma casa, en San Juan al 2.300, en el macrocentro de Rosario. La propiedad no es sólo una estructura de ladrillos y cemento; es el refugio del alma de un hombre que dedicó su vida al servicio público y de sus sueños de solidaridad, transparencia y participación; de un Estado presente y eficiente para garantizar derechos.
Fue un hombre que vivió de acuerdo con sus valores y que puso la salud y la equidad en el centro de su acción política. Su legado es nuestra esperanza en tiempos en los que desde el poder central se insiste en atacar el rol del Estado y en tomar acciones directas para desmantelarlo. Y es, además, un recordatorio de que la dedicación y la pasión verdaderamente pueden transformar la sociedad.
Hoy, al recordar a Hermes Binner, quien cumpliría 81 años, honramos su memoria y reafirmamos nuestro compromiso con los ideales que él defendió. Es una lucha contracorriente, como la que él protagonizó en los 90, con la tenacidad y la certeza de que desde la función pública se puede y se debe mejorar la vida de las personas. Que la obra y las ideas de Binner sigan inspirando a las futuras generaciones a luchar por un mundo más justo y solidario.