Elecciones europeas: ascenso de la derecha desafía la unidad; socialdemocracia resiste y sigue fuerte en Bruselas, pese a reveses en Alemania y otros países. ¿Se renuevan acuerdos y surge un nuevo pacto?
Los resultados de las elecciones para el Parlamento Europeo de junio de 2024 dejarán varios mensajes y unos cuantos desafíos.
Tras décadas de integración, crecimiento y prosperidad, los valores que acunaron la Europa de la Unidad parecen haberse agotado.
Sociedades hastiadas, sin esperanza ni perspectiva de futuro – incluso aquellas que ostensiblemente han mejorado sin parar su calidad de vida a partir de la integración regional – han canalizado la bronca hacia un creciente voto a las opciones de extrema derecha. Parece que la moda de la motosierra y la licuadora se impone más allá de nuestras fronteras.
Debemos decir, de todos modos, que según todas las estimaciones la debacle para las tradicionales fuerzas democráticas y europeístas no ha sido tan grave.
Las remontadas electorales de la socialdemocracia en Países Bajos (con un primer lugar impensado hacer semanas), Portugal (en recuperación tras el traspié de las parlamentarias recientes en las que perdió el Gobierno), Italia (bajo el potente liderazgo de Elly Schlein), Francia (con un Partido Socialista resurgiendo de las cenizas) y la resistencia del incombustible Pedro Sanchez en España, dan aire a la izquierda democrática en varios de los países que más bancas aportan al Parlamento- y que más influyen hoy en la política comunitaria.
Finalmente, y tras diversos pronósticos, el grupo parlamentario de Socialistas y Demócratas (S&D) seguirá siendo el segundo grupo en cantidad de asientos en Bruselas y podrá continuar luchando por sostener las políticas de integración, inclusión social y regeneración económica.
De todos modos estas noticias alentadoras no deben desviarnos de la debacle del socialismo democrático en grandes países como Alemania (la nación que más Europarlamentarios aporta y en la cual el SPD del Canciller Scholtz salió tercero) o el debilitamiento en Austria y varios de los países de Europa del norte y Europa del Este.
Ahora, con los números puestos y las bancas asignadas, la pelota está en el campo de los Populares europeos.
Deberán decidir si buscan un diálogo democrático con liberales y Socialistas y Demócratas, o tiran por la borda décadas de paciente construcción institucional para buscar un acuerdo con las fuerzas de la extrema derecha que en varios países lideran las ideas euroescépticas.
Podrá sonar tentador para las y los Populares europeos construir una nueva mayoría recostados en la extrema derecha. Pero no sería la primera vez que el lobo se come a las ovejas.
