Valores universales como los derechos humanos y el feminismo han sido debilitados por el uso partidario ante la arremetida de la derecha reaccionaria en el gobierno. La presidenta de Partido Socialista y diputada nacional fija posición: «El socialismo, como siempre lo hizo, acompañará y será parte de estos procesos para sumar, para construir, no para apropiarse de ninguna bandera, no para creerse con la verdad iluminada».
Los feminismos han sido clave para la consolidación de la democracia. Sus luchas por la igualdad, por el reconocimiento de nuevos derechos y en contra de las violencias, se han expresado en construcciones colectivas consecuencia del diálogo en las calles y en las organizaciones. También en el Parlamento, donde la aprobación de leyes fundamentales se lograron gracias a formar alianzas estratégicas de mujeres de todos los espacios políticos. Porque los derechos humanos y los feminismos exceden las identidades partidarias.
Hoy vemos amenazados muchos derechos sociales consagrados en leyes y en la propia Constitución nacional: derechos a la salud, derechos sexuales y reproductivos entre otros, derechos conquistados por la diversidades. El ajuste llevado adelante por el gobierno nacional muestra su mayor crueldad contra las mujeres. Son las que sufren niveles de pobreza más altos que los hombres y son las que cargan mayoritariamente con las tareas de cuidado. Es peligroso el discurso y la práctica de odio del gobierno, de extremos irreconciliable orientados a atacar a los feminismos, a las políticas públicas reparadoras, niveladoras y al Estado como igualador.
LOS QUE NIEGAN LA AGENDA FEMINISTA Y LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Si le sumamos el desmantelamiento de las políticas públicas de género, la eliminación del Ministerio de las Mujeres -uno de los postulados de las “nuevas derechas” para reducir el Estado-, negando la agenda feminista mientras hay un femicidio en la Argentina cada 35 horas, estamos frente a un panorama desolador para todas.
Es importante entender que las asimetrías de poder y las cuestiones de género en las estructuras públicas requieren que las abordemos de forma profunda. Los violentos están en todos lados, porque así se produce culturalmente la masculinidad: violenta y cosificadora. No hay dónde no seamos violentadas por varones que se consideran con el derecho de disponer de nuestros bienes, nuestras decisiones, nuestras vidas.
Deposito mi esperanza en la política que lleve a la práctica los valores que hoy los argentinos y argentinas reclaman: la austeridad, la transparencia, el compromiso de asumir colectivamente el desafío de un cambio que es y era necesario, pero basado en un pacto social profundamente humano.
Las violencias de género existen en todos los ámbitos. Negar esta realidad es contribuir con la violencia, el machismo y la misoginia. Y esta complejidad requiere un Estado presente, que invierta en más y mejores políticas públicas para dar respuestas certeras y acordes ante una problemática creciente en lugar de desfinanciar y vaciar los espacios degradándolos discursivamente porque no cumplían su cometido. Hay que hacerlos eficientes, transparentes y no cerrarlos.
El país y el mundo se conmueven hoy por la denuncia pública por violencia de género contra un ex presidente. A la luz de los acontecimientos, hizo uso de sus funciones, influencias y poder para mostrar su lado más cobarde. Pero también son violentos los que están en el poder, se rasgan las vestiduras comentando en sus redes el caso, pero niegan la existencia de la violencia de género, desarticulando programas y políticas para prevenirla y proteger a las víctimas.
LA POLÍTICA COMO HERRAMIENTA PARA TRANSFORMAR LA SOCIEDAD
Desde el socialismo seguimos creyendo en la política como herramienta para transformar la realidad. La política entendida como la participación y acción colectiva. Porque la salida siempre es con otros y otras.
Por eso deposito mi esperanza en la política que lleve a la práctica los valores que hoy los argentinos y argentinas reclaman: la austeridad, la transparencia, el compromiso de asumir colectivamente el desafío de un cambio que es y era necesario, pero basado en un pacto social profundamente humano.
El socialismo, como siempre lo hizo, acompañará y será parte de estos procesos para sumar, para construir, no para apropiarse de ninguna bandera, no para creerse con la verdad iluminada, sino para apostar al diálogo. Creo en los feminismos este movimiento diverso y poderoso que hoy denostan, que como lo viene haciendo va a seguir cambiándolo todo.