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Los Estados Unidos de Trump: historia de una deriva autoritaria

por | Abr 20, 2025 | Mundo | 0 Comentarios

El liderazgo del magnate Donald Trump ha puesto en jaque a la democracia norteamericana desde su aparición hace una década. Su segundo mandato presidencial augura una deriva autoritaria sin precedentes y con efectos todavía inconmensurables. 

Donald Trump, presidente de Estados Unidos.

El 4 de julio de julio de 2026 se cumplirán 250 años de la independencia de los Estados Unidos de América. Este hecho histórico es fundamental para la historia de la Ciencia Política, en tanto aportó muchos objetos de estudio a la disciplina como el sistema de gobierno republicano y presidencialista, la Constitución escrita y la división de poderes.

En un contexto histórico dominado por la cosmovisión monárquica del mundo europeo, los Estados Unidos sentaron un precedente y sirvieron como inspiración para los revolucionarios latinoamericanos que lucharían décadas después para liberarse del yugo colonial español.

Durante más de dos siglos, la democracia estadounidense supo sobrevivir a varios desafíos como la guerra de secesión, las dos guerras mundiales, la guerra de Vietnam, el fin de la guerra fría y los atentados del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, a mediados de los años 2000, la política estadounidense comenzó a experimentar un proceso de polarización, sobre todo a partir del surgimiento de la alt right -derecha alternativa- y la consecuente radicalización del Partido Republicano.

LA «INESPERADA» PRIMERA PRESIDENCIA DE TRUMP

En agosto de 2015, el famoso magnate Donald Trump anunció su intención de postularse a la Presidencia de Estados Unidos. Su campaña se caracterizó por un discurso antiinmigración y sus propuestas estrafalarias, como la idea de construir un muro entre México y Estados Unidos. En un principio, la mayoría de los medios de comunicación y los principales referentes políticos del país dudaban seriamente de sus chances  de conseguir siquiera la candidatura del Partido Republicano. No obstante, y contra todo pronóstico, Trump consiguió convertirse no solamente en el candidato republicano a la Presidencia, sino también en Presidente de los Estados Unidos en noviembre de 2016.

En un país que se jactaba -y todavía se jacta- de no haber sufrido ninguna interrupción democrática en más de 200 años de historia, la llegada al poder de un candidato con claros tintes autoritarios, que despreciaba a sus adversarios y lanzaba ataques constantes a la prensa, puso un signo de pregunta sobre la hasta entonces inexpugnable democracia estadounidense.

La victoria de Donald Trump tomó por sorpresa a toda la clase política estadounidense y a un segmento importante de intelectuales y periodistas. En un país que se jactaba -y todavía se jacta- de no haber sufrido ninguna interrupción democrática en más de 200 años de historia, la llegada al poder de un candidato con claros tintes autoritarios, que despreciaba a sus adversarios y lanzaba ataques constantes a la prensa, puso un signo de pregunta sobre la hasta entonces inexpugnable democracia estadounidense.

En su primer mandato como Presidente, Trump mantuvo su hostilidad hacia los inmigrantes, promovió una política de desfinanciamiento de todos los programas sociales impulsados por la Administración Obama y produjo constantes tensiones con sus históricos aliados europeos. Asimismo, su gobierno sirvió de caldo de cultivo para que se multiplicaran como nunca antes los ataques hacia las minorías religiosas, raciales y sexuales. Entre ellos podemos mencionar el ataque a una sinagoga en Pittsburgh en octubre de 2018 y el asesinato por parte de tres policías de George Floyd.

En 2020, durante la pandemia del COVID-19, Estados Unidos fue uno de los países que menos restricciones sanitarias impuso a su población. De hecho, el Presidente Trump llegó a afirmar que el virus no se habría originado en Wuhan, como sostenía la Organización Mundial de la Salud, sino que habría sido fabricado en un laboratorio chino. Ese mismo año, debido en parte a la mala gestión de la pandemia, los conflictos raciales y el clima autoritario que se comenzaba a percibir en los Estados Unidos, Donald Trump perdió las elecciones celebradas en noviembre de ese año ante Joe Biden, ex vicepresidente de Obama y candidato del Partido Demócrata.

EL TRUMPISMO DE LA DERROTA

Imágenes del asalto al Capitolio por simpatizantes descontentos con al derrota de Trump.

 

Lejos de reconocer la derrota, Trump comenzó a esparcir teorías conspirativas sobre la victoria electoral de Biden, llegando incluso a afirmar que él había sido en realidad el justo ganador. Estas versiones, que no contaban con ningún tipo de asidero, fueron propagadas por los seguidores de Trump a través de redes sociales como Twitter -hoy X-, y por periodistas afines como Tucker Carlson.

El 6 de enero de 2021, el día en que Joe Biden debía ser confirmado como Presidente por el Congreso de Estados Unidos, una horda de simpatizantes de Trump asaltaron el Capitolio, un hecho que probablemente sea recordado como el mayor golpe a la democracia estadounidense en su historia reciente.  Sumado a ello, el día de la toma de posesión de Biden, Trump no se hizo presente, por lo que fue el ex vicepresidente Mike Pence el encargado de realizar el traspaso de mando.

El primer gobierno demócrata en cuatro años estuvo marcado por hechos internacionales que pusieron en duda el liderazgo internacional de Estados Unidos. Entre otros, se pueden mencionar la llegada al poder de los talibanes en Afganistán, la invasión de Rusia a Ucrania y los atentados terroristas del 7 de octubre. Asimismo, el desgaste que sufrió Biden durante su presidencia debido a su avanzada edad y sus problemas de salud, generaron fuertes dudas dentro de su propio partido con respecto a si estaba apto para continuar y, más todavía, si sería criterioso postularlo para un segundo mandato presidencial. Es por eso que en julio de 2024, Joe Biden se retiró de la carrera presidencial y le dejó su lugar a Kamala Harris, primera vicepresidenta mujer en la historia de los Estados Unidos.

A pesar de haber superado con creces a Trump en los debates, Harris fue derrotada por el candidato republicano en las elecciones presidenciales de noviembre de 2024. Esta segunda victoria de Donald Trump se produjo en un contexto de crecimiento de la extrema derecha en todo el mundo. A diferencia de su primera Administración, en este segundo mandato Trump estará acompañado por Elon Musk, un empresario sudafricano nostálgico del Apartheid y desarrollador de la empresa de autos eléctricos Tesla.

TRUMPISMO RECARGADO Y LA DERIVA AUTORITARIA

Desde que tomó posesión el 20 de enero pasado, Trump dio comienzo a una deriva autoritaria incluso más profunda que la que tuvo lugar en su primer mandato. Por ejemplo, tan solo un día después de asumir el poder, Elon Musk, su principal colaborador, realizó un movimiento con su brazo que muchos interpretaron como un saludo nazi. Asimismo, Trump comenzó a despedir a muchos trabajadores estatales que no compartían su ideología e impidió la entrada de muchos periodistas opositores a las conferencias de prensa en la Casa Blanca.

A la hora de conformar su gabinete, Trump designó a personas que claramente no estaban comprometidos ni con el sistema democrático, ni con los intereses de los Estados Unidos. Quizás el ejemplo más paradigmático sea el de Tulsi Gabbard, una ex demócrata de Hawaii designada por Trump como Directora Nacional de Inteligencia y acusada de colaborar con la Federación Rusa.

El sistema universitario estadounidense, de una calidad innegable y que alojó a muchos académicos exiliados a lo largo de la historia, sufre ahora un ataque sin precedentes. Por primera vez en su historia, los Estados Unidos parecen estar sufriendo una fuga de cerebros. Académicos de renombre, como el politólogo Jason Stanley, ya han comunicado su intención de mudarse a Canadá. Muchos alumnos extranjeros viven con miedo de ser deportados a sus países de origen solamente por haber manifestado su disconformidad con el gobierno y sus medidas.

Desde que tomó posesión el 20 de enero pasado, Trump dio comienzo a una deriva autoritaria incluso más profunda que la que tuvo lugar en su primer mandato. Por ejemplo, tan solo un día después de asumir el poder, Elon Musk, su principal colaborador, realizó un movimiento con su brazo que muchos interpretaron como un saludo nazi.

En el plano educativo, por otro lado, la censura de libros ha llegado tan lejos que en algunos Estados se ha prohibido leer El diario de Ana Frank en las escuelas. Esta actitud censora se origina en “Project 2025”, un documento del Partido Republicano publicado en 2023 y que plantea la orientación que tomará el próximo gobierno de Trump. En este documento, los derechos de las mujeres y de las minorías raciales y sexuales son los más señalados.

Donald Trump busca también poner fin a la era de Estados Unidos como “policía global”, una posición que este país mantiene desde el fin de la guerra fría. El Presidente de Estados Unidos históricamente fue considerado el “líder de Occidente”, un título que Trump no parece interesado en preservar. Por el contrario, Trump considera que lo más importante es defender los intereses de los Estados Unidos de América y, por tanto, desatenderse de cualquier papel que trascienda ese objetivo. Asimismo, la visión de política internacional de Trump está reñida con muchas de las bases del derecho internacional y sus normas sucedáneas.

Tal es así que en los pocos meses que lleva de gestión, el mandatario estadounidense manifestó su intención de anexar Canadá y Groenlandia, maltrató al Presidente de Ucrania, Volodymir Zelensky y mostró un preocupante acercamiento a líderes autoritarios como Vladimir Putin y Viktor Orban. Pero, si hubo una medida de Trump que terminó por confirmar cómo será la política exterior de los Estados Unidos de ahora en más, esa fue la decisión de imponer tasas arancelarias a prácticamente todo el mundo, incluso a islas donde sólo viven pingüinos. Así, los Estados Unidos se han convertido en un factor de incertidumbre en el orden mundial y el comercio internacional, agravado por la magnitud y la centralidad del actor en cuestión.

Sin embargo, no todo es pasividad frente al liderazgo de Trump. Aún se ven signos de resistencia ante lo que parece una deriva hacia el autoritarismo triunfe. Alexis de Tocqueville en su brillante libro La Democracia en América sostenía que los principales elementos que hacían funcionar la democracia estadounidense eran la capacidad de asociación y la libertad de prensa. Tal vez, si los americanos vuelven a estos orígenes, la democracia más longeva del mundo pueda sobrevivir o, tal vez, renacer de sus propias cenizas.

Lucía Lago Krümmer

Lucía Lago Krümmer

Estudiante avanzada de Relaciones Internacionales y Ciencia Política en la Universidad de Belgrano. Redactora en Finguru, CEERI, GEOPOL 21 y Politólogos al whisky.