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¿El fin de la grieta en la Argentina?

por | Jul 15, 2025 | Nacionales, Opinión | 0 Comentarios

A contramano del discurso beligerante de Javier Milei, Gabriel Obradovich sugiere que estamos ante el fin de la grieta. Un escenario abierto y plural con nuevos y viejos actores redefiniendo sus roles frente al oficialismo nacional.   

Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner, protagonistas de «la grieta» de la política argentina de la última década.

Es posible que la polarización política en la Argentina esté finalizando o transformándose de una manera novedosa. La división política conocida como “la grieta” fue el gran ordenador político desde el conflicto agrario de 2008, por lo menos hasta el 2021. Los grandes protagonistas fueron el kirchnerismo y el anti kirchnerismo. Ambos espacios aglutinaron a lo largo de 12 años distintas coaliciones y actores políticos, pero la dinámica polar se mantuvo. A partir de la formación de Cambiemos en 2015 la grieta se consolidó en dos espacios más o menos diferenciados ideológicamente en torno al rol del Estado; y que a su vez evidenciaban ciertos clivajes sociales de apoyo estables en relación a las clases, edad y género de sus votantes. Entre ambas coaliciones aglutinaban una importante mayoría electoral. En las elecciones generales de 2015 el Frente para la Victoria y Cambiemos sumaron más del 70% de votos.

La grieta fue un fenómeno de polarización política de las elites. Esto quiere decir que no fue la sociedad o los grupos sociales los que se extremaron políticamente y motivaron un nuevo posicionamiento de sus representantes. Este puede ser, tal vez, el caso de grupos religiosos conservadores de EEUU que motivaron un corrimiento de los lideres Republicanos, pero no parece ser el caso de la Argentina. En nuestro país, la grieta fue un modo de interpelación de los actores políticos y no una respuesta a la demanda de sus electores. Además, la polarización tiene algunas elementos específicos e interrelacionados. Un primer rasgo supone que es un conflicto polar. Los jugadores son centralmente dos. El otro elemento central es el contenido moral de su posicionamiento y la exclusión del otro por fuera de los marcos sociales y democráticos. En el caso de la grieta, el kirchnerismo y el anti-kirchnerismo no dejaron de imputarse mutuamente de representar los peores valores; desde la dictadura a la violencia armada, de la corrupción y el saqueo a la entrega del país, pero también de monopolizar la defensa del pueblo, de sus intuiciones y de la república.

Desde las elecciones presidenciales el modelo polarizado entre kirchnerismo y anti kirchnerismo es un juego agotado que no parece tener capacidad de aglutinamiento, politización y movilización.

En sus momentos de apogeo, esta interacción política tuvo un efecto politizador sobre la sociedad dejando atrás la crisis de representación del largo 2001. Luego del conflicto agrario, jóvenes, intelectuales e incluso miembros del espectáculo se politizaron fuertemente ubicándose a un lado y otro de la grieta. El agonismo moral y político promovió la movilización y el involucramiento. El mecanismo fue propuesto por Emile Durkheim hace más de 100 años, en algunas coyunturas el conflicto genera integración social.

¿Cómo puede finalizar la polarización política? Los modelos hipotéticos pueden servirnos para visualizar cambios recientes y reflexionar sobre un nuevo marco político en ciernes: 1) El conflicto polarizado finaliza porque uno de los polos es vencido; 2) Uno de los protagonistas se disgrega internamente; 3) Aparece un tercero que rompe la lógica polar.  Es posible que estemos asistiendo a una combinación de 2 y 3. Esto supone pensar que el Frente de Todos y Cambiemos comenzaron a perder votos y apoyos con fuerza desde las lecciones 2021 en las cuales se evidenció el crecimiento de las nuevas derechas. Y, en particular, desde 2023 con le irrupción de Javier Milei. Desde las elecciones presidenciales el modelo polarizado entre kirchnerismo y anti-kirchnerismo es un juego agotado que no parece tener capacidad de aglutinamiento, politización y movilización.

¿Por qué la polarización ya no logra aglutinar? Varias explicaciones atendibles circulan: el aumento de la inflación, crisis, y malas gestiones del Estado tanto en el gobierno de Cambiemos como el Frente de Todos tuvieron un efecto expulsivo de sus votantes. La falta de empatía de la clase política en pandemia y, particularmente en la postpandemia contribuyó a percibirlos como una “casta” ajena a la realidad de sus problemas. Posiblemente también la lucha intestina hacia dentro de las coaliciones contribuyó a desacreditar el discurso moral y de pureza que ambos espacios proclamaban. En este aspecto, tal vez el costo fue más amplio de lo que comúnmente se señala debido a que la misma lógica polarizada se aplicó internamente.

El grupo de tres permite alianzas, desplazamientos, estructuras móviles, pero dificulta el agonismo. La polarización que el presidente promueve en las palabras hasta ahora se diluye en los hechos. 

¿Es posible que Javier Milei recree la polarización? Sin dudas el nuevo presidente libertario promovió desde la campaña una nueva forma de polarización moral y de exclusión del otro bajo el discurso de “la gente de bien” frente a la “casta” y demás variantes. Discursivamente, el nuevo presidente y parte de sus principales funcionarios “declaran” una división del mundo social político entre buenos y malos, de los “argentinos de bien frente a los políticos”. Pero declarar no es hacer.  El nuevo gobierno tiene la limitación de los números. Necesita cooperar con un tercero. A veces el presidente necesita el apoyo de la UCR, otras veces encuentra el acompañamiento en el PRO, pero también del peronismo en algunos casos. Esto significa que acuerda con “la casta”, pero también que otros espacios comparten con el gobierno algunos diagnósticos y metas como la estabilidad monetaria y el ordenamiento fiscal.

La polarización no puede ser un juego de tres (o más) dependiendo el contexto.  El sociólogo Georg Simmel recalcó hace un siglo la importancia de los números para los grupos sociales. El grupo de tres permite alianzas, desplazamientos, estructuras móviles, pero dificulta el agonismo. La polarización que el presidente promueve en las palabras hasta ahora se diluye en los hechos.  Mas que un escenario político polarizado parece gestarse un espacio más plural en el cual el gobierno encuentra en el kirchnerismo su principal opositor, pero con el centro ocupado por competidores en las urnas, pero aliados circunstanciales en ambas cámaras. Asimismo, todas las coaliciones, incluida la del propio oficialismo, muestran tensiones y conflictos abiertos, transfuguismos y realineamientos.

Unos y otros se muestran más erráticos que lo que sus discursos anuncian. En tal sentido, el pluralismo debilita el agonismo. Tal vez la despolarización promueva la apertura del marco político en el cual se amplíen los actores y las opciones, en el que primen acuerdos y negociaciones en una nueva clave. Quizá esto sea a pesar o, tal vez, gracias al propio Milei.

Gabriel Obradovich

Gabriel Obradovich

Licenciado en sociología y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente se desempeña como profesor asociado en la asignatura Teoría Sociológica II de la Carrera de Sociología de la Universidad Nacional del Litoral.