El país se encuentra en un momento histórico crucial, donde la inercia del pasado y un modelo de financiarización limitan su potencial. Para salir de este estancamiento, la clave es construir un nuevo modelo económico que sea sostenible, inclusivo y federal, aprovechando sus enormes recursos y talentos humanos.
Argentina se encuentra en una encrucijada histórica. Para mejorar la calidad de vida de su población, es esencial lograr un crecimiento económico estable y sostenible. Sin embargo, la inercia del antiguo modelo de sustitución de importaciones y la persistencia del actual modelo de financiarización limitan su potencial. Para superarlo, es imperativo construir un nuevo modelo de desarrollo económico que sea, al mismo tiempo, sostenible, inclusivo y federal.
Históricamente, Argentina ha buscado sin éxito alcanzar un crecimiento sostenido. Durante el último medio siglo, la tasa promedio de crecimiento anual del PIB fue de apenas un 1,8 %, muy por debajo del promedio latinoamericano del 3,2 %. Esto se debe a múltiples tensiones entre las cuales se destaca la presión constante sobre la balanza comercial, donde el sector agropecuario genera divisas pero es vulnerable a los precios internacionales, mientras que la industria y los importadores demandan esas mismas divisas. A esto se suma la inestabilidad financiera crónica, que se manifiesta en ciclos de devaluación y desalienta la inversión productiva. Otro factor determinante en este proceso de desacumulación es la debilidad de las instituciones económicas y el centralismo que atentan contra la formulación de un modelo de desarrollo equilibrado.
Durante el último medio siglo, la tasa promedio de crecimiento anual del PIB fue de apenas un 1,8 %, muy por debajo del promedio latinoamericano del 3,2 %. Esto se debe a múltiples tensiones entre las cuales se destaca la presión constante sobre la balanza comercial, donde el sector agropecuario genera divisas pero es vulnerable a los precios internacionales, mientras que la industria y los importadores demandan esas mismas divisas.
Estos factores se ven potenciados por la concentración de la actividad económica y la población en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y la región Pampeana, sin extender sus beneficios al resto del país. Como consecuencia Argentina sufre de una baja densidad empresarial, con solo 13 empresas por cada 1.000 habitantes, cifra que se reduce a 6 en el Norte del país. Esta situación se agrava por la falta de especialización del empleo y conectividad en la mayoría de las provincias. Además, la infraestructura es precaria, con grandes disparidades de acceso que afectan principalmente al Norte y la Patagonia. En lo social, el país enfrenta desafíos urgentes: cerca del 35 % de la población se encuentra en situación de pobreza y tres de cada diez personas carecen de una vivienda adecuada.
Además Argentina enfrenta desafíos cruciales vinculados a las vulnerabilidades ante los efectos del cambio climático, a pesar de su potencial para mitigar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Los sectores de Energía y Agropecuario son responsables de casi el 88 % de las emisiones totales de Gases de Efecto Invernadero del país. Una transición energética es indispensable y urgente. A su vez, el sector agropecuario posee condiciones inmejorables para avanzar hacia un modelo sustentable.
A pesar de los desafíos, Argentina posee un enorme potencial para impulsar un crecimiento sostenido e inclusivo, gracias a sus abundantes recursos naturales y capacidades humanas. El país posee las segundas reservas mundiales de gas y petróleo no convencionales, y las cuartas de litio. Además, sus extensas tierras fértiles la consolidan como un productor agrícola clave. A nivel industrial y tecnológico, Argentina exhibe capacidades notables, con experiencia en el ámbito nuclear y empresas tecnológicamente avanzadas. Esta combinación de recursos y capacidades brinda a Argentina una oportunidad histórica para diversificar sus exportaciones y complejizar su estructura productiva.
A pesar de los desafíos, Argentina posee un enorme potencial para impulsar un crecimiento sostenido e inclusivo, gracias a sus abundantes recursos naturales y capacidades humanas. El país posee las segundas reservas mundiales de gas y petróleo no convencionales, y las cuartas de litio.
Para superar los obstáculos y aprovechar estas oportunidades, Argentina necesita una estrategia de desarrollo integral que articule políticas económicas, ambientales y sociales, basadas en una serie de pilares básicos.
Bases Macroeconómicas para la Estabilidad y el Crecimiento
Es fundamental estabilizar el tipo de cambio mediante un acuerdo económico federal. Se requiere establecer una sólida responsabilidad fiscal, formulando presupuestos con superávit primario para evitar el endeudamiento insostenible o la emisión monetaria, liberando recursos para inversiones productivas y transmitiendo confianza a los mercados. Complementariamente, se necesita una reforma tributaria integral más progresiva, con una administración fiscal federalizada para fortalecer la autonomía provincial y la equidad interjurisdiccional. Finalmente, las políticas monetarias deben ser contracíclicas, fomentando que el ahorro de los argentinos se transforme en consumo e inversión local, lo que implica generar confianza en el sistema financiero y avanzar hacia la unificación cambiaria.
Desarrollo Productivo y Diversificación Estratégica
Argentina debe establecer mecanismos transparentes para canalizar los excedentes de sus recursos naturales hacia inversiones productivas estratégicas. Un fondo soberano podría financiar infraestructura, I+D, educación y un ecosistema de innovación, transformando la riqueza natural en capital humano y tecnológico. Esto, junto con el fomento de la biotecnología, la minería sostenible y los sectores intensivos en conocimiento, busca crear una economía resiliente y menos dependiente de los commodities. Una política exterior proactiva es crucial, profundizando la integración comercial dentro del MERCOSUR. El Estado debe fomentar la adopción de tecnologías futuras como la Inteligencia Artificial, Big Data, IoT y robótica, a través de programas de apoyo, incentivos y capacitación.
Un fondo soberano podría financiar infraestructura, I+D, educación y un ecosistema de innovación, transformando la riqueza natural en capital humano y tecnológico.
Transición Energética y Sostenibilidad Ambiental
Argentina se encuentra en un momento crucial para definir su futuro energético y ambiental. Para ello, es fundamental acelerar la descarbonización utilizando el gas de Vaca Muerta como combustible de transición, resolviendo los cuellos de botella en infraestructura. Simultáneamente, es imperativo expandir drásticamente las energías limpias, requiriendo una inversión sin precedentes en infraestructura.
Es necesario implementar un plan nacional de adaptación al cambio climático, con acciones concretas y coordinadas a nivel provincial y municipal. Finalmente, es fundamental delinear una estrategia a largo plazo para la descarbonización gradual, impulsando la inversión en tecnologías avanzadas como el hidrógeno verde y la captura de carbono.
Reformas Institucionales y Gobernanza Federalista
Un federalismo real, con una profunda descentralización y la creación de un Consejo Federal de Desarrollo Económico Sostenible, es crucial. Este consejo coordinaría políticas, promovería la inversión descentralizada, fortalecería la autonomía fiscal provincial, impulsaría la innovación regional y monitorearía indicadores de desarrollo sostenible.
La gobernanza efectiva es esencial, requiriendo una sólida coordinación multisectorial entre el sector público, el privado y la sociedad civil. El sector público debe operar con una visión unificada. Las empresas tienen un rol fundamental al adoptar modelos de negocio sostenibles, incorporar criterios de gobernanza e inversión socialmente y ambientalmente responsable (ESG), invertir en tecnologías limpias y promover prácticas laborales justas.
Finalmente, la sociedad civil, incluyendo ONGs, sindicatos y comunidades locales, es clave en la identificación de problemas, la formulación de soluciones y la vigilancia de la implementación de políticas.
Las urgencias del presente no deben eclipsar la oportunidad excepcional que tenemos de redefinir el rumbo del país. Es imperativo superar la parálisis que ha frenado nuestro desarrollo y convertir los desafíos actuales en la base de una transformación estructural. El país posee los activos para lograrlo: vastos recursos naturales, capacidades productivas y un valioso capital humano.
La clave está en articular estos activos bajo una visión integral que alinee objetivos económicos, sociales y ambientales. Debemos pasar del discurso a la implementación, del diagnóstico a la ejecución. Con diagnósticos precisos, metas claras y la reconstrucción de la capacidad estatal, es posible generar un círculo virtuoso de desarrollo.