Simón Radowitzky fue célebre por atentar contra la vida del comisario Ramón Falcón, pero además fue un anarquista consecuente desde su juventud. Son esos valores los que merecen, todavía más, ser recordados.
Simón Radowitzky mató a Ramón Falcón. Eso lo sabemos todos.
Falcón fue militar y policía. Como tal, mandó a reprimir a los trabajadores (hombres y mujeres acompañados de sus pequeños) que habían asistido al acto del Día de Trabajador el 1 de mayo de 1909 en la Plaza del Congreso. Los asistentes conmemoraban a los mártires de Chicago, el incidente conocido como “La masacre de Haymarket”, un hecho histórico donde obreros reclamaban en una marcha pacífica la jornada laboral de 8 horas diarias que ese 4 de mayo de 1886 terminó con una bomba arrojada anónimamente y por la cual se juzgó y fusiló a ocho trabajadores anarquistas (a siete, en rigor, uno se suicidó antes de la ejecución). Los argentinos reunidos entonces en el Congreso rendían homenaje a estos hombres que dieron su vida por los derechos del trabajador cuando una vez finalizados los discursos, Falcón dio la orden a la policía que comandaba de disparar indiscriminadamente. Así cayeron más de cien heridos y catorce muertos de bala. Hecho trágico conocido como la “Semana roja”.
Radowitzky era un joven obrero ucraniano de origen judío que había llegado al país hacía apenas un año y trabajaba en el ferrocarril. De ideas ácratas, lector de La Protesta, pasa de la localidad de Campana a instalarse en Buenos Aires para trabajar como herrero. Enterado de los eventos de la Semana Roja, junto a un grupo de compañeros planean la revancha: no podían acatar mansamente tal accionar policial sin más. Considerado Falcón el ejecutor responsable de los asesinatos de los trabajadores, el 14 de noviembre de ese mismo años, arroja una bomba que él mismo había preparado en el carruaje donde viajaba Ramón Falcón y estalló en la esquina de Quintana y Callao produciéndole la muerte pocas horas después.
[blockquote author=»» pull=»normal»]¿Cuál es el propósito del anarquismo? Seres humanos libres, con pensamiento crítico y en condiciones de igualdad, además de la cooperación como herramienta para la concreción de un mundo justo. [/blockquote]
Existe un anarquismo teórico, uno filosófico, otro utópico, el marxista, feminista, individualista, el socialista, el político, uno epistemológico y cuanta corriente libertaria (esto es, con un entendido sentido de libertad) y librepensadora se precie. También hay anarquía en la poesía. Siempre revolucionario entendiendo a la revolución como un medio de elevación moral y espiritual. Desde el taoísmo hasta el situacionismo, navegamos en aguas ácratas. La verdadera emancipación viene de manos anarquistas. ¿Cuál es el propósito del anarquismo? Seres humanos libres, con pensamiento crítico y en condiciones de igualdad, además de la cooperación como herramienta para la concreción de un mundo justo. Y para tales efectos, no puede haber presencia del Estado. ¿Por qué seguimos escribiendo en alta Estado, Iglesia, estas instituciones acaso enaltecidas por las mayúsculas? ¿Por qué dios sí y diablo no? No puede haber estado -y va en baja- porque el límite que trazan estas cartografías de fronteras no permite la penetración cultural foránea. La iglesia -también en minúsculas- menos quiere la penetración, es un hecho. Acá es donde primero se escuchan vituperar calificativos tales como “Idealistas”, “Utópicos”, “Infantiles”, “Ilusos” cuando el corpus del pensamiento anarquista se basa en la racionalidad y la realidad pero la falta de pensamiento crítico impide llegar a ese entendimiento.
Se creen libre viviendo en democracia -que nunca se escribió con mayúsculas-, hoy apenas una teoría vaga y que le dio espacio al fascismo que hoy gobierna casi el mundo entero. (El fascismo era antes una dictadura que se correspondía a una falta de democracia: hoy la votan como opción de vida.) Votan, obedecen, trabajan para un sistema que se muerde la cola y a eso le llama crisis financiera. Votan a quienes los explotan. Lo único contrario a eso es un socialismo, que como el anarquismo, retoma lo mejor de la Ilustración y el liberalismo clásico.
Sin apelar a recursos lingüísticos muy rebuscados, así como la utopía refiere a una doctrina si no imposible, sí muy difícil de realizar con el bienestar humano como finalidad, la eutopía puede ser el espacio a o(k)upar.
[blockquote author=»» pull=»normal»]Votan a quienes los explotan. Lo único contrario a eso es un socialismo, que como el anarquismo, retoma lo mejor de la Ilustración y el liberalismo clásico.[/blockquote]
Todo esto y mucho más pasaría por la cabeza de un Radowitzky pobre, obrero, trabajador incansable, pobre, judío mientras preparaba la bomba en un país donde apenas si conocía la lengua pero sí se entendía con sus compañeros ácratas. La mirada misma todo lo dice: el dolor frente a esos asesinados por la policía, la impotencia masticada con bronca y saliva. Vería quizá en su imaginación ese mirar altivo de Falcón, se le revolverían las tripas de pensar en su satisfacción tras la represión sangrienta.
Nada nunca es justo. Sí, Radowitzky mató a Falcón. Y tenía dieciocho años cuando lo hizo. Tras penosos años en la cárcel de Ushuaia y un intento de escape, Simón se benefició de un indulta gracias a la mediación de Salvadora Medina Onrubia, la gran ensayista y poeta anarquista referente del primer feminismo argentino. Sí se lo obligó al destierro y así se refugió en la capital uruguaya la que abandonará para combatir en la Guerra Civil Española en el frente anarquista aragonés. Su salud, quebrada tras veinticinco años de frío patagónico y media ración de comida, lo obligó a dejar la lucha y terminar en México donde se ocuparía de editar revistas libertarias hasta que ya no pudo continuar. Murió en 1956.