No hay certezas sobre el resultado, pero será parejo. La futura gobernabilidad será difícil con un sistema político golpeado. La mitad conservadora quiere seguir en el gobierno. La mitad modernizadora desafía con leve ventaja. El daño está hecho y puede ser peor.
Este domingo Brasil decidirá si el próximo presidente será el expresidente Luis Inacio Lula Da Silva del Partido de los Trabajadores (PT) o el actual presidente Jair Messías Bolsonaro del Partido Liberal (PL). Se espera que más de 110 millones de personas decidan en esta disputa entre dos modelos de país. Se ponen en juego las historias de ambos candidatos y sus respectivas gestiones. En la primera vuelta Lula había sido el candidato más votado con 48% seguido de Bolsonaro con 43%. La lucha electoral es por la búsqueda de votantes que, en la primera vuelta habían optado por terceras opciones, no ejercieron el voto y los votantes que sufragaron en blanco o nulo.
En estos cuatro año Brasil vivió un aumento significativo de las deforestaciones en el Amazonas; un crecimiento del clima de violencia e intolerancia en la sociedad brasilera al que piensa, cree y vive distinto; un estancamiento en el promedio de los salarios reales y caída en los de ingresos medio-bajos; el aislamiento internacional creciente, sobre todo con los países europeos; el encarecimiento del costo de vida para los hogares; el crecimiento de la insuficiencia alimentaria en las zonas postergadas; el negacionismo inicial de la pandemia por parte del presidente, quien luego fue escéptico sobre la importancia de las vacunas para salvar vidas; las acusaciones de corrupción relacionado a ministros en el manejo de la compra de vacunas.
El clivaje socio político en Brasil ha pasado a ser antipetismo vs antibolsonarismo.
A pesar de esto Bolsonaro sigue siendo altamente competitivo y con posibilidad de ser reelecto. Podría decirse que una parte importante de la sociedad brasilera sigue de acuerdo con los valores que representa Bolsonaro a pesar de todo lo ocurrido en estos cuatro años.
Por otra parte, hay que sumar al análisis de su buena performance la cuestión del anti petismo, es decir la oposición al PT, que siempre fue bastante fuerte en Brasil. Esta oposición se basa desde personas socialmente conservadoras y con un cierto grado de clasismo, hasta personas que piensan que el PT en los últimos años de gobierno de Dilma Rousseff simplemente hizo una muy mala gestión, sumado a las personas que consideran que los gobiernos del PT fueron de los más corruptos de la historia de Brasil.
El clivaje socio político como dirían los autores Lipset y Rokkan en Brasil ha pasado a ser antipetismo vs antibolsonarismo.
LA RELIGIÓN COMO PARTE DE LA POLARIZACIÓN
A esta cuestión básica se le suma que la campaña de Bolsonaro de cara a la segunda vuelta fue con todo, desde fake news hasta la máxima utilización de los recursos del Estado. Buscó desde la reducción de incentivos fiscales y aumento de subsidios.
Las fake news fueron realizadas por los sectores evangélicos vía cadenas wasaps y posteos en grupos de Facebook y Telegram. Allí se comunicaba una campaña negativa vinculada principalmente a las cuestiones religiosas, muchas de ellas disparatadas como que Lula tenía un pacto con el diablo o que de ganar cerraría iglesias y atacaría a pastores, asociándolo con el accionar del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega.
Lo mismo pasó con el uso de las cadenas de wasap dirigidos hacia los grupos ruralistas donde acusaban a Lula de querer suspender todo tipo de exportación de carne y de avanzar hacia una gran reforma agraria que beneficiase a los campesinos del Movimiento Sin Tierra.
Para tratar de contrarrestar, Lula terminó reuniéndose con un grupo de pastores evangélicos y escribió una carta a los evangélicos en el mismo tono que había utilizado en la elección del año 2002, cuando le dijo al establishment brasilero que no iría por un plan de expropiaciones de empresas. Obtuvo también apoyo de Kleber Lucas, el mayor cantante de góspel cristiano de habla portuguesa, quien nunca antes había tenido pronunciamientos políticos.
Las encuestas muestran que casi el 70% de los evangélicos votaría a Bolsonaro mientras que el 55% de los católicos a Lula.
Puede verse lo que algunos llaman de manera exagerada como una “guerra santa”. Es decir, una fuerte división socio política entre católicos y evangélicos. Las encuestas muestran que casi el 70% de los evangélicos votaría a Bolsonaro mientras que el 55% de los católicos a Lula.
Esta clara división fue acrecentada con los sucesos en Aparecida, un lugar donde está la virgen homónima, santa patrona de Brasil desde la época colonial por la cual hay un feriado a mediados de octubre. Es común que personajes de la política se acerquen al santuario y recen a la virgen. A pesar de ser evangélico Bolsonaro fue al santuario. Allí los simpatizantes bolsonaristas que habían decidido acompañar al presidente terminaron insultando al obispo por haber hecho un discurso crítico contra la violencia que vive Brasil en estos momentos y responsabilizando a la política en general.
Estas fake news sin embargo empezaron a ser combatidas por el TSE (Tribunal Supremo Electoral), este organismo logró bajar videos donde se realizan acusaciones contra el honor del otro candidato o del otro partido. A esta decisión se le suma la de poder tener replicas ante acusaciones que no sean exactas en el llamado “horario electoral”, es decir el momento donde los partidos y candidatos hacen propaganda en radio y televisión.
Paradójicamente genero una especie de bola sin fin de réplicas, al punto tal que los propagandistas de ambas no llegan a realizar spots y/o videos para el horario electoral. Lo que confirma que esta es la campaña política de más bajo nivel de la historia política brasilera.
¿POR CUÁNTO FALLARÁN LAS ENCUESTAS?
Una gran duda que existe en esta elección es qué tan precisas y predictivas serán las encuestas. Si bien en a la elección de primera vuelta no se habían equivocado con en el resultado que obtendría Lula, fallaron en mostrar el nivel de apoyo que obtendría Bolsonaro. En las últimas semanas se pudo ver una tendencia de crecimiento por parte de Bolsonaro pero distintos eventos violentos habrían frenado su ascenso. La encuestadora que había sido más precisa en la primera vuelta en la primera vuelta, Atlas, muestra a Lula con 52,5% de los votos válidos versus 47,5% por parte del actual presidente. El estado a mirar es el de Minas Gerais, estado diverso donde se mezclan las culturas nordestinas y las similares a San Pablo y con gran variedad respecto a las actividades económicas. Este estado tiene el record de ser el predictivo del país, quien lo gane suele ganar la nación. Las encuestas locales muestran una leve ventaja de Lula en el estado.
Los eventos violentos relacionados a Bolsonaro fueron por un lado las declaraciones respecto a unas refugiadas venezolanas adolescentes de tan sólo 14 y 15 años. El presidente había dicho en declaraciones radiales que las había visto en la calle luego de un acto y “pinto un clima”, una frase que suelen usar los hombres brasileros para decir que había una situación de cortejo y que podría ser entendido de manera no legal. Esto le valió el rechazo del arco político opositor. Con incluso acusaciones de rozar la pedofilia.
Por otra parte, un aliado político de Bolsonaro, Roberto Jefferson, se batió a tiros contra la policía Federal en un momento en que lo debían llevar a prisión preventiva por acusaciones de corrupción. La campaña de Lula utilizó las imágenes para mostrar el tipo de violencia que genera Bolsonaro en la sociedad. En un episodio más vinculado a la economía, el ministro de Economía, el gurú liberal Paulo Guedes declaro que era imposible subir aún más el salario mínimo y que la población debía adaptarse a esta cuestión para no desordenar el funcionamiento general de la economía.
LOS REALINEAMIENTOS POLÍTICOS
La campaña de Lula se ha nutrido de múltiples actores que están por fuera de su partido, el PT, conducidos por el antibolsonarismo. Estos actores se ven en principio con su actual compañero de fórmula Geraldo Alckmin, quien fue opositor a Lula durante años, enfrentándose a él en una elección.
Por otra parte, apoyan la candidatura presidencial de Lula los partidos opositores desde la izquierda y centroizquierda como el Partido Socialista Brasilero y el PSOL hasta de la centroderecha como el MDB, partido de Simone Tebet, quien salió tercera en esta última elección y el expresidente José Sarney, primer presidente de la transición democrática de Brasil.
A esto se le suman actores económicos como los creadores del Plano Real, plan que puso la moneda que se usa actualmente y estabilizó la economía a principios de los años 90 y nada más ni nada menos que quien lo ejecutó, el expresidente Fernando Henrique Cardoso.
A pesar de estos apoyos existen muchas dudas respecto a cómo será su plan de gobierno a nivel económico, cómo financiará el aumento del gasto público propuesto, la posibilidad de la creación de nuevos impuestos y la incertidumbre respecto a quien será su ministro de Economía.
La mayoría del establishment de “Faria Lima”(llamado asi por la avenida en San Pablo en donde se ubican las empresas financieras y grandes conglomerados brasileros), o bien apoyan a Bolsonaro o se mantienen neutrales respecto a la elección.
La mayoría del establishment de “Faria Lima” o bien apoyan a Bolsonaro o se mantienen neutrales respecto a la elección.
Bolsonaro incluso logró grandes sumas de dinero para su campaña de varios de estos conglomerados de cara a la segunda vuelta.
El domingo se espera que los resultados tarden en ser definitorios. Por lo general escrutinio comienza en las ciudades medianas del interior brasilero, favorables a Bolsonaro y el antipetismo, es recién a partir del 70% que se puede ya ver una tendencia clara con el voto de la región Nordeste donde en primera vuelta Lula obtuvo mas de 60% en la mayoría de los estados. Esto paso en la elección de 2014 cuando el candidato de la centroderecha Aecio Neves estuvo al frente de la presidenta Dilma Rousseff hasta tener casi un 80% de los votos escrutados, Rousseff terminó ganando con solo 51,6% de los votos totales.
Existe algo de temor que Bolsonaro salga en el momento del conteo a que se está cometiendo un fraude por esta situación, erosionando aún más la democracia brasilera. Algo similar a lo que hizo Trump en el año 2020 cuando perdió contra Joe Biden, a lo que se le suma la posibilidad de realizar una insurrección similar a la que se vio en el Capitolio de los Estados Unidos, pero con el agravante que Bolsonaro cuenta con el respaldo de varios sectores del Ejército. Es por esto que Brasil se encuentra ante una de sus elecciones más cruciales de su historia.