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Taxi Driver: la experiencia viva del cine

por | Nov 26, 2022 | Cultura

Reestreno en salas de la obra icónica de Martin Scorsese: personas destrozadas, una sociedad partida, la violencia social y política permeandolo todo. Una provocación para pensar la Argentina de hoy. Volvió después de 46 años.
Robert De Niro interpreta a Travis Bickle, un ex combatiente de Vietnan arrojado a la supervivencia en una sociedad salvaje.

El globo ocular de Travis Bickle (un joven Robert De Niro en estado de gracia) se mueve siguiendo la estimulación de una película pornográfica proyectada en una sala de cine decadente de la Nueva York de mediados de los ‘70. Pupilas dilatadas, casi no hay parpadeos. Son ojos de una persona consumida, no hace falta más para saber que es un hombre insomne, que no puede dormir. Un ex combatiente de la guerra de Vietnam que el Estado trajo de vuelta y lanzó a las calles para que se las arregle como pueda.
Taxi Driver es una película icónica, que probablemente vio toda persona con algún interés real por el cine. Es un viaje denso y peligroso por la mente de un enfermo, de un ser desestabilizado psíquicamente que quiere combatir a una sociedad putrefacta. El guion del maestro Paul Schrader es uno de los textos más analizados y citados del cine estadounidense. No tiene fallas, no tiene concesiones y el director Martin Scorsese lo hizo parte de su cuerpo al llevarlo a imágenes. La identidad entre guion y dirección es absoluta. Las palabras están al servicio de la puesta en escena y viceversa.

GRAN PELICULA EN PANTALLA GRANDE


¿Qué decir de una película que vimos todos? Se impone hablar del evento que significa su reestreno luego de más de 45 años, analizar la experiencia de ver la obra en pantalla grande, con todas las comodidades, remasterizada en 4K. Y reflexionar, además, sobre la vigencia de un argumento que podría ser escrito hoy.

El mundo no ha cambiado. Más de cuatro décadas después los principales problemas no se han solucionado sino agravados.


Vamos al primer desafío, la experiencia audiovisual integral que otorga este reestreno en salas comerciales. Difícilmente quienes vimos la película por primera vez en un televisor hayamos podido advertir el carácter vibrante que tienen cada uno de los elementos que se conjugan en cada escena. Recientemente, Roger Koza celebró la remasterización de un clásico del cine negro argentino, Si muero antes de despertar (1952), y escribió: “Verla en tales condiciones -una plataforma de streaming o Youtube- es el equivalente a la experiencia que puede tener un biólogo frente a un pecarí del Chaco embalsamado. El animal vivo es otra cosa”.

Esta cita aplica sin problemas también a este reestreno con bombos y platillos de Taxi Driver. La película de Scorsese “vive” en la pantalla grande, para la que fue pensada. Allí se produce el festín, la orgía de imágenes aturdidas, planos fijos, travellings sobrevolando las escenas, sonidos secos, diálogos neurálgicos, música cachonda y nostálgica, colores amarronados que exudan el calor del mugriento verano neoyorquino.
Elementos -todos estos- que escriben una sinfonía nerviosa que hunde al espectador en esa locura que está planteada desde el primer minuto de metraje, la cual irá creciendo sin pausa y sin prisa hasta que se desate la famosa carnicería del final, tantas veces citada, copiada, comentada. Ese río de sangre que terminó convirtiéndose en una escena pop, con De Niro atravesado a balazos, apuntando con el índice a su sien y gatillando con el resto de los dedos. Bang, bang, bang, bang.

LA VIOLENCIA ES POLITICA

La mirada vacía de una persona consumida. Una interpretación histórica.


Segundo desafío, resignificar Taxi Driver. No hay que hacer grandes esfuerzos, la película luce hoy tremendamente vigente. Esta historia sobre la violencia y la caída de la sociedad norteamericana post-Vietnam y sobre la justicia por mano propia se engarza en una red de sentidos que nos hace pensar que el mundo no ha cambiado. Que más de cuatro décadas después los principales problemas no se han solucionado sino agravados.
Recordemos: quien disparó en 1980 a Ronald Reagan era un hombre que se había obsesionado con Taxi Driver y con Jodie Foster -que tenía 12 años cuando rodó la película- y sólo quería llamar la atención de la actriz. Hoy, en la Argentina, un pequeño grupo de marginales es investigado por intentar asesinar a Cristina Kirchner. Los argentinos nos preguntamos cómo pudo suceder que alguien pase del odio a la acción, pero también sabemos que la década de los ‘70 fue rica en violencia política en nuestro país.

Cuando el político quiere saber por qué lo apoya, el personaje de De Niro le confiesa que nada sabe de política pero que deberían barrer con latinos, negros, prostitutas, gays, pobres. La política no puede interpretar el mensaje de odio de las bases.

Hay muchas cosas que seguir pensando. Me detengo en esta escena: Travis Bickle lleva en su taxi al candidato a presidente para el que trabaja Betsy, la mujer que lo obsesiona (Cybill Shepherd). Cuando el político quiere saber por qué lo apoya, el personaje de De Niro le confiesa que nada sabe de política pero que deberían barrer con la basura de las calles: los latinos, los negros, las prostitutas, los gays, los pobres. La cara del candidato -que se figura demócrata, progresista- expresa terror. La política no puede interpretar el mensaje de odio de las bases.
Scorsese comentó en un artículo que escribió él mismo que cuando se estrenó la película, junto a Paul Schrader tuvieron un poco de temor por la reacción de la audiencia. Bajo ningún punto de vista ellos pretendieron que la gente saliera del cine vindicando la justicia por mano propia, la venganza, llena de ira. No todos los norteamericanos podían convertirse en Travis Bickle y Travis Bickle no podía ser ningún héroe. Pero la película es deliberadamente ambigua.

El epílogo del filme, luego de la famosa matanza en el motel, hoy sigue abriendo polémicas porque el protagonista tiene un final inesperado, es reconocido como héroe por los neoyorquinos, celebrado como justiciero. Scorsese y Schrader apostaron a que la película perviva, no se agote. Lo lograron. Este epílogo tiene un mensaje intranquilizador: el psicópata sigue suelto, en cualquier momento puede volver a actuar. Y aquello que odia con todas sus fuerzas continuará ganando las calles.

Un clásico. La película obtuvo 28 premios y nominaciones, entre ellas al Oscar a mejor director, mejor película, mejor actriz secundaria y mejor música.
Mario Fiore

Mario Fiore

Periodista, cinéfilo y escritor. Autor del blog de reseñas de arte y cultura www.puraficcion.com