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Aftersun: el ejercicio sanador de la memoria

por | Feb 7, 2023 | Cultura

La película es un exquisito ensayo sobre los recuerdos. Unas felices vacaciones de un padre y su pequeña hija flotan como un témpano y el dolor permanece sumergido. Cuando recordamos, recreamos nuestra vida y que la tristeza sólo se construye sobre momentos de dicha. 

Callum (Paul Mescal) y Sophie (Frankie Corio), en las vacaciones de sus vidas. Una foto de los ’90 es la punta del iceberg de la memoria de una niña que contruye sus respuestas dirigiendo una película.

Aftersun fue una de las mejores películas de 2022 para la crítica y para la cinefilia mundial. Me atrevo a decir que será una obra que seguirá dejando huellas por mucho tiempo más. Estrenada en las últimas semanas de diciembre en la Argentina, esta ópera prima de la directora escosesa Charlotte Wells puede verse desde hace unos días en la plataforma MUBI.

Aftersun está narrada con muchísimo sigilo: sólo nos muestra la punta del iceberg y deja que los espectadores debamos interpretar con nuestras mejores armas qué es lo que esta historia nos plantea. Cuenta sobre unas pequeñas vacaciones de un padre (Callum) y su hija (Sophie). En las profundidades submarinas del relato está su verdadera naturaleza.

En apariencia, Aftersun es una historia delicada, de emociones contraídas y atravesada por la nostalgia. Pero, como decía, esto es solo la punta del iceberg. Charlotte Wells, que tiene un debut formidable con esta obra, propone un exquisito ensayo cinematográfico sobre la memoria y esto no es para nada simple, desde luego. Veamos.

Estas soñadas vacaciones de padre e hija en el mar Mediterráneo de Turquía suceden en los años ‘90. Por entonces, el padre es joven, tiene 30 años, y la hija tiene 11 años. Se llevan estupendamente bien, pero no viven en la misma casa. A la niña la cría su madre. Él ni siquiera vive en Edimburgo, se ha ido a Londres. En un momento de confesión intimista, casi como si fueran amigos de diferentes edades, le dice a ella que se siente una suerte de exiliado, que ya no podrá vivir nunca más en Edimburgo. Es un hombre sin tierra.

INDICIOS DEL DOLOR

Wells nos permite seguir esta historia, que bien podría haber sido una simple película de iniciación, un coming-of-age indie, a través de los ojos de la niña. Es ella la que todo el tiempo graba a su padre con una cámara digital que han llevado a Turquía. Su cariñoso y amado padre distante es la incógnita, es el misterio que casi como un fantasma recorre sus recuerdos muchos años después. Esas imágenes digitales y algunas polaroids serán obligatoriamente revisadas por la hija cuando necesite entender los hechos que no están narrados en la película para sanar tanto dolor. Hay indicios, nada más. El 90 por ciento del témpano está por debajo del agua.

Lo más probable es que la enorme mayoría de los espectadores no hayamos tenido un vínculo con nuestros padres como el que tiene Sophie con Callum, tan lleno de amor y a la vez tan frágil. Sin embargo, Aftersun sorprende porque cuando llegan los créditos finales todos hemos experimentado sentimientos íntimos; una enorme carga emocional se libera y algo del orden general o universal nos conmueve.

Paul Mescal se encamina a ser un grande del cine y nos aporta una interpretación sobrecogedora de un padre que se desvive por darle lo mejor a su pequeña hija mientras lidia con sus demonios.

La directora trabaja con su propia historia personal. Ella tenía 11 años y viajó con su padre de 30 a Turquía. Por eso Aftersun es un ensayo sobre la memoria, sobre el ejercicio de recordar y, justamente por esto, es una reflexión sobre la ficción. Porque cuando recordamos creamos sobre hechos difusos, buscamos significados hasta en los colores o en los sonidos. Recreamos nuestra vida.

El coqueteo con lo autobiográfico acerca aún más a Aftersun a una novela moderna. ¿Qué es lo que en realidad sucedió? ¿Cuánto es lo inventado? Wells, en una entrevista, afirmó que lo que realmente terminó armando la película no fue la representación de los hechos en los que se inspiró -aquellas vacaciones en Turquía con su padre- sino la persecución de los sentimientos que ella tuvo en ese viaje idealizado.

RECUERDOS

“¿Estuvieron bien tus vacaciones?”, pregunta Callum sobre el final de la película. “Las mejores. Quisiera haber tenido más tiempo. ¿Por qué no podemos quedarnos aquí? ¡No podemos vivir en hoteles por el resto de nuestras vidas!”, responde alegremente Sophie.

Charlotte Wells trabaja la puesta en escena con esmero porque Aftersun es una película atmosférica, no podría funcionar sin el cuidado de cada uno de los elementos que distinguen los años ‘90. Se vale con mucho tino de canciones himnos que atravesaron las dos últimas décadas del siglo XX. Para un espectador de más de 40 años es imposible no sintonizar con aquella alegría perdida. Tender, de Blur; Losing my religion, de REM; la arrolladora Under Pressure, de Bowie y Queen, que aportará significado al clímax de la película (una de las mejores escenas de baile en mucho tiempo).

Algo que no puedo dejar de remarcar. Aftersun es ese tipo de películas que son lo que son gracias a la química entre los actores. Paul Mescal se encamina a ser un grande del cine y nos aporta una interpretación sobrecogedora de un padre que se desvive por darle lo mejor a su pequeña hija mientras lidia con sus demonios. La debutante Frankie Corio refulge, fue escogida entre 800 niñas, es puro encanto.

En una entrevista, Charlotte Wells dijo que sólo se puede tener tristeza porque hubo antes algo que nos provocó dicha. Quizás sea esta la tesis de su película. Volviendo a la teoría del iceberg de Hemingway, lo que Aftersun nos muestra es una semana en la vida de estos dos protagonistas, marcada por la felicidad, pero lo que brilla implícitamente es una profunda tristeza. Por eso terminamos, como espectadores, a pura congoja.

NdE: El actor Paul Mescal está nominado al Oscar por su interpretación como mejor actor protagónico.

Mario Fiore

Mario Fiore

Periodista, cinéfilo y escritor. Autor del blog de reseñas de arte y cultura www.puraficcion.com