Ángel Sciara tiene una extensa trayectoria como economista y militante socialista. La experiencia de gobierno en Rosario y Santa Fe no podría ser explicada sin su rol protagónico en un área tan sensible. Con él conversaron Juan Altamirano, Priscila Fantini y Juan Pablo Gauna para «La Vanguardia».
Ángel José Sciara es economista, dirigente político y docente, especializado en administración financiera y gestión de la inversión pública. Cuenta con una extensa trayectoria académica y como funcionario público. Es un referente del Partido Socialista por su gestión como Secretario de Hacienda de la Municipalidad de Rosario (1995-2003) y Ministro de Economía de la Provincia de Santa Fe (2007-2015).
Fue partícipe de dos procesos socialistas que marcaron época en la región, ya que integró los gobiernos de Salvador Allende en Chile, en la década de 1970, y de Hermes Binner y Antonio Bonfatti, en la Municipalidad de Rosario y en provincia de Santa Fe durante el siglo XXI.
Sciara fue docente e investigador en la Universidad de Chile, Católica de Valparaíso, Nacional de Salta, Nacional de Rosario, Nacional Río Cuarto, Nacional del Sur, Nacional de La Plata, Nacional del Litoral, Federal de Mato Grosso y en FLACSO. Fue Vicedecano de la Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la Universidad Nacional de Rosario (1990-1994), donde es Profesor Honorario.
Se formó como economista en la Universidad Nacional del Litoral, en Argentina, es Máster en Desarrollo Económico -Escuela Latinoamericana de Estudios Económicos, Chile-, es Doctorando en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y en la Universidad Nacional Autónoma de México. En la gestión política se destaca su desempeño como consultor en organismos internacionales, y su labor como funcionario en los sucesivos gobiernos socialistas de Santa Fe.
Hablemos de su educación y de su crianza. ¿Cómo transcurrió en el contexto de una familia de trabajadores?
Me llevan lejos en el tiempo… Mi madre era ama de casa, con la enorme tarea de atender la casa y los hijos, era la que ponía orden y reprimendas.
Mi padre era un obrero carpintero. Siempre trabajó en relación de dependencia. Él era una persona de una ética exacerbada, y eso nos estructuró a todos, a mí y a mis hermanas. Era un tipo que no tomaba un crédito porque no sabía si lo podía pagar.
Fui el primer hijo de un matrimonio muy joven, que solo había terminado la escuela primaria y trabajaron desde muy chicos. Conformaron una familia unida, con las privaciones propias de una familia de un trabajador, en una casa alquilada, compartida. Los sacrificios a veces se notaban.
Tuvimos una infancia muy feliz, en un barrio obrero, de clase media baja. Pasábamos mucho tiempo en la calle junto con los otros chicos del barrio. Nosotros disfrutamos de la vida sin importar tener lo que otros chicos podían tener: siempre añoré una bicicleta. Pero teníamos una cantidad de juegos que hoy, al recordarlos, me asombro.
Mis padres tenían en claro el destino de sus hijos. Nosotros teníamos que diferenciarnos de ellos, teníamos que ir a la escuela y llegar a la Universidad. Y ese fue su legado, el viejo trabajó toda su vida para eso.
Yo estudié siempre en la escuela pública. La primaria fue en la Juan Arzeno, la secundaria en la Escuela Superior de Comercio y terminé siendo Contador Público Nacional. Mi hermana Lidia terminó en la Escuela Normal y se recibió de Médica, fue una excelente nefróloga. Mi hermana Alicia, también terminó en el Normal, estudió Enfermería y fue una muy reconocida enfermera neonatóloga. Darnos una educación fue el gran cometido de mis padres. En referencia a eso, me dijo un día: “Soy el hombre más feliz del mundo”.
«Binner era muy pertinaz, muy insistente, entonces trataba siempre de encontrar los mecanismos para doblegar las dificultades y poder realizar las obras y programas sociales que mejoraran la calidad de vida».
¿Cómo fueron sus primeros vínculos con el socialismo?
Bueno, primero tengo afinidad con las ideas contestatarias, no tanto ideológicamente en su momento, sino emotivamente. Comienzan con la lucha por la educación laica o libre del año 1958. En ese momento tomamos escuelas en Rosario, luchando por la enseñanza laica. A partir de esos episodios de juventud, tuve más acercamiento al reformismo universitario de la Facultad de Ciencias Económicas de Rosario. Si bien no militaba en el reformismo, sí compartía las luchas ideológicas contra la derecha católica que había en la Facultad.
El socialismo tiene más que ver con mi ida a Chile, y ahí sí la participación y la lucha por una enseñanza menos ortodoxa que la que primaba en ese entonces.
A comienzos de 1968, recién casado con Alicia, nos fuimos a Santiago de Chile. Había sido aceptado en Escolatina para hacer una Maestría en Desarrollo Económico, con una beca en dólares. Una vez graduado, en los años ’70, me encontré con el economista Lucio Geller y trabajamos sobre temas económicos para lo que después sería el movimiento de la Unidad Popular de Salvador Allende.
Geller trabajó en el Instituto de Economía de la Universidad de Chile. Yo me voy a la Universidad Católica de Valparaíso, contratado como profesor titular a tiempo completo, y cuando gana la Unidad Popular, muchos de los que habían sido compañeros nuestros y profesores en Escolatina somos convocados a participar en el gobierno socialista. Fue realmente emocionante que te consideraran de esa manera pese a ser extranjeros. Posteriormente, con el golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973 eso se nos volvió en contra.
Nosotros habíamos trabajado mucho por la candidatura de Pedro Vuskovic como director del instituto y rector de la universidad. Cuando gana Allende, Vuskovic, que había sido un alto funcionario de CEPAL, renuncia y es el ministro de Economía de Allende. Todo el grupo que habíamos trabajado en apoyo a Vuskovic, que incluía a diferentes partidos, estaba el Partido Socialista, el Partido Comunista, el MAPU, entre otros, es convocado para conformar el nuevo gobierno.
Fue un proceso donde comienzan a citar a los compañeros. Yo estaba en Valparaíso y entonces me ofrecen ir a la Corporación del Cobre de Chile, donde también le habían ofrecido ir a Geller. Entonces nos volvemos a encontrar en la creación de una Dirección de Planificación Estratégica de la Corporación del Cobre. Ahí estuvimos trabajando hasta el golpe de Estado de 1973.
Yendo hacia su etapa en el Socialismo de Argentina: ¿Qué aspectos rescata de la gestión de Binner en el gobierno de la Provincia de Santa Fe?
Creo que, como gestión en su conjunto, Hermes Binner puso la vara muy alta en términos de realizaciones. Sus políticas en salud (decenas de centros de salud para atención primaria, el HECA, el CEMAR, el CEMAFE, y hospitales de mediana complejidad), en educación (escuelas y programas educativos), en niñez y juventud (el tríptico de la infancia), en cultura (La Redonda, museos, recuperación de cines y teatros), en obras públicas (acueductos, water front, calles y avenidas, reforma del Estado (regionalización y descentralización). En materia de seguridad y, particularmente de narcotráfico, Hermes fue poco escuchado y nada atendido por el gobierno nacional.
No hay lugar de la provincia donde no hayamos recorrido y señalado la presencia del Estado. Fue un gobierno donde sus dirigentes estaban en los lugares donde había que estar, y donde había que resolver problemas y hacer obras. Entonces su idea transformadora de la provincia va a subsistir. Muchos se van a acordar de la impronta de la regionalización de la provincia y su nueva mirada acerca de la gestión de la cosa pública.
Binner era muy pertinaz, muy insistente, entonces trataba siempre de encontrar los mecanismos para doblegar las dificultades y poder realizar las obras y programas sociales que mejoraran la calidad de vida. Hermes, a pesar de su adustez y aparente frialdad suiza, irradiaba carisma, respeto y honestidad. En el 2001, en pleno “que se vayan todos” caminaba por las calles de Rosario, me consta, sin recibir improperios. Además, él tenía una capacidad intuitiva y de gestión movilizante, conociendo la relación entre la política y la economía.
Lamento no haber tomado más mates con él en sus últimos años, y agradecerle la oportunidad de trabajar en política junto a él.
Pasando a temas actuales: ¿Cómo evalúa la visión del presidente Javier Milei en materia económica?
Lo he dicho algunas veces, apenas apareció Milei como figura pública. Él adscribe a una corriente económica que solamente figura en los libros de historia del pensamiento económico, que es la corriente austríaca —se refiere a la escuela de pensamiento económico ortodoxo basada en el individualismo metodológico. En verdad, incluso los economistas “austríacos” que hay hoy son críticos del gobierno de Milei, por ejemplo, Roberto Cachanosky.
Milei es mucho más parecido a los Chicago Boys —denominación que hace referencia a un grupo de economistas chilenos formados en la Universidad de Chicago, siguiendo las ideas de Arnold Harberger y Milton Friedman, en términos de la aplicación de una economía ortodoxa.
Lo que me llama la atención es que Milei tiene una interpretación del capitalismo que desconoce su historia. Creo que no entiende fenómenos que son complejos, incluso es una máquina de volver al pasado, por ejemplo, a la generación de 1880, en materia del sector agropecuario como eje central de la economía. Eso me parece un despropósito, además este intento tiene que ver con la desregulación, tiene mucho que ver con la figura de Federico Sturzenegger, que es un ortodoxo formado en Cambridge, en el MIT —Massachusetts Institute of Technology. Es de los que creen que el mercado de trabajo se ajusta igual que el mercado de trigo.
La Libertad Avanza quiere desregular el capitalismo, pero el capitalismo tuvo que ser regulado para poder sobrevivir. Entonces es un absurdo este “anarcocapitalismo” que plantea, que quiere tener todo desregulado. Es un imposible en términos de análisis histórico del funcionamiento del capitalismo, el capitalismo siempre necesitó regulaciones para preservarse como tal.
Por ejemplo, la duración de la jornada laboral. Es una regulación, sí, claro, una regulación, porque antes trabajaban 16 horas, y trabajaban las mujeres y los niños. Hubo que decir, “no, a ver, cuidado porque destruimos lo que son las bases de sustentación”.
¿Por qué aparece el Banco Central? Aparece el Banco Central para regular el lío de monedas que había en su momento, como pasó en Inglaterra, cuando se crea el Banco inglés. Entonces, querer destruir el Banco Central, plantear su desaparición, los dogmas del déficit cero y la inflación cero, etc., son realmente concepciones que me parece que van contra la dinámica del sistema capitalista. Analizarla como compartimentos estancos, primero estabilizo, luego crezco y después distribuyo, conlleva a un diseño de políticas económicas a destiempo de un proceso complejo y de efectos simultáneos. El presente domina el tiempo.
La dinámica económica tiene en su interior una serie de procesos autónomos que superan el voluntarismo, el subjetivismo y soluciones unilaterales. Y, este gobierno es tremendamente subjetivo y tremendamente voluntarista. Más aún, es evidente que hoy hay toda una postura que arraiga la concepción más financiera del capitalismo, y establece hoy en Argentina la dominancia de la problemática financiera, y elige a un ministro de Economía, que de economía debe saber poco, pero que de finanzas es un as, porque ha hecho fortuna como corredor en el mercado financiero, que es Luis Caputo.
«Milei se despega de la economía real. Los problemas de la economía como la inflación y el desbalance del sector externo, son fenómenos monetarios, dicen sus economistas. Y entonces aparece este absurdo, que vos creás valor intercambiando un papel por otro. Pura valorización financiera».
¿Cómo evalúa la sobrevaloración del ámbito financiero por parte del Presidente?
Milei se despega de la economía real. Los problemas de la economía como la inflación y el desbalance del sector externo, son fenómenos monetarios, dicen sus economistas. Y entonces aparece este absurdo, que vos creás valor intercambiando un papel por otro. Pura valorización financiera. Y eso es imposible, no tiene destino. Porque evidentemente los valores, en verdad, se crean y se transfieren si la economía real crea valor. Si vos tenés mayor actividad económica, tenés mayor creación de empleo.
Entonces, hoy está despegado el funcionamiento de la economía real del funcionamiento del sistema económico. Y esto me parece que no puede llevar a buen puerto, porque lo que estás haciendo es crear burbujas. Y, por otro lado, recesión, desempleo y pérdida de competitividad al anclar el tipo de cambio y desregular las importaciones. ¡Lo real y lo financiero tienen vasos comunicantes! Solo hay que ver las políticas de Menem y antes algo de las de Martínez de Hoz.
Ya tenemos la experiencia de la burbuja del 2008 en Estados Unidos. Y fíjense ustedes qué paradójico que Estados Unidos, para resolver el problema de la burbuja tuvo que regular, o sea, el capitalismo más desarrollado, al cual se mira con nostalgia, es un capitalismo tremendamente regulador. Y tiene que regular porque el surgimiento de la burbuja se debía a que había ciertos depósitos que no tenían control de la Reserva Federal. Entonces, tiene que establecer nuevos controles.
Esto me llama muchísimo la atención. Esto de la ahistoricidad y de una conceptualización que tiene mucho más que ver con impactar a través de la comunicación social a sus seguidores de TikTok, y otras redes, que con la rigurosidad intelectual. Entonces, a cualquiera le dice comunista, habla del socialismo de Joe Biden, lo cual realmente es sorprendente en términos de la equivocación conceptual, pero que seguramente tiene una importancia muy relevante en sus seguidores, pensando que esto atenta contra la libertad. Por eso, creo que Milei tampoco entiende muy bien qué es la libertad.