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Que los niños voten

Que los niños voten

Ser niño, niña o adolescente no es un limitante para comprender la realidad, las infancias decodifican con sus herramientas la economía, la ciudad y las instituciones entre otros temas. Es momento de abrir el debate acerca de la necesidad de incorporar a las infancias en la vida política.

Nacimos en los 80. Fuimos niños capaces de comprender la inflación: ¿entonces, por qué nuestra opinión de niños no era considerada y sigue sin ser considerada?

Tenía 8 años y con diez australes compraba diez gomitas en el almacén de doña Sebastiana, en la esquina de casa. A los dos meses, con cien australes compraba diez gomitas. Días más tarde, las podía comprar con mil. Era 1989: el «índice gomita» era trascendental para mí y mis amigos en un contexto hiperinflacionario. Vivíamos y sufríamos lo que pasaba. Teníamos mucho para decir.

Chicos y chicas de séptimo grado de la Escuela Guillermo Rawson, en Mendoza, presentaron una exposición sobre la historia de los mundiales. Contaban el contexto político, países participantes, momentos en los que no se celebró la competencia debido a la guerra, hablaron de la dictadura argentina, de las dos Alemanias, de Malvinas, de la condición de explotación de los trabajadores en Qatar. No sólo comprendían, también analizaban el contexto político-social de los mundiales y su influencia global.

Infancias que participaban cuando se les permitía.

El artículo 12 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño declara que todos los estados miembro deben garantizarles condiciones para formarse un juicio propio, el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que les afecten, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones de niños y niñas, en función de la edad y madurez. 

Según el Observatorio Social de la UCA en su informe “Retorno a la senda de privaciones que signan a la infancia Argentina”, el 52,7% de niños y niñas en la Argentina son pobres. El 10% vive en la indigencia. Entonces, el mundo adulto, que contempla Estado y ciudadanía deberíamos preguntarnos: por qué estamos haciendo tan mal nuestro trabajo y qué piensan niños y niñas de esta situación. 

LA TRANSFORMACIÓN URBANA

Si bien en el año 2012 se sancionó en la Argentina la ley 26.774 que habilita a jóvenes de 16 a 18 años a expresarse en las urnas a través del voto voluntario, tanto las políticas públicas como las acciones partidarias, no han experimentado cambios sustanciales en cuanto a acciones dirigidas a juventudes e infancias. Con excepciones en gobiernos locales aunque, en muchos casos, la mirada adultocéntrica mitiga el alcance.

Entonces, ¿cómo sería una ciudad donde las infancias tengan voz y voto, convirtiéndose en actores clave a la hora de decidir nuestro gobierno? No olvidemos que sus derechos deben ser resguardados, una responsabilidad ineludible. Sin embargo, su opinión no puede quedar en una declaración y su libertad de expresión debe ser considerada con la misma seriedad que la del resto de la ciudadanía.

«El primer impacto de la participación infantil y juvenil es en la ciudad, las infancias reclaman calles amplias para caminar, con espacios verdes para juego.»

 

El primer impacto de la participación infantil y juvenil es en las ciudades. Las infancias reclaman calles amplias para caminar, con espacios verdes para jugar. Se refleja en experiencias como el proyecto Fronte di Liberazione dei Pizzinni Pizzoni, de 2012, de la  Universidad de Sassari. Allí con juegos, cuentos y una comunicación imaginativa, se involucraron a los niños en la re-planificación de su ciudad y de paso, aportaron a los urbanistas nuevas formas de ver el espacio.

República Dominicana en 2001 con el apoyo de UNICEF implementó en la ciudad de Bani el Concejo de la Juventud. Promovió la participación de jóvenes a partir de la elección directa de sus representantes. Para 2012 ya eran 16 municipios replicando esta iniciativa con resultados extraordinarios: el 85% de los niños y niñas de 9 a 18 años participan activamente de las elecciones, eligiendo alcaldes, secretarias y tesoreras de manera directa. En el mismo lugar donde apenas el 50% de los adultos participa de los comicios, según contó la BBC.

LOS NIÑOS NO SON EL FUTURO

Chiqui Gonzalez creadora del Tríptico de la Infancia y el Tríptico de la Imaginación en Rosario, sostiene que la infancia pone en crisis varios aspectos del a gestión pública: “tanto en sus metodologías como en su forma de acción, dado que el juego, la imaginación, las preguntas, la investigación y exploración de lo real, no han sido frecuentemente consideradas como importantes por la política como problemáticas para su propia construcción.”

«El adulto considera a la infancia como una etapa de preparación para la adultez, los niños como adultos potenciales. En términos pedagógicos la formación académica de los niños los ha preparado para cumplir con las expectativas de personas adultas»

 

Francesco Tonucci destaca lo peligroso del discurso político que incita a los niños a ser el futuro, que todo lo importante es aquello que está por venir. Sin embargo, lo importante, destaca el pedagogo italiano, es el ahora. 

En países como la Argentina, cuenta en La Vanguardia, Alejandro Castro Santander, la participación de los niños y las niñas en la vida política es prácticamente nula, y si bien destaca que existen iniciativas, especialmente locales, al respecto, ninguna tiene como resultado la elección de sus representantes. 

Agrega además que predomina la consideración de la infancia como una etapa de preparación para la adultez: niños como adultos potenciales. En términos pedagógicos la formación académica de los niños los prepara para cumplir con las expectativas de personas adultas. Es decir, la educación nunca ha estado al servicio de la niñez, sino del adulto.

Las niñas y niños no reciben actualmente las herramientas pedagógicas para la construcción de ciudadanía, sin embargo se expresan, critican y reclaman. Demandan al entorno por sus necesidades, pero no está el mundo adulto dispuesto a oírlos. Nos resulta jocoso, simpático e ingenuo cuando una niña o niño reclama, en serio, por justicia, educación, ambiente y seguridad. Muchas veces el planteo termina en algún comentario humillante.

«El deseo de progresar en soledades un cuello de botella por donde pasan únicamente los privilegiados y las mayorías son arrojadas a la marginalidad, pero lo que la juventud consume es la ilusión de ser elegido.»

La mirada adultocéntrica en la política hace cada vez más distantes a las juventudes de la participación. Las carencias de acciones concretas, la desilusión que supone el hecho de que su invocación no redunde en representación real y que las políticas públicas no se vean reflejadas en transformación de sus condiciones, da permeabilidad a planteos ultraconservadores que, invocando a la libertad individual, plantean estados mínimos, sin intervención en la vida de las personas y relativizando su rol en la garantía de derechos sociales.

HABLAR A LAS JUVENTUDES

El Estado pierde legitimidad, infancias y juventudes son cada vez más permeables al planteo meritocrático del cuentapropismo y por ende más susceptibles de ser ajustados en sus mismas pretensiones. El deseo de progresar en soledad es un cuello de botella por donde pasan únicamente los privilegiados y las mayorías son arrojadas a la marginalidad, pero lo que la juventud consume es la ilusión de ser elegido.

Resulta imprescindible entonces incorporar la mirada política de niños, niñas y jóvenes, no sólo cómo simpáticos consultores sino como ciudadanos de pleno derecho. Tal como lo acepta el estado argentino al adherir a la Declaración Universal de los Derechos del Niño sancionada en 1989 y ratificada en 1990 con rango constitucional, a partir de la sanción de la nueva carta magna de 1994.

Asumir la condición de ciudadanía de las infancias lo cambia todo porque hemos sido pésimos gestores de sus intereses y necesidades, hemos construido normas de carácter declarativo y no nos hemos comprometido con la construcción de conciencia ciudadana desde temprana edad. Hemos, además, fallado en generar ámbitos donde se los tome en serio.

La implementación de políticas públicas activas, con impacto en el corto plazo, con resultados tangibles y la mirada de las infancias como protagonistas excluyentes debe ser un compromiso de los estados, que atraviesan una imperiosa necesidad de legitimidad social. Es la oportunidad de ampliar la democracia, una respuesta eficaz a las tendencias autoritarias que banalizan su rol y buscan captar a las juventudes olvidadas.


 

Alejandro Castro Santander: «Dos tercios de los estudiantes viven discriminación por aspecto físico”

Alejandro Castro Santander: «Dos tercios de los estudiantes viven discriminación por aspecto físico”

Violencia en las escuelas es un tema viejo, estudiado, difícil de abordar y no resuelto. Discriminación y redes. ¿Cómo detectarlo?

Alejandro Castro Santander es una de las mayores referencias en temas de convivencia escolar.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la violencia en el ámbito educativo es un fenómeno predominante en todo el mundo. Afecta la vida de millones de estudiantes, el funcionamiento de las instituciones y también los resultados académicos. El bullying es un fenómeno estudiado y medido.

Alejandro Castro Santander es un referente internacional en temas de convivencia escolar. Se define como escritor y psicopedagogo. Ha publicado una veintena de libros sobre estos problemas. Y produce información para dimensionar y analizar el bullying como director del Observatorio de la Convivencia Escolar (Universidad Católica de Cuyo).

Cíclicamente, el fenómeno retoma protagonismo con algún escándalo, como las matanzas escolares en Estados Unidos o historias dramáticas con infancias y juventudes comprometidas. El estreno de la película Close (Dhont, 2022) es una nueva excusa para hablar de un fenómeno que existe y seguirá existiendo.

¿Cómo lo pueden detectar padres y docentes? ¿Cómo abordarlo para evitar que escale en agresiones o autoagresiones? ¿Cómo generar un clima de violencia escolar? Leamos qué responde Castro Santander.

Estamos tomando lentamente conciencia de la gravedad de la violencia en las escuelas y del bullying. Pero, ¿desde cuándo hay registros?

Si hablamos de acoso, hostigamiento en general, nos ha acompañado en las relaciones de estudiantes y adultos desde los inicios de la humanidad y en todos los ámbitos de encuentro… y desencuentro. Pero el fenómeno bullying, desde la investigación, comienza aproximadamente hace unos 50 años, cuando Olweus en Noruega sistematiza los estudios sobre la violencia en las instituciones educativas haciendo hincapié en el hostigamiento entre estudiantes, al que inicialmente y apelando a un término de la etología se lo llamó mobbing (reservado hoy para el acoso laboral) y luego bullying.

Posteriormente y al irse observando un incremento de la conflictividad y la violencia en las instituciones educativas, se comenzó a investigar más sistemáticamente a través de las universidades, gobiernos y observatorios. Sin embargo, los estudios son muy irregulares y los instrumentos variados, algo que en general dificulta realizar comparaciones. 

¿Cómo ha cambiado a lo largo del tiempo? ¿Qué características tenía y cuáles tiene hoy?

La violencia en general es un fenómeno que se alimenta sobre todo de la cultura y las distintas situaciones que se viven en los entornos que transita el estudiante: la casa, el barrio, la escuela, el uso que le da a los medios de comunicación, las nuevas pantallas. Esa es la causa por la que muta rápidamente y hablar en las últimas décadas de ciberbullying, es una muestra de la necesidad de estar muy atentos a los cambios que se van produciendo.

Por eso insistimos que, en general, la violencia puede ser una conducta aprendida en una gran variedad de contextos y que saber esto debería permitir estrategias adecuadas de prevención e intervención.

Inicialmente el bullying era descrito como una foto del hostigado y el agresor o agresores rodeados de testigos, incitadores y testigos pasivos, pero debimos reconocer su complejidad y la necesidad de ser muy responsables al momento de emitir juicios acerca de lo que sucede en las relaciones entre los estudiantes.

Podemos encontrar, por ejemplo, que aquel que consideramos el bully en realidad es el acosado y viceversa. O descubrir que aquel que acosa a un compañero o compañera de clase, es a su vez acosado por otro.

En la actualidad el bullying es mayormente presencial, cara a cara y continúa en una menor proporción a través de las redes sociales.

«Existen muchos y distintos programas de buena, sana o segura convivencia y todos ellos comienzan con la evaluación diagnóstica del Clima Social Escolar. A partir del conocimiento de la magnitud del problema deben iniciarse las acciones que involucran a toda la comunidad educativa en distintas acciones».

La visibilidad es un desafío. ¿Quiénes pueden advertir de manera temprana el bullying? 

De existir acoso, es más fácil de visibilizar en los más chicos, para quienes los comportamientos son espontáneamente exteriorizados, como el golpe o los insultos a viva voz. Algo que los púberes y adolescentes, por lo general, ocultan de la mirada de los adultos para evitar ser sancionados, o porque debido a su desarrollo las conductas ya son “íntimas”. Reemplazan lo directo por lo indirecto, más silencioso. Así, aparece la calumnia, la murmuración, la exclusión, el “ninguneo”.

También es obligatorio citar que existe un significativo registro de actos de violencia en las escuelas que se producen ante la ausencia de docentes o directivos y que los estudiantes aprovechan para transgredir normas, realizar actos de vandalismo, burlarse o golpear a algún compañero.

Indudablemente son los padres que, atentos a los cambios de conducta de su hijo o detalles en sus pertenencias o el poner atención a sus comentarios ayudan a estar atentos sobre algo que no está bien, sea bullying o cualquier otra situación en la vida escolar.

En la escuela, docentes y auxiliares son quienes deberían estar muy atentos a lo que está sucediendo en las interrelaciones entre los estudiantes en los distintos espacios de la escuela. El observador entrenado reconoce, ya sea en el aula o en los patios de recreo, aquellas actitudes que pueden presumir o evidenciar conflictos, violencias aisladas o bullying. Ver un alumno que permanece aislado cuando la mayoría participa de actividades, es un indicador significativo para realizar un seguimiento.

Pero no debemos olvidarnos de los demás estudiantes, aquellos que no son ni víctimas de situaciones de violencia ni los causantes y testigos de los acontecimientos. Estos observadores generalmente pasivos, necesitamos que se conviertan en defensores de aquel compañero o compañera que sufre injustamente de acoso. Una tarea que necesita de un aprendizaje que debe ser incluido en la formación integral de todos los estudiantes.

En las escuelas: ¿cuál es el método para advertirlo?

Lo primero es crear conciencia de que existen conflictos que deben ser abordados y resueltos porque en muchos casos pueden escalar a situaciones de violencia, sea esta esporádica o convertirse luego en bullying. A partir de esta evidencia, se deben compartir los distintos indicadores que sirven para presumir o confirmar un caso de hostigamiento entre los escolares (burlas, peleas, robo de pertenencias, aislamiento, etc.)

Existen muchos y distintos programas de buena, sana o segura convivencia y todos ellos comienzan con la evaluación diagnóstica del Clima Social Escolar. A partir del conocimiento de la magnitud del problema deben iniciarse las acciones que involucran a toda la comunidad educativa en distintas acciones.

¿Cómo distinguirlo de otros comportamientos de infancias y adolescencias?

No siempre es sencillo distinguirlo de otros comportamientos, pero en el caso del bullying, hay que intervenir aun cuando no exista seguridad, ya que en oportunidades ni el hostigado es consciente de lo que está sucediendo. Y no se actúa sólo con acosado y acosador sino con todo el grupo de clase, ya que cuando se presume o conoce un caso de bullying, este lleva tiempo y posiblemente existan otros casos. Todo el grupo de clase queda involucrado directa o indirectamente.

Podemos encontrarnos con una situación que recién se está iniciando en la que nuestra presencia logra disuadir rápidamente, pero también podemos encontrarnos con un bullying duro, en que el hostigador utiliza estrategias de manipulación o de “dominio-sumisión”, que hacen difícil la detección u obtener alguna información. Aquí nos encontramos con la “ley del silencio” que invisibiliza aún más el bullying.

En definitiva, para poder hacer una lectura correcta del acoso entre escolares, debemos estar muy atentos a cada detalle del relato de los involucrados directos y del resto de los compañeros. No olvidar que lamentablemente en muchos casos existen situaciones de violencia que se naturalizan y junto al relato de los estudiantes, es posible conseguir información a través del seguimiento de las interrelaciones en los distintos ámbitos: aula, recreos, salidas.

«El 23,9%  (de alumnos hablan) de la discriminación por aspectos físicos; el 18,5% de la discriminación por religión, nacionalidad, género, discapacidad; 10%  como amenazas o agresiones a otros compañeros y el 9,7% como amenazas o agresiones a otros compañeros por redes sociales».

¿Cuáles son las mejores prácticas sobre la prevención, el abordaje y el desistimiento de conductas violentas que pueden tener que ver con el bullying?

Los mejores programas o prácticas para actuar sobre la violencia escolar en general y el bullying en particular recurren a modelos multinivel, donde se planifican acciones para la escuela como un todo, cada aula, con los docentes, las familias, los estudiantes y el entorno de la escuela, sobre todo el poder contar con los vecinos.

Las instituciones educativas por lo general realizan algunas acciones, pero de manera aislada. Es muy importante que exista una intención concreta para prevenir y erradicar la violencia en la escuela, por lo que es fundamental el compromiso de todos y ser perseverantes en cumplir con las estrategias que se programen en cada uno de los niveles. Tan importante como el proceso que se realice para mejorar la convivencia, es la evaluación de cómo van las cosas…

¿Cuáles son las estadísticas en la Argentina sobre bullying? (víctimas, casos, características, respuestas violentas) 

No es sencillo ponerle números al bullying, ya sea por la ausencia de políticas de convivencia escolar o debido a la dificultad que se presenta ante la gran variedad de instrumentos que se utilizan para medir distintos aspectos o realizar comparaciones y seguimientos. La Unesco menciona en sus últimas publicaciones, que 1 de cada 3 estudiantes a nivel mundial sufre de bullying.

Desde el Observatorio de la Convivencia Escolar hemos realizado algunas muestras nacionales junto a otras en México y Paraguay. Esto ha sido posible cuando los responsables de los gobiernos escolares abren sus escuelas para poder investigar y dar respuesta a los problemas que se presentan en el clima social escolar, hoy considerado como el factor escolar que más incide en la permanencia de los alumnos, su rendimiento y está claramente asociado a la calidad educativa.

En abril de este año el Observatorio que dirijo junto al Observatorio de Argentinos por la Educación, realizamos a partir de la Pruebas Aprender 2019, un análisis de estudiantes del último año del secundario y los directores, acerca de su percepción sobre el “clima de convivencia”. Allí nos encontramos que un 75% de los estudiantes mencionaban situaciones de “discriminación” a partir del aspecto físico, o un 68% por su religión, nacionalidad, género, alguna discapacidad.

Ahora, si nos detenemos en la frecuencia con que se realizan las distintas formas de discriminación o las amenazas y agresiones, sean presenciales o virtuales, nos encontramos que el “siempre” o “casi siempre”, que podríamos relacionar con el bullying, el 23,9%  de la discriminación por aspectos físicos; el 18,5% de la discriminación por religión, nacionalidad, género, discapacidad; 10%  como amenazas o agresiones a otros compañeros y el 9,7% como amenazas o agresiones a otros compañeros por redes sociales.

¿Afecta de la misma manera en todas las clases sociales? ¿Es igual en colegios de administración pública que privada?

Sabemos que la violencia es un fenómeno global que podríamos caracterizar como bio, psico, socio, cultural, económico y político, y que del análisis de cada una de estas variables es posible tener una aproximación acerca de cómo puede estar afectando, no sólo a cada clase social, sino a cada persona o cada escuela. Porque si algo hemos aprendido, es que las escuelas son distintas a cualquier otra institución y son muy distintas entre ellas, y el entorno podrá ser violento, pero no necesariamente “esa” escuela será violenta. La correcta y perseverante gestión de la convivencia y el sentimiento de pertenencia de docentes y familias, hacen que se prevenga y actúe sobre las conductas de manera adecuada, y en un clima de bienestar los estudiantes no abandonen la escuela, aprendan y sean testimonio fuera de la institución que es posible vivir en paz.

«No contar con recursos personales, familiares o de apoyo de los iguales, puede significar el cambiar de escuela o abandonar la educación, sufrir de baja autoestima, ansiedad, depresión, autolesiones y estrés postraumático».

Un contexto social violento, crisis de valores, situaciones institucionales violentas: ¿habilita o potencia situaciones de bullying y violencia en las escuelas?

Como dijimos antes, la respuesta es sí. Pero sabemos que la escuela puede dar a un fenómeno que es generalmente aprendido en distintos contextos una respuesta educativa, prosocial a favor del encuentro, la solidaridad, la compasión, el cuidado desinteresado del otro. Sólo es necesario que exista consenso entre todos los actores institucionales, para que el proyecto educativo de cualquier institución se proponga fundar su actividad en la buena convivencia. Decía Humberto Maturana, que la educación es un proceso de transformación en la convivencia, y si esta potente idea la incluimos en la vida de las escuelas, el cambio que tanto pregonamos es posible.

¿Por qué en la Argentina no hay casos como son frecuentes en los Estados Unidos, donde las víctimas toman revancha con otros estudiantes y hay matanzas? ¿Cómo seguir evitándolo?

Volvemos a los aspectos culturales, y en el caso de EEUU debemos agregar la posibilidad de que legalmente sea posible conseguir con facilidad armas de fuego. Leyes permisivas, sociedades con altos niveles de crispación social e intolerancia, depresión, soledad, sumado a hábitos que privilegian el consumo antes que el desarrollo personal y social, son un cóctel extremadamente peligroso. Como sociedad, la transformación que necesitamos no es sólo tecnológica o verde, sino humana.

¿Cuáles son las consecuencias a lo largo de la vida de haber sufrido bullying en la infancia y la adolescencia?

Sabemos que cada experiencia de haber sufrido bullying es distinta y a su vez depende de qué recursos personales se tienen para enfrentarlo. Haber contado con factores protectores como la familia, los amigos, figuras de autoridad disponibles en la vida, habilidades socioafectivas, logran convertir el hostigamiento escolar en un mal recuerdo y una experiencia que fortalece y puede servir para ayudar a otros. No contar con recursos personales, familiares o de apoyo de los iguales, puede significar el cambiar de escuela o abandonar la educación, sufrir de baja autoestima, ansiedad, depresión, autolesiones y estrés postraumático. A quien ha sufrido bullying, estas y otras situaciones pueden acompañarlo durante años en la no siempre sencilla experiencia de encontrarnos con otros.

QUIÉN ES

Alejandro Castro Santander es escritor, psicopedagogo institucional, director del Observatorio de la Convivencia Escolar (Universidad Católica de Cuyo). Ha publicado una veintena de libros sobre temas sobre convivencia y prevención de la violencia en el ámbito educativo. Ha asesorado a varios países de la región sobre el mismo tema.

Profesor Damián Ortiz: «Somos responsables de no generar más diálogo con las juventudes»

Profesor Damián Ortiz: «Somos responsables de no generar más diálogo con las juventudes»

No es un teórico. Le gusta enseñar. Usa YouTube y Fortnite. Invoca a Pablo Freire. Propone más diálogo con las chicas y chicos. Lo distinguieron como inspirador. Sistema educativo desde la perspectiva de un docente.
Damián Ortiz espezó a grabar sus primeras clases para YouTube con la ayuda de sus alumas y alumnos.

El trabajo docente no suele ser noticia. Tampoco tapa de diarios. Hasta que se vuelve noticia. El profesor Damián Ortiz es noticia esta semana. Tapa de diarios, porque un diario lo reconoció como el Docente Inspirador del Año (el diario Clarín con la aseguradora Zurich Argentina). Le entregaron plata y visibilidad.

Pero el lunes, Damián seguirá haciendo su tarea. Enseña hace 12 años con juventudes y con adultos en las aulas del barrio. Así fue buscando incorporar las tecnologías para generar más entusiasmo sobre su materia: matemáticas. Las mismas pibas y pibes le ayudaban a grabar los primeros videos para YouTube, porque les gustaban sus clases: va por los 5 mil suscriptores y el medio millón de vistas a sus lecciones.

El canal de Youtube Matemáticas Positivas fue su primera herramienta, complementando el contenido duro de la ciencia con juegos clásicos como el ajedrez, el sudoku y juegos en red como Fortnite. El aprendizaje como un proceso lúdico. Sus clases con más asistentes son “Supresión de paréntesis, corchete y llaves” y “Función cuadrática”.

La atención sobre sus clases se multiplicó con la pandemia. El Profesor fue un soporte, un acompañamiento. No se percibe a sí mismo como un héroe solitario. Reivindica la educación pública, la educación popular, la innovación y se traza conexiones con la pedagogía de Paulo Freire.

«Nosotros tenemos que irnos adentrando en esa realidad y en el contexto de nuestros chicos. Y es aquí donde la pedagogía de Pablo Freire se tiene que hacer presente en nuestras aulas».

Esta no es la entrevista a un especialista en sistemas ni a un analista de políticas educativas. El profesor Damián Ortiz habla desde su función docente, del que enseña en el aula física de Mendoza o el aula virtual (donde sumó alumnas de muchos países). Siempre nos hace bien escuchar a nuestras profesoras y profesores.

Su vida demuestra que aprender y enseñar es un camino para superar dificultades. ¿La educación pública, laica, universal, gratuita sigue siendo una de las principales herramientas de progreso y crecimiento?

Toda mí trayectoria educativa, desde jardín, primaria, secundaria, terciaria y universitaria, la he transitado en educación pública. Y sigo creyendo en la importancia de la educación pública como una herramienta poderosa que tenemos como Nación. Nos diferencia de otros países en cuanto al acceso universal. Pero también tenemos que valorar y reconocer el enorme trabajo que se realiza desde la educación privada. Sin dudas que tanto en una, como en otra, es necesario realizar cambios profundos al sistema educativo a nivel estructural.

El cierre de las escuelas, le llevó a buscar espacios alternativos de enseñanza. Por el impacto que ha tenido en la comunicación comunitaria y en redes sociales, ha resultado muy efectivo. ¿Cómo se conecta con la formación pedagógica que tuvo en el colegio Normal y la universidad?

En mi caso, comencé con mí canal de YouTube un tiempo antes de que comenzara la pandemia y cerraran las escuelas. Desde hace varios años vengo trabajando con mis estudiantes sobre la comunicación radial comunitaria . Luego comencé a utilizar YouTube como una herramienta más de enseñanza. Se relaciona con la formación pedagógica que tuve en el profesorado desde una visión constructivista, que se enriquece más en la práctica, en el campo de trabajo con los estudiantes. Allí, en el contacto y vínculo que establecemos con nuestros estudiantes, comenzamos a ver la necesidad de implementar nuevas herramientas y entender que cada uno tiene un proceso de aprendizaje diferente. Nosotros tenemos que irnos adentrando en esa realidad y en el contexto de nuestros chicos. Y es aquí donde la pedagogía de Pablo Freire se tiene que hacer presente en nuestras aulas.

Su trayectoria docente también lo ha llevado por centros educativos secundarios para jóvenes y adultos, en escuelas donde abundan las dificultades sociales y donde es necesario el esfuerzo de todos los que participan en la escuela. ¿Qué enseñanza le ha dejado? ¿Qué le cambiaría?

Mucha enseñanza. Cada día aprendo algo nuevo de mis estudiantes, tanto de los adolescentes, como de los jóvenes y adultos. Cada uno trae un bagaje de experiencias y vivencias únicas. Queramos o no, son parte del proceso enseñanza y aprendizaje que desarrollamos en el aula. Están directa o indirectamente presentes sus preocupaciones, sus miedos, sus emociones, lo que han vivido o lo que viven día a día. Todo se inmiscuye en las aulas y está en nosotros trabajar también con eso.

¿Cree que se podría multiplicar su experiencia de usar recursos populares y accesibles para potenciar la capacidad transformadora de la educación?

Por supuesto que sí. Estoy convencido que todos los recursos digitales y tecnológicos que tenemos a disposición, pueden servir como una herramienta para potenciar el trabajo educativo que se realiza dentro del aula.

¿Cuáles son las resistencias que ha encontrado y cuáles son las que sabe que existen para llevar la innovación a los espacios formales de aprendizaje?

Hay resistencias de todo tipo, desde aulas y escuelas con muy poca conectividad, escuelas en las que directamente no tienen acceso a ninguna computadora. A los CENS (Centros de Enseñanza Secundaria) de adultos no llegan las netbooks del gobierno, como si llegan a otras escuelas de nivel secundario. También hay resistencias, muchas veces, a no querer cambiar las formas antiguas y tradicionales de enseñar.

«Creo que uno de los factores principales de expulsión o fracaso es cuando los chicos no se sienten parte de la escuela y del sistema educativo, o no tienen sentido de pertenencia, cuando no se sienten incluidos y contenidos».

¿Los espacios informales pueden desplazar a los formales o lo piensa como algo complementario?

Creo que la pandemia nos demostró la necesidad de incorporar dentro de las clases formales todos los recursos formales o informales que están a disposición, para complementar la tarea educativa en el aula. No creo que tengamos que reemplazar una cosa por la otra, sino que se tienen que retroalimentar y sumar como al proceso de enseñanza.

Si pudiera jugar a soñar una escuela pública ideal, con un sistema educativo ideal, ¿cómo sería?

Creo que se hace difícil imaginar una escuela ideal, cuando no tenemos una comparación concreta en la cual posicionarnos y en la que podamos generalizar. Cada una tiene contextos y realidades totalmente distintas. Cada aula, cada estudiante, cada docente son diferentes, tienen un proceso de aprendizaje diferente. Pero si me imagino un sistema educativo que integre a todos los actores de la sociedad: los gobiernos, los medios de comunicación, las empresas. Todos trabajando desde uno y otro lado hacia un mismo objetivo, comprometidos realmente con una educación que se construye entre todos a corto y largo plazo.

En su trabajo de inclusión con juventudes, ¿cuáles son los principales factores de expulsión o fracaso que tienen los pibes y pibas? ¿Qué experiencias pasa en limpio?

Creo que uno de los factores principales de expulsión o fracaso es cuando los chicos no se sienten parte de la escuela y del sistema educativo, o no tienen sentido de pertenencia, cuando no se sienten incluidos y contenidos. Creo que el mismo “sistema” es el principal factor de expulsión a nivel general de los estudiantes. En muchas ocasiones se convierte en un círculo que se les hace difícil de superar.

En las juventudes populares y más vulneradas, se observa un creciente hartazgo y frustración. ¿Crees que pueden volcarse masivamente a promesas autoritarias y poco democráticas?

Creo que es una suma de muchas cosas. Es difícil generalizar culpando a un solo sector. Toda la sociedad somos de una u otra manera responsables de no generar más espacios de diálogo, de convivencia, de comunicación, donde se fomenten espacios donde puedan expresar lo que piensan, sus emociones y deseos.

QUIÉN ES

Damián Ortiz es profesor de matemáticas. Tiene treinta y seis años, un hijo y está casado. Estudió en la Escuela Normal de Mendoza. Está cursando la Licenciatura en Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN). Tiene un programa de radio en FM 103.3 Radio El Camino y el canal de YouTube «Matemáticas Positivas». Trabajó desde el principio de su carrera en el centro de enseñanza para jóvenes y adultos CENS 3-500 “Pr. Anselmo Morales”. Ahora Actualmente da clases en el CENS “Prof Dante Bufano”, el CENS “Dr. Aníbal Aubone” y el CENS “Dr. Enrique Gaviola”. Hasta hace muy poco tiempo trabajó en la Esc 4-039 Cruz de Piedra, técnica en Madera y Muebles.