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Los outsaiders usan el discurso y la estrategia populista

Los outsaiders usan el discurso y la estrategia populista

En una conversación directa y honesta, Steven Levitsky, politólogo de Harvard y coautor de “Cómo mueren las democracias”, advierte sobre el deterioro institucional en Estados Unidos bajo el segundo mandato de Donald Trump, reflexiona sobre el rol de la sociedad civil, y traza paralelos con el avance de las nuevas derechas en América Latina. 

El 7 de noviembre de 2024 tuve la oportunidad de participar en una conversación con Steven Levitsky, politólogo norteamericano, especializado en sistemas de partidos, autoritarismo y procesos de democratización, habían pasado solo tres días desde que el resultado de las elecciones determinó que Donald Trump tendría un segundo mandato en la presidencia de los Estados Unidos de Norte América. Ese día se notaba su cansancio y frustración: “trabaje 8 años para que esto no pase”, dijo.

A casi 5 meses de gobierno republicano, -el encuentro se realizó el 30 de mayo- y Levitsky nos recibe en su oficina del Rockefeller Center, un centro de estudios de la Universidad de Harvard dedicado a América Latina, en Cambridge, Massachusetts. 

En un castellano casi perfecto, el coautor de “Como mueren las democracias” se prestó a una charla abierta y sin restricciones.

Estamos en la Universidad de Harvard, un símbolo de los valores liberales de Estados Unidos, con una historia más antigua que el propio país, que está siendo protagonista del debate político en las últimas semanas. En tus clases y en tus libros destacás la importancia de la sociedad civil, de las instituciones académicas y los medios de comunicación como actores clave para defender los valores democráticos, y se ha dicho que fuiste uno de los impulsores internos de que Harvard no se someta a la voluntad de Washington. ¿Cómo crees que este conflicto con el gobierno federal puede evolucionar? ¿Qué importancia y que implicancias tiene esta “resistencia” en términos simbólicos y en términos reales?

Es muy difícil predecir qué va a suceder porque estamos en territorio absolutamente nuevo, en la historia moderna de EEUU nunca hemos experimentado algo parecido. Creo que el futuro está muy abierto, me parece muy probable que el gobierno de Trump siga presionando, utilizando las armas del estado, los recursos estatales, para castigar a sus enemigos y que presione a actores en el sector privado o en los medios, buffetes de abogados, y universidades para cambiar el lado político o callarse en algunos casos. Creo que va a intentar castigar o cooptar varios sectores de la sociedad civil, como es común en regímenes autoritarios o gobiernos autoritarios. Me parece que estamos en un mejor momento hoy en día que hace tres meses, cuando el gobierno atacó a la Universidad de Columbia, y Columbia se rindió rápidamente. El mensaje de la rendición de Columbia, y de varios estudios de abogados, dio una señal a la sociedad civil muy negativa. Además, el comportamiento de gente como Jeff Bezos, algunos medios, o Mark Zuckerberg, parecía que aún los más poderosos tenían que arrodillarse ante Trump.

Hoy en día hemos visto algunos actos de resistencia, inclusive lo de Harvard, que están cambiando un poco de señal a la sociedad civil. Es obvio que el gobierno va a seguir presionando, pero no es obvio que va a seguir teniendo éxito, en parte porque el poder judicial está empezando a bloquearlo, y defiende a estudios de abogados que fueron atacados, y a Harvard. Lo pongo de otra manera: si Harvard no puede resistir, nadie puede. Por lo menos en el sector universitario no está claro que otras universidades puedan dar la pelea como Harvard, pero ahora hay una pelea.

Sí, por eso me refería a la importancia simbólica de esta resistencia, porque después sé que va a ir a un conflicto judicial, que está sucediendo de hecho, y los jueces se están inclinando a favor de Harvard.

SL: Es súper importante. De nuevo, a diferencia de Argentina, no tenemos experiencia con el autoritarismo, no tenemos memoria colectiva del autoritarismo, no sabemos cómo lidiar con un gobierno autoritario. La verdad es que somos, no sé si hay traducción al castellano, somos muy inocentes, «like a deer in headlights«, (como un ciervo encandilado).

A diferencia de Argentina, no tenemos experiencia con el autoritarismo, no tenemos memoria colectiva del autoritarismo, no sabemos cómo lidiar con un gobierno autoritario. La verdad es que somos, no sé si hay traducción al castellano, somos muy inocentes, «like a deer in headlights”

Entonces, el dar un ejemplo, decir públicamente que el gobierno federal no puede intervenir una universidad, que no puede imponerse en una universidad privada de esa manera, que hay que defender ciertas libertades, es muy importante. En los meses de diciembre, enero, y febrero, pasamos por una serie de consentimientos a estas actitudes como si fuera normal, como si hubiera que darle a Trump todo lo que quería, y nos olvidamos qué es la sociedad civil, nos olvidamos que es la independencia de la sociedad. Entonces creo que en lo simbólico es super importante lo que hizo Harvard.

Los partidos políticos han mutado en todos los países de occidente. En Europa y Latinoamérica los partidos clásicos del siglo XX perdieron hegemonía, se convirtieron en minorías, o sobreviven compartiendo un frente con partidos nuevos, etc. En Estados Unidos se mantienen los dos partidos históricos, pero cambian hacia adentro. Respecto al partido Republicano, hay una nueva identidad mucho más extrema. ¿Cree que eso va a permanecer? ¿Esa identidad antisistema, populista, etno-nacionalista se va a consolidar?

Puede volver a ser un partido razonable, los partidos siempre están cambiando, de elección a elección. Un partido nunca se queda en la historia sin cambiar. Lo del partido Republicano ha sido dramático. Del partido de Ronald Reagan de mi juventud ya no queda casi nada, era un partido de libre mercado, libre comercio, pro inmigración, pro internacionalista, eso no existe más. No creo que vuelva a ser un partido típico de centro y liberal, como era en el siglo XX. Creo que va a seguir siendo un partido más nacionalista y menos liberal. Eso no quiere decir que siempre va a ser tan populista, como es ahora, tan personalista y tan autoritario. Ahora, la transformación del partido Republicano en los últimos 20 y 25 años ha sido no solamente programática, sino que se ha vuelto un partido extremista, un partido hiper personalista. Por primera vez en la historia no tiene facciones, no existe una facción anti Trump, es un partido en el que Trump es el dueño. ¡Es el dueño de un partido que tiene más de 150 años, extraordinario!

Por primera vez en la historia el Partido Republicano no tiene facciones, es un partido en el que Trump es el dueño. ¡Es el dueño de un partido que tiene más de 150 años, extraordinario! Es personalista, es extremista, es radical y es autoritario.

Entonces, es personalista, es extremista, es radical y es autoritario. Además, es un partido básicamente etno-nacionalista. Yo creo que el cambio hacia el etnonacionalismo probablemente se quede, va a seguir siendo un partido no muy liberal, pero post Trump podría volver a ser un partido más dentro del sistema, un poco más institucional, y que acepta los resultados de las elecciones, que no promueve la violencia, etc. Creo eso, que no tiene que quedarse en la extrema derecha, that’s the deal (es el trato). Pero creo que el partido de Mitt Romney y de Ronald Reagan está muerto.

En otras entrevistas hablaste sobre los empresarios tecnológicos: Musk, Zuckerberg, Bezos, y cómo se someten al gobierno de Trump. Se ha planteado que esta alianza entre los populistas de herencia jacksoniana con los magnates tecnológicos, este matrimonio entre los estados del Sun Belt y el Silicon Valley, como una novedad. ¿Crees que esa convergencia es parte de la nueva etapa de autoritarismo competitivo, donde el nacionalismo se combina con la economía digital, o es solo coyuntural?

Imposible saber, todo gobierno es una coalición, todas las colisiones políticas contienen contradicciones, contienen tendencias contradictorias, que a veces aprenden a convivir. Por ejemplo, en el partido Demócrata en gran parte del siglo XX había un sector conservador racista del sur y en el mismo partido había liberales pro sindicales del norte. Eventualmente hubo un divorcio, pero fue luego de medio siglo de convivencia. Entonces yo veo muchas contradicciones entre los ultra libertarios del Silicon Valley que quieren proteger intereses. Hay un régimen muy poco regulado en el sector Tech que quieren proteger, y que el proyecto de regulación bastante modesto de Biden, los empujó a la derecha.

Vivieron una generación sin regulación, intocables, y cuando empezaron a hablar de regulaciones en época de Biden volaron a la derecha. No sé si se quedarán con el partido Republicano, creo que con el tema de las tarifas algunos ya tienen dudas con Trump, es un sector que tiene muchas contradicciones con el lado populista del Trumpismo de MAGA (Make America Great Again).

Hay actores, Bannon es uno, y el senador de Missouri Josh Hawley es otro, que tienen una visión de un partido más de clase trabajadora, que es más nacionalista y más estatista y difícilmente va a convivir con el sector Tech. Pero eso es el arte de la política, en los partidos tenés que tejer alianzas de gente que no necesariamente convive fácilmente. No sé si podrán, creo que va a haber peleas. Trump me hace recordar a Perón en muchos sentidos -en otros sentidos no- pero Perón convivía siempre, sobre todo en los 70, con un ala izquierda, un ala sindical, un ala de derecha, y se odiaban entre ellos, siempre se peleaban por posiciones, por influencia, se mataban en algún momento y Perón se quedaba mandando señales, a veces en alianza con la izquierda, a veces con la derecha. Trump es parecido en eso, por ahora los sectores conviven, pero es imposible saber si va a durar.

Trump me hace recordar a Perón en muchos sentidos -en otros sentidos no- pero Perón convivía siempre, sobre todo en los 70, con un ala izquierda, un ala sindical, un ala de derecha, y se odiaban entre ellos, siempre se peleaban por posiciones, por influencia, se mataban en algún momento y Perón se quedaba mandando señales, a veces en alianza con la izquierda, a veces con la derecha. Trump es parecido en eso, por ahora los sectores conviven, pero es imposible saber si va a durar.

En términos del posicionamiento global de Estados Unidos, se habla mucho de la potencia en declive y la potencia en auge, de esas líneas que se cruzan, es una simplificación, está claro, pero ¿cree que hay una estrategia de reposicionar a Estados Unidos en términos geopolíticos por parte del gobierno de Trump? ¿O como en otras áreas hay un componente de improvisación? ¿Qué lectura puedes hacer de estos casi cinco meses de gobierno de Trump en términos de política exterior?

Creo que hay un consenso en varias facciones de MAGA detrás del rechazo al orden liberal de los últimos 75 años, lo que para mí es un error histórico, realmente histórico rechazar eso, porque es un sistema post 1945 construido por Estados Unidos, dominado por Estados Unidos, y que benefició a Estados Unidos, y lo quieren destruir, ahí están de acuerdo.

Hay algunos que tienen ciertas teorías económicas o geopolíticas sobre el reposicionamiento, creo que no están de acuerdo entre ellos, creo que Trump en lo personal no tiene visión, no tiene idea, él es un mercantilista, creo que realmente no entiende cómo funcionaba el viejo orden liberal. Él es un mercantilista nato, es muy cortoplacista, y piensa que el más grande debe comer más, es muy simple. A veces el partido Republicano sigue los instintos de Trump, y construyen ideología corriendo por atrás, o sea él dice una pavada y hay tres o cuatro ideólogos que construyen una teoría detrás. No hay un consenso del partido sobre el nuevo orden, no creo que tengan una visión coherente de cómo podría ser ese orden post liberal, están de acuerdo en que no les gusta el status quo, no creo que estén de acuerdo sobre dónde ir. Hay algunos que son realmente pro Rusia, otros que tienen una visión de un mundo dividido entre Rusia, China, y Estados Unidos, con Europa desaparecida, pero no creo que tengan una visión muy clara, para mí ha sido muy chocante, como si Roosevelt en el año 39 hubiera visto el panorama global y dijera “mejor nos aliamos con Alemania”. O sea, el país que lidera el sector liberal en el mundo con mucho éxito, aunque en declive, con éxito, que sigue bien en lo económico, ¡el líder del mundo liberal pasa al otro lado! Porque esa gente prefiere Rusia a Canadá, prefiere Rusia a Alemania, odia a los europeos, no sé si saben a dónde van, creo que no.

El nivel de improvisación es contrario a la tradición americana

Hay mucha improvisación. Le tendencia de los periodistas y los académicos es intentar interpretarlo, ver la improvisación y ver alguna estrategia detrás. Hay ciertas orientaciones, ciertas preferencias, pero no creo que haya una gran estrategia detrás.

¿Crees que hubo algún resorte institucional que no funcionó? ¿Las instituciones fallaron en alguna forma para que hoy estemos en esta situación, con un presidente de estas características, donde la corte suprema puede no ser obedecida, donde se pueden deportar inmigrantes a El Salvador sin proceso de ningún tipo? ¿Se podría haber anticipado o evitado esto?

En términos de diseño institucional no creo, yo creo que el diseño institucional importa, pero cuando una sociedad se polariza, o si surge un movimiento antidemocrático o autoritario con suficiente fuerza, ningún diseño institucional nos puede salvar. O sea, hay elementos, sin el colegio electoral no hubiera ganado Trump en 2016, y estaría desaparecido de la escena política, pero el problema no creo que sea institucional, el problema es primero la extrema polarización, una reacción, un movimiento de derecha reaccionaria muy fuerte, y en el debilitamiento a largo plazo del establishment, y eso no solamente en Estados Unidos, quizás aquí fue algo más rápido, pero durante toda la historia moderna, lo que llamamos la democracia era una democracia bastante elitista donde los políticos elegidos eran bastante constreñidos por los medios tradicionales, los partidos tradicionales, los que financiaban la política.

Era imposible, muy difícil antes del siglo XXI, ser un político anti establishment y sobrevivir. Pero ahora, sobre todo por los cambios tecnológicos, las redes sociales e internet, es mucho más fácil hacerlo. No era posible ser un Milei, un Bolsonaro, un Bukele, un Castillo, o un Trump hace 50 años, no llegaban a ningún lado. Entonces, los políticos tienen mucho más espacio, mucho más margen de maniobra que hace 50 o 60 años, es en muchos sentidos más democrático, porque los políticos responden más a la gente y menos al establishment que hace décadas, pero más peligroso, yo creo que es el debilitamiento de los establishments sobre todo.

En Argentina instalo la expresión “casta” como descalificativo del establishment político tradicional, hay un alejamiento también entre ellos con la población en general, con lo popular, son como un sector privilegiado que no siempre conecta con el “pueblo”.

Claro, pero para hacer lo que hizo Perón en 1945 necesitaba una movilización masiva que se da una vez cada siglo, hoy en día cualquiera puede vencer al estado, lo que hizo Milei fue mucho más fácil.

Si agregamos a eso, que los partidos de centro izquierda dejaron de ser partidos que representen plenamente a las masas, a los trabajadores, a los sindicatos, y son partidos que representan más a minorías étnicas, identitarias o sexuales, eso en un contexto donde la gente se comunica y se informa sin un editor, y entonces se consume mucha información que tiene una intención detrás, muy manipulable.

El establishment jugaba el papel de editor, pero también de gamekeeper, no sé cómo decirlo en español, o sea, era un filtro importante en la política, para bien o para mal así era y eso ya no es.

¿Crees que eso es un factor importante? ¿El cambio en la forma en la que la gente se informa y se comunica?

Sí, y está teniendo varios efectos. Primero, permite que cualquier outsider sea elegido, porque no tenés que pasar por el grupo Clarín o La Nación, o por los líderes políticos, o la CGT, o los industriales. Por décadas y décadas necesitabas la aceptación de actores importante del establishment, hoy ya no, ya puedes hacerlo por WhatsApp. Segundo, hay evidencia creciente de que, dados esos cambios en el origen de la información, ha crecido mucho la desconfianza de la gente hacia las instituciones, que para bien o para mal cuestionamos mucho más que antes a los gobiernos de turno, las instituciones, y las figuras del establishment.

Un resultado de eso es que los gobiernos, los oficialismos, están perdiendo elecciones casi siempre ahora. El voto anti-incumbent (en contra del político en el poder) es super fuerte, en el 80% de las elecciones democráticas en el mundo desde el COVID pierde el gobierno, no hay ventaja del oficialismo, no ya en las democracias. Y segundo, hay una tendencia a votar por candidatos outsiders, por candidatos antisistema, populistas muchas veces de derecha, candidatos que dicen “que se jodan todos”, candidatos anti casta, o anti-swamp como se les dice en Estados Unidos. Esto también es debido a una creciente desconfianza que tienen mucho que ver con las redes sociales, hay evidencias, hay estudios que muestran eso.

Hay evidencia creciente de que, dados esos cambios en el origen de la información, ha crecido mucho la desconfianza de la gente hacia las instituciones. Un resultado de eso es que los gobiernos, los oficialismos, están perdiendo elecciones casi siempre. El voto anti-incumbent (en contra del político en el poder) es super fuerte, en el 80% de las elecciones democráticas en el mundo desde el COVID pierde el gobierno, no hay ventaja del oficialismo, no ya en las democracias.

Claramente, los sectores de derecha, no necesariamente partidarios u organizados, porque muchos de ellos son outsiders pero como decís, últimamente en las elecciones hay recambio, cuesta mucho reelegir, salvo quizás en México. Pero ¿por qué crees que la derecha ha sido más eficaz utilizando esas nuevas herramientas que la izquierda?

Buena pregunta, no tengo una respuesta muy clara. A ver, no es la derecha, es una nueva derecha, hay una derecha liberal, una centro derecha, que está sufriendo tanto como la centro izquierda. La centro derecha tradicional, que dominaba la política, por ejemplo en América Latina en los 90’ y principios del 2000, está mal también. Entonces, es una nueva derecha, es una derecha más populista, más antisistema, y me parece que desde los 80’ había una centro izquierda y una centro derecha que eran básicamente el establishment, hablo menos ahora de América Latina y más de Europa y de Estado Unidos. La centro derecha y la centro izquierda se pusieron de acuerdo a favor de la globalización, en ser tolerantes a la inmigración y la diversidad, y de ciertos avances en términos de libertades sociales, derechos de mujeres y homosexuales, etc. Un consenso muy fuerte, y ellos eran el establishment.

La ultra derecha, la derecha antiliberal estaba afuera, y como estaba afuera tenía que buscar otros mecanismos para llegar a la gente, entonces era más fácil, cuando estás afuera y estas buscando cómo entrar, tienes que innovar, tienes que buscar nuevas maneras de llegar gente, y por eso creo que llegaron primero a esos nuevos medios. Y además, son los outsiders los que usan el discurso y la estrategia populista, en principios del siglo XXI los outsiders eran la ultra-derecha. La centro izquierda y centro derecha estaban adentro, y no hay mucha nueva izquierda, hay elementos, lo vimos en Podemos en España, hay algunos casos de una izquierda populista, pero la verdad es que en el siglo XXI la izquierda ya casi ha dejado de existir.

La izquierda como la conocíamos

Claro.

Todo esto que planteas puede aplicarse muy fácilmente al ejemplo argentino, a Milei. Un outsider que en pocos años pasó de ser un panelista de televisión a gobernar un país, con 2 años en el medio como diputado, y que transmite ideas muy simples y mucha pasión, mucho sentimiento y mucha bronca. Encarna la frustración colectiva después de tantos años de descontento económico, y se ubica dentro de los bloques globales entre las nuevas derechas, con Trump, con Orban. Pero las características de su gobierno son de mucha apertura, muy poco nacionalismo en lo económico, hay como una contradicción que convive ahí.

Es diferente, sus amigos políticos son esos sectores de ultraderecha sin duda, hay cierta familia transnacional a la cual pertenece, pero me parece que lo que más los une es un anti-izquierdismo muy fuerte. Pero Milei tiene tendencias diferentes, es mucho más ideológico que Trump o Orban, mucho más pro-mercado. Dejando de lado el aborto, y algunas otras cosas sobre lo cual obviamente no es tan libertario, como los derechos humanos, pero en lo económico realmente es libertario, Trump no lo es, Bolsonaro no lo es, la gran parte de la ultraderecha hoy no es tan liberal en la economía, Milei sí, y en ese sentido es diferente. También, hasta ahora, en su comportamiento en el poder ha sido menos autoritario que Trump y Orban, vamos a ver qué pasa.

Sí, o menos exitoso…

Sí, puede ser él, o pueden ser las instituciones y la sociedad que lo constriñen o contienen, pero ha hecho mucho menos daño a la institucionalidad democrática que Trump y Orban. Bolsonaro es un caso intermedio, tiene elementos diferentes, no son todos iguales.

La iglesia católica, el Papa Francisco, tuvo un rol o una impronta anti neoliberalismo, contrario a todo lo que proponen las nuevas derechas, ¿crees que su legado tiene algún tipo de peso en las identidades políticas en occidente? ¿O está muy circunscrito al mundo católico? ¿Puede tener algún tipo de influencia?

Primero, no soy un experto en la iglesia católica y en un tema importante que es la religión y la política. Segundo, a mí me parece que en América Latina sobre todo, la influencia de la iglesia católica ha disminuido de una manera dramática. El Papa no tiene el peso político que tuvo en el siglo XX o en siglos anteriores. Hay menos católicos en América Latina que antes. Hay menos gente creyente, menos gente que va a la iglesia, y aún dentro de los católicos creyentes que quedan, hubo mucha división en cuanto a la ideología del Papa.

Francisco caía bien, pero existe una derecha católica en América Latina y también en los Estados Unidos que siempre ha rechazado, en algunos casos con voz alta, en otros casos con voz baja, ha rechazado las ideas principales, más progresistas de Francisco, entonces yo no veo mucho impacto, si lo comparo con Juan Pablo II, veo mucho menos impacto, si lo comparo con los cambios de los 70’ me parece mucho menor.

¿Crees que este nuevo Papa norteamericano puede tener algún tipo de poder doméstico? Si se lo propusiera, ¿podría ser un tipo de contrapoder a Trump, un tipo de actor que pueda plantársele?

No creo, sería interesante si intentara, no me sorprendería si eso tuvo que ver con la elección de él como Papa. Estamos en un momento en los Estados Unidos en el cual necesitamos contrapesos contra Trump, pero por la misma razón, la iglesia católica no tiene y nunca tuvo tanto peso en Estados Unidos, no tiene el peso político. Sería muy arriesgado jugarse políticamente contra Trump, o jugarse políticamente en general, la iglesia suele ser bastante conservadora, cauta, se mueve lentamente, y no creo que tenga la influencia suficiente.

En términos de influencia, desde Juan Pablo II, que fue el Papa durante la caída de la Unión Soviética, y que tuvo un rol en ese marco siendo un Papa polaco, los Papas ya no influyen. Pero también, justamente por ser el primer Papa norteamericano, y entendiendo que la iglesia en términos simbólicos sigue teniendo cierto peso y que aparte no tiene quizas tanto que perder, en cambio Harvard sí tuvo mucho más que perder al enfrentarse

La mitad de los católicos en los Estados Unidos votaron por Trump, eso tiene para perder. A mí me llama mucho la atención, que estamos viviendo un proceso de deportación masivo, ilegal, violando derechos básicos, violando la dignidad básica de la gente, gente católica, ¿y los obispos acá en Estados Unidos dónde están? Calladitos, no dicen nada.

La deportación masiva, no es un “issue” (tema de agenda) para la iglesia católica en Estados Unidos. A mí me da una tremenda pena, pero es muy llamativo que la Iglesia básicamente no opina, en medio de tremendos abusos que están ocurriendo día tras día contra mucha gente católica. Eso no me da mucha expectativa de parte de la Iglesia.

Si tuvieras que escribir de nuevo “Como mueren las democracias”, ¿agregarías algún nuevo capítulo o sacarías algunos? ¿Modificarías algo?

Justo estamos haciendo eso, este año estamos planeando una nueva edición con un capítulo adicional. ¿Si haría algo diferente? No mucho, yo creo que lamentablemente quizás fuimos un poquito optimistas en el caso de Estados Unidos, ha sido realmente peor que lo que esperamos cuando escribimos el libro, pero yo creo que ese libro lo vimos como una advertencia al público norteamericano, y lamentablemente creo que tuvimos razón. Entonces en su esencia no lo cambiaria mucho.

Eso fue 2018

Lo escribimos en 2017, primer año de Trump, y salió en 2018.

Claro, primer año de Trump y el Tea Party como antecedente, o sea que podía haber una tendencia, si se quiere…

Sí, pero no controlaban todavía el partido Republicano, eso ha sido el gran cambio, nosotros pensamos que el partido Republicano iba a poder quizás resistirlo, y que sin el control total del partido Republicano no iba a poder hacer tanto daño. Ahora tiene el control completo del partido, y el partido controla al Congreso, y la destrucción del segundo período de Trump va a ser mucho peor que en el primero.

Trump ahora tiene el control completo del partido, y el partido controla al Congreso, y la destrucción del segundo período de Trump va a ser mucho peor que en el primero.

¿Sos optimista a largo plazo?

(Suspira) Cada vez menos… soy más optimista que algunos, yo creo que podemos restablecer nuestra democracia, tenemos la fuerza en la sociedad, en la sociedad civil para poder hacerlo, creo que tenemos la posibilidad todavía de consolidar una democracia multi-étnica muy interesante acá, que podría ser un modelo, pero este año ha sido muy duro.

De alguna forma lo venía siendo, es que es muy disruptiv o todo y la falta de reacción también, es un poco frustrante.

Así es, todavía no sabemos, es temprano todavía, pero los primeros meses han sido… desoladores.

Peste, flagelo y muerte

Peste, flagelo y muerte

La historia nos ha enseñado que los virus no sólo atacan cuerpos: también infectan imaginarios, alimentan miedos y potencian odios. Se construye un sistema de representaciones que no es aislado y ni mucho menos inocente.

El libro recientemente publicado por el historiador Renzo Molini “Peste, flagelo y muerte: Narrativas del estigma sobre el VIH en la prensa argentina de 1985”, expone con crudeza cómo el VIH fue, desde sus primeros momentos, mucho más que una cuestión médica: fue una herramienta para segregar, señalar y condenar.

Molini indica que “el VIH fue una excusa para radicalizar los discursos de odio contra las poblaciones disidentes”, particularmente hacia las personas homosexuales, migrantes, mujeres (prostitutas) y usuarios de drogas. El recorrido que realiza a través de 200 artículos periodísticos, demuestra cómo los principales diarios argentinos de la época contribuyeron a asociar la enfermedad a la inmoralidad, reforzando prejuicios y discriminaciones históricas. Este estigma que vemos consolidarse a través de los titulares periodísticos, nos explica el autor, tiene dos dimensiones, es cultural y social.

El recorrido que realiza a través de 200 artículos periodísticos, demuestra cómo los principales diarios argentinos de la época contribuyeron a asociar la enfermedad a la inmoralidad, reforzando prejuicios y discriminaciones históricas.

CASTIGO DIVINO

En un contexto de recuperación democrática, la prensa hegemónica argentina —aun sin censura directa— no cuestionó esas narrativas. Por el contrario, las reprodujo y amplificó. Como explica Molini: “La enfermedad no era solo un hecho biológico: se construía como un castigo moral, como un juicio social sobre ciertos modos de vida”. Sostenido principalmente por los sectores conservadores, quienes veían en el VIH una especie de castigo divino

Este trabajo se estructura en cuatro capítulos, en los que analiza el rol del modelo médico hegemónico, el impacto del estigma sobre la comunidad gay, la violencia simbólica contra las personas trans —invisibilizadas o degradadas en los medios—, y la criminalización de las mujeres afectadas por el virus. “Ligeras, putas y drogadictas” eran algunas de las etiquetas con las que los diarios de 1985 intentaban explicar el avance de la enfermedad.

Hoy, casi 40 años después, estos análisis son más urgentes que nunca. Mientras ONUSIDA, en su campaña mundial “Let Communities Lead” (2024), insiste en que el fin de la epidemia sólo será posible si se derriban las barreras del estigma y la discriminación, en Argentina asistimos a un alarmante retroceso.

RECORTE INHUMANO

El gobierno de Javier Milei ha implementado recortes brutales en políticas de salud pública y programas de prevención del VIH. Según la Fundación Grupo Efectivo Positivo (FGEP) el recorte llega a un 54,31% para la políticas de respuesta la VIH, Hepatitis Virales, ITS y TB respecto al 2024, se han reducido partidas destinadas a la compra de medicamentos antirretrovirales, campañas de testeo y educación sexual integral.

Más grave aún, desde el poder se alientan narrativas de odio que apuntan a minorías sexuales, mujeres, personas migrantes y pobres. Se pretende reinstalar la idea de que ciertos cuerpos, ciertas identidades, ciertos modos de vida son prescindibles. Como advierte Molini: “Se está reconstruyendo un sentido común donde hay vidas que valen menos”.

Desde el poder se alientan narrativas de odio que apuntan a minorías sexuales, mujeres, personas migrantes y pobres. Se pretende reinstalar la idea de que ciertos cuerpos, ciertas identidades, ciertos modos de vida son prescindibles.

Hoy en día, en Argentina, la compra de los insumos necesarios recaen en las provincias, generando a nivel nacional inequidades a lo largo del territorio que afecta a quienes más los necesitan. El 65% de la personas con VIH se atienden en el sistema público, y 70.000 personas reciben tratamientos antirretrovirales según los datos publicados por Fundación Soberanía Sanitaria. La falta de acceso a medicación, atención médica o prevención adecuada representa un riesgo sanitario y una vulneración flagrante de los derechos humanos.

CAMBIO CULTURAL

Trabajar transversalmente el tema del VIH significa entender que no basta con repartir preservativos o fomentar el testeo: se trata de transformar la cultura, derribar prejuicios, garantizar el acceso igualitario a la salud, construir comunidades donde nadie quede atrás. Como señala ONUSIDA: “Las comunidades deben liderar la respuesta”, porque sólo desde un enfoque basado en derechos humanos podremos erradicar la epidemia.

Molini es claro en lo que expresa a través de su trabajo: “La salud no es un estado individual: es un proceso profundamente cultural y social”. No podemos permitir que los objetivos económicos actuales naturalice el abandono, ni que la crueldad se disfrace de meritocracia.

Hoy más que nunca, debemos defender los derechos conquistados: acceso universal a medicamentos, campañas de prevención inclusivas, educación sexual integral en las escuelas, y respeto irrestricto a todas las identidades y cuerpos. El ataque al derecho a la salud es parte de una embestida más amplia contra todos los derechos humanos.

Debemos defender los derechos conquistados: acceso universal a medicamentos, campañas de prevención inclusivas, educación sexual integral en las escuelas, y respeto irrestricto a todas las identidades y cuerpos. El ataque al derecho a la salud es parte de una embestida más amplia contra todos los derechos humanos.

Cada nota estigmatizante, cada silencio cómplice, cada recorte presupuestario, deja una herida que nos condena a repetir la historia. Recordar, estudiar, denunciar: son actos de resistencia. Porque el VIH no discrimina. Las sociedades sí. Y porque cada vida arrebatada por la exclusión es una derrota colectiva.

La memoria es necesaria para entender nuestra realidad y la desconstrucción del odio es una forma de resistencia. El acceso a los derechos debe ser el centro de cualquier proyecto de sociedad que quiera llamarse humana.

Casta somos todxs

Casta somos todxs

El anuncio de las medidas económicas de “shock” por parte del Ministro Luis “Toto” Caputo mostró la hoja de ruta del nuevo Gobierno. Devaluación, pobreza, alta inflación, apertura indiscriminada de la economía, impuestazo y más endeudamiento.

Migajas para los sectores populares. Duplicación del monto de la AUH (cuando la inflación proyectada para 2024 se estima en 300%) y un 50% de incremento de la tarjeta alimentar (alimentos que se estima se incrementarán en más de 100% entre diciembre y febrero sin contar los aumentos acumulados tras la estampida de precios de noviembre).

Se eliminaría la fórmula jubilatoria para que el magnánimo Gobierno pueda otorgar discrecionalmente aumentos que impidan la pérdida de poder adquisitivo de los beneficios (Milei en mood Papa Noél).

«Se eliminaría la fórmula jubilatoria para que el magnánimo Gobierno pueda otorgar discrecionalmente aumentos que impidan la pérdida de poder adquisitivo de los beneficios»

El retorno de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias, merece un apartado más detallado.

El impuesto a las Ganancias o a los altos ingresos es uno de los impuestos más progresivos que existen y se aplica en casi todos los países del mundo, por lo que conceptualmente este proyecto aparece a priori como una medida positiva de redistribución de la riqueza. Sin embargo, fruto de las distorsiones de la macroeconomía argentina, hasta su vigencia el pasado mes de noviembre la base de trabajadoras y trabajadores se había ampliado hasta márgenes insólitos. Su eliminación y reemplazo por un impuesto a los grandes ingresos atado al valor del salario mínimo, vital y móvil significó un importante alivio para los sectores medios y medios bajos, en un contexto de alta inflación e indexación de precios, ingresos e impuestos.

Volver al esquema ya derogado (derogación que votó con las dos manos el actual Presidente) implica un castigo a parte de quienes más perderán con las medidas de ajuste. Incluso llegando al contrasentido de que en el caso de autónomos, el impuestos se aplica para personas con ingresos apenas inferiores a la Canasta básica. País de ricos, en el cual todxs pagan Ganancias.

En síntesis, el tan mentado shock es un shock de pobreza. Y al ajuste no lo pagará la “casta”, lo pagará la enorme mayoría del pueblo argentino y con un especial esfuerzo de los sectores de la otrora clase media. Será pues que “la casta” somos todxs.

Tras estos anuncios, y en sentido contrario a lo que fueron sus banderas de campaña, el que se denominó como el “primer presidente libertario del mundo” decidió aplicar la clásica receta neoliberal. Esa que no funcionó ni en los 70 ni en los 80, ni en los 90, y que nos arrojó a la peor crisis de la historia reciente.

Ajuste fiscal, incremento de impuestos y apertura al mundo. Un combo conocido que no es precisamente la cajita feliz.

LA GRASA MILITANTE

Si bien los aspectos económicos y cambiarios han atraído la atención masiva de la ciudadanía, no sólo por el bolsillo se construye el nuevo paradigma.

Durante las primeras horas de gestión el equipo gobernante se dedicó a estigmatizar a las y los trabajadores estatales tratándolos de (en su inmensa mayoría) vagos.

La exigencia pública de presencialidad (como si no fuera ya la norma desde que en 2021 se terminaron las restricciones post pandemia) y las leyendas urbanas de ascensores repletos y oficinas atiborradas por los “cientos” que no venían a laburar nunca y ahora pretenden hacer “buena letra”, contribuyeron a sostener el relato libertario de que las personas que trabajan en el Estado son ñoquis, acomodadas y sobran. Un novel funcionario se atrevió a ponerle cifra a este fenómeno: las apariciones alcanzarían al 10% de la plantilla. Inchequeable.

A eso se sumó la amenaza de revisión de todas las contrataciones realizadas en el último año, incluyendo la no renovación de contratos y revisión de pases a planta permanente. Si la “libertad avanza” en esa dirección, ésta será una navidad de angustia para miles de familias estatales.

CON EL MAZO DANDO

En un contexto de previsible crecimiento de la conflictividad social no podía faltar la pata represiva. La flamante Ministra de Seguridad (AKA ex Montonera tira bombas Patricia Bullrich) acaba de estrenarse en el cargo con un Protocolo de orden público para garantizar la circulación en las calles.

Si el primer acercamiento a la nueva doctrina lo había realizado el Gobierno de la Ciudad con la invitación al movimiento liderado por Castells de marchar por las veredas, con Pato es otra historia.

La novedosa herramienta de gestión diseñada por la ex (y actual) Ministra promete “severas sanciones” para quien marcha y para quien organiza las marchas.

«La novedosa herramienta de gestión diseñada por la ex (y actual) Ministra promete “severas sanciones” para quien marcha y para quien organiza las marchas.»

No va a ser cosa que el descontento social producido por las medidas económicas termine impidiendo que la “gente de bien” pueda desenvolverse sin obstáculos.

BONUS TRACK

Mención especial merece la amorosa declaración de Jorge Macri (el primo) sobre los aprontes que lleva adelante el Gobierno de la Ciudad para lidiar con el “hambre de la clase media”.

Es que el ajuste que anunció Toto es tan brutal que hasta la gente amiga ve venir un vendaval de pobreza especialmente concentrado en lo que fuera alguna vez el motor económico del país y ahora da la pelea por no quedarse sin nafta.

«el ajuste que anunció Toto es tan brutal que hasta la gente amiga ve venir un vendaval de pobreza especialmente concentrado en lo que fuera alguna vez el motor económico del país y ahora da la pelea por no quedarse sin nafta.»

Y para ello el sensible Jorge preparará medidas para que la gente “de bien” no pase por la penosa experiencia de hacer una cola para retirar un plato de comida.

Así sí da gusto atravesar un ajuste!

¿Cómo fue la primera república española hace 150 años?

¿Cómo fue la primera república española hace 150 años?

Duró menos de un año. Fue una apuesta democrática y federal en respuesta a demandas populares. Avances sociales. Resistencia monárquica y represión.

Imagen publicada por la revista satírica La Flaca del 28 de marzo de 1873. Muestra el apoyo a la República Española por parte de las repúblicas —Suiza, Estados Unidos y Francia— y el rechazo de las monarquías y los imperios.

El 11 de febrero de 1873 se proclamó en las Cortes, Madrid, la Primera República Española. Hace, por lo tanto, ciento cincuenta años. Este régimen político duró escasos once meses pero supuso la primera apuesta plenamente democrática y federal en España, planteando además, la prístina legislación social en plena eclosión de la Primera Internacional y del empuje del incipiente movimiento obrero español. Período histórico, dentro del Sexenio Democrático (1868-1874). 

El 10 de febrero de 1873 abdicó el rey Amadeo I (Amadeo de Saboya) un monarca elegido cuando fue destronada la reina Isabel II en la Revolución de septiembre de 1868. Las Cortes, en sesión conjunta del Congreso y Senado, proclamaron la República por 285 votos contra 32 al día siguiente, pero este hecho no consiguió estabilizar la agitada vida política española, ya que a los problemas heredados –levantamiento carlista y guerra de Cuba-, se añadió en el seno del republicanismo la división entre unitarios y federalistas, que, a su vez, agudizaron las diferencias entre los moderados y los intransigentes a la hora de establecer el federalismo, ya fuera desde arriba, ya desde abajo.

Hay que tener en cuenta la presión social que vinculaba a la República con la necesidad de reformas importantes en favor de las clases populares, como eran la eliminación de los consumos -impuestos indirectos- o el sistema de quintas, sin olvidar las cuestiones salariales y de limitación de la jornada laboral.

Fuera del ámbito republicano y democrático, los sectores contrarios al establecimiento de un sistema político plenamente democrático trabajaban para liquidar la República, ya fuera desde el extremismo carlista, ya desde las posiciones monárquicas borbónicas alfonsinas.

Este régimen político duró escasos once meses pero supuso la primera apuesta plenamente democrática y federal en España, planteando además, la prístina legislación social en plena eclosión de la Primera Internacional y del empuje del incipiente movimiento obrero español.

La República tuvo cuatro presidentes: Estanislao Figueras, Francisco Pi i Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar.

En el período de Figueras se produjo un pronunciamiento por parte de los radicales, aunque fracasó. Este hecho motivó que Martos y Serrano huyeran a Francia. En mayo se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes en las que triunfaron los republicanos federalistas con una aplastante mayoría de 344 diputados sobre 391. En la primera votación se proclamó la República Democrática Federal.

Pi i Margall accedió a la presidencia de la República el día 11 de junio. El nuevo presidente fracasó a la hora de establecer, desde arriba, una estructura federal de forma ordenada. La insurrección cantonalista se extendió con gran rapidez en gran parte del este y sur peninsulares. Los cantones serían unidades políticas inferiores a partir de las cuales se debería formar la federación española, es decir, era un movimiento que pretendía montar la estructura federal desde la base.

El cantonalismo tuvo un evidente componente social reivindicativo, por lo que debe ser entendido, a su vez, como una reacción ante la posible derechización de la República. Alcoy y Cartagena fueron las principales ciudades que se proclamaron cantones. Fue muy complicado reprimir el cantonalismo, no sólo por su extensión sino también porque coincidió con la presión carlista.

Estos levantamientos provocaron la dimisión de Pi i Margall, a pesar de que intentó frenar el movimiento a través de una avanzada legislación social: regulación del trabajo infantil, abolición de la esclavitud en Cuba y un proyecto de reorganización del ejército.

PROYECTO CONSTITUCIONAL

Pi i Margall presentó a las Cortes un proyecto de Constitución para la República federal, aunque la discusión parlamentaria no comenzó hasta agosto, con Salmerón en el poder, cuando casi todos los cantones habían sido derrotados. Pero los graves problemas del período alargaron mucho el proceso constituyente. El Proyecto constitucional de 1873 recogía una estructura federal del Estado: España se organizaría en municipios, estados regionales y el Estado federal o Nación.

Además, se establecía la soberanía popular con sufragio universal. Por vez primera, se proclamaba la separación entre la Iglesia y el Estado. Esta Constitución nunca entró en vigor, pero tiene una gran trascendencia histórica porque diseñaba una democracia y un modelo de organización territorial no centralista.

En las Cortes se plantearon proyectos que, sin abordar una completa reforma agraria, promovieron cambios en la estructura de la propiedad que provocaron la alarma de los grandes propietarios.

Repasemos los proyectos: El 23 de junio se presenta una proposición de reparto de tierras a censo reservativo, solicitando la no inclusión en las leyes de desamortización de los bienes propios de los pueblos. En el mes de julio se planteó un proyecto de ley sobre venta a censo reservativo de los bienes de aprovechamiento común.

Proclamación de la república por la Asamblea nacional, Madrid, en la revista española «La Ilustración Española y Americana».

A principios de agosto una proposición de ley pedía la devolución a los pueblos de los terrenos de aprovechamiento común. Esta cuestión es importante porque la desamortización de Madoz dejó a los consistorios sin uno de sus pilares económicos y a los vecinos sin un recurso fundamental para vivir.

El 18 de agosto, por su parte, se propuso un proyecto de ley sobre reparto a braceros de terrenos faltos de cultivo. Dos días después se aprobaba la única ley en materia agraria, la redención de foros, posteriormente fue derogada por Serrano en febrero de 1874. Todos estos proyectos iban en la misma línea, a favor de los campesinos y jornaleros, pero, como vemos, o no llegaron a aprobarse, o fueron derogados inmediatamente en la Dictadura posterior.

La reforma agraria siguió siendo una de las grandes asignaturas pendientes, y tuvo que llegar otra República para abordarla, para luego frustrarse con el franquismo. La reforma agraria siempre fue un claro motivo de enfrentamiento porque tocaba una estructura de la propiedad harto injusta, y estaría entre una de las causas del posterior golpe del 18 de julio de 1936, que llevó a España a la Guerra Civil.

La reforma agraria siempre fue un claro motivo de enfrentamiento porque tocaba una estructura de la propiedad harto injusta, y estaría entre una de las causas del posterior golpe del 18 de julio de 1936, que llevó a España a la Guerra Civil.

La Primera República también se preocupó de las relaciones entre los trabajadores y los patronos. Recordemos el miedo que generó en la burguesía española la llegada de la Internacional y la reacción de la misma en tiempos de Amadeo de Saboya. El 14 de agosto se presentó un proyecto de ley sobre Jurados Mixtos que pretendía establecer un instrumento para la resolución de los conflictos laborales entre los empresarios y los obreros.

Anteriormente se habían planteado algunos precedentes, pero ahora se pretendía elevar la cuestión a rango de ley y de forma general para todo el país. El 24 de julio se aprobó la Ley sobre protección del trabajo de los menores de dieciséis años, y dos días después se estableció la Ley sobre protección del trabajo de niños en los circos.

Salmerón se convirtió en presidente en el mes de julio. Su objetivo fue restablecer el orden y envió el ejército para sofocar el movimiento cantonalista. La represión fue intensa. En agosto casi todos los cantones se rindieron, aunque Málaga resistió hasta mediados de septiembre y Cartagena hasta enero de 1874. Con Salmerón, la República inició un viraje hacia posiciones más moderadas. Pero no duró mucho en su cargo porque dimitió por problemas de conciencia al no querer firmar sentencias de muerte impuestas por la autoridad militar.

LA CAIDA

Castelar alcanzó la presidencia en septiembre, representando el triunfo de la República conservadora. Aunque fue el presidente que terminó el proyecto constitucional federal, era defensor de una República centralista, por lo que postergó la discusión y aprobación del texto. Movilizó a los reservistas para intentar acabar con las últimas resistencias cantonalistas y las guerras cubana y carlista. Además, firmó las penas de muerte que Salmerón había rechazado, y permitió el regreso al país de los dirigentes de los partidos radical y constitucional, Serrano entre ellos.

El final de la República se precipitó cuando se reanudaron las sesiones de las Cortes el 2 de enero de 1874. Ese día, Castelar debía rendir cuentas de su labor de gobierno desarrollada desde su toma de posesión. El presidente defendió la importancia de separar la Iglesia del Estado pero no aludió a la necesidad de que se aprobase el proyecto constitucional. La cámara negó la confianza a Castelar y, por consiguiente, dimitió.

La posibilidad de que el poder recayese de nuevo sobre los federalistas ofreció un pretexto para el golpe de estado de Pavía, capitán general de Madrid, que en la madrugada del día 3 de enero ocupó el Congreso y disolvió la cámara. De esta manera se puso fin al régimen republicano, aunque oficialmente España siguió siendo una República hasta finales de año.

El general Serrano presidió un nuevo gobierno provisional (dictadura) que tuvo como objetivo restablecer el orden público, controlar a los carlistas y continuar la guerra en Cuba. En diciembre de 1874, el general Martínez Campos se sublevó en Sagunto y proclamó rey a Alfonso XII, hijo de Isabel II.

Los intereses de la oligarquía española habían triunfado, aunque no a través del método que había diseñado Cánovas del Castillo para que regresara la monarquía a España.

Los zapatos de Cate Blanchett

Los zapatos de Cate Blanchett

Tár, película subyugante en torno a un personaje amoral, que se inserta con inteligencia en la conversación actual sobre el poder, sus abusos y la cultura de la cancelación. Todo del director Todd Field y la actriz nominada.

La actuación de Cate Blanchett le da vida a un personaje complejo, debate sobre el poder desde la actuación y tiene todos los números para seguir siendo premiada.

Lidya Tár usa zapatos negros, toscos, enormes, masculinos. Tiene gustos excéntricos que nadie objeta porque se trata de una estrella indiscutida de la música clásica internacional (es la primera mujer en ostentar el puesto de directora permanente de la Sinfónica de Berlín). Músicos, asistentes y mecenas le temen reverencialmente. Todd Field, director y guionista de Tár, nos entrega una película potentísima con uno de los personajes más complejos y provocadores de la historia reciente del séptimo arte. Para lograrlo cuenta nada menos que con Cate Blanchett, probablemente la actriz más subyugante de Hollywood. Sólo ella podía encarnar a Lydia Tár, una criatura bella y terrorífica, capaz de cambiar de piel como una peligrosa serpiente. 

Siguiendo la premisa de que a través de un detalle se puede revelar la identidad de un personaje, Field y Blanchett -ambos progenitores de esta criatura- nos dicen que únicamente Lydia Tár puede estar cómoda en esos zapatos. Hay por lo menos una decena de escenas en las que la perspectiva escogida por Field nos empuja a prestar atención al calzado grotesco que Lydia combina con pantalones ceñidos y elegantes. Son zapatos que han pisado muchas cabezas.  

Lydia Tár es un personaje totalmente inventado. Tiene logros que ninguna mujer en la música clásica ha conseguido en la actualidad. En una entrevista para New Yorker, el ensayista Adam Gopnik (que se interpreta a sí mismo) lee su currículum delirante y pregunta a la protagonista si siente pudor al escuchar mencionar todos sus éxitos. Esta es una gran escena inicial, que nos ayuda a entender con qué bueyes estamos arando. Pero a no confundirse. Tár no es una película que viene a decir que se puede romper el techo de cristal que tienen las mujeres en las esferas más competitivas y elitistas de la cultura. Al contrario, si hay alguien que no cree en ese techo de cristal es justamente Lydia Tár, porque ella se ha manejado siempre como se manejan los hombres. He aquí la primera reflexión a la que nos invita Field: el poder no tiene género, quien lo detenta tiende -tarde o temprano- a romper los límites hasta naturalizar el ejercicio abusivo del mismo. 

Tár es una película sobre el poder, sus excesos y la respuesta más corriente que las redes sociales han institucionalizado en la conversación pública: la cultura de la cancelación.

Tár es una película sobre el poder, sus excesos y la respuesta más corriente que las redes sociales han institucionalizado en la conversación pública: la cultura de la cancelación. A quien abuse de su poder -o se lo acuse de algún acto moralmente reprochable- lo espera una guillotina virtual deseosa de cortar cabezas. Lydia Tár parece ser consciente de esto mejor que nadie, cela cada palabra de su perfil en Wikipedia y atesora cada crítica que se publica sobre ella y su trabajo. 

En una fabulosa escena, Lydia Tár intenta hacerle entender a un estudiante que se niega a dirigir una obra de Johann Sebastian Bach, que lo que haya hecho el compositor barroco en su lecho marital nada tiene que ver con su música. La escena en cuestión contiene un plano secuencia orgánico, al servicio de lo que el autor necesita que entendamos. La cámara acompaña a Lydia y al joven desde una distancia dinámica y nos muestra, como si fuera sin querer queriendo, el movimiento frenético de una de las piernas del muchacho y los zapatos severos y contundentes de ella. En esta magistral escena, la actuación de Blanchett es hipnótica, logra hacernos sentir, como una serpiente cascabel, que el peligro es inminente, aunque aún falte mucho para el ataque.   

Lydia Tár está casada con Sharon, la primera violinista de la Sinfónica de Berlín, y juntas tienen una pequeña hija. Es un matrimonio frágil el de estas dos mujeres, llamativamente hetero-normativizado. Lydia se desenvuelve como el hombre de la casa y es abiertamente infiel. Su deseo sexual por jóvenes estudiantes y músicas es uno de sus tantos ribetes masculinos, de los que parece enorgullecerse. (Una mención hiriente a Plácido Domingo al principio de la película nos adelanta que Lydia Tár es una depredadora suelta y ni siquiera usa polleras). 

AMORALIDAD

La amoralidad de la protagonista es el nudo dramático de la película. Lydia Tár no es estrictamente una villana, aunque sí es una gran victimaria (hay un tema gravísimo que no conviene adelantar acá). Es una persona que, al parecer, no siente pesar por las consecuencias de sus actos, que no experimenta culpa ni remordimiento, pero que tiene otros padecimientos. Oye ruidos y sonidos extraños en su mente, que intenta referenciar afuera de su cabeza en vano. ¿Locura? Peor aún. Lydia Tár está escribiendo una sinfonía. Estos sonidos intrusivos se convierten en una carga más densa que la culpa. Entonces: ¿pueden las acciones privadas de un artista interferir sobre su obra? Lydia Tár está segura de que no. Sin embargo, su mente, de repente, empieza a albergar el terror. ¿Pero terror a qué?

La multiplicidad envuelve a Lydia Tár. Deja su corazón y todo su talento para lograr que la Sinfónica que dirige transmita cabalmente las loas al amor romántico que Gustav Mahler escribió en su Quinta Sinfonía. Pero cuando empieza a ser acechada por los rumores y acusaciones se vuelve una mujer negadora, incapaz de dar marcha atrás. ¿Dónde quedó el amor por la música que la llevó hasta el podio? ¿Ha perdido su sensibilidad?

La amoralidad de la protagonista es el nudo dramático de la película. Lydia Tár no es estrictamente una villana, aunque sí es una gran victimaria.

Un pequeño párrafo sobre la puesta en escena. Es asombrosa. La primera hora de película es puro nervio y eso que el rompecabezas con la información se va completando de a poco. En la segunda hora y media, la película se desliza hacia un thriller intelectivo y atrapante que nos recuerda al maestro austríaco Michael Haneke. Todd Field, que sólo tenía dos películas en su haber y llevaba quince años alejado de la industria, demuestra con Tár ser mucho más que un director dotado y se prueba con éxito el traje de autor. 

Field escribió Tár pensando en Cate Blanchett. La actriz no supo de ello hasta que le llegó el guión. Si digo que Lydia Tár es su principal papel sonará injusto con otras actuaciones superlativas de una artista que no tiene yerros. Pero créanme que lo es. Lydia Tár es el personaje más grande de su carrera. No solo porque en él recae el protagonismo excluyente del filme (no hay escenas en las que no esté Blanchett), también lo es porque le da la posibilidad de desplegar su capacidad silenciosa de cambiar una y otra vez de piel hasta cincelar una caracterización macabra y a la vez luminosa, despojándose del miedo de convertir a su criatura en un chiste. 

¿Chiste? Sí. Aunque los temas abordados en Tár van desde la solemnidad de la interpretación de la Quinta Sinfonía de Mahler a la caída es desgracia de la mujer más poderosa de la música clásica, el humor satírico tiene también su espacio sobre el final del metraje. Quien haya visto Blue Jazmine, película con la que Blanchett se llevó su último Oscar, seguramente entenderá y celebrará la broma. Sólo Cate Blanchett puede dar tanto. En unas semanas alzará una nueva estatuilla en Los Ángeles. Felicitaciones por adelantado, Cate. 

Antonio Di Benedetto: el hombre al que debemos leer y soñar

Antonio Di Benedetto: el hombre al que debemos leer y soñar

El progresivo interés en el escritor y su obra ha generado reediciones, homenajes, adaptaciones al cine y jornadas de estudio. Ese escritor de provincias, silencioso y silenciado escribió con un estilo propio e intenso. «Zama» es su novela más consagrada. La premiada escritora mendocina Mercedes Fernández lo conoció con cercanía y compartió años de bohemia y de dolor. Así lo evoca en su centenario.

Antonio Di Benedetto, después del exilio y poco antes de su muerte.

Hablar de Antonio Di Benedetto me retrotrae a un tiempo en el que creí que aquellos que se vivían eran tiempos de felicidad. Después, la vida me mostraría tantos rostros que aprendería (tal vez aún estoy en ese camino) que la felicidad cabe apenas en un suspiro.

Y al evocar esa etapa saltan, secretamente, dos nombres que significaron mucho en mi vida: Antonio Di Benedetto y Ana María Giunta. Dos nombres enlazados, imposibles de separar cuando desentierro del ayer tanto a uno como al otro.

Antonio, Ana y yo disfrutamos, en los años ´70, de un nutritivo aprecio. Y digo nutritivo porque la figura del escritor y periodista que ya era Di Benedetto fue como una especie de pan bueno que nos sirvió a ambas para crecer, para seguir madurando cada una en los diferentes caminos por los que transitamos.

Di Benedetto era en esos tiempos un hombre misterioso y lejano. Con fama de hosco y huraño. Por lo menos así lo describían quienes convivieron laboralmente con él. Pero para nosotras dos, osadas e intrépidas, era un camarada con el que salíamos a cenar dos o tres veces por semana y con quien nos llevábamos de maravilla.

Di Benedetto era en esos tiempos un hombre misterioso y lejano. Con fama de hosco y huraño. Por lo menos así lo describían quienes convivieron laboralmente con él. Pero para nosotras dos, osadas e intrépidas, era un camarada con el que salíamos a cenar dos o tres veces por semana y con quien nos llevábamos de maravilla. Teníamos lugares de preferencia: el restaurant-bar-café de la esquina de Las Heras y 25 de Mayo, hoy Mediterráneo, donde los viernes se realizaban peñas literarias y musicales. Se congregaba allí la bohemia de la noche mendocina. Ese y el Newery eran sitios obligados para recalar a la salida del cine, del teatro o del trabajo de las redacciones. 

Cuando concurríamos a algún acto, función o concierto (no nos perdíamos ninguno, eran tiempos de una voracidad que luego se convertiría en adicción) Antonio se sentaba siempre, siempre, entre las dos: prefería evitar el compartir espacios demasiado cercanos con la gente. Bien conocida era esa especie de fobia social que le endilgaron. Nosotras, casi vanidosamente, lo flanqueábamos, como si eso pudiera haber sido necesario. Compartíamos salidas, actos, obras de teatro (éramos habitués del mítico TNT y no se nos traspapelaba función alguna), las tertulias literarias del MAM, las presentaciones de libros y o charlas en el Hogar y Club Universitario. Los espacios que frecuentábamos eran todos del microcentro mendocino, alrededor del diario Los Andes. Es decir, el microcosmos por el que caminaba él. Y aquellos eran momentos de pequeñas fiestas cotidianas.

Yo había sabido de Antonio Di Benedetto como alguien de quien hablaba siempre mi padre, que trabajaba en el centenario Los Andes donde era linotipista y delegado gremial, secretario general de la FATI y del Sindicato Gráfico de Mendoza. Ese cargo le exigía enfrentarse continuamente con los directivos del diario en el que Antonio era vicedirector. Mi padre fue un gran defensor de los derechos del trabajador, hijo de anarquista, activo miembro de PC en ese momento, de ideas progresistas. Y un verdadero erudito, lo que le valió el respeto de Antonio Di Benedetto. “Ovidio Fernández es una de las pocas personas con la que se puede hablar de todo en este diario”, solía decir. Por eso es que, cuando Antonio me envió una carta en un pequeño papel membretado que aún conservo, ofreciéndome publicar un poema mío en el diario, temblé de emoción, porque ya mi padre hablaba con admiración de aquél hombre al que todos temían y respetaban.

Hablaba muy quedo, casi de forma inaudible

Cuando asustada novata, fui a verlo, con mi Poema Inútil (así se llamaba) sobre mi madre recientemente muerta, conocí a un hombre gentil y amable, que hablaba muy quedo, casi de forma inaudible, como si el aliento se le estuviera terminando en cada frase, obligando a quien le escuchaba, a bajar la cabeza para no perderse una palabra de lo que quería decir. Luego, enseguida, nos encontraríamos en un acto de la SADE y nos acercaríamos con Ana María Giunta (que lo deslumbraría, como a tantos) y nos haríamos compañeros de la noche.

¿Qué hizo que Antonio Di Benedetto, el autor de tanto renombre, se detuviera ante nosotras? No sabría responder. Tal vez fue nuestro entusiasmo, nuestro fervor por las letras en las que incursionábamos ambas, la pasión con la que nos bebíamos cuanto libro salía (cursábamos el mal llamado Boom de la literatura latinoamericano), las charlas cargadas de ingenuidad con la que le solicitábamos opiniones tanto sobre su obra, que bebí casi con adicción, como la de escritores que él traía a Mendoza. Escritores de la talla de Haroldo Conti (gran amigo de Antonio, a quien conocí muy especialmente cuando llegó para presentar del Alrededor de la Jaula, en el Centro Internacional del Libro, que estaba en ese momento en la Galería Tonsa en la rotonda del Cine City), Borges, Moyano, Mujica Láinez, Neruda, Donoso, Marguerite Duras, Sábato, Calvetti y tantos más. Fueron importantes relaciones. Haroldo Conti nos nombra a Di Benedetto y a mí en Los caminos, en ese libro maravilloso, La balada del álamo carolina, en un relato que denominó Homenajes.

En ese tiempo ya Antonio era un escritor del mundo. Ya era uno de los prosistas más importantes del siglo XX. Y había sido condecorado con órdenes internacionales, recibido premios, traducido a muchos idiomas. Y nosotras lo admirábamos, dios, cómo lo admirábamos. Zama, Pentágono, Declinación y ángel (la nouvelle más hermosa, creo de toda su obra), El silenciero, Grot, Mundo animal, El cariño de los tontos, Los suicidas, fueron nuestro alimento, nuestro pan bueno

En ese tiempo ya Antonio era un escritor del mundo. Ya era uno de los prosistas más importantes del siglo XX. Y había sido condecorado con órdenes internacionales, recibido premios, traducido a muchos idiomas. Y nosotras lo admirábamos, dios, cómo lo admirábamos. Zama, Pentágono, Declinación y ángel (la nouvelle más hermosa, creo de toda su obra), El silenciero, Grot, Mundo animal, El cariño de los tontos, Los suicidas, fueron nuestro alimento, nuestro pan bueno, como dije. Porque con estos libros nos acercamos a lo que un autor debe tener: la actitud del escritor, la forma de ver el mundo, la posibilidad de escaparse de esta realidad castradora de todos los días, la ficción fantástica, la raja en el cielorraso para poder volar y dejar la angustia atrás. Luego del horror y la vejación del ´76, vendrían Cuentos del Exilio y Sombras, nada más. Y me atrevo a decir que lamentablemente, Di Benedetto es ahora tal vez más conocido y leído por haber sido víctima de la dictadura (terrible infortunio que lo demolió) aunque ya su obra esplendía antes de los años en los que el cielo se derrumbara sobre nuestro país.

Bueno es recordar, y me sonrío sin quererlo acaso, que junto a Antonio conformamos un grupo secreto, una especie de secta que pocos conocieron: el Grupo Literario Sótano. Esa clase de cenáculo, en el que Ana María y yo éramos una especie de moscas en la leche, funcionaba en calle Montevideo entre 9 de Julio y Avenida España, justamente en un sótano que nos prestaba algún mecenas cuyo nombre nunca supe o que ya no recuerdo. Aquel grupo selecto (no por nosotras, claro) en el que estaban Ricardo Tudela, Vicente Nacarato, Guillermo Petra Serralta, Humberto Crimi, Draghi Lucero, Ramponi, Américo Calí, Bonardel, no funcionó mucho tiempo. Pero era una especie de lugar apartado en el mundo, en el que, entre empanadas, pizza y vino, se debatían ideas, libros, películas. Antonio era la voz directriz sin duda alguna, dado que era él quien decidía los nombres a invitar que repito, no eran muchos. Ahora que lo pienso, escribo estos nombres y pienso que sólo yo quedo de aquellas noches de literatura y vino, noches sin estridencias, sin más que la emoción de hablar, argüir, leer, analizar. Y siento que aquello tal vez fue sólo un sueño. O que nadie ha muerto. O que yo soy quien ya no está. Será cosa de soñarlo, diría Di Benedetto.

Un hombre amado y odiado

Un largo anecdotario de pequeños momentos en verdad, recorre mi memoria y tiene como protagonista a Di Benedetto, el hombre de la voz precisa, lúcida, amable, afilada, pero íntima, porque el tono con el que se expresaba parecía estar dirigido sólo a una, y eso lo hacía distinto. Un hombre amado y odiado, catalogado como una especie de fóbico social, aunque con los amigos fuera una persona entrañable. Y él agradecía ese rótulo que le servía para conformar una especie de círculo difícil de acceder si él no lo permitía.

Di Benedetto con Jorge Luis Borges, a mediados de los ’60.

Hay un momento de aquellos tiempos, que sin duda alguna me marcó. Un cierto anochecer (la bohemia es amiga de la noche y nosotros adorábamos las mesas de los bares iluminadas por la luz artificial) Antonio me dijo: “Mercedes, ¿usted quiere ser escritora?”.

Fuimos muy amigos, lo he dicho, pero jamás nos tuteamos. Era una forma de tratamiento que él disponía y que una sentía le daba un cierto señorío a la relación. Aquella pregunta dio vuelta mi vida. Le contesté que sí, que todo a lo que aspiraba era escribir. Entonces, me dijo, venga al diario, entrará a hacer notas en deportes. Me aterré. Sentí que caía en una de las tantas bromas a las que era muy afecto y de las que hacía gala para congelar al interlocutor con ese espíritu ácido que lo identificaba. Creí que me estaba diciendo que me dedicara a otra cosa. Debió ver mi cara de espanto. Por qué, le dije, si yo sabía que una pelota es redonda porque se dibujaba con un compás, pero que era y aún lo soy, una abúlica física que jamás hizo una actividad deportiva. Sin inmutarse ante mi “impertinencia”, muy seriamente agregó: “Primero, deportes, luego, policiales”. Peor aún: yo era una persona del medio pelo cultural de ese momento, ergo, si tenía que ser periodista alguna vez, debería ser en la sección cultura. Acepté a regañadientes. Conozco, desde entonces, los reglamentos de todos los deportes pues pasé por cada uno de ellos. Comencé trabajando con Rodolfo Braceli en diario El Andino y en Los Andes con Enrique Romero. Luego pasaría a hacer “bolos” en policiales. Y así comenzó mi carrera como narradora. “Porque en esas secciones, usted se acercará a la gente. Y eso la ayudará a usted a llegar a ser, tal vez, una escritora”.

El entusiasmo es la exaltación del ánimo que se produce por algo que cautiva o que es admirado. Para los griegos, “entusiasmo” significa “tener un dios dentro de sí”. Y si tuviera que calificar aquellos años de mi amistad con Di Benedetto, diría que fueron de entusiasmo pleno. Ya luego la vida nos daría a mí, cachetazos y caricias. A él, tortura y humillación, que provocarían el derrumbre como hombre aunque no como escritor.

Alguna vez, él escribió sobre sí mismo: “Soy argentino, pero no he nacido en Buenos Aires. Dios me guarde de tener que vivir algún día en esa ciudad. Nací el Día de los Muertos del año 22. Me gusta la música, especialmente la de Bach y la de Beethoven. Y el ‘cante jondo andaluz’. Bailar no sé, nadar no sé, beber sí sé. Auto no tengo. Prefiero la noche. Preciso el silencio. No hay más que decir sobre mí”.

Sí fuimos entusiastas en ese tiempo. Tiempos de largas caminatas, de largas conversaciones, de largas sobremesas. De recuerdos prolongados en la vaguedad de la memoria. Teníamos a ese dios dentro de nosotros. Inconscientemente tal vez, nos regocijábamos con la ligera idea de que aquello duraría para siempre.

Después, siempre hay un después, sobrevino el infierno que todos conocemos. Y con ese infierno, el terror, la separatidad, el desasimiento, la melancolía, el extrañamiento. Sentimientos claves para entender la literatura del exilio. Elementos que están en la obra de Di Benedetto que él escribiera en el extranjero. Cuentos del exilio y Sombras, nada más, son conmovedores testimonios de lo que el hombre puede hacer del hombre violado en sus derechos. 

Alguna vez, él escribió sobre sí mismo: “Soy argentino, pero no he nacido en Buenos Aires. Dios me guarde de tener que vivir algún día en esa ciudad. Nací el Día de los Muertos del año 22. Me gusta la música, especialmente la de Bach y la de Beethoven. Y el ‘cante jondo andaluz’. Bailar no sé, nadar no sé, beber sí sé. Auto no tengo. Prefiero la noche. Preciso el silencio. No hay más que decir sobre mí”.

Después del exilio

Como una especie de premonición en las que tanto creía entre bromas, terminó su vida en Buenos Aires. Acciones paralelas, contrastes de presencia y ausencia, transfiguración, enjambre de imágenes visuales convergiendo adquiriendo relieves humanos y poéticos. Di Benedetto hombre y Di Benedetto escritor siempre anduvieron hermanándose y desencontrándose. Uno se fue. El otro queda. 

Volvimos a verlo a Antonio Di Benedetto ya con la democracia, cuando pudo volver a Mendoza, en ocasión de un homenaje que se le realizó. Lo vimos acá y en la Feria del Libro en Buenos Aires. También entonces lo flanqueamos con Ana María. Cada una de cada lado. En medio de la multitud desconocida. Sabiendo el horror que le tenía a las aglomeraciones, lo tomamos del brazo y lo acompañamos. Como antes. Pero ya no era aquel hombre de antes. Ya no era el Antonio Di Benedetto seductor, ocurrente, brillante, de las noches mendocinas de antaño. Llevábamos del brazo a un hombre de larga barba gris que tenía esa grisura también en la mirada, en el andar, en la voz. Un hombre que en un momento dado, en medio de una charla del programa de la feria, se inclinó hacia mí y, esta vez sí con el escaso aire que le quedaba, me murmuró casi amablemente al oído: “Mercedes, usted que se quedó en Mendoza, ¿me puede decir si se supo alguna vez por qué me detuvieron?”.

No escribo más. Hay momentos en que evocar me hace mal. Prefiero abrir uno de mis libros predilectos y leer, despejar la oscuridad de haber callado ante aquella pregunta que no supe contestar. Insisto: Declinación y ángel o El abandono y la Pasividad (primer título de la obra), es una de las nouvelles más bellas de Antonio Di Benedetto, en cuya primera página el autor declarara en la primera edición de 1958: “El abandono y la Pasividad está compuesto sólo con cosas, pero no simulándoles vida y lenguaje como en las fábulas. El florero es florero y la carta carta. Si el vidrio y el agua hacen estragos es en función meramente pasiva. El drama humano se halla implícito.”

El drama humano. Cierro la evocación. Ya no están Ana María Giunta ni Antonio Di Benedetto. Habrá que soñarlos.