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Lo que brilla con luz propia, nadie lo puede apagar

Lo que brilla con luz propia, nadie lo puede apagar

Hermes Binner fue una figura fundamental del PS y un dirigente querido, admirado y respetado por sus amigos y compañeros, pero también por sus adversarios. Desde La Vanguardia los y las invitamos a evocarlo.

Habían pasado poco más de cien días de gobierno del Frente Progresista en Santa Fe, eran los primeros meses de 2008, y Hermes Binner pronunciaba su primer discurso como gobernador ante la Asamblea Legislativa. Lo que para otros era un enorme desafío, para él era una oportunidad de arengar, lo entusiasmaba tanto cargar de sentido lo realizado en apenas un puñado de jornadas de su gestión como poner proa hacia un futuro próspero: “Sacar las vallas y convocar a la participación ciudadana en asambleas; suministrar vacunas y anunciar la construcción de nuevos hospitales; llamar a pintar las escuelas y convocar a los docentes para opinar y transformar la educación; atender a las víctimas y reformar el Consejo de la Magistratura: son ejemplos de que nos preocupa lo cotidiano, pero también de que pensamos en una sociedad previsible, pensamos en el mediano y en el largo plazo, pensamos para el futuro”.

Así se presentaba Hermes ante la Asamblea Santafesina: rendir cuentas de lo hecho, planificar el futuro. Hermes Binner, de puño y letra.

Hermes Binner falleció en Casilda, Santa Fe, a los 77 años, el 26 de junio de 2020. Sería un error advertir que con él partió un estilo de hacer política, una forma de construcción colectiva, un aliento constante a la participación ciudadana, un deseo irrefrenable de transformar el Estado cada vez que sea necesario para hacerlo más cercano a la gente, una pasión por concebir la cultura como herramienta de desarrollo. No es así. Todas esas premisas de acción política, entre muchas otras, que Hermes -nunca solo, siempre acompañado- pensó y desarrolló, laten fuertes, ya sea en los colectivos políticos y sociales que fueron cercanos a él, ya sea en el seno de diversas organizaciones sociales argentinas. Hermes Binner fue, como otros hombres pioneros, alguien que encendió una luz en la oscuridad para cambiar la Historia. Cambiarla para siempre.

El breve repaso de su vida personal narra, también, sus propósitos. Ese relato dice que nació un 5 de junio de 1943 en Rafaela y que a los 18 años se fue a estudiar Medicina a Rosario. Fue desde entonces cuando, de manera exponencial, su vida se transformó: en Rosario comenzó a ser él en tanto los otros, en tanto la sociedad que lo rodeaba, cada vez más lejos de los anhelos individuales. Es que Hermes abrazó en Rosario los sueños colectivos. Por eso a esa edad se afilió al Partido Socialista y comenzó a militar en el Movimiento Nacional Reformista en la Universidad; por eso participó junto a otros compañeros de la fundación del Partido Socialista Popular y fue junto a su guía, Guillermo Estévez Boero, un hacedor de esta organización hasta el fin de sus días, y muchos años después, también, de la unificación de todo el socialismo argentino.

Simplemente hay una realidad histórica que lleva, insoslayablemente, su sello. Quien quiera verla la tiene frente a sus ojos, en la Rosario que Hermes tanto quiso.

Ya recibido de médico, desoyó el mandato de instalar un consultorio céntrico y se fue a trabajar al popular barrio de La Tablada, en el sur de Rosario, donde atendió durante años a los obreros que provenían fundamentalmente de las industrias frigorífica y portuaria. También allí estaba el sello político de su trabajo: tempranamente, el consultorio de Hermes estaba donde era más necesario. En los primeros años de la democracia fue director y vicedirector de hospitales públicos municipales y provinciales.

Inherentes a su profesión de médico, sus convicciones por tejer una red de salud pública para todas y todos fueron su quimera, que jamás abandonó. Precisamente en 1989, ya como secretario de Salud de la gestión municipal de Héctor Cavallero en Rosario, puso la piedra basal de esa construcción, que después tendría un desarrollo inimaginable y merecería el reconocimiento unánime, aun de sus adversarios políticos.

En 1991 acompañó a Ricardo Molinas en la fórmula para la Gobernación de Santa Fe, como candidato a vicegobernador. Dos años más tarde, en 1993, fue electo concejal de Rosario.

En 1995, a la hora señalada por la Historia, la sociedad rosarina lo reconoció en las urnas como intendente de la ciudad, cargo para el que fue reelecto en 1999. Repasar en estas pocas líneas lo que Hermes Binner gestionó en y para Rosario es tarea imposible: allí están los hospitales, la red de atención primaria de la salud, los museos, los centros culturales, las obras y los servicios públicos que no podían esperar. Allí está la transformación urbana de la ciudad, amparada por una discusión estratégica histórica e inclusiva que fue ejemplar en Sudamérica. Por eso ahora el repaso sería, a más de injusto por lo precario en esta hora, imposible. Simplemente hay una realidad histórica que lleva, insoslayablemente, su sello. Quien quiera verla la tiene frente a sus ojos, en la Rosario que Hermes tanto quiso.

En 2003 estuvo convencido de que había llegado la hora de luchar para transformar Santa Fe y se lanzó como candidato a gobernador, desafiando una hegemonía política del justicialismo que llevaba, amparado en la Ley de Lemas, veintiún años en el poder. Fue esa misma Ley de Lemas, que tanto violentaba la voluntad popular, la que le impidió llegar entonces a la Casa Gris. Hermes debió esperar cuatro años más, pese a haber sido en 2003 el candidato más votado por la sociedad santafesina.

Electo diputado nacional, desplegó una labor ejemplar en la Cámara Baja y entonces sí, en 2007, ya no habría más demoras: derogada la Ley de Lemas, obtuvo una victoria contundente y fue ungido gobernador santafesino, el primer gobernador socialista de una provincia argentina, inaugurando así un liderazgo del Frente Progresista en Santa Fe que se extendería durante doce años. Quizás porque la tarea era enorme, mucho más grande que la realizada en Rosario, por la vastedad de la provincia, por su riqueza y diversidad, fue allí donde Hermes desplegó un trabajo de estadista impar, que sirvió de espejo para muchos de quienes lo acompañaron y sucedieron en la gestión.

En su citado primer discurso de apertura de sesiones de la Legislatura de Santa Fe, en 2008, no se limitó a decir lo que iba a hacer ese año, sino que trazó un programa que desarrollaría durante toda su gestión, y fue claro: “Nuestra convicción es que no hay política de Estado sin orientación al mediano y largo plazo”.

Habló allí de “construir una democracia exigente, donde la política estatal pudiera reformular y reorientar los intereses existentes en la sociedad civil en función de un proyecto de mejora de la sociedad en su conjunto. La calidad de una sociedad y de su organización estatal -explicó- se relaciona directamente con la capacidad de proporcionar a sus habitantes los atributos mínimos de ciudadanía, garantizando un piso irrevocable de derechos para todos y cada uno”.

“El objetivo que definimos entonces y que hoy guía nuestra acción de Gobierno pone el acento en alcanzar un mayor bienestar para Sana Fe. Construir desde el gobierno las condiciones para un desarrollo sustentable de nuestra sociedad. Y cuando decimos desarrollo estamos pensando en una sociedad equilibrada, donde el crecimiento económico facilite el desarrollo social y cultural propio de una sociedad. En ese sentido -advertía- no hay que olvidar que el Estado no es sólo un conjunto de instituciones y organizaciones públicas, es también un agente de unidad de la sociedad”.

Hermes fue ejemplo, en su extensa trayectoria política, del hombre que aprende de sus experiencias y que, en un proceso dialéctico, las transforma en un espacio de meditación y tesis para dar sus próximos pasos.

Hermes fue ejemplo, en su extensa trayectoria política, del hombre que aprende de sus experiencias y que, en un proceso dialéctico, las transforma en un espacio de meditación y tesis para dar sus próximos pasos. Si en Rosario había sumado todas las voces diversas, sin exclusión, en la discusión de un plan estratégico para la ciudad, en 2008 ponía en marcha ese mismo programa en Santa Fe: “Construir esta democracia participativa de proximidad, en la escala de nuestra provincia, es compatible con el desarrollo de una práctica de democracia que permita compatibilizar las experiencias municipales y provinciales con las propias experiencias de la sociedad, proyectándolas en el horizonte más amplio de la región y de la provincia”.

Por eso vio que reorganizar territorialmente Santa Fe por regiones no era solamente una forma de optimizar la administración del Estado, sino, sobre todo, una forma de estrechar la relación Estado-ciudadanía, permitiendo la genuina participación de la gente en la elaboración de los planes estratégicos regionales y en la construcción del Plan Estratégico provincial.

Las gestiones municipales en Rosario y su inolvidable paso por la Gobernación de Santa Fe proyectaron a Hermes Binner a la escena nacional. Y en 2011, acaso impensadamente para muchos, tuvo una performance extraordinaria como candidato a presidente de la Nación, acompañado por la cordobesa Norma Morandini. Detrás de la entonces reelecta presidenta Cristina Fernández de Kirchner, resultó segundo y fue el candidato socialista más votado de la historia en una candidatura presidencial.

Tiempo después volvió luego a ser diputado nacional, y también presidente del ya unificado Partido Socialista.

Quizás gran parte de Santa Fe, y casi seguro Rosario toda, amanecerán estos días no sólo un poco más tristes, sino también más desamparadas en cuanto a sus sueños de futuro. Es que Hermes Binner fue eso: un forjador de sueños colectivos que llevaran más solidaridad, más inclusión, más trabajo, más cultura, más salud, más educación para todas y todos. Sin embargo, ante esa sensación de desamparo, acaso haya que tener en cuenta que Hermes hizo que esos anhelos de una sociedad brillaran con luz propia, más allá de los hombres, más allá de los tiempos políticos. Hermes ha partido, pero esos sueños aún fulguran, quizás porque, como dijo un gran poeta caribeño, “lo que brilla con luz propia, nadie lo puede apagar”. 

No pienso escribir tu obituario, Hermes

No pienso escribir tu obituario, Hermes

Hermes Binner fue una figura fundamental del PS y un dirigente querido, admirado y respetado por sus amigos y compañeros, pero también por sus adversarios. Desde La Vanguardia los y las invitamos a evocarlo.

No es cierto, Hermes. Ya te dije que no voy a escribir tu obituario.

Hace frío afuera. Hace diez minutos que no paran de llegar mensajes en el teléfono.

Todos me cuentan lo mismo y yo no paro de llorar. Por momentos no sé qué hacer. El alma duele, no sé cómo explicarlo. No sé si sentarme o no a escribir, porque no puedo creer que te hayas muerto. Lo esperábamos, si, estábamos esperando que dejaras de sufrir, pero nadie se puso a pensar en serio sobre este asunto de tu muerte. Hay que explicarles a muchos que no entienden, que no, que no estás muerto, y que somos miles los que no vamos a dejar que te mueras.

Salgo a la cocina y mi hija más chica me ve con los ojos hinchados. Y le dije: Murió Binner. ¿Y sabés qué hizo? Corrió a darme un abrazo. Y cuando vio que yo le sonreía con lágrimas, te recordó en el Patio de la Madera. Fuiste, dice ella, el que mejor la trató de todos los que la saludaban. Tiene 13, Hermes. Y eso pasó cuando tenía seis. Ella se acuerda de vos. Y tuvo La Redonda, la Fábrica, la Esquina encendida. Ella me habla de la Plaza de la Casa, ¿Te acordás?

¿Cómo querés que te dejemos morir, justo a vos? Yo no puedo escribir tu obituario. Me niego a aceptar que estás muerto. Porque los tipos como vos no se pueden morir, no se mueren nunca, sencillamente porque son vida pura.

¿Cómo hacemos para acomodarnos a tu ausencia definitiva? Vos sos el que nos juntó a todos. El que nos enseñó la dimensión de los sueños, el valor de la palabra empeñada, la demostración de que era posible. Ahí están las obras, Hermes. Hace un rato pasé por el CEMAFE. ¿Cómo querés que te dejemos morir, justo a vos? Yo no puedo escribir tu obituario. Me niego a aceptar que estás muerto. Porque los tipos como vos no se pueden morir, no se mueren nunca, sencillamente porque son vida pura.

Siguen llegando mensajes. Todos lloramos, Hermes. Andrea no puede hablar, Roderick tampoco. Mis compañeros de laburo me dicen que están devastados. Me llaman amigos desde Paraná, Buenos Aires, Córdoba. Todos estamos quebrados. Porque nunca creímos del todo en esta broma de tu salud. Nunca nos acostumbramos, ni lo haremos, a la idea de que no vas a volver con tus pasos largos y tus manos torpes, a darnos ese abrazo apretado.

De tu militancia que hablen tus compañeros. El 5 de junio te aplaudimos todos. Ahí aprovecharon para recordarnos tu historia de médico de barrio, fundador de Centros de Salud, cuando nadie fundaba nada. Y tus sueños de Salud Pública. Y tu compromiso con los que menos tenían. A Rubén Galassi que la va de duro, se le llenaron los ojos de lágrimas cuando te recordaba caminando por los barrios con ellos.

¿Qué puedo contar yo que no sepan mucho mejor muchos otros? Ahí andan Juan Carlos Zabalza, Antonio Bonfatti, La Chiqui, Miguel Lifschitz, y un montón de radicales llamándose entre ellos. Gente de todos los partidos y de todos los pueblos y las ciudades de la Provincia, resistiendo a los agujeros en las almas, que sí, que están rotas. Partidas en pedazos. Se cayeron todas las armaduras. Lloran, cuando hablan.

¿Qué quieren que escriba, Hermes?

Sólo puedo dar fe de tu obra. De tu decencia. De tus proyectos. De las maquetas que se convirtieron en Salud Pública. De tu decisión de no separar nunca más a la gente de la Casa Gris. Y cumpliste, Hermes. Cumpliste. En un mundo donde casi nadie cumple con la palabra, vos lo hiciste.

Y cuando «El Ángel de la Bicicleta» sonaba en tus actos, todos nos imaginábamos una sociedad mejor de la que era. Y fue mejor. Al menos los policías ya no mataban a los ciudadanos indefensos. Y nunca más se levantaron en armas contra una movilización popular.

Y entonces proyectaste para curar más. Y hoy somos una provincia que se siente orgullosa de tus hospitales, de tus centros de salud. De todos los espacios culturales que fuiste sembrando en Rosario, como intendente. Y después en el resto de la provincia, con la Chiqui de la mano, siendo gobernador.

¿Cómo pensás que te podés morir así nomás?

No, Hermes, no. Vos no te vas a morir nunca. Porque te van a recordar siempre los docentes. Porque les devolviste la dignidad, el derecho a discutir los salarios, les devolviste los concursos, las titularizaciones. El respeto que le habían quitado durante años.

¿Cómo podés creer que te podés morir? Al revés. Cada minuto que pasa, cada llanto que escucho, cada mensaje que me llega, da cuenta de tu vida, no de tu muerte.

Yo fui testigo de tu obra, de tu capacidad para unir lo que nunca se unía. Y espero que no dejes de hacerlo. Que sigas siendo esa prenda de unidad que los junta a los integrantes del Frente para seguir peleando por la provincia que nos prometiste.

Que va, Hermes, que va. Si te encargaste de devolvernos la fe en la política a centenares de miles de santafesinos que comprobamos que era posible gestionar con decencia. Que era posible echar a los empresarios corruptos de la obra pública. ¿Te acordás cuando lo echaste a los de Odebrecht? ¿Te acordás que nadie los conocía y vos te plantaste, y dijiste que no? Que acá no. Que en Santa Fe se acababan los negocios. Y así fue, Hermes.

Y te fuiste del gobierno sin una sola denuncia por corrupción. Y además, llamaste a todos los ex gobernadores, a todos, y les pediste que te acompañen a la Corte para reclamar lo que la Nación nos debía. Y lo conseguiste, Hermes. Lo conseguiste. Y aunque hoy nos deban esa plata, y los que están en tu lugar se hagan los distraídos, todos sabemos que fue gracias a vos. Porque vos sí, defendiste a los santafesinos. Sin cacarear. Yendo a la justicia y reclamando lo que nos correspondía. Y ganaste. Y ganamos.

Hermes hace frío. El sol empezó a aparecer raramente entre las nubes. Los mensajes no paran de llegar. Todos nos consolamos y nos mandamos abrazos. ¿Cómo se muere alguien que genera tanto afecto, tanta complicidad, tanta comunión entre seres distintos, que hasta vos, eran desconocidos?

Sólo puedo dar fe de tu obra. De tu decencia. De tus proyectos. De las maquetas que se convirtieron en Salud Pública. De tu decisión de no separar nunca más a la gente de la Casa Gris. Y cumpliste, Hermes. Cumpliste.

No, Hermes, no. Yo no pienso escribir tu obituario. No voy a andar repitiendo esta fake news de tu muerte.

Vos te quedás acá, adentro del corazón y las cabezas de todos nosotros. Y vas a seguir enseñándonos con tus anécdotas, tus discursos, tus apelaciones al sentido común, tu formación permanente y constante. Y vas a obligarlos a todos a juntarse para volver a ocuparse de lo que realmente importa: los que vienen. Los hijos de nuestros hijos.

Qué se yo, Hermes. Te juro que no paro de llorar. Que tengo una sensación oscura en el pecho. Unas ganas de soltar patadas contra la pared. De gritar de furia. Pero prefiero dejarlo acá. Maldita sea la enfermedad que te alejó, maldita sea la vida humana que tiene límites y detiene corazones.

Es probable que hayas muerto, lo confirman los diarios de todo el país, sí. Pero no te vas a morir nunca, Hermes. Es imposible que eso ocurra. No lo vamos a permitir nunca. Nunca te vamos a olvidar. Nunca vamos a dejar de recordarte. Nunca vamos a permitir que lo intenten.

Ahí está mi hija más grande lagrimeando, todos nuestros hijos con mueca de tristeza. Ellos tampoco van a permitir que esto se termine. Tu vida es un regalo ejemplar. Sabremos recordarte para que ellos enseñen a hacerlo con los que vengan detrás.

Abrazo eterno amigo y maestro, Hermes. GRACIAS POR TU VIDA.

*Una versión de este artículo fue publicado en El Litoral.

No aprendimos nada

No aprendimos nada

Ni siquiera la pandemia pudo frenar la contaminación y la presión que ejercemos sobre de la naturaleza, la línea entre nuestra protección y la de los demás seres vivos se tapó de basura.

Durante la cuarentena decretada por la pandemia del Covid-19 se han visto diferentes imágenes que demostraron el impacto positivo de la misma en la naturaleza. Hay menos contaminación y hubo animales que se animaron a desplazarse por la ausencia de personas en las calles de diferentes ciudades del mundo.

Por otro lado, la reducción de la actividad industrial y el transporte con vehículos de combustión también está dejando efectos secundarios relativamente positivos para el ambiente y la salud de las personas en las principales zonas afectadas.

Pero no todos los impactos sobre la naturaleza son positivos, en la ciudad de Cannes, Francia, los buzos de la ONG francesa Opération Mer Propre (Operación Mar Limpio) compartieron fotos y videos que muestran barbijos y guantes descartables, usados como protección contra el Covid-19, dispersos en el lecho del mar Mediterráneo, entre latas de cerveza, colillas de cigarrillos y todo tipo de basura.

“Esto es sólo el comienzo, y si nada cambia se convertirá en un verdadero desastre no sólo ecológico, sino también sanitario «, escribió la organización en sus redes sociales.

Los barrenderos de París y servicios de limpieza y recolección de residuos de diferentes ciudades en todo el mundo también han emitido una alerta por el incremento de mascarillas y guantes hallados en las calles.

Estas imágenes, compartidas para concientizar sobre el desecho de residuos durante la pandemia, rápidamente dieron la vuelta al mundo.

Desde la organización reclamaron a los gobernantes y realizaron un pedido a los ciudadanos de tomar conciencia y asumir la responsabilidad de prevenir este nuevo tipo de contaminación: «Esta crisis nos permitió ver lo mejor y lo peor dentro de nosotros. Si no hacemos nada, lo peor surgirá nuevamente».

Por lo pronto, no solo los buzos y activistas del medio ambiente en Francia han advertido sobre los peligros de la contaminación con material sanitario de hospitales para Covid-19, ya que los barrenderos de París y servicios de limpieza y recolección de residuos de diferentes ciudades en todo el mundo también han emitido una alerta por el incremento de mascarillas y guantes hallados en las calles.

ENTENDER HACIA DONDE DEBEMOS IR

Como especie nos enfrentamos a una situación única que hace mucho tiempo no vivíamos, enfrentamos una amenaza, tanto sanitaria como económica de impacto mundial, que ya se llevo la vida de cientos de miles de personas y que trasformo nuestra forma de movernos, de trabajar y de interactuar con otros, pero no debemos olvidar que además esto afecta también al entorno en el cual estamos y del cual dependemos para obtener nuestros alimentos, el agua y hasta el mismísimo aire que respiramos.

Ese entorno lo compartimos con otras especies que son fundamentales para el delicado equilibrio del ecosistema global del cual dependemos y al cual muchas veces no respetamos como deberíamos. En reiteradas ocasiones esas especies con las que coexistimos nos advierten, con su grito silencioso de agonía, cuando cruzamos esa línea entre aprovechar los recursos y agotarlos.

Esta pandemia nos aisló para cuidarnos, pero también nos hizo prestar más atención a lo que es esencial para sobrevivir como sociedad, a lo que tenemos que cuidar, lo que nos falta y también a lo que nos sobra.

Esta pandemia nos aisló para cuidarnos, pero también nos hizo prestar más atención a lo que es esencial para sobrevivir como sociedad, a lo que tenemos que cuidar, lo que nos falta y también a lo que nos sobra, pero no dejemos que todo eso se convierta solo en palabras y hagámoslo realidad, y prestar atención a lo que hacemos con nuestros desechos tiene que ser el primer paso de muchos otros que nos lleven a volver a una normalidad mejor.

Tenemos la posibilidad única de cambiar las cosas y de que ese cambio, por más pequeño que sea, tenga una difusión y un alcance global. Tuvimos el tiempo suficiente para observar y entender el impacto que causa en el ambiente lo que hagamos o dejemos de hacer como sociedad.

Aprovechemos este momento para exigir que desde ahora en más algunas cosas se hagan de una mejor manera y que cambien las que están mal, pero sobre todo aprovechemos para cambiar nosotros individualmente, porque si cada uno se vuelve mejor persona el impacto realmente será global.

En base a BBC / La Nación / Los Andes

Foto portada: Opération Mer Propre

Loros en peligro

Loros en peligro

En la provincia de Misiones un grupo de científicos y voluntarios buscan rescatar al loro pecho vinoso, una de las especies más amenazadas de Argentina.

El loro pecho vinoso (Amazona vinacea) es una de las aves más amenazadas de la Argentina. Se calcula que solo quedan alrededor de 300 individuos en el país y el 94% de ellos en la zona rural entre las ciudades de San Pedro y Santa Rosa en la provincia de Misiones.

Este loro es endémico de la selva Atlántica y en la Argentina, se distribuía históricamente en toda la provincia de Misiones. En 1920 todavía existían bandadas de miles en el sur de la provincia, donde hoy ya es imposible encontrarlo.

En los últimos 80 años la población de loro vinoso ha declinado dramáticamente, principalmente debido a la pérdida de hábitat, la caza por considerarlo plaga y la captura de pichones para tenerlos como mascotas. Como resultado, esta especie se encuentra entre las más amenazadas de la Argentina y su categoría internacional establecida por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) es «En Peligro Crítico», siendo esta la de mayor riesgo para una especie.

En los últimos 80 años la población de loro vinoso ha declinado dramáticamente, principalmente debido a la pérdida de hábitat, la caza por considerarlo plaga y la captura de pichones para tenerlos como mascotas.

En la actualidad la población de loro vinoso quedó restringida mayormente a lugares donde tiene que convivir con el hombre, en sectores agrícolas o en chacras donde existen parches reducidos de selva e incluso dentro de los mismos poblados, como en las localidades de San Pedro y Tobuna. El loro vinoso usa estos lugares para alimentarse, nidificar y pernoctar.

Por todo esto es que un grupo de investigadores y voluntarios comenzó hace unos años con la recolección de datos sobre su vida con el objetivo de conocerlo mejor para asegurar su supervivencia.

En 2016, el último censo realizado por este grupo de investigadores sobre la población de loro vinoso contabilizó 252 ejemplares en el país y solamente 3.920 en suma total junto con las poblaciones que se encuentran en Paraguay y Brasil.

“Algunos problemas con su supervivencia y reproducción pueden hacer que la especie deje de existir completamente. Estos problemas son fundamentalmente la pérdida de su hábitat y su captura ilegal como mascotas”, indicó con preocupación la bióloga Bianca Bonaparte, una de las responsables del proyecto Selva de Pino Paraná, que desde San Pedro busca encontrar y promover soluciones para conservar esta y otras especies nativas que se encuentran en peligro.

Esta iniciativa surgió en 2003, cuando naturalistas, estudiantes, biólogos y guardaparques, notaron la escasez de información disponible sobre especies de la selva misionera. Fue entonces cuando comenzaron a realizar estudios para entender su ecología y reproducción, y así nació el proyecto Selva de Pino Paraná, del que forman parte Kristina Cockle y Alejandro Bodrati (fundadores) junto a Milka Gómez, Carlos Ferreyra, Marcos Sosa y Bianca Bonaparte, quienes investigan la ecología y reproducción de diferentes especies que habitan en la selva misionera y especialmente de los loros pecho vinoso, para tratar de entender en qué estado se encuentran sus poblaciones en Argentina.

Esta preocupación por este particular habitante de la selva llevo a que la Comisión de Recursos Naturales Renovables y Conservación del Medio Ambiente de la Cámara de Diputados de Misiones lo declare “Monumento Natural Provincial y de Interés Público” en 2018.

Se realiza todos los años en la localidad de Tobuna la “Fiesta del Loro Pecho Vinoso”, que busca concientizar a la comunidad sobre la importancia de preservar al loro vinoso y su ambiente.

Esto fue muy celebrado por investigadores y conservacionistas, pero especialmente por la comunidad de la pequeña localidad de Tobuna desde donde se impulsó la iniciativa, declarada además Capital Provincial del Loro Pecho Vinoso.

“Comenzamos en 2007, con esta propuesta de trabajar para preservar al loro pecho vinoso, logramos que nuestros vecinos, que los padres de nuestros alumnos, tomen conciencia y se preserve el monte nativo para garantizar el habitad de este hermoso pájaro, para nosotros es un orgullo que con la dedicación de todos los docentes y el compromiso de las familias, ser declarados Capital de Loro Pecho Vinoso y que sea monumento provincial”, señaló Irma Garrido, directora de la Escuela 613 de dicha localidad.

Desde esa declaración se realiza todos los años en la localidad de Tobuna la “Fiesta del Loro Pecho Vinoso”, que busca concientizar a la comunidad sobre la importancia de preservar al loro vinoso y su ambiente.

EL FUTURO DEL LORO PECHO VINOSO

El futuro de esta especie en Argentina está estrechamente ligado al futuro de las comunidades cercanas a su hábitat. La aparente reducción en la captura de pichones y la estabilidad de la población entre las localidades de San Pedro y Santa Rosa de 2005 a 2011 sugieren que la educación ambiental puede reducir el impacto directo de las personas sobre estos loros; sin embargo, la pérdida de la gran mayoría de las nidadas y la falta de protección del hábitat muestran que hay otras problemáticas para el loro vinoso a largo plazo.

Estos estudios podrían revelar una necesidad de manejo más intensivo que podría incluir la provisión de cajas nido o alimento, el control de especies competidoras o la reintroducción de individuos criados en cautiverio.

Actualmente, sería más importante y eficiente enfocarse en disminuir la tasa de captura y conservar los árboles y remanentes de selva usados por los loros, que a su vez también beneficiaría a cientos de otras especies de aves, muchas de ellas también en peligro de extinción.

Actualmente, sería más importante y eficiente enfocarse en disminuir la tasa de captura y conservar los árboles y remanentes de selva usados por los loros, que a su vez también beneficiaría a cientos de otras especies de aves, muchas de ellas también en peligro de extinción.

Para conservar los sitios de nidificación a futuro es clave difundir la importancia de los árboles nativos en las áreas rurales y generar que las familias locales participen en la conservación de los mismos. Para esto es necesaria la educación ambiental, pero también apoyo técnico y financiero para un manejo sustentable de las chacras que permita desarrollar y preservar los grandes árboles nativos, hogar del loro pecho vinoso.

En base a El Territorio / Proyecto Selva de Pino Paraná / Revista de Ornitología Neotropical El Hornero / Misiones Online

Fotografía de portada: Martjan Lammertink

Socialismo es salud

Socialismo es salud

Frente a los dilemas que plantea en todo el mundo la atención de las víctimas del nuevo coronavirus, el socialismo exhibe cuáles han sido sus prioridades históricas, palpables en un modelo de salud pública integral en la provincia de Santa Fe.

El coronavirus COVID-19 puso a la política en todo el mundo frente a un dilema, ¿la salud o la economía? Ese mundo que la modernidad nos mostraba de opciones infinitas de pronto se redujo solo a dos.

Las falencias estatales en tiempos de pandemia recrudecen no solo la gravedad de la situación sanitaria, sino también la crisis social que nos atraviesa transversalmente. Los déficits estructurales de nuestro país y un sistema de salud fragmentado se hacen más notorios. En ese sentido, acompañamos las medidas adoptadas por el gobierno nacional con el objetivo de aplanar la curva de contagios y evitar víctimas fatales: son medidas que priorizan la vida de los argentinos y argentinas. Para el socialismo ésta ha sido siempre nuestra prioridad y lo demostramos con hechos concretos, con realidades asequibles por el conjunto de la ciudadanía y –sobre todo– por quienes más lo necesitan.

Por eso, en este contexto de pandemia mundial, donde hemos vuelto el rostro hacia la importancia de las infraestructuras y de los modos de organizar la atención médica, reivindicamos las obras desarrolladas por los gobiernos socialistas en las últimas décadas, primero en la ciudad de Rosario y luego en la provincia de Santa Fe. Estas políticas demuestran que construir un modelo de salud diferente es posible cuando se tiene una visión estratégica y la voluntad de concretarlo. Aquí sucedió gracias al aporte de muchos compañeros y compañeras, entre ellos el de un gran dirigente como nuestro querido Hermes Binner, así como de los trabajadores del sistema, entre otros actores clave.

Una salud pública entendida como derecho humano, donde la accesibilidad, equidad, calidad y participación en la atención integral están  garantizadas.

Una salud pública entendida como derecho humano, donde la accesibilidad, equidad, calidad y participación en la atención integral están  garantizadas. Y esta atención integral se acompaña de una fuerte acción social, involucrando así a la variada trama que se encuentra en cada territorio.

Es necesario recordar que, a contramano de los vientos neoliberales que arreciaban en la década del noventa en la Argentina y también, más cerca en el tiempo, con el borramiento del Ministerio de Salud de la Nación, se diagramó un sistema estructurado por una gran red, conformado por efectores de primer, segundo y tercer nivel de complejidad. En doce años se construyeron ocho hospitales y más de cien centros de salud, incluidas maternidades modernas basadas en el paradigma del parto y el nacimiento respetados.

En esta gran red, el acceso a los medicamentos está asegurado. La producción pública de medicamentos es una política de Estado que se apoya esencialmente en dos entidades: el Laboratorio de Industria Farmacéutica (LIF) de la provincia y el Laboratorio de Especialidades Medicinales (LEM) de Rosario. Juntos proveen el 94 por ciento de las unidades farmacológicas para atención primaria de la salud y producen el 66 por ciento de las unidades farmacológicas totales que consume el sistema público santafesino.

Es decir que en Santa Fe no sólo se proveen, sino que también se producen los medicamentos. Y eso habla a las claras de un Estado que, además de garantizar derechos, es eficaz y eficiente en el manejo de sus recursos.

Esta visión de salud de Hermes Binner traspasa las fronteras provinciales, puesto que nuestro compañero ha sido uno de los impulsores de la creación del Sistema Único de Salud a escala nacional. Este proyecto busca reformular estructuralmente el sistema de salud fragmentado que conocemos y reemplazarlo por otro que articule entre todos los sectores, sea más equitativo y eficiente, y pueda garantizar la accesibilidad y calidad no solo en la atención sino también en el cuidado.

Si Santa Fe se convirtió en un territorio donde otra salud pública es posible, no fue resultado del  azar. Hubo quienes pensaron y ejecutaron políticas a largo plazo, enmarcadas dentro de un plan estratégico. Porque el Estado no solo debe responder en la emergencia, sino estar atento al cuidado de su población. Y esto es permanente: se trata de un valor por el que luchamos y aun más, vertebra nuestra lucha como socialistas.

La nueva pandemia profundiza el desamparo de millones de seres humanos en el mundo y también pone al descubierto la fragilidad de muchas instituciones oficiales.

La nueva pandemia profundiza el desamparo de millones de seres humanos en el mundo y también pone al descubierto la fragilidad de muchas instituciones oficiales. Vemos Estados débiles, desfinanciados, que no se ocupan del acceso a algo tan básico como la salud. Por eso la necesidad de un Estado presente, con articulación entre los distintos poderes, que defina políticas sanitarias, educativas, de seguridad democrática y científicas, las cuales permitan estudiar los desafíos a los que tengamos que enfrentarnos. Con la colaboración de todos los partidos políticos, sindicatos, universidades, organizaciones empresarias y colectivos sociales vamos a poder superar esta situación. No solo lo pensamos, lo hemos hecho.

Durante la emergencia, la política en la Argentina parece zanjar el dilema “economía versus salud” que impuso con crudeza el COVID-19, al anteponer la vida por sobre el resto de las cosas. Estos momentos excepcionales nos brindan la oportunidad de repensarnos como individuos, también como comunidad. Y quizás, post-coronavirus, la política y todos quienes formamos parte de ella, coincidamos en trabajar por una sociedad más justa e igualitaria y también por un sistema de salud nacional planificado, que jerarquice los recursos humanos.

Desde ya asumimos la responsabilidad de aportar ideas, trabajo y compromiso en base a nuestras concepciones y, fundamentalmente, a una experiencia histórica de la que han sido beneficiarios –y lo son– miles de rosarinos y santafesinos.

Primero de mayo, presente

Primero de mayo, presente

El primero de mayo no es una celebración, es una conmemoración que, hoy más que nunca, nos debe invitar a la reflexión. La crisis ha puesto al desnudo la grave situación de precariedad y desempleo de millones de trabajadores y trabajadoras, pero también es una oportunidad para discutir en serio la forma de revertirla.

Cada primero de mayo es una ocasión propicia para hablar de trabajo. Para reivindicar las luchas históricas y para pensar nuestro presente.

Como se sabe, el socialismo siempre estuvo del lado de quienes trabajan, siempre acompañó y peleó por ampliar derechos culturales, sociales, civiles y políticos. Derechos que no se consiguieron en ningún lugar del mundo por gracia del poder de turno, sino por exigencias serias y contundentes, sostenidas por el accionar colectivo y organizado de las millones de personas que trabajan; las mismas que generan los bienes y servicios en los que se sustenta el confort de nuestras sociedades.

Hoy el mundo soporta una pandemia, hoy se evidencian los huecos del estado retirado, los vacíos que se sobrellevan en solitario cuando el estado debería garantizar servicios y derechos. También se manifiesta que todo lo que usamos para nuestra vida cotidiana es gracias al trabajo de alguien. La remera que llevamos puesta, el teléfono que usamos, la comida, etc. Son por alguien, por muchas personas, aunque a veces sean tratadas como nadies.

Hoy el mundo soporta una pandemia, hoy se evidencian los huecos del estado retirado, los vacíos que se sobrellevan en solitario cuando el estado debería garantizar servicios y derechos.

Desde el personal de salud hasta los repartidores son tratados como héroes. Son aplaudidos públicamente cada noche, con muchos motivos, pero también deberían ser reconocidos con todos sus derechos. Eso es de lo que se debe hablar. Derechos humanos básicos, derecho del trabajo.

Hoy también, muchos hogares han sido convertidos en establecimientos comerciales, muchas personas trabajan a distancia producto del aislamiento social preventivo y obligatorio; el teletrabajo era un fenómeno previo a la pandemia y se agudizó, e hizo más visible, con la declaración de ésta.

El mundo del trabajo, el mundo laboral de quienes producen lo que usamos a diario, de quienes hacen que el mundo marche, se encuentra en plena transformación. Esto debe ser reconocido en su profundidad, y bregar por la protección de esos trabajadores y trabajadoras.

Nuestra constitución nacional, tratados internacionales y las leyes internas hablan de esa protección, de la tutela preferente y protección a quien trabaja. Pero sabemos que no se cumple para quienes no están registrados y trabajan en negro (un tercio del total) o son escondidos con otros formatos legales disfrazados de autónomos o empresarios cuando en realidad son dependientes precarizados. El trabajo no remunerado de las tareas de cuidado, la brecha salarial que desdibuja a ese «igual remuneración por igual trabajo» donde siempre pierden las mismas, se suma a la lista. Todo ello sin hablar del desempleo. Intolerable. Y se sabe por experiencia, que mientras mayor sea el desempleo en un país más desfavorable serán las condiciones que se impongan para quien trabaja.

Se nota que nuestro país no tiene, entre tantas carencias, una legislación laboral para la emergencia. Y en la práctica se da una reforma laboral mediante una catarata decretos de necesidad y urgencia y resoluciones ministeriales. Reforma que en principio favorece a quien trabaja, reforma que debería plasmarse en leyes del Congreso.

Está bien, estamos en plena pandemia. Y esta situación tiende a flexibilizar límites de tolerancias o exigencias de prolijidades, pero cabe la pregunta si pospandemia tendremos una sociedad más o menos desigual. De cualquier forma, la emergencia nunca puede usarse como excusa para habilitar a que trabajadores sostengan por igual con empresarios está crisis (como tal parece desprenderse del recientemente mal llamado «pacto tripartito» entre la CGT y la UIA, que el gobierno afortunadamente y por ahora no lo suscribió). Ni a ningún otro recorte en perjuicio de trabajadores. Todo lo contrario.

De todos modos, la situación descripta no es novedad ni nació con la pandemia: la informalidad y el desempleo son más bien crónicos y hoy se hacen más visible. Y es ese trabajo precario, precarizado, el que más chance tiene de desaparecer en crisis económicas, es lo primero que se corta y, en caso de una eventual reactivación, sería lo último que se reincorpore. Por ello, no es exagerado decir que se pierden empleos o puestos de trabajo para siempre, porque muy difícilmente se recuperen. Además de la reactivación económica demorada, el avance tecnológico y las dificultades de una rápida reconversión en las personas alimentan esa idea.

El trabajo está en plena transformación, en el mundo entero. Hay que estar a la altura de esta revolución y siempre proponer achicar la desigualdad, y que eso se refleje en nuestra realidad.

Por eso, con mayor importancia, se debe poner el acento en el reparto. Más que nunca. El reparto del tiempo de trabajo y el reparto de lo producido por la fuerza laboral (sea o no humana). Repartir siempre estuvo bien y en crisis es mejor e imprescindible.

El trabajo está en plena transformación, en el mundo entero. Hay que estar a la altura de esta revolución y siempre proponer achicar la desigualdad, y que eso se refleje en nuestra realidad. Que exista la menor diferencia posible entre quien gana más y quien gana menos. En el fondo, las históricas luchas de trabajadores nos enseñan a perseguir la igualdad.

Y no estaría mal empezar a juzgar a los gobiernos por como tratan a quienes trabajan. Por la diferencia entre lo que se dice y lo que se protege. Por cuanto honor le rinden, cotidianamente, al primero de mayo.