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Una fiesta breve: acerca de la poesía de Carlos Battilana

Una fiesta breve: acerca de la poesía de Carlos Battilana

«Ramitas» (Caleta Olivia, 2018) reúne las poesías completas de Carlos Battilana, uno de los poetas más destacados de las últimas décadas en nuestro país. El recorrido por su obra nos permite dar cuenta de sus marcas distintivas y sus inflexiones a lo largo del tiempo. 

1. Varias décadas atrás, Enrique Pezzoni, escribe unas notas en la que señala que en el primer libro de un poeta es posible advertir las marcas de toda su obra. Su análisis de la poesía de Alberto Girri, por este motivo, comienza con el examen de los poemas de su primer volumen. En efecto, lo que aparece allí, se desarrolla, con más potencia e intensidad, en los textos posteriores. Se trata, entonces, de una construcción que, de un modo u otro, va desplegándose en el tiempo con materiales que ya podemos reconocer en el comienzo de su escritura publicada. Hay, por supuesto, otros aspectos, pero esa es, digámoslo directamente, la idea madre.

En los años finales de 1980, soy aún un joven estudiante de la carrera de historia, que, entre cosas, escribe y lee poesía. Me gusta Pezzoni. Pero no entiendo por qué tomar, en una obra tan extensa, el primer volumen. Claro está, menos razonable es tomar a Girri para ese estudio. Un poeta, por cierto, que, durante ese período, me parece simplemente malo y, sobre todo, conservador en política. Mas tarde me gusta Girri (hasta el punto que compro todos los tomos de su poesía editada por Corregidor), aunque, también debo confesarlo, nunca pude superar sus gestos públicos conservadores. Entiendo que las cosas que me gustan del autor de Lirica de percepciones puedo rastrearlas en ese primer volumen que, por mucho tiempo, considero que figura en la lista imaginaria de los libros que no leería nunca. Entiendo tarde, entonces, la idea de Pezzoni. A partir de allí, desde esa perspectiva, leo las obras reunidas de un poeta para reconocer el acierto o el desacierto de esa hipótesis de lectura.

En el caso del autor de Ramitas, es posible reconocer esas marcas desde su primer libro. De algún modo lo sugiere Santiago Llach en el prólogo. Evocando el primer libro, Unos días, de 1992, sostiene que “ya desde el primer poema, Battilana construye una entonación, una distribución en la página, montadas sobre escenas mínimas (moscas mirando unas magnolias arruinadas) que exploran sin subrayar el potencial de la metáfora”. Pero también, me gustaría agregar, ese trabajo preciso con las palabras. No parecen sobrar nunca. Tampoco sobra nunca esa sensación que coexiste, casi en tensión, de cierta mezcla, lo digo en un sentido positivo, de frialdad y de emoción. Quizá en este punto, un aspecto central en su poesía, es el “seco pero tierno”, con el que abre el hermoso epílogo Diana Bellessi. Esas construcciones precisas, ese “seco pero tierno”, esas recreaciones de escenas mínimas, creo que recorren las páginas de todos sus libros. Lo posterior, por cierto, viene a confirmar esa huella, a pulirlas y, sobre todo, a potenciarlas.

[blockquote author=»» pull=»normal»]En la poesía de Battilana, las referencias políticas, históricas, intimas, se enuncian en tonos bajos, en el marco de historias mínimas, señalando los límites de acceso a traducirla en palabras.[/blockquote]

2. “Alrededores”, es el título de un poema que deseo comentar especialmente aquí para mostrar a la poesía en un doble sentido, como un espacio de aprendizaje, pero sobre todo de limite. Se presenta una realidad que no se puede acceder con las palabras. “Sabe la maleza algo que yo no./ Los árboles conocen un misterio natural/ vedado/ a todo el lenguaje”. A lo largo del poema se insiste sobre este tema con otros ejemplos, finalmente, concluye con una línea afectiva, “mientras dos extraños/ allí/ en esa hora rara de la tarde/se dan fuerza,/ como pueden/se dan amor./

La imagen resulta atractiva. Todo parece girar sobre cosas a las que no puede accederse con vocablos. Es, finalmente, una escena amorosa la que sostiene el misterio de aquello que se sabe hasta un punto. Dos amantes, dos desconocidos para el poeta, se dan fuerza. ¿Se abrazan? ¿Se besan? No importa. Eso que no sabe el lector queda ahí suspendido, latiendo. El otro aspecto que es de notar es la instancia de lo anónimo: son dos desconocidos. Sobre este punto quisiera decir algo más en otra parte de estas notas.

Encuentro aquí, como decía, señales que dan cuenta de una sensación de consciencia permanente sobre los límites del hombre por acceder a la comprensión de las cosas simples que lo rodean. Lo que se busca, no está a la vista ni a su alcance perceptivo. El poeta busca señales de comprensión que aparecen a medias. En el poema “Milimétrica”, se hace referencia al amor y al momento. Así sostiene, “avanzamos/ un poco ciegos/iluminados/ por una extraña fe”. Y concluye, “la mujer que más lo ama,/y que más lo acaricia/respira/absorbe el aire con su cuerpo/así alcanza-dice-/así están bien/para dotar de significado/a las cosas incomprensibles del mundo”. Otra vez, en la experiencia del instante, lo desconocido vinculado ahora con un aspecto vital, el cuerpo o, mejor, los cuerpos. En todo caso, lo que da sentido, aunque no se sepa bien de qué se trata, es un momento de amor dentro del dominio de lo simple y lo cotidiano. Un amor y una fe activas, por cierto, que sirven como refugio y sostén.

En “Expedicionarios” se advierte un argumento de descubrimiento, de aventura. En este poema se hace notar lo que no se conoce, lo que queda latiendo. “El desierto que ven/en el horizonte/es un manto infinito/de color marrón/que ignoran/como descifrar”. Y, más adelante, concluye: “Regresan/provisoriamente/a sus barcos/cegados de frío/y avanzan más allá de la península/en busca de un deseo/o de una señal/que no alcanzan/a nombrar/del todo/ni tampoco a comprender/en su verdadera/dimensión.” La idea, que aparece una y otra vez, es la del límite del lenguaje acompañada de una fe que, como una flecha en el aire, es lanzada siempre hacia adelante.

El poeta, en cierto modo, es el que llama la atención sobre aquello que parece estar naturalizado. A modo de confesión, lo señala perfectamente en “Tallos”: “la belleza pobre/ la única/ que yo puedo ver”. Es como señalar imaginariamente con un dedo hasta donde estoy viendo como poeta. Siempre la certeza que hay más cosas y que, por cierto, son mejores o por lo menos más atractivas de las que están simplemente a la vista. Y aquí aparece la idea de fracaso, entendida como aquello que se sabe no se puede alcanzar de entrada pero que el poeta está dispuesto a intentar explorar.

En un video de escritores (diciembre, 2014), al hablar de la poesía, el autor de Ramitas menciona el vocablo fracaso para encerrar el sentido de la empresa de escritura que emprende. Si piensa de esta manera el próximo poema, puede, a sus ojos, resultar más sencillo ponerse a escribir, en cuanto sabe de antemano que no se ha puesto a escribir ni los poemas de Ezra Pound ni los de William Blake. Es, para decirlo de otro modo, una especie de juego íntimo que permite “romper el hielo” para comenzar por donde y como se pueda. Esa idea de fracaso es lo que hace, si se me permite, más humano al poeta, no es bueno ni malo, no es tonto ni genio, es un hombre que trasmite sus emociones como puede. El poeta, visto de este modo, parece estar mirándonos con cierta mirada humana. El poeta es una especie de equilibrista que todo el tiempo teme caer en el ridículo, la soberbia, o simplemente el poema mal escrito.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Esa idea de fracaso es lo que hace, si se me permite, más humano al poeta, no es bueno ni malo, no es tonto ni genio, es un hombre que trasmite sus emociones como puede. El poeta, visto de este modo, parece estar mirándonos con cierta mirada humana. [/blockquote]

3. “Quisiera, pero no es la palabra”. Siempre me gustó este verso inicial de Mínimo Figurado de Sergio Bizzio. Creo que en él podría sencillamente cerrarse un poema. No hace falta más. No hace falta más que esta linda tensión, entre la ironía de simulacro de fracaso inicial y lo inquietante de lo que no se puede decir, aunque se quiera. Traigo aquí el verso de Bizzio porque lo que ahora me gustaría subrayar en la obra de Battilana es un aspecto recurrente en sus poemas: el de sugerir, el de enunciar apenas algo que no se termina de nombrar. Todo ello, en el marco del señalamiento de referencias que, a su modo, registran distintas dimensiones: política, histórica, personales.

El poeta adolescente, en plena dictadura militar, es enviado por su madre a un taller literario ubicado en una zona del conurbano bonaerense, San Miguel. Lo primero que menciona, de un modo bello por otra parte, es la intención de su madre, pero también que sucede en un momento puntual de su trayectoria vital: “para que en mis días/de adolescencia/por fin/del cielo/empezara a brotar/la nieve fría/de la vida”. Seguidamente, aparece un momento de aprendizaje, de atesoramiento: “Allí entendí/que la ficción/podía ser/una forma de oxígeno…”. La luz en ese tiempo sombrío es subrayada, en cuanto la literatura, en fin, “…mas que acercarme a “la realidad”/me preservaría del horror”. Dos tiempos diferentes, el comienzo de un nuevo ciclo vital personal y los días de autoritarismo militar. En ese mundo, de tiempos distintos, emerge un espacio de refugio y de aprendizaje. En este caso la literatura como realidad paralela, la hermosa casa donde poder refugiarse para los momentos de crisis o de autoritarismo, es la Argentina de Batillana que generacionalmente le ha tocado recorrer.

Si “Taller literario” se ubica en un momento del pasado y en el comienzo de otro ciclo vital, la adolescencia, en “El dulce porvenir”, es el poeta que ya llegó a los 50 años, el que le habla a su generación de poetas y a su propia familia. Si antes señalé la presencia de dos líneas temporales que coexisten, aquí se puede ver una doble construcción familiar, la propia y la literaria (la más íntima). En ese paso del tiempo se sugiere, no se pronuncian nombres concretos o acontecimientos puntuales. El poema termina aludiendo a su hijo y el cambio de pañales en un ambiente íntimo, familiar. Aquí se advierte nuevamente a la poesía como límite y aprendizaje: “amo/con pobreza/como pude/pronuncio ‘te amo’/como una/invocación/como una oración religiosa/-polvo del camino-/la única propiedad/con base/en lo real”.

En “Cazadores y recolectores”, describe el paisaje de un lugar en la pampa. Recuerda el pasado indígena, no como un fantasma del pasado dispuesto a volver cada tanto como una simple nube en la memoria. Es algo más vital. Cuando uno termina de leer el poema algo sigue latiendo, algo, digamos, que allí está, pero no aparece, no se nombra con todas las palabras. El ausente es la vida indígena que ya no está dominando la escena. En este punto hay una línea denuncialista -expresión que Oscar Terán emplea para analizar el discurso de los intelectuales argentinos de 1960- pero no en un tono alto como lo hace el autor de Nuestros años sesenta para aquella verdadera temporada de pasiones, sino en un tono bajo. Esto es, el poeta denuncia, aunque parece que no lo hace directamente. Ese tono menor emerge, en algún momento de la lectura del poema, cuando justamente el poeta no puede dejar de describir ese paisaje sin dejar de señalar de algún modo el peso de su historia.

El otro aspecto destacable aquí es esa actitud en Battilana de apropiarse de lo anónimo. Ese pasado, o la imagen, como decía más arriba, de dos amantes desconocidos, resultan elementos visibles en su poesía. En “Una madrugada” se menciona algo dicho, pero no se termina de identificar con detalle, aunque algunos se dan: “Leía/hace un tiempo/una especie de proverbio/ oriental.”. En “Poesía política” se indica al mes de diciembre de 2015, sin mencionar el giro histórico gubernamental. Se citan afirmaciones que ha oído, así, “repite una frase que escuché/ alguna vez”. El poema, en efecto, termina diciéndola casi como si predijera algo de ese futuro donde se presiente el armado de una gran tormenta: “Hay esperanza, pero no es para nosotros”. Lo anónimo, de algún modo, no es de nadie y nos pertenece a todos. Las palabras no se intercambian como monedas. Se socializan. Es el ideal más alto de una sociedad más justa. Bien podría decirse que se trata de un recurso ideológico, en cuanto se trata de trabajar con aquello que de hecho considera que es de todos. De algún modo es una estrategia de apropiación de algo para crear otra cosa.

En la poesía de Battilana, las referencias políticas, históricas, intimas, se enuncian en tonos bajos, en el marco de historias mínimas, señalando los límites de acceso a traducirla en palabras.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Lo anónimo, de algún modo, no es de nadie y nos pertenece a todos. Las palabras no se intercambian como monedas. Se socializan. Es el ideal más alto de una sociedad más justa. [/blockquote]

4. La sensación del paso del tiempo es un tema recurrente en la poesía. No escapan a ello los poemas del autor de Una mañana boreal.  El poeta parece, de alguna manera, habitar el acontecimiento. Ser parte de él. Es lo que puede leerse en “Iluminados”. El tema es la luz de mañana.  En él se afirma: “…Sin nostalgia, hay horas pasadas/horas buenas/que siguen ocurriendo/no terminaron de suceder”. El poema se cierra en un momento en que el poeta se aparta un paso, solo para poder percibir el conjunto, el asombro de eso mágico que nos toca maravillosamente a todos: “La luz de la mañana/se disuelve/sobre todas las cosas/y sobre todos los hechos/a los que designamos/como una palabra fugaz/ya no como forma de la posesión/sino como testimonio/o como huella/de un ojo que mira/el día/por primera vez”. El poeta se detiene en lo que parece obvio: el acontecer, el presente. En un doble plano, en un momento es parte y, en otro, un observador. En este último sentido, el poeta es un observador participante. Se detiene, en efecto, en aquello que se deja pasar de largo como si fuera natural, sin mas sentido que acompañar.

En esa escena, entonces, es lo obvio lo que interesa subrayar como lo esencial. Se trata, también, de la celebración del instante. Y aquí hay un eco, a mis ojos, de lo que Yves Bonnefoy señala, en Nuestra necesidad de Rimbaud, con relación a lo que puede entenderse por convertirse en poeta, hecho que, por supuesto, no sucede todo el tiempo: “lo poético no se da sino en instantes siempre breves, o mediante simples raspaduras del oro verbal”. Es lo que, creo, puede, de algún modo, advertirse en “Hojas marrones”: “sostengo la estructura de este minuto” y, posteriormente, Battilana alude a lo que realmente quiere significar, sin dejar de subrayar lo mínimo y lo festivo: “una fiesta breve”.

Acompañar, vivir el mundo. Es una suerte de consigna que, muchas veces, Battilana parece escribir en la frente de sus lectores. No es solo percibir, es acompañar y vivir, es obrar, hacer. En este preciso punto, no puedo dejar de traer aquí una bella y simple sentencia oriental, “obrar sin luchar”. Visto desde la perspectiva occidental la frase no tiene sentido, nadie realiza una acción sin una pizca de lucha. Suena altamente contradictorio. Sin embargo, la frase en otro contexto de pensamiento tiene otro significado. Se trata, para decirlo directamente, de hacer, de actuar, sin pelearse con uno mismo. El “sin luchar” es el sin pelearse internamente con aquello que nos impide hacer las cosas directamente. Los ejemplos más elementales y cotidianos pueden ser buenos botones de muestra: alguien te pide que laves los platos y, sin dar vueltas, los lavás, no pensás por qué me toca a mí, por qué debo hacer algo que puede hacer otro, etc. Es obrar sin luchar con todas esas preguntas y especulaciones interiores que no permiten hacer lo que en definitiva hay que hacer, porque uno también ensució los platos, porque uno compartió la mesa con otros…

Para volver, entonces, al acompañar y vivir, al obrar, al hacer, quizás sea un buen punto de reflexión el bello poema “Hogueras y frutos”, donde leemos:  “Tocar, ver/la superficie/áspera/de las cosas/acaso/sea acompañar al mundo/y también/despedirse/de las horas/sin la carga/que los dioses/o el destino/les han asignado”. Participar del paso del tiempo sin tantas solemnidades, sin tantos cuestionamientos, solo permitirse sentirlo, vivirlo. El poema concluye en una especie de trance, donde el poeta parece conectarse con las cosas del mundo, luego de nombrarlo: “Dura el quebranto/-aquí,/ahora-/y como si fuera una escultura/o un jarrón,/lo toco/lo hago viejo/me vuelvo creyente/camino/despaciosamente/por la liviana/extensión/del día”.

El tiempo también es el que ofrece calma. De este modo, en “Aura”, el poema termina buscando una especie de tinglado en el día: “bajo el dulce/amparo/de las horas”. Otro tono puede hallarse en “Después de la enfermedad”, donde se describe un momento de “ira” y de “crueldad” que no se cuenta. Y no se cuenta, al parecer, porque lo importante son aquellos hechos. Cuando aparece la cura, las cosas vuelven a ponerse en su lugar. Pero nada puede cambiar lo que se supone se dijo o se hizo. El tema es el arrepentimiento, pero también la emergencia de una de sus otras caras, la de permitirse un nuevo comienzo. El poema termina con un toque de esperanza pero también de fuerza para algo nuevo: “Nada podrá borrar el pasado/-todos sabemos/que el pasado/es indestructible-/y, sin embargo,/las palabras nuevas/son también cosas,/pequeñas balsas/adonde estar un rato/adonde tender el cuerpo/y escuchar como Ulises,/amarrado a las velas de un barco,/el canto dulce de la oportunidad”.

En el ya mencionado video de escritores, Battilana sostiene como parte de su interés poético lo que llama lo mínimo, “lo chiquito”. Ver crecer el pasto, tratar de ver lo no evidente. Un hombre, entonces, se revela más en un pequeño gesto. A sus ojos, es allí donde se ve lo que somos. Es, al mismo tiempo, una mirada poética del mundo. Esto puede advertirse en “El viento”: “miro con cierta fascinación cómo el aire puede/hacer del tiempo un pedazo de materia”. Es estar atento y alerta. Es mirar para descubrir un primer nivel de asombro. Porque justamente es el paseo por lo cotidiano lo que modela y trasmite una experiencia a contar.

Por cierto, lo que se percibe no es cualquier detalle. No es el ruido cotidiano, ese ruido que termina volando por los aires. En “Bosque de hielo”, se puede notar esa mirada de contemplación y de asombro. Las cosas parecen tener una vida más allá de su inmovilidad. Producen en los ojos del curioso algo que nace de lo quieto, lo inmóvil. “…las ramas de los arboles/ apenas se movían/y la quietud/era/el único estrépito/la más maravillosa/agitación”. La mirada orientadora es la atención sobre lo que se supone no tiene interés material. Bien podría decirse, que la poesía es empujar nuestra forma de ser esencial hasta los bordes de un mundo olvidado.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Acompañar, vivir el mundo. Es una suerte de consigna que, muchas veces, Battilana parece escribir en la frente de sus lectores. No es solo percibir, es acompañar y vivir, es obrar, hacer. [/blockquote]

5. En el año 2002, en la prestigiosa revista Hablar de poesía, Battilana escribe un breve pero fulgurante ensayo sobre el poeta santafesino Juan Manuel Inchauspe. Lo primero que me sorprende es desde qué lugar lo lee. Es un hallazgo, dice, un descubrimiento para los jóvenes de los años 90. Esa sensación de asombro la había vivido, también en Buenos Aires, pero a partir de los gestos y las palabras de otro poeta. Es lo que sentí cuando, durante ese mismo período y en el subsuelo de la librería Fausto, asistí a un taller literario coordinado por Daniel Freidemberg. En uno de los encuentros, el autor de Diario en la crisis menciona a Inchauspe como una especie de descubrimiento tardío. Se trata, entonces, de un poeta que impacta, (creo que también es esto lo que le sucede a Battilana). Impacta, justamente, por que consigue atrapar al lector con un puñado de estupendos poemas, donde la página bien escrita y la emoción aparecen entrelazadas maravillosamente. Un verdadero golpe en la cara, como pedía William Burroughs para los buenos libros. En segundo lugar, mi sorpresa radica, en que, en algún punto, viví a Inchauspe de otra manera. En todo caso, tiene que ver con que nací en Santa Fe. Lo conocí, en efecto, en los años 80, en el período en que participé de dos talleres literarios, uno con Hugo Gola y otro con Edgardo Ruso. En los dos espacios, en algún momento, compartimos con Inchauspe no solo reuniones sino la lectura de sus propios poemas. También fui a escucharlo varias veces, en distintos lugares de la ciudad de Santa Fe, el Paraninfo, el anexo de la Universidad. Siempre leía un par de poemas y, entre ellos, siempre recitaba especialmente “La araña”. Junto a otros jóvenes poetas, también compartí varias reuniones, con cerveza de por medio, en el bar La Modelo. En esos encuentros no hablaba de él sino de otros, de Gola por ejemplo, pero, sobre todo, de Juan José Saer. Glosa, decía, es un homenaje a los amigos de acá. Lo que intento decir es que para nosotros ya era un gran escritor que, como Jacobo Fijman, no necesitó escribir los innumerables libros de Juan Gelman para ser un poeta mayor.

Quizás no sea del todo incorrecto sostener que Battilana (por supuesto que también me incluyo) es uno de los poetas de los años 90 que puede sostenerse en una de las mágicas ramas poética de Juan Manuel Inchauspe. Y no solo por la línea lirica sino por aspectos que son constitutivos de su poesía. Especialmente tres que ya fueron suficientemente señalados más arriba y que el autor de Ramitas explica con solvencia en su ensayo: recursos mínimos, la observación sobre lo nimio, y la Idea de fracaso.

[blockquote author=»» pull=»normal»]La mirada orientadora es la atención sobre lo que se supone no tiene interés material. Bien podría decirse, que la poesía es empujar nuestra forma de ser esencial hasta los bordes de un mundo olvidado.[/blockquote]

6. Basta mirar la realidad al voleo desde cualquier ventana, sin hacer el esfuerzo de tener a mano el rigor de las estadísticas, para decir sin vuelta que la actual situación editorial no es motivo de celebraciones. Algo, no obstante, hay en las empresas de largo aliento que las instituciones y los escritores han hecho en muchos años, ya que es posible ver una estela de ediciones, sobre todo de tono independiente, con numerosos títulos y variedad de gustos. Al editar la obra completa de Battilana, la editorial Caleta Olivia consigue entrar dentro de ese verdadero campo de resistencia del libro. En los últimos tiempos se han editado  en otro sellos editoriales muchas obras reunidas, entre otras, la de Estela Figueroa, Marilyn Contardi, Beatriz Vallejos, Ricardo Herrera, Mirta Rosenberg, Claudia Masin…

Algo revelan las obras reunidas. No es la lectura de un solo volumen o el contraste con otro. Hay algo más. Es el vínculo silencioso entre el tiempo y el trabajo. Desde hace un tiempo pienso que una obra reunida no es, por cierto, el simple amontonamiento de libros en uno solo. Pienso que es algo parecido a una luz interior del mundo de una mujer (o de un hombre). Los libros, de una obra reunida, son una especie de velas errantes trazando sobre el cielo del tiempo un hermoso arco iris del mundo. Ramitas, por cierto, cumple con esa hermosa travesía que en su recorrido muestra algo del mundo de un poeta.

La moral del psicópata

La moral del psicópata

La figura del psicópata siempre ha sido atractiva para llevarla a la ficción o retratarla en documentales, hoy día esto se comprueba con mucha facilidad. Sin embargo, la forma de presentar a estos personajes hoy está sometido a un escrutinio político y moral diferente al típico conservadurismo de antaño. 

La discusión es mucho más vieja que el cine, pero siempre vuelve ajustándose a cada coyuntura. Las historias que representan de manera empática a un personaje que realiza acciones detestables suelen incomodar a distintos sectores de la sociedad, sobre todo a aquellos que representan las ideas más conservadoras o directamente reaccionarias. Pero en los últimos años las críticas también provienen de grupos que reclaman un justo reconocimiento de sus derechos y un cambio en las formas hegemónicas de manufacturar relatos y personajes.

La cadena estadounidense Lifetime emitió recientemente la serie “You” con notable éxito, lo que empujó al gigante del streaming Netflix a adquirir los derechos para difundirla en el resto del mundo. La historia nos presenta a  Joe Goldberg, un muchacho encargado de una librería “como las de antes”, que se interesa por Guinevere, una joven aspirante a escritora. En la superficie el galán se muestra atractivo, romántico y atento, aunque los espectadores tenemos el privilegio de oír sus verdaderos pensamientos. Con un tono levemente irónico que une el melodrama juvenil con el thriller (la serie se basa en un libro recomendado por el mismísimo Stephen King) se retratan las estrategias crecientemente criminales con las que el librero va cortejando a la muchacha. Estas van desde revisar sus redes sociales y stalkear su domicilio hasta la eliminación sistemática de cualquiera que se interponga en su camino. El programa tuvo gran aceptación entre la audiencia, pero disparó críticas entre quienes ven en el proceder del protagonista un escenario cercano al de casos reales que tuvieron el peor de los finales.

[blockquote author=»» pull=»normal»]La moral de los psicópatas ficticios tiene que ser compleja, como la de los psicópatas verdaderos, para que la audiencia pueda hacer una lectura válida sobre lo que se le cuenta. Sería una salida cómoda presentar al monstruo como tal.[/blockquote]

Debido al enorme impacto que tienen hoy las producciones de la industria del entretenimiento, las ficciones empiezan a ser sometidas a un escrutinio impensado años atrás. Hoy no podemos ver ciertas películas o escuchar ciertos temas de la misma manera luego de enterarnos de las conductas abusivas de sus creadores. Algo similar ocurre con las ideas o conceptos que subyacen detrás de muchas manifestaciones de la cultura pop, pobladas por estereotipos que sectores que luchan por la igualdad de género o por legislaciones más inclusivas para las minorías étnicas ponen en cuestión. Basta con pensar en cuantas canciones clásicas se refieren a los bad boys como objeto de deseo femenino, siendo este un tipo de hombre que hoy es sometido a una bienvenida deconstrucción. Chicos malos, machos alfa y galanes de distinto pelaje son cuestionados, provocando nuevas formas de entender la masculinidad. Así, mientras se escuchan frecuentes quejas de quienes no aceptan el cambio de época, guionistas y realizadores no siempre están a la altura de las circunstancias para introducir miradas nuevas sobre el fenómeno.

Que el protagonista masculino genere mayor empatía que sus víctimas es uno de los aspectos más incómodos de “You”. Pero resultaría problemático pretender que Joe sea mostrado como alguien abiertamente desagradable para contrastarlo con la bondad de quienes lo rodean, no solo porque esto le quitaría ambigüedad a la ficción, si no porque este enfoque no se corresponde con la realidad. Hay muchos casos en los que una persona abusadora, manipuladora o directamente criminal es carismática y agradable en su trato social. Por otro lado la serie hace explícita su intención de cuestionar ciertos lugares comunes del cine contemporáneo. “Dios, mío ¡Es como si nunca hubieras visto una película de terror!” o “No te preocupes, vi suficientes comedias románticas como para saber que los tipos como yo siempre terminan en líos como este” piensa el protagonista en distintos momentos de la historia. Una observación autoconsciente que no se permite el Christian Grey de “50 sombras de Grey”, otro oscuro galán pop de producción reciente.

La moral de los psicópatas ficticios tiene que ser compleja, como la de los psicópatas verdaderos, para que la audiencia pueda hacer una lectura válida sobre lo que se le cuenta. Sería una salida cómoda presentar al monstruo como tal, haciendo sentir tranquilos a los espectadores que verían a la maldad claramente personificada en la vereda de enfrente.  En ese sentido “Dexter”, serie con la que “You” ha sido frecuente comparada, tenía una fórmula narrativa menos problemática: el protagonista es un forense que asesina a los criminales que lograron escabullirse por las grietas del sistema legal. Este esquema inevitablemente llevaba al espectador a estar de su lado.

Otra criatura cinematográfica muy citada al hablar de la nueva serie de Netflix es el Patrick Bateman de “American Psycho”, un personaje extremo carente del carisma de Joe o Dexter. Este yuppie criminal fue imaginado por Breat Easton Ellis para retratar la superficialidad de los años 80’ durante la era Reagan. Sin embargo al momento del estreno muchos críticos no se centraron en esa intención histórica, alarmados por la violencia de que el film exhibe, particularmente sobre los personajes femeninos.  Aunque halagaron la actuación de Christian Bale, hubo medios como Los Ángeles Times que se mostraron preocupados porque parte del público podía tomar la película como una “broma cool”. Existe cierta creencia de que la gente imita acríticamente lo que ve en la pantalla, careciendo de la capacidad para tomar distancia de la ficción. Es una idea similar a lo que siempre plantearon los sectores conservadores que buscaron regular  el acceso del público a contenidos explícitos o incorrectos. Esto dispara una pregunta incómoda ¿Se puede tener una mirada crítica sobre series y películas sin caer en una conducta censora o policíaca? Es necesario desmenuzar las ficciones para entender la moral del psicópata, sea este un carismático librero o un asesino enmascarado.

Durante los años 70’ y 80’ se desarrolló el subgénero de horror conocido como slasher, films de bajo presupuesto de enorme éxito entre adolescentes y jóvenes. En su momento de mayor popularidad despertaron reacciones desmesuradas, como la persecución legal a los video nasties (así se llamó a las películas de terror más extremas en Inglaterra) por parte de los sectores más moralistas o los pedidos de boicot desde la prensa crítica. Entre esta última se encontraba el prestigioso Roger Ebert, quien desde su programa At The Movies condenaba enfáticamente a los asesinos seriales de aquellas películas. Pero esos psicópatas cinematográficos, que perseguían adolescentes promiscuas hace 30 años, eran demasiado unidimensionales como para tomárselos en serio, lo que sumado a la poca o nula calidad de la mayoría de los títulos, termina dejando como excesivas las reacciones de Ebert & cía. Por otro lado, su evidente misoginia es fácil de denunciar, ya que son personajes grotescos poco creíbles. Por esto mismo hay que cuestionar a los medios que llaman locos o inadaptados a violadores y asesinos: al describirlos así los acercan a lo monstruoso, caricaturizándolos y tranquilizando a la población biempensante.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Existe cierta creencia de que la gente imita acríticamente lo que ve en la pantalla, careciendo de la capacidad para tomar distancia de la ficción. Es una idea similar a lo que siempre plantearon los sectores conservadores que buscaron regular  el acceso del público a contenidos explícitos o incorrectos.[/blockquote]

En 1947, Charles Chaplin protagonizó “Monsieur Verdoux”, su primera producción luego de abandonar al personaje del vagabundo que lo hizo célebre. El guion se basaba libremente en Henri Desiré Landrú, un asesino de mujeres real de la Francia principios del siglo XX. En una escena el personaje casi pisa una oruga por accidente, la recoge y la coloca en una planta de su jardín para salvarla. Este gesto amable acentúa la hipocresía del criminal, un recurrente asesino de viudas. Algo similar ocurre con el Joe de “You”, quien a primera vista no aparenta ser un chico malo. Se trata del nice guy que vimos en cientos de comedias románticas y sitcoms despertando suspiros en la platea. A medida que sus acciones se vuelven más oscuras ninguna de las personas que lo rodean lo cuestionan, empezando por la ingenua Guinevere. Ella se comporta como una Madame Bovary del siglo XXI, con una expectativa enorme en encontrar al “Sr. Perfecto”, solo que con twitter y clases de yoga para alivianar la ansiedad contemporánea. Una caperucita que elige las fauces del lobo no es un arquetipo que pueda aceptarse con facilidad hoy en día.

“Cuanto más carece un tipo de cualidades viriles, más vigilante se pone acerca de lo que hacen las mujeres” afirma Virginie Despentes en La Teoría King Kong. Es interesante  la visión de la autora francesa, porque también conoció las críticas moralistas cuando realizó “Boise-moi”, película que supuso una respuesta feminista a los films centrados en una venganza sangrienta. También afirmó que debemos pensar por qué nos molesta tanto el sexo, en lugar de proscribirlo. Retomando esta idea, quizás el objetivo no deba ser suprimir los contenidos que nos incomodan, sino aprender a problematizar que es lo vemos, escuchamos y leemos para después subvertirlo, cambiarlo o enriquecerlo. De esta manera la ficción puede transformase en un medio aliado para la siempre difícil tarea de modificar la realidad.

 

Los mundos posibles

Los mundos posibles

La universidad reformista siempre tuvo como uno de sus objetivos estar en contacto con la sociedad, la extensión universitaria el vehículo escogido para hacerlo. A pesar de las dificultades y desafíos, existen iniciativas que, como los centros de extensión universitarios, intentan tender puentes y derribar muros. 

“Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre.”

Paulo Freire

 

Existen tantos modos de entender la realidad como realidades existen a nuestro alrededor. Esa simple premisa, en ciertas situaciones, se convierte en un mantra. Abordar un territorio implica deshacerse de preconceptos, estructuras y anclajes que uno trae consigo. Implica animarse a bucear en un mar de desafíos, muchos de ellos de difícil resolución, pero también de otros que generan una enorme satisfacción.

¿Cuántas veces escuchamos que “la Universidad la pagamos todos con nuestros impuestos pero llegan pocos”, o que “es necesario que la Universidad esté cerca de la gente”? Esas verdades indiscutidas demostraron durante décadas la combinación del abandono y la búsqueda de manutención del statu quo de parte de las grandes corporaciones políticas e institucionales del mundo educativo, sumados a un notable desinterés en discutir desde la praxis un modelo de extensión de cercanía y reciprocidad. Por decisión de la gestión del ex Rector Francisco Morea (a quien recordamos con cariño todos los días), aparecieron elementos disruptivos en el horizonte educativo de Mar del Plata y la zona, dispuestos a desarrollar otro enfoque: los Centros de Extensión Universitaria, ubicados en (hoy ya) nueve puntos estratégicos de la ciudad y sus alrededores.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Abordar un territorio implica deshacerse de preconceptos, estructuras y anclajes que uno trae consigo. [/blockquote]

Los Centros de Extensión Universitaria tienen como objetivo generar un nuevo ámbito de articulación entre la Universidad y la comunidad. Construidos colectivamente, parten de la premisa de que la educación puede ser una generadora de oportunidades y equidad. Funcionan en sedes universitarias ubicadas en diferentes barrios de la ciudad, donde se trabajan temas relacionados con la promoción de las carreras universitarias, orientación vocacional, el ingreso y permanencia, sistema de becas, entre otros. Además, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de vecinas y vecinos de cada barrio, las distintas sedes cuentan con convocatorias específicas de Proyectos de Extensión, a través de los cuales se desarrollan propuestas concretas a problemáticas detectadas allí.

Tengo ganas de contarles una historia que sucedió en el norte de Mar del Plata, y que resume en ella tanto más que lo que se podría seguir explicando o describiendo.

Marcos tiene veintidós años. Dejó la secundaria a los quince porque tenía que trabajar, su papá falleció trabajando en una obra en construcción. La terminó a los diecinueve, en el marco del plan FINES que funciona en la Sociedad de Fomento de su barrio. El año pasado, durante la muestra educativa de la Universidad que se hace en el Centro de Extensión, vino a preguntar los requisitos para estudiar Ingeniería, entusiasmado porque había conseguido un trabajo que le permitiría un tiempo para empezar a cursar. Se sorprendió al saber que el trámite de inscripción era gratuito y sencillo. Una hora después volvió, pero con Susana, su mamá. Tiene cincuenta y nueve años, trabaja desde hace cuarenta cuidando ancianos, y me contó que su sueño era estudiar Trabajo Social. Ambos sostienen el hogar familiar, que comparten con los otros tres hermanos de Marcos. Susana anotó en un cuadernito gris todos los requisitos, se llevó el plan de estudios de la carrera y se fue sonriendo con su hijo. Sentí que esa mañana el futuro de ambos había dado un (hermoso) vuelco. También supe que, sin un acompañamiento real y duradero, el sueño podía quedar trunco. Hay que romper con la barrera invisible del “no está hecho para mí”, y eso implica una nueva forma de concebir la conexión entre la institución educativa y el territorio, despojada de la tesis asistencial que ha nutrido voluntaria o involuntariamente a la Universidad durante décadas, y, muy por el contrario, debe estar dispuesta a interpelarse “hacia adentro”, por fuera de la capacidad de cada institución de hacer frente a su demanda local. La incomodidad implica hacerse cargo y empezar a accionar de una manera distinta, mucho más allá de las recetas tradicionales que, en un contexto de profunda crisis económica como la que vive nuestro país, han dejado cada vez más atrás esa idea fuerza de la educación superior como eje de ascenso y movilidad social.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Hay que romper con la barrera invisible del “no está hecho para mí”, y eso implica una nueva forma de concebir la conexión entre la institución educativa y el territorio, despojada de la tesis asistencial que ha nutrido voluntaria o involuntariamente a la Universidad durante décadas.[/blockquote]

En la cotidianeidad, también es necesario decirlo, presenciamos escenarios de violencia en diversas formas, vimos en su faceta más descarnada a la ausencia del Estado, nos topamos con la miseria del egoísmo, aprendimos que el esfuerzo individual para satisfacer una demanda colectiva en muchos casos no alcanza, volvimos llorando alguna vez a nuestras casas. Comprendimos que el esfuerzo que se realiza en cada institución o red barrial, por fuera de cualquier día u horario, responde la mayoría de las veces a un acto de solidaridad y de amor encomiable.

La realidad es que todo cuesta muchísimo más sin un Estado presente en el territorio que acompañe este tipo de iniciativas, pero en medio de tanto dolor y tanta desidia, algo mutó. Hemos fortalecido la certeza de que ya no son iguales que antes los mundos posibles, que hay muchas historias como las de Marcos y Susana que están por llegar, que ya nacieron nuevos futuros, que queremos transformarlo todo, aunque si logramos transformar una sola historia, en algo hemos cambiado al mundo también.

Erik Olin Wright o el anticapitalismo sensato

Erik Olin Wright o el anticapitalismo sensato

Erik Olin Wright fue uno de los más destacados pensadores del marxismo analítico, postuló un optimismo de la inteligencia como estrategia de construcción de un mundo mejor. En su obra (que aquí se comenta brevemente) propuso una fórmula mucho más sencilla (y probada) de lo que pareciera a simple vista: más democracia en todos los terrenos como antídoto contra el capitalismo.

Casi como en la canción de Silvio Rodríguez, el gran pensador se despidió de sus amistades diciendo “Me muero como elegí”. Lo comentó en su blog al comenzar este año 2019: “Me quedan tres o cuatro semanas de vida”. Explicaba allí que ante el cáncer de hígado, había decidido (y se lo había comunicado a sus médicos) maximizar sus energías para seguir escribiendo hasta el final, y para poder despedirse de su familia y sus seres queridos. No se quejaba: “Fueron 72 años maravillosos”, escribió. Las posibilidades de sobrevivir algún tiempo más estaban asociadas a una pérdida de su autonomía y de su conciencia. Por eso optó: “Me queda una cantidad limitada de tiempo en esta maravillosa forma de polvo de estrellas. No siento ningún terror. No tengo ningún miedo”. El 23 de enero, un tuit de uno de sus alumnos confirmaba la muerte de Erik Olin Wright.

EL CAMBIO YA EMPEZÓ

Sociólogo destacado y expresión clave de la corriente conocida como “marxismo analítico”, Wright decía que “el mundo no está preparado para ir hacia una forma alternativa basada en la solidaridad, la igualdad y la democracia. Nosotros debemos preparar al mundo para eso. Las alternativas son creadas por seres humanos que se reúnen y deciden”. Como parte de su convicción se dedicó a estudiar “utopías reales”, como por ejemplo las cooperativas de trabajo, las “empresas recuperadas” de la Argentina: “Una forma de convertir una empresa capitalista en una cooperativa gestionada por sus trabajadores. Hay dos formas diferentes en las cuales se forman las cooperativas. Una forma es cuando un grupo de gente se junta y decide empezar un negocio con lógica de cooperativa más que desde las bases capitalistas convencionales. Entonces, los trabajadores autogestionan una firma democráticamente y toman sus propias decisiones. Otro modo se da cuando los trabajadores transforman una empresa capitalista existente en una cooperativa”.

[blockquote author=»» pull=»normal»]“El mundo no está preparado para ir hacia una forma alternativa basada en la solidaridad, la igualdad y la democracia. Nosotros debemos prepararlo mundo para eso” señalaba Wright. [/blockquote]

Wright estaba seguro de que ése es el camino por el cual la humanidad va a avanzar en formas de organización social diferentes. Y estaba convencido de que ese camino ya comenzó a ser transitado pero no por gobierno o revolución alguna, sino por las formas concretas que seres humanos a lo largo y a lo ancho del planeta vienen desarrollando desde hace tiempo. Y esa convicción no se basaba en ningún dogma, en ninguna supuesta planificación de transformaciones revolucionarias futuras, sino en datos. En hechos. Y en un análisis riguroso, de base marxista pero “sin boludeces”. Para que su mirada se comprenda mejor, conviene citarlo textualmente:

“Si se piensa en quinientos años atrás, no ocurrió que un grupo de comerciantes, banqueros y artesanos se sentaron alrededor de la mesa y dijeron: ‘Odiamos el feudalismo, ¿cómo podemos destruirlo?’. No. Construyeron alternativas al feudalismo en las ciudades, en pequeños espacios, donde pudieron, y luego expandieron esos espacios y lo hicieron en colaboración con segmentos de la clase feudal, que encontró ventajoso permitir que el capitalismo surgiera y se desarrollara a pesar de que en el largo plazo su surgimiento y desarrollo socavaría las bases del feudalismo. Así que mi visión en pos de transformar el capitalismo tiene ese carácter. La idea de ‘utopías reales’ combina esfuerzos para resolver problemas dentro del capitalismo y neutralizar los daños con el esfuerzo de erosionar el capitalismo mediante la construcción de alternativas”.

UTOPIAS REALES QUE CRECEN DESDE EL PIE

Pocos años atrás Erik Olin Wright anduvo por el Río de la Plata, presentando su libro más reciente: Construyendo utopías reales (2014). Un libro singular, sin duda: en un contexto global donde las desigualdades crecen sin freno –desigualdades tanto socioeconómicas como en relaciones de poder– la búsqueda de alternativas al capitalismo aparece como un desafío ético. Pero lo apasionante es que la aparente paradoja del título (¿utopías reales?) es abordada con una estrategia sencilla, bien “analítica”: saltando sobre la dogmática obviedad de que cualquier propuesta de repensar lo establecido será tachada de “utopía”.

El magistral trabajo de Olin Wright sienta las bases para un conjunto de alternativas concretas a la forma de organización socioeconómica que denominamos capitalismo. Ese conjunto de alternativas está documentado y es fruto de un relevamiento sistemático de prácticas rigurosas y comprometidas, pero además exitosas: utopías existentes, bien reales, que según Wright están llamadas a convertirse en un hito del pensamiento social del siglo XXI.

Presentado por algunos críticos como un planteo ingenuo u optimista, la mirada de Wright se asentaba sobre un optimismo de corte gramsciano, “esencial si se quiere transformar el mundo”. Las experiencias exitosas que señala en su trabajo van desde las empresas recuperadas de la Argentina (a las que vino a conocer y estudiar) hasta las instancias de presupuestos participativos en diferentes ciudades del mundo; desde la labor voluntaria cooperativa que se expresa en las redes de software libre o en Wikipedia –donde miles de personas que no se conocen entre sí trabajan gratis para poner conocimiento en manos de todos– hasta los millones de voluntarios que en todo el planeta hacen posible una innúmera cantidad de actividades en las que criterios como “beneficio”, “utilidad” o “conveniencia” no tienen ningún sentido si no son colectivos; desde huertas comunitarias que permiten la supervivencia de comunidades aborígenes hasta ideas innovadoras como la renta básica universal, son todos inspiradores horizontes hacia otro mundo de “igualdad social, libertad genuina y desarrollo de las potencialidades humanas”.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Para Wright, la forma de trascender el capitalismo es a través de un proceso creciente de democratización.[/blockquote]

Si para André Gorz la salida del capitalismo ya empezó, para Erik Olin Wright ese mundo diferente está construyéndose ante nuestros ojos, aunque no estemos demasiado atentos a esa trabajosa construcción que, como la pared, “crece por hiladas” y lo hace, claro, “desde el pie”. No desde arriba.

MARXISMO “NON-BULLSHIT”

Wright, nacido en 1947 en Berkeley (USA), es uno de los pensadores clave del marxismo analítico, una corriente académica nacida como reacción al dogmatismo y oscurantismo hegemónico en el panorama mundial del pensamiento marxista, y no solo al marxismo de la Academia Soviética (que para esa época aun existía). Una reacción a lo que calificaban como “Bullshit Marxism” (“bullshit” en inglés equivale a “boludeces” o “tonterías”). El grupo postulaba entonces un «Non-Bullshit Marxism» (“marxismo sin boludeces”) y su intención era construir un análisis riguroso de las temáticas tradicionales del marxismo pero suprimiendo categorías filosóficas imposibles de comprobar empíricamente, así como los elementos dogmáticos y metafísicos presentes en el pensamiento de Karl Marx. Entre los representantes más destacados de ese grupo, además del propio Wright, se encuentran Gerald Cohen, John Roemer, Jon Elster, Adam Przeworski y Philippe van Parijs.

Wright gozaba de gran respeto académico porque en sus trabajos había revisado la teoría de las clases sociales, lo que reflejó en libros como Clases (1985), donde propuso la noción de las “localizaciones de clase contradictorias”, que contribuye a comprender los problemas que presenta la definición de las clases medias: las personas que pertenecen a ellas se sitúan en varias clases distintas con intereses contradictorios.

CAPITALISMO SEGÚN WRIGHT

Aunque el término tiene varias y variadas interpretaciones en la discusión académica, Wright  entiende al capitalismo como una economía de mercado combinada con una estructura social en la que existen al menos dos clases enfrentadas. En este sentido señala que cualquier sistema económico, ya sea capitalista, estatista o cooperativista, siempre será “de mercado” en la medida en que en él se coordinan intercambios voluntarios, ofertas, demandas y precios. En otras palabras, el mercado es preexistente al capitalismo y es posible pensar (y de hecho existen) mercados en los que los medios de producción estén en manos del Estado o sean gestionados por los propios trabajadores. Lo que caracteriza al capitalismo es el modo en que los propietarios del capital ejercen su poder a través de las empresas y el sistema económico.

Y si hay capitalismo, hay anticapitalismo: Wright identifica en esa lucha dos tipos de motivaciones fundamentales que son los intereses de clase y los valores morales. Podemos estar en contra del capitalismo porque daña los intereses materiales de nuestra clase social o porque ofende un conjunto de valores morales que nos parecen importantes.

El problema es que aunque hay muchas personas que tienen (o creen tener) sus intereses de clase bien definidos, la complejidad del capitalismo actual hace que haya grupos grandes de personas cuyos intereses de clase no están tan claros. Eso es lo que llama “posición contradictoria de clase”: personas que sin ser propietarios de medios de producción participan de la explotación de otras (un gerente de empresa) o por el contrario, personas que poseen medios de producción pero no explotan a nadie (la miríada de pequeños propietarios o productores autónomos), todo lo cual requiere repensar a qué llamar “clase trabajadora”. Será entonces aquella que no posee los medios de producción y no es autónoma en su trabajo. Por otro lado no se dieron los procesos de pauperización y de homogeneización de la clase obrera que preveía el marxismo clásico, lo que produciría la toma de conciencia anticapitalista. Más bien ha ocurrido todo lo contrario en cualquier país medianamente desarrollado (más allá de las cíclicas crisis).

De manera que una perspectiva anticapitalista contemporánea no puede basarse únicamente en los intereses materiales de clase: debe estar fundamentada en ciertos valores morales, que según Wright son igualdad/justicia, democracia/libertad y comunidad/solidaridad (es fácil relacionarlos con los ideales de liberté, egalité y fraternité de la Revolución Francesa.

[blockquote author=»» pull=»normal»]“La idea de ‘utopías reales’ combina esfuerzos para resolver problemas y neutralizar daños dentro del capitalismo con el esfuerzo de erosionarlo mediante la construcción de alternativas”.[/blockquote]

HACIA DÓNDE

¿Puede haber un anticapitalismo sensato cuando todas las opciones que se presentaron como sus alternativas superadoras fracasaron económicamente o terminaron siendo pesadillas autoritarias que violaron derechos y libertades de los ciudadanos? ¿No es gracias al capitalismo que disfrutamos de confort, smartphones, Netflix, lavarropas, Internet, y todo aquello que nos permite vivir como jamás en la historia se había soñado? Sí, pero también caracterizan al capitalismo el absoluto fracaso en desterrar la pobreza, el agravamiento de las desigualdades, la amenaza de destrucción del planeta y la creciente desesperanza para millones en todo el mundo.

Para Wright, “uno de los objetivos de la transformación y emancipación sociales es crear un mundo en el que sea más fácil para la gente ser amable y generosa”. ¿Cómo hacerlo en un contexto dominado por un discurso triunfalista del capitalismo y en el cual “quejarse del capitalismo es como hablar del mal tiempo: te hace sentir bien pero no cambia las cosas”? Allí es donde enarbola un gramsciano “optimismo del intelecto”, para explorar alternativas realizables: las “utopías reales”, construcciones teóricas de carácter normativo, que apuntan a cómo podrían rediseñarse las instituciones sociales para generar cambios hacia una sociedad más igualitaria, pero siempre a partir de aspectos empíricos: utilizando como insumos experiencias concretas, instituciones reales.

Para Wright hay tres grandes poderes fácticos: el económico, el estatal y el social, y señala que la alternativa consiste en reforzar el poder social, entendido como la capacidad de movilización, cooperación voluntaria y acción colectiva, a través del rediseño de los arreglos institucionales vigentes. En sus palabras, se trata de “expandir y profundizar el componente socialista para alcanzar mayor empoderamiento social”. La vieja idea de subordinar el poder económico al poder social, tan rica y poderosa en las viejas corrientes de la izquierda, antes de que las experiencias autoritarias hicieran que se identificaran ficcionalmente dos de esos grandes poderes (el estatal y el social) dando lugar a las experiencias dolorosas (y trágicas en la mayoría de los casos) de los llamados “socialismos reales”.

En otras palabras, “socialismo” no es sinónimo de “estatismo” (como se creyó, como aun se cree en tantos sectores de pensamiento cooptado por los autoritarismos de izquierda) sino que se trata de la profundización de la democracia, entendida desde una posición fuertemente participacionista y no desde una concepción elitista, como la que caracteriza tanto a populistas como a liberales y republicanos clásicos, quienes creen que la sociedad es como un niño pequeño que debe ser guiado y conducido, y nunca sus opiniones o decisiones tenidas en cuenta.

Para Wright, por el contrario, el socialismo es entendido en este sentido como una “democracia económica”. Por eso se trata de democratizar la economía en cada lugar donde sea posible hacerlo. No es nada más ni nada menos que la vieja idea que el socialismo introdujo en la discusión pública hace ya unos 200 años. Jean Jaurès la había formulado de esta manera: “La democracia es el mínimo de socialismo y el socialismo es el máximo de democracia”. O como el concepto técnico de socialismo que postuló Durkheim cuando definió así a toda doctrina que reclama “la incorporación de todas las funciones económicas, o de algunas de ellas que actualmente son difusas, en los centros directores y conscientes de la sociedad”.

Pero lo más importante es que Wright sostenía (como la premio Nobel Elinor Ostrom) que ese proceso ya comenzó: la cooperación, la administración y gestión comunitaria de empresas y de bienes comunes tienen una enorme experiencia exitosa en todo el mundo. Precisamente por demostrarlo Ostrom recibió ese galardón.

SIETE VÍAS, TRES ESTRATEGIAS

Wright enumera siete vías para alcanzar la meta de acrecentar el poder social. Esos caminos van desde la regulación estatista hasta el “socialismo participativo”, pasando por algunas variantes de la socialdemocracia y del socialismo de mercado. Cada uno de estos modelos presenta algún tipo de acuerdo favorable al empoderamiento social, lo cual se hace factible sólo si se implementan conjuntamente. Así, tanto la regulación estatal (que no es lo mismo que el estatismo autoritario) como las asociaciones voluntarias de la sociedad civil, organizadas con el fin de producir bienes y servicios, confluyen en el mismo sentido. La participación de los trabajadores en la organización y en la propiedad de las acciones de las empresas (como ejemplo, las empresas recuperadas pero de ningún modo debería ser solo allí), la participación social en la elaboración de políticas públicas y en el control de su ejecución (por ejemplo en los presupuestos participativos) son algunas formas de  constituyen “arreglos institucionales” alternativos.

Así, la forma de trascender el capitalismo es a través de un proceso creciente de democratización. La democracia no es un simple procedimiento de selección de candidatos, ni se agota con la vigencia de ciertas libertades. En otras palabras, las democracias actuales son apenas primeras aproximaciones a una sociedad verdaderamente democrática: cuanto más democrática sea una sociedad, más humana e igualitaria devendrá.

Wright analiza tres tipos de estrategias de transformación social: la rupturista, la intersticial y la simbiótica. Esas denominaciones surgen de la actitud ante las instituciones vigentes: la primera (características de la tradición socialista revolucionaria) implica una ruptura total; la segunda (típica del anarquismo) sugiere la construcción de nuevas instituciones en las hendijas del sistema: así nacieron las cooperativas y los sindicatos. La tercera es la que Wright considera con más chances: la que intentó la tradición socialdemócrata, que supone aprovechar las instituciones vigentes para producir cambios cuantitativos que al final terminen impulsando cambios cualitativos. Una estrategia de “adaptación evolutiva”, en cuyo desarrollo se puede utilizar al Estado para solucionar problemas e incrementar el poder social.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Para Erik Olin Wright ese mundo diferente está construyéndose ante nuestros ojos, aunque no lo estemos detectando.[/blockquote]

EL DESTINO NO ESTÁ ESCRITO

Wright no descarta la combinación de las tres estrategias cuando las situaciones lo ameritan. Por ejemplo, determinados asuntos requieren estrategias rupturistas: la cuestión del cambio climático, el desastre al que nos conduce la actual forma de producción de energía, no admite otro tipo de estrategias.

Es más: para él, un proyecto a largo plazo que pretenda tener perspectivas de éxito debería afrontar el complicado problema de combinar esas estrategias. A esa combinación la llama “erosión”. Todas ellas presentan problemas, ninguna garantiza el éxito, pero en diferentes momentos y lugares, una u otra puede ser la más eficaz, aunque normalmente ninguna de las tres alcanza por sí sola. A fin de cuentas, la evidencia histórica no da ningún motivo para pensar que el capitalismo será demolido, transformado o derribado de un día para otro, porque nada en la historia natural ni mucho menos en la historia humana, ha sucedido de ese modo: la modificación de cualquier estado de cosas siempre pasa por diferentes tipos de transformaciones, a veces por acumulación de cambios graduales, a veces con saltos o rupturas, pero siempre en dilatados y trabajosos procesos, jamás de un día para el otro. Para volver al ejemplo citado por Wright en el inicio de esta nota: solo hay que mirar el paso del feudalismo al capitalismo, donde no hubo una revolución que arrasara con todo lo anterior; no fue otra cosa más que un proceso de erosión. Claro que la imagen de la toma del Palacio de Invierno, o la caída de la Bastilla, son potentes y simbólicas. Pero son solo eso.

En cualquier caso, no hay garantías de éxito. Nadie puede determinar por anticipado el alcance de ninguna de las vías ni de su combinación. Pero a no desesperar: esto no es algo exclusivo de la ciencia social o del socialismo, sino que la contingencia e incertidumbre de cualquier escenario posible se aplica también al sistema hegemónico vigente. “Dada la profunda incertidumbre acerca del futuro, tiene sentido mantener viva la llama de un conjunto de propuestas normativamente atractivas y coherentes dentro de nuestra imaginación igualitarista radical”.

UN ADIÓS CONSCIENTE Y COHERENTE

“Parece bastante mezquino quejarse después de haber vivido 72 años en esta extraordinaria forma de existencia que pocas moléculas en el universo llegan a experimentar”, dejó escrito Erik Olin Wright en su nota de despedida. “De hecho, utilizar la palabra ‘experiencia’ es maravilloso. Los átomos no tienen experiencia. No son más que materia. Todo lo que soy es materia. Pero organizada de forma tan compleja a varios niveles, que es capaz de reflexionar sobre sí misma y lo extraordinario que ha sido estar vivo y consciente de estar vivo”.

“Me encuentro en este rincón privilegiado de lo humano que ha conseguido, contra todas las probabilidades, no vivir una existencia de miedo y sufrimiento por las crueldades de nuestra civilización, que nunca ha sentido el miedo por el hambre, por su seguridad física, que siempre ha tenido los recursos necesarios para sacar adelante a su maravillosa familia, a sus hijos, en un entorno en el que creo que ellos también han sentido la seguridad física y han dispuesto de las necesidades básicas para florecer”.

En el prólogo de su obra Construyendo utopías reales, Wright había explicado por qué y cómo decidió utilizar esa posición privilegiada, negada a tantos otros congéneres de la especie humana: “Decidí aprovecharme de este privilegio extraordinario, no para llevar una vida de autoindulgencia sino para crear significado para mí y los demás intentando hacer del mundo un lugar mejor”.

En su carta de despedida también dijo: “Creo que mis intentos obstinados por revitalizar la tradición marxista y hacerla más relevante para la justicia y transformación sociales están asentados en un entendimiento científicamente válido de cómo funciona el mundo de verdad. No tengo quejas. Moriré en unas pocas semanas, satisfecho”, era como coronaba la carta. “No estoy feliz por morir, pero sí profundamente contento con la vida que he vivido, y que he podido compartir con todos vosotros”.

Declaración del Partido Socialista ante la situación venezolana

Declaración del Partido Socialista ante la situación venezolana

El Partido Socialista de Argentina, ante la crisis humanitaria, social, política y económica que sufre el pueblo hermano de Venezuela, reitera el llamado a un proceso de diálogo y entendimiento en el seno de la sociedad venezolana. Considera a la vez que el Gobierno del presidente Nicolás Maduro es principal responsable de la degradación institucional, que agrava el cuadro de violencia en que está sumido el país.

Dicho diálogo debe darse en un marco de absoluto respeto a los derechos humanos y garantías constitucionales, e involucrar a todos los sectores. Es fundamental además que este proceso de diálogo desemboque en elecciones transparentes, que cuenten con el apoyo manifiesto de la comunidad internacional.

Comunidad internacional que en esta hora debe hacer esfuerzos urgentes para encontrar el referido camino de diálogo y paz, a los efectos de detener la escalada de violencia y enfrentamientos entre compatriotas, que ya se ha cobrado decenas de muertos.

El Partido Socialista de Argentina considera que tomar posiciones que desconozcan a un sector de la sociedad y/o, aún más grave, avalen la injerencia directa internacional, alejan esta posibilidad.

En América latina deben primar la paz, la democracia y el respeto a la decisión democrática de los pueblos por encima de cualquier análisis o especulación internacional. En este sentido, merece un enfático rechazo todo tipo de intervención extranjera con fines espurios en la realidad venezolana actual.

Finalmente, el Partido Socialista de Argentina expresa, una vez más, su inquebrantable solidaridad con el pueblo venezolano.

Plásticos prohibidos

Plásticos prohibidos

A partir del primero de enero de 2019, ocho países del Caribe prohibieron la importación y uso de plásticos de un solo uso y poliestireno, como medida contra la contaminación ambiental generada por esos materiales.

Jamaica, Belice, Bahamas, Barbados, Costa Rica, Granada y Trinidad y Tobago prohibieron la importación de cajas de plástico y poliestireno de un solo uso, materiales derivados del refinamiento del petróleo.

La decisión fue tomada tras la realización de una serie de informes, que indicaban que dichos objetos forman parte de los diez principales artículos desechados en las costas del Caribe y suponen más del 50 por ciento del peso total de la basura que se recolecta en la zona.

Los beneficios del plástico son innegables. Es barato, liviano, duradero y fácil de hacer. Se puede usar de mil formas distintas. Nuestra comida se mantiene fresca por más tiempo gracias al plástico y la medicina moderna no existiría sin él. Pero las mismas propiedades que hicieron del plástico un producto revolucionario han propiciado un ciclo de producción irresponsable y un consumo y desperdicio excesivos.

Cada año descargamos en los océanos alrededor de 13 millones de toneladas de plástico, una parte de las cuales incluye micropartículas que entran en la cadena alimenticia, y que terminan afectando la salud de todos los seres vivos del planeta de una u otra manera.

CULPABLES

Según estudios de las Naciones Unidas (ONU) el mundo consume anualmente cinco billones de bolsas plásticas, principalmente hechas de polietileno, un polímero barato derivado del petróleo que tarda 400 años en degradarse.

Por otra parte, la espuma de poliestireno (otro derivado del petróleo utilizado en los envases térmicos de comida) demora 500 años en deshacerse bajo condiciones óptimas, pero la mayoría de los artículos nunca llega a descomponerse, advirtió la entidad.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Cada año descargamos en los océanos unos 13 millones de toneladas de plástico, incluidas micropartículas que entran en la cadena alimenticia y afectan la salud de todos los seres vivos del planeta.[/blockquote]

De continuar el actual patrón de uso y producción, la ONU prevé que para 2030, el mundo llegue a producir 619 millones de toneladas de plástico anuales.

Para el Caribe la situación se complejiza un poco más pues la región se compone de islas y destinos turísticos importantes, advirtieron expertos del organismo global.

Según los científicos, en la región la espuma de poliestireno de los contenedores para alimentos por si sola representa el cinco por ciento de los desechos sólidos.

Por el momento Haití tiene gran protagonismo en los esfuerzos a nivel regional, pues la isla vetó el uso de bolsas y envases de poliestireno en 2012.

En 2016 Antigua y Barbuda se sumó a la tendencia al prohibir los plásticos de un solo uso y hasta 2018 la medida se implementó también en Aruba, Colombia, Guyana, Puerto Rico, San Vicente y las Granadinas, y las Islas Turcas y Caicos.

LA GRAN MANZANA SIN PLÁSTICO

El primer día de 2019, Nueva York, una de las principales ciudades de Estados Unidos, también se sumó a la prohibición de plásticos de un solo uso. El alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, la directora del Departamento de Sanidad Kathryn García y el director del Gabinete de Sustentabilidad del alcalde, Mark Chambers, anunciaron juntos la ley que ahora entra en vigor.

Desde el año 2015, al menos, ya se habla de esta medida, pero sólo ahora es oficial. En la práctica, establecimientos de servicios de alimentación, tiendas y fabricantes no pueden tener, vender u ofrecer a sus clientes envases de poliestireno expandido (EPS).

Como resultado de la prohibición, los fabricantes y tiendas no pueden vender u ofrecer elementos de poliestireno expandido desechable, como vasos, platos, bandejas o recipientes. La nueva ordenanza también se extiende en el uso de este material en los embalajes.

A pesar de que la nueva norma se lleva preparando en los últimos cuatro años, habrá un “período de gracia” de seis meses, antes de que las multas se puedan imponer.

Mientras tanto, los departamentos de salud y de asuntos del consumidor van a realizar actividades de divulgación y educación en varios idiomas para empresas en los cinco distritos. En este período, las empresas pueden recibir una “tarjeta de advertencia” recordándoles la prohibición.

Con la entrada en vigor de esta normativa ya son más de 70 las ciudades estadounidenses (Washington DC, San Francisco, Minneapolis, Portland y Seattle entre ellas) que prohíben su utilización, mientras que en varias ciudades del mundo como París o Toronto el tema es objeto de debate.

A estas alturas sabemos que el plástico en todas sus variantes se ha convertido en un grave problema ambiental y sanitario en todo el mundo, las soluciones existen y los materiales biodegradables se encuentran primero en la lista, pero debemos empezar por usar menos plástico antes de que sea demasiado tarde.

 

En base a Ecoportal / Nodal / New York Times / BBC