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El PS convoca a una alternativa progresista

El PS convoca a una alternativa progresista

Días atrás se reunieron el Comité Ejecutivo Nacional y el Consejo Federal del Partido Socialista bajo la presidencia de Antonio Bonfatti. Entre otras resoluciones, dieron a conocer un documento que sintetiza la mirada del socialismo ante la coyuntura, el diagnóstico del gobierno de Cambiemos y la propuesta para salir adelante. A continuación se reproduce el texto titulado “El socialismo en la construcción de una alternativa progresista para la Argentina”.

A días de cumplir su tercer año al frente del Gobierno Nacional, la coalición nucleada en Cambiemos ha demostrado su incapacidad para solucionar los problemas que aquejan a la mayoría del pueblo argentino. La restauración del modelo económico y social neoliberal ha agravado los problemas estructurales de la Argentina, consecuencia del cual millones de ciudadanos son expulsados a la marginalidad. Trabajadores y jubilados ven día a día perder su poder adquisitivo y las pymes de la ciudad y del campo enfrentan procesos de crisis. La esencia del modelo es la extraordinaria transferencia de recursos hacia los sectores más ricos y concentrados de la sociedad, profundizando a niveles sin precedentes la desigualdad.

En ese sentido, los indicadores económicos señalan con claridad la magnitud de la situación: la escandalosa devaluación de más del 100% en el último año del peso argentino, una inflación acumulada del 48% en 12 meses que se acelera y superará ampliamente la marca de las últimas décadas, culminando en diciembre con una caída por encima del 1% del PBI.

[blockquote author=»» pull=»normal»]“La restauración del modelo neoliberal agrava los problemas estructurales de la Argentina”.[/blockquote]

El pronóstico para 2019 es poco alentador. La caída de los salarios de los argentinos que en este año fue del 17% promedio, continuará. Párrafo aparte merece el brutal endeudamiento al que nos ha llevado el Gobierno Nacional, hipotecando no solo activos del presente, sino primordialmente del futuro, siguiendo expresamente las imposiciones del Fondo Monetario Internacional, en evidente desmedro de la soberanía nacional.

Nos encontramos con un país que ha aumentado significativamente la desigualdad, con millones de excluidos que se incrementan año a año, y una crisis social presente y proyectada a futuro. El Presupuesto para 2019 muestra con claridad la decisión del gobierno de Cambiemos de recortar áreas claves para el desarrollo humano como educación, salud y ciencia y tecnología, así como a los programas destinados a los sectores más vulnerables como discapacidad y tercera edad. Otra muestra de la decisión de achicar el Estado se manifiesta claramente en los intentos de reforma previsional y la venta de activos públicos.

El Gobierno de Mauricio Macri también incumplió con las promesas de transparencia, mejora institucional y federalismo. Nada ha hecho por garantizar la independencia de los poderes, transparentar el financiamiento de los partidos políticos y terminar con el reparto discrecional de los fondos públicos. Las denuncias por aportantes falsos a la campaña de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, que derivaron en una causa judicial, muestra cómo esta coalición repite las peores prácticas de la “vieja política”.

En estos días se cumplen 35 años de la recuperación de la democracia, hecho trascendente para la historia institucional del pueblo argentino, pero, al mismo tiempo, la situación social antes descripta nos demuestra que los distintos gobiernos surgidos del voto popular no encontraron el camino para solucionar los grandes problemas del país. Así sucedió con los doce años del gobierno anterior a Cambiemos, el que a pesar de contar con un contexto económico favorable a principio de este siglo, no logró revertir los problemas estructurales de desigualdad, al tiempo que estuvo cruzado por una escandalosa corrupción, lo que derivó en que un sector importante de la ciudadanía los castigara en las urnas en 2015.

[blockquote author=»» pull=»normal»]“La Argentina necesita una alternativa amplia y plural, dispuesta a tomar con una mirada progresista del siglo XXI la agenda que nos permita solucionar nuestros principales problemas”.[/blockquote]

Desde el socialismo observamos con preocupación que las consecuencias socioeconómicas creadas por el actual modelo desemboquen en un proceso que aliente posiciones políticas extremas, autoritarias y xenófobas, como ha ocurrido en la hermana República del Brasil recientemente. Ante esta coyuntura, los y las socialistas estamos convencidos de que Argentina necesita una alternativa amplia y plural, dispuesta a tomar con una mirada progresista del siglo XXI la agenda que nos permita solucionar nuestros principales problemas.

Debemos animarnos a un nuevo modelo económico, que ponga el acento en la producción y el trabajo, que genere inclusión y cuidado ambiental. La Argentina debe ir hacia una reforma impositiva estructural y terminar con la infame ley de entidades financieras impuesta por Alfredo Martínez de Hoz en la última dictadura cívico militar. Una reforma que imponga gravámenes a la riqueza y el capital, por encima de los impuestos al consumo y los ingresos por trabajo.

Debemos tomar las oportunidades que nos dan las nuevas tecnologías, yendo a una nueva matriz energética amigable y sustentable; a nuevos esquemas de transporte y comunicación. En definitiva, una relación distinta de la producción y el consumo, preservando el medio ambiente, siendo capaces de reimpulsar la economía solidaria, generando empleo e inclusión, apuntalando el cooperativismo y el mutualismo, y defendiendo los derechos humanos. Esto solo es posible con salud, educación e infraestructura que incluyan y garanticen derechos, que reivindique la lucha del movimiento de mujeres, del colectivo de la diversidad sexual y de las etnias, con un sistema institucional transparente y comprometido con la ejemplaridad ética en sus dirigentes.

Conscientes de la complejidad de la situación que vivimos, es momento para avanzar en la construcción de una alternativa de futuro para nuestro país, convencidos de que son las fuerzas progresistas y populares las que deben encontrarse y fijar una agenda común, rescatando nuestras experiencias ejecutivas y legislativas a lo largo del país y, claro está, de los gobiernos insignia de Rosario y de la provincia de Santa Fe. Estos demuestran que es posible gobernar y gestionar un Estado desde el progresismo en la Argentina, garantizando derechos e inclusión a las mayorías, sin ajuste ni corrupción.

[blockquote author=»» pull=»normal»]“Rosario y Santa Fe demuestran que es posible gobernar garantizando derechos e inclusión sin ajuste ni corrupción”.[/blockquote]

Ha llegado la hora a la Argentina del encuentro y la construcción colectiva entre quienes compartimos la agenda progresista y popular, abriendo el diálogo tanto a partidos políticos afines como a quienes llevan adelante esta agenda desde distintas esferas de nuestra sociedad, como el movimiento feminista, las organizaciones de trabajadores, las asociaciones de pequeños y medianos empresarios, y demás organizaciones de la sociedad civil.

Desde el socialismo estamos convencidos de la necesidad imperiosa de trabajar para terminar con el actual modelo de exclusión, que al mismo tiempo deje atrás las experiencias frustradas por la corrupción y la intolerancia, y desde el presente sentemos las bases para construir un proyecto para Argentina con el protagonismo de las juventudes, las mujeres, las y los trabajadores con un horizonte común de igualdad y solidaridad.

Buenos Aires, 10 de noviembre de 2018

 

Un apocalipsis adolescente

Un apocalipsis adolescente

Las distopías han tenido un lugar privilegiado en la literatura del siglo XX, sociedades anómicas en donde la competencia por la supervivencia es la única norma. El siglo XXI ha colocado a los adolescentes como protagonistas de estos dramas que ponen en el centro los dilemas de un futuro incierto. 

Jóvenes compitiendo en un juego mortal dentro de una sociedad casi medieval, encerrados en un laberinto en un planeta devastado por la enfermedad o participando de un cruel rito de iniciación para poder cambiar de facción social.  Se trata de historias similares que se repiten con distintas variantes, pero que tienen la particularidad de estar protagonizadas por individuos en plena pubertad, lo que suma los dilemas románticos y las inseguridades típicas de esa edad a estas tramas pesimistas. Una tendencia que empezó en las listas de best-sellers de las librerías se trasladó a la gran pantalla con el mismo éxito. “Los juegos del hambre”, “Divergente”, “Maze Runner” y “Ender’s Game” -entre otros títulos– reinan en la taquilla desde hace una década, atrapando al público juvenil y preocupando a los académicos de distintas áreas.

Las ficciones distópicas constituyen uno de los géneros narrativos más representativos del último siglo. El retrato de un  porvenir desolado luego de alguna catástrofe, con un poder autoritario que somete a los seres humanos a una existencia de vigilancia donde las emociones fueron suprimidas, es una de las materializaciones más significativas del desengaño posmoderno. Durante décadas una serie de novelas se alejaron del positivismo del siglo XIX y su confianza ciega en los avances tecnológicos, imaginando futuros de pura pesadilla. George Orwell, Aldous Huxley, Ray Bradbury, Philip K. Dick y Margaret Atwood son algunos de los autores que popularizaron estos universos, marcando a fuego la cultura popular. Luego el cine, los cómics y los videojuegos forjaron la imaginería visual futurista con la que estamos familiarizados, al punto que frecuentemente comparamos los acontecimientos de la realidad con esas ficciones a las que juzgamos proféticas.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Si antes el cine mostraba el ingreso a la pubertad utilizando el lenguaje del melodrama romántico o la comedia, ahora el pesimismo de la ciencia ficción parece ser el formato predominante.[/blockquote]

Pero en este milenio la edad de los protagonistas del género se achicó sensiblemente. De pronto, ese porvenir poco amable se transformó en el escenario ideal para la mezcla de angustia y explosión hormonal que caracteriza a la adolescencia.  Si antes el cine mostraba el ingreso a la pubertad utilizando el lenguaje del melodrama romántico o la comedia, ahora el pesimismo de la ciencia ficción parece ser el formato predominante.  En contraste con la fiesta y picardía que siempre caracterizó a los films dirigidos a los adolescentes, hoy parece haber poco lugar para el estilo burbujeante de clásicos como “Breakfast Club”, “Clueless”  o “Mean Girls”.

La idea de un futuro violento poblado de personajes en el umbral de la adultez existe desde hace décadas, solo que el cine tenía cierto pudor al respecto. Cuando Stanley Kubrick adaptó a la pantalla “La naranja mecánica”  (1971) no respetó la apariencia quinceañera del protagonista de la novela original, eligiendo a un actor mayor para darle vida a Alex DeLarge. También 15 años tenía Vic, el protagonista de “A Boy and his Dog”, un film de culto de 1975 que narra la historia de un muchacho perdido en un desierto post-apocalíptico más preocupado por conseguir una chica que por luchar contra las injusticias que lo rodean. Ambas películas, representantes del nihilismo que salpicó a la producción cinematográfica al terminar la década del 60’, tuvieron su impacto en los blockbusters de hoy. Pero durante esa época la young adult fiction (ficción destinada al adulto joven) aún se centraba principalmente en historias románticas muy alejadas a la ciencia ficción. En lo literario debieron pasar algunos años para que escritores importantes como Orson Scott Carr con “Ender’s Game” (1985) y Lois Lowry con “The Giver” (1993) anticipen el fenómeno actual.

Pero el antecedente más notable dentro del cine proviene del lejano oriente. El estreno del clásico japonés “Battle Royale” en el año 2000 tuvo un gran impacto en las ficciones occidentales al introducir el argumento de una competencia descarnada entre los protagonistas. El film muestra a un Japón envuelto en una gran recesión que provoca alarmantes cifras de desempleo, por lo que el gobierno busca controlar a la población juvenil obligándolos a enfrentarse a muerte en una isla bajo la supervisión de un profesor interpretado por Takeshi Kitano. Este esquema fue luego imitado en numerosas historias destinadas al público adolescente, con “The Hunger Games” (2008) de Suzanne Collins y su adaptación cinematográfica a la cabeza.

La puesta en escena de una competencia feroz entre jóvenes puede interpretarse como una representación del miedo que estos sienten frente al carácter inhumano del mundo adulto que les espera, pero también funciona como una crítica a los excesos de la industria del entretenimiento. Esto nos da una pista de los motivos por los que estos films gozan de gran aceptación entre los jóvenes. Su popularidad se explica en gran parte porque conectan con ese sentimiento de incertidumbre que caracterizan a los años de transición entre la niñez y la adultez.

El profesor Jon Ostenson de la Brigham Young University afirma que “la ambientación, los temas y los personajes de las ficciones distópicas encajan justo con los cambios intelectuales que ocurren durante la adolescencia. A medida que los púberes se van desarrollando son capaces de lidiar con conceptos más abstractos y complejos, así como con las consecuencias que estos tienen en el mundo que los rodea, pudiendo abrazar así un pensamiento más crítico”. Debido a esto, muchos académicos empezaron a usar estos libros y películas como material de apoyo en materias como literatura, ciudadanía y filosofía.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Si la cultura juvenil de la década del 70’ había expresado su desencanto mediante el lema “No hay futuro”, los adolescentes contemporáneos descubrieron algo más aterrador: hay futuro, pero no tiene nada de auspicioso.[/blockquote]

Si algo caracteriza a todas estas producciones es que sus personajes se ven empujados a tomar decisiones todo el tiempo.  En “Divergente”, Tris, la chica protagonista, apuesta a confiar en un misterioso joven llamado Cuatro solo para salvar a su grupo de parias, en “Los juegos del hambre” Katniss decide tomar el lugar de su hermana menor dentro de la competencia del título, mientras que en “The 5th Wave” una muchacha elige desoír los consejos de los militares y se arranca un implante para descubrir el engaño del que forma parte. Estos son algunos ejemplos de las elecciones que salpican estas sagas. Este recurso enfrenta al público con dilemas éticos y morales que los hace abandonar la simplicidad emocional de la infancia, donde todo es blanco o negro.

Pero sin lugar a dudas lo más evidente dentro de estas historias es la certeza de que resultan una especie de reproche de los más jóvenes ante el mundo que sus padres les están dejando. Mientras que en la ciencia ficción clásica las críticas eran dirigidas hacia una ideología política, un gobierno corrupto y autoritario o hacia una corporación manipuladora, hoy no es descabellado afirmar que son los adultos en general los culpables de las ominosas circunstancias que atrapan a los personajes de estas películas. La generación millennial, criada en familias fragmentadas, dueña de una susceptibilidad excesiva y destinada a un mercado de trabajo poco sólido, ve en estos films pesimistas un reflejo de la desidia e ineptitud de las generaciones anteriores.

Si la cultura juvenil de la década del 70’ había expresado su desencanto mediante el lema “No hay futuro”, los adolescentes contemporáneos descubrieron algo más aterrador: hay futuro, pero no tiene nada de auspicioso. De todas formas no hay que alarmarse, ya que mientras los films distópicos se acumulan al punto de llegar a la saturación, siempre existe la oportunidad de distraerse con alguna de las cientos de formas de entretenimiento que el presente nos ofrece. Porque si alguna de estas profecías fílmicas se hace realidad, lo más probable es que encuentre a la gente encerrada en sus casas en plena maratón de Netflix o compartiendo memes con algún grupo de WhatsApp. El apocalipsis será adolescente, pero también será paulatino.

Simón Radowitzky: en demanda de lo imposible

Simón Radowitzky: en demanda de lo imposible

Simón Radowitzky fue célebre por atentar contra la vida del comisario Ramón Falcón, pero además fue un anarquista consecuente desde su juventud. Son esos valores los que merecen, todavía más, ser recordados. 

 

Simón Radowitzky mató a Ramón Falcón. Eso lo sabemos todos.

Falcón fue militar y policía. Como tal, mandó a reprimir a los trabajadores (hombres y mujeres acompañados de sus pequeños) que habían asistido al acto del Día de Trabajador el 1 de mayo de 1909 en la Plaza del Congreso. Los asistentes conmemoraban a los mártires de Chicago, el incidente conocido como “La masacre de Haymarket”, un hecho histórico donde obreros reclamaban en una marcha pacífica la jornada laboral de 8 horas diarias que ese 4 de mayo de 1886 terminó con una bomba arrojada anónimamente y por la cual se juzgó y fusiló a ocho trabajadores anarquistas (a siete, en rigor, uno se suicidó antes de la ejecución). Los argentinos reunidos entonces en el Congreso rendían homenaje a estos hombres que dieron su vida por los derechos del trabajador cuando una vez finalizados los discursos, Falcón dio la orden a la policía que comandaba de disparar indiscriminadamente. Así cayeron más de cien heridos y catorce muertos de bala. Hecho trágico conocido como la “Semana roja”.

Radowitzky era un joven obrero ucraniano de origen judío que había llegado al país hacía apenas un año y trabajaba en el ferrocarril. De ideas ácratas, lector de La Protesta, pasa de la localidad de Campana a instalarse en Buenos Aires para trabajar como herrero. Enterado de los eventos de la Semana Roja, junto a un grupo de compañeros planean la revancha: no podían acatar mansamente tal accionar policial sin más. Considerado Falcón el ejecutor responsable de los asesinatos de los trabajadores, el 14 de noviembre de ese mismo años, arroja una bomba que él mismo había preparado en el carruaje donde viajaba Ramón Falcón y estalló en la esquina de Quintana y Callao produciéndole la muerte pocas horas después.

[blockquote author=»» pull=»normal»]¿Cuál es el propósito del anarquismo? Seres humanos libres, con pensamiento crítico y en condiciones de igualdad, además de la cooperación como herramienta para la concreción de un mundo justo. [/blockquote]

Existe un anarquismo teórico, uno filosófico, otro utópico, el marxista, feminista, individualista, el socialista, el político, uno epistemológico y cuanta corriente libertaria (esto es, con un entendido sentido de libertad) y librepensadora se precie. También hay anarquía en la poesía. Siempre revolucionario entendiendo a la revolución como un medio de elevación moral y espiritual. Desde el taoísmo hasta el situacionismo, navegamos en aguas ácratas. La verdadera emancipación viene de manos anarquistas. ¿Cuál es el propósito del anarquismo? Seres humanos libres, con pensamiento crítico y en condiciones de igualdad, además de la cooperación como herramienta para la concreción de un mundo justo. Y para tales efectos, no puede haber presencia del Estado. ¿Por qué seguimos escribiendo en alta Estado, Iglesia, estas instituciones acaso enaltecidas por las mayúsculas? ¿Por qué dios sí y diablo no? No puede haber estado -y va en baja- porque el límite que trazan estas cartografías de fronteras no permite la penetración cultural foránea. La iglesia -también en minúsculas- menos quiere la penetración, es un hecho. Acá es donde primero se escuchan vituperar calificativos tales como “Idealistas”, “Utópicos”, “Infantiles”, “Ilusos” cuando el corpus del pensamiento anarquista se basa en la racionalidad y la realidad pero la falta de pensamiento crítico impide llegar a ese entendimiento.

Se creen libre viviendo en democracia -que nunca se escribió con mayúsculas-, hoy apenas una teoría vaga y que le dio espacio al fascismo que hoy gobierna casi el mundo entero. (El fascismo era antes una dictadura que se correspondía a una falta de democracia: hoy la votan como opción de vida.) Votan, obedecen, trabajan para un sistema que se muerde la cola y a eso le llama crisis financiera. Votan a quienes los explotan. Lo único contrario a eso es un socialismo, que como el anarquismo, retoma lo mejor de la Ilustración y el liberalismo clásico.

Sin apelar a recursos lingüísticos muy rebuscados, así como la utopía refiere a una doctrina si no imposible, sí muy difícil de realizar con el bienestar humano como finalidad, la eutopía puede ser el espacio a o(k)upar.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Votan a quienes los explotan. Lo único contrario a eso es un socialismo, que como el anarquismo, retoma lo mejor de la Ilustración y el liberalismo clásico.[/blockquote]

Todo esto y mucho más pasaría por la cabeza de un Radowitzky pobre, obrero, trabajador incansable, pobre, judío mientras preparaba la bomba en un país donde apenas si conocía la lengua pero sí se entendía con sus compañeros ácratas. La mirada misma todo lo dice: el dolor frente a esos asesinados por la policía, la impotencia masticada con bronca y saliva. Vería quizá en su imaginación ese mirar altivo de Falcón, se le revolverían las tripas de pensar en su satisfacción tras la represión sangrienta.

Nada nunca es justo. Sí, Radowitzky mató a Falcón. Y tenía dieciocho años cuando lo hizo. Tras penosos años en la cárcel de Ushuaia y un intento de escape, Simón se benefició de un indulta gracias a la mediación de Salvadora Medina Onrubia, la gran ensayista y poeta anarquista referente del primer feminismo argentino. Sí se lo obligó al destierro y así se refugió en la capital uruguaya la que abandonará para combatir en la Guerra Civil Española en el frente anarquista aragonés. Su salud, quebrada tras veinticinco años de frío patagónico y media ración de comida, lo obligó a dejar la lucha y terminar en México donde se ocuparía de editar revistas libertarias hasta que ya no pudo continuar. Murió en 1956.

La realidad existe

La realidad existe

¿Es posible volver a la realidad después de haberla negado filosóficamente durante años y años? En tiempos de deconstrucción y noticias falsas, podemos volver a preguntarnos si la realidad existe, si es posible pensar más allá de nuestros propios pensamientos, si somos apenas otro objeto de este mundo. Y prepararnos para una respuesta terrible.

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¿El final de la era del plástico?

¿El final de la era del plástico?

Coca-Cola, Nestlé, Unilever y otras doscientas compañías alimentarias se comprometen a acabar con los envases plásticos para 2025.

En una iniciativa que la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha descrito como “el esfuerzo más ambicioso llevado a cabo nunca para luchar contra la contaminación por plásticos”, 250 grandes compañías alimentarias han firmado un compromiso para dejar de utilizar el plástico en sus envases en 2025.

La iniciativa es resultado de la colaboración entre The Ellen MacArthur Foundation y el Programa Medioambiental de Naciones Unidas (UNEP, por sus siglas en inglés), y entre las compañías que rubricaron el acuerdo se encuentran todos los grandes grupos de la industria alimentaria, como Coca-Cola, Pepsi Co., Kellog´s, Nestlé, Unilever, Danone o Mars.

Según cifras que detalla el Foro Económico Mundial, si en 2014 se produjeron 311 millones de toneladas de plásticos, se estima que en 2050 llegaremos a unos 1,124 millones de toneladas. Esto quiere decir que habrá más plástico que peces en los océanos.

Además, apenas se recoge un 14% del plástico mundial para su reciclaje, y finalmente solo termina reciclándose un 5%, si es que realmente se recicla. Mientras tanto, seguimos produciendo, consumiendo y tirando toneladas de envases que permanecen durante siglos en el medio ambiente. Además, es una industria que consume petróleo, pudiendo llegar en 2050 a destinarse el 20% de la producción mundial de petróleo solo para fabricar envases de plástico.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Se estima que en 2050 habrá más plástico que peces en los océanos.[/blockquote]

LAS CARTAS SOBRE LA MESA

Aunque es una noticia positiva, más que un gesto de Responsabilidad Social Corporativa, el acuerdo es un movimiento de la industria para adelantarse a lo que pronto será un requisito legal, al menos en Europa.

La Comisión Europea presentó en primavera una serie de medidas para reducir significativamente la producción de plásticos y la contaminación que estos producen, especialmente en el mar. En octubre pasado, el Parlamento votó por la erradicación total de todos los plásticos de un solo uso para 2021 (cuatro años antes que el compromiso alcanzado por la industria).

La UE ha puesto el ojo, en concreto, en 10 productos desechables que representan el 70 % de toda la basura marina: entre otros, la cubertería de plástico, las pajitas, las botellas y los envases de comida. La alternativa a estos envases desechables será una obligación legal, para la que muchas compañías están ya trabajando.

Hasta ahora, el enfoque mayoritario para reducir los residuos plásticos pasaba por evitar que estos acabaran donde no debían. Pero esto ya no es suficiente.

“Sabemos que limpiar plásticos de nuestras playas y océanos es vital, pero esto no impide que la marea de plástico entre en los océanos cada año”, ha asegurado Ellen MacArthur, la ex regatista británica que preside la Fundación que se encuentra tras esta iniciativa. “Necesitamos avanzar río arriba hacia la fuente del flujo”.

LAS QUE MÁS PLÁSTICO UTILIZAN

Según un informe del movimiento Break Free From Plastic, tres de las marcas que han firmado el compromiso –Coca-Cola, Pepsi Co. y Nestlé– son las empresas que más contaminación por plástico cometen del mundo.

Les siguen en el ranking de empresas más contaminantes: Danone, Mondelez, Procter & Gamble, Unilever, Perfetti van Melle, Mars Incorporated y Colgate-Palmolive, todas multinacionales relacionadas con la alimentación, la higiene y los productos del hogar.

“El informe demuestra de forma irrefutable el papel de las grandes corporaciones en perpetuar la contaminación mundial de plástico”, señaló el coordinador global del movimiento Break free from Plastic, Von Hernandez, durante el lanzamiento del estudio a principios de octubre en Manila, Filipinas.

Más de 10.000 voluntarios llevaron a cabo ente el 9 y el 15 de septiembre 239 acciones de limpieza de plásticos en costas y otros entornos naturales de 42 países como Filipinas, Tailandia, Vietnam, la India, Indonesia, Australia, Chile, Ecuador, Brasil, México, Estados Unidos, Canadá, Marruecos o España.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Aunque es positivo, el acuerdo parece un movimiento para adelantarse a lo que pronto será un requisito legal en Europa.[/blockquote]

En total recogieron más 187.000 piezas de plástico, de las que más del 65% correspondían a envoltorios de productos de grandes corporaciones mundiales, con Coca-Cola, Pepsi y Nestlé a la cabeza.

Alrededor de las 100.000 piezas o porciones de plástico recolectadas eran de materiales que son imposibles o muy difíciles de reciclar, como el poliestireno, el PVC (cloruro de polivinilo), PET (tereftalato de polietileno) –usado sobre todo en botellas– o el filme de plástico de un sólo uso.

La iniciativa «Break Free from Plastic» nació en 2016 con el propósito de abogar por un futuro libre de plásticos, ya que durante el largo proceso de su desintegración liberan gases invernadero, sobretodo metano, que contribuyen al cambio climático.

Este movimiento cuenta ya con el respaldo de unas 6.000 personas y más de 1.300 organizaciones y grupos defensores del medio ambiente como Greenpeace, GAIA o Zero Waste.

Parece que la presión ha tenido sus efectos y la industria alimentaria aceptará, por fin, que, si queremos seguir viviendo en la Tierra, tenemos que comenzar a dejar de usar tanto plástico.

 

Informe completo en: https://www.breakfreefromplastic.org/globalbrandauditreport2018/

 

En base a Break Free From Plastic / Agencia EFE

Intimidad, publicidad y escándalo

Intimidad, publicidad y escándalo

Beatriz Sarlo es una de las más agudas analistas de los consumos culturales, los medios masivos de comunicación y las celebridades en la discusión pública. En «La intimidad pública» (Planeta, 2018) vuelve a poner el foco en un viejo tema, pero cuya vertiginosa mutación nos obliga a volver una y otra vez sobre él. 

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