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Las personas con discapacidad y el abandono estatal

Las personas con discapacidad y el abandono estatal

Las personas con discapacidad (PdC) han sido las víctimas predilectas del ajuste encarado por el gobierno de Cambiemos. La invisibilización de su reclamo contribuye a esconder la sistemática destrucción de sus derechos y las gravosas consecuencias que esto trae aparejado. 

Desde que asumió el actual gobierno comenzaron a cuestionarse las pensiones otorgadas a las personas con discapacidad y en menos de tres años se llegó a la alarmante situación de quita de  170.000 pensiones. Recordemos los días de angustia que nos hicieron pasar en junio del 2017, todavía era Diputada Nacional y vicepresidenta de la Comisión de Discapacidad, y sin previo aviso no se depositaron las pensiones por discapacidad  con total insensibilidad que caracteriza  a este gobierno hacia nosotros.

En 2016 se suspendió el pago de  97.824  pensiones de las cuales solo pudo recuperarse el 4 % (4.258). Esta arremetida continuó a mediados de junio de 2017 dando de baja a otras 117.205 pensiones y solo se reintegraron a la fecha el 33,6% (39.344). Fueron días de movilizaciones y reclamos de todas las ONGs unidas y acompañadas por sus familiares. Tuvo su punto culminante en el Obelisco. Lamentablemente la Ministra de Desarrollo Social Carolina Stanley no cumplió con su palabra de restituirlas inmediatamente, a lo que se comprometió en una comunicación personal que tuvimos. Las cifras actuales evidencian un claro recorte y quita definitiva de las pensiones. Y aún no terminó, se aproxima otra quita de 30.000 más.

Al día de hoy hay 133.812 pensiones a PcD que están aprobadas desde hace 15 meses (recordemos que dieron de baja y reiniciaron las solicitudes) esperando ser firmadas. Hay casos expedientes de los años 2015/16 que todavía están esperando la firma.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Permanentemente cambian organismos, trasladan funciones de una Dirección a otra, de Secretaría a Agencia. Cambian los directores y las condiciones de acceso. El fin es uno solo: demorar el acceso al derecho.[/blockquote]

¿Si están aprobadas, por qué no las entregan?

Sencillamente para no pagarlas, las personas van a averiguar por su trámite y siempre le solicitan algo más o les dicen que por cambio de responsable del área tienen que reverlo. Así entran en un circuito sin fin como en el «cuento de la buena pipa» y se “bicicletea” su otorgamiento.

Cierran los Centros de atención local para que la persona con discapacidad deba trasladarse a realizar el trámite, obstaculizando una vez más la posibilidad de acceder a un derecho; imposibilitando el acceso a la salud y deteriorando la calidad de vida.

Permanentemente cambian organismos, trasladan funciones de una Dirección a otra, de Secretaría a Agencia. Cambian los directores y las condiciones de acceso. El fin es uno solo: demorar el acceso al derecho.

El 25 de enero de este año se eliminó a los menores de edad con discapacidad como beneficiarios y se modificaron los requisitos de solicitud de pensiones. Desde la Agencia Nacional de discapacidad sostuvieron que “momentáneamente quedarán a la espera de nuevas definiciones”, pero mientras tanto, a los menores que ya iniciaron el trámite no se les otorgarán más pensiones. El argumento: “no tienen incapacidad laboral”. Pensaban quitar 20.000 pensiones asignadas pero el recorte quedó en “stand by” ante los desesperados reclamos de los  familiares. El lema del gobierno parece ser: “si pasa, pasa”.

¿Por qué no tratan en la Cámara de Diputados los proyectos de pensiones para personas con discapacidad?

¿Por qué no se cumple con el cupo laboral?

¿Por qué no se difunden los beneficios que tienen las empresas al contar en su personal con el uno por ciento de PcD?

¿Por qué eliminaron como beneficiarios a los menores de edad?

Como nada es casualidad sabemos que desde hace varios meses los prestadores están reclamando por el cobro de servicios varios como la rehabilitación y el transporte.

Quiero además destacar la difícil situación que atraviesan las personas con HIV y/o cáncer quienes quedan sujetos a la atención médica en hospitales públicos al no contar con la posibilidad de que les sea otorgada una pensión; aun cuando estas enfermedades implican padecimientos crónicos y tratamientos y seguimiento continuos. La única posibilidad de ser sujetos de este derecho es que los pacientes tengan comprometido algún órgano blando, es decir, que estén con riesgo de muerte. En Chaco por ejemplo el Mal de Chagas hace estragos y queda afuera de la cobertura.

[blockquote author=»» pull=»normal»] A los menores que ya iniciaron el trámite no se les otorgarán más pensiones. El argumento: “no tienen incapacidad laboral”.[/blockquote]

Permanentemente se cambian hasta los criterios médicos y no se da información oficial.

Para terminar quiero citar a la Convención Internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad, que posee rango constitucional. Dicha convención en su Artículo 4 establece que:

“Los Estados Partes se comprometen a asegurar y promover el pleno ejercicio de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas con discapacidad sin discriminación alguna por motivos de discapacidad. Comprometiéndose a adoptar todas las medidas legislativas, administrativas y de otra índole que sean pertinentes para hacer efectivos los derechos reconocidos en la presente Convención; b) modificar o derogar leyes, reglamentos, costumbres y prácticas existentes que constituyan discriminación contra las personas con discapacidad; c) Tener en cuenta, en todas las políticas y todos los programas, la protección y promoción de los derechos humanos de las personas con discapacidad; d) Abstenerse de actos o prácticas que sean incompatibles con la presente Convención y velar por que las autoridades e instituciones públicas actúen conforme a lo dispuesto en ella”. Se destaca también que “el hecho de que la mayoría de las personas con discapacidad viven en condiciones de pobreza y reconociendo, a este respecto, la necesidad fundamental de mitigar los efectos negativos de la pobreza en las personas con discapacidad”.

Terminemos con la discriminación hacia las personas con discapacidad.

Nada sobre nosotros sin nosotros.

Consideraciones sobre un poema de Juan L. Ortiz

Consideraciones sobre un poema de Juan L. Ortiz

A 40 años de la muerte del gran poeta Juan Laurentino Ortiz, compartimos este texto poco conocido del filósofo Oscar del Barco, en el que a partir de la lectura de un poema del exquisito Juanele, ensaya un conjunto de consideraciones acerca de la imposibilidad de comprensión que ofrece la poesía, a la que proponer entender como una invitación a pensar más allá de la inteligibilidad que emerge de lo “puramente sensible” para conectarse con sus sentidos emergentes que exceden al propio poeta: cada visita que se le haga al poema de Ortiz, dice Del Barco, resulta eternamente inaugural.

Ah, mis amigos, habláis de rimas

y habláis finamente de los crecimientos libres…

en la seda fantástica que os dan las hadas de los leños

con sus suplicios de tísicas

sobresaltadas

de alas…

 

Pero habéis pensado

que el otro cuerpo de la poesía está también allá, en el Junio

de crecida,

desnudo casi bajo las agujas del cielo?

 

Qué haríais vosotros, decid, sin ese cuerpo

del que el vuestro, si frágil y si herido, vive desde «la división»,

despedido del «espíritu», él, que sostiene oscuramente sus juegos

con el pan que él amasa y que debe recibir a veces

en un insulto de piedra?

 

Habéis pensado, mis amigos,

que es una red de sangre la que os salva del vacío,

en el tejido de todos los días, bajo los metales del aire,

esas manos sin nada al fin como las ramas de Junio,

a no ser una escritura de vidrio?

 

Oh, yo sé que buscáis desde el principio el secreto de la tierra,

y que os arrojáis al fuego, muchas veces, para encontrar el secreto…

Y sé que a veces halláis la melodía más difícil

que duerme en aquellos que mueren de silencio,

corridos por el padre río, ahora, hacia las tiendas del viento…

 

Pero cuidado, mis amigos, con envolveros en la seda de la poesía

igual que en un capullo…

No olvidéis que la poesía,

si la pura sensitiva o la ineludible sensitiva,

es asimismo, o acaso sobre todo, la intemperie sin fin,

cruzada o crucificada, si queréis, por los llamados sin fin

y tendida humildemente, humildemente, para el invento del amor…

 

De Las raíces y el cielo (1933). En Juan L. Ortiz, Obra completa, Universidad Nacional del Litoral, p. 533.

[blockquote author=»» pull=»normal»]El poema está sujeto al menos a dos modos de lectura: una que llamo sensible, y otra que podría llamar inteligible. [/blockquote]

Lo primero a decir es que se trata de un poema que podríamos llamar hermético. Con la palabra hermético me refiero a la claridad del poema, al hecho, o al lugar, donde el lector choca contra una claridad que lo enceguece. En este sentido todo poema es hermético al ser poseedor de una transmisión que debe manifestarse o develarse.

El poema se despliega en un arco que va desde el amor de la inicial simplicidad del llamado a los «amigos» hasta la síntesis final de su proposición amorosa como reconciliación.

Más allá de lo puramente sensible el poema se interroga a sí mismo en una perspectiva ideal. La interrogación del poema pertenece a un lenguaje que para tratar con la poesía debe renunciar al sentido común, al habla común.

La poesía es lenguaje común sacralizado, fuera de sus estructuras lingüísticas habituales. No se puede hablar de poesía con el lenguaje común, o puede hablarse con el lenguaje común desencajado de sí, en un estado, digamos, de excepcionalidad.

Existen poemas cuya manifestación rítmica o melódica no necesita o no pide ser interpretada. Pero este poema de Juan L. Ortiz habla, por ejemplo, del «secreto de la tierra» y de «la intemperie sin fin», lo cual nos obliga, como lectores sorprendidos, a preguntarnos por el significado de las palabras, de la palabra «secreto» o de la palabra «intemperie», en el poema.

Se puede leer el poema sin interrogar ese decir-sin-decir que lo constituye esencialmente; y también es lícito, por otra parte, indagar en ese decir original, porque no existe nadie exterior al poema que lo diga y nadie que reciba «algo» por intermedio del poema.

La poesía no dice nada, no enseña nada. O enseña sólo la no enseñabilidad y dice la no decibilidad. Un enseñar-sin-enseñar y un decir-sin-decir, un acto de sustracción de sentidos que deja sólo ausencia.

Ausencia significa presencia sin presencia, cierta pasividad sin sujeto constituyente (si la expresión no fuera contradictoria), o un presupuesto prelingüístico, o una suerte de intersubjetividad hiperbólica. Tal vez sin lenguaje, sin «hombre».

A «dos» lenguajes pertenece la poesía, uno evidente, hecho con las palabras con las que está hecho; el otro, digamos, invisible, un archi lenguaje al que pertenece, fundamentalmente, la poesía (¿lenguaje-sin-lenguaje o lenguaje materno o ruido originario?). Ambos lenguajes deben pensarse unidos y separados al mismo tiempo: la poesía está en el escrito, en la sustancia material del escrito como tal, pero, simultáneamente, en su sustancia invisible.

De allí que la palabra en el poema siempre está excediéndose en un decir que dice más que lo que quiere decir y que lo que puede decir. Hay en la letra otra letra invisible para siempre que pulsa en la palabra dicha. Alguien dijo: «Dios hace oír una voz no un sentido». Podríamos sostener que lo mismo ocurre con la poesía. La poesía no se comprende, a la poesía se accede, no para comprender sino para salir de la comprensión. Hay «algo», esa previedad de todo, invisible por no-ser, «o ser de otro modo que ser» como dice Lévinas, que adviene a la segunda palabra, al mundo, a la conciencia, y se brinda absolutamente.

El poema, así, está sujeto al menos a dos modos de lectura: una lectura que llamo sensible, y otra lectura que podría llamar, de una manera plena de vacilaciones, inteligible. Sin que esta diferencia implique ningún tipo de valoración.

Trataré de descifrar al menos un aspecto de este poema, con el necesario respeto impuesto por su total incomprensibilidad. Mi objetivo es dejar que el poema sea lo que es (en un es-sin-ser, porque el poema no es «algo» ni es algo que sea). «Dejar» significa el intento por volver posible que él mismo se manifieste a partir de su propio ocultamiento. Tarea, por cierto, paradojal e inevitablemente excesiva.

[blockquote author=»» pull=»normal»]El peligro es quedar clausurados en la sola belleza del poema y no oír «los llamados sin fin».[/blockquote]

Esto no implica reconocer una verdad del poema. Digamos, por el contrario y por principio, que no hay una verdad del poema: toda interpretación siempre es una interpretación entre otras, una interpretación falible o aproximativa, que se sustrae a toda conclusión de verdad y que siempre está, sin estar, en una ausencia imposible de convertirse en presencia plena y traslúcida.

El poema se inicia con una invocación a la amistad y concluye, después de realizar un intenso recorrido, en esa forma excelsa de amistad que es el amor. Podríamos decir que el poema es un recorrido inmóvil que va desde el amor al amor. Es «inmóvil» porque termina en el comienzo, en un verdadero círculo virtuoso.

Se inicia con una exclamación que implica una suerte de advertencia, o tal vez de suave queja. Dice: Ah, mis amigos […]. La palabra «amigos» se refiere ante todo a los poetas, sus iguales, que están o que pueden estar «envueltos» en la «seda de la poesía»; en una «seda fantástica» que les impide ver.

¿Qué es lo que no pueden ver? No pueden ver, dice, «el otro cuerpo de la poesía».

Esta afirmación presupone que la poesía tiene dos cuerpos; uno es el que constituye a la poesía como tal (anterior, como trascendental, a toda poesía); el otro es el que hace posible que se realice, como manifestación real, la poesía.

En su primer sentido la poesía puede ser, de acuerdo con las palabras del poeta, un «capullo». No está sujeta a ninguna intención y a ninguna utilidad trascendente; no sirve para tal o cual cosa, ni humana ni divina; no está cerrada en una suerte de pureza ideal sino que se advierte como sitio de pura revelación; de revelación que no es de algo o alguien a algo o alguien, sino revelación sin nada revelado y sin nadie que se revele a alguien.

El segundo cuerpo de la poesía o cuerpo de posibilidad, además de la manifestación de lo que podríamos llamar absoluto, es el cuerpo de una comunidad determinada a la que pertenece el poeta, o que el poeta es en cuanto tal lugar de tal manifestación o revelación.

Los dos cuerpos simultáneos son un mismo cuerpo que se diferencia por medio de dos visibilidades. El cuerpo único es invisible y pasivo, de allí que las visibilidades sean inestables e interminables. Pertenecen, por otra parte, según el poema, a la constelación del «secreto».En esta comunidad, que es la del poeta y la de los demás hombres, el cuerpo está escindido y «despedido» del espíritu. El poeta se refiere a «la división»: de un lado se encontraría el espíritu, la «seda», y del otro lado el «cuerpo», ese cuerpo que nos sostiene «desnudo casi bajo las agujas del cielo», de un cielo que es cielo doloroso de explotación y exterminio.

División es un término investido por significaciones filosóficas y sociales. En el primer sentido hay que hablar de un mundo ideal y de otro material, de esencia y existencia, de alma y cuerpo. En el segundo de explotadores y de explotados. En el fondo la diferencia es el punto nodal del Sistema, resumen del conjunto inabarcable de sus formas materiales e ideales, las que se efectualizan como dominio.

Hay un «cuerpo sin órganos», previo a todas las constituciones de lo social, a partir del que, como corte y dominio, se instauran las diferencias; entre ellas la del cuerpo del trabajo en cuanto sostén material de la mundaneidad. ¿»¿Qué haríais vosotros sin ese cuerpo…?», del que vivimos, aunque sea frágil y esté herido («si frágil y si herido»)? ¿Qué haríamos sin ese cuerpo que «amasa» «el pan» y que no obstante sólo recibe como retribución «un insulto de piedra»? ¿Habéis pensado vosotros -continúa-, poetas de la poesía «pura», que ese cuerpo plural es «una red de sangre… que os salva del vacío», que esas «manos sin nada» son las que nos «sostienen oscuramente» a todos como un presupuesto, ontológico y a la vez histórico?

Hay que librarse de la enajenación para «ver»; digámoslo con otras palabras, para ver que la sociedad funciona sobre la base de la escisión en «dos» cuerpos, uno de goce y el otro de sufrimiento, uno de poder y el otro de sometimiento, uno ideal y otro material. Esta sería la primera enunciación del ver.

En el poema, que va a la deriva en la tragedia, domina no obstante el tono amistoso del reconocimiento. Su destinatario, si lo hubiese, sería el de un cuerpo sufriente que incluye al poeta.

Así, el poeta no es el juez que condena sino el amigo que vive la desolación y el éxtasis del acto de la poesía y reconoce que los poetas, a partir de su propia vida (¿cómo podría ser de otra manera?), buscan «desde el principio el secreto de la tierra» (yo subrayo).

De esta manera Juan L. Ortiz enuncia el principio inquisitivo del poema al decir que la tierra guarda un secreto. ¿Pero qué tierra? ¿La «tierra» sólo como mundo o también como infinitud o absoluto revelándose en tanto criatura? ¿Será este el «secreto» que buscaron y buscan siempre los poetas?

Secreto tan grande y tan necesario que a veces los poetas se arrojan «al fuego» «para encontrar ese secreto» (seguramente Juan L. Ortiz pensaría en Empédocles buscando en las llamas del Etna su «secreto»). Tal es el itinerario de toda poesía: el fuego, el fuego-espíritu. El poeta, en cuanto tal y lo mismo que el filósofo, (es) un estado de introspección amorosa en constante manifestación sin presupuestos. Esto significa afecto a la nada-de-yo.

Entonces ¿introspección de quién y de qué? No existe una cosa (quiero decir un alma o un espíritu considerados como entes u objetos) que como tal cosa, presente y origen del acto, pueda volverse a sí y conocerse, lo cual sería un círculo. Es posible decir qué mundo, en cuanto revelación del Absoluto, se interroga: el lugar de la interrogación, como interrogación, es interrogado-interrogante simultáneamente.

Introspección sin interioridad de la trascendencia, pues la trascendencia es la inmanencia y ésta es trascendencia (Hegel habla de la trascendencia absoluta de la inmanencia absoluta).

La palabra «amorosa» dice la no-clausura, la no-mónada, o el no «ser» de lo abierto de lo abierto o más que ser: lo esencial del encuentro con el semejante (encuentro amoroso y no sólo pensante).

[blockquote author=»» pull=»normal»]Pensar es amorosa revelación en su propia y propicia existencia-y-esencia, no neutralidad.[/blockquote]

Lo amoroso no como cualidad psicológica de un sujeto; el «sujeto» es cualidad, a la inversa, de lo amoroso. El «yo» es el nombre de la infinitud en acto del amor como Ser: es imposible escindir el amor en alguien que ama a alguien, pues alguien es en cuanto amor.

El poema es un bloque de misterio avanzando sobre nuestra propia ausencia, una inmersión en el desconocimiento.

La poesía es lo que «dan» las «hadas» con sus suplicios. El poema está atado, siempre y de cualquier manera, al suplicio. Ya se trate del cuerpo o del alma, del dolor o de la ausencia, de la derelición como tierra natal del hombre, del hombre como desierto sin destino. Incluso el amor está siempre en marcha hacia el suplicio.

El poema «se encuentra», de allí la irrelevancia trascendental del poeta, la que conlleva el máximo de entrega a lo que podríamos llamar un «destino», si entendemos por destino la apertura que debe sostenerse. Esta es la causa por la que el «poeta» adquiere siempre la tonalidad de lo condenatorio, y, al final, de la víctima.

El poema, que comenzó con una advertencia a los poetas envueltos en la «seda» de la poesía, se profundiza reconociendo que los poetas, sus amigos, encuentran a veces «la melodía más difícil» (tan difícil que puede concluir en la muerte ígnea), la melodía que «duerme en aquellos que mueren en silencio», en los «hundidos» que habitan la tierra. Melodía que los así «llamados» poetas manifiestan de manera sublime. Herman Broch lo dijo: «la poesía es la única actividad humana dedicada al conocimiento de la muerte», que es conocimiento no sólo de condición sino de acto intencional.

La muerte no es algo extraño sino ese decir o esa escritura anterior como pura posibilidad. Por eso el poeta escribe «desde un lugar y un tiempo en donde mi muerte ya reina». ¿No es esto contradictorio? Sí, salvo que la muerte sea muerte de la «división» que implica ante todo, y como entes, al sujeto y a Dios. Muerte es no-fundamento. En esa muerte, y sólo en ella, se manifiesta, como muerte, o esta muerte, la poesía. Poesía debe leerse aquí en analogía con arte, filosofía, mística y erótica.

Digo los «llamados poetas» porque en sentido estricto no existen poetas como sujetos que posean originalmente la poesía, sino lugares donde se revela-manifiesta eso que llamamos poesía, lugares a los que una sociedad determinada nombra «poetas», invistiéndolos con los atributos casi divinos propios de la «diferencia».

¿Qué extraño parentesco une a los poetas con esas vidas silenciosas y anónimas que entonan la melodía «más difícil»?¿Se trata de la melodía de la muerte? Dos secretos: el de la tierra y el de la muerte creadora de los «hundidos» (creadora porque a través de ellos pasa el hálito del don que los genera en su propia generación).

Poesía esencialmente anónima ya que carece ontológicamente de dueño. El «dueño» siempre es un hecho real y al mismo tiempo una construcción donada. Y este silencio anónimo, silencioso, es uno de los puntos centrales del poema. Lo anónimo, ¡y silencioso!, es el poema. Lo «anónimo» entona la difícil melodía de la mudez, de la muerte. Un habla sin significado no puede sino vincularse con la muerte.

El poema, como vimos, nos advierte de un peligro esencial que lleva el pensar al interior de un gran desplazamiento, pues lo que parecía una simple advertencia ahora es su razón de ser fundamental, donde lo puesto en juego, más allá incluso de la poesía, es el sino de los seres humanos en cuanto «temporalidades».

El peligro es quedar clausurados en la sola belleza del poema y no oír «los llamados sin fin», imposibilitando así el don último de «la intemperie».

Intemperie sin fin y llamados sin fin, una calificación que recurre a la infinitud incomprensible para disolver los conceptos fuertes del dominio casi omnímodo de la metafísica. Los llamados son «puros» porque son llamados sin nadie, sin ningún Dios o Ser que llamen y sin alguien a quien se llame.

Si el llamado fuera pronunciado por alguien y dirigido a alguien perdería su fuerza anunciadora repitiendo el encierro del entramado del sentido como fundamento trascendente. El llamado como tal llamado es la intemperie: la intemperie como abandono y el hombre como nombre-del-abandono en la intemperie y como intemperie.

No un hombre que está-a-la-intemperie, como quien dice que alguien «pasó la noche a la intemperie», sino el hombre-como-intemperie. Lo que llamamos «hombre» es lo que llamamos «intemperie». Pero ¿qué es intemperie? Me parece que intemperie es ante todo lo abierto, lo falto de razón, de ser, de Dios, de voluntad, de verdad. Esta es la poesía, más allá del capullo y de la seda sensual o en lo abierto sin fundamento; este es el «secreto de la tierra», el «secreto» que el poeta busca arrojándose a la inmensidad del «fuego» del espíritu. Sólo en esta intemperie, podríamos decir en este milagro de la intemperie, de la vacilación infinita, se pueden oír, en una poesía «crucificada», «los llamados sin fin».

«Crucificada» significa en el dolor extremo de la cruz, que es redención, esperanza o «dios»-en-nosotros (dios entre comillas significa más allá de dios), y allí, en esa cruz del martirio se manifiesta como fuego la poesía. Al signo de la cruz se recurre siempre in extremis, y así lo hace Juan L. Ortiz. No se puede hablar de una poesía crucificada sin advertir la connotación trágica que implica el signo. La palabra «humildemente», repetida dos veces, como si el poeta buscara darle al término su máxima gravedad de no-poder o de no-voluntad-de-poder, es esencial en relación con la intemperie como abandono.

Una humildad que no es ético-religiosa sino que brota del des-ser del hombre, como un don y no como un «principio». Un abandono que no es un abandono subjetivo sino infinito, como la intemperie y los llamados, y que asumimos como «hombre».

Humildad, mansedumbre, más allá de cualquier modo psicológico; auténticas manifestaciones propias del ser como ser. No es posible pasar por sobre las palabras del poema. Hay que volver a cada una porque está entrelazada con las otras en el ritmo de la danza poética. Así radiaciones, la pura sensitiva, la ineludible sensitiva, la figura, la melodía. ¿Por qué pura? ¿Por qué ineludible? ¿Hasta dónde tensar el misterio?

El abandono podría vincularse, volviendo a los presupuestos del poema, con la «división». El abandono de la división y de los nombres que esta división implica, los que conforman una sociedad esencialmente escindida, privada de «espíritu», constituyen la intemperie del «hombre» en el no-hombre o el caos de lo abierto recuperado que llamamos «intemperie».

El poema, en su totalidad, se presenta como una ascesis que culmina en el amor. Amor, dijimos, es la última palabra del poema, el punto de salvación, la síntesis del mismo, la conjunción, en la «melodía más difícil», de todos los temas anteriores.

No se trata de un sentido que estaría fuera del poema, porque el poema es ese conjunto de palabras y el sentido (su vacilación absoluta, porque no existe nada a lo cual aferrarse como sentido) es ese mismo conjunto de palabras, y no algo extraño, trascendente, que le daría al poema un Sentido.

El sentido del poema es la exposición de su inmanencia-trascendencia y sólo le pertenece al propio poema, nunca a la interpretación del poema. La poesía, entonces, «tendida humildemente, humildemente, para el invento del amor». Amor como forma del absoluto, y no como manifestación subjetiva. Podríamos decir amor ontológico, sin que esto signifique una sustancialización del amor y del absoluto. El amor y el absoluto no son cosas. Tal vez se trata del estado sagrado del dios-sin-dios que es, en pianísimo, la poesía.

El amor supera así sin límites a toda pasión «humana». No es algo que el hombre puede o no sentir, sino que es-sin-ser el exceso de todas las formas y categorías que intentan vanamente definir al hombre.

El hombre es abandono, intemperie, excedencia, apertura, caos… y amor. Amor es el sinónimo de todas esas palabras; o es la Palabra que resume todo lo indecible, por incognoscible e indecidible, a lo que llamamos «hombre».

[blockquote author=»» pull=»normal»]No se trata de comprender sino de oír, de ver, de gozar, de sufrir. [/blockquote]

Pensar es amorosa revelación en su propia y propicia existencia-y-esencia, o lo que está y lo que está en lo que está. No neutralidad sino abertura fruitiva de las formas de presencia y ausencia en su gloria (digo «gloria» para librar a la palabra de restos de ser, de dios y de razón, o, entiéndase mejor, de voluntad de poder, de «política»).

Parece una paradoja que al máximo de la donación, de la donación absoluta, vale decir que no puede tener donante, se la deba inventar. Salvo que pensemos la invención como don. Se la recibe, sin que haya alguien que la reciba, y se la inventa como más de sus infinitas formas. En la tradición bíblica quienes llevaban por el desierto el tabernáculo eran a su vez llevados por el tabernáculo. Lévinas comenta: «verdadera figura de la inspiración»; llevar-ser-llevado. Poeta (es) esa entrega al «tabernáculo», ¡maravillosa palabra para no pretender nombrar lo innombrable!

Amor, una palabra, la palabra. «Amor», al igual que «intemperie», «exceso», «apertura», «abandono», no es una palabra explicativa que devele el sentido del «secreto» proferido por el poema. El secreto permanece, es irreducible. Toda explicación del secreto lo único que hace es proyectarlo más allá, prolongarlo indefinidamente.

No existe ningún punto, lugar o concepto, ningún fundamento desde el cual o en relación al cual, develar el secreto. El secreto, como la intemperie y los llamados, son lo más íntimo y al mismo tiempo lo esencialmente desconocido. El secreto no es algo (una cosa) ni alguien (un sujeto o un alma).

Se trata de una inestabilidad de nada y de nadie. Lo que llamamos «hombre» tiene más que ver con el vacío y con la nada, con un no-ser o con un más-que-ser, que con las figuras de cualquier sustancia o ser. El «hombre» sería, así, la vacilación del secreto, o el secreto de una vacilación inaprensible.

Estas palabras no disuelven el amor en generalidades sino que, por el contrario, le dan al amor su más profundo significado al permitirle, mediante el abandono, alcanzar lo sacro expresado en piedad, mansedumbre, compasión, amistad, cariño, respeto, hospitalidad, responsabilidad… auténticas cualidades de la recepción del secreto, de ese abismo que a veces se da como secreto.

El «secreto de la tierra» sería el secreto: la posibilidad y la imposibilidad simultáneas del habla. Lo mismo hendido por lo diferente, lo decible por lo indecible, la voz por el silencio… El secreto «hace señas» que no significan nada pues está antes de cualquier idea, de cualquier signo, de cualquier Ser o Dios. O tal vez, en su última vacilación, signifique sin significación, esa nada (de cosa, de hombre, de Ser, de Dios) que abre al sin fin de las posibilidades, al «llamado» de las posibilidades.

Así como el último verso de la Divina comedia habla del amor que mueve al sol y a las estrellas, el último verso de este poema habla del Amor como primera y última realidad real, como suma de la presencia y la ausencia, de lo posible y lo imposible, como más que todo lo decible, aunque lo decible sea la eternidad de un decir inhumano que no dice nada.

Pero entonces… ¿Hemos comprendido el poema después de todo lo dicho? No, porque no se trata de comprender sino de oír, de ver, de gozar, de sufrir. Después de nuestro recorrido y de todos los recorridos posibles el poema sigue tan ajeno a toda comprensión como desde el comienzo.

Pero algo pasa, de alguna manera hemos penetrado en la extrañeza de otro mundo en el mismo mundo.

Juan L. Ortiz no quiso decir lo que el poema dice, pero lo dijo sin querer, o el poema mismo se dijo sin nadie que lo dijera. Juan L. Ortiz fue el primero que oyó la melodía, el «primer lector» diría Mallarmé; y ahí terminó su misión (misión «sagrada», mortal).

Se brindó al trabajo-del-nacimiento, se entregó a la fuerza del «don» y en este sentido al trabajo «más difícil» porque implica arraigo (en nada, sólo desierto, sólo tierra) y desarraigo (la «lección de tinieblas») totales, y tal vez por eso pueda nombrarse sagrado.

¿Por qué no leer de nuevo el poema y comprobar que no hemos dicho nada del poema, que en lugar de comprenderlo nos hemos internado en su incomprensión, y que esta incomprensión permite que la lectura sea eternamente una primera lectura, una lectura caduca, naciente y agonizante para siempre?

QUIÉN ES

Juan Laurentino Ortiz nació en Entre Ríos el 11 de junio de 1896 y falleció el 2 de septiembre de 1978. Conocido como Juan L. Ortiz o Juanele, fue considerado por el escritor Juan José Saer como “el más grande poeta argentino del siglo XX”. En 1996 la Universidad Nacional del Litoral editó las obras completas de Ortiz en una edición al cuidado de Sergio Delgado, con textos de Daniel García Helder y Martín Prieto.

 

 

(*) Publicado en La Biblioteca, ¿Existe la filosofía argentina?, número 2-3 edición doble, 2005.

 

El adiós a Fabián Tomasi, símbolo de la lucha contra los agrotóxicos

El adiós a Fabián Tomasi, símbolo de la lucha contra los agrotóxicos

En el día del agricultor se despidió el entrerriano envenenado por los agrotóxicos que se transformó en símbolo de la lucha contra un modelo de producción agropecuaria.

Fabián Carlos Tomasi padecía una polineuropatía tóxica metabólica severa, que causa una disfunción de una parte del sistema nervioso. Su cuerpo se intoxicó con químicos cuando a partir de 2005 empezó a trabajar para una empresa de fumigación aérea. Su tarea, según contó en numerosas oportunidades, era abrir los envases con sustancias –entre ellos glifosato– que dejaban al costado de la avioneta, volcarlas en un recipiente de 200 litros para mezclar con agua, y enviar la mezcla a través de una manguera para que la aeronave rociara los campos sembrados con soja.

Su lucha quedó inmortalizada y se convirtió en tapa del libro “Envenenados: Una bomba química nos extermina en silencio” de Patricio Eleisegui, una investigación periodística que revela por medio de historias de vida como la de Fabián las contrariedades de un modelo agroeconómico que, desde la retórica, desde el aspecto discursivo, se muestra contrario a lo que concreta en la práctica. Y renuevan la idea de que, a la hora de garantizar el rédito económico, poco importan las consecuencias negativas.

También su caso fue uno de los protagonistas del ensayo fotográfico “El costo humano de los agrotóxicos”, de Pablo Piovano, distinguido con el premio de fotoperiodismo Philip Jones Griffiths. Trabajo que recorre las zonas rurales de las provincias de Entre Ríos, Chaco y Misiones retratando a las familias afectadas por las fumigaciones con agroquímicos.

[blockquote author=»» pull=»normal»]»Soy la sombra del éxito sojero», señaló Fabián en una entrevista. [/blockquote]

El caso de Fabián es conocido desde hace años y casi sin quererlo se convirtió en icono de la lucha contra los agrotóxicos. En las innumerables entrevistas que les dio a medios locales y de todo el mundo, Tomasi era lapidario con respecto a los que fabrican y usan agrotóxicos: “No son empresarios, son operarios de la muerte”. E insistía: “Lo que más duele es el silencio de la mayoría, y todos esos niños que nacen con malformaciones por los agrotóxicos en un país sin asistencia y que les da la espalda. Mientras, las empresas que los fabrican, los medios que los defienden, y los funcionarios que los permiten, insisten con llamarlos fitosanitarios, como si no mataran, como si la vida no importara”.

En la Argentina, el uso del glifosato y de otros pesticidas se fue incrementando con el correr de los años. Las empresas comercializadoras de estos de productos (Monsanto, Syngenta, Dow AgroSciences, Bayer y Atanos) aseguran que sus estudios demuestran que el glifosato no es perjudicial para la salud humana, basándose en lo que llaman “abrumadora evidencia científica”.

Durante años esto se aceptó, ya que el enorme poderío económico de estas compañías las transformaba en inatacables, tal y como ocurría en décadas pasadas con las por entonces todopoderosas tabacaleras. Pero se fueron sucediendo las voces que alertaban sobre los riesgos. Y en agosto, por primera vez, un jurado de California condenó a Monsanto (en la actualidad, en pleno proceso de compra por la alemana Bayer) a indemnizar con 289 millones de dólares a un hombre que enfermó de cáncer (su estado es terminal) a causa de su exposición a un producto de la multinacional que contiene el herbicida glifosato.

TESTIMONIO VIVIENTE DE UN SISTEMA QUE ENVENENA

Fabián dio innumerables entrevistas con medios nacionales y extranjeros, y llevó su voz, sus ideas y su cuerpo a cuanto foro lo invitaban.

«Soy la sombra del éxito sojero», señaló en una de esas entrevistas, mostrando cómo su trabajo como fumigador en la empresa Molina y Compañía S.L.R., en la localidad de Basavilbaso, provincia de Entre Ríos, fue el desencadenante de la enfermedad, que alteró la tonicidad de sus músculos y la forma de su cuerpo.

«Voy a llegar al último día y voy a decir ‘yo intenté defender la verdad’. El que se calló, que se haga cargo de qué decirle a su hijo», reflexionó hace unos años Tomasi en un panel que se realizó en la Universidad de Buenos Aires.

«Actualmente tengo el cuerpo consumido, lleno de costras, casi sin movilidad y por las noches me cuesta dormir, por el temor a no despertar».

Y un día no lo hizo y su muerte fue lucha y llegó a todos los rincones del mundo donde cada vez son más los que se preocupan y se ocupan de luchar contra este sistema perverso que nos envenena a todos en pos de la rentabilidad y las ganancias de unos pocos.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Tomasi era lapidario con respecto a los que fabrican y usan agrotóxicos: “No son empresarios, son operarios de la muerte”. [/blockquote]

“ESTÁ MAL»

En octubre de 2016, Fabián preparó un mensaje para niños y niñas, contando su historia, y lo compartió en las redes. Ese breve texto, que tituló «Está mal», resume de manera notable su historia y su lucha. Aquí lo compartimos:

Tengo que explicarles algo difícil porque ustedes son chicos y lo que tengo que contar no es muy lindo. Vieron que estoy enfermo. Y creo que saben por qué estoy enfermo. Algo saben. Yo trabajaba en las plantaciones de soja, mejor dicho, trabajaba con los aviones que fumigan la soja.

Y pregunto: ¿saben por qué las fumigan? Fumigar es echar veneno sobre las plantas, pero veneno que no mata a la planta que quieren defender (la soja), sino a todo lo demás. El campo está lleno de hierbas que nacen y viven naturalmente, sin pedir permiso a nadie, pero como a los hombres que cultivan solo les interesa que crezca la soja, entonces esas hierbas… a las que llaman malezas, les molestan y es por eso les echan veneno. Para matarlas.

Cuando entré a trabajar yo no sabía lo que hacía. Y me gustaba el trabajo. Después me di cuenta.

Matar a todas las formas de vida que no nos gusta, está mal. Está mal matar a las perdices, a los cuises, a las margaritas, a los pájaros, y todo para que crezca un solo tipo de planta que les da dinero. Está mal, porque la tierra queda lastimada, porque la tierra necesita de todas las plantas y los pájaros y los bichos. Está mal.

Pero además, está mal porque lo que echan para matar las plantas, también termina haciéndonos mal a nosotros, las personas. Por ejemplo a mí.

Aunque parezcamos muy distintos, los animalitos, las plantas, las flores y nosotros, somos bastante parecidos. No somos parecidos en la forma, pero todos estamos construidos por ladrillitos que llamamos células.

Ustedes vieron que hay casas grandes y casas chicas, casas lindas y casas no tan lindas. Bueno, pero todas están hechas de los mismos materiales. Están hechas con ladrillos, con arena, con cemento. Y nosotros con los animales y las plantas, también nos parecemos en eso. Aunque seamos más complicados, más grandes o más chicos.

Y por eso, el veneno que le tiran a las plantas nos hace mal a nosotros. Además, las plantas son resistentes, y de tanto recibir el mismo veneno, se hacen resistentes al veneno, y entonces le tienen que echar cada vez más y más… Y así es como nos enfermamos más y más y más.

¿Saben? Se puede cultivar sin echar venenos. Pero no lo hacen porque no saben. Ya se olvidaron cómo es, y la gente que les vende los venenos no quiere que se acuerden. Que se acuerden cómo era no echar venenos y que el maíz o el trigo salieran hermosos.

¿Entienden? Por eso, ustedes que van a ser hombres mañana, tienen que saber, que las personas y el resto de la vida, tenemos que ser amigos. Y que si le hacemos daño, el daño va a volver hacia nosotros.

Tal vez cuando ustedes crezcan y tengan que decidir si seguir estudiando o trabajando, lo que decidan hacer, se acuerden de este escrito… y comprendan que nosotros los grandes hicimos muchas cosas mal. Y de esa forma no nos imiten.

Nada es exitoso si en su camino perjudica a otros.

 

 

En base a El Miércoles Digital / Análisis Digital / iProfesional / El Día / Página 12

Fotos: AFP / Pablo Piovano

Contra la desjerarquización del Ministerio de Salud

Contra la desjerarquización del Ministerio de Salud

A raíz de la degradación del Ministerio de Salud de Nación a Secretaría, el Partido Socialista, a través de su comisión de salud, expresó su descontento. Con la gestión de Santa Fe como respaldo, se cuestiona todas las implicaciones que hay detrás de esta decisión. 

“La lucha por la universalización de la salud aparece como una parte intrínseca de la lucha por la democracia, así como la institucionalización de la democracia surge como condición para garantizar la salud como derecho de ciudadanía”. Esta frase de Sonia Fleury no parece estar en la mira del proyecto del gobierno nacional. Por el contrario, la lamentable decisión de desjerarquizar el Ministerio de Salud al rango de secretaría se corresponde con la matriz ideológica del proyecto del gobierno de la alianza Cambiemos, constituyendo un enorme retroceso institucional que la equipara a la tan desacertadas de las  dictaduras de Pedro Eugenio Aramburu y Juan Carlos Ongania, en términos de recortes en la calidad de vida y salud de la población más vulnerable.

De este modo, se la incluye dentro de un paquete de recortes que implicó el cierre de otros ministerios, como el de Trabajo y el de Ciencia y Tecnología, con el propósito de reducir el gasto público en un desesperado pedido de socorro hacia el Fondo Monetario Internacional y a los capitales especulativos, frente a la autodesatada crisis cambiaria y financiera coherente con el horizonte elegido de las políticas neoliberales.

Ya con la denominada Cobertura Universal en Salud (CUS) la Argentina viene sufriendo un proceso de ajuste en el ámbito sanitario, conllevando a una virtual privatización de la salud pública. Diversos recortes en distintos programas nacionales -como el de vacunas, entre otros-, han sido un ejemplo de como, de manera autoritaria, se han discontinuado los envíos correspondientes a las provincias que no adhirieron a la CUS.

Con solo mirar hacia atrás en el pasado reciente las consecuencias de la crisis desatada por el tremendo ajuste en el 2001, podríamos prever el impacto que tendrán estas definiciones políticas y el cierre del Ministerio de Salud de la Nación promovidos por la gestión de Mauricio Macri.

Consideramos como parte fundamental de nuestro programa como Partido Socialista que la libertad, la igualdad y la solidaridad constituyen juntas los cimientos de una sociedad democrática: una sociedad sin privilegios, donde cada persona tiene su propio valor, el derecho a la autodeterminación y a la participación, a tener posibilidades de desarrollo, de definir sobre su vida, su cuerpo y su futuro. Una sociedad donde poder decidir libremente las formas de construir el bienestar, individual y colectivo, en el contexto en el que nos desarrollamos cotidianamente.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Construimos una política de salud colectiva, participativa, orientada hacia el fortalecimiento de una oferta pública en salud, que no sólo atiende a la enfermedad, sino que lucha continuamente contra las condiciones que limitan, en cualquier aspecto, nuestra vida.[/blockquote]

En una sociedad desigual, estas oportunidades están desigualmente distribuidas. Quienes están afectados por la desigualdad son también necesariamente menos libres para decidir sobre sus vidas y sus cuerpos, y son menos libres para discutir los condicionamientos sociales derivados de esas circunstancias. Por ello, la personas más débiles o en situación desventajosa, tienen el derecho a políticas de apoyo y de ayuda adicionales

En nuestra perspectiva es el Estado en una democracia el que debe garantizar a todos y todas el ejercicio de derechos. A través de sus políticas, debe construir los mecanismos necesarios para que los recursos colectivos se distribuyan equitativamente, garantizando así las oportunidades de decidir y participar.

En la gestión de la Municipalidad de Rosario y la Provincia de Santa Fe estas premisas estuvieron siempre presentes en los proyectos políticos y de gobierno. Desde esta mirada se planificaron políticas en salud, basadas en derechos, porque se entendió que trabajar en salud significa trabajar en la construcción de más democracia y más ciudadanía.

Construimos una política de salud colectiva, participativa, orientada hacia el fortalecimiento de una oferta pública en salud, que no sólo atiende a la enfermedad, sino que lucha continuamente contra las condiciones que limitan, en cualquier aspecto, nuestra vida.

Particularmente, con relación al derecho al aborto, se desarrollaron múltiples estrategias para garantizar el cumplimiento de la legislación vigente en nuestro país. Eso supuso adecuar la normativa local y generar herramientas de gestión para acompañar a las personas en capacidad de gestar y a los equipos de salud. Estas definiciones nos han permitido reducir a cero la mortalidad materna.

Es entonces, desde este proyecto de sociedad que repudiamos esta decisión. Es menester una transformación profunda del Estado nacional para garantizar una gestión del sistema de salud eficaz y transparente, y asumir efectivamente la autoridad de regulación en una perspectiva de cuidado de nuestras y nuestros ciudadanos.

Continuaremos luchando junto a todas las organizaciones, trabajadores y usuarios por más democracia y más derechos y en contra de estas medidas de ajuste antipopulares.

Elinor Ostrom, la premio Nobel “refutadora de leyendas” neoliberales

Elinor Ostrom, la premio Nobel “refutadora de leyendas” neoliberales

En estos días cumpliría 85 años la única mujer galardonada con el Premio Nobel en Economía. En estas líneas se la recuerda con la intención de que su legado científico se conozca un poco más: esta académica fue premiada en 2009 por demostrar que las comunidades administran eficientemente los recursos comunes, refutando así un poderoso mito capitalista.

“Elinor Ostrom ha desafiado el saber convencional conforme al cual la propiedad común es administrada siempre de modo inadecuado, por lo que debería ser ya sea regulada por una autoridad centralizada o privatizada. Contra dicha visión, y a partir de numerosos estudios sobre acequias, bosques, pesqueras, tambos, lagos, maderas, pastizales, Ostrom concluye que los resultados tienden a ser, habitualmente, mejores que los que predicen las teorías estándar en la materia. Ella muestra que los usuarios desarrollan, de modo frecuente, mecanismos sofisticados de toma de decisiones y cumplimiento de reglas, destinados a resolver los conflictos de intereses.»

El párrafo anterior es parte de los fundamentos del Premio otorgado por la Academia sueca a Elinor Ostrom en 2009, por «su análisis del gobierno económico, especialmente de los recursos compartidos».

Ostrom es la primera (y hasta ahora la única) mujer que ha obtenido este reconocimiento. Profesora de Ciencia Política en la Universidad de Bentley, y codirectora del Workshop in Political Theory and Policy Analysis en la Universidad de Indiana, en Bloomington, Estados Unidos. También fue directora fundadora del Centro de Estudios de Diversidad Institucional en la Universidad Estatal de Arizona. Falleció en junio de 2012, en estos días de agosto hubiera cumplido 85 años.

[blockquote author=»» pull=»normal»]La única mujer Premio Nobel de Economía lo recibió por mostrar que las comunidades logran administrar de modo más eficaz que la empresa privada o que el Estado.[/blockquote]

LA “TRAGEDIA” DE LO COMPARTIDO

En 1968 se publicó el artículo titulado «The tragedy of the commons» (La tragedia de los [bienes] comunes) de Garrett Hardin. Ese texto pareció “demostrar” de manera definitiva un axioma del pensamiento de los economistas liberales y capitalistas: la idea de que la gestión común de la propiedad termina en el abuso, el descuido o la destrucción de esos recursos comunes.

La tesis de Hardin, trágica en sus consecuencias, es que la comunidad como tal es incapaz de lograr acuerdos racionales sobre el uso de recursos comunes o, si los logra, es incapaz de cumplirlos. Por ende la única solución es que haya un agente externo a la comunidad que gestione, regule o garantice ciertos controles. En la práctica, esa gestión recae en el poder estatal o en actores privados motivados por sus propios intereses o –como ocurre más a menudo– en un mix: la propiedad de los bienes comunes es transferida a individuos cuyos derechos son salvaguardados por el Estado.

Pero con su trabajo, Elinor Ostrom muestra, con cantidad de ejemplos históricos, que esto es falso, que la propiedad colectiva autogestionada es posible y es capaz de generar resultados beneficiosos para todos. La propiedad común, nos dice, puede ser administrada de modo absolutamente exitoso por asociaciones de usuarios y cooperativas.

Todo el trabajo de Elinor significa un rotundo «mentís» a ese poderoso mito capitalista, aparentemente invencible. Y no deja de ser significativo que en un mundo androcéntrico, y en una disciplina dominada por varones, haya sido una mujer la autora de esa refutación.

SIN INGENUIDAD

Cuando a Elinor Ostrom le preguntaban en qué trabajaba, explicaba que “las comunidades pueden ser increíblemente más eficaces administrando que la empresa privada o que el Estado”. Y recurría a ejemplos sencillos para que se entendieran sus inquietudes como investigadora: “Por ejemplo, hemos estudiado cientos de sistemas de irrigación. Y encontramos que los sistemas de irrigación gestionados por los campesinos son más eficaces en términos de aprovisionamiento de agua hasta todos los rincones y presentan una mayor productividad y unos costes menores que los fabulosos sistemas de irrigación construidos con la ayuda del Banco Mundial y de otros organismos multilaterales”. De paso señalaba: “Pero esto no es universal, de modo que no podemos ser tan ingenuos como para pensar ‘limitémonos a entregar las cosas a la gente, que siempre se organizará’. No, no es así. Existen muchos escenarios que desestimulan la autoorganización”. Y desde ese punto de partida anticipaba su ambición más importante como científica social: “Identificar un buen puñado de variables que se asocian con la autoorganización para que sea eficiente”, es decir: “las condiciones bajo las cuales la gente puede autoorganizarse”.

Como resultado de esa investigación, Ostrom en su trabajo más importante, titulado Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action (El Gobierno de los Bienes Comunes: La evolución de las instituciones de acción colectiva, editado en 1990), estudió múltiples casos que muestran cómo manejar y disponer colectivamente de recursos escasos. Allí enumera ocho «principios de diseño» de una gestión estable de recursos comunes:

1- Límites claramente definidos (exclusión efectiva de terceras partes no involucradas).

2- Reglas de uso y disfrute de los recursos comunes adaptadas a las condiciones locales.

3- Acuerdos colectivos que permitan participar a los usuarios en los procesos de decisión.

4- Control efectivo, por parte de controladores que sean parte de o a los que la comunidad pueda pedir responsabilidades.

5- Escala progresiva de sanciones para los usuarios que transgredan las reglas de la comunidad.

6- Mecanismos de resolución de conflictos baratos y de fácil acceso.

7- Autogestión de la comunidad, reconocida por las autoridades de instancias superiores.

8- En el caso de grandes recursos comunes, organización en varios niveles; con pequeñas comunidades locales en el nivel base.

Sus últimos trabajos enfatizaron en la interacción entre seres humanos y sistemas ecológicos, siempre con la intención de identificar los elementos que posibilitan una autogestión de las comunidades de cara a relaciones socio-ecológicas sustentables.

[blockquote author=»» pull=»normal»]“Elinor Ostrom ha desafiado el saber convencional conforme al cual la propiedad común es administrada siempre de modo inadecuado” fundamentaron al entregarle el Premio Nobel. [/blockquote]

BUNGE Y OSTROM

Cuando se supo que había sido premiada, Mario Bunge dijo que “Esta vez acertaron. Ya era tiempo que se lo dieran a una socioeconomista progresista, en lugar de regalárselo a algún ideólogo cavernícola, como han acostumbrado hacerlo». Pero además trató de explicar por qué era un acierto: “Porque este asunto ha sido ignorado por casi todos los economistas políticos, no sólo los viejos conocidos de la derecha, sino también los marxistas, siempre enemigos de las cooperativas. En efecto, casi todos los economistas reconocen sólo dos regímenes de propiedad: la privada y la estatal. No les interesa el tertium quid, la propiedad colectiva autogestionada, la que escapa tanto a la garra del gran capital como a la del Estado autoritario».

«El resultado neto es que lo que importa para preservar un bien no es la propiedad sino la administración”, dice Bunge. “Tanto es así, que una empresa privada mal administrada no beneficia siquiera a sus propietarios. La economía experimental y la psicología social contemporáneas nos dan datos para explicar por qué tiene razón Elinor Ostrom y, por el mismo motivo, por qué no la tuvo Garrett Hardin. En efecto, esas ciencias han demostrado que solamente una minoría procura siempre maximizar sus utilidades esperadas, sin importarle si perjudica al prójimo. La mayoría de los seres humanos somos considerados y cooperativos”.

«En resumen, profesora Ostrom: enhorabuena por haber contribuido a resaltar el lado angélico de la bestia humana, y por haber desprestigiado a la economía y la filosofía políticas que dan por sentado que todos somos rapiñadores y carroñeros. Era tiempo de que el Premio Nobel lo ganase quien cree que la economía y la política pueden ser beneficiosas para la mayoría si reemplazan el pesimismo de Hobbes por el optimismo de Rousseau, y la incompetencia del asesor financiero por la competencia del almacenero de la otra cuadra».

GÉNERO Y CONFIANZA EN LA HUMANIDAD

¿Cuánto influyó la cuestión de género en la perspectiva y en los temas que interesaron a la Premio Nobel? Es difícil determinarlo, pero como ella misma señalaba: “Cuando me planteé la posibilidad de matricularme en la universidad, me desanimaban diciéndome que nunca sería capaz de ir más allá de dar clases en alguna escuela técnica universitaria de provincias.  ¡Cómo han cambiado las cosas!”. También señalaba que había asistido a clases de economía “en las que era la única mujer en el aula, pero esto ha ido cambiando lentamente, y creo que hay un creciente respeto hacia las mujeres, que podemos hacer aportaciones verdaderamente importantes. Y me gustaría creer que este reconocimiento ayudará en esta dirección”, dijo en una entrevista poco después de recibir el Premio Nobel.

Su confianza en la capacidad de autogestión de los grupos humanos no era ingenua ni ilimitada. “En esto he estado trabajando durante toda mi vida”, exclamaba. “Los humanos tenemos grandes capacidades, pero hemos participado de la idea según la cual los jefes tienen unas capacidades genéticas de las que el resto de nosotros carecemos. Espero que mi trabajo sirva para cambiar un poco esa idea”.

Elinor falleció el 12 de junio de 2012, a los 78 años y víctima de cáncer. «La Universidad de Indiana perdió un tesoro irreemplazable y magnífico», dijo entonces el presidente de esa institución. En verdad, el pensamiento igualitario perdió también una altísima exponente de lo mejor de la ciencia en combinación con los ideales más elevados de la humanidad.

Rescatar el aporte de Elinor, ciudadana del mundo cuyo trabajo sostiene la posibilidad de una sociedad mejor, es la mejor manera de homenajearla. En sus palabras: “Es importante que las comunidades construyan su propio futuro con acciones directas sobre sus bienes comunes».

Los invasores del fin del mundo

Los invasores del fin del mundo

En 1946, llevaron a Tierra del Fuego 20 castores de Canadá con la idea de fomentar la industria peletera. Ahora, casi 80 años después, sin predadores y con inmensos bosques deshabitados para ellos, se han multiplicado hasta llegar a superar los 100 mil y convertirse en una verdadera plaga.

El castor construye por instinto diques para inundar todo y hace su madriguera en el medio del lago artificial que crea y así busca protegerse de unos predadores que en realidad no tiene en Tierra del Fuego. Esa inundación mata el bosque, porque los árboles patagónicos, lenga, guindo y ñire, son mucho menos resistentes que los de Canadá, la patria natural del castor: no la soportan y van muriendo.

Además, el roedor corta los árboles que sobreviven a la inundación para hacer más fuerte su dique y más grande su lago. Los árboles de ribera del hemisferio norte, como sauces o álamos, rebrotan si son cortados por un castor. Las lengas, los ñires y los coigües, especies autóctonas, evolucionaron sin este roedor y mueren si las cortan. Su crecimiento es además muchísimo más lento: para alcanzar los 15 metros una lenga necesita entre 80 y 100 años de vida. Un castor tarda tan solo unos días en derribar este árbol y, en el caso de ejemplares jóvenes, con troncos de entre 20 y 30 centímetros de diámetro, son suficientes unas pocas horas de trabajo con sus afilados dientes.

Estos animales hermosos, herbívoros y mitificados por los dibujos animados, encontraron un hábitat ideal: es el clima que necesitan, pero sin los predadores que merodeaban en su zona de origen.

Los castores ya han destruido en Tierra del Fuego una zona equiparable a dos veces la ciudad de Buenos Aires, unas 30.000 hectáreas. Esto pasa cuando se introducen especies exóticas en ambientes vulnerables como el de los bosques patagónicos, uno de los más australes del mundo.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Los castores ya han destruido en Tierra del Fuego una zona equiparable a dos veces la ciudad de Buenos Aires.[/blockquote]

CASTOR CANADENSIS

Los castores son roedores semiacuáticos que tienen cuatro incisivos de un color naranja protegidos con un esmalte que los endurece para poder roer los troncos de los árboles. El «sistema» de trabajo de los castores es roer el tronco del árbol por una esquina hasta que lo derriba, luego lo trocea, lo usa para alimentarse y para construir sus diques. Además, los dientes de los castores nunca dejan de crecer por lo que deben estar usándolos todo el tiempo. Si no lo hacen, los dientes superiores podrían crecer tanto que llegarían hasta la mandíbula inferior, atravesándola.

Sus comunidades familiares tienen entre 5 y 6 miembros, generalmente compuestas por una pareja y sus crías. Llegan a vivir entre 10 y 12 años; pesan unos 20 a 25 kilos y miden alrededor de 1,20 metros de longitud.

Actualmente estos animales están fuera de control y ya no solo están en el Parque Nacional de Tierra de Fuego, si no que se ven hasta en las ciudades. La ironía de todo esto es que se introdujo una especie en un hábitat que no era el suyo, para obtener un rédito económico, creando una industria peletera en la zona. Pero el castor, para poder sobrevivir en Ushuaia, ha modificado su piel y ya no sirve para la peletería. Sin predadores y con inmensos bosques deshabitados para ellos, se han multiplicado hasta llegar a los 100.000 o 150.000. Es imposible saber la cifra exacta. Están por todas partes, pero la mayor parte del territorio es inaccesible.

No solo matan a los árboles. También cambia el suelo y el agua, que acumula sedimentos. Afecta a peces e invertebrados e incluso altera zonas que se utilizan para el agua potable de Ushuaia.

Hay investigadores que señalan la presencia del castor como el impacto más grande generado sobre los bosques andino-patagónicos en la etapa geológica actual.

CONTROL DE POBLACIÓN

Desde hace más de un año, con financiación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) y apoyo de la FAO (la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), un grupo de siete cazadores se mete en el bosque a buscarlos. A las zonas más inaccesibles van en helicóptero. Pero no es fácil. Erio Curto, director de fauna y biodiversidad de Tierra del Fuego, no duda: «Ojalá pudiéramos acabar con todos. Pero no es la idea ahora. Hemos elegido siete zonas para ver cuánto costaría y qué efectos tendría eliminarlos por completo de Tierra del Fuego. La preocupación es que siguen subiendo y ya han cruzado al continente. Podrían extenderse por toda la Patagonia”.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Irónicamente, el castor, para sobrevivir en la zona, modificó su piel y ya no sirve para la peletería. [/blockquote]

En este año, los tramperos han logrado matar un millar y despejar seis de las siete zonas elegidas. «En cuatro días podemos liberar el entorno de un dique. Suele ser una familia de unos ocho miembros. Ellos siempre se mueven por los mismos senderos. Ahí colocamos las trampas», cuenta Fernando Encinas, uno de los cazadores, armado con los artilugios de hierro y acero para atraparlos y una tablet especial muy resistente que envía toda la información de cada animal cazado para tener controlado todo el territorio. Allí los tramperos tienen un mapa detallado de las zonas identificadas por satélite como posibles lagos artificiales creados por castores.

Encinas, que no responde a la imagen de cazador tradicional sino a la de naturalista fascinado por el bosque, cuenta admirado que el castor es tan adaptable que está haciendo lagunas en la estepa, algo que solo ha sucedido en este lugar del mundo. Con una pequeña pendiente le alcanza. Mejora el diseño de su dique y aprende sobre la marcha. «Son auténticos ingenieros», explica maravillado. Pero precisamente por eso cree que hay que eliminarlos, porque su capacidad de destrucción es enorme si no tienen predadores. Y aquí no existen. Más arriba, en Neuquén, sí hay pumas, y por eso tal vez no hayan logrado subir por toda la Patagonia. Pero en esta isla del fin del mundo, destino de viajes míticos y salida de los cruceros a la Antártida, la plaga de castores se ha hecho insoportable. Su eliminación, con apoyo de la ONU, ha tenido algunas resistencias, pero el mundo conservacionista la respalda. La prioridad ahora es salvar este paraíso patagónico.

 

En base a El País / Anden27 / La Nación