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El adiós a Roberto Chediak

El adiós a Roberto Chediak

El reconocido médico y militante socialista mendocino falleció este martes a los 82 años, tras una vida consagrada a la política y los derechos humanos. Pediatra y humanista, su compromiso vital lo mostró activo en diferentes ámbitos, siempre con las banderas de la igualdad, los derechos humanos y la salud pública.

Ayer murió Roberto Chediak. Médico, socialista, defensor de los derechos humanos, de la paz y la justicia social. No sé cuando fue la última vez que charlamos. Hace poco. Seguía con su idea de poner en valor en los espacios públicos a los grandes humanistas de la historia y compartir sus ideas, proponer alternativas. Hay personas que te marcan, sin quererlo.

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Un domingo a la noche, a principios de los ’70, conocí a Roberto Chediak. Me atendió en una clínica, posiblemente por alguna tos del invierno. Lo volví a ver en 1997: esta vez yo era periodista y él un concejal socialista de la Municipalidad de Godoy Cruz, con una trayectoria en la medicina social, la defensa de la paz, la democracia y los derechos humanos. Me dijo: «Yo quiero estar con los pobres pero quiero que no haya más pobreza. Esa es la diferencia: no hay que glorificar a la pobreza, hay que eliminarla. Hoy, a los que dicen que se murieron las utopías, les contesto que terminar con la pobreza es técnica, económica y humanamente posible. Esa es mi utopía.».

Porque, además de muchas cosas, Roberto Chediak fue un médico pediatra que trabajó en el este y oeste de Godoy Cruz, en Mendoza, pero que se involucró no sólo en la medicina sino también a las cuestiones sociales. Fue consultor de la Organización Panamericana de la salud en los ‘80 y se especializó en salud pública en Colombia. Contaba en aquella entrevista en el diario Los Andes, en noviembre de 1997 que «era médico de barrio hasta que me fue a buscar la Triple A en noviembre de 1975». Llegó entonces el exilio, en Colombia primero y Costa Rica después. Convencido de los postulados de la revolución sandinista que en 1979 terminó con el régimen de la familia Somoza en Nicaragua, se inscribió en una brigada de salud para colaborar en ese país. «Fue una experiencia impactante, Cuando llegué a la frontera de Nicaragua, encontré colgado un cajón de lustrador donde decía: ‘La revolución se ha hecho para que nunca más un chico tenga que lustrar botas’. Era un período de mística revolucionaria”.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Encontró en la política el instrumento para trabajar y participar en la construcción de una sociedad más equitativa e igualitaria.[/blockquote]

De regreso en la Argentina, estuvo fuertemente relacionado con referentes barriales como el recordado Padre Contreras: juntos asumieron la promoción de los derechos sociales en las zonas más vulneradas. Encontró en la política el instrumento para trabajar y participar en la construcción de una sociedad más equitativa e igualitaria, es así que fue concejal y subcoordinador del Área de Salud en Godoy Cruz.

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Continúa la entrevista, casi 20 años atrás, al entonces concejal socialista:

-¿Le sirvió su experiencia como médico de villas en Mendoza?

– Muchísimo. Estaba acostumbrado a trabajar sin medios. Yo soy pediatra, pero siempre he ejercido como médico de familia. Los años me enseñaron a rescatar la relación con la persona, más allá de los adelantos técnicos: si no entendés a la gente no la podés curar.

– ¿Cómo era su trabajo antes del exilio?

– Los sábados iba gratis al barrio Flores, donde también trabajaba el cura Macuca Llorens. Allí se hacía de todo: tenías que ocuparte del agua, la basura y la fiebre de un chico. Entender la relación de la salud con la calidad del trabajo, la alimentación, la pobreza y el desempleo, era fundamental para encontrar soluciones. Esa experiencia me hizo comprender los aspectos sociales de la medicina.

– ¿Hacían militancia social?

– Estábamos inmersos en un proceso de luchas sociales. Nuestro trabajo estaba vinculado con el auge de los movimientos sociales, que tenían clara dimensión política. Por ejemplo, el trabajo de Llorens no podés reducirlo a la formación de cooperativas, sino que le estaba dando una nueva dimensión a la participación social. Con el tiempo, la gente logró entender que la salud se conseguía con algo más que una visita a un consultorio.

-¿Por ejemplo?

– En una época, muchos niños padecían enfermedades de la piel. Vivían rodeados por animales en un lugar muy sucio. Les propuse alejar los caballos, pero se negaron porque ese era su medio de vida. Llegamos a un pacto: durante un mes sacaron los caballos, pero si los chicos no se curaban, los devolvían. Dio resultado y al poco tiempo se acabaron las enfermedades.

– ¿Hoy sigue ejerciendo de la misma manera?

– Estoy un poco alejado, pero hasta hace poco estuve trabajando en el centro de salud del barrio de La Gloria. Allí me puse en contacto con el cura Jorge Contreras y formamos una coordinadora junto a las señoras del barrio, las monjas y la unión vecinal. Siempre me he sentido identificado con el trabajo social, pero no coincido con los que quieren estar con los pobres buscando una manipulación política que beneficie al gobierno.

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Hay personas que te marcan, sin quererlo. Se lo dije y me esquivaba. Nunca nos pusimos de acuerdo sobre ese primer encuentro entre el niño y el pediatra. Me hablaba del cuidar la salud. Entonces lo jodía, le decía que me había dado mucha vitamina y me había dejado así de gordo.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Creía que la política debe ser el instrumento de la razón para una humanidad feliz y una sociedad más justa.[/blockquote]

Estas conversaciones fueron hasta hace poco. Trabajamos juntos. Él era miembro del Consejo Consultivo de Derechos Humanos de la Municipalidad de Godoy Cruz y yo director de Prevención, Participación y Derechos Humanos. A los 82 años se venía desde la finca en Coquimbito, golpeaba la puerta y tiraba más y más proyectos.

La salud es un bien escaso, pero Roberto se divertía hablando de su pacto con el Diablo. Vida eterna, placeres eternos. Y más tiempo para escribir: porque, decía, hay que contar ideas, porque otro mundo es posible, porque no podemos callar, porque el progresismo debe ser el instrumento de la razón para una humanidad feliz, una sociedad más justa. Fue autor de los libros Memoria y Futuro y Recuerdos y Caminos, y decenas de columnas de opinión, publicaciones científicas nacionales e internacionales, relacionadas con la salud pública. Fue distinguido con la distinción Sanmartiniana (2005) que otorga la Legislatura  de Mendoza, entre muchos otros reconocimientos.

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QUIÉN ERA ROBERTO CHEDIAK

Médico pediatra, estudió en la Universidad Nacional de Cuyo. Trabajó como médico en el Hospital Emilio Civit (1965-1975). Fue médico Ad Honorem en el Barrio Flores de Mendoza (1970-1973). Exiliado entre 1976 y 1984 en Colombia y Costa Rica. En ese periodo integró la Comisión de Solidaridad con el Pueblo Argentino contra la Dictadura Militar en Colombia y Costa Rica. Master en Salud Pública en la Universidad Nacional de Colombia (1979), investigador en Salud Laboral y Medio Ambiente en el Consejo Superior Universitario Centroamericano de Costa Rica (1979-1984), consultor de la Organización Panamericana dela Salud en varias oportunidades (1980-1984). Integró la Brigada de Salud en Nicaragua (1979-1981). Fue médico en el Centro de Salud del Barrio La Gloria (Godoy Cruz, Mendoza, 1985-1995). Subcoordinador de Salud en el Área de Godoy Cruz. Concejal en esa misma ciudad por el Partido Socialista en el Frepaso (1995-1999). Miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, de la Comisión por la Memoria de la Legislatura Provincial y militante de Movimientos Pacifistas. Autor de innumerables publicaciones en periódicos locales y de los libros “Memoria y Futuro” y “Recuerdos y Caminos”. Fue miembro fundador del Movimiento Integral de Salud en Mendoza y del Foro de Opinión Ciudadana. Integró la Comisión de Seguimiento de Políticas Penitenciarias junto a Jorge Contreras y Luis Triviño. Trabajó en Educación Popular en Salud durante varios años. También en Salud Pública y Medicina Social a nivel de investigación Provincial e Internacional. Realizó publicaciones científicas en ambitos nacionales e internacionales en temas relacionados con la salud pública. Realizó disertaciones sobre salud, temáticas sociales y políticas en diversos ámbitos provinciales, nacionales e internacionales. Recibió numerosas distinciones: Distinción Sanmartiniana de la Legislatura Provincial, de la Cámara Empresarial de la Ciudad de Mendoza (2005), distinción de “Los Vecinos” (2000). Fue candidato a distintos cargos electivos por el Partido Socialista.

 

 

 

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El Ucumar y los últimos osos

El Ucumar y los últimos osos

Un grupo de científicos iniciará una nueva investigación en busca del oso de anteojos, el más austral del planeta, que engendró la leyenda del Ucumar.

De acuerdo al programa de estudio dado a conocer por el Proyecto Juco-Proyecto Binacional Yaguajuco (Bolivia-Argentina), el grupo estará integrado por documentalistas, biólogos, parasitólogos e investigadores guías. Participarán Ramiro Zenteno, científico boliviano; Noelia Gómez, Miguel Acosta, Fernando Del Moral, investigadores argentinos, junto a asistentes científicos de campo. También con esta nueva expedición y campaña de trabajo de campo, se inicia un proyecto de filmación a cargo del director Gonzalo Saleme, en una de las áreas más inhóspitas de las selvas del Trópico de Capricornio en la cuenca alta del Río Bermejo.

“La expedición apunta, además, a documentar en imágenes una de las áreas más inhóspitas y menos conocidas de las selvas del Trópico de Capricornio, en la cuenca alta del Río Bermejo”, explicó el biólogo Fernando Del Moral, investigador asociado de la Fundación Azara.

Todos los esfuerzos apuntan a conocer cuál es la situación actual de los osos andinos, mediante técnicas moleculares y monitoreo de campo en la región más austral donde habita una especie de oso en el mundo, e investigar también cual es la situación de otras especies de carnívoros, inclusive la dinámica de algunas enfermedades en estado silvestre.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Los osos del sur podrían revelar los misterios sobre su historia evolutiva reciente.[/blockquote]

“Trabajaremos en áreas que comenzamos a relevar dentro de Proyecto Juco, y otros que no tenían relevamientos previos. En el itinerario recorreremos lugares poco conocidos a los que hay que acceder a quebradas y roquedales mediante el uso de sogas”, concluyó Del Moral.

Un nuevo lote de equipo de monitoreo, entre estos, cámaras-trampas cebadas con atrayentes odoríferos serán establecidas en el área, previo relevamiento del lote de cámaras-trampas que estuvieran activadas durante estos últimos meses.

El avance en la investigación científica con técnicas moleculares de vanguardia está también entre las prioridades del grupo de investigación para monitorear a diversas especies de carnívoros silvestres, pero particularmente la dinámica poblacional de los osos más australes del mundo.

Recientemente, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), ha tenido que reconocer la presencia del oso andino en la Argentina.

Proyecto Juco-Proyecto Binacional Yaguajuco ha sido el promotor principal de esta actualización del conocimiento, ante los avances en la exploración de grandes áreas silvestres, y también en el rastreo molecular de los osos más australes del globo. El arduo trabajo de campo en los últimos años, como los análisis moleculares han permitido hasta la fecha identificar dos haplotipos (i.e., líneas maternas) de osos en el norte de la Argentina.

Esta información ha abierto nuevos campos de investigación que actualmente están en pleno desarrollo, entre estos, sentar una línea de base para la investigación y monitoreo de los osos australes, como así determinar aspectos de abundancia de individuos, flujo génico e incluso intentar explorar tópicos en el mapeo de los genes sobre historia evolutiva reciente y las potenciales adaptaciones del oso en un contexto de cambio climático.

EL MÁS AUSTRAL DEL MUNDO

El oso de anteojos o andino (Tremarctos ornatus) único úrsido de Suramérica, habita a lo largo de la Cordillera de los Andes, desde Venezuela hasta Argentina, desde desiertos costeros, bosques premontanos, montanos deciduos y siempreverdes, hasta páramos y puna. Sin embargo, poco se sabe sobre su distribución en el extremo sur.

Este enigmático oso ha dado indicios de habitar en la zona de las Yungas. Se trata de la especie que inspiró la leyenda del “Ucumar” y que también es conocida con los nombres de oso sudamericano, oso frontino, jukumari, ukuku y ucumari.

Estudios recientes han reportado pruebas indirectas fehacientes de su existencia actual en el país y en territorio salteño. Estas se obtuvieron a través de muestras biológicas, heces y pelos de las cuales se ha extraído ADN, aparte de las evidencias indirectas que existen, como ser las huellas.

La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) ha reconocido la presencia del oso en territorio argentino, aunque la densidad de la población de estos ejemplares es muy baja.

El oso andino es el segundo mamífero más grande de esta parte del continente. Los individuos tienen una cabeza redondeada y hocico más corto que el de otros úrsidos. Las orejas son redondeadas y pequeñas, y posee un cuello corto y grueso. De las 4 patas, las delanteras son más largas que las traseras; esto les permite trepar árboles. El pelaje es de color marrón o negro, y también puede ser rojizo. Como su nombre sugiere, cuenta con marcas de color claro en forma de anillos alrededor de los ojos, que se asemeja a unos anteojos y que en algunos casos se extienden hasta el cuello y el pecho. De hábitos diurnos, solitarios, son omnívoros, terrestres y trepadores, su alimentación es predominantemente vegetariana.

[blockquote author=»» pull=»normal»]La Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN) ha reconocido la presencia del oso en territorio argentino, aunque la densidad de la población de estos ejemplares es muy baja.[/blockquote]

Los osos del sur podrían revelarnos los misterios sobre su historia evolutiva reciente, teniendo en cuenta que el oso andino en sí, ha sido especie-testigo de los grandes cambios ambientales desde principios del Holoceno, y es el único oso viviente de un grupo diverso de osos extintos hacia finales del Pleistoceno en un contexto de cambio climático y extinciones masivas.

LA LEYENDA DEL UCUMAR

Este mito popular impera en el norte argentino, Perú, Bolivia, Ecuador y algunas regiones de Venezuela y Colombia. Adolfo Colombres en Seres sobrenaturales de la cultura popular argentina (1984), se refiere al Ucumar (en aymara «oso») de la siguiente manera:

“También se lo conoce como Ucumarí, Jucumari y Ucumare. Es el hombre oso, al que se lo representa en distintos grados de hibridación: desde un oso de baja estatura, feo y peludo, con ligeros rasgos humanoides, hasta un hombre bestial, totalmente cubierto de pelos, larga barba y frente angosta. Al parecer, sería el mismo Jucumari de las zonas boscosas del Departamento de Chuquisaca (Bolivia) vinculado a su vez con mitos peruanos de antigua data. El Ucumar vive en cuevas, en el fondo de las quebradas, pero merodea los ríos y las vertientes, bañándose en ellos: es fácil por eso encontrar allí sus pisadas, similares a las de un oso. Según algunas versiones, además de fuerte es ágil, por lo que puede treparse a los árboles más altos. Según la leyenda, rapta mujeres y tiene hijos con ellas. Un relato recogido en Las Lomitas, Formosa, por Berta Vidal de Battini, dice que el Ucumar puede ser también hembra, y que en este caso rapta a los jóvenes. También roba niños. El Ucumar suele aparecer de improviso, aterrorizando al que lo ve. Si se  le grita, responde de lejos con voces humanas. Si los perros lo atacan, se defiende a garrotazos. Esta leyenda se ha difundido por todo el noroeste argentino”.

En la mitología precolombina el oso de anteojos era venerado y puede que de aquella época provengan algunos de los relatos sobre un oso de anteojos relacionado con las cuestiones sobrenaturales. Incluso existen petroglifos con representaciones del oso frontino en la iconografía precolombina.

 

En base a Pueblos Originarios.com / El Tribuno de Salta / Proyecto Juco / Osopedia

Foto de portada: Proyecto Juco

Ciudades progresistas en debate

Ciudades progresistas en debate

El sábado 20 de octubre en Villa Carlos Paz, bajo la consigna “Ciudadanía e Innovación para Garantizar Derechos”  se organiza el 1° Encuentro Nacional de Ciudades Progresistas Intermedias.


El Centro de Estudios Municipales y Provinciales (CEMUPRO) y la Fundación Friedrich Ebert organizan el primer Encuentro Nacional de Ciudades Progresistas Intermedias, que se desarrollará el sábado 20 de octubre en la ciudad de Villa Carlos Paz, Córdoba.

Los organizadores esperan que el evento se convierta en un lugar de reflexión, intercambio de experiencias y diálogo entre líderes políticos, gestores locales, académicos y referentes sociales que creen en el rol protagónico del Estado para mejorar la calidad de vida de los y las ciudadanos/as. En este primer encuentro, la convocatoria está abierta a actores locales de ciudades intermedias, es decir, aquellas en las que residen entre 10.000 y 200.000 habitantes.

La agenda de trabajo incluye el abordaje de temas considerados relevantes para los desafíos del progresismo en el siglo 21 como políticas de género, gestión e innovación, medio ambiente, juventud, empleo y participación ciudadana, entre otros.

El evento coincide con el lanzamiento de un nuevo espacio que buscará ampliar la visibilidad de las “ciudades progresistas” a partir de experiencias de gestión concretas y la búsqueda de líneas transversales de trabajo en común. Se estima que en nuestro país, el 32% de la población habita en ciudades intermedias.

[blockquote author=»» pull=»normal»]El evento coincide con el lanzamiento de un nuevo espacio que buscará ampliar la visibilidad de las “ciudades progresistas” a partir de experiencias de gestión concretas y la búsqueda de líneas transversales de trabajo en común.[/blockquote]

Confirmaron su participación académicos y referentes del progresismo nacional. Las inscripciones se pueden realizar a través de este link.

SOBRE EL CEMUPRO Y LA FUNDACIÓN FRIEDRICH EBERT

El Centro de estudios municipales y provinciales (CEMUPRO) es una entidad que trabaja en el estudio y planificación de políticas públicas para la construcción de una sociedad más justa, solidaria, participativa y democrática en el marco de un proyecto de país inclusivo, siendo el valor fundamental la solidaridad, que se sustenta en los principios de derechos, justicia, democracia, libertad e igualdad.

La Fundación Friedrich Ebert Stiftung (FES), fundada en 1925, es la institución política más antigua de Alemania. Esta institución se fundó como legado político del primer presidente alemán elegido democráticamente, Friedrich Ebert, a quien debe su nombre, así como los principios que la rigen sustentado en los valores fundamentales de la democracia social: libertad, justicia y solidaridad. Es una institución sin ánimo de lucro que diseña sus actividades de un modo independiente y autosuficiente.

Las personas con discapacidad y el abandono estatal

Las personas con discapacidad y el abandono estatal

Las personas con discapacidad (PdC) han sido las víctimas predilectas del ajuste encarado por el gobierno de Cambiemos. La invisibilización de su reclamo contribuye a esconder la sistemática destrucción de sus derechos y las gravosas consecuencias que esto trae aparejado. 

Desde que asumió el actual gobierno comenzaron a cuestionarse las pensiones otorgadas a las personas con discapacidad y en menos de tres años se llegó a la alarmante situación de quita de  170.000 pensiones. Recordemos los días de angustia que nos hicieron pasar en junio del 2017, todavía era Diputada Nacional y vicepresidenta de la Comisión de Discapacidad, y sin previo aviso no se depositaron las pensiones por discapacidad  con total insensibilidad que caracteriza  a este gobierno hacia nosotros.

En 2016 se suspendió el pago de  97.824  pensiones de las cuales solo pudo recuperarse el 4 % (4.258). Esta arremetida continuó a mediados de junio de 2017 dando de baja a otras 117.205 pensiones y solo se reintegraron a la fecha el 33,6% (39.344). Fueron días de movilizaciones y reclamos de todas las ONGs unidas y acompañadas por sus familiares. Tuvo su punto culminante en el Obelisco. Lamentablemente la Ministra de Desarrollo Social Carolina Stanley no cumplió con su palabra de restituirlas inmediatamente, a lo que se comprometió en una comunicación personal que tuvimos. Las cifras actuales evidencian un claro recorte y quita definitiva de las pensiones. Y aún no terminó, se aproxima otra quita de 30.000 más.

Al día de hoy hay 133.812 pensiones a PcD que están aprobadas desde hace 15 meses (recordemos que dieron de baja y reiniciaron las solicitudes) esperando ser firmadas. Hay casos expedientes de los años 2015/16 que todavía están esperando la firma.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Permanentemente cambian organismos, trasladan funciones de una Dirección a otra, de Secretaría a Agencia. Cambian los directores y las condiciones de acceso. El fin es uno solo: demorar el acceso al derecho.[/blockquote]

¿Si están aprobadas, por qué no las entregan?

Sencillamente para no pagarlas, las personas van a averiguar por su trámite y siempre le solicitan algo más o les dicen que por cambio de responsable del área tienen que reverlo. Así entran en un circuito sin fin como en el «cuento de la buena pipa» y se “bicicletea” su otorgamiento.

Cierran los Centros de atención local para que la persona con discapacidad deba trasladarse a realizar el trámite, obstaculizando una vez más la posibilidad de acceder a un derecho; imposibilitando el acceso a la salud y deteriorando la calidad de vida.

Permanentemente cambian organismos, trasladan funciones de una Dirección a otra, de Secretaría a Agencia. Cambian los directores y las condiciones de acceso. El fin es uno solo: demorar el acceso al derecho.

El 25 de enero de este año se eliminó a los menores de edad con discapacidad como beneficiarios y se modificaron los requisitos de solicitud de pensiones. Desde la Agencia Nacional de discapacidad sostuvieron que “momentáneamente quedarán a la espera de nuevas definiciones”, pero mientras tanto, a los menores que ya iniciaron el trámite no se les otorgarán más pensiones. El argumento: “no tienen incapacidad laboral”. Pensaban quitar 20.000 pensiones asignadas pero el recorte quedó en “stand by” ante los desesperados reclamos de los  familiares. El lema del gobierno parece ser: “si pasa, pasa”.

¿Por qué no tratan en la Cámara de Diputados los proyectos de pensiones para personas con discapacidad?

¿Por qué no se cumple con el cupo laboral?

¿Por qué no se difunden los beneficios que tienen las empresas al contar en su personal con el uno por ciento de PcD?

¿Por qué eliminaron como beneficiarios a los menores de edad?

Como nada es casualidad sabemos que desde hace varios meses los prestadores están reclamando por el cobro de servicios varios como la rehabilitación y el transporte.

Quiero además destacar la difícil situación que atraviesan las personas con HIV y/o cáncer quienes quedan sujetos a la atención médica en hospitales públicos al no contar con la posibilidad de que les sea otorgada una pensión; aun cuando estas enfermedades implican padecimientos crónicos y tratamientos y seguimiento continuos. La única posibilidad de ser sujetos de este derecho es que los pacientes tengan comprometido algún órgano blando, es decir, que estén con riesgo de muerte. En Chaco por ejemplo el Mal de Chagas hace estragos y queda afuera de la cobertura.

[blockquote author=»» pull=»normal»] A los menores que ya iniciaron el trámite no se les otorgarán más pensiones. El argumento: “no tienen incapacidad laboral”.[/blockquote]

Permanentemente se cambian hasta los criterios médicos y no se da información oficial.

Para terminar quiero citar a la Convención Internacional sobre los derechos de las personas con discapacidad, que posee rango constitucional. Dicha convención en su Artículo 4 establece que:

“Los Estados Partes se comprometen a asegurar y promover el pleno ejercicio de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas con discapacidad sin discriminación alguna por motivos de discapacidad. Comprometiéndose a adoptar todas las medidas legislativas, administrativas y de otra índole que sean pertinentes para hacer efectivos los derechos reconocidos en la presente Convención; b) modificar o derogar leyes, reglamentos, costumbres y prácticas existentes que constituyan discriminación contra las personas con discapacidad; c) Tener en cuenta, en todas las políticas y todos los programas, la protección y promoción de los derechos humanos de las personas con discapacidad; d) Abstenerse de actos o prácticas que sean incompatibles con la presente Convención y velar por que las autoridades e instituciones públicas actúen conforme a lo dispuesto en ella”. Se destaca también que “el hecho de que la mayoría de las personas con discapacidad viven en condiciones de pobreza y reconociendo, a este respecto, la necesidad fundamental de mitigar los efectos negativos de la pobreza en las personas con discapacidad”.

Terminemos con la discriminación hacia las personas con discapacidad.

Nada sobre nosotros sin nosotros.

Consideraciones sobre un poema de Juan L. Ortiz

Consideraciones sobre un poema de Juan L. Ortiz

A 40 años de la muerte del gran poeta Juan Laurentino Ortiz, compartimos este texto poco conocido del filósofo Oscar del Barco, en el que a partir de la lectura de un poema del exquisito Juanele, ensaya un conjunto de consideraciones acerca de la imposibilidad de comprensión que ofrece la poesía, a la que proponer entender como una invitación a pensar más allá de la inteligibilidad que emerge de lo “puramente sensible” para conectarse con sus sentidos emergentes que exceden al propio poeta: cada visita que se le haga al poema de Ortiz, dice Del Barco, resulta eternamente inaugural.

Ah, mis amigos, habláis de rimas

y habláis finamente de los crecimientos libres…

en la seda fantástica que os dan las hadas de los leños

con sus suplicios de tísicas

sobresaltadas

de alas…

 

Pero habéis pensado

que el otro cuerpo de la poesía está también allá, en el Junio

de crecida,

desnudo casi bajo las agujas del cielo?

 

Qué haríais vosotros, decid, sin ese cuerpo

del que el vuestro, si frágil y si herido, vive desde «la división»,

despedido del «espíritu», él, que sostiene oscuramente sus juegos

con el pan que él amasa y que debe recibir a veces

en un insulto de piedra?

 

Habéis pensado, mis amigos,

que es una red de sangre la que os salva del vacío,

en el tejido de todos los días, bajo los metales del aire,

esas manos sin nada al fin como las ramas de Junio,

a no ser una escritura de vidrio?

 

Oh, yo sé que buscáis desde el principio el secreto de la tierra,

y que os arrojáis al fuego, muchas veces, para encontrar el secreto…

Y sé que a veces halláis la melodía más difícil

que duerme en aquellos que mueren de silencio,

corridos por el padre río, ahora, hacia las tiendas del viento…

 

Pero cuidado, mis amigos, con envolveros en la seda de la poesía

igual que en un capullo…

No olvidéis que la poesía,

si la pura sensitiva o la ineludible sensitiva,

es asimismo, o acaso sobre todo, la intemperie sin fin,

cruzada o crucificada, si queréis, por los llamados sin fin

y tendida humildemente, humildemente, para el invento del amor…

 

De Las raíces y el cielo (1933). En Juan L. Ortiz, Obra completa, Universidad Nacional del Litoral, p. 533.

[blockquote author=»» pull=»normal»]El poema está sujeto al menos a dos modos de lectura: una que llamo sensible, y otra que podría llamar inteligible. [/blockquote]

Lo primero a decir es que se trata de un poema que podríamos llamar hermético. Con la palabra hermético me refiero a la claridad del poema, al hecho, o al lugar, donde el lector choca contra una claridad que lo enceguece. En este sentido todo poema es hermético al ser poseedor de una transmisión que debe manifestarse o develarse.

El poema se despliega en un arco que va desde el amor de la inicial simplicidad del llamado a los «amigos» hasta la síntesis final de su proposición amorosa como reconciliación.

Más allá de lo puramente sensible el poema se interroga a sí mismo en una perspectiva ideal. La interrogación del poema pertenece a un lenguaje que para tratar con la poesía debe renunciar al sentido común, al habla común.

La poesía es lenguaje común sacralizado, fuera de sus estructuras lingüísticas habituales. No se puede hablar de poesía con el lenguaje común, o puede hablarse con el lenguaje común desencajado de sí, en un estado, digamos, de excepcionalidad.

Existen poemas cuya manifestación rítmica o melódica no necesita o no pide ser interpretada. Pero este poema de Juan L. Ortiz habla, por ejemplo, del «secreto de la tierra» y de «la intemperie sin fin», lo cual nos obliga, como lectores sorprendidos, a preguntarnos por el significado de las palabras, de la palabra «secreto» o de la palabra «intemperie», en el poema.

Se puede leer el poema sin interrogar ese decir-sin-decir que lo constituye esencialmente; y también es lícito, por otra parte, indagar en ese decir original, porque no existe nadie exterior al poema que lo diga y nadie que reciba «algo» por intermedio del poema.

La poesía no dice nada, no enseña nada. O enseña sólo la no enseñabilidad y dice la no decibilidad. Un enseñar-sin-enseñar y un decir-sin-decir, un acto de sustracción de sentidos que deja sólo ausencia.

Ausencia significa presencia sin presencia, cierta pasividad sin sujeto constituyente (si la expresión no fuera contradictoria), o un presupuesto prelingüístico, o una suerte de intersubjetividad hiperbólica. Tal vez sin lenguaje, sin «hombre».

A «dos» lenguajes pertenece la poesía, uno evidente, hecho con las palabras con las que está hecho; el otro, digamos, invisible, un archi lenguaje al que pertenece, fundamentalmente, la poesía (¿lenguaje-sin-lenguaje o lenguaje materno o ruido originario?). Ambos lenguajes deben pensarse unidos y separados al mismo tiempo: la poesía está en el escrito, en la sustancia material del escrito como tal, pero, simultáneamente, en su sustancia invisible.

De allí que la palabra en el poema siempre está excediéndose en un decir que dice más que lo que quiere decir y que lo que puede decir. Hay en la letra otra letra invisible para siempre que pulsa en la palabra dicha. Alguien dijo: «Dios hace oír una voz no un sentido». Podríamos sostener que lo mismo ocurre con la poesía. La poesía no se comprende, a la poesía se accede, no para comprender sino para salir de la comprensión. Hay «algo», esa previedad de todo, invisible por no-ser, «o ser de otro modo que ser» como dice Lévinas, que adviene a la segunda palabra, al mundo, a la conciencia, y se brinda absolutamente.

El poema, así, está sujeto al menos a dos modos de lectura: una lectura que llamo sensible, y otra lectura que podría llamar, de una manera plena de vacilaciones, inteligible. Sin que esta diferencia implique ningún tipo de valoración.

Trataré de descifrar al menos un aspecto de este poema, con el necesario respeto impuesto por su total incomprensibilidad. Mi objetivo es dejar que el poema sea lo que es (en un es-sin-ser, porque el poema no es «algo» ni es algo que sea). «Dejar» significa el intento por volver posible que él mismo se manifieste a partir de su propio ocultamiento. Tarea, por cierto, paradojal e inevitablemente excesiva.

[blockquote author=»» pull=»normal»]El peligro es quedar clausurados en la sola belleza del poema y no oír «los llamados sin fin».[/blockquote]

Esto no implica reconocer una verdad del poema. Digamos, por el contrario y por principio, que no hay una verdad del poema: toda interpretación siempre es una interpretación entre otras, una interpretación falible o aproximativa, que se sustrae a toda conclusión de verdad y que siempre está, sin estar, en una ausencia imposible de convertirse en presencia plena y traslúcida.

El poema se inicia con una invocación a la amistad y concluye, después de realizar un intenso recorrido, en esa forma excelsa de amistad que es el amor. Podríamos decir que el poema es un recorrido inmóvil que va desde el amor al amor. Es «inmóvil» porque termina en el comienzo, en un verdadero círculo virtuoso.

Se inicia con una exclamación que implica una suerte de advertencia, o tal vez de suave queja. Dice: Ah, mis amigos […]. La palabra «amigos» se refiere ante todo a los poetas, sus iguales, que están o que pueden estar «envueltos» en la «seda de la poesía»; en una «seda fantástica» que les impide ver.

¿Qué es lo que no pueden ver? No pueden ver, dice, «el otro cuerpo de la poesía».

Esta afirmación presupone que la poesía tiene dos cuerpos; uno es el que constituye a la poesía como tal (anterior, como trascendental, a toda poesía); el otro es el que hace posible que se realice, como manifestación real, la poesía.

En su primer sentido la poesía puede ser, de acuerdo con las palabras del poeta, un «capullo». No está sujeta a ninguna intención y a ninguna utilidad trascendente; no sirve para tal o cual cosa, ni humana ni divina; no está cerrada en una suerte de pureza ideal sino que se advierte como sitio de pura revelación; de revelación que no es de algo o alguien a algo o alguien, sino revelación sin nada revelado y sin nadie que se revele a alguien.

El segundo cuerpo de la poesía o cuerpo de posibilidad, además de la manifestación de lo que podríamos llamar absoluto, es el cuerpo de una comunidad determinada a la que pertenece el poeta, o que el poeta es en cuanto tal lugar de tal manifestación o revelación.

Los dos cuerpos simultáneos son un mismo cuerpo que se diferencia por medio de dos visibilidades. El cuerpo único es invisible y pasivo, de allí que las visibilidades sean inestables e interminables. Pertenecen, por otra parte, según el poema, a la constelación del «secreto».En esta comunidad, que es la del poeta y la de los demás hombres, el cuerpo está escindido y «despedido» del espíritu. El poeta se refiere a «la división»: de un lado se encontraría el espíritu, la «seda», y del otro lado el «cuerpo», ese cuerpo que nos sostiene «desnudo casi bajo las agujas del cielo», de un cielo que es cielo doloroso de explotación y exterminio.

División es un término investido por significaciones filosóficas y sociales. En el primer sentido hay que hablar de un mundo ideal y de otro material, de esencia y existencia, de alma y cuerpo. En el segundo de explotadores y de explotados. En el fondo la diferencia es el punto nodal del Sistema, resumen del conjunto inabarcable de sus formas materiales e ideales, las que se efectualizan como dominio.

Hay un «cuerpo sin órganos», previo a todas las constituciones de lo social, a partir del que, como corte y dominio, se instauran las diferencias; entre ellas la del cuerpo del trabajo en cuanto sostén material de la mundaneidad. ¿»¿Qué haríais vosotros sin ese cuerpo…?», del que vivimos, aunque sea frágil y esté herido («si frágil y si herido»)? ¿Qué haríamos sin ese cuerpo que «amasa» «el pan» y que no obstante sólo recibe como retribución «un insulto de piedra»? ¿Habéis pensado vosotros -continúa-, poetas de la poesía «pura», que ese cuerpo plural es «una red de sangre… que os salva del vacío», que esas «manos sin nada» son las que nos «sostienen oscuramente» a todos como un presupuesto, ontológico y a la vez histórico?

Hay que librarse de la enajenación para «ver»; digámoslo con otras palabras, para ver que la sociedad funciona sobre la base de la escisión en «dos» cuerpos, uno de goce y el otro de sufrimiento, uno de poder y el otro de sometimiento, uno ideal y otro material. Esta sería la primera enunciación del ver.

En el poema, que va a la deriva en la tragedia, domina no obstante el tono amistoso del reconocimiento. Su destinatario, si lo hubiese, sería el de un cuerpo sufriente que incluye al poeta.

Así, el poeta no es el juez que condena sino el amigo que vive la desolación y el éxtasis del acto de la poesía y reconoce que los poetas, a partir de su propia vida (¿cómo podría ser de otra manera?), buscan «desde el principio el secreto de la tierra» (yo subrayo).

De esta manera Juan L. Ortiz enuncia el principio inquisitivo del poema al decir que la tierra guarda un secreto. ¿Pero qué tierra? ¿La «tierra» sólo como mundo o también como infinitud o absoluto revelándose en tanto criatura? ¿Será este el «secreto» que buscaron y buscan siempre los poetas?

Secreto tan grande y tan necesario que a veces los poetas se arrojan «al fuego» «para encontrar ese secreto» (seguramente Juan L. Ortiz pensaría en Empédocles buscando en las llamas del Etna su «secreto»). Tal es el itinerario de toda poesía: el fuego, el fuego-espíritu. El poeta, en cuanto tal y lo mismo que el filósofo, (es) un estado de introspección amorosa en constante manifestación sin presupuestos. Esto significa afecto a la nada-de-yo.

Entonces ¿introspección de quién y de qué? No existe una cosa (quiero decir un alma o un espíritu considerados como entes u objetos) que como tal cosa, presente y origen del acto, pueda volverse a sí y conocerse, lo cual sería un círculo. Es posible decir qué mundo, en cuanto revelación del Absoluto, se interroga: el lugar de la interrogación, como interrogación, es interrogado-interrogante simultáneamente.

Introspección sin interioridad de la trascendencia, pues la trascendencia es la inmanencia y ésta es trascendencia (Hegel habla de la trascendencia absoluta de la inmanencia absoluta).

La palabra «amorosa» dice la no-clausura, la no-mónada, o el no «ser» de lo abierto de lo abierto o más que ser: lo esencial del encuentro con el semejante (encuentro amoroso y no sólo pensante).

[blockquote author=»» pull=»normal»]Pensar es amorosa revelación en su propia y propicia existencia-y-esencia, no neutralidad.[/blockquote]

Lo amoroso no como cualidad psicológica de un sujeto; el «sujeto» es cualidad, a la inversa, de lo amoroso. El «yo» es el nombre de la infinitud en acto del amor como Ser: es imposible escindir el amor en alguien que ama a alguien, pues alguien es en cuanto amor.

El poema es un bloque de misterio avanzando sobre nuestra propia ausencia, una inmersión en el desconocimiento.

La poesía es lo que «dan» las «hadas» con sus suplicios. El poema está atado, siempre y de cualquier manera, al suplicio. Ya se trate del cuerpo o del alma, del dolor o de la ausencia, de la derelición como tierra natal del hombre, del hombre como desierto sin destino. Incluso el amor está siempre en marcha hacia el suplicio.

El poema «se encuentra», de allí la irrelevancia trascendental del poeta, la que conlleva el máximo de entrega a lo que podríamos llamar un «destino», si entendemos por destino la apertura que debe sostenerse. Esta es la causa por la que el «poeta» adquiere siempre la tonalidad de lo condenatorio, y, al final, de la víctima.

El poema, que comenzó con una advertencia a los poetas envueltos en la «seda» de la poesía, se profundiza reconociendo que los poetas, sus amigos, encuentran a veces «la melodía más difícil» (tan difícil que puede concluir en la muerte ígnea), la melodía que «duerme en aquellos que mueren en silencio», en los «hundidos» que habitan la tierra. Melodía que los así «llamados» poetas manifiestan de manera sublime. Herman Broch lo dijo: «la poesía es la única actividad humana dedicada al conocimiento de la muerte», que es conocimiento no sólo de condición sino de acto intencional.

La muerte no es algo extraño sino ese decir o esa escritura anterior como pura posibilidad. Por eso el poeta escribe «desde un lugar y un tiempo en donde mi muerte ya reina». ¿No es esto contradictorio? Sí, salvo que la muerte sea muerte de la «división» que implica ante todo, y como entes, al sujeto y a Dios. Muerte es no-fundamento. En esa muerte, y sólo en ella, se manifiesta, como muerte, o esta muerte, la poesía. Poesía debe leerse aquí en analogía con arte, filosofía, mística y erótica.

Digo los «llamados poetas» porque en sentido estricto no existen poetas como sujetos que posean originalmente la poesía, sino lugares donde se revela-manifiesta eso que llamamos poesía, lugares a los que una sociedad determinada nombra «poetas», invistiéndolos con los atributos casi divinos propios de la «diferencia».

¿Qué extraño parentesco une a los poetas con esas vidas silenciosas y anónimas que entonan la melodía «más difícil»?¿Se trata de la melodía de la muerte? Dos secretos: el de la tierra y el de la muerte creadora de los «hundidos» (creadora porque a través de ellos pasa el hálito del don que los genera en su propia generación).

Poesía esencialmente anónima ya que carece ontológicamente de dueño. El «dueño» siempre es un hecho real y al mismo tiempo una construcción donada. Y este silencio anónimo, silencioso, es uno de los puntos centrales del poema. Lo anónimo, ¡y silencioso!, es el poema. Lo «anónimo» entona la difícil melodía de la mudez, de la muerte. Un habla sin significado no puede sino vincularse con la muerte.

El poema, como vimos, nos advierte de un peligro esencial que lleva el pensar al interior de un gran desplazamiento, pues lo que parecía una simple advertencia ahora es su razón de ser fundamental, donde lo puesto en juego, más allá incluso de la poesía, es el sino de los seres humanos en cuanto «temporalidades».

El peligro es quedar clausurados en la sola belleza del poema y no oír «los llamados sin fin», imposibilitando así el don último de «la intemperie».

Intemperie sin fin y llamados sin fin, una calificación que recurre a la infinitud incomprensible para disolver los conceptos fuertes del dominio casi omnímodo de la metafísica. Los llamados son «puros» porque son llamados sin nadie, sin ningún Dios o Ser que llamen y sin alguien a quien se llame.

Si el llamado fuera pronunciado por alguien y dirigido a alguien perdería su fuerza anunciadora repitiendo el encierro del entramado del sentido como fundamento trascendente. El llamado como tal llamado es la intemperie: la intemperie como abandono y el hombre como nombre-del-abandono en la intemperie y como intemperie.

No un hombre que está-a-la-intemperie, como quien dice que alguien «pasó la noche a la intemperie», sino el hombre-como-intemperie. Lo que llamamos «hombre» es lo que llamamos «intemperie». Pero ¿qué es intemperie? Me parece que intemperie es ante todo lo abierto, lo falto de razón, de ser, de Dios, de voluntad, de verdad. Esta es la poesía, más allá del capullo y de la seda sensual o en lo abierto sin fundamento; este es el «secreto de la tierra», el «secreto» que el poeta busca arrojándose a la inmensidad del «fuego» del espíritu. Sólo en esta intemperie, podríamos decir en este milagro de la intemperie, de la vacilación infinita, se pueden oír, en una poesía «crucificada», «los llamados sin fin».

«Crucificada» significa en el dolor extremo de la cruz, que es redención, esperanza o «dios»-en-nosotros (dios entre comillas significa más allá de dios), y allí, en esa cruz del martirio se manifiesta como fuego la poesía. Al signo de la cruz se recurre siempre in extremis, y así lo hace Juan L. Ortiz. No se puede hablar de una poesía crucificada sin advertir la connotación trágica que implica el signo. La palabra «humildemente», repetida dos veces, como si el poeta buscara darle al término su máxima gravedad de no-poder o de no-voluntad-de-poder, es esencial en relación con la intemperie como abandono.

Una humildad que no es ético-religiosa sino que brota del des-ser del hombre, como un don y no como un «principio». Un abandono que no es un abandono subjetivo sino infinito, como la intemperie y los llamados, y que asumimos como «hombre».

Humildad, mansedumbre, más allá de cualquier modo psicológico; auténticas manifestaciones propias del ser como ser. No es posible pasar por sobre las palabras del poema. Hay que volver a cada una porque está entrelazada con las otras en el ritmo de la danza poética. Así radiaciones, la pura sensitiva, la ineludible sensitiva, la figura, la melodía. ¿Por qué pura? ¿Por qué ineludible? ¿Hasta dónde tensar el misterio?

El abandono podría vincularse, volviendo a los presupuestos del poema, con la «división». El abandono de la división y de los nombres que esta división implica, los que conforman una sociedad esencialmente escindida, privada de «espíritu», constituyen la intemperie del «hombre» en el no-hombre o el caos de lo abierto recuperado que llamamos «intemperie».

El poema, en su totalidad, se presenta como una ascesis que culmina en el amor. Amor, dijimos, es la última palabra del poema, el punto de salvación, la síntesis del mismo, la conjunción, en la «melodía más difícil», de todos los temas anteriores.

No se trata de un sentido que estaría fuera del poema, porque el poema es ese conjunto de palabras y el sentido (su vacilación absoluta, porque no existe nada a lo cual aferrarse como sentido) es ese mismo conjunto de palabras, y no algo extraño, trascendente, que le daría al poema un Sentido.

El sentido del poema es la exposición de su inmanencia-trascendencia y sólo le pertenece al propio poema, nunca a la interpretación del poema. La poesía, entonces, «tendida humildemente, humildemente, para el invento del amor». Amor como forma del absoluto, y no como manifestación subjetiva. Podríamos decir amor ontológico, sin que esto signifique una sustancialización del amor y del absoluto. El amor y el absoluto no son cosas. Tal vez se trata del estado sagrado del dios-sin-dios que es, en pianísimo, la poesía.

El amor supera así sin límites a toda pasión «humana». No es algo que el hombre puede o no sentir, sino que es-sin-ser el exceso de todas las formas y categorías que intentan vanamente definir al hombre.

El hombre es abandono, intemperie, excedencia, apertura, caos… y amor. Amor es el sinónimo de todas esas palabras; o es la Palabra que resume todo lo indecible, por incognoscible e indecidible, a lo que llamamos «hombre».

[blockquote author=»» pull=»normal»]No se trata de comprender sino de oír, de ver, de gozar, de sufrir. [/blockquote]

Pensar es amorosa revelación en su propia y propicia existencia-y-esencia, o lo que está y lo que está en lo que está. No neutralidad sino abertura fruitiva de las formas de presencia y ausencia en su gloria (digo «gloria» para librar a la palabra de restos de ser, de dios y de razón, o, entiéndase mejor, de voluntad de poder, de «política»).

Parece una paradoja que al máximo de la donación, de la donación absoluta, vale decir que no puede tener donante, se la deba inventar. Salvo que pensemos la invención como don. Se la recibe, sin que haya alguien que la reciba, y se la inventa como más de sus infinitas formas. En la tradición bíblica quienes llevaban por el desierto el tabernáculo eran a su vez llevados por el tabernáculo. Lévinas comenta: «verdadera figura de la inspiración»; llevar-ser-llevado. Poeta (es) esa entrega al «tabernáculo», ¡maravillosa palabra para no pretender nombrar lo innombrable!

Amor, una palabra, la palabra. «Amor», al igual que «intemperie», «exceso», «apertura», «abandono», no es una palabra explicativa que devele el sentido del «secreto» proferido por el poema. El secreto permanece, es irreducible. Toda explicación del secreto lo único que hace es proyectarlo más allá, prolongarlo indefinidamente.

No existe ningún punto, lugar o concepto, ningún fundamento desde el cual o en relación al cual, develar el secreto. El secreto, como la intemperie y los llamados, son lo más íntimo y al mismo tiempo lo esencialmente desconocido. El secreto no es algo (una cosa) ni alguien (un sujeto o un alma).

Se trata de una inestabilidad de nada y de nadie. Lo que llamamos «hombre» tiene más que ver con el vacío y con la nada, con un no-ser o con un más-que-ser, que con las figuras de cualquier sustancia o ser. El «hombre» sería, así, la vacilación del secreto, o el secreto de una vacilación inaprensible.

Estas palabras no disuelven el amor en generalidades sino que, por el contrario, le dan al amor su más profundo significado al permitirle, mediante el abandono, alcanzar lo sacro expresado en piedad, mansedumbre, compasión, amistad, cariño, respeto, hospitalidad, responsabilidad… auténticas cualidades de la recepción del secreto, de ese abismo que a veces se da como secreto.

El «secreto de la tierra» sería el secreto: la posibilidad y la imposibilidad simultáneas del habla. Lo mismo hendido por lo diferente, lo decible por lo indecible, la voz por el silencio… El secreto «hace señas» que no significan nada pues está antes de cualquier idea, de cualquier signo, de cualquier Ser o Dios. O tal vez, en su última vacilación, signifique sin significación, esa nada (de cosa, de hombre, de Ser, de Dios) que abre al sin fin de las posibilidades, al «llamado» de las posibilidades.

Así como el último verso de la Divina comedia habla del amor que mueve al sol y a las estrellas, el último verso de este poema habla del Amor como primera y última realidad real, como suma de la presencia y la ausencia, de lo posible y lo imposible, como más que todo lo decible, aunque lo decible sea la eternidad de un decir inhumano que no dice nada.

Pero entonces… ¿Hemos comprendido el poema después de todo lo dicho? No, porque no se trata de comprender sino de oír, de ver, de gozar, de sufrir. Después de nuestro recorrido y de todos los recorridos posibles el poema sigue tan ajeno a toda comprensión como desde el comienzo.

Pero algo pasa, de alguna manera hemos penetrado en la extrañeza de otro mundo en el mismo mundo.

Juan L. Ortiz no quiso decir lo que el poema dice, pero lo dijo sin querer, o el poema mismo se dijo sin nadie que lo dijera. Juan L. Ortiz fue el primero que oyó la melodía, el «primer lector» diría Mallarmé; y ahí terminó su misión (misión «sagrada», mortal).

Se brindó al trabajo-del-nacimiento, se entregó a la fuerza del «don» y en este sentido al trabajo «más difícil» porque implica arraigo (en nada, sólo desierto, sólo tierra) y desarraigo (la «lección de tinieblas») totales, y tal vez por eso pueda nombrarse sagrado.

¿Por qué no leer de nuevo el poema y comprobar que no hemos dicho nada del poema, que en lugar de comprenderlo nos hemos internado en su incomprensión, y que esta incomprensión permite que la lectura sea eternamente una primera lectura, una lectura caduca, naciente y agonizante para siempre?

QUIÉN ES

Juan Laurentino Ortiz nació en Entre Ríos el 11 de junio de 1896 y falleció el 2 de septiembre de 1978. Conocido como Juan L. Ortiz o Juanele, fue considerado por el escritor Juan José Saer como “el más grande poeta argentino del siglo XX”. En 1996 la Universidad Nacional del Litoral editó las obras completas de Ortiz en una edición al cuidado de Sergio Delgado, con textos de Daniel García Helder y Martín Prieto.

 

 

(*) Publicado en La Biblioteca, ¿Existe la filosofía argentina?, número 2-3 edición doble, 2005.

 

El adiós a Fabián Tomasi, símbolo de la lucha contra los agrotóxicos

El adiós a Fabián Tomasi, símbolo de la lucha contra los agrotóxicos

En el día del agricultor se despidió el entrerriano envenenado por los agrotóxicos que se transformó en símbolo de la lucha contra un modelo de producción agropecuaria.

Fabián Carlos Tomasi padecía una polineuropatía tóxica metabólica severa, que causa una disfunción de una parte del sistema nervioso. Su cuerpo se intoxicó con químicos cuando a partir de 2005 empezó a trabajar para una empresa de fumigación aérea. Su tarea, según contó en numerosas oportunidades, era abrir los envases con sustancias –entre ellos glifosato– que dejaban al costado de la avioneta, volcarlas en un recipiente de 200 litros para mezclar con agua, y enviar la mezcla a través de una manguera para que la aeronave rociara los campos sembrados con soja.

Su lucha quedó inmortalizada y se convirtió en tapa del libro “Envenenados: Una bomba química nos extermina en silencio” de Patricio Eleisegui, una investigación periodística que revela por medio de historias de vida como la de Fabián las contrariedades de un modelo agroeconómico que, desde la retórica, desde el aspecto discursivo, se muestra contrario a lo que concreta en la práctica. Y renuevan la idea de que, a la hora de garantizar el rédito económico, poco importan las consecuencias negativas.

También su caso fue uno de los protagonistas del ensayo fotográfico “El costo humano de los agrotóxicos”, de Pablo Piovano, distinguido con el premio de fotoperiodismo Philip Jones Griffiths. Trabajo que recorre las zonas rurales de las provincias de Entre Ríos, Chaco y Misiones retratando a las familias afectadas por las fumigaciones con agroquímicos.

[blockquote author=»» pull=»normal»]»Soy la sombra del éxito sojero», señaló Fabián en una entrevista. [/blockquote]

El caso de Fabián es conocido desde hace años y casi sin quererlo se convirtió en icono de la lucha contra los agrotóxicos. En las innumerables entrevistas que les dio a medios locales y de todo el mundo, Tomasi era lapidario con respecto a los que fabrican y usan agrotóxicos: “No son empresarios, son operarios de la muerte”. E insistía: “Lo que más duele es el silencio de la mayoría, y todos esos niños que nacen con malformaciones por los agrotóxicos en un país sin asistencia y que les da la espalda. Mientras, las empresas que los fabrican, los medios que los defienden, y los funcionarios que los permiten, insisten con llamarlos fitosanitarios, como si no mataran, como si la vida no importara”.

En la Argentina, el uso del glifosato y de otros pesticidas se fue incrementando con el correr de los años. Las empresas comercializadoras de estos de productos (Monsanto, Syngenta, Dow AgroSciences, Bayer y Atanos) aseguran que sus estudios demuestran que el glifosato no es perjudicial para la salud humana, basándose en lo que llaman “abrumadora evidencia científica”.

Durante años esto se aceptó, ya que el enorme poderío económico de estas compañías las transformaba en inatacables, tal y como ocurría en décadas pasadas con las por entonces todopoderosas tabacaleras. Pero se fueron sucediendo las voces que alertaban sobre los riesgos. Y en agosto, por primera vez, un jurado de California condenó a Monsanto (en la actualidad, en pleno proceso de compra por la alemana Bayer) a indemnizar con 289 millones de dólares a un hombre que enfermó de cáncer (su estado es terminal) a causa de su exposición a un producto de la multinacional que contiene el herbicida glifosato.

TESTIMONIO VIVIENTE DE UN SISTEMA QUE ENVENENA

Fabián dio innumerables entrevistas con medios nacionales y extranjeros, y llevó su voz, sus ideas y su cuerpo a cuanto foro lo invitaban.

«Soy la sombra del éxito sojero», señaló en una de esas entrevistas, mostrando cómo su trabajo como fumigador en la empresa Molina y Compañía S.L.R., en la localidad de Basavilbaso, provincia de Entre Ríos, fue el desencadenante de la enfermedad, que alteró la tonicidad de sus músculos y la forma de su cuerpo.

«Voy a llegar al último día y voy a decir ‘yo intenté defender la verdad’. El que se calló, que se haga cargo de qué decirle a su hijo», reflexionó hace unos años Tomasi en un panel que se realizó en la Universidad de Buenos Aires.

«Actualmente tengo el cuerpo consumido, lleno de costras, casi sin movilidad y por las noches me cuesta dormir, por el temor a no despertar».

Y un día no lo hizo y su muerte fue lucha y llegó a todos los rincones del mundo donde cada vez son más los que se preocupan y se ocupan de luchar contra este sistema perverso que nos envenena a todos en pos de la rentabilidad y las ganancias de unos pocos.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Tomasi era lapidario con respecto a los que fabrican y usan agrotóxicos: “No son empresarios, son operarios de la muerte”. [/blockquote]

“ESTÁ MAL»

En octubre de 2016, Fabián preparó un mensaje para niños y niñas, contando su historia, y lo compartió en las redes. Ese breve texto, que tituló «Está mal», resume de manera notable su historia y su lucha. Aquí lo compartimos:

Tengo que explicarles algo difícil porque ustedes son chicos y lo que tengo que contar no es muy lindo. Vieron que estoy enfermo. Y creo que saben por qué estoy enfermo. Algo saben. Yo trabajaba en las plantaciones de soja, mejor dicho, trabajaba con los aviones que fumigan la soja.

Y pregunto: ¿saben por qué las fumigan? Fumigar es echar veneno sobre las plantas, pero veneno que no mata a la planta que quieren defender (la soja), sino a todo lo demás. El campo está lleno de hierbas que nacen y viven naturalmente, sin pedir permiso a nadie, pero como a los hombres que cultivan solo les interesa que crezca la soja, entonces esas hierbas… a las que llaman malezas, les molestan y es por eso les echan veneno. Para matarlas.

Cuando entré a trabajar yo no sabía lo que hacía. Y me gustaba el trabajo. Después me di cuenta.

Matar a todas las formas de vida que no nos gusta, está mal. Está mal matar a las perdices, a los cuises, a las margaritas, a los pájaros, y todo para que crezca un solo tipo de planta que les da dinero. Está mal, porque la tierra queda lastimada, porque la tierra necesita de todas las plantas y los pájaros y los bichos. Está mal.

Pero además, está mal porque lo que echan para matar las plantas, también termina haciéndonos mal a nosotros, las personas. Por ejemplo a mí.

Aunque parezcamos muy distintos, los animalitos, las plantas, las flores y nosotros, somos bastante parecidos. No somos parecidos en la forma, pero todos estamos construidos por ladrillitos que llamamos células.

Ustedes vieron que hay casas grandes y casas chicas, casas lindas y casas no tan lindas. Bueno, pero todas están hechas de los mismos materiales. Están hechas con ladrillos, con arena, con cemento. Y nosotros con los animales y las plantas, también nos parecemos en eso. Aunque seamos más complicados, más grandes o más chicos.

Y por eso, el veneno que le tiran a las plantas nos hace mal a nosotros. Además, las plantas son resistentes, y de tanto recibir el mismo veneno, se hacen resistentes al veneno, y entonces le tienen que echar cada vez más y más… Y así es como nos enfermamos más y más y más.

¿Saben? Se puede cultivar sin echar venenos. Pero no lo hacen porque no saben. Ya se olvidaron cómo es, y la gente que les vende los venenos no quiere que se acuerden. Que se acuerden cómo era no echar venenos y que el maíz o el trigo salieran hermosos.

¿Entienden? Por eso, ustedes que van a ser hombres mañana, tienen que saber, que las personas y el resto de la vida, tenemos que ser amigos. Y que si le hacemos daño, el daño va a volver hacia nosotros.

Tal vez cuando ustedes crezcan y tengan que decidir si seguir estudiando o trabajando, lo que decidan hacer, se acuerden de este escrito… y comprendan que nosotros los grandes hicimos muchas cosas mal. Y de esa forma no nos imiten.

Nada es exitoso si en su camino perjudica a otros.

 

 

En base a El Miércoles Digital / Análisis Digital / iProfesional / El Día / Página 12

Fotos: AFP / Pablo Piovano