Reestreno en salas de la obra icónica de Martin Scorsese: personas destrozadas, una sociedad partida, la violencia social y política permeandolo todo. Una provocación para pensar la Argentina de hoy. Volvió después de 46 años.
Robert De Niro interpreta a Travis Bickle, un ex combatiente de Vietnan arrojado a la supervivencia en una sociedad salvaje.
El globo ocular de Travis Bickle (un joven Robert De Niro en estado de gracia) se mueve siguiendo la estimulación de una película pornográfica proyectada en una sala de cine decadente de la Nueva York de mediados de los ‘70. Pupilas dilatadas, casi no hay parpadeos. Son ojos de una persona consumida, no hace falta más para saber que es un hombre insomne, que no puede dormir. Un ex combatiente de la guerra de Vietnam que el Estado trajo de vuelta y lanzó a las calles para que se las arregle como pueda. Taxi Driver es una película icónica, que probablemente vio toda persona con algún interés real por el cine. Es un viaje denso y peligroso por la mente de un enfermo, de un ser desestabilizado psíquicamente que quiere combatir a una sociedad putrefacta. El guion del maestro Paul Schrader es uno de los textos más analizados y citados del cine estadounidense. No tiene fallas, no tiene concesiones y el director Martin Scorsese lo hizo parte de su cuerpo al llevarlo a imágenes. La identidad entre guion y dirección es absoluta. Las palabras están al servicio de la puesta en escena y viceversa.
GRAN PELICULA EN PANTALLA GRANDE
¿Qué decir de una película que vimos todos? Se impone hablar del evento que significa su reestreno luego de más de 45 años, analizar la experiencia de ver la obra en pantalla grande, con todas las comodidades, remasterizada en 4K. Y reflexionar, además, sobre la vigencia de un argumento que podría ser escrito hoy.
El mundo no ha cambiado. Más de cuatro décadas después los principales problemas no se han solucionado sino agravados.
Vamos al primer desafío, la experiencia audiovisual integral que otorga este reestreno en salas comerciales. Difícilmente quienes vimos la película por primera vez en un televisor hayamos podido advertir el carácter vibrante que tienen cada uno de los elementos que se conjugan en cada escena. Recientemente, Roger Koza celebró la remasterización de un clásico del cine negro argentino, Si muero antes de despertar (1952), y escribió: “Verla en tales condiciones -una plataforma de streaming o Youtube- es el equivalente a la experiencia que puede tener un biólogo frente a un pecarí del Chaco embalsamado. El animal vivo es otra cosa”.
Esta cita aplica sin problemas también a este reestreno con bombos y platillos de Taxi Driver. La película de Scorsese “vive” en la pantalla grande, para la que fue pensada. Allí se produce el festín, la orgía de imágenes aturdidas, planos fijos, travellings sobrevolando las escenas, sonidos secos, diálogos neurálgicos, música cachonda y nostálgica, colores amarronados que exudan el calor del mugriento verano neoyorquino. Elementos -todos estos- que escriben una sinfonía nerviosa que hunde al espectador en esa locura que está planteada desde el primer minuto de metraje, la cual irá creciendo sin pausa y sin prisa hasta que se desate la famosa carnicería del final, tantas veces citada, copiada, comentada. Ese río de sangre que terminó convirtiéndose en una escena pop, con De Niro atravesado a balazos, apuntando con el índice a su sien y gatillando con el resto de los dedos. Bang, bang, bang, bang.
LA VIOLENCIA ES POLITICA
La mirada vacía de una persona consumida. Una interpretación histórica.
Segundo desafío, resignificar Taxi Driver. No hay que hacer grandes esfuerzos, la película luce hoy tremendamente vigente. Esta historia sobre la violencia y la caída de la sociedad norteamericana post-Vietnam y sobre la justicia por mano propia se engarza en una red de sentidos que nos hace pensar que el mundo no ha cambiado. Que más de cuatro décadas después los principales problemas no se han solucionado sino agravados. Recordemos: quien disparó en 1980 a Ronald Reagan era un hombre que se había obsesionado con Taxi Driver y con Jodie Foster -que tenía 12 años cuando rodó la película- y sólo quería llamar la atención de la actriz. Hoy, en la Argentina, un pequeño grupo de marginales es investigado por intentar asesinar a Cristina Kirchner. Los argentinos nos preguntamos cómo pudo suceder que alguien pase del odio a la acción, pero también sabemos que la década de los ‘70 fue rica en violencia política en nuestro país.
Cuando el político quiere saber por qué lo apoya, el personaje de De Niro le confiesa que nada sabe de política pero que deberían barrer con latinos, negros, prostitutas, gays, pobres. La política no puede interpretar el mensaje de odio de las bases.
Hay muchas cosas que seguir pensando. Me detengo en esta escena: Travis Bickle lleva en su taxi al candidato a presidente para el que trabaja Betsy, la mujer que lo obsesiona (Cybill Shepherd). Cuando el político quiere saber por qué lo apoya, el personaje de De Niro le confiesa que nada sabe de política pero que deberían barrer con la basura de las calles: los latinos, los negros, las prostitutas, los gays, los pobres. La cara del candidato -que se figura demócrata, progresista- expresa terror. La política no puede interpretar el mensaje de odio de las bases. Scorsese comentó en un artículo que escribió él mismo que cuando se estrenó la película, junto a Paul Schrader tuvieron un poco de temor por la reacción de la audiencia. Bajo ningún punto de vista ellos pretendieron que la gente saliera del cine vindicando la justicia por mano propia, la venganza, llena de ira. No todos los norteamericanos podían convertirse en Travis Bickle y Travis Bickle no podía ser ningún héroe. Pero la película es deliberadamente ambigua.
El epílogo del filme, luego de la famosa matanza en el motel, hoy sigue abriendo polémicas porque el protagonista tiene un final inesperado, es reconocido como héroe por los neoyorquinos, celebrado como justiciero. Scorsese y Schrader apostaron a que la película perviva, no se agote. Lo lograron. Este epílogo tiene un mensaje intranquilizador: el psicópata sigue suelto, en cualquier momento puede volver a actuar. Y aquello que odia con todas sus fuerzas continuará ganando las calles.
Un clásico. La película obtuvo 28 premios y nominaciones, entre ellas al Oscar a mejor director, mejor película, mejor actriz secundaria y mejor música.
Pablo Milanés falleció a los 79 años en Madrid. Miembro destacado de aquella «nueva trova cubana» y cantautor comprometido, sus canciones serán su legado imperecedero.
Solía cantar sentado, como su adorada Mercedes Sosa, leyendo las letras de las canciones, casi sin moverse. Y, sin embargo, sus actuaciones eran conmovedoras. No hacía falta más que su voz, inconmovible a pesar de los años y los avatares. La emoción salía de sus entrañas, de esa musicalidad infatigable. Pero esa voz tan entrañable se apagó. “El tiempo, el implacable, el que pasó, solo una huella triste nos dejó”.
Miembro destacado de la eternamente “nueva” trova cubana, fue un cantautor renuente a los eufemismos. Sin afección a la metáfora onírica o a la poesía rebuscada, Pablo Milanés decía las cosas sin dobleces. Sus canciones políticas hablaban de luchas, sus canciones románticas hablaban de dolor, su poesía era un arma para decir lo que quería. “La vida no vale nada si no es para perecer porque otros puedan tener lo que uno disfruta y ama”.
Solista gregario, fue hermano de sus amigos. Su voz cálida maridaba perfectamente con los dúos más insólitos e inesperados, como si se hubiera preparado toda la vida para cantar con su compañero circunstancial. Sus duetos fueron memorables: Silvio Rodríguez, Víctor Manuel Chucho Valdez y su hija Haydeé, con quienes compartió discos y giras; los argentinos Mercedes Sosa, Víctor Heredia, Fito Páez, León Gieco, Charly García, Alberto Cortez y un largo etcétera; los brasileños Gal Costa, Milton Nascimento, Chico Buarque, Caetano Veloso y muchos otros; los españoles Luis Eduardo Aute, Joan Manuel Serrat, Amaya Uranga, Caco Senante, Ana Belén, Joaquín Sabina, Rozalén, Andrés Suárez y decenas más. La lista es infinita como lo era su calidez. No casualmente ambos discos que le hicieron en homenaje tuvieron un calificativo común: “querido”. “Hoy quise estar contigo amigo, y la dura realidad destruyó el dulce sueño que forjamos tú y yo, tal vez mañana haya otra suerte. Ojalá”.
Miembro destacado de la eternamente “nueva” trova cubana, fue un cantautor renuente a los eufemismos. Sin afección a la metáfora onírica o a la poesía rebuscada, Pablo Milanés decía las cosas sin dobleces.
Voz de la hermandad latinoamericana y de las causas justas, no solo rindió homenaje a su amada Cuba donde, al fin y al cabo, quería quedarse. Cantó a Puerto Rico, a Nicaragua y, quizá en una de sus piezas más memorables, a Chile. El concierto que dio junto a Silvio Rodríguez arropado por muchos amigos en 1984 en Argentina (y luego publicado como disco doble) fue un símbolo de la democracia que nacía de las penas y la muerte que las dictaduras habían sembrado. “Yo pisaré las calles nuevamente, de lo que fue Santiago ensangrentada, y en una hermosa plaza liberada, me detendré a llorar por los ausentes».
Pablo defendió y criticó a la revolución cubana, pero no fueron sus convicciones, sino los matices, los que cambiaron. Como lo recordó Silvio Rodríguez, con el que estuvo distanciado política y artísticamente por décadas: “Pablo siempre fue crítico. Él pasó cosas muy duras y aun así se sumó a la Revolución. Lo quiero y lo respeto mucho. No me es cómodo hablar de Pablo en estas circunstancias. Lo que sí puedo decir es que es un gran artista y es una persona que ha sentido, sufrido y luchado por Cuba. Mucho. Lo ha hecho, claro que sí”. Libre e inconformista, comprometido y crítico, aferrado al futuro y no anquilosado en el pasado: “me sumo a tu locura callejera, a tu inconformidad con lo ya hecho, y siempre igual que tú pondré mi pecho, para tomar el rumbo que tú llevas”.
La muerte es inevitable y, dicen, lo primero que se olvida es la voz de aquellos a los que extrañamos tanto. Pero hay voces inolvidables, que perduran y que, por suerte, han quedado grabadas. Voces que nos hablan de un tiempo que ya no es, porque los años pasan, pero que nos acompañan. Pablo Milanés seguirá cantando mientras haya alguna injusticia, mientras alguien sufra la ausencia, mientras alguien quiera cantar al amor con palabras prestadas. En fin, Pablo cantará mientras lo recordemos, mientras sus melodías nos sigan hablando como aquella vez. Hasta siempre, querido Pablo.
El historiador español rescata conceptos del fundador del Partido Socialista y La Vanguardia sobre los contenidos de la educación primaria. En 1916, consideraba que patriota era toda persona solidaria con la propia nación.
Juan B. Justo, proponía que la escuela enseñara sobre «las fuerzas intencionales y conscientes que obran por encima de los instintos, y que son las fuerzas propiamente históricas».
Los materiales del pasado ofrecen en nuestro presente sugerentes contribuciones que invitan a la reflexión y aportan fundamentos para poder no sólo entender el presente, sino, sobre todo, plantear futuros distintos. La Historia, como hemos defendido siempre, es también un factor de transformación, un conocimiento para plantear proyectos de futuro.
En esta línea nos acercamos a las reflexiones de un socialista fundamental en Argentina y en la propia Historia, con mayúsculas, de la República. Estamos hablando de Juan Bautista Justo (1865-1928), del doctor, periodista, político y fundador del Partido Socialista, así como de La Vanguardia y de la fundamental cooperativa El Hogar Obrero. Estas reflexiones tienen que ver con lo que pensaba en 1916 sobre la Historia que deberían aprender los alumnos y alumnas de primaria en Argentina, según una entrevista que le realizó una directora de una Escuela Superior de Buenos Aires en ese momento.
La cuestión gravitaba sobre el patriotismo. La directora aspiraba a que se formaran niños patriotas. En principio, parece que el socialismo no casa muy bien con el concepto de patriotismo, pero fíjese el lector que Justo afirmaba que debía ser un patriotismo en el “mejor sentido de la palabra”.
PATRIOTISMO ES SOLIDARIDAD
El destacado socialista consideraba que el patriota era toda persona solidaria con la propia nación. Y aquí estaría la interpretación que nos atreveríamos a calificar del socialismo argentino en relación con el patriotismo, dentro de los parámetros del socialismo internaciona. Así es, esa obra solidaria para con el propio pueblo se cumplía por parte de la mayoría de las personas en el ámbito de las “actividades ordinariamente fecundas y tranquilas”, es decir, el patriotismo estaría entre las madres, los obreros, los inventores y los organizadores de la economía.
Lo más significativo de todo ello, lo que era su gran virtud, según nuestro protagonista, residía en el hecho de que todos esos patriotas no sabían que lo eran. Pensemos, por nuestra parte, en quienes en Argentina o en cualquier otro país occidental siempre se han hecho gala de patriotismo manifestándolo públicamente.
Estudiantes debían dedicarse a sus estudios con el fin de que pudieran ganarse la vida de forma honesta e inteligente, trabajando por su propio bien y por el de la comunidad.
Así pues, los niños en la escuela debían ser patriotas sin saberlo, en línea con la interpretación socialista que Justo realizaba del patriotismo. Debían dedicarse a sus estudios con el fin de que pudieran ganarse la vida de forma honesta e inteligente, trabajando por su propio bien y por el de la comunidad. En consecuencia, la enseñanza de la Historia en la escuela debía contribuir a dar ese “patriotismo sin palabras”.
Justo era consciente de la dificultad para que los alumnos alcanzasen un concepto completo de la Historia de la humanidad y de la Argentina, porque eran todavía niños, pero sí podían conocer las “fuerzas intencionales y conscientes que obran por encima de los instintos, y que son las fuerzas propiamente históricas”.
ENSEÑAR OTRA HISTORIA
La más fundamental de estas fuerzas era la técnica productiva y la organización de los hombres para la producción y el cambio, y eso podrían conocerlo si se enseñaba bien, con láminas, proyecciones y presentación de objetos para hacer experimentos. Estamos viendo, por lo tanto, como Justo defendía que había que enseñar otra Historia, alejada de la tradicional sobre gestas y batallas. Por otro lado, parece interesante su apunte sobre una didáctica más moderna en aquellos momentos.
Parecía muy importante que los niños conociesen los primitivos modos de trabajar, precisamente en ese momento cuando se había descubierto que en la Argentina había una población autóctona, “indígenas” en el vocabulario de la época.
Justo consideraba que podría ser muy beneficioso que (estudiantes) conocieran las formas sociales de solidaridad entre los indios y entre sus dominadores blancos.
Este trabajo con “los indígenas” sería muy instructivo para poder comparar la técnica de los “aborígenes” con la de los españoles y portugueses del tiempo de la conquista. Además, podría ser muy beneficioso que conocieran las formas sociales de solidaridad entre los indios y entre sus dominadores blancos. Todo eso serviría para que los niños argentinos conocieran la guerra de la conquista, con la superioridad que dieron a los conquistadores el caballo y las armas de fuego.
Un tema complicado para enseñar era el de la política, con sus partidos y conflictos, aunque creía que la época de la independencia argentina era un episodio “transparente y sencillo”, y podía ser fácilmente comprendido por los niños en su “motivo esencial” que, según nuestro intelectual, era la aspiración a la libertad de comercio.
También podía ser muy formativo el estudio comparativo de la religión de los “indígenas “con la de los europeos.
HUMANIZAR A LOS HEROES
¿Y qué ocurría con los héroes? Justo creía que debían ser recordados con honor, pero, sobre todo los de las “actividades fundamentales”, es decir, los introductores en el país de las especies animales que después se habían criado, así como de los vegetales que se cultivaban, los hombres que habían revolucionado los transportes, los que habían “aclimatado” en Argentina las prácticas del comercio moderno, es decir, los que habrían colaborado en la obra nacional.
Sí debían recordarse a los héroes del gobierno y de la milicia, pero, por lo que vemos, en función de los otros, por el trabajo que hubieran realizado para preparar el terreno para la “acción decisiva de los otros”. Además, a los niños había que presentar a los héroes bajo su aspecto verdadero y humano.
En estos tiempos de resurgimiento en Occidente del concepto tradicional de la patria conviene, curiosamente, acudir a la Historia para encontrar referentes críticos y alternativas.
Como vemos, se planteaba otra forma de enseñar Historia, y con un sentido distinto del tradicional en relación con el patriotismo. En estos tiempos de resurgimiento en Occidente del concepto tradicional de la patria conviene, curiosamente, acudir a la Historia para encontrar referentes críticos y alternativas.
El texto de Justo fue publicado en España en El Socialista, en el número del 5 de agosto de 1916.
Rusia y China no fueron. Europa insiste con el uso de la energía nuclear. El resto de los países con el uso de gas. Los bancos que tienen que financiar las medidas contra el cambio climático, no se ponen de acuerdo. En el último minuto se aprobaría un fondo para ayudar a los países pobres. El mundo se vuelve cada vez más hostil para vivir.
Temperaturas extremas, sequías, tormentas, inundaciones, derretimiento de los polos. Las infancias son las más vulnerables.
Este viernes se conoció la prolongación de la cumbre por 48 horas más, hecho que no se ha dado hasta el momento en ninguno de los encuentros anteriores. Es que la falta de consenso, los resultados pocos exitosos hasta el momento y la falta de esfuerzos y voluntades por torcer el rumbo del incremento de la temperatura global parecen estar lejos de las expectativas de ambientalistas y estudiosos del tema y hacen de esta COP27 un fracaso rotundo.
En los últimos minutos del sábado, se alcanzó un consenso. La Unión Europea y una coalición de 134 países en desarrollo acordaron tentativamente las líneas generales de un fondo para ayudar a las naciones afectadas por desastres a lidiar con las consecuencias del cambio climático.
Si retrocedemos en el tiempo, esta cumbre se inició con cuestionamientos sobre la elección de la sede. Egipto representa un país donde aún falta mucho por hacer en materia de derechos. Lejos de ser un espacio representativo de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas que intentan marcar un camino esperanzador hacia el futuro, Egipto tiene una deuda pendiente en materia de garantías de derechos humanos.
Urge revisar el rol de las feminidades en la sociedad, pasando por el respeto de los colectivos LGTBI+ y siguiendo por la posibilidad concreta de manifestar las discrepancias con absoluta libertad. Egipto es uno de los países con mayores desafíos respecto a construir mejores sociedades. No hay justicia climática posible sin derechos humanos, es ahora la necesidad de humanizar la crisis climática global.
MUCHA SELFIES Y POCOS CAMBIOS
Pero la desilusión fue creciendo con el transcurso de los diez días en el país árabe, de desiertos eternos y majestuosos monumentos piramidales. Es justo ahí donde el mar Mediterráneo y el Mar Rojo abrazan la tierra fértil que dio origen a la cultura occidental. Ahí en el lugar donde había una oportunidad única para reivindicar la historia: un país con más del 40% de sus habitantes en condiciones de pobreza, con recientes salidas de golpes de Estado y la bendición de un río eterno que baña con limos una tierra prometida.
No hay justicia climática posible sin derechos humanos, es ahora la necesidad de humanizar la crisis climática global.
Egipto era el escenario justo para hacer una diferencia real y torcer los malos presagios del comienzo. Paradójicamente esta COP deja un sinsabor en el debate propio de la garantía de alimentos a las poblaciones.
El rumbo del clima indicaría una profundización en la desertificación de las tierras y con esto una enorme crisis alimentaria para los habitantes del planeta. El debate pasó por alto este tema donde, sobre todo, el sector más castigado sigue siendo el que vive por debajo de la línea de pobreza, “gastando” la mayoría de sus ingresos en subsistir comprando alimentos.
LA ÚLTIMA CHANCE
En las horas que siguen, en este tiempo de descuento que representa el fin de semana, se intentará incluir en las mesas de negociaciones y debates los sistemas alimentarios del mundo, a las ya conocidas discusiones protagonistas de este año que fueron la energía y el transporte.
Se esperaba mucho más en este contexto de absoluta crisis climática, donde la realidad golpea fuerte a los territorios: temperaturas extremas, pérdidas económicas inigualables vinculadas a la producción y desastres climáticos que se cobran vidas y cuestan dolorosos desarraigos migratorios.
Estamos lejos de medir el costo social de las pérdidas culturales, del volver a empezar lejos de casa y del saldo de pobreza que arrojan inundaciones, terremotos y eventos climatológicos extremos.
Aun así, esta cumbre estuvo totalmente vacía de líderes políticos responsables de las decisiones que pudieran torcer, al menos un poco, esta dura realidad.
No hay acuerdo cómo reducir las emisiones contaminantes.
HACERLE EL VACÍO AL CAMBIO CLIMÁTICO
Con grandes ausencias de los países de los que se requiere mayores respuestas y en un contexto de guerras mundiales, esta COP tuvo más sabor a viaje estudiantil, con presencia de funcionarios de segunda o terceras líneas de los equipos de gobierno.
Con intentos por mostrar iniciativas exitosas, quizás por destacarse en algunos de los puntos a abordar en los planes climáticos, pero con muy poca presión social y casi inexistente voz en las calles.
Desde la COP 1 el nivel de los mares aumentó 9,7 centímetros. Y los desastres causados por el cambio climático han sido cada vez más frecuentes y devastadores.
Desde la COP 1 la población del mundo creció en 2.232 millones de personas. El nivel de los mares aumentó 9,7 centímetros. Y los desastres causados por el cambio climático han sido cada vez más frecuentes y devastadores.
Además, el 2021 fue el sexto año más cálido registrado según los datos de temperatura de la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica). Aun así, este año (como los últimos pasados) iniciaba con gran expectativa dado el seguimiento de la comunidad en los temas climáticos y más aún, los innumerables informes científicos elaborados acerca del avance y el riesgo del cambio climático global.
ACCIONES, FINANCIACIÓN Y TRANSPARENCIA
Así comenzaba la COP27 con el discurso de apertura de Simon Stiell (Secretario Ejecutivo de ONU Cambio Climático), quien destacó tres áreas críticas de debate para este año.
La primera vinculada a un cambio transformacional hacia la aplicación del Acuerdo de París y la conversión de las negociaciones en acciones concretas.
La segunda, consolidar los avances en las importantes líneas de trabajo de mitigación, adaptación, financiación, y pérdidas y daños, si se intensifica la financiación para hacer frente a los impactos del cambio climático.
El tercero, mejorar la aplicación de los principios de transparencia y responsabilidad en todo el proceso de cambio climático de las Naciones Unidas.
Este encuentro comenzaba celebrando la inclusión sobre el tema pérdidas y daños en la agenda, y discutiendo las acciones de mitigación y remediación, entendiendo que la plantación de árboles jóvenes no es la solución a la devastadora destrucción identificada a lo largo y ancho del planeta de bosques nativos y recursos naturales que representan la captura de dióxido de carbono más importante.
Los responsables de cambiar el sistema lo están haciendo muy mal. Un mundo cada día más peligroso.
CAMBIO DE CO2 POR ENERGÍA NUCLEAR
Otro de los puntos relevantes del encuentro fue el tema energético, principal responsable de las emisiones de CO2. Si bien el hidrógeno verde y el azul asoma como alternativa y tuvo un escenario protagónico, las discusiones rondaron sobre la continuidad frente a la utilización futura de combustibles fósiles, la insistencia sobre el uso del gas como alternativa y la falta de acuerdos real para la transformación de la matriz energética a partir de las renovables.
Es que la presión es muy grande y el fantasma de la energía nuclear parece aparecer una y otra vez, sobre todo, para los países europeos.
Finalmente, la falta de acuerdo en las entidades financieras responsables de generar las herramientas económicas, sobre todo para los países en desarrollo es lo que ha provocado la prolongación de esta COP durante 48 horas más.
Los bancos multilaterales de desarrollo son una pieza vital en el rompecabezas de las finanzas para financiar las medidas de mitigación y adaptación.
Los bancos multilaterales de desarrollo son una pieza vital en el rompecabezas de las finanzas: mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5 °C requiere cambios fundamentales en la forma en que se canalizan y gestionan los flujos financieros de las instituciones financieras internacionales (IFI) de propiedad y respaldo públicos.
Cumplir con los planes de los países, sobre todo los de menores recursos, es una meta que se prolonga año tras año. Ya el 2030 está detrás de la puerta y se replantean iniciativas hacia el 2050. Es que, si seguimos corriendo las metas, el desastre climático comienza a dejar lesiones irreversibles.
UN MUNDO CADA VEZ MÁS PELIGROSO
El mundo empieza a tornarse un lugar peligroso. Si los encuentros de la Confederación de las Partes no comienzan por plasmar posiciones reales sentando a los grandes gobiernos influyentes del mundo, solo obtendremos cientos de documentos de páginas ilegibles, objetivos a larguísimos plazos y movimientos continuos de las metas.
Se esperan 48 horas cruciales para modificar el rumbo de diez días de eventos deslumbrantes, paisajes atractivos y paneles de ilusiones verdes para lograr un compromiso real y un cambio de rumbo en los modos de producir y consumir para la humanidad.
Mientras tanto se cocina una nueva sede de cara a 2023, arden cientos de miles de hectáreas en el mundo y las guerras siguen teniendo de trasfondo el manejo de la energía y el petróleo de las grandes potencias del mundo.
Ojalá seamos capaces de torcer nuestros destinos, la desconfianza y los enfrentamientos son cada vez más grandes entre los desarrollados y los que están en desarrollo, entre el norte y el sur.
Mientras tanto esta nueva edición de la COP dejó un saldo de lindas fotos turísticas en Instagram, grandes silencios y demasiadas incertidumbres para un mundo en llamas.
El peronismo tiene su 17 de octubre, pero también su 17 de noviembre: el día del retorno de Perón tras más de 17 años de exilio y proscripción. Sobre esos episodios, escribe Mónica Bartolucci en este adelanto de su próximo libro «Cuando pueda, vuelvo».
Juan Domingo Perón acompañado por Héctor Cámpora y José López Rega en su retorno.
EPISODIO 1
Unos meses antes de la enajenación anticomunista de los militares que produjo la masacre de Trelew, los “peronistas de Perón”, al estilo de Osinde, comenzaron a sentirse un poco raros. Habían luchado diecisiete años para que Perón volviera al país, y aunque durante todo ese tiempo convivieron con caras nuevas que entraban y salían de las reuniones secretas o de las unidades básicas de los barrios, desde 1971 en adelante la cuestión fue diferente. Las chicas y chicos que empezaron a caer al nuevo baile de la Argentina estaban demasiado desprolijos para los viejos y fieles guardianes del movimiento. ¿Y estos pibes de donde salieron? Les molestaban los pelos largos, las minifaldas, que cantaran zambas a los gritos, que se pusieran ponchos, pero sobre todo les fastidiaba mucho que lo enaltecieran tanto al Che Guevara y lo mezclaran con las fotos del general. Esta juventud no tenía mucho que ver con las organizaciones juveniles “especialmente militares” que Osinde quería preparar “para el futuro”, como le escribió a Perón.[1]
“¡Los muchachos peronistas todos unidos triunfaremos!” decía la marcha histórica. Se les ensanchaba el corazón, pero aunque la cantaran a voz en cuello desafinaban bastante, porque la tormenta peronista estaba por desatarse. A esa altura, los cantos eran más cortitos pero contundentes. Unos cantaban “¡Perón, Mazorca, los bolches a la horca!”, y los otros “¡Salta, salta, salta pequeña langosta, que a los fascistas los hacemos bosta![2]
En la Argentina de los primeros setenta no había tregua, porque la convulsión era general y a la represión de las fuerzas de seguridad contra las organizaciones guerrilleras se le sumo el enfrentamiento interno dentro del movimiento peronista. Finalmente, en 1972, Perón decidió aceptar las condiciones para volver al país.
A esa altura de los acontecimientos, parecía más un jingle publicitario que otra cosa, porque si algo sucedió es que desde los primeros años setenta los peronistas se separaron en muchas facciones y se tirotearon entre sí. 1971 es un año para tener en cuenta respecto a estas divisiones. Héctor Cámpora, otro fiel miembro de la antigua guardia pero mejor adaptado a las nuevas ideas, quedó a cargo del Movimiento Nacional Justicialista, mientras que la juventud pelilarga y radicalizada se incorporó como “la cuarta rama del movimiento”. Esta participación estuvo representada por Rodolfo Galimberti, un personaje entre aventurero, exaltado y algo figurón, que terminó militando en Montoneros. Pero en ese 1971, también tallaban la piedra del peronismo otros sectores juveniles que eran de derecha y anticomunistas. Eran los militantes del Comando de Organización (CdeO) o los de la Concentración Nacionalista Universitaria (CNU), nacionalistas aguerridos parecidos al cómic Boogie el aceitoso de la autoría de Fontanarrosa.
En una importante ciudad balnearia argentina, en diciembre de 1971, la Concentración Nacionalista Universitaria y sus aliados en la policía y los sindicatos entraron a los cadenazos a una asamblea universitaria y mataron a una alumna de primer año de Arquitectura. Así que los setenta comenzaron con una picante ensalada ideológica en la que la izquierda peleaba por el peronismo como un camino a la revolución socialista y la derecha se declaraba a sí misma como una militancia verdaderamente “patriótica y peronista“, donde se sería “implacable contra los traidores”.[3] Para cumplir con tan pacífico fin, no dudaron en hacer muy buenas migas con las organizaciones militares y policiales capacitadas especialmente para combatir contra los circunstanciales enemigos. Un historiador le dedicó todo un libro a esta batalla, se los sugiero.[4]
En la Argentina de los primeros setenta no había tregua, porque la convulsión era general y a la represión de las fuerzas de seguridad contra las organizaciones guerrilleras se le sumo el enfrentamiento interno dentro del movimiento peronista. Finalmente, en 1972, Perón decidió aceptar las condiciones para volver al país. Así que, muchachos, a limpiar las alfombras, sacar lustre a la vajilla y peinarse para la foto, que el general se está poniendo el traje. “Cuando pueda, vuelvo”, dijo, y volvió.
EPISODIO 2
La emblemática imagen de Perón junto a José Rucci y Juan Manuel Abal Medina.
Mirar de cerca el 17 de noviembre de 1972, día del primer regreso de Perón al país, nos da una idea bastante cabal de los pingos que había elegido para correr esa carrera, la última de su vida, una vez que se instalara definitivamente. La verdad es que prefirió ser acompañado por sus amigos de toda la vida, hombres de bigotes peronistas, diríamos, y no imberbes (como denominó en un acto un tiempo después a los miembros de las organizaciones de izquierda). Por lo menos ese es el indicio que nos da el análisis del “Comité de Recepción” que él mismo había formado, integrado por gente con años de tradición en el movimiento, como José Rucci, Lorenzo Miguel y Jorge Osinde, entre otros. Es cierto que también designó a dos personas que representaban a la juventud peronista, pero no optó por ninguno de los representantes de las organizaciones político armadas revolucionarias de izquierda que peleaban por su vuelta. Eligió para estar en aquella comisión de regreso a Juan Manuel Abal Medina y a Norma Kennedy, esta última en representación de los jóvenes más ortodoxos.
En realidad, Abal Medina había conocido a Perón hacía muy poco, en 1971. Era una figura interesante desde un punto de vista ideológico porque, como se dice en el barrio, tenía puestos “los huevos en distintas canastas”, aunque en términos académicos podríamos decir que era un mediador entre sectores juveniles radicalizados y sectores militares nacionalistas. Juan Manuel era hermano de uno de los cuadros más importantes de Montoneros, Fernando Abal Medina, que fue asesinado en un bar de William Morris por la policía poco antes de la llegada de Perón al país.[5] Parece que el dueño del bar le vio cara conocida y lo delató, porque la ciudad de Buenos Aires estaba empapelada con su afilado rostro de “buscado” a causa del asesinato de Aramburu en 1970. Juan Manuel en cambio era un poco más tranquilo, no por eso menos convencido de sus ideas. Era un muchacho de intensa formación católica y larga trayectoria para su edad, con aires maduros y, como ya hemos dicho, amigo de los viejos nacionalistas argentinos que boicoteaban al gobierno militar. Pero sus mejores amigos en realidad estaban en Montoneros. ¿Quizás sea por eso que en la foto que ilustra esta sección, en la que se lo ve peinado con gomina al lado de José Ignacio Rucci, se tapa la nariz como si algo le oliera mal en aquel ambiente?
Mirar de cerca el 17 de noviembre de 1972, día del primer regreso de Perón al país, nos da una idea bastante cabal de los pingos que había elegido para correr esa carrera, la última de su vida, una vez que se instalara definitivamente. La verdad es que prefirió ser acompañado por sus amigos de toda la vida, hombres de barbas peronistas, diríamos, y no imberbes (como denominó en un acto un tiempo después a los miembros de las organizaciones de izquierda).
La otra joven designada para la comisión de regreso era Norma Kennedy, una mujer no del todo analizada por la historia argentina. Quien dejó un valioso testimonio sobre todas idas y vueltas de aquel primer regreso fue un periodista llamado Miguel Barrau.[6] Por él nos enteramos que para organizar esa vuelta Perón recibió en Madrid, de manos de Cámpora, un detallado informe realizado por la “Comisión de Regreso”[7] sobre los preparativos específicos pero también sobre el estado de la política argentina. Allí se especificaba muy bien que el horno no estaba para bollos. Miren lo que dice el punto 1 de ese documento acerca del gobierno: “Es evidente el estado de pre-caos que predomina en la vida de nuestro país y de la incapacidad de nuestras autoridades para controlar el desorden y el abuso (como lo prueban Trelew, los secuestros, los artefactos explosivos, los asaltos y atentados personales, las declaraciones sectarias, las torturas, etc.)” [8]
Los historiadores que atienden los climas emocionales se harían un festín si analizaran con detenimiento el punto 6, donde se decía textualmente que: “existen grupos -poco numerosos pero muy exaltados y activos- que están determinados a que dicho regreso no se realice. De estos grupos, tanto los gorilas como los extremistas pueden llegar hasta el atentado personal.”[9] Incluso, el escrito advertía sobre uno de los corrillos que circulaban en esos días, acerca de la “existencia de otros grupos (paraoficiales u oficiosos) destinados a provocar perturbación y justificar así que el gobierno adopte medidas restrictivas o de impedimento al regreso”. Entre las desventajas que planteaba el informe respecto de la modalidad de llegada por aire se mencionaba que, durante el descenso, “expertos tiradores pueden abrir fuego contra las personas”.[10] O sea, en otras palabras, volvemos, pero no sabemos de dónde pueden venir los tiros.
Aunque parezca una película de acción, el peligro era bien real. Así que a los imaginativos peronistas de todas las horas se les ocurrió una idea muy original en la historia política mundial: invitar a un conjunto de personalidades emblemáticas de la cultura y la política argentina afines al general y cargarlos en el avión chárter de la línea aérea Alitalia como táctica de seguridad frente a posibles ataques. Supongo que más de uno de haber tomado alguna pastillita para los nervios antes de volar.
Es decir, después de los múltiples informes de la Comisión, nadie podía argumentar inocencia respecto de ambiente caldeado. Los muchachos peronistas estaban enfrentados al gobierno, pero a la vez todos peleados entre sí. Si bien esto era demasiado para Perón, como militar experimentado y como padre de la criatura comprendió que el enfrentamiento traería consecuencias mayores en un clima en el que los militares sacarían su propio rédito.
Volvamos unas horas atrás así les puedo relatar algunos pasajes de su última conferencia de prensa europea, cuando hizo su paso por Roma, antes de subir al Douglas DC 8 de Alitalia, el Giuseppe Verdi. Perón dijo: “deseo muy simplemente hacer presente el objeto de mi viaje. En primer lugar contactarme con el pueblo argentino, al que tantos años no he podido contemplar sino desde una larga distancia. […] El objetivo de mi viaje como ya lo he dicho en otras oportunidades es llevar la palabra de paz, tan indispensable en estos momentos para la Nación Argentina, que todavía no ha cicatrizado las heridas de una lucha que ha producido tanto mal al país […] asimismo tomo yo las palabras del gobierno argentino, que no solamente me ha invitado a regresar al país sino que hace poco tiempo he leído, aquí , en los diarios de Italia, que quiere establecer un diálogo conmigo, para lo cual no tengo necesidad ni de pedir audiencia. […] Por eso a todos mis compañeros peronista yo les pido que mantengan la mayor prudencia a fin de no provocar acontecimientos desagradables a mi llegada a Buenos Aires. Con eso quiero decirles, hasta mañana, si Dios quiere.”[11]
Independientemente de la interpretación que se hagan de estas palabras, les cuento que la primera vez que Perón pisó suelo argentino, como era de esperar, las cosas no fueron tan románticas y la tensión y palpada de armas a los recién llegados fue una práctica que se reiteró a lo largo del día. Ni bien arribó, el 17 de noviembre a las 11.15 hs, el jefe de la zona militar Julio René Salas subió al avión y después de los cordiales saludos le dijo a Perón que venía en representación de las autoridades argentinas y que su seguridad estaba garantizada por las Fuerzas Armadas. Si bien habían sido autorizadas trescientas personas en el comité de recepción y unos mil quinientos periodistas le advirtió al ex presidente que ”usted, momentáneamente, no se puede acercar a unos ni a otros. Usted puede descender acompañado por tres personas y deberá dirigirse directamente al Hotel Intercontinental. Le ruego manifieste su decisión. Puede elegir, también, el permanecer en el avión o regresar”. Un iluso el comodoro. Eso de tener que volverse ya le había pasado en el aeropuerto de El Galeao, en diciembre de 1964, así que Perón se puso de pie y le contestó: “ Vamos a descender que para eso hemos venido”.
Custodios de un lado y del otro. Desconfianza mutua. En principio, se trataba de que el expresidente derrocado en 1955 abandonase la zona restringida de Ezeiza y se dirigiese a su domicilio particular por unos días, en Vicente López, sin complicaciones por las marchas populares de alrededor. Algo poco probable para la ocasión, como comprenderán.
Después de los primeros abrazos, un grupo reducido participó de las engorrosas conversaciones en el Hotel Internacional de Ezeiza con el brigadier Ezequiel Martínez, secretario de la Junta de Comandantes en Jefe de la Nación. Perón había bajado y estaba en suelo argentino. Devaneos, mensajes cruzados, escenas de discusiones entre el secretario personal de Perón, José López Rega, y la “custodia especial” puesta por el gobierno militar a Perón, con todas las precauciones del caso. Custodios de un lado y del otro. Desconfianza mutua. En principio, se trataba de que el expresidente derrocado en 1955 abandonase la zona restringida de Ezeiza y se dirigiese a su domicilio particular por unos días, en Vicente López, sin complicaciones por las marchas populares de alrededor. Algo poco probable para la ocasión, como comprenderán.
Osinde nunca quería salir en la foto, pero conseguimos una en la que está pegado a su querido general. Es el que va adelante.
Después de tanta fidelidad, es buen momento para recordar una anécdota sobre el misterioso guardián. Viene al caso, por eso se las cuento. Cuando Perón fue derrocado, Osinde fue arrestado por el coronel Cabanillas, quien lo llevó personalmente en su auto hasta Campo de Mayo. Durante el viaje deben haber recordado alguna anécdota en común, imagino, porque habían sido compañeros en el Colegio Militar. Sin embargo, lo más interesante fue el duelo verbal que se produjo cuando Osinde le expresó:
“Lo mejor que podes hacer es detenerme, Cabanillas. Soy el mejor oficial de Inteligencia de este país y si en este momento hay alguna persona peligrosa, esa soy yo. Algún día voy a traer de vuelta a Perón. La historia es un péndulo, Cabanillas, ¿sabías? El poder es un péndulo”.[12]
Aguante, persistencia y fidelidad nunca le faltaron a Osinde. Por fin, el 18 de noviembre de 1972 a las 6:03 de la mañana, Juan Perón, precedido, flanqueado y enmarcado por una movilización militar que superó los 30 mil hombres en el aeropuerto de Ezeiza, comenzó una veloz carrera por la autopista General Richieri en un poderoso Ford Fairlane, después de 17 años y 48 días de ausencia en el país.
[1] Carta de Osinde a Perón, 25 de mayo de 1971. AGN, Depto. Archivo Intermedio, Fondo Juan Domingo Perón.
[2] Tcach, César (2003) La política en consignas: memoria de los setenta. Rosario: Homo Sapiens, pp. 65 y 63.
[3]“Peronismo y universidad”, Dimensión Universitaria, Mar del Plata, 1971, año V, N° 7, pp. 10-12.
[4] Nahmías, Gustavo (2013) La batalla peronista: de la unidad imposible a la violencia política (Argentina 1969-1973). Buenos Aires: Edhasa.
[5] Junto a Carlos Ramus, el 7 de septiembre de 1970.
[6] Barrau, Miguel Angel (1973). Historia del regreso, Buenos Aires: Ed. FA-VA-RO, pp. 88-89.
[7] La misma estaba integrada por Jorge Taiana, José Rucci, Lorenzo Miguel, Alejandro Diaz Bialet, Esther de Sobrino, Benito LLambí, el General Sanchez Toranzo, Brigadier Arturo Bedoya. Luego se incorporan Antonio Cafiero y Héctor Cámpora. Barrau, M. A (1973).
Es claro que municipios y comunas pueden y deben intervenir en políticas de seguridad. ¿Cuáles son las posibilidades? ¿Cuáles son los límites y las experiencias? Algunas respuestas.
Articulación, participación, revisión e innovación, para la seguridad local.
Los municipios en Argentina se constituyeron de manera gradual en interlocutores indispensables e inevitables en temas de seguridad. Indispensables, en el sentido de que difícilmente los otros niveles de gobierno puedan hoy prescindir del conocimiento y de los recursos humanos, materiales y políticos de los gobiernos locales para gestionar ciertos tipos de conflictividad. Inevitables, ya que la ciudadanía tiende a esperar que el nivel político más cercano le ofrezca algún tipo de respuesta a los reclamos que le urgen.
Es cierto que las realidades de nuestros más de 2.200 gobiernos locales difieren en gran medida. También lo es que la contribución de los municipios a la seguridad suele emplear moldes (institucionales) y recetas (sustantivas) familiares. Se crean áreas de seguridad en los municipios, se ponen en funcionamiento centros de monitoreo y se avanza con algún proyecto participativo.
A veces, las estructuras no son más que eso: cáscaras vacías; los centros de monitoreo concentran personal sin capacitación, interés ni instrucciones claras; y a la participación se la trata como un acto performativo.
Muchas de estos conceptos están desarrollados en el libro «Políticas de seguridad municipal» de pronta presentación (ver al final).
FALTA SISTEMATIZACIÓN
Sin embargo, con las limitaciones propias de la situación económico-financiera, a pesar de la recurrente falta de capacidad instalada y de otros factores que poco contribuyen, los municipios han iniciado el diálogo sobre el alcance de una política de seguridad municipal. Lo han hecho con experiencias concretas, cuya riqueza pocas veces es documentada.
Este diagnóstico compartido de respuestas uniformes, innovaciones aisladas y de exiguo registro nos motivó a un grupo de investigadoras e investigadores de distintas ciudades de nuestro país a trabajar en un libro de reciente publicación titulado “Política de seguridad municipal”. Allí, nos propusimos reflexionar sobre la dimensión local de la política de seguridad de una manera integral.
POLICIA LOCAL, CREACIÓN DE ÁREAS DE GOBIERNO Y OTRAS RESPUESTAS RECURRENTES
La bibliografía en seguridad, aunque cada vez mayor, tiende a enfocarse en debates teóricos. A su vez, los estudios tienden a especializarse. De esta manera, se pierde la mirada sistémica de la seguridad. Importan más los resultados que los procesos. Se destacan los éxitos y se disimulan los fracasos. Pero la evidencia es útil en todos los casos: sea que nos ayude a identificar lo que funciona o lo que no. Salvo por el primer artículo, que procura derribar la barrera imaginaria de la necesidad de cambios legislativos como condición previa para definir una política de seguridad municipal, los restantes aplican la teoría para examinar experiencias concretas.
Desde una concepción tradicional de la seguridad, asimilada a la labor policial, los municipios aparecen todavía como entidades carentes de las herramientas necesarias para asumir un rol protagónico.
MUNICIPIOS PUEDEN INFLUIR
Desde una concepción más amplia de la seguridad, las oportunidades para promover o participar de políticas de seguridad desde cada uno de los subsistemas (gobierno, policial, prevención, información, seguridad privada, participación ciudadana y relaciones interestatales) son múltiples.
Los municipios pueden influir en la seguridad a través de una gama de mecanismos propios y de coordinación.
Algunos de ellos son la creación de observatorios locales de seguridad, la promoción de la participación de los vecinos en la gestión y control de la seguridad local y el monitoreo, evaluación y/o participación en las políticas de seguridad provinciales o nacionales que se implementan en la jurisdicción.
Los municipios pueden influir en la seguridad a través de una gama de mecanismos propios y de coordinación.
Además de las medidas señaladas, aparecen aquellas recurrentes: la creación o ampliación de estructuras de gobierno de la seguridad, la instalación o ampliación de centros de monitoreo y el desarrollo de sistemas de patrullaje municipal.
Un aspecto a destacar de la primera, es que en el caso analizado de la provincia de Buenos Aires no se observan diferencias significativas en las características de la conformación de estas áreas según las identidades políticas: prevalecen titulares de áreas varones, abogados, expolicías o exmilitares.
Si la academia dio por saldado el debate sobre la policialización y la militarización de la seguridad y sobre la paridad de género, la práctica nos interpela.
Para no eludir al elefante en la habitación, nos preguntamos qué significa que una policía sea municipal.
ALCANCES DE UNA POLÍTICA LOCAL
La definición propuesta contiene tres características definitorias: que su modelo sea de proximidad; que actúe territorialmente dentro de los límites de un municipio; y que dependa funcionalmente del gobierno local.
Esta definición es útil para el análisis de casos como el de la provincia de Buenos Aires, que cuenta con iniciativas tanto provinciales como municipales que, sin embargo, no cumplen con las propiedades identificadas. No es un tema menor la descentralización policial. Sin embargo, a la luz de las experiencias registradas, no parece viable continuar evitando el abordaje directo de este tema.
Tampoco procuramos obviar otros dos de los grandes temas: la videovigilancia y la participación comunitaria.
En el caso de la instalación de cámaras de seguridad presentada como una medida de prevención situacional ambiental del delito, esto es, con expectativas de modificación del comportamiento de potenciales infractores, se hizo un repaso de los estudios existentes.
DE QUE PARTICIPACIÓN HABLAMOS
Si bien estos nos hablan de otras experiencias y no suplen, en modo alguno, la necesidad de realizar evaluaciones de impacto y de generar evidencia propia, sí nos advierten sobre sus límites en cuanto al objetivo preventivo, sobre los temas éticos que surgen al emplear determinadas tecnologías (como ser, el reconocimiento facial) y sobre una amplia gama de derechos que entran en juego y cuya resguardo va a requerir de la adopción de medidas especiales de protección de la información recabada.
En lo que hace a la participación comunitaria, la publicación toma el caso de Bahía Blanca para reflexionar sobre sus alcances. Descarta así la posibilidad de pensar a la participación en abstracto.
Las formas que tomó el caso analizado no son muy distintas a las que se observan en otras ciudades: el impulso que otrora tuvieron los foros, su persistencia casi exclusiva a nivel legislativo, el peso de los liderazgos locales y las dificultades vinculadas a la convocatoria de la ciudadanía.
Si antes destacamos la importancia de la producción local de información, en este punto reforzamos la necesidad de considerar a los y las ciudadanas como algo más que un sujeto de información: la participación requiere acción.
NARCOTRÁFICO, ACOSO CALLEJERO Y OTRO POSIBLES CAMPOS DE INNOVACIÓN LOCAL
En el intento de ampliar el abanico de opciones de intervención, incorporamos también otros posibles ejes de trabajo. Entre ellos, la aplicación del enfoque de mercados ilícitos para definir intervenciones locales en materia de narcotráfico. El narcotráfico opera a través de redes que atraviesan a los municipios.
Con una mirada realista de los recursos necesarios, destacamos el potencial de los gobiernos locales en la producción de información sobre las dinámicas del mercado ilícito de drogas en su territorio. También, en la coordinación de acciones, la contención de sectores poblacionales vulnerables y otras medidas que parten de un enfoque de salud.
Por otro lado, el rol activo de los gobiernos locales en el diseño de políticas de seguridad con perspectiva de género encuentra en el acoso callejero una temática muchas veces invisibilizada que podría atender.
El urbanismo feminista ha contribuido a poner de relieve que la vida en la ciudad no es la misma para todas las personas. Las situaciones de acoso callejero son violencias que afectan particularmente a mujeres. Destacamos algunas de las iniciativas en materia de mapeo, de facilitación de canales de denuncia, de reglamentación y de prevención.
DERECHOS HUMANOS
Por último, la prevención de la violencia institucional, temática poco trabajada desde los gobiernos locales, aparece como un campo necesario para asegurar una distribución equitativa de los servicios de seguridad que permita superar la falsa dicotomía entre derechos humanos y seguridad.
Repasamos algunas de experiencias como la del Consejo Local de Control Ciudadano para la Prevención de la Violencia Institucional de Punta Indio y el Observatorio de Violencia Institucional de las Fuerzas de Seguridad hacia las niñeces y juventudes de La Matanza.
En resumen, con la publicación» referida»Políticas de seguridad municipal» intentamos continuar y profundizar ese diálogo abierto sobre el rol de los gobiernos locales en seguridad en la Argentina.
Así como creemos que es necesario no perder una mirada integral de la seguridad, también sostenemos que no somos el único país que enfrenta dificultades a la hora de diseñar políticas de seguridad desde el territorio.
PRESENTACIÓN DE LIBRO
Estos conceptos están en el libro «Políticas de seguridad municipal», editado por María Eugenia Carrasco, miembro de Amassuru, red de mujeres expertas en seguridad y defensa en Latinoamérica y el Caribe. Se presentará el 17 de noviembre de manera virtual con aportes de autoras de Guatemala, Colombia, México, Chile y Argentina. El aprendizaje es colectivo, regional y con perspectiva de género.