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Profesor Damián Ortiz: «Somos responsables de no generar más diálogo con las juventudes»

Profesor Damián Ortiz: «Somos responsables de no generar más diálogo con las juventudes»

No es un teórico. Le gusta enseñar. Usa YouTube y Fortnite. Invoca a Pablo Freire. Propone más diálogo con las chicas y chicos. Lo distinguieron como inspirador. Sistema educativo desde la perspectiva de un docente.
Damián Ortiz espezó a grabar sus primeras clases para YouTube con la ayuda de sus alumas y alumnos.

El trabajo docente no suele ser noticia. Tampoco tapa de diarios. Hasta que se vuelve noticia. El profesor Damián Ortiz es noticia esta semana. Tapa de diarios, porque un diario lo reconoció como el Docente Inspirador del Año (el diario Clarín con la aseguradora Zurich Argentina). Le entregaron plata y visibilidad.

Pero el lunes, Damián seguirá haciendo su tarea. Enseña hace 12 años con juventudes y con adultos en las aulas del barrio. Así fue buscando incorporar las tecnologías para generar más entusiasmo sobre su materia: matemáticas. Las mismas pibas y pibes le ayudaban a grabar los primeros videos para YouTube, porque les gustaban sus clases: va por los 5 mil suscriptores y el medio millón de vistas a sus lecciones.

El canal de Youtube Matemáticas Positivas fue su primera herramienta, complementando el contenido duro de la ciencia con juegos clásicos como el ajedrez, el sudoku y juegos en red como Fortnite. El aprendizaje como un proceso lúdico. Sus clases con más asistentes son “Supresión de paréntesis, corchete y llaves” y “Función cuadrática”.

La atención sobre sus clases se multiplicó con la pandemia. El Profesor fue un soporte, un acompañamiento. No se percibe a sí mismo como un héroe solitario. Reivindica la educación pública, la educación popular, la innovación y se traza conexiones con la pedagogía de Paulo Freire.

«Nosotros tenemos que irnos adentrando en esa realidad y en el contexto de nuestros chicos. Y es aquí donde la pedagogía de Pablo Freire se tiene que hacer presente en nuestras aulas».

Esta no es la entrevista a un especialista en sistemas ni a un analista de políticas educativas. El profesor Damián Ortiz habla desde su función docente, del que enseña en el aula física de Mendoza o el aula virtual (donde sumó alumnas de muchos países). Siempre nos hace bien escuchar a nuestras profesoras y profesores.

Su vida demuestra que aprender y enseñar es un camino para superar dificultades. ¿La educación pública, laica, universal, gratuita sigue siendo una de las principales herramientas de progreso y crecimiento?

Toda mí trayectoria educativa, desde jardín, primaria, secundaria, terciaria y universitaria, la he transitado en educación pública. Y sigo creyendo en la importancia de la educación pública como una herramienta poderosa que tenemos como Nación. Nos diferencia de otros países en cuanto al acceso universal. Pero también tenemos que valorar y reconocer el enorme trabajo que se realiza desde la educación privada. Sin dudas que tanto en una, como en otra, es necesario realizar cambios profundos al sistema educativo a nivel estructural.

El cierre de las escuelas, le llevó a buscar espacios alternativos de enseñanza. Por el impacto que ha tenido en la comunicación comunitaria y en redes sociales, ha resultado muy efectivo. ¿Cómo se conecta con la formación pedagógica que tuvo en el colegio Normal y la universidad?

En mi caso, comencé con mí canal de YouTube un tiempo antes de que comenzara la pandemia y cerraran las escuelas. Desde hace varios años vengo trabajando con mis estudiantes sobre la comunicación radial comunitaria . Luego comencé a utilizar YouTube como una herramienta más de enseñanza. Se relaciona con la formación pedagógica que tuve en el profesorado desde una visión constructivista, que se enriquece más en la práctica, en el campo de trabajo con los estudiantes. Allí, en el contacto y vínculo que establecemos con nuestros estudiantes, comenzamos a ver la necesidad de implementar nuevas herramientas y entender que cada uno tiene un proceso de aprendizaje diferente. Nosotros tenemos que irnos adentrando en esa realidad y en el contexto de nuestros chicos. Y es aquí donde la pedagogía de Pablo Freire se tiene que hacer presente en nuestras aulas.

Su trayectoria docente también lo ha llevado por centros educativos secundarios para jóvenes y adultos, en escuelas donde abundan las dificultades sociales y donde es necesario el esfuerzo de todos los que participan en la escuela. ¿Qué enseñanza le ha dejado? ¿Qué le cambiaría?

Mucha enseñanza. Cada día aprendo algo nuevo de mis estudiantes, tanto de los adolescentes, como de los jóvenes y adultos. Cada uno trae un bagaje de experiencias y vivencias únicas. Queramos o no, son parte del proceso enseñanza y aprendizaje que desarrollamos en el aula. Están directa o indirectamente presentes sus preocupaciones, sus miedos, sus emociones, lo que han vivido o lo que viven día a día. Todo se inmiscuye en las aulas y está en nosotros trabajar también con eso.

¿Cree que se podría multiplicar su experiencia de usar recursos populares y accesibles para potenciar la capacidad transformadora de la educación?

Por supuesto que sí. Estoy convencido que todos los recursos digitales y tecnológicos que tenemos a disposición, pueden servir como una herramienta para potenciar el trabajo educativo que se realiza dentro del aula.

¿Cuáles son las resistencias que ha encontrado y cuáles son las que sabe que existen para llevar la innovación a los espacios formales de aprendizaje?

Hay resistencias de todo tipo, desde aulas y escuelas con muy poca conectividad, escuelas en las que directamente no tienen acceso a ninguna computadora. A los CENS (Centros de Enseñanza Secundaria) de adultos no llegan las netbooks del gobierno, como si llegan a otras escuelas de nivel secundario. También hay resistencias, muchas veces, a no querer cambiar las formas antiguas y tradicionales de enseñar.

«Creo que uno de los factores principales de expulsión o fracaso es cuando los chicos no se sienten parte de la escuela y del sistema educativo, o no tienen sentido de pertenencia, cuando no se sienten incluidos y contenidos».

¿Los espacios informales pueden desplazar a los formales o lo piensa como algo complementario?

Creo que la pandemia nos demostró la necesidad de incorporar dentro de las clases formales todos los recursos formales o informales que están a disposición, para complementar la tarea educativa en el aula. No creo que tengamos que reemplazar una cosa por la otra, sino que se tienen que retroalimentar y sumar como al proceso de enseñanza.

Si pudiera jugar a soñar una escuela pública ideal, con un sistema educativo ideal, ¿cómo sería?

Creo que se hace difícil imaginar una escuela ideal, cuando no tenemos una comparación concreta en la cual posicionarnos y en la que podamos generalizar. Cada una tiene contextos y realidades totalmente distintas. Cada aula, cada estudiante, cada docente son diferentes, tienen un proceso de aprendizaje diferente. Pero si me imagino un sistema educativo que integre a todos los actores de la sociedad: los gobiernos, los medios de comunicación, las empresas. Todos trabajando desde uno y otro lado hacia un mismo objetivo, comprometidos realmente con una educación que se construye entre todos a corto y largo plazo.

En su trabajo de inclusión con juventudes, ¿cuáles son los principales factores de expulsión o fracaso que tienen los pibes y pibas? ¿Qué experiencias pasa en limpio?

Creo que uno de los factores principales de expulsión o fracaso es cuando los chicos no se sienten parte de la escuela y del sistema educativo, o no tienen sentido de pertenencia, cuando no se sienten incluidos y contenidos. Creo que el mismo “sistema” es el principal factor de expulsión a nivel general de los estudiantes. En muchas ocasiones se convierte en un círculo que se les hace difícil de superar.

En las juventudes populares y más vulneradas, se observa un creciente hartazgo y frustración. ¿Crees que pueden volcarse masivamente a promesas autoritarias y poco democráticas?

Creo que es una suma de muchas cosas. Es difícil generalizar culpando a un solo sector. Toda la sociedad somos de una u otra manera responsables de no generar más espacios de diálogo, de convivencia, de comunicación, donde se fomenten espacios donde puedan expresar lo que piensan, sus emociones y deseos.

QUIÉN ES

Damián Ortiz es profesor de matemáticas. Tiene treinta y seis años, un hijo y está casado. Estudió en la Escuela Normal de Mendoza. Está cursando la Licenciatura en Ciencias de la Educación en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN). Tiene un programa de radio en FM 103.3 Radio El Camino y el canal de YouTube «Matemáticas Positivas». Trabajó desde el principio de su carrera en el centro de enseñanza para jóvenes y adultos CENS 3-500 “Pr. Anselmo Morales”. Ahora Actualmente da clases en el CENS “Prof Dante Bufano”, el CENS “Dr. Aníbal Aubone” y el CENS “Dr. Enrique Gaviola”. Hasta hace muy poco tiempo trabajó en la Esc 4-039 Cruz de Piedra, técnica en Madera y Muebles.

COP 27: llegó la hora de la acción

COP 27: llegó la hora de la acción

El tiempo se agota, las decisiones no llegan. Retacesos al financiamiento para la mitigación. Pocos cambios sobre las emisiones. La Argentina está entre los principales contaminadores, pero faltan las medidas.

Las sequías ya afectan a la mayor parte de la superficie argentina.

Desde el 6 de noviembre se desarrolla en Egipto la 27 Conferencia de las Partes (COP), con la esperanza de la humanidad puesta en modificar posturas y comportamientos, actitud que los líderes mundiales se esfuerzan por contrarrestar.

Uno de los principales temas en discusión pasa por la creación del “fondo de pérdidas y daños”, el cual surgiría del aporte de las principales economías para beneficio de los países más afectados. Un grupo de economías desarrolladas ha decidido dar el paso, desafortunadamente los actores más relevantes siguen negando su aporte al fondo solidario.

También en la COP se negocian medidas de financiamiento y mayor protección para bosques y selvas tropicales, con una porción de los fondos yendo directamente a los pueblos indígenas -reconociendo así el rol de estas comunidades en la protección de la naturaleza.

Aun cuando varios los países de la región apoyan la iniciativa lanzada en Glasgow 2021, otros se muestran remisos por las obligaciones que le impondría la membresía. Sea la quema de combustibles fósiles o bien la deforestación, ambas acciones aceleran la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera. Tal como expreso el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, ante el plenario de la COP, la lucha por el cambio climático se halla indisolublemente asociada a la preservación de la biodiversidad.

CON EL AGUA AL CUELLO

Entre las diversas propuestas hasta aquí surgidas, destaca el realizado por Tuvalu, una de las tantas islas vulnerables al avance en el nivel de los mares. Kausea Natano, el Primer Ministro de esta pequeña isla del Pacífico, clamó por avanzar hacia un tratado de no proliferación petrolera.

Cabe mencionar que este llamado resulta lógico, la comunidad científica plantea que nos hallamos al límite del presupuesto de carbono -de seguir con los fósiles la acumulación de gases de efecto invernadero pueden dispararse a límites inconcebibles.

La comunidad científica plantea que nos hallamos al límite del presupuesto de carbono -de seguir con los fósiles la acumulación de gases de efecto invernadero pueden dispararse a límites inconcebibles.

Un último aspecto a destacar de las negociaciones que se desarrollan en Sharm El-Sheik, Egipto, es el documento emitido por Naciones Unidas (“Integrity Matters: Net Zero Commitments by Businesses, Financial Institutions, Cities and Regions” UN 2022), el cual destaca el alto nivel de lavado verde (greenwashing) que realizan empresarios, entidades financieras, y gobiernos. 

La Argentina se presenta como parte del Sur Global, se declama como afectada al tiempo que reclama resarcimiento. Obviamente, lejos estamos de los niveles de emisión de EE.UU. o China, pero si consideramos lo acumulado desde los albores de la revolución industrial hasta aquí, observamos que nuestro país no resulta exento de culpa: Argentina califica entre los veinte mayores contaminantes. Puesto en perspectiva, Mia Mottley, Primera Ministro de Barbados, nos diría que su país merece los fondos con urgencia. Y la razón, ciertamente, le asiste. 

ARGENTINA: POCO INTERÉS POR LOS RENOVABLES

Cambiemos de perspectiva, miremos a futuro: las emisiones que podrían evitarse. Al evaluar la transición energética, lamentablemente, observamos un escaso interés por los renovables (salvo que consideremos al gas natural como un combustible “limpio”).

«Estamos en una carretera al infierno climático con el pie en el acelerador», advirtió el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.

En lugar de apostar por las tecnologías del futuro se avanza con Vaca Muerta, se licitan permisos de exploración en la plataforma submarina bonaerense. Tampoco se habla del riesgo financiero que impone tal decisión, aún cuando diversos informes destacan la pérdida de valor que enfrentarán los activos del sector en pocos años. Se deja la transición en manos del sector petrolero, no importa quién esté en el gobierno.  

Al considerar el rumbo adoptado en materia productiva, vemos un respaldo unánime al ahondamiento del extractivismo por gran parte de la dirigencia argentina. Tal como aconteció en Glasgow, el gobierno y las principales entidades del campo acordaron un documento de cara al encuentro en Sharm El-Sheik, el cual destaca las bondades (socio y medioambientales) del modelo de agro-negocios imperante en la Argentina.

BLOQUEOS A LA LEY DE HUMEDALES

Muchos aducirían la necesidad de desarrollo, para así responder a las urgencias sociales. De un lado de la grieta, que debemos dejar actuar al mercado. Los precios vendrían a señalar el momento del cambio. Solo el Estado puede resolver el problema, el mensaje que surge del otro lado de la grieta. Las medidas que adopta el gobierno van en la dirección correcta, las críticas surgen de un grupo de “ambientalistas radicalizados”. Mientras tanto, numerosos habitantes de nuestro país se ven condenados a respirar humo. Gobierno y oposición, ambos bloquean la Ley de Humedales. 

Entre 2020 y 2021, en el contexto de la prolongada bajante extraordinaria del Paraná y el agravamiento de la sequía, se quemaron más de 700.000 hectáreas del Delta e islas del Paraná. En 2022, hasta el 21 de agosto ya se quemaron 196.073 hectáreas de ese territorio.

La inseguridad alimentaria, la subalimentación y el hambre siguen creciendo en la Argentina. De la misma forma, cada día son más los territorios que se sacrifican en pos del desarrollo.

Pero no sólo los incendios están matando la biodiversidad, la Argentina corre el riesgo de perder su mayor bosque nativo: el Gran Chaco, el segundo ecosistema forestal de Sudamérica. Si se considera el área donde se asienta este ecosistema (Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa), Greenpeace estima que en un año (2021), se desmontaron más de 113.000 hectáreas.

Unos y otros, en definitiva, se han convertido en fervientes defensores de la teoría del derrame, aunque al final poco se derrama. La inseguridad alimentaria, la subalimentación y el hambre siguen creciendo en la Argentina. De la misma forma, cada día son más los territorios que se sacrifican en pos del desarrollo, especie de canje de naturaleza por desarrollo económico que beneficia a los menos.

Podemos decir que la postura del gobierno refleja inconsistencia, aunque la misma resulta atribuible a gran parte de la dirigencia del país. La Argentina califica como país de ingresos medios, se percibe como emergente, al tiempo que intenta perfilarse como un actor global relevante -basta mencionar que forma parte del G20.

LLEGÓ LA HORA DE REVELARSE

Sin embargo, en las negociaciones ambientales nos percibimos como perjudicados. Planteamos financiar nuestra lucha contra el cambio climático a partir del esquema de canje de deuda soberana, al tiempo que avanzamos con la explotación petrolera (industria, cuyo accionar acelera el problema climático). Un razonamiento, por cierto, difícil de explicar para quien habita en Tuvalú.

Debemos reconsiderar nuestra perspectiva, que tipo de desarrollo ambicionamos. El futuro puede que sea hermoso, también que resulte a escala humana. Ello sólo será factible si evitamos que la temperatura promedio del planeta siga aumentando, si logramos revertir la pérdida de biodiversidad. Estamos cerca de perder toda esperanza, no podemos dejar librado nuestro futuro ni el de nuestros hijos a los líderes del planeta.


En el año 1989 la Internacional Socialista planteaba lo frágil del equilibrio ecológico, la amenaza de la sobreexplotación. Frente al peligro que encierra el cambio climático, destacaba el documento “los socialistas levantan los valores de la solidaridad y la democracia. Todos los seres humanos tienen el mismo valor. Es necesario configurar una nueva era de crecimiento económico diferente, que dé prioridad a la calidad del desarrollo”. Al tiempo que se producía dicha declaración el dióxido de carbono acumulado en la atmósfera alcanzaba las 352,57 partículas por millón (ppm), la última medición observada es de 417.9 ppm. Es tiempo de actuar, tal como lo sostiene el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, llegó la hora de rebelarse.

De cómo las redes operan para el control social

De cómo las redes operan para el control social

Desde la propaganda estatal de las dictaduras del siglo XX, hasta los genocidios organizados en grupos de WhatsApp. Un breve resumen de la desinformación.
La desinformación como herramienta de control.

Un 16 de septiembre de 1989 Boris Yeltsin visitó un supermercado texano. No podía creer la variedad y la prosperidad americana disponible para el común de la gente. Su primera reacción fue creer que esto era una trampa diseñada por los norteamericanos, pero todas las tiendas eran iguales. “Si en mi país la gente viera esto, habría una revolución … Ni siquiera en el politburó hay tanta variedad de productos”.

Dos años más, Yeltsin pondría fin a la Unión Soviética, declarando que este conocimiento que había adquirido sobre Estados Unidos lo condujo a este momento. Era increíble como alguien tan cercano al poder, no podía escapar de la misma propaganda estatal.

Con la caída del bloque soviético, y la aparición del internet, una nueva corriente del pensamiento entre estadistas empezaba a ponerse en boga: “Las sociedades democráticas liberales son el fin de la historia”. La aparición de esta novedosa tecnología llamada el Internet, parecía confirmar los dichos de Francis Fukuyama.

MOVIMIENTOS DEMOCRATICOS DE ACTIVISMO CIVIL

De repente, cualquier persona podía sentarse en una computadora o celular e informarse, con sus fuentes favoritas, aquello que le interesaba. Se podían saltar la propaganda estatal y lo que dijeran las mega cadenas de televisión que, hasta hace unas décadas, controlaban las narrativas de manera casi indiscutible. Cualquier persona puede saltear los apagones digitales con un VPN, y los múltiples servicios de mensajería encriptada, permitiría a los periodistas y testigos reportar desde los regímenes más herméticos del planeta.

“La información quiere ser libre”, dijo Stewert Brand en 1984. Prediciendo lo que el internet traería consigo:  nuevos movimientos democráticos, activismo social por las redes, incluso partidos parlamentarios que abogaban por la libertad absoluta de la información (como los partidos piratas en Europa) o comunidades virtuales dedicadas al hacktivismo, tal como Anonymous o WikiLeaks.

La esperanza era que el Internet llegó para poner fin a la propaganda, y que la verdad, por más incomoda que fuera para los grupos de poder, venía a llevarnos a un futuro transparente.

Movimientos por justicia social como BlackLivesMatter tomaron a Estados Unidos por sorpresa, llevando a que los políticos, de todo el espectro político, tuvieran que al menos responder a estos grupos.

La esperanza llegó a su ápice con la primavera árabe, mientras en el mundo occidental, las sociedades liberales se le plantaban cara hasta al propio capitalismo: El movimiento de los Indignados en España se terminó replicando por cada uno de los continentes, en respuesta a las crisis económicas, las medidas de austeridad tomadas, y los filtros de WikiLeaks que mostraban la corrupción de sus gobernantes o como el gobierno usaba los servicios de inteligencia para espiarlos.

Recientemente, el feminismo se hizo escuchar con el fenómeno de #MeToo o el Aborto en nuestro país. Otros movimientos por justicia social como BlackLivesMatter tomaron a Estados Unidos por sorpresa, llevando a que los políticos, de todo el espectro político, tuvieran que al menos responder a estos grupos.

Toda la información, coordinación, acción y consigna se propagaba (y propaga) por las redes.

ELECCIONES Y SEGMENTACIÓN DE MERCADOS

Había un pensamiento economicista liberal en esta panacea de la información libre. La creencia que los ciudadanos son actores racionales, que frente a la tecnología que les permitiera fácilmente mantenerse informados, protegerían sus propios intereses, y colectivamente, pondrían fin a cualquier gobierno iliberal, por medio del voto o la revolución pacífica.

Parecía en su momento inaudito que un Estado lograra ahora controlar el discurso como lo podía hacer la Unión Soviética. Cualquiera podía ser un periodista, cualquiera podía ser la voz de un nuevo movimiento social.

Cambridge Analytica se vio vinculada con las campañas políticas de Donald Trump, Ted Cruz, y el Partido de la Independencia del Reino Unido durante el referéndum del Brexit.

En el año 2018 aprendimos que esta nueva sociedad mediática podía ser manipulada de una manera que antes no lo habríamos podido imaginar. Cambridge Analytica, una consultora de marketing político de Reino Unido, especializada en la minería de datos, operaba por medio de una aplicación que sustraía información de usuarios Facebook (y de sus contactos), y después la vendían la data para ser usada en segmentación de mercado. Con esta información, los políticos que contrataban a esta firma, podían saber cómo llegar eficazmente a los potenciales votantes.

Cambridge Analytica se vio vinculada con las campañas políticas de Donald Trump, Ted Cruz, y el Partido de la Independencia del Reino Unido durante el referéndum del Brexit. Y lo que fue peor aún, es que aprendimos en estos años que no solo Facebook, sino lugares como Google, YouTube o Twitter, estaban gestionados por algoritmos que, en base a los intereses de los usuarios, buscaban mantener el interés y el tiempo en pantalla, y que en muchos casos, desinformación y extremismo político se esparcía sin intervención del usuario.

En base a las búsquedas e intereses, el algoritmo automáticamente te recomienda contenido similar, sobre todo, aquel que efectivamente ha logrado generar más interacciones. Por ello mismo, resulta natural que se recomiende el contenido más polémico, que despierta las pasiones más fuertes: el discurso de odio.

INTELITENCIA ESTRATÉGICA Y REDES SOCIALES

La frutilla del postre fue descubrir que muchas de estas campañas de desinformación y odio eran orquestadas por agentes de inteligencia rusos, a fin de reducir el área de influencia de la Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN sobre Europa del Este.

Las elecciones norteamericanas y hasta incluso movimientos de derechos civiles en Estados Unidos, fueron interferidas por grupos digitales llamados troll farms, miles de cuentas falsas usadas por agentes del Kremlin para fermentar desconfianza contra las instituciones y medios masivos de comunicación de rivales geopolíticos.

Otros países no se quedan atrás: China que tiene bloqueado a Twitter, cuenta con ejércitos de cibernautas como Wumao (el Partido de los 50 centavos) con millones de posteos diarios para difuminar desinformación.

Países como Venezuela y la India, donde millones de ciudadanos viven en pobreza, son el espacio ideal de donde se pueden reclutar trolls a tiempo completo, como así también la población con mayor analfabetismo digital, capaz de creerse cualquier posteo de las redes sociales.

Actualmente se ven como países como Venezuela y la India, donde millones de ciudadanos viven en pobreza, son el espacio ideal de donde se pueden reclutar trolls a tiempo completo, como así también la población con mayor analfabetismo digital, capaz de creerse cualquier posteo de las redes sociales.

Y si bien podemos buscar responsables, fue espeluznante descubrir que ni siquiera Mark Zuckerberg puede controlar lo que sucede con sus billones de usuarios. Recordemos que Meta no es solo dueño de Facebook, sino Instagram y WhatsApp, con consumidores que hablan idiomas y jergas que ningún programador de Palo Alto entendería. La moderación de tantos espacios digitales en tantos países e idiomas es humanamente imposible.

EDUCAR PARA LA LIBERTAD

Desde hace unos años, el genocidio rohinyá perpetrado por el gobierno de Myanmar, donde se han ejecutado al menos 25.000 personas, se han organizado localmente, por grupos de WhatsApp y Facebook.

Posteos con imágenes fabricadas para incriminar y fomentar el odio a grupos minoritarios y justificar su exterminio, no es algo nuevo en la historia de la humanidad, pero es reciente la accesibilidad y facilidad para que cualquier lego pueda crear, producir y compartirlo

Y con conocimiento, un individuo puede incluso crear videos con inteligencia artificial que replica realísticamente la voz y las expresiones faciales de quien uno quiera. Ahora, no sólo las usan malintencionados que reportan historias falsas, sino también estafadores virtuales.

Si vamos a vivir en una sociedad mediatizada, debemos también ser una sociedad inteligente.

Podríamos seguir escribiendo sobre cómo, este nivel de desinformación ha causado la muerte de miles de personas con los posteos antivacunas, y como actualmente el gobierno de Putin utiliza estos medios para mantener a su población ignorante de lo que pasa en Ucrania. Pero creo que sólo basta que el lector abra su navegador web favorito y lo vea por sus propios ojos, no necesito fuentes para ello. 

Creo que la única solución a estos problemas es enseñar en los colegios como cualquier otra materia, educación mediática. Explicarles que fuentes de información son más confiables, contrastar la información y verificar así la veracidad de las publicaciones que encuentran en las redes. No es una tarea fácil, pero si vamos a vivir en una sociedad mediatizada, debemos también ser una sociedad inteligente.

Años ’30: ¿Cómo hicieron para crecer los partidos socialistas de España y la Argentina?

Años ’30: ¿Cómo hicieron para crecer los partidos socialistas de España y la Argentina?

El historiador español revisa los debates del PSOE y el PS argentino para crecer en militancia e influencia. Apertura y restricciones. Puros e impuros. Debates actuales.
Archivo General de la República: manifestación del Partido Socialista en Buenos Aires, 1 de mayo de 1939.

En este trabajo pretendemos abordar la cuestión de la militancia en partidos socialistas a través de los casos español y argentino en el mismo momento, a principios de los años treinta, aunque las realidades políticas fueran distintas.

Nos interesa aportar unos materiales para ayudar en la reflexión sobre el compromiso político, y sobre cómo abordar, en primer lugar, el problema que podría generar la llegada casi masiva de nuevos militantes en momentos propicios para el partido, como ocurrió en la España que veía inaugurar la Segunda República y donde el PSOE tuvo tanto protagonismo, y en segundo lugar el cómo buscar fórmulas para poder crecer en afiliación, como veremos para el caso argentino a través de la formulación de la figura del simpatizante. Así pues, reflexionaremos sobre los peligros de los crecimientos vertiginosos, pero también de las estrategias para crecer.

Mes y medio después de haberse proclamado la Segunda República, el destacado intelectual y ministro socialista Fernando de los Ríos planteó en un acto celebrado con los estudiantes, el primero de junio de 1931, la cuestión del aumento evidente de la militancia en el PSOE.

AUMENTO DE MILITANCIA EN EL PSOE

El político rondeño temía que solamente hubiera una preocupación por el número, que la democracia se interpretase solamente en función del mismo, que el Partido en ese momento creciese de forma desorbitada. No cabe duda de que era consciente que el PSOE iba a crecer o lo estaba ya haciendo de forma evidente ante su protagonismo en el inicio de la Segunda República. Pero los aluviones no eran convenientes porque terminaban arrollando a los hombres con autoridad, entendida ésta, según nuestra interpretación, no sólo como autoridad política, sino, sobre todo, moral.

Esa democracia no era la que deseaba Fernando de los Ríos, sino, regresando a su argumento anterior, la que partía de dentro hacia fuera, y que permitía que dirigiesen el Partido las personas que merecían “garantía”. Y ese método era el que había aplicar a la naciente democracia en España. Para evitar los aluviones que podían desbordar a las organizaciones socialistas había que emprender una intensa labor pedagógica.

La Agrupación Socialista Madrileña que negaba el acceso a las candidaturas del Partido para diputados y concejales a los militantes que no tuvieran una antigüedad de dos años, como mínimo, en su militancia. Esta medida era claramente defensiva.

Por eso pidió a los jóvenes que se movilizasen para explicar lo que era el socialismo, así como la “emoción socialista”, seguramente aludiendo a lo que era un ejercicio de razón y sentimiento, con el objetivo de crear conciencia. Ese momento histórico necesitaba de ese trabajo, de ejercer la democracia, de hacer política, considerada como el arte de hacer posible lo necesario, y que lo posible llegase a ser necesario.

Pues bien, otro destacado intelectual socialista, Antonio Ramos Oliveira, teorizó sobre lo que aquí nos interesa en un artículo que publicó El Socialista en marzo de 1932.

Para Ramos Oliveira habría dos posturas o tesis dentro del PSOE: una tendencia y una reacción. La primera era la preocupación llena de sentido pedagógico hacia los que habían ingresado recientemente en el Partido Socialista. Esta postura defendía realizar una labor educativa para los que llegaban, y era la del propio Ramos Oliveira. La reacción se ejemplificaba con el acuerdo adoptado por la Agrupación Socialista Madrileña que negaba el acceso a las candidaturas del Partido para diputados y concejales a los militantes que no tuvieran una antigüedad de dos años, como mínimo, en su militancia. Esta medida era claramente defensiva en su opinión.

Había, por lo tanto, que aclarar si el Partido para inmunizarse contra el arribismo político precisaba el cierre de sus puertas.

PRETENDIDA PUREZA IDEOLÓGICA

Esta cuestión se había suscitado por los sucesos de Castilblanco, que habían podido pasar, según acusaciones de algunos sectores del PSOE, en virtud de la propaganda de los recién llegados al Partido, que como no tenían la suficiente formación socialista habían predicado ideas y teorías ajenas al ideario socialista, prometiendo lo imposible.

Pues bien, nuestro protagonista no era de esa opinión. No se podía demostrar que el Partido estuviera mal representado en ningún sitio. Opinaba que era una campaña disfrazada contra el Partido, y promovida indirectamente tanto por los que habían callado como, por personas como el propio Ramos Oliveira, porque habían planteado en la prensa la cuestión de los “nuevos”. Pero insistía que no había problema alguno, y en caso de que se considerara como tal no parecían convenientes los gritos de alarma ni las medidas limitadoras como había hecho la Agrupación Madrileña.

Los defensores de esas medidas aducían que el Partido tenía que defenderse de los que buscaban solamente medrar, pero eso era penalizar a todos los que ingresaban; la privación de derechos era un castigo en una democracia. Esa privación al nuevo militante era imponer una sanción sin que hubiera delinquido. Ramos Oliveira era categórico en rechazar la limitación. El Partido no podía defenderse de antemano de un posible error. El Partido podía, perfectamente, degradar a un diputado socialista que no mereciera serlo.

En realidad, el ingreso en el Partido era como un bautismo, pero nada más. Pero, además, se podía llevar media vida en el Partido y no ser socialista, precisamente porque a ese militante le faltaría la convicción “espiritual” o la convicción “por vía intelectual”.

Ramos Oliveira hacía un alegato a favor del socialismo en general, sin vincularlo automáticamente con el Partido, ya que se podía ser socialista antes de ingresar en el mismo. Al socialismo se llegaba a través de dos caminos: por la sensibilidad o por la cultura, que nosotros interpretamos por los sentimientos o por la razón, en un razonamiento parecido al de Fernando de los Ríos. En realidad, el ingreso en el Partido era como un bautismo, pero nada más. Pero, además, se podía llevar media vida en el Partido y no ser socialista, precisamente porque a ese militante le faltaría la convicción “espiritual” o la convicción “por vía intelectual”.

El problema de existir, siempre siguiendo a Ramos Oliveira, sería solamente de vigilancia por parte de los militantes y de meditación ante los nombres de los posibles candidatos por parte de las asambleas que eran las que elegían a los mismos. Por eso era fundamental que los Comités facilitasen todo tipo de información. En democracia los problemas se solucionaban sin alarmas ni medidas draconianas.

En Argentina, en 1930, se planteó la necesidad de plantear una figura nueva para crecer, la del simpatizante.

EL SOCIALISMO ARGENTINO MÁS ABIERTO

Como es sabido, el compromiso ha sido una de las claves del socialismo internacional, de ahí el trabajo constante de los partidos socialistas para realizar actos, mítines, charlas y asambleas con el fin de difundir el ideario y conseguir más militantes. El crecimiento de la organización ha sido siempre un valor en sí para el socialismo, con las precauciones que hemos visto más arriba.

Los socialistas argentinos consideraban que muchos trabajadores no se afiliaban como militantes al Partido por distintos motivos derivados del trabajo, ocupación, etc., pero que se sentían identificados con el pensamiento y el ideal socialistas, además de participar en los procesos electorales, momentos especiales de todo Partido. Por eso, el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Socialista argentino había resuelto que se elaborase por los centros y agrupaciones del mismo un padrón de simpatizantes.

El Partido tenía en ese momento 2.800 militantes, pero se era consciente que no todos tenían el mismo compromiso. Se calculaba que como militantes activos habría solamente unos 1.200. El objetivo era aumentar la militancia, pero también se era consciente de la dificultad de alcanzar un número sustancialmente mayor de afiliados, debido, siempre según la interpretación orgánica, por las propias condiciones y la rígida disciplina de la organización.

Empadronar un gran número de simpatizantes, sin estar sujetos a la vida activa del Partido, podía ser fundamental para difundir el ideario, fiscalizar en los procesos electorales, además de poder fidelizar un mayor número de votos, sin exigir reglas, pero dándoles la sensación que el Partido les conocía.

Y aquí encajaba perfectamente la fórmula del simpatizante, una figura de menor compromiso y tampoco tan sujeta a las estructuras del Partido, pero que podía ser un elemento fundamental en la difusión de las ideas socialistas y en algunas tareas. Los socialistas argentinos estaban intentando crecer y esta fórmula rebajada de compromiso podía ayudar en este objetivo.

Así pues, empadronar un gran número de simpatizantes, sin estar sujetos a la vida activa del Partido, podía ser fundamental para difundir el ideario, fiscalizar en los procesos electorales, etc.., además de poder fidelizar un mayor número de votos, sin exigir reglas, pero dándoles la sensación que el Partido les conocía y deseaba animarlos a la movilización en determinados momentos.

Además, con esta fórmula los propios simpatizantes se podrían ver estimulados por el reconocimiento que el Partido realizaba de su existencia y trabajo. Podrían convertirse en agentes fundamentales para el desarrollo de la organización y para el avance electoral.Hemos consultado el número 6821 de diciembre de 1930 y los números del día 2 de junio de 1931 y 9 de marzo de 1932 de El Socialista.

«Argentina, 1985»: cuentas saldadas

«Argentina, 1985»: cuentas saldadas

La película es un hecho artístico, un relato basado en la historia, pero también es un fenómeno cultural que despierta emociones. Sumamos a los análisis, un testimonio culposo pero optimista a partir del film.

Notas vinculadas:

Mario Fiore: «Argentina, 1985»: una película pedagógica https://lavanguardiadigital.com.ar/index.php/2022/11/03/argentina-1985-una-pelicula-pedagogica/

Javier Franzé: «Argentina, 1985»: ficción y documento https://lavanguardiadigital.com.ar/index.php/2022/11/03/ficcion-y-documento-en-argentina-1985/

Daniel Muzio: Argentina, 1985: imágenes del juicio histórico comentadas por su autor https://lavanguardiadigital.com.ar/index.php/2022/09/29/argentina-1985-imagenes-de-un-juicio-historico-explicadas-por-su-autor/

Los investigadores de Strassera, caracterizados en la película de Marcelo Mitre.
Los investigadores de Strassera que rescató la película «Argentina, 1985»: Adriana Gómez, Javier Scipioni, Sergio Delgado, Marcela Pérez Pardo, Carlos Somigliana, Lucas Palacios y Nicolás Corradini (Fuente: Infobae).

La película «Argentina, 1985» superó el millón de espectadores desde el 29 de septiembre, cuando se estrenó en los cines. En general, saldó de manera bastante airosa las críticas. No todas. La Vanguardia publica una reseña de Mario Fiore: donde la considera generalista, con intenciones totalizadoras y testimoniales.

El film claramente iba a revolver la memoria asentada sobre ese proceso histórico, eligiendo el punto de vista de los fiscales, esos que en el nombre del Estado construyeron la acusación contra los criminales de la dictadura. Uno de los dos fotógrafos que cubrieron ese juicio histórico, abrió su archivo a La Vanguardia e hizo un recuento breve sobre cómo recuerda los hechos: Daniel Muzio.

Pero el cine hablando sobre un hecho histórico despertó debate sobre lenguajes y la interpretación de la historia en el relato de sus autores. La Vanguardia publica también un profundo análisis de Javier Franzé sobre ese juego de tensiones entre la ficción y lo documental.

Pero un millón de espectadores en las salas de cine en tiempos donde los modos de consumo se han individualizado y replegado a los espacios privados, es un indicio que la película es también un fenómeno cultural, que está dejando una marca política (ha dicho Pablo Gerchunoff que marca el inicio del año de Alfonsín, junto con su libro «El planisferio invertido»).

La película es motivo de conversación en muchos espacios. De amigos, familias. Pero también en el fulbito de los miércoles e incluso en el diván. «Hay gente que se sienta ahí donde me estás hablando de tu recuerdo con Alfonsín y me cuenta angustiada que se enteró por la película lo que pasó en la dictadura», me contó un psicólogo (obviamente, no se puede citar el nombre).

La película es motivo de conversación en múltiples espacios. De amigos, familiar. Pero también en el fulbito de los miércoles e incluso en el diván.

Una horas antes, un gestor cultural, Diego Gareca, me decía que la película ha oxigenado la reflexión sobre las políticas de derechos humanos. Mientras, legisladoras mendocinas lograron media sanción para se exhiba en todas las escuelas como aporte a la currícula.

Soy parte de esa gente a la que les tocó (no he dejado de leer sobre la peli en el último mes). Intentaré acompañar con una mirada personal, una de cientos de miles, lo que me pasó con «Argentina, 1985». El ánimo no es didáctico ni totalizador, tampoco analítico exhaustivo. Ni siquiera un registro etnográfico. Es el testimonio de un espectador argentino, uno más, que podría ayudar a completar este rompecabezas de un fenómeno que seguirá dando que hablar.

LO QUE ME PASÓ

Lo que sigue, fue escrito hace un mes, la misma noche en que volvimos con mi familia del cine. Está teñido por esa primera impresión:

Una película no es la historia. La historia no transcurre como en las películas. Una película es un montaje de símbolos que combinados generan un nuevo símbolo: un mensaje en un nivel superior de significación.

Entonces llegamos nosotros, revolvemos ese mensaje con nuestras experiencias, ideas y recuerdos, para construir otro nuevo. Muchos espectadores, muchos mensajes. Siempre diferentes. Siempre personales.

“Argentina, 1985”, es una película. Buena. Se basa en la historia, pero elige, prioriza, omite, traduce hechos para convertirlos en una historia. La historia que va a contar. Un significante que vamos a procesar desde nuestro tiempo, nuestro lugar y nuestras subjetividades.

Me conecté desde mi experiencia personal, en relación con esa historia que narra y con algunos de los personajes.

Un gobierno democrático, con todas las debilidades y la voluntad de sus políticos, juzgó a una banda de delincuentes atroces y corruptos, que tomaron con las armas el Estado para transformarlo en una máquina de producir dolor y muerte.

Analizar la película como si fuese un manual de historia es comparar peras con manzanas. El análisis cinematográfico queda en manos de los críticos, que revisan los recursos narrativos de la película. El análisis historiográfico queda en manos de los historiadores, que revisan la correspondencia entre lo contado y su interpretación de lo sucedido. Dos disciplinas diferentes, con sus propias técnicas, para analizar dos cosas bien distintas: hechos y narración.

Me partió la cabeza porque me interpeló como testigo muy modesto de uno de los momentos altos de la Argentina como Estado. También de relevancia universal: un gobierno democrático, con todas las debilidades y la voluntad de sus políticos, juzgó a una banda de delincuentes atroces y corruptos, que tomaron con las armas el Estado para transformarlo en una máquina de producir dolor y muerte.

Entonces, moqueo en la proyección.

DE VUELTA A LA HISTORIA

“Argentina, 1985” me hizo ver que a los 14 años, mientras transcurría el Juicio a las Juntas, no entendí que estaba viviendo un momento glorioso para la Argentina y su democracia. Épico. Quizá el último.

Me incomodó cierto ninguneo a Alfonsín, que hoy lo entendemos como el hombre que hacía falta para que los juicios se hicieran. Fue el que mantuvo la convicción de que los asesinos debían ser juzgados, pulseando con la presión de esos militares que tenían en vilo la democracia, del peronismo que había pactado impunidad.

Su prioridad era evitar un golpe de Estado y consolidar la democracia. Se lo dijo al país.

(Alfonsín) se tomó dos horas para tratar de convencerme: en aquel momento, la prioridad era la democracia, repitió y repitió.

También me lo dijo en privado, en ese departamento de la calle Santa Fe donde, en la película, recibió a Strassera. Yo tenía 26 y lo entrevisté para el diario Los Andes. Al final de la charla, le dije que me había decepcionado con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Se tomó dos horas para tratar de convencerme: en aquel momento, la prioridad era la democracia, repitió y repitió.

Siento que fui injusto ese día. No tenía una comprensión profunda de lo que había pasado y que la película me obliga a revisar. Le hablé de decepción al tipo que le echó en cara a Reagan, de visitante en el Capitolio, que la Argentina era un país soberano. El que encaró a los golpistas. El que jugó a debilitar a los dictadores de la región. Que tuvo que dejar el gobierno por errores económicos propios y maniobras de los mismos que llamaron “reconciliación” a la libertad para los asesinos más crueles, borrando con indultos las condenas a los dictadores y más tarde retomando los juicios pero sin mencionarlo.

ESA VEZ QUE ARGENTINA LO HIZO TAN BIEN

En la película el juicio es pura emoción. Como en los films de Hollywood, los intocables a fuerza de coraje y esfuerzo (con el apoyo de un país que iba abriendo los ojos), pronuncian la frase que tenemos tatuada como testigos de aquella época de primavera democrática: «Nunca más».

Entonces, el estómago se te contrae, los ojos se achinan húmedos y querés abrazar a quién esté al lado viendo la película. Un abrazo de gol en la final del mundial. Decirle: mirá lo que pudimos hacer como argentinos. Fuimos grandes, podemos volver a ser grandes. En ese momento no hay grietas, hay desahogo tras años de decadencia que te quiebran la ilusión de mejorar.

Pero te quedás quieto, seguís paralizado. El optimismo se ha vuelto sospechoso. Festejar la democracia suena ridículo ante el reflujo del fascismo.

Es cierto que siendo un adolescente no entendí la magnitud de lo que estábamos logrando como país. Siendo joven, no supe valorar a aquellas mujeres y hombres que enfrentaron con las leyes el horror.

“Argentina, 1985” me sacudió porque, cuando reprimí ese abrazo de esperanza, vi a mis hijos a un lado. En silencio pero atentos. Uno insistió para que fuéramos juntos a ver la película como una ceremonia familiar. La otra, se emocionó hasta las lágrimas con los testimonios de tortura y muerte de las víctimas de la dictadura.

Es cierto que siendo un adolescente no entendí la magnitud de lo que estábamos logrando como país. Siendo joven, no supe valorar a aquellas mujeres y hombres que enfrentaron con las leyes el horror, incluyendo al propio Alfonsín.

Me siento culposo, en estos tiempos en que los herederos de las ideas de libertad, igualdad y democracia estamos bastante golpeados, mientras el negacionismo se hincha aprovechando el desconocimiento sobre lo que vivimos.

Pero ahí estábamos con mis hijos. Después, tomamos vino y hablamos de la película. De la que yo vi. De la que ellos vieron. Ellos entienden bien la democracia. Así, mis cuentas están saldadas.

«Argentina, 1985»: una película pedagógica

«Argentina, 1985»: una película pedagógica

Reseña crítica de la película: la considera generalista, con pretención totalizadora y de dar testimonio.
Una escena calcala de la historia: los fiscales piden a Madres de Plaza de Mayo que se retiren los pañuelos, por solicitud de los abogados defensores.

Primero. “Argentina, 1985”, el título de la película de Santiago Mitre que está en boca de todos tiene ambición generalista, vocación por abarcar y atrapar una época íntegramente y brindar testimonio. 

Segundo. Estamos ante una obra pedagógica. Un manual audiovisual que simplifica y sintetiza hechos complejísimos para llevar un mensaje universal. 

Tercero. “Argentina, 1985” es una obra que disimula al máximo su carácter político. Sus creadores se trenzaron en algunas polémicas que se abrieron muy felizmente a raíz del recorte de los hechos históricos (recordemos siempre que contar es editar), recorte que esta producción realizó en post de la única verdad que tiene el cine masivo y popular: entretener. 

Esta pretensión generalista que la película postula ya desde su título pone a cualquier argentino que conozca más o menos la historia del Juicio a las Juntas Militares en aprietos. Hay que escoger entre la emoción y la épica que el relato persigue o el careo de la narración cinematográfica con los acontecimientos, con los saberes que tenemos en nuestras memorias, con las verdades colectivas que hemos construido como sociedad (que son muchas veces verdades contradictorias y algunas veces complementarias). 

MIEDOS ARTÍSTICOS

Luego de estas tres consideraciones iniciales, abro juicio sobre “Argentina, 1985” y digo que es una película calculadamente emocional y llena de miedos artísticos. Es una película que, paradójicamente, no corre riesgos creativos para contar los enormes obstáculos y riesgos que corrió el fiscal Julio Strassera, su equipo de ayudantes, su familia y el gobierno de Raúl Alfonsín, que decidió sacar del ámbito militar los juicios a los genocidas y llevarlos a la justicia civil. Riesgos que también corrió la democracia argentina cuando tenía pocos meses de vida. Recordemos: los militares eran aún poderosos, tenían músculo y fuerza para continuar con sus golpes de Estado, no eran simples retratos colgados de las paredes del Colegio Militar. 

Santiago Mitre no es un director que me interese particularmente, pero sin dudas que es un autor, sus películas tienen una coherencia estilística y temática. En esta gran apuesta, que tiene importantes jugadores de la industria buscando ganar audiencias globales y hasta el Oscar a la Mejor Película Internacional, a Mitre se lo nota incómodo. “Argentina, 1985” es una película con poco trabajo del lenguaje cinematográfico, parca, muchas veces solemne, parece incluso filmada justamente en los años ‘80s, contemporáneamente a “La historia oficial” de Luis Puenzo. Es cine vintage. 

Lo artísticamente reprochable es que gran parte de los hechos más trascendentes en términos políticos, desde los que facilitaron el desarrollo del juicio a los que intentaron obstaculizarlos, están directamente enunciados por los personajes centrales.

Es una película necesaria, porque sin dudas que el Juicio de la Juntas debía estar en el panteón de nuestra cinematografía nacional, por ello es bienvenida, pero a la vez es una película que nace vieja. No lo digo por la verosímil recreación de los años 80s, ni por las caracterizaciones de los personajes. Lo artísticamente reprochable es que gran parte de los hechos más trascendentes en términos políticos, desde los que facilitaron el desarrollo del juicio a los que intentaron obstaculizarlos, están directamente enunciados por los personajes centrales. Eso hacía el cine de la democracia temprana: subrayar en los diálogos lo que la cámara y sus infinitas posibilidades no sabe o no quiere representar. “Estamos solos”, “hay que convencer a la clase media que apoya a los golpes”, remarca el fiscal adjunto Luis Moreno Ocampo. “Está claro: división de poderes”, dice la esposa de Strassera para interpretar lo que Alfonsín le ha dicho a su esposo en una reunión reservada. 

Hay algunos aciertos en la puesta de escena y en la edición, no son muchos, pero ahí están. La decisión de usar el material de archivo, aquellas imágenes de los testigos que asistieron a declarar ante el tribunal tomados desde atrás de la sala de audiencias por una cámara distante de la televisión pública. Ese material de archivo dialoga muy bien con las escenas recreadas por Mitre, con actores que interpretan a algunos de los testigos más importantes de aquellas jornadas históricas. Sin embargo, muchas veces estas buenas ideas terminan siendo desaprovechadas y entonces vemos cómo el fiscal Moreno Ocampo habla por teléfono con su madre, una procesista acérrima, que le dice que finalmente se convenció de que Videla debe ir en cana, tras enterarse escuchando la radio del caso de Adriana Calvo de Laborde, aquella mujer que debió parir en un auto policial a su pequeña hija mientras estaba detenida ilegalmente. 

EVITAR LO COMPLEJO

La tendencia a evitar lo complejo es evidente en “Argentina, 1985”. Mitre huye despavorido del subgénero de cine de juicios o del thriller político. El marco elegido para la narración son aquellas películas de Hollywood en la que un hombre gris y un equipo de asistentes con nada por perder, se transforman en héroes. Esta propuesta es la que le permite a Mitre introducir a la familia de Strassera, en especial a su esposa y a su hijo pequeño, como personajes centrales. Y permite también introducir la comedia a la narración, un elemento que atenta contra una historia que es forzosamente densa. 

Un ejemplo: la hazaña de recolectar casi 800 testimonios de víctimas de la represión ilegal en sólo cinco meses es mostrada con algunas escenas de turismo for export de la Puna, Córdoba o Rosario, con personajes gesticulando y haciendo caras, con una música edulcorada de fondo. Lenguaje perimido, poco imaginativo. Mitre cae en el vicio de ilustrar escolarmente con trazo grueso. 

La historia exigía mayor riesgo, mostrar más, escamotear menos, correrse de la simple enunciación.

Hay algo más desconcertante en “Argentina, 1985”. Si el espectador entiende que el Juicio a las Juntas Militares es un hecho histórico es porque está dicho y recontradicho en los diálogos, en los carteles que anteceden a la película y con los que terminan. Pero no hay, ni por asomo, un choque frontal con la verdad histórica. No hay un solo fotograma que permita que esa verdad atroz se cuele por sí sola. La banalidad del Mal está enunciada -es decir orada- por una testigo que narra que los represores de menor jerarquía se ensañaban con los detenidos ilegalmente sólo por gusto, naturalizaban los métodos inhumanos y el plan sistémico de aniquilación. Pero no, no basta con este testimonio. Por estricta justicia con el Horror, la historia exigía mayor riesgo, mostrar más, escamotear menos, correrse de la simple enunciación. Alejarse del teleteatro. 

Entonces llega el final que emociona a las audiencias. Porque es allí cuando la película consigue lo que estuvo buscando durante dos horas: aunar a las multitudes, sintetizar y ecualizar sentimientos. El alegato de Strassera es presentado como una pieza de fina retórica, escrita por él y sus amigos dramaturgos. Pero a no confundirse, si el “señores jueces: Nunca Más” pronunciado por Ricardo Darín tiene la fuerza de un eslogan, de una canción que cantamos todos en un karaoke, es porque para este momento del metraje “Argentina, 1985” ya hubo renunciado a toda complejidad.