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Ramos Mexía: transformando un pueblo en medio de la Patagonia

Ramos Mexía: transformando un pueblo en medio de la Patagonia

Cuando asumió, el Intendente encontró las arcas vaciadas por la gestión peronista. Le entregaron un manojo de llaves y muchas deudas. Empezó a remontar pese a las adversidades financieras, geográficas y la  pandemia.

En medio de la meseta patagónica de la provincia de Río Negro, a 210 kilómetros camino al oeste del océano Atlántico por la ruta nacional 23, el pueblo Ministro Ramos Mexía se está transformando. El 23 de junio de 2019 las vecinas y vecinos eligieron como intendente a Nelson Quinteros, el candidato del Partido Socialista.

Desde el principio la tuvo complicada Quinteros. Con origen político en el Frente Grande y crecimiento como funcionario de la gestión del ex Gobernador rionegrino Alberto Weretilneck, Quinteros se encontró en la disyuntiva: ser candidato a Intendente del pueblo que lo vio crecer implicaba abandonar el partido Juntos Somos Río Negro (JSRN) del que era funcionario.

Fue difícil. Con mucho esfuerzo y diálogo con la gente. Ese helado 23 de junio, a dos horas de auto entre el mar y Bariloche, junto a la traza del Tren Patagónico, fue electo el candidato del socialismo.

Su partido no lo apoyó. Contra reloj se acercó al Partido Socialista (PS) -lo conocía de su paso por el FREPASO-. A horas del cierre de inscripción ya tenía una lista para competir y un partido que lo apoyaba.

El desafío electoral parecía un imposible por los escasos recursos del partido, su candidato y enfrentando al oficialismo.

Contra la corriente

Pero si hay algo que nos debe enseñar esta joven democracia, es la de reinterpretar el rol de los partidos políticos en la sociedad.

No la tuvo fácil la gestión electa. Pero Quinteros sacó a relucir experiencia en gestión para sobreponerse a una herencia predatoria y una pandemia en un contexto de extremos climáticos.

Si entendemos la política como herramienta de transformación social, los partidos políticos que no tienen representación en alguna región deben tener la capacidad y grandeza de facilitar y apoyar a quienes tengan la convicción de ser candidatos con propuestas en beneficio de un pueblo.

No se trata de ofrecer el sello al mejor postor, sino analizar las circunstancias, las motivaciones y deseos de quien o quienes pretendan transformar vidas.

Fue difícil. Con mucho esfuerzo y diálogo con la gente. Ese helado 23 de junio, a dos horas de auto entre el mar y Bariloche, junto a la traza del Tren Patagónico, fue electo el candidato del socialismo.

Aquí empieza otra historia. No la tuvo fácil la gestión electa. Pero Quinteros sacó a relucir experiencia en gestión para sobreponerse a una herencia predatoria y una pandemia en un contexto de extremos climáticos.

Sin transición

En la elección, el ex intendente peronista Patricio Colil que buscaba la reelección, quedó en tercer lugar. Desde ese instante, empezó a transitar sus últimos días de gestión.

Fueron muchos días, en los que se resistió a tener una transición ordenada. Fueron meses de incertidumbre en los que la nueva gestión no sabía qué se iba a encontrar.

Fue un largo silencio, falta de diálogo, obligando al Intendente electo a asumir a ciegas.

La transición fue entregarle un manojo de varias decenas de llaves, sin identificación, de todos los edificios municipales. Muestra del destrato que recibió de la administración anterior.

Desafíos y logros de gestión

Una vez al frente del gobierno de la Municipalidad de Ministro Ramos Mexía, el intendente Quinteros se encontró con que la gestión anterior había dejado las cuentas en rojo.

El desafío era enorme. Hacer frente a los gastos diarios en un municipio saqueado, sin previsibilidad, que no conocía la buena gestión de lo público.

Inmediatamente tuvo que atender las demandas y recursos para que la comuna siguiera funcionando, como el pago del aguinaldo a las y los empleados municipales. Fue un comienzo tan inesperado como difícil, con una herencia de embargos y deudas millonarias.

Tuvieron que pedir un auxilio financiero al gobierno provincial.

El desafío era enorme. Hacer frente a los gastos diarios en un municipio saqueado, sin previsibilidad, que no conocía la buena gestión de lo público.

Confinamiento golpeó muy duro

A poco de avanzar, cuando todo parecía encaminarse, la pandemia.

Lo que por el sólo hecho de existir ya era una catástrofe humanitaria global a un municipio tan pequeño, de unos mil habitantes, agobiado por el ahogo financiero, lo golpeó muy duro.

Contra todos los males y a fuerza de miles de kilómetros recorridos a Viedma, la capital provincial, a Buenos Aires, mucha austeridad, cuidando los recursos del Estado, con creatividad, gestión y más gestión, Ramos Mexía comenzó a tomar color.

Al cumplirse tres años de aquella victoria histórica de junio del 2019, Nelson Quinteros escribió en sus redes: “Demostramos que se puede gobernar con recursos limitados, gestionando en provincia y nación, con un equipo municipal de jerarquía, que acompaña y propone, trabajadoras y trabajadores municipales con compromiso, que comprendieron que queríamos una Municipalidad activa, sin privilegios, de puertas abiertas a la comunidad, y creo que lo logramos”.

Ladrillos y cemento

El resultado de estas idas y venidas se tradujo en importantes obras y servicios fundamentales para el pueblo. La avanzada construcción del nuevo Hospital Dr. Aquiles Rivera Paredes. La ampliación de la red de gas, la puesta en valor del ingreso a la localidad, y servicios como RapiPago. El botiquín. La estación de servicio que está a punto de inaugurarse. Y obras y servicios por comenzar, como el desagüe pluvial que evitará inundaciones.

En una localidad donde hay pleno empleo, los próximos desafíos están asociados a la búsqueda de inversiones privadas que generen nuevos puestos de trabajo e ingresos a hacienda.

El pueblo, que el próximo 10 de noviembre cumplirá 139 años, lo festejará con grandes actividades recreativas y culturales.

En la búsqueda de crear empleo y dar sostenibilidad económica al pueblo, la comuna apostó al turismo. La prueba de fuego se dio con el eclipse total de sol que se pudo observar con plenitud en diciembre de 2020. Ramos fue uno de los puntos de observación más importantes: atrajo a más de 2 mil turistas en plena pandemia.

El Corredor Bioceánico Norpatagónico que unirá al Pacífico con el Atlántico, está próximo a inaugurarse e implica una mayor conectividad y tráfico por el pueblo.

Parador de gestión municipal

La idea es ofrecer a la visita la riqueza natural de la Meseta de Somuncura, declarada por la provincia como área natural protegida. Por ejemplo, disfrutar del Bajo Ramos, el Cerro Redondo, el Cerro Corona, el mirador, pinturas rupestres, el picadero de flechas, y realizar actividades de trekking y eco ciclismo.

Para quienes deseen pasar más de un día en Ramos, ya funciona el parador municipal “Con Sabor a Meseta”, que ofrece gastronomía y hospedaje. Hay también una alternativa privada, “Tunquelén”, en un entorno natural.

El pueblo, que el próximo 10 de noviembre cumplirá 139 años, lo festejará con grandes actividades recreativas y culturales.

Recapitulando, la decisión del PS de confiar su historia a un ciudadano que a poco de asumir el compromiso de administrar un municipio comenzó a transformar sus sueños y ambiciones en el bienestar de un pueblo, nos hace reafirmar el poder de la política como herramienta transformadora.

Control de armas: mientras el mundo avanza en la región hay parálisis y retrocesos

Control de armas: mientras el mundo avanza en la región hay parálisis y retrocesos

Hay consenso internacional que el control de armas es una herramienta para mejorar la seguridad. Se lograron avances importante en los últimos 20 años. La autora señala que en la Argentina y Brasil las políticas toman sentido contrario.
El consenso internacional avanza hacia mayores controles en la circulación, tenencia y comercialización de armas de fuego para mejorar la seguridad.

A mediados de la década de los ‘90, las armas pequeñas comenzaron a ser identificadas por la comunidad internacional como los instrumentos de violencia principales en conflictos y en la responsabilidad de pérdidas humanas.

Así se llegó a que en 2001 se adoptara en las Naciones Unidas el “Programa de Acción para Prevenir, combatir y eliminar el tráfico ilícito de armas pequeñas y ligeras (UNPoA)”.

En ese contexto, la sociedad civil ha jugado un rol fundamental, en particular la Red de Acción Internacional sobre Armas Pequeñas (IANSA). La red global que reúne cientos de organizaciones en todo el mundo que se ocupan sobre las armas pequeñas, que además, coordina la participación de la sociedad civil en el proceso de Naciones Unidas desde el 2001 y trabaja con el objetivo común de reducir la proliferación, mal uso de armas y reducir el sufrimiento humano. 

El programa de acción de Naciones Unidas establece una serie de medidas a nivel global, regional y nacional para controlar las armas, evitar su proliferación y prevenir el dolor causado por la violencia armada.

Consenso mundial sobre control de armas

Es un acuerdo global y político que se ocupa de una variedad de temas que van desde el establecimiento de medidas para el control del comercio, exportaciones, fabricación hasta la promoción de programas de desarme.

Pero uno de los temas del que no se ocupa a pedido de Estado Unidos y que es de vital importancia por su impacto en la violencia armada, es la posesión civil.

Los países latinoamericanos actualizaron su legislación sobre posesión civil (de armas). Fue producto de la presión y movilización popular y del traslado al ámbito nacional de compromisos internacionales.

Otro elemento fundamental olvidado a propósito en el programa de acción que acordaron los países del mundo en el 2001 es la regulación de municiones. La decisión de no incluir municiones es flagrante y sirve a los intereses de estados productores de municiones.   

Los Estados han puesto en práctica estos compromisos internacionales implementando medidas y proyectos de control de armas. En muchos casos lo hicieron a través de la cooperación internacional y en alianza con las Oficinas Regionales de Naciones Unidas para el Desarme: UNLiReC (América Latina y el Caribe), UNREC (África) y UNRCPD (Asia). 

Paradójicamente, a pesar de no estar en la letra programa de acción de Naciones Unidas, durante los primeros años de vida, los países latinoamericanos actualizaron su legislación sobre posesión civil. Fue producto de la presión y movilización popular y del traslado al ámbito nacional de compromisos internacionales.

Las Naciones Unidas ha sido el espacio donde se lograron los acuerdos entre los países para frenar el tráfico y mitigar la violencia armada.

Brasil y Argentina fueron ejemplo

Un ejemplo es el “Estatuto de Desarme” que aprobó el Congreso Nacional de Brasil en 2003. Este documento establecía una serie de medidas de control de armas y municiones en el país y que sirvió como modelo para muchas naciones por su impacto. Además, fue referente por la posterior implementación del Plan de Entrega Voluntaria de Armas.

La Red Argentina para el Desarme (RAD) fundada a instancias de IANSA en 2005, asumió la responsabilidad de la promoción, colaborar en la implementación y monitorear el Plan de Desarme argentino (2007).

Desde el 2001 hasta la reciente reunión Bianual de los Estados, ocurrida en julio del 2022, los temas de las sucesivas conferencias de actualización, como también, de las Conferencias de Revisión (2006-2012-2018) han circunscripto el debate y temas, a aspectos más concretos como la adopción del Instrumento Internacional sobre Rastreo (2005) y las recomendaciones sobre Intermediación del Grupo de Expertos Gubernamentales (2015) y el reconocimiento de la necesidad de la discusión de municiones convencionales.

Visibilizar la violencia armada contra mujeres

Uno de los temas fundamentales, ausente en el marco del programa de acción de las Naciones Unidas, además de la posesión civil, ha sido el tema de género.

Gracias a la permanente incidencia de la sociedad civil -en particular la red de Mujeres de IANSA- el tema ganó terreno en los reportes de los países.

En 2016 los Estados reconocieron la transversalidad de género en el control de armas: se comprometieron a promover una participación y representación sustantiva de mujeres en los procesos relacionados con el control de armas.

Los países incorporan cada vez más el tema (de violencia de género) en sus políticas nacionales de control de armas, acompañando la masiva presencia de los movimientos feministas en la región (latinoamericana).

Como resultado de esta reunión, los reportes nacionales sobre cómo han avanzado en el control de armas incluyen “consideraciones sobre género”. Los países incorporan cada vez más el tema en sus políticas nacionales de control de armas, acompañando la masiva presencia de los movimientos feministas en la región.

Mientras en el ámbito internacional la agenda va avanzando y progresa en temas sustanciales y en concordancia a la agenda de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, en particular el objetivo 5 sobre igualdad de género y al objetivo 16 sobre Paz, Justicia e Instituciones sólidas, en el ámbito nacional, al menos en la Argentina y en Brasil, la agenda de control de armas está en retroceso.

Brasil y Argentina en retroceso

A partir de la asunción  de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil, firmó varios decretos que redujeron el control de armas, aumentaron la cantidad y los tipos de armas que pueden poseer los civiles.

Además, envió  al Congreso  un proyecto de ley que establece un régimen especial para los homicidios cometidos durante las operaciones encabezadas por policías (dependientes de los Estados) y por las fuerzas al mando del Poder Ejecutivo, como el Ejército o la Fuerza Nacional de Seguridad (tropa de elite de la policía federal). 

El tema de control de armas se ha colado en la campaña presidencial de Brasil, quienes sufragarán en octubre del 2022. Pasará lo mismo en la Argentina, por primera vez, en octubre del 2023.

Bolsonaro, candidato a la reelección en ese país sostuvo durante una entrevista con Fox News que su idea era aumentar la distribución de armas y aprobar leyes de armas “muy similares a las de Estados Unidos”, durante su segundo periodo. 

El tema de control de armas se ha colado en la campaña presidencial de Brasil, quienes sufragarán en octubre del 2022. Pasará lo mismo en la Argentina, por primera vez, en octubre del 2023.

Las destrucciones de armas secuestrada a criminales ha sido o rescatadas en programas de desarme voluntario, han sido una de las herramientas efectivas para reducir la violencia armada.

Imitando el peor ejemplo de violencia armada

En nuestro país, una figura emergente con gran presencia mediática, atractiva para jóvenes y no tanto, es el diputado Javier Milei, quien ha venido a romper con los esquemas de la política tradicional. Sus postulados libertarios, entre ellos los que se refieren a armas, harán que el tema sea de debate durante las elecciones del próximo año. 

Las declaraciones sobre la libre portación de armas y el anhelo de parecernos a Estados Unidos fueron hechos luego de la masacre de Texas, donde murieron 19 niños, dos maestras, siendo la más mortífera en el ámbito educativo, luego de la de Sandy Hook. 

Siempre que hay un tiroteo en el único lugar del mundo que suceden de manera casi cotidiana, se reaviva el debate sobre las armas con grupos abogando por mayor control, entre ellos familiares de víctimas y demócratas.

Y, por otro lado, aquellos que ven en el lenguaje de la segunda enmienda de la Constitución un derecho constitucional personal asociado a valores como la libertad y el patriotismo.

Finalmente Estados Unidos controló armas

Por primera vez, luego de la masacre de Texas, el Congreso aprobó una nueva ley de control de armas, acordada por demócratas y por un sector republicano.

Este hecho histórico ha sido al mismo tiempo ignorado por los emuladores de Estados Unidos: omiten deliberadamente la relación entre fácil acceso, disponibilidad de armas y violencia armada.

Discutir nuevamente sobre posesión civil es un real retroceso que esperamos que se revierta.

No es el único tema de la política que ha sufrido un retroceso en Argentina y Brasil, pero el debate de control de armas parecía zanjado.

Los que trabajamos en el tema desde hace mucho, estamos preocupados y estamos mostrando evidencia y esgrimiendo argumentos a favor del control de armas tal como lo hacíamos hace 20 años. Discutir nuevamente sobre posesión civil es un real retroceso que esperamos que se revierta.

En nuestras sociedades, ya maduras en democracia, no hay espacio para la irracionalidad. Tenemos la posibilidad de demostrarlo en las urnas o en los Parlamentos y en las próximas elecciones presidenciales. El ámbito internacional nos brinda otra posibilidad: presentar como país un informe voluntario sobre los avances en el control de armas y prevención de la violencia armada en la conferencia de revisión del programa de acción de Naciones Unidas en 2024. 

Fernando Manuel Suárez: «La vocación democrática y el pluralismo son el legado del socialismo popular»

Fernando Manuel Suárez: «La vocación democrática y el pluralismo son el legado del socialismo popular»

Analizando la creación e historia del Partido Socialista Popular, el historiador y periodista reflexiona sobre las transformaciones de la izquierda democrática en la Argentina y su identidad política.
Fernando Manuel Suárez, autor de «Un nuevo partido para el viejo socialismo» (2021)

“Identifico tres tradiciones en las que abreva el Partido Socialista Popular (PSP) y que se mixturan en su peculiar idiosincrasia: socialismo, reformismo y nacionalismo. Ninguna de estas tradiciones es exclusiva del socialismo popular, por tanto, son disputadas en el terreno político”, dice el historiador, docente y periodista jefe de redacción de La Vanguardia, Fernando Manuel Suárez, autor de una historia del partido fundado que tiene a Guillermo Estévez Boero como su máxima figura fundacional.

“Un nuevo partido para el viejo socialismo” publicado en conjunto por la Universidad Nacional de General Sarmiento, la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad Nacional de Misiones, toma un periodo histórico que va de la formación partidaria hasta 1982. Suárez habla sobre este periodo, las tensiones con otras fuerzas políticas, el autoritarismo, los disensos internos durante el periodo estudiado, pero también reflexiona en esta entrevista sobre cómo ese legado llevó a la aproximación de algunos dirigentes al alfonsinismo, la construcción del un partido socialista unificado con el Partido Socialista Democrático y la experiencia de gestión en Rosario y Santa Fe.

¿La creación del Partido Socialista Popular después de la serie de fragmentaciones del socialismo, logra saldar el debate sobre el antifascismo que había orientado a los sectores antiperonistas?

Es una pregunta capciosa, pero no sé si del todo precisa por varios motivos. La raíz antifascista del antiperonismo socialista, que bien ha trabajado Andrés Bisso, había mutado a lo largo de los años a una antinomia ya más vernácula, a lo sumo teñida de antitotalitarismo como ha mostrado Ricardo Martínez Mazzola. Asimismo, es bastante discutible el tenor de tal “debate”, dado que la sangría de militantes y dirigentes socialistas hacia el peronismo había existido, basta con pensar en Ángel Borlenghi y Juan Atilio Bramuglia, y quienes se sostuvieron en el Partido Socialista, más allá de sus muchas diferencias, no diferían mucho al respecto de ese tema. Por decirlo brutalmente, no creo que los desacuerdos entre Américo Ghioldi y Alfredo Palacios, por dar algún nombre, tuvieran que ver con una lectura muy distante con respecto al peronismo. 

La explicación habría que pensarla desde otro ángulo. Efectivamente la revisión sobre el peronismo se produjo en esos años, pero al calor de otras discusiones más amplias. La cuestión de la “nueva izquierda”, como ha trabajado María Cristina Tortti, parece ser más explicativa de esa transformación. Las viejas preguntas con respecto a la clase obrera o, como decían los militantes del socialismo popular en esos años, las “mayorías nacionales”, se enlazaban necesariamente con la cuestión peronista. Sin embargo, más allá de esa revisión, la posición del PSP, como la de casi todos sus integrantes, fue de un acercamiento prudente y, por decirlo de alguna manera, desconfiado con respecto al peronismo. No hubo integración o “entrismo”, como sí propusieron otras agrupaciones de izquierda, sino más bien un tibio apoyo. Podía ser contrastante con los discursos de Américo Ghioldi u otros miembros del Partido Socialista Democrático, pero no lo era demasiado con el de otras agrupaciones socialistas de esos años. 

En el contexto de los años 70, con una dictadura agonizante, un peronismo que parecía inevitable y la violencia política consolidada: ¿qué posiciones tomó el PSP en relación con las discusiones de izquierda y democracia de la época?

El Partido Socialista Popular, si bien recuperaba algunas banderas y referencias teóricas del socialismo revolucionario, se mostró desde sus inicios muy renuente a la lucha armada y a las tácticas insurreccionales. Al mismo tiempo, sus orígenes se remontan a una frontal oposición ante el gobierno militar liderado por Onganía y su política. En ese contexto convulsionado, el PSP, al igual que otros sectores, optó por el lema “Elecciones limpias y sin proscripciones” en contraste con el “Ni golpe, ni elección: revolución” que pregonaban otras fuerzas de izquierda. Esta opción le valió la enemistad de algunas organizaciones que no dudaban en tildar a sus militantes de “amarillos” (forma en que se calificaba a los sindicalistas afectos a negociar con la patronal).

En términos generales, se podría decir que el PSP mostraba cierta lealtad y confianza en las reglas del juego democrático, pero hay que ser prudentes para no incurrir en anacronismos. Sus documentos y posicionamientos estaban llenos de expresiones afines al marxismo y al socialismo revolucionario, en particular en lo que respecta al tópico antiimperialista. Sus posturas se asemejaban más a las del Partido Comunista Revolucionario que a cualquier variante socialdemócrata.

«El nacionalismo del PSP no era doctrinario ni muy sofisticado, pero sí muy pregnante en sus manifestaciones litúrgicas y sus discursos. Una de sus primeras innovaciones fue incluir la bandera argentina en el escudo partidario o cantar el himno nacional en los actos proselitistas».

Por otro lado, esa postura general no resolvía por sí misma los posicionamientos coyunturales y en ese aspecto el PSP tuvo muchas dificultades. Cada decisión táctica en ese corto pero convulsionado período que fue de 1972, año de su fundación, a 1976,  produjo más de un dolor de cabeza dentro de las filas del PSP. En muchas de esas oportunidades desembocó en rupturas o escisiones. Los tenues acuerdos con respecto a atenuar el antiperonismo o recuperar algunas banderas revolucionarias estallaban por los aires cada vez que había que tomar una resolución concreta. Eso, como se ve en el libro, desembocó en una rápida ruptura del núcleo fundador y en la existencia durante algunos años de dos organizaciones que reclamaban para sí el nombre de Partido Socialista Popular.

¿Cuáles son las características distintivas de cultura política y de estética militante del nuevo Partido Socialista Popular?

No soy muy partidario del uso de la categoría “cultura política”, en cierta medida por lo laxo de sus límites. Opté por el concepto de “identidad”. En ese sentido, identifico tres tradiciones en las que abreva el PSP y que se mixturan en su peculiar idiosincrasia: socialismo, reformismo y nacionalismo. Ninguna de estas tradiciones es exclusiva del socialismo popular, por tanto, son disputadas en el terreno político. Mi hipótesis es que la originalidad está justamente en la particular lectura de esas tradiciones y en la combinación. 

El PSP forjó una lectura de la tradición socialista heterodoxa y sincrética, evitando afincarse en alguno de los “ismos” que proliferaban en esos años. Asimismo, su anclaje en la tradición socialista argentina fue bastante selectiva, prefiriendo a figuras como Alfredo Palacios o Manuel Ugarte antes que a Juan B. Justo. Su reformismo, por otro lado, reflejaba algunos aspectos estratégicos (como alternativa, aunque no contradictoria, con la vía “revolucionaria”) y se afincó en la longeva tradición del reformismo universitario. De la universidad provenía el grueso de su militancia y de esa corriente histórica algunas de sus principales banderas, en particular el antiimperialismo.

El nacionalismo del PSP no era doctrinario ni muy sofisticado, pero sí muy pregnante en sus manifestaciones litúrgicas y sus discursos. Una de sus primeras innovaciones fue incluir la bandera argentina en el escudo partidario o cantar el himno nacional en los actos proselitistas. El celeste y blanco predominaba por sobre el rojo en toda su simbología partidaria, así como se recurrían a tradicionales emblemas nacionalistas como las tacuaras o el gaucho. En términos discursivos y de posicionamiento político, el nacionalismo le permitía tomar decisiones en función de lo que imponía la “realidad nacional” y este pretexto era muy útil para dar márgenes de acción a su dirigencia. 

¿Cómo logró sobrevivir a la dictadura militar el PSP? ¿Tuvo desaparecidos? ¿Tuvo deserciones hacia posiciones más radicalizadas?

– A pesar de su oposición explícita al golpe de 1976, la cúpula dirigente asumió una postura muy prudente frente al gobierno militar y cuya principal prioridad fue la protección de sus militantes. Está claro que el PSP no era ni por lejos el principal foco de atención del dispositivo represivo puesto en marcha por la dictadura, sin embargo se tuvieron que tomar medidas concretas para proteger a algunos de sus militantes más expuestos. La estrategia más recurrente fue la reubicación de algunos de ellos en otros lugares del país, a modo de exilio interno, y la reducción de la actividad política a lo mínimo e indispensable. 

En términos generales, el PSP en su conjunto adoptó una política de autopreservación y su actividad intentó quedar alejada del radar represivo del gobierno autoritario. El partido continuó funcionando de forma semi-clandestina y sus posicionamientos tendieron a ser poco combativos o, al menos, no muy frontales. Sin embargo, desde muy temprano Guillermo Estévez Boero y otros dirigentes abonaron distintas instancias de cooperación interpartidaria e iniciativas de oposición, al igual que lo harían en su vinculación con la Internacional Socialista.

Con la democracia y el auge de la propuesta socialdemócrata de Alfonsín, ¿cuándo y cómo el PSP se arrima al gobierno después de haber apoyado a la fórmula peronista? ¿Cuál es el saldo en términos de formación de cuadros y de proximidad al ejercicio del poder?

El PSP nunca se sumó formalmente al gobierno de Alfonsín, a pesar de los muchos vínculos que existían tanto con el primer mandatario como con el radicalismo desde hacía décadas. No obstante eso, las vías de diálogo fueron muchas y el gobierno intentó, muchas veces con éxito, sumar cuadros que provenían de esa tradición política: Alfredo Bravo, Héctor Polino, Simón Lázara, por nombrar algunos. 

Creo que hubo un conjunto de transformaciones que contribuyeron a la transformación del PSP que van más allá del gobierno de Alfonsín, pero que de algún modo se vinculan con él. El acercamiento a la Internacional Socialista y con ella a una serie de partidos socialistas con experiencias de gestión y otra impronta ideológica, apuntaló esa transición que no tuvo mucho de original. El otro elemento clave en ese proceso fue el acercamiento, hasta entonces impensado, con el Partido Socialista Democrático y el intento sostenido de articular, primero como coalición y más adelante con la fusión definitiva, la unidad socialista.

«El PSP se vincula con la Internacional Socialista como parte de una doble estrategia: por un lado, buscar un paraguas internacional que operara de refugio ante un posible embate represivo del gobierno dictatorial y para intentar zanjar el conflicto judicial por la sigla partidaria».

Rosario marcó y sigue marcando un clivaje en la historia del socialismo democrático: ¿Ser parte de la gestión de la tercera ciudad del país impactó en el enfoque político?

Si bien esto escapa a la periodización y, por tanto, al objeto de mi investigación, es claro que el triunfo en Rosario, por las circunstancias y la magnitud, fue un parteaguas en la historia del PSP. Si bien el socialismo había tenido en la Argentina algunas experiencias de gestión reconocidas, como Mar del Plata o Godoy Cruz, siempre pesaba sobre esta expresión política la sospecha sobre su incapacidad de gobernar. La inesperada conquista electoral, precipitada por la renuncia del intendente radical electo, luego logró ratificarse en los hechos de una gestión innovadora y reconocida incluso allende los límites de nuestro país. Asimismo, también hay que decirlo, la gestión obligó a replantear algunos aspectos programáticos y tácticos del PSP, diluyendo definitivamente sus aristas más radicalizadas y consolidando una tendencia frentista con partidos de centro e, incluso, de centro-derecha como la UCR o el PDP. 

¿En qué momento de su historia el socialismo popular se conecta con el internacionalismo socialista y cuál es el impacto de este vínculo?

El PSP se vincula con la Internacional Socialista como parte de una doble estrategia: por un lado, buscar un paraguas internacional que operara de refugio ante un posible embate represivo del gobierno dictatorial y, por el otro, como una vía para intentar zanjar el conflicto judicial por la sigla PSP que se había desatado con la ruptura partidaria de 1974. Para ambas cuestiones, el saldo fue muy exitoso: el PSP ganó finalmente la disputa con sus otrora socios y también un reconocimiento a nivel internacional. 

A este aspecto “táctico”, hay que sumarle algunos efectos de más largo aliento y, quizá, colaterales a ese acercamiento inicial. La integración del PSP a la IS le ofreció un marco propicio para renovar algunas de sus referencias ideológicas y doctrinarias e iniciar un proceso de “socialdemocratización”, un aggiornamiento a los nuevos tiempos. Por otro lado, la IS y la IUSY fueron espacios propicios también para la formación de cuadros que tendría un rol importante en el devenir posterior del partido como, por mencionar algunos, Rubén Giustiniani, María del Carmen Viñas o Alfredo Lazzeretti. 

¿Cuál es el legado del PSP después de medio siglo de vida política?

Esto entra en el terreno de la especulación o, en el mejor de los casos, de las propias preferencias, no creo que de análisis. En principio, sería cuidadoso con el “mito de los orígenes”: el PSP es uno y muchos a la vez, su legado es multiforme y pasible de ser releído de muchas maneras. El legado no se extingue hasta tanto alguien considera que hay algo en ese pasado que recuperar, pero esto, lo sé, no responde tu pregunta. Por supuesto, algunos documentos y propuestas originales no parecen haber envejecido bien, el tiempo ha pasado para todos, pero esto no quita que haya aspectos rescatables. El propio partido tuvo sus instancias de revisión, esto es sabido.   

El principal legado tiene que ver con la profunda convicción democrática y su vocación pluralista. La lucha por la igualdad mediante las herramientas que da la política y construyendo siempre con otros, incluso con los que no acordamos. Esta consigna, claro está, tampoco resuelve nada, la política es desafiante y difícil.

QUIÉN ES

Fernando Manuel Suárez es profesor en Historia (UNMdP) y Magíster en Ciencias Sociales (UNLP). Es docente de la UBA. Compilador de «Socialismo y Democracia» (EUDEM, 2015) y autor de «Un nuevo partido para el viejo socialismo» (UNGS-UNLP-UNM, 2021). Es jefe de redacción de La Vanguardia.

Aquello que llamamos amor, ¿sólo es trabajo no pago?

Aquello que llamamos amor, ¿sólo es trabajo no pago?

El Congreso está discutiendo proyectos de ley de cuidados que es urgente. Los más notables, entre los que está el presentado por el bloque socialista, intentan modificar los regímenes de licencia por nacimiento y de cuidados.

Desde hace ya algunos años entró en la agenda del movimiento feminista el cuidado como tema central para entender las desigualdades de género persistentes. Las evidencias respecto al aporte económico que significa el cuidado y el trabajo de las mujeres ya no admite discusión. Las encuestas de uso del tiempo y las cuentas satélites asociadas a ellas presentan evidencia contundente del tiempo dedicado al trabajo doméstico y de cuidados en los hogares según género, nivel educativo, nivel socio-económico y por cantidad de personas dependientes bajo su cuidado (sean niños/as/es, sean personas adultas con algún tipo de dependencia o personas con discapacidad o limitación permanente).

Estos análisis han permitido estimar el valor económico, es decir, la contribución que este trabajo que no es pago y que se realiza en el ámbito de los hogares, otorga a la sociedad. También han mostrado con contundencia lo que intuitivamente pensábamos sobre los cuidados: la mayoría de las personas que llevan a delante estas tareas son las mujeres, y mientras menos ingresos tienen los hogares más tiempo le dedican ellas. Lo que sin dudas constituye un núcleo de desigualdades de oportunidades, de ocio, de recreación y de calidad de vida, sobre todo, para las mujeres más pobres. 

La pandemia, entre todos sus males aparejados, puso en evidencia la importancia y también las distintas dimensiones -hogareña/familiar/institucionalizada, remunerada y no remunerada- y los diferentes actores sociales que se articulan para llevar a cabo estas actividades (las familias, las organizaciones comunitarias, las escuelas, los jardines, los centros recreativos, estatales o privados) que son, en palabras de Joan Tronto esenciales para la sostenibilidad de la vida de las personas. Durante el 2020 y parte del 2021 cuidarnos implicaba permanecer en el hogar, cuidarnos era sinónimo de mantener higiene casi quirúrgica en nuestras casas,  de planificar estratégicamente cuándo realizar las compras y qué comprar; cuidarnos era estar pendientes de nuestra vecina anciana que vive sola, era llamar por teléfono a esa amiga que estaba maternando en soledad, era buscar actividades lúdicas para que a los más pequeños se les pasaran más rápido las horas de encierro, entre otras múltiples necesidades. 

Tal es así, que a medida que nuestra cotidianidad se vio afectada por las medidas asociadas a enfrentar la pandemia, empezamos a valorar a las personas, a los espacios, a los vínculos afectivos –y por qué no, también a las instituciones- que día a día contribuían a la organización familiar de los cuidados. Redujimos nuestras interacciones con el afuera, con nuestros compañeros de trabajo, con las amigas del club, con la familia extendida, con la comunidad de la escuela, por mencionar algunos. Intensificamos nuestras relaciones con los de adentro, con la familia, con el hogar. En este repliegue encontramos, al menos en su inicio, un tiempo de pausa, de reconexión y de ocio, que por supuesto duró poco y terminó en la mayoría de los casos no sólo con sobrepaso de tareas domésticas, de tele-trabajo entre los más privilegiados, de escolaridad virtual y de problemas de salud mental (como insomnio, depresión, irritabilidad).

HABLAR DE CUIDADOS MÁS ALLÁ DEL TRABAJO DOMÉSTICO Y REPRODUCTIVO

En definitiva, por un tiempo intenso pero corto, fuimos más conscientes de lo que nos da y nos quita la vorágine, de la importancia de parar a mirar nuestros vínculos, y de sus efectos sobre el bienestar propio y de nuestras familias. En otras palabras quitamos el velo a lo dado como natural y mecánico, para empezar a comprender la importancia cardinal que tiene el acto de cuidar de otros, de  cuidarse y de recibir cuidados.  

Entendimos que al slogan “aquello que llamamos amor es trabajo no pago”, se quedaba corto para comprender la compleja trama de vínculos, relaciones, emociones y de labores que implica cuidar. Es en este punto donde me quiero detener: hablar de cuidados involucra mirar más allá del trabajo doméstico y reproductivo. Dar y recibir cuidados impacta sobre nuestros vínculos, sobre nuestras emociones, sobre nuestra salud. Por eso, despojar a este concepto tan amplio de la emotividad, de la ternura, del amor, del sufrimiento y del agotamiento, para sólo enfocarnos en su dimensión de labor- trabajo y de los efectos e impactos para la economía, puede llevarnos a anteponer el carro delante del caballo. 

Por las exigencias laborales en un mercado altamente excluyente y segmentado, que no sólo las desiguales cargas de cuidados recaen sobre las mujeres, sino que también a raíz de ello, no todas las personas tenemos la oportunidad de recibir ni de otorgar cuidados de igual calidad.

Después de este shock producto de la pandemia, ¿por qué seguimos midiendo todo en términos productivos? ¿Por qué seguimos pensando que quien cuida preferiría estar trabajando en el mercado laboral? ¿Por qué continuamos analizando dicotómicamente el uso del tiempo entre trabajo remunerado y no remunerado?; y ¿por qué no centrarnos el análisis del tiempo dedicado al ocio, la recreación, e inclusive, en sociedades tan desiguales y empobrecidas como la nuestra, al tiempo dedicado a las necesidades fisiológicas básicas, como comer, ir al baño y dormir bien? Sobre todo, ¿por qué seguimos anteponiendo las exigencias del mercado?

Después de todo, es en la búsqueda por productividad donde quedamos exhaustos y afectamos nuestra salud y la calidad de nuestros vínculos. Cuando comenzamos a medir todos los aspectos de la vida en relación a su productividad, favorecemos al ámbito que menos está haciendo por cuidarnos: las instituciones del mercado. Salvo cuando desde el mercado se ofrecen servicios de cuidado (como jardines infantiles, residencias de cuidado de larga duración o el empleo de casas particulares), el mercado laboral es el ámbito donde se invisibiliza la centralidad del trabajo reproductivo y de las responsabilidades de cuidado de los trabajadores y las trabajadoras, negándoles a los primeros la posibilidad de ser partícipes de los cuidados, y penalizando a las segundas por ser quienes históricamente cargan con la –casi- exclusiva responsabilidad de cuidar, de criar, de acompañar.

SISTEMA NACIONAL INTEGRAL Y FEDERAL DE CUIDADOS

Es por las exigencias laborales en un mercado altamente excluyente y segmentado, que no sólo las desiguales cargas de cuidados recaen sobre las mujeres, sino que también a raíz de ello, no todas las personas tenemos la oportunidad de recibir ni de otorgar cuidados de igual calidad. Es ahí cuando la comunidad, la familia extendida, los vecinos del barrio, las mujeres del merendero, los grupos de jóvenes de la parroquia y de las agrupaciones políticas, despliegan creativamente artilugios basados en la cooperación y la solidaridad para acompañarse en estas tareas de subsistencia, de sostenibilidad de la vida, de cuidados. 

Estamos ante un momento histórico en materia de políticas de cuidado en el país. El Poder Ejecutivo envió el proyecto de ley “Cuidar en Igualdad” de creación de un sistema federal de cuidados con perspectiva de género al Congreso; la diputada socialista Mónica Fein junto al diputado Enrique Estévez también presentaron un proyecto de ley de creación de un sistema nacional integral y federal de cuidados (por mencionar los más recientes). Estos proyectos no sólo ponen sobre la mesa una discusión urgente, sino que también intentan canalizar las demandas ciudadanas, cristalizan las formas de organización del cuidado comunitario y condensan la actuación legislativa existente que busca modificar los regímenes de licencia por nacimiento y de cuidados, desde hace al menos quince años a esta parte. 

Todo esto resulta alentador para pensar que desde el Estado existe, al menos discursivamente, el compromiso de contribuir a una sociedad más justa, inclusiva y corresponsable. Pero tenemos que tener clara cuál debe ser la función del Estado en la materia, y cuál no es ni debe ser su función. El Estado tiene una función central en garantizar el derecho de todas las personas a dar y recibir cuidados de manera digna, con pisos mínimos de bienestar garantizados en función de los derechos humanos universales conseguidos y amparados en los pactos y convenciones internacionales a los que adhiere. 

Pero debemos ser escépticos/as a que desde el Estado se nos indique cómo delimitar la noción de cuidados, y que con ello se vean limitados nuestros márgenes de acción en función de formas aceptables y no aceptables de cuidar, según los criterios de productividad vigentes. 

Si seguimos poniendo todo el peso de la balanza sobre la conciliación entre las labores de cuidado y el trabajo productivo en el mercado, en base a sus temporalidades, corremos el riesgo de caer en la trampa de creer que todas las relaciones humanas son transables.

Celebremos la politización de los cuidados y reconozcamos que ello se ha logrado en parte, gracias al impulso que las economistas feministas le han dado a la medición continua del uso del tiempo y al cálculo de su equivalente valor económico. Pero no permitamos que se opaquen y se desgarren los planos afectivos y corpóreos del quehacer cotidiano, de la construcción colectiva del hacer cuidados, en pos de eslóganes con discursos unidimensionales donde toda labor sólo tiene valor en tanto se monetariza o se le imputa un precio de mercado. 

Para dar cuenta de la complejidad de la labor de cuidados, tenemos que tener en claro qué le exigimos al Estado como respuesta. La clave es entender que no todos los aspectos de los problemas sociales podrán ser resueltos a través de políticas estatales, y por ello debemos ser estratégicos/as en qué demandamos: si seguimos poniendo todo el peso de la balanza sobre la conciliación entre las labores de cuidado y el trabajo productivo en el mercado, en base a sus temporalidades, corremos el riesgo de caer en la trampa de creer que todas las relaciones humanas son transables, y con ello que efectivamente aquello que llamamos amor, sea simplemente trabajo no pago.

San Martín: modelo de líder público honesto y progresista

San Martín: modelo de líder público honesto y progresista

En tiempos de crisis profundas, las sociedades buscan en su historia referencias que marquen un norte. El historiador y escritor Juan Marcelo Calabria propone rescatar la dimensión de liderazgo progresista de José de San Martín.
Imagen de Don José de San Martín que se exhibe desde hace días en el Salón de los Gobernadores de Mendoza, concretada y donada por el artista Ramiro Ghigliazza.

En los momentos más acuciantes de la historia, o en las crisis más contundentes por las que suelen atravesar las sociedades, es una constante volver la mirada al pasado y valorizar aquellos momentos de mayor esplendor rescatando la acción de los hombres que fijaron el rumbo; quienes con sus palabras y acciones cambiaron los destinos de una región, de un país e incluso del mundo.

Sin dudas, este es el caso del niño de las misiones jesuíticas que nació aquel lejano 25 de Febrero de 1778 en el seno de la Familia hidalga de origen español conformada por el Capitán Don Juan de San Martín y Goméz y Doña Gregoria Matorras del Ser, como es sabido matrimonio del cual nacieron 5 hijos, uno de ellos, el más pequeño: Don José Francisco de San Martín.

Don José, “el que menos trabajo me ha dado” aseguraba Doña Gregoria en su testamento; inició su carrera militar a edad muy temprana en un mundo plagado de revoluciones y cambios. Al igual que su compañero y hermano de causa, otro de nuestros Padres Fundadores: Manuel Belgrano, les tocará ser testigos privilegiados de los grandes cambios que el “Siglo de las Revoluciones”, como se conoce al período que abre la Edad Contemporánea desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, imprimirán al mundo de su época. Líderes ampliamente preparados y consustanciados con la misión a la que dedicaron su vida, Manuel Belgrano desde su formación como abogado, economista, periodista y literato fue uno de los impulsores de la Revolución de Mayo y junto con Mariano Moreno y su primo Juan José Castelli dieron los primeros pasos hacia la libertad.

«Al decir de sus contemporáneos, compañeros de armas y conocidos, el joven San Martín poseía excelente formación militar, una gran contracción al trabajo»

En tanto su gran amigo, José Francisco de San Martín, ampliamente formado en las guerras europeas, desde su posición de líder ilustrado supo, enterado de los movimientos revolucionarios, que había llegado el momento de regresar a su tierra de nacimiento, pues como él mismo lo recordará muchos años después: “…Una reunión de americanos, en Cádiz, sabedores de los primeros movimientos, acaecidos en Caracas, Buenos Aires, etc., resolvimos regresar cada uno a nuestro país de nacimiento, a fin de prestarle nuestros servicios en la lucha, pues calculábamos se había de empeñar.”

Durante los 20 años de servicio en el ejército peninsular recabó la más variada formación y experiencia, siendo testigo presencial de grandes acontecimientos políticos, militares y sociales que transformaron a Europa, América y el Mundo; pasando prontamente en los años venideros a convertirse en un verdadero protagonista de esos cambios. Al decir de sus contemporáneos, compañeros de armas y conocidos, el joven San Martín poseía excelente formación militar, una gran contracción al trabajo, valentía, esmero, dedicación, sentido del deber, amplitud de miras, juicio crítico, y un gran número de capacidades que supo conjugar a la perfección convirtiéndose en uno de los grandes líderes de su tiempo.

Los ideales iluministas cambiaron en muy pocos años la faz de Europa y en algunos años más también la joven América donde surgió toda una generación de hombres y mujeres en todos los confines del continente, con una visión clara y pensamiento estratégico, entre los que contamos a los libertadores y padres fundadores.

Poco conocido en Buenos Aires

Así “la América del Sur” después de los primeros años de revolución y cuando la guerra de la independencia comenzaba a recrudecer en todos los confines del continente, dos hombres se destacaron y erigieron como Libertadores: Simón Bolívar en el Norte y José Francisco de San Martín en el Sur, líderes y conductores de la Revolución, que dejaran grabado a fuego su impronta en las repúblicas que ayudaron a fundar. La figura de San Martín, a diferencia de su émulo caraqueño, era poco conocida en Buenos Aires, pero al poco tiempo de su llegada aquel providencial 9 de Marzo de 1812, a fuerza de esmero, trabajo y tesón, el maduro Coronel inició su misión de liderar la guerra de la independencia continuando el legado de su hermano de causa el creador de la bandera Manuel Belgrano.

Precisamente, dos años después de su llegada al Río de la Plata, San Martín tomaba la posta de manos del mismo Belgrano quien luego de ser derrotado en las batallas de Vilcapugio y Ayohuma le decía:“ No siempre puede uno lo que quiere, ni con las mejores medidas se alcanza lo que se desea: he sido completamente batido en las pampas de Ayohuma cuando más creía conseguir la victoria; pero hay constancia y fortaleza para sobrellevar los contrastes y nada me arredrará para servir; aunque sea en la clase de soldado, para la libertad e independencia de la patria … lo pedí a usted desde Tucumán, no quisieron enviármelo; algún día sentirán esta negativa …”.

“Como hombre de acción, pero también como un intelectual ilustrado, Gobernante ordenado y progresista, y ciudadano comprometido con su tiempo: San Martín fue, sin duda, el máximo líder de su tiempo que logró cambiar el destino de América.”

San Martín, desarrolló pacientemente su carrera en el Plata, creó el Regimiento de Granaderos a Caballo y fue su insigne jefe, impulsó la Asamblea del Año XIII, se reunió con Belgrano en el Norte y desde allí maduró el Plan de Liberación Continental, asumió la Gobernación Intendencia de Cuyo, desde donde impulsó el Congreso de Tucumán y la Declaración de la Independencia, formó el Ejército Libertador de Los Andes, aseguró la independencia de Chile, Proclamó la Libertad del Perú y colaboró con la libertad de Ecuador y con los ejércitos bolivarianos para consolidar la Gran Colombia y las nacientes Repúblicas de toda América.

Durante su carrera pública, las dos experiencias como líder político, gobernante y administrador, tanto como Gobernador Intendente de Cuyo, y luego como Protector de los Pueblos Libres del Perú y fundador y primer mandatario de la naciente República; le permitieron, junto a su desempeño militar, desplegar sus competencias y habilidades de estadista, plasmada en su obra civil, económica, educativa y cultural, cuyo legado sigue hoy presente, tanto en la Provincia de Mendoza como en la República del Perú, convirtiéndose, a partir de su corta pero dinámica y profusa labor, en un verdadero modelo de liderazgo público para la posteridad.

“Hubo una época en que todos éramos compatriotas”

Aquellos tardíos, pero merecidos reconocimientos arrancaron del Libertador las siguientes palabras: “La mayor recompensa que todo hombre público puede desear es la aprobación de su conducta por sus contemporáneos; así es que, a pesar de una vejez y una salud sumamente quebrantadas y sobre todo próximo a perder la vista por cataratas, mi existencia en medio de estos males recibe consuelos que los hacen más soportables, recordando que los actuales gobiernos del Perú, Chile y la Confederación Argentina me dan con frecuencia pruebas inequívocas del aprecio que les merezco y por este medio veo recompensado con usura los cortos pero bien intencionados servicios que la suerte me proporcionó rendir a estas repúblicas en la guerra de nuestra independencia”.

La gloria lo alcanza en la última parte de su vida; luego de persecuciones, descalificaciones y olvidos producto de rencores e intereses mezquinos; sin embargo con el equilibrio y la entereza que lo había caracterizado toda su vida, recibía con alivio y alegría los encomios de las generaciones que lo siguieron y reconocieron en el “viejo guerrero” al primero de sus ilustres fundadores. 

Al decir del General Juan Gregorio de Las Heras con motivo de la inauguración del monumento al General San Martín en Santiago de Chile el 05/04/1863: “Hubo una época, época gloriosa en la historia de este continente, en que todos los americanos éramos compatriotas, unidos por el doble vínculo de nuestro común infortunio y nuestros comunes esfuerzos por la independencia. A esa época pertenece el varón ilustre el capital general de los ejércitos de Chile, a cuya memoria Chile, agradecido, levanta hoy este monumento”.

«San Martín supo decir: ‘Mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles, mi edad media al de mi patria, creo que tengo derecho a disponer de mi vejez'»

Fue así que luego de 20 años de formación, preparación y experiencia, le bastaron tan sólo 10 años de vida pública para cambiar la faz del “continente dionisíaco”, tal la denominación que el mismo Libertador solía otorgar a América, al referirse a las pasiones irreconciliables que dieron lugar a las guerras fratricidas que devoraron a las antiguas colonias concluido el período independentista.

Como el mismo San Martín supo decir: “Mi juventud fue sacrificada al servicio de los españoles, mi edad media al de mi patria, creo que tengo derecho a disponer de mi vejez”, con esa claridad mental, equilibrio y ecuanimidad que lo caracterizó siempre, en esta sencilla frase pudo resumir toda su poderosa y fructífera vida. Vida larga y compleja dedicada a una misión a la que se entregó con profesionalismo, pasión y desvelo, convirtiéndose finalmente en el “hombre justo, en el momento indicado” para torcer el rumbo y lograr la Libertad de América.

Como hombre de acción, pero también como un intelectual ilustrado, Gobernante ordenado y progresista, y ciudadano comprometido con su tiempo: San Martín fue, sin duda, el máximo líder de su tiempo que logró cambiar el destino de América. Hoy más que nunca su legado de hombre público honesto y comprometido con la realidad de su tiempo y por sobre todo desde la coherencia entre su pensamiento, su palabra y su acción, nos interpela y nos impone una reflexión antes las grandes dificultades que atraviesa nuestro país y la región, aún pendiente en su desarrollo equitativo y justo, en la unidad latinoamericana tan pretendida y aún esquiva, y por sobre todo desde la visión del desarrollo y progreso a través de la educación e ilustración universal que tanto él como los hombres y mujeres que arriesgaron todo por la libertad e independencia soñaron.

Fuente del presente artículo, Libro: “San Martín, Modelo de Líder Americano. Edición Impresa Bs. As. 2014. Edición Digital, Mendoza, Setiembre 2020. Ebook: http://bit.ly/sanmartin-mla

“Los gobiernos locales deben tomar protagonismo en estrategias de seguridad ciudadana y desarrollar burocracias especializadas”

“Los gobiernos locales deben tomar protagonismo en estrategias de seguridad ciudadana y desarrollar burocracias especializadas”

Flavia Carbonari, experta del Banco Mundial y otros espacios de estudios internacionales en desarrollo y seguridad tiene una perspectiva ordenadora que sólo da la experiencia. Es contundente: las políticas de seguridad en la Argentina adolecen de evidencia estadística para el diagnóstico y para la evaluación.
Flavia Carbonari es una referencia internacional en la intersección entre políticas de seguridad, desarrollo y género.

Flavia Carbonari ha trabajado desde hace 15 años en el diseño y evaluación de programas en América Latina, África y el Sudeste Asiático como investigadora del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo en prevención de la violencia, género y desarrollo social. También metió los piés en el barro en programas del Foro Brasileño de Seguridad y el Ministerio de Seguridad de la Argentina. Nació en Brasil y se internacionalizó desde su formación en Georgetown University, participando en espacios de reflexión globales como el Woodrow Wilson Center y el Council on Foreign Relations en Washington. En 2020 fue coautora de un estudio sobre estrategias de prevención de la violencia global.

Con este bagaje de evidencia reclama mayor protagonismo de los gobiernos locales en definir y ejecutar políticas de seguridad ciudadana, que no significa crear policías locales.

¿Cuál es el rol de los gobiernos locales en la seguridad?

Ya hace un tiempo que en América Latina el rol de los gobiernos locales empezó a cambiar en lo que dice respecto a la seguridad. Y eso se dio porque se fue expandiendo la noción del concepto de seguridad, antes vinculado mucho más a la seguridad del Estado, y pasando a ser entendida como algo más amplio, como un derecho ciudadano. Muchos países de la región pasaron a comprender que la seguridad no era simplemente una cuestión de policía, si no que su manutención también pasaba por una serie de otros sectores, como el desarrollo urbano, la salud, la educación, el transporte, etc.

Cuando se da esa ampliación del tema, los gobiernos locales, que en países federativos – como es el caso de la Argentina y Brasil, dónde no necesariamente tienen la potestad sobre fuerzas de seguridad propiamente dichas, entendieron que tenían mucho que hacer. Paralelamente a eso, también hubo un creciente movimiento de mayor demanda ciudadana por respuestas a la inseguridad, que de una manera general venía creciendo.

El rol de los gobiernos locales está mucho más vinculado a esa parte preventiva – sea por la vigilancia y el mejoramiento de la planificación y el desarrollo del espacio urbano, pensado de manera más inclusiva; sea por programas sociales que ayuden a prevenir el desarrollo del comportamiento violento. Además, el gobierno local está mucho más cercano a los ciudadanos, y eso es fundamental para el éxito de cualquier estrategia de prevención de la violencia. Conoce su territorio, y es capaz de desarrollar políticas más focalizadas, y de promocionar la cohesión social, que hoy sabemos ser un factor clave para desarrollar la resiliencia de comunidades frente a la violencia.

¿Podés contarnos algunas buenas experiencias de trabajo en seguridad y prevención en la región?

El hecho de que en América Latina hemos convivido por tantos años con la mala reputación de ser la región más violenta del mundo nos ha convertido también en un gran laboratorio de experimentos en todo lo que dice respeto a la seguridad. Y hay muchos ejemplos interesantes de los cuáles podemos aprender.

Los ejemplos que nos han dejado legados muy importantes son los colombianos, donde ciudades como Cali, Medellín y Bogotá lograron reducir sus tasas de homicidio por 100,000 habitantes en más de 90 por ciento y hasta más de 300 por ciento, dependiendo del periodo y de la ciudad, en los años ‘90 y 2000. Y eso porque implementaron una serie de políticas multisectoriales e integradas, con una fuerte impronta de guiar el diseño de las mismas con base en información de calidad, y con fuerte liderazgo político que se mantuvo a lo largo de diferentes administraciones.

¿Cuáles son los elementos distintivos de estas buenas experiencias?

El proceso de Bogotá, por ejemplo, incluyó la institucionalización de la gestión de la seguridad ciudadana a nivel de ciudad, y la definición explícita y continua de la seguridad ciudadana como una prioridad máxima para el gobierno desde 1995. Vimos entonces una disminución constante de los índices de violencia, con diferentes administraciones municipales. En un período de diez años, entre 1993 y 2003, por ejemplo, las tasas de homicidio cayeron en más del 70 por ciento, en un patrón que se mantendría relativamente estable durante la siguiente década.

Eso se debió en gran parte a inversiones en un sistema de vigilancia que comenzó a recopilar y difundir información precisa sobre incidentes delictivos, que llevó a medidas como por ejemplo el control de armas y alcohol durante días y horarios específicos, campañas mediáticas y educativas sobre temas como la violencia doméstica, la resolución alternativa de conflictos y el consumo de alcohol y drogas. Hubo también la intensificación y despliegue más estratégico de la presencia policial en áreas clave, operando en estrecha colaboración con asociaciones comunitarias. También hubo varios esfuerzos de inclusión social. Por ejemplo, se ofrecieron puestos de trabajo como “Guías Cívicas” a jóvenes, trabajadoras sexuales, personas en situación de calle y desplazados por la violencia, entre otros, en un esfuerzo por romper el estigma hacia estos grupos y ofrecerles oportunidades de ingresos y apoyo.

Y más allá de Colombia, que son casos bastante difundidos…

Un ejemplo más reciente que puedo citar de Brasil es el de la ciudad de Pelotas, que se encuentra en el Sur del país. Esa ciudad, de poco más de 350.000 habitantes, creó en 2017 una secretaría municipal de seguridad y lanzó el Pacto por Pelotas, una estrategia para promover la paz y reducir el crimen y la violencia. Ese Pacto incluye más de 30 programas diferentes en torno a cinco áreas principales de intervención: Policía y justicia, Supervisión administrativa, Tecnología, Prevención social, y Urbanismo.

Entre estas intervenciones están actividades que van desde acciones enfocadas en los padres para promover una crianza positiva de los niños, a programas de prevención de violencia juvenil que se enfocan en jóvenes en riesgo y desarrolla un plan de vida individual para cada uno de ellos, con apoyo psicosocial, habilidades para la vida. También incluyen actividades de reinserción social para quienes han estado en el sistema de justicia penal, justicia restaurativa, intervenciones escolares para prevenir el conflicto, y estrategias de disuasión enfocada dirigidas por la guardia municipal en apoyo a la policía provincial.

«No siempre vemos las políticas de seguridad siendo desarrolladas con base en datos y evidencia, tratando de enfocarse en las áreas y problemas principales de cada localidad. La gestión política muchas veces interfiere en esas prioridades».

Todas las actividades abarcan el ciclo de vida de un individuo y cubren las diferentes dimensiones de intervención donde sabemos dónde están los riesgos para el desarrollo del comportamiento violento y delictivo. O sea, el ámbito individual, familiar y de los pares, de la comunidad y el ámbito de la sociedad o normas sociales como un todo.

Desde el lanzamiento del programa, la ciudad ha visto una disminución del 76 por ciento en los homicidios. Las tasas de homicidios por cada 100.000 habitantes pasaron de más de 30 a 9 entre 2017 y 2021. Los robos también se redujeron en más del 70 por ciento desde 2017.

Lo que encuentro más singular de este caso, en particular, que se está convirtiendo en un ejemplo para otras provincias y ciudades de Brasil, es que varios de los diferentes programas incluidos en el Pacto fueron seleccionados en base a la evidencia de que funcionan, y hay un fuerte enfoque en seguimiento y medición de resultados en todo lo que es hecho en el marco del Pacto.

Otra característica interesante del Pacto es la creación de diferentes instancias de gobernanza para mejorar la coordinación entre los diferentes actores. Existe un Comité de Gestión Integrado a nivel de ciudad, un observatorio de seguridad pública y un Comité Integrado enfocado específicamente en la prevención.

El Pacto por Pelotas ha aprendido de muchas historias exitosas y también de fracasos o discontinuidades que hemos visto en Brasil y otros países de la región. Es un caso interesante para seguir observando, y ojalá sus resultados sean sostenibles. Creo que tienen muchas de las claves para que así suceda.

Ya conoces la situación de la Argentina: ¿qué grandes cambios habría que hacer tomando en cuenta experiencias de otros países y continentes?

No me considero una experta en los temas de seguridad de la Argentina, pero como residente ya hace varios años, y algunos años de involucramiento con la temática en el país, creo que acá nos falta mucho de lo que hemos visto fallar en otros lugares. Primero, no siempre vemos las políticas de seguridad siendo desarrolladas con base en datos y evidencia, tratando de enfocarse en las áreas y problemas principales de cada localidad. La gestión política muchas veces interfiere en esas prioridades. Para eso también es necesario que mejoremos la calidad de los datos, algo que ha evolucionado pero todavía falta mucho por desarrollar. Hoy tenemos mayor integración e intercambio de datos entre municipios y provincias, y diferentes órganos de gobierno, pero eso no es una constante. Muchos observatorios de la violencia que fueron creados en el país también necesitan de fortalecimiento.

En segundo lugar, todavía falta que más gobiernos locales tomen para sí también la responsabilidad de la seguridad ciudadana, y desarrollen burocracias especializadas capaces de crear políticas locales de prevención. Eso requiere también que los líderes políticos, las y los intendentes ellos mismos, se involucren y prioricen esa agenda.

Otro punto fundamental es mejorar la integración y coordinación entre diferentes actores y sectores. Eso significa no solamente mejorar la articulación entre nación, provincias y municipios, como también como entre los diferentes sectores que deben estar integrados en una estrategia multisectorial de intervención.