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Orgulloso de Santa Fe

Orgulloso de Santa Fe

Esteban Paulón encabezará la lista a diputados nacionales por Santa Fe en el Frente que integra el Partido Socialista a nivel nacional, llevando como candidato a presidente al Gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti.
 
El militante, referente de las diversidades y de larga trayectoria política busca recuperar, para la provincia de Santa Fe, el protagonismo y la atención negada por los sucesivos gobiernos a tan importante distrito. 

Esteban se involucró desde muy joven en las filas del socialismo, con una intachable trayectoria de militancia social y política, ocupó diversos cargos tanto en el Municipio de Rosario como en la Provincia de Santa Fe.

En esta entrevista, Paulón analiza los principales temas que preocupan a la comunidad santafecina y las prioridades de la agenda Socialista en la legislatura nacional con un claro perfil integrador, que busque salir de la grieta y fortaleciendo el interbloque federal.

UN VECINO MÁS.

Sos ante todo un ciudadano, te criaste en Santa Fé,  trabajás, estudiaste y vivís en Rosario ¿Qué preocupaciones tiene Esteban Paulon en su vida cotidiana?

Me preocupa la inestabilidad que vive nuestro país. Esa inestabilidad se transmite a un montón de ámbitos y se expresa la inflación que hace que uno no pueda planificar a mediano o largo plazo prácticamente nada, la incertidumbre de los precios de los productos básicos que compramos cada día y cuáles van a ser los ingresos que uno va a tener. Dentro de la ciudad en la que vivo, Rosario, el impacto de la inseguridad y la violencia urbana, que nos hace dudar antes de hacer, o no, una salida, ver el horario de regreso y temer cuando uno guarda el auto o sale de casa. 

Concibo el futuro como algo incierto, sobre lo cual podemos operar y por eso milito en política y me comprometo, pero que hoy se nos presenta como algo sin demasiadas certezas, sobre todo de qué pasará finalizadas las elecciones y creo que esas son las principales preocupaciones. 

Después algunas más personales o más cercanas, por supuesto la salud de la familia, el bienestar de las personas que uno quiere, el estado en que van atravesando estas situaciones complejas los amigos, las amigas y en ese sentido o también nos suma una preocupación adicional.

¿Cuándo votaste por primera vez?

Voté por primera vez el 14 de mayo del 95, cuando fue reelegido Carlos Menem. Desde el Partido Socialista apoyamos a Chacho Álvarez. La primera elección en que fiscalicé fue en febrero de ese año, en la interna abierta entre Chacho y Bordón. Era enorme entusiasmo por la fórmula  Bordón-Álvarez, creíamos que era posible lograr frenar al menemismo. 

Lamentablemente no pudimos y vimos las consecuencias que trajo para el país la reelección tan contundente que tuvo Menem y el impacto para la economía, el empleo, la exclusión y para la trama social en nuestro país.

«La política me cambió la vida en todo sentido porque fue la oportunidad de relacionarme con quienes hoy son mis amigos, amigas y familia elegida. Me formé y conocí la política capaz de transformar y tener un rol activo»

¿Qué te motivó a participar en política?

Llegué a la política como tanta gente más, buscando contención y participación, sabía muy poco de lo que era la política en el Partido Socialista. 

Vengo de una familia muy politizada, estuvimos en el acto de cierre en Rosario de Alfonsín en el 83. No tenía mucha idea de lo que era la política y en la adolescencia a los 14 años decidí participar para hacer algo que me parecía útil y conocer gente, a partir de allí me fui metiendo y descubriendo una pasión que me acompaña al día de hoy. 

La política me cambió la vida en todo sentido porque fue la oportunidad de relacionarme con quienes hoy son mis amigos, amigas y familia elegida. Me formé y conocí la política capaz de transformar y tener un rol activo cuando fueron debates tan importantes como la ley de matrimonio igualitario, identidad de género, impulsar políticas públicas para el colectivo de la diversidad sexual y para la participación comunitaria, ayudar en los barrios de Rosario en la crisis del 2001.

Creo que ello me define y me ha formado como persona, así es que ese por qué participar en la política rápidamente se transformó en un modo de vida.

LOS JÓVENES Y LAS DIVERSIDADES.

Las juventudes, actualmente, expresan cierto rechazo a la participación política y en muchos casos encuentran en propuestas reaccionarias una voz que de algún modo los interpela ¿A qué responde esta situación, qué acciones se pueden llevar a cabo para enamorar a las juventudes con una propuesta progresista?

Las juventudes se han desenganchado de muchas expresiones políticas fundamentalmente por la falta de respuesta que han tenido para ellos y ellas. 

Durante mucho tiempo, para muchas personas jóvenes, la política era vista como una forma de hacer las cosas que nos permitían progresar. Un joven hoy no puede acceder a un primer trabajo para independizarse e ir a vivir sólo, a una pensión o alquilar con algún amigo o alguna amiga, compartir departamento, hoy eso es imposible. 

«Hay que recuperar el diálogo con las juventudes, su protagonismo en el diseño de la política y demandas políticas, volver a ponerla al servicio de la sociedad y dar respuestas concretas a las enormes dificultades que atraviesa nuestro país.»

Eso hace que vean con escepticismo las respuestas que la política brinda, la política no le habla a los jóvenes más que como posibles electores, no da espacios de protagonismo que en otros momentos tuvimos las juventudes en el diseño de la cosa pública. 

En un contexto donde pareciera que durante tanto tiempo se hizo lo mismo y los resultados a todas luces son considerados como insuficientes y deficientes por la mayoría de la población aparecen voces estridentes, que gritan, llamativas y disruptivas que se hacen notar y proponen cosas distintas. Entonces, independientemente de la inviabilidad de esa forma distinta de hacer las cosas, del sentido de esa forma, del propio contenido, muchas personas que acuerdan con muchos de los derechos que estos sectores proponen derogar, se convencen que si siempre hicimos lo mismo y nos fue mal, quizá haciendo algo distinto nos puede ir bien. 

Estos fenómenos similares a Millei y en tantos otros países, concitan el interés de personas muy decepcionadas de las formas tradicionales de la política y en especial los jóvenes, que no han visto otra cosa más que este modelo de fracaso, de veinte años de grieta, de enfrentamiento estéril e inútil, entienden que saliendo de esa grieta por el lado de aquellos que gritan y que se hacen notar, las cosas puedan cambiar. 

Hay que recuperar el diálogo con las juventudes, su protagonismo en el diseño de la política y demandas políticas, volver a ponerla al servicio de la sociedad y dar respuestas concretas a las enormes dificultades que atraviesa nuestro país.

Con el tiempo te convertiste en un referente de la comunidad LGBTQ y en estos años han conquistado reivindicaciones históricas acompañada de la visibilidad y lucha del colectivo del que sos parte. Sin embargo, la conquista de derechos debe ir acompañada de una presencia activa y vigilancia constante para que no haya retrocesos ¿En qué situación se encuentra la comunidad LGBTQ en la actualidad?

Un gran activista español, Pedro Cerolo, socialista, fue quien impulsó muchas de las leyes de igualdad en España, decía que los derechos se conquistan, se disfrutan y se defienden. Quiere decir que ningún derecho está dado para siempre. 

Si bien es cierto que en nuestro país tenemos un marco legal muy importante con leyes como el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, el cupo laboral travesti trans y el reconocimiento de las identidades no binarias, también es cierto que ha habido en los últimos años políticas públicas muy deficientes, sobre todo por parte del Estado Nacional, cuestionadas socialmente porque no han servido para contener y para acompañar los procesos que las disidencias necesitaban, entonces (en estos discursos disruptivos de los que hablábamos antes) aparecen las propuestas de derogación de los derechos, que dicen sobre la ley de identidad y género “que no venía a solucionar nada” y proponen derogarla. 

Si bien hay una mayoría social que acompaña las causas que impulsamos y las conquistas que hemos logrado, siempre hay que estar en un estado de movilización, preparados, preparadas y preparades para resistir ante posibles intentos de retroceso que ya hemos visto en esta campaña en la voz de la candidata a vicepresidenta Victoria Villarroel, que es la primera candidata en expresarse abiertamente por la derogación del matrimonio igualitario. 

Tener movilización, luchar por la representación en primera persona, por eso también es importante estar en las candidaturas y dar el debate entendiendo y confiando en que la mayoría de la población ya ha incorporado estos derechos y no está dispuesta a debatir un retroceso. 

Las insuficientes políticas públicas del Ministerio de Mujeres, la falta de participación de las organizaciones en su diseño e implementación, el desinterés del gobierno y de muchos sectores políticos son indicadores de una luz amarilla. Tenemos que volver a poner sobre la mesa la defensa de los derechos conquistados y todo lo que aún falta.

UNA AGENDA CLARA.

Miguel Lifschitz entre sus legados dejó la frase “el futuro sólo es posible si es ecológico, si es inclusivo y si es feminista” ¿Qué lugar ocupan en la agenda del PS estos temas?¿Qué iniciativas pueden fortalecer estas premisas?

El socialismo es una idea y una forma de ver el mundo, no es una doctrina cerrada, es dialéctica la relación del socialismo en su fase científica, teórica y la fase práctica. 

Miguel Lifschitz puso de manifiesto tres de los grandes desafíos que tiene el mundo de cara al futuro. Desarrollar una política sustentable pensando en las nuevas generaciones y deteniendo urgentemente la degradación del ambiente y el efecto del cambio climático y su impacto.

No es si un verano es más caluroso, si un invierno es más frío o si hay temperaturas más extremas, sino hechos concretos, como la sequía que ha puesto en jaque la economía del país y ha generado inflación, pobreza y el parate de una buena parte del mecanismo económico de Argentina. 

La agenda del feminismo también es urgente, no puede el mundo seguir sosteniéndose en las desigualdades entre varones y mujeres, disidencias y géneros no binarios en una sociedad en la cual hoy las expresiones de género, de la sexualidad y de la diversidad son bien amplias y tenemos muchas brechas que reducir a través de políticas de cuidado, de acciones concretas de equiparación salarial, de real igualdad de oportunidades para todas las personas en sus ámbitos de desarrollo profesional y laboral.

El mundo es más desigual que nunca, vemos como hay cada vez menos personas muy ricas y muchas más personas pobres, cuando el desarrollo científico, tecnológico y económico debiera permitirnos brindarle una mejor calidad de vida a cada vez más personas. Es inconcebible que millones de personas no tengan  acceso al agua potable, cientos de millones de personas viviendo en países con regímenes totalitarios, sin acceso a la justicia, a la seguridad, a la salud, en países que siguen aún con guerras civiles, fratricidas.

Tenemos que apuntar a esa inclusión que habla de mayor igualdad, de  menor violencia, de equilibrio entre los sectores más ricos del mundo y los sectores más pobres, el Estado tiene mucho para hacer por una mayor igualdad que permita un desarrollo pleno para todas las personas.

Estaban Paulón junto a Gustavo Leone candidato a parlamentario del Mercosur

¿Cuáles son tus prioridades en la agenda legislativa?

Tal como lo están haciendo hoy Enrique Estevez y Mónica Fein, una de las prioridades es la defensa de Santa Fe, provincia que el año pasado aportó más del 13% de los recursos que recauda el Estado Nacional y de eso vuelve muy poco. 

Por discriminación que padeció el socialismo cuando gobernó en tiempos de Cristina Kirchner y en el gobierno de Mauricio Macri. Esto tiene continuidad, no ya por discriminación de un gobierno nacional de distinto signo político, sino por una actitud muy servil de parte del gobernador Omar Perotti quien parece enamorado de las fotos de campaña abrazado a Alberto y a Cristina.

La agenda social impulsada por el socialismo desde hace 127 años sigue vigente. Leyes como la de licencias de cuidado, una ley integral de cuidado y la ley de humedales. En el caso de la diversidad sexual, que también es mi agenda, del colectivo que también represento, todo lo relacionado con la ley integral trans y una nueva ley de prevención y sanción de actos discriminatorios. 

¿El acceso a la vivienda es uno de los temas que más preocupan a la población, qué acciones pueden mejorar esta situación? 

Es un gran problema en en el Mundo, particularmente en Argentina tiene que ver con las políticas de uso de suelo en las ciudades que han encarecido enormemente el uso residencial de la vivienda, con la especulación financiera a través de distintas plataformas de alquiler temporario, donde muchas propiedades salen de alquiler, que antes ocupaban los sectores medios son destinadas al uso temporario mucho más rentable que el alquiler habitual.

«El Estado debe intensificar las políticas de vivienda social, generando programas para sectores medios y populares con cuotas equiparables al precio de un alquiler, facilitando el acceso a la casa propia.»

En la Ciudad de Buenos Aires hay sólo 1.000 viviendas disponibles para toda la Ciudad, eso presiona sobre los precios y los requisitos, dificulta que la gente acceda a la vivienda y por otra parte la inflación del 140% anual impide cualquier tipo de planificación en función de implementar créditos hipotecarios para acceso a la casa propia.

Debemos restituir el crédito hipotecario en Argentina porque lo que en algún momento era signo de ascenso social y con un trabajo poder comprar en un plazo de treinta años una vivienda, hoy es imposible al no haber previsibilidad. 

El Estado debe intensificar las políticas de vivienda social, generando programas para sectores medios y populares con cuotas equiparables al precio de un alquiler, facilitando el acceso a la casa propia. 

Creemos firmemente que la vía de la construcción de viviendas a través de cooperativas de vivienda donde también las personas aporten en la etapa de construcción, es una herramienta interesante que necesita crecer y fortalecerse.

Santa Fe se caracterizó por una fuerte inversión en salud y educación en las gestiones del PS, sin embargo en los últimos cuatro años la desinversión ha hecho perder impulso a la provincia en estas agendas ¿Qué experiencias se abandonaron y considerás valiosas para recuperar estas herramientas como igualador social?¿Qué acciones nuevas se pueden tomar para mejorar en estos dos importantes aspectos?

El gobierno de Omar Perotti retrocedió en todos los aspectos posibles, abandonó a la voluntad de los directivos de las escuelas el manejo de ciertas cuestiones, con un Ministerio de Educación ausente, canceló programas muy exitosos como el “Vuelvo a Estudiar” y el “Vuelvo Virtual”, que permitieron a 20.000 estudiantes jóvenes retomar y finalizar sus estudios medios. 

En salud abandonó todas las obras previstas para hospitales y centros de salud. Hoy en cualquier centro de salud se relata la falta de insumos, muchas veces permanecen cerrados. Todo el sistema de pediatría está al borde del colapso, con cierre de muchísimas camas de terapia en efectores, esto se dió a partir de la pandemia y después no se volvieron a abrir.

El retroceso se ve en obras públicas, en la generación y distribución de la energía, en el apoyo a los proyectos productivos. Este es el sello  que se va a llevar el gobierno de Omar Perotti. 

Lo dice la gente, en una elección donde el candidato del peronismo salió tercero, después de las dos primeras candidaturas del Unidos para Cambiar Santa Fe,  espacio que el socialismo integra de oposición en la provincia.

En seguridad se han triplicado las personas fallecidas, también hubo un retiro del Estado en la política social, en los barrios con mayores niveles de inseguridad se suspendieron todos los programas sociales que se habían implementado en el socialismo y daban contención a millares de jóvenes. 

El gobernador hizo campaña con la paz y el orden y quitó patrulleros, quitó policía, cerró comisarías. Es urgente recuperar un proyecto que integre las políticas sociales, educativas, de salud y seguridad para recuperar una senda de desarrollo y paz en las ciudades.

LA SEGURIDAD.

¿Cómo afecta la inseguridad a Santa Fe?¿Qué acciones pueden revertir esta problemática?

La inseguridad pega muy fuerte en la provincia y se expresa en la violencia en algunos barrios de Rosario, Santa Fe y otras ciudades importantes de nuestra provincia, alterando la vida de la gente de bien y generando mucha desconfianza en los inversores capaces de crear trabajo y fortalecer la producción.

Retomar políticas públicas que redujeron a la mitad el número de muertos en hechos violentos y lograron encarcelar a las bandas narcos, política que implementó el socialismo de forma progresista, de fuerte integración de la política social con especial foco en jóvenes y en mujeres víctimas de violencia, focalizadas en los barrios para brindar oportunidades y alternativas laborales. 

«Es necesario dotar a la ciudad y provincia de los recursos federales y herramientas que permitan la prevención y persecución del delito, la presencia de las fuerzas de seguridad y que la Nación contribuya con las políticas provinciales y municipales para dar respuesta a este tema tan complejo.»

Recuperar una política que jerarquizó al personal policial, que lo equipó, le dio herramientas y también fue, puerta a puerta, a buscar chicos y chicas que habían dejado la escuela para ser reclutados como soldaditos. Les dimos la oportunidad de terminar sus estudios y pensar en un horizonte distinto para su vida. 

Necesitamos acciones integradas con la justicia para generar un shock de política pública que pacifique los barrios más complicados y pueda traer tranquilidad a todas las ciudades.

¿Qué se puede hacer desde el poder legislativo para revertir las situaciones de violencia que se viven en Santa Fé?

Mucho, porque gran parte de la violencia urbana que vivimos deriva de un delito federal, el narcotráfico y donde el Estado Nacional se ha retirado. A pesar de las reiteradas promesas de mandar fuerzas federales para acompañar la respuesta a la inseguridad, poco de eso ha ocurrido. Santa Fe es la vigésimo primera provincia en inversión de seguridad pública por habitante en el país. 

La provincia de Santa Fe tiene una ubicación estratégica en relación al Mercosur por sus 800 kilómetros de hidrovía a lo largo de la vera del Paraná, pero también por la ruta 34, por la ruta 33, por la ruta 9, por la ruta 11, provenientes de Chile, Bolivia, Paraguay y Brasil. Tenemos que plantear desde el Legislativo Nacional medidas para proteger todas esas vías y que la respuesta a la inseguridad sea una realidad. 

Es inadmisible la demora en la constitución de la comisión bicameral responsable de reformar el sistema judicial, encargada de la designación de jueces y fiscales federales para Rosario, que tiene sólo un juzgado federal con competencia en los temas de narcotráfico, esto no puede seguir así. A su vez, la Cámara tiene cargos pendientes de nombramiento.

Es necesario dotar a la ciudad y provincia de los recursos federales y herramientas que permitan la prevención y persecución del delito, la presencia de las fuerzas de seguridad y que la Nación contribuya con las políticas provinciales y municipales para dar respuesta a este tema tan complejo.

EL MEDIO AMBIENTE.

¿Cómo afecta el cambio climático a los Santafesinos/as?¿Es posible mitigar este flagelo?

«El cambio climático pone en cuestión la propia supervivencia del ser humano, tiene efectos concretos, produce desertificación, migraciones climáticas de personas que ya no pueden vivir en ciertas regiones»

Uno muy concreto tuvo que ver con la sequía que padeció Argentina y en Santa Fe tuvo un fuerte impacto por el tipo de producción que tiene, ha provocado que la actividad económica tuviera una caída muy importante y se traduce en menos ingresos en términos impositivos, menos retenciones y menos recaudación para los productores, las cadenas de valor y de producción local y para el movimiento que cada localidad tiene. 

El cambio climático pone en cuestión la propia supervivencia del ser humano, tiene efectos concretos, produce desertificación, migraciones climáticas de personas que ya no pueden vivir en ciertas regiones, desplazamientos, aparece el odio, la intolerancia hacia las personas migrantes en tantos países y obviamente que estamos destruyendo la casa comuna que nos tiene que seguir alojando, por eso esta es una agenda urgente. 

También lo sufrimos con los humedales permanentemente agredidos, abandonados por las autoridades de medio ambiente y reclamamos una ley de humedales para protegerlos, hacer que allí se pueda reservar esa capacidad de nuestra región de ser un pulmón verde y mitigar de alguna manera el efecto que el cambio climático está teniendo en nuestra vida cotidiana. 

Cada vez se produce más, se consume más y sin embargo, la riqueza se concentra en menos manos ¿Qué acciones pueden revertir este desmedido crecimiento de la desigualdad?

Una de las principales cuestiones tiene que ver con la forma en que se produce lo que consumimos y qué es lo que consumimos. Tenemos que trabajar en formas más amigables con el ambiente para la producción, planteando la producción agroecológica de alimentos, menor contaminación en la producción de alimentos e industrial. 

Apostamos al entramado de la economía circular, la economía social, la cercanía entre el productor y el consumidor, quitando eslabones de la cadena de distribución que suman contaminación, costo y un perjuicio para el planeta.

Es necesario poner ojo en lo que consumimos. Somos una sociedad consumista, es más importante tener que ser, promovemos un consumo responsable, sustentable y vinculado a una producción orgánica, natural y menos agresiva con el ambiente porque con este nivel de consumo, desperdicio y contaminación no hay posibilidades de que el mundo siga creciendo. 

Finalmente quisiera darte el último párrafo para que hables a tu comunidad.

«Quiero ir a la Cámara de Diputados para defender realmente lo que la provincia necesita y no hacer lo mismo que hacen muchos y muchas que cuando llegan a Buenos Aires se olvidan de nuestros intereses para defender los intereses de su partido.»

Quiero ser Diputado Nacional para defender mi provincia, mi ciudad. Vivo acá, mis sobrinos van a la escuela acá, mi mamá es jubilada acá, mi hermano trabaja acá. Amo Santa Fe, estoy muy orgulloso de lo que la provincia significa para el país y podemos hacer mucho más.

Quiero ir a la Cámara de Diputados para defender realmente lo que la provincia necesita y no hacer lo mismo que hacen muchos y muchas que cuando llegan a Buenos Aires se olvidan de nuestros intereses para defender los intereses de su partido.

Olfateando el abismo

Olfateando el abismo

Vivimos tiempos de cambio, de incertidumbre, de transición. Entre el vértigo tecnológico y la futilidad de nuestros conceptos, vivimos, nos dice Luis Oro Tapia, en una época de «desesperanzada, lábil y agónica; pero también gestacional y parturienta».

«Occidente, descubre en mí lo eterno, lo que siempre ama», le imploraba un hombre de sienes ligeramente encanecidas a una puesta de sol, mientras se desvanecían sus recuerdos juveniles sobre la arena estival. A modo de consuelo invocó los versos iniciales del poema Lo fatal de Rubén Darío («Dichoso el árbol que es apenas sensitivo / y más la piedra dura, porque ésa ya no siente»), pero la nostalgia no cesó. Jorge Luis Borges, por su parte, en su cuento El inmortal narra las peripecias de un hombre que quiere derrotar la temporalidad y, finalmente, lo consigue. En la literatura existen abundantes testimonios que dan cuenta de cuán empecinada está la civilización occidental en expulsar la muerte y el dolor de la condición humana. Tal desiderátum en los hechos se expresa en el imperativo de alargar cada vez más la vida y de erradicar de ella el sufrimiento.

Pese a ser una meta incumplida, no le ha ido del todo mal en sus afanes; porque dispone de una herramienta prodigiosa que la ayuda a materializar sus obsesiones utópicas: la ciencia y la técnica moderna. Pero las utopías también pueden devenir, paradojalmente, en distopías como le sucede, por ejemplo, al protagonista del referido relato de Borges. Y ello no sólo ocurre en la ficción. De hecho, el tránsito de una a la otra puede ser imperceptible en la vida cotidiana. Aunque también cabe la posibilidad de que ambas puedan coexistir luchando de manera soterrada como ha acontecido en el último tiempo.

Actualmente deberían comenzar a fraguarse nuevas categorías y nuevas valoraciones. Unas que estén en sintonía con la nueva concepción de la realidad y, obviamente, con la nueva humanidad que está surgiendo.

Así, por ejemplo, la corriente que avala el progreso tecnológico ha tenido que hacer frente a una contracorriente que vindica los derechos de la naturaleza. No obstante, aquélla —pese a los innumerables perjuicios que ha ocasionado al medio ambiente— sigue su avance, haciendo caso omiso de las proyecciones catastrofistas o distópicas. Con todo, existen dos ámbitos en los cuales la fe en el progreso continúa incólume: el de las ciencias biomédicas y el de las tecnologías digitales.

No en vano en las últimas décadas le dimos la bienvenida a los bebés de probeta y aceptamos sin mayores reparos la manipulación —otros dicen edición— genética. Asimismo, dejamos de deslumbrarnos con la genialidad para pasmarnos con la inteligencia artificial. Pero también extrañamente transitamos de la voluntad de futuro de las vanguardias al «progresismo reaccionario» que aflora en algunas izquierdas, tal como quedó en evidencia —en el caso de Chile— durante la Convención Constitucional. Incluso para no pocos la fascinación con los cambios tecnológicos y con la velocidad devino en vértigo y en ansias de apacible quietud y, más aún, en ensoñaciones bucólicas. Me parece que tales ambivalencias (algunas con visos de oxímoron) trascienden las peculiaridades de los actores aludidos y son síntomas de un dilema o encrucijada mayor como más adelante se verá.

¿PESADEZ DE LA MATERIA O DEL ESPÍRITU?

El nudo entre quienes tiran del futuro y quienes resisten del pasado siempre ha existido. Puede ser más o menos apretado. Con todo, el actual es diferente de los anteriores. Algunos pensadores y artistas del siglo veinte lo intuyeron como una mera probabilidad. Hoy no sólo es un escenario posible; es una realidad concreta que está ante nosotros y no la podemos eludir.

Hace algo más de cien años, un personaje de la novela La montaña mágica de Thomas Mann (ambientada en vísperas de la Primera Guerra Mundial) sostenía que «lo que trae confusión al mundo es la desproporción entre la rapidez del espíritu y la terrible pesadez, la lentitud, la resistencia y la inercia de la materia». El diagnóstico del personaje es correcto. Pero no sólo para esa época, sino que también para toda la historia humana anterior; puesto que la naturaleza, hosca y contumaz, se resistía a ser remolcada y heñida por la razón.

Hasta la primera mitad del siglo veinte las elaboraciones normativas de la razón especulativa iban varios pasos más adelante que las realizaciones materiales. Inversamente, en los últimos cincuenta años el desarrollo físico —aupado por la ciencia y la técnica— es quien ha tomado la delantera y ha dejado rezagada a la razón especulativa; generando así un nuevo desfase, pero esta vez uno de índole completamente diferente, incluso opuesto al anterior. Tal modalidad de desajuste también trae confusión al mundo. Concretamente, la materialidad le plantea problemas y desafíos al orden normativo, pero éste no los puede resolver con celeridad, porque no avanza al mismo ritmo del quehacer fáctico. Dicha brecha no tarda en suscitar fricciones intrapsíquicas, desconcierto social y más temprano que tarde conmociones políticas.

En efecto, la razón normativa ha quedado rezagada respecto del avance del dominio material que ha configurado la ciencia y la técnica. Dicho de otro modo: nuestros mapas normativos están desactualizados y, precisamente, en ello estriba buena parte de nuestra perplejidad con su correspondiente sensación de azoramiento y desorientación. También parte del problema radica en el hecho de que no tenemos experiencias históricas similares en las cuales encontrar analogías y buscar inspiración. Ya no somos enanos encaramados en hombros de gigantes; somos huérfanos de un pasado que actualmente no nos brinda cobijo moral, puesto que nuestras realizaciones materiales han puesto en entredicho sus valoraciones.

Concretamente, la materialidad le plantea problemas y desafíos al orden normativo, pero éste no los puede resolver con celeridad, porque no avanza al mismo ritmo del quehacer fáctico. Dicha brecha no tarda en suscitar fricciones intrapsíquicas, desconcierto social y más temprano que tarde conmociones políticas.

Estamos viviendo algo profundamente disruptivo, sin par en toda la historia de la humanidad, y no tenemos orientaciones para enfrentarlo. Las previsiones de Oswald Spengler, ancladas en la historia comparada, no nos sirven por dos razones. Primera: porque hay un hecho absolutamente nuevo, inédito en toda la historia, que es la irrupción de la ciencia y la técnica moderna, las cuales tienen la capacidad de modificar la vida corporal y mental de los seres humanos como ninguna otra civilización la ha tenido. Dicho de otro modo: tanto la radicalidad de los cambios como el desenvolvimiento que ha tenido la civilización occidental —que en su actual etapa es tecnológica— carece de paralelismo en la historia universal. Segunda: así vistas las cosas, por una parte, no sabemos si Occidente declina o si asciende y, por otra, no sabemos si Occidente aún existe, pues cabe la posibilidad de que en lo que respecta a los asuntos valóricos y estrictamente humanos estemos ingresando a un nuevo tipo de civilización diferente de la occidental y, de ser así, ésta sería de carácter planetario y tendría un nuevo código moral. Lo que sí me parece claro es que estamos llegando al final del tiempo eje, ese tiempo axiológico o normativo, que con diferentes énfasis y modulaciones ha orientado y ha dado sentido tanto a la existencia individual como a la colectiva durante veinticinco siglos.

Hacia mediados de la década de 1950 Karl Jaspers —que fue quien acuñó la expresión «tiempo eje»— conjeturaba que era posible que a nuestra generación le correspondiera vivir los últimos estertores de dicho tiempo y que, a la vez, presenciara los primeros balbuceos de un nuevo tiempo axial. Tal conjetura implica sostener implícitamente que las categorías con las que hemos pensado durante dos milenios y medio están comenzando a quedar obsoletas. Ellas ya no están a la altura de los tiempos, no dan cuenta de las nuevas realidades. Con todo, actualmente deberían comenzar a fraguarse nuevas categorías y nuevas valoraciones. Unas que estén en sintonía con la nueva concepción de la realidad y, obviamente, con la nueva humanidad que está surgiendo.

Por esos mismos años Martin Heidegger sostenía que llegaría un momento en el cual el hombre intervendría no sólo la esencia de las cosas, sino que también su propia esencia, fabricándose técnicamente a sí mismo. En ese momento —intuía Heidegger— la idea de naturaleza humana estallará por los aires y también el correspondiente orden moral. Me parece que ya estamos viviendo los primeros años de ese tiempo, el cual comenzó con la manipulación genética y de embriones humanos. La bioética, quizás, sea uno de los primeros intentos de hacer dialogar la lógica de la investigación científica con los imperativos normativos. Pero de cierta manera ese diálogo es entre lo nuevo y lo viejo —y no entre las realidades emergentes y las nuevas valoraciones—, puesto que nuestro orden normativo aún está anclado en el tiempo eje y desde sus preceptos evalúa las nuevas realidades.

TRASLAPE DE ÉPOCAS

Lo terrible para nosotros (moradores de un siglo en trance) que cabalgamos sobre los lomos de dos caballos, el del tiempo nuevo y el del tiempo viejo, es que corremos el riesgo de desplomarnos anímicamente y de ser arrasados por las pezuñas de los corceles sin siquiera saber cuál de ellos triunfará, puesto que también cabe la posibilidad de una restauración del viejo orden, lo cual significaría petrificar el actual estado de cosas y cancelar todas las posibilidades de progreso. De hecho, han existido civilizaciones —como la del antiguo Egipto, por ejemplo— que habiendo alcanzado un alto grado de sofisticación, una vez que lo lograron, se dedicaron a preservar sus realizaciones. Esto implicó, a la postre, cancelar la posibilidad de innovar. Tales son las civilizaciones atadas, detenidas, hieráticas o estancadas. Es verdad que nuestra valoración del cambio nos incita desestimar esa alternativa, pero también el vértigo que produce la celeridad de los cambios nos puede llevar a considerarla como una opción razonable. Quizás, quienes actualmente abogan por el decrecimiento terminen suscribiéndola y así dicha opción termine imponiéndose como la alternativa menos mala.

Todo indica que estamos viviendo un momento crepuscular. Pero no sabemos si es el crepúsculo del amanecer o el del atardecer. Para algunos, los más optimistas, se trata de una encrucijada; para otros, los pesimistas, se trata de una aporía. Claramente estamos ante un problema doloroso. Cabe recordar que para que algo tenga el estatus de problema se deben cumplir dos condiciones. Primera: que existan asuntos acuciantes que, por el momento, no tienen solución o bien tienen varias, pero éstas son recíprocamente incompatibles. Segunda: que el asunto problemático nos concierna existencialmente —o vitalmente, en cuanto nuestro porvenir pende de su solución— y, precisamente, debido a ello nos produce desasosiego, fracturas psíquicas y una creciente angustia.

En nuestro caso se cumplen ambas condiciones; lo cual no significa, en modo alguno, que todos los seres humanos se sientan acongojados o anden carilargos por la vida; puesto que no todos reaccionan de igual manera frente a los mismos estímulos, ni siquiera ante el dolor. También están los anestesiados, los inconscientes y los frívolos. Ellos tienen una existencia anodina: viven y no se sienten vivir. Para los más escrupulosos y sensibles, por el contrario, la vida deviene en una tortuosa tribulación. Para estos últimos el tiempo crepuscular es un calvario.

Todo indica que estamos viviendo un momento crepuscular. Pero no sabemos si es el crepúsculo del amanecer o el del atardecer. Para algunos, los más optimistas, se trata de una encrucijada; para otros, los pesimistas, se trata de una aporía. Claramente estamos ante un problema doloroso.

En las aludidas circunstancias «toda una generación se encuentra extraviada entre dos estilos de vida, de tal suerte que pierde toda norma, toda seguridad e inocencia» —apunta Hermann Hesse en su novela El lobo estepario— y nadie sabe a qué atenerse ni qué esperar con certeza. Obviamente que ello fractura conciencias, lo cual no sólo tiene efectos psicológicos, sino que también sociopolíticos. La perplejidad y la angustia engendran espejismos de redención o bien de desesperanza, esto es, de utopías y distopías, aunque sin mayores niveles de elaboración. Quienes se sienten abatidos son los más propensos a suscribirlas irreflexivamente. Pero también están los que son sensibles y, al mismo tiempo, escépticos y meditabundos. Estos últimos tienen plena conciencia de que están enzarzados entre dos cosmovisiones y puesto que no optan por la fuga utópica ni la distópica «viven todos los enigmas de la vida humana sublimados como infierno y como tormento en su propia persona», como bien señala Hesse.

En la misma línea, desde América Latina, el subcontinente del crepúsculo sin fin, nos hacemos eco de las palabras del poeta Vicente Huidobro y le preguntamos a coro a Altazor —nuestro alter ego, puesto que a él también se le evaporaron sus certezas y se quedó sin mundo— «¿quién hizo converger tus pensamientos al cruce de todos los vientos del dolor?». Y, al igual que Altazor, debemos armarnos de fortaleza para eludir las coartadas de las ofertas utópicas y distópicas a fin de plantarle cara al enigma que llevamos dentro de nosotros mismos.

Contempladas las cosas desde una perspectiva existencial, nuestra época sería la del lobo estepario: desesperanzada, lábil y agónica; pero también gestacional y parturienta. Si aspiramos a sobrevivir a ella y no queremos ser empalados ni cegados por el crepúsculo —ya sea el del amanecer o el del atardecer— tendremos que transmutar compulsiva y dolorosamente nuestras valoraciones al igual que el protagonista de la mentada novela. Por el momento, a modo de consuelo y en sintonía con la desrealización de lo real, sólo podemos decir junto con Nicanor Parra: «Ay de mí, ¡ay de mí!, algo me dice que la vida no es más que una quimera».

¿Quién nos cuida?

¿Quién nos cuida?

Las tareas de cuidados son un sector muy activo de la economía con una altísima tasa de informalidad y donde principalmente se ocupa a mujeres. Las crisis lo profundizan: el voluntarismo reemplaza a los gobiernos. Es necesario repensar el rol del Estado, la distribución de las tareas de cuidado y acciones para impedir la vulneración de derechos.

Hablar de cuidados es referirse a un tema del que mucho se debate en los últimos tiempos, pero aún quedan muchos interrogantes que responder, sobre todo queda mucho que definir para partir desde un concepto común. A partir del hecho de que toda persona en algún momento de su vida ha recibido algún tipo de cuidado indispensable para su desarrollo y muchas posteriormente ejercimos cuidados pero, a nivel general, en la ciudadanía se percibe un escaso conocimiento del tema. Es posible enmarcar dentro del concepto a una vasta serie de actividades destinadas a velar por el bienestar cotidiano de las personas, tanto desde lo material y económico, como desde lo moral y emocional.

Se trata de un concepto muy amplio. Con seguridad, muchos en este momento estarán pensando en algún familiar que los crió -¿habrá sido una mujer?-, pero pocos tal vez piensen en la responsabilidad que tiene el Estado a la hora de regularlo, desarrollarlo y garantizarlo.. 

Se abren así una serie de interrogantes con un alto grado de complejidad. ¿Por qué es importante que el Estado piense en políticas de cuidado?¿Es necesaria una regulación?¿Hasta dónde llega esa “regulación”?¿No entra la misma en conflicto con la privacidad de las personas y las familias?¿Hasta dónde el Estado puede responder por el cuidado ejercido por Instituciones privadas o personas que no forman parte de la Administración Pública?

Intentaremos avanzar en darles respuesta, aunque dejando para otro momento el cuidado dentro del hogar, que representa a gran parte de las tareas de cuidados, donde el trabajo no es remunerado y además se ve atravesado por la disparidad de recursos en cada hogar para ejercerlo. 

CUIDADOS COMO ACTIVIDAD ECONÓMICA

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las políticas de cuidado abarcan «aquellas acciones públicas referidas a la organización social y económica del trabajo destinado a garantizar el bienestar físico y emocional cotidiano de las personas con algún nivel de dependencia».

Estas políticas consideran tanto a los destinatarios del cuidado, como a las personas proveedoras e incluyen medidas destinadas tanto a garantizar el acceso a servicios, tiempo y recursos para cuidar y ser cuidado, como a velar por su calidad mediante regulaciones y supervisiones.

“La cantidad de horas utilizadas (por las mujeres) para el cumplimiento del cuidado reproductivo y el trabajo doméstico imposibilitan el desempeño en otros ámbitos de quienes asumen esa responsabilidad.”

El sector del cuidado como actividad económica combina los empleos de enseñanza, salud, doméstico y asistencia social, siendo la principal fuente de empleo para las poblaciones femeninas. Esto  demuestra algo que no resulta una novedad: el fuerte componente de género aún en los espacios laborales remunerados.

En todos los casos, se observan porcentajes más altos de mujeres en los rubros asociados a labores domésticas llamados “sectores de la economía del cuidado”. Según la CEPAL, en el caso de América Latina: salud un 73,2%, enseñanza 70,4% y el más alto es hogares como empleadores, que aglutina las distintas modalidades de trabajos domésticos remunerados, con un 91,5% de mujeres en el sector.

La desigualdad con la que se distribuyen estas actividades y responsabilidades asociadas al cuidado hacia adentro de los hogares ha demostrado ser un factor de detrimento del plano profesional y académico de las mujeres. La cantidad de horas utilizadas para el cumplimiento del cuidado reproductivo y el trabajo doméstico imposibilitan el desempeño en otros ámbitos de quienes asumen esa responsabilidad.

La deserción escolar de niñas y jóvenes también está ligada a la adopción de roles tradicionales sobre cuidados y labores domésticas y ha significado una reducción en los años promedios de educación, lo que dificulta el acceso al mercado laboral de estas niñas.

Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), la demanda de cuidados en los hogares con hijos representa un impedimento para la incorporación de mujeres al plano laboral por la desproporción del volumen de tareas domésticas a partir de la existencia de hijos. Esta desigualdad se vuelve aún más profunda si consideramos que los sectores donde las mujeres se encuentran sobrerrepresentadas, como los que conforman al sector de cuidados, son las ramas económicas peores pagas y con mayores tasas de informalidad y precariedad.

Lo cierto es que aún no se cuenta con estadísticas fiables acerca de  los espacios de cuidados que se generan espontáneamente en lo comunitario (más aún en un contexto socioeconómico complejo como el actual),  o sobre aquellos que desde el sector privado ejercen estas tareas.

“Cada área o nivel del estado contribuye en su medida al desarrollo de políticas de cuidado, pero si estas medidas carecen de integralidad y no se aborda al Sector del Cuidado como un macrosistema, lejos estamos de poder dar respuesta.”

Si repasamos rápidamente, podemos ver cómo cada área o nivel del Estado contribuye en su medida al desarrollo de políticas de cuidado, pero si estas medidas carecen de integralidad y no se aborda al sector del cuidado como un macrosistema, lejos estamos de poder dar respuesta. 

Pensemos en los comedores, los espacios  de cuidado generados entre los barrios, donde las vecinas (en su mayoría) cuidan a los hijos de las madres amigas que por trabajo no pueden atender a los menores que tienen a cargo. Hablamos de  actividades voluntarias sin remuneración, pero que intentan cubrir una necesidad evidente e ineludible. Como mencionamos, las épocas de crisis económica hacen que estos espacios proliferen cada vez más en el territorio, sin registro, sin habilitación, algunos con ayudas económicas y otras solamente con la buena voluntad de una comunidad, cruzando la gran incertidumbre de afrontar el mantenimiento de estos espacios de manera desigual, con la angustia de no tener garantía de si podrán o no sostenerlos mañana.

ADULTOS MAYORES

Otro caso a destacar es el de los espacios para adultos mayores. Aquí hay varias problemáticas para mencionar: la relación entre hogares públicos y privados, la proporción de cuidadores respecto de internos, la debida formación de los mismos y los protocolos sanitarios son sólo algunas de todas las existentes. Un sinnúmero de interrogantes que con los datos disponibles se responden a medias, que si indagamos, cada área o nivel del Estado responde por lo que le compete. De esta forma, los interrogantes continúan surgiendo y el trabajo por hacer resulta arduo. Pero ante todo camino largo se tiene que empezar por lograr una foto real del panorama.

Hace algunos años que en la región se viene instalando el tema en la agenda pública, principalmente a partir de la consideración económica del trabajo doméstico. En la Argentina podemos ver varios ejemplos de propuestas que van orientadas en este sentido, y que contribuyen al debate público respecto al rol del Estado, como lo es el proyecto de ley para la creación de un Sistema Nacional Integral Federal de Cuidados presentado por los diputados Mónica Fein y Enrique Estévez en marzo de 2022; y el proyecto de ley “Cuidar en Igualdad: Sistema Integral de Políticas de Cuidados en la Argentina (SINCA)”, del Poder Ejecutivo Nacional presentado el mismo año. 

“Pensar la igualdad de oportunidades desde una perspectiva integral del cuidado, no solo es importante, sino que se vuelve crucial ante una realidad económica dura, donde quienes se encuentran desprovistos de los medios necesarios para acceder a ese cuidado son principalmente los sectores más vulnerables de la sociedad.”

Estas propuestas le abren el camino a las políticas de cuidado para ocupar un espacio importante en el debate público y las instala en agenda. Las preguntas que nos hicimos al comienzo de esta nota vislumbran sus respuestas a medida en que el debate avanza, por lo que entendemos que pensar la igualdad de oportunidades desde una perspectiva integral del cuidado, no sólo es importante, sino que se vuelve crucial ante una realidad económica dura, donde quienes se encuentran desprovistos de los medios necesarios para acceder a ese cuidado son principalmente los sectores más vulnerables de la sociedad. Son quienes se encuentran más expuestos a los abusos, a la violación de derechos y a una gran cantidad de barreras que imposibilitan su desarrollo personal. 

El Estado debe “repensarse” para garantizar herramientas, espacios seguros y accesibles de cuidados, debe además brindar la información necesaria para prevenir los abusos y sobre todo avanzar articuladamente desde todos sus niveles y principalmente legislar para transformar dichas iniciativas en políticas públicas que trasciendan al gobierno de turno.

La Argentina y cada una de sus provincias necesitan generar los consensos necesarios para que el foco principal esté puesto en construir una sociedad más justa e igualitaria.

Reeditan la obra inaugural de la literatura queer  

Reeditan la obra inaugural de la literatura queer  

«El bosque de la noche», de Djuna Barnes, es la primera novela que incluyó un personaje no binario. Fue un boom en su tiempo. La escritora, un ícono. El libro fue reeditado con prólogo de la escritora feminista Siri Hustvedt, que logra poner el fondo del libro en foco.

“La muñeca y el inmaduro tienen algo de bueno: la muñeca porque se parece a la vida, pero no la contiene, y el tercer sexo porque contiene vida, pero se parece a la muñeca. ¡Ese rostro bendito! Debería verse sólo de perfil, de lo contrario nos damos cuenta de que es la conjunción de dos mitades hendidas e idénticas de aprehensión asexuada”.

Una pregunta para romper el hielo. ¿Puede una novela encontrar a sus lectores cien años después? Es posible que esto suceda con «El bosque de la noche», de Djuna Barnes, editada en 1937 y escrita diez años antes en el vértigo modernista de los años locos parisinos. Sin embargo, nada es claro en esta novela que tiene los colores, los ruidos, los aromas y los peligros de la noche.

Seix Barral decidió rescatar «El bosque de la noche» con una edición prologada por Siri Hustvedt, que se suma al histórico prólogo que escribió T. S. Eliot para la primera edición de la novela de Barnes. 

La decisión de aumentar el volumen de páginas con una mirada de una autora contemporánea y feminista es más que oportuna. La propia Barnes, que se recluyó gran parte de su vida en un departamento neoyorquino, dejó trascender que Eliot en verdad no había sabido aprehender la esencia de «El bosque de la noche». Hustvedt sale al rescate de esa verdad que Eliot no pudo leer entre líneas.

La escritora estadounidense nos confiesa que a lo largo de su vida releyó «El bosque de la noche» muchas veces porque se trata de una obra tan pletórica de sentidos que se van volviendo aprensibles en las distintas etapas de la biografía de cada lector. Sin dudas una escritora de hoy sabe mejor qué hacer con la propuesta de Barnes que un hombre de aquel entonces, e incluso que una mujer de hace un siglo. 

INTERPELAR AL SUJETO MODERNO

El sujeto que Barnes interpelaba en sus páginas barrocas y poéticas era sin dudas un sujeto de la modernidad. Hombres y mujeres diseñados para procrear y perpetuar la especie. Barnes fue una pionera, luego de ella aparecieron los booms del feminismo, de los estudios de género y queers. 

Pero los conocimientos de los que hoy disponemos no hacen de «El bosque de la noche» un libro accesible. En absoluto. Leerlo es adentrarse en la oscuridad de los deseos más desesperados y eso nos acerca a las profundidades de la poesía. Hay que releer (en voz alta) para encontrar el sentido porque Barnes, de tanto romper con las ideas asumidas como normales, conduce al lector hacia el reino de las aporías.

El argumento. Una mujer andrógina (Robin) es deseada primero por un hombre (Félix), con quien tiene un hijo al que ella rechaza y luego es amada por dos mujeres (Nora y Jenny). Sí, la historia de un triángulo lésbico fue escandalosa en su tiempo.

Pero hay mucho más porque gran parte de la información le llega al lector de boca de un doctor (Matthew O´Connor) que ha vivido toda su vida con una identidad no binaria sin amar ni ser amado. Ni homosexual, ni heterosexual, ni hombre, ni mujer, es más bien como una muñeca que no tiene un ombligo que la vincule con la sexualidad. A él acuden las “víctimas” de la mujer andrógina y el doctor lleva al extremo la imaginación extenuando los significados. 

La potencia vanguardista de El bosque de la noche se evidencia en el hecho de que por primera vez un escritor (¡una escritora, mejor dicho!) inventó un personaje no binario.

“El hombre -dijo Nora, con un temblor en los párpados-, supeditándose al miedo hizo a Dios; del mismo modo que la criatura prehistórica, supeditándose a la esperanza, hizo al hombre… al enfriamiento de la tierra, a la recesión del mar. Y yo, que deseo poder, elegí a una chica que parece un chico”, expresa la protagonista de la novela, alter ego de la autora, quien escribió el texto después de la ruptura con la escultora Thelma Wood, quien fue el amor de su vida. 

“Exacto -dijo el doctor-, nunca antes habías amado a nadie, y nunca más volverás a amar a nadie como amas a Robin. Muy bien… ¿qué es este amor que sentimos por el invertido, chica o chico? Era de ellos de quienes se hablaba en todas las novelas que hemos leído. La muchacha perdida, ¿no es acaso el príncipe encontrado? Ese príncipe encima de un caballo blanco que siempre hemos estado buscando. Y el hermoso muchacho es una doncella ¿no es tal vez el príncipe-princesa vestido de encaje? ¡Ninguno de los dos y la mitad del otro, la imagen pintada en un abanico!”.

ICONO DE ESCRITORAS LESBIANAS

Barnes se convirtió en un ícono para las escritoras lesbianas; aún pululan las anécdotas de las innumerables veces que Susan Sontag, Anaïs Nin o Carson McCullers intentaron hablar con ella, montando guarda en su casa, sin éxito alguno porque Barnes por entonces era toda una persona ermitaña y misántropa (vivió sus últimos 41 años recluida). 

La potencia vanguardista de «El bosque de la noche» se evidencia en el hecho de que por primera vez un escritor (¡una escritora, mejor dicho!) inventó un personaje no binario. Barnes termina por elegir -como la voz de mando de su historia- al doctor O´Connor, este ser fuera de toda regla, que no puede ser el actor principal porque su vida ha sido anulada, pero es el testigo de un tiempo que es la suma de los tiempos, de un amor que es todos los amores, de un deseo que es único y divisible.

“¡La última muñeca, la que te ofrecen de mayor, es la chica que hubiera debido ser un chico, y el chico que hubiera debido ser una chica! El amor por esta última muñeca ya estaba anunciado en el amor por la primera”, le hace decir Barnes al doctor O´Connor para correr el velo de misterio que cubre la afirmación que abre este artículo. “¿Por qué crees que me he pasado casi cincuenta años llorando en los bares, si no porque soy una de ellas?”, agrega O´Connor, el primer personaje no binario que irrumpió en la literatura hace cien años.

Hoy, gracias a esta reedición de «El bosque de la noche», podemos sacarlo de la preciosa casa de muñecas en la que permaneció guardado todo este tiempo.

María Luisa Femenías: “En toda época hubo disidencias tanto de mujeres como de varones”

María Luisa Femenías: “En toda época hubo disidencias tanto de mujeres como de varones”

Después de su libro «Ellas lo pensaron antes», la filósofa María Luisa Femenías publicó «Los disidentes». Un trabajo meticuloso que recupera a pensadores varones que en sus respectivas épocas fueron voces diferentes y sensibles a la agenda feminista. 

María Luisa Femenías, filósofa y autora de «Los disidentes» y «Ellas lo pensaron antes».

Los disidentes. Filósofos feministas excluidos de la historia (Galerna, 2022), es un trabajo meticuloso de recuperación de una serie de pensadores de diferentes épocas que ilustran precisamente que en cada una de ellas existieron voces diferentes, que desde posiciones a veces marginales y otras veces no tanto, cuestionaron el orden patriarcal. El texto va desde Averroes, filósofo y médico andalusí musulmán, matemático y astrónomo, nacido hace casi mil años, hasta gente que está viva, como Amartya Sen, economista y filósofo indio que en 1998 recibió el Premio Nobel en Economía, uno de los primeros concedidos a alguien que no forma parte del esquema ortodoxo en la materia, sino que por el contrario, lo impugna.

La autora de este trabajo, María Luisa Femenías, es una filósofa argentina y una referencia ineludible en filosofía y feminismo en habla hispana. Doctora en filosofía, es pionera en los estudios de género en Argentina y sobre violencia contra las mujeres en América Latina. Cofundadora de instituciones de investigaciones en Género en la UNLP y en la UBA, en 2016 recibió el premio nacional Fundación Konex.​ Entre sus publicaciones se destaca Perfiles del feminismo iberoamericano, en tres volúmenes.

En Los disidentes pasa revista en cuatro partes ordenadas cronológica y temáticamente por un seleccionado de pensadores, algunos muy reconocidos en la historia de la filosofía mientras otros prácticamente ignotos. Pero incluso los más renombrados que María Luisa selecciona no son habitualmente destacados por haber impulsado en su labor de filósofos un cambio de mirada respecto de la situación de la mujer. Eso hace atrapante el trabajo: permite redescubrir a pensadores como Agrippa, Condorcet o John Dewey, desde lugares distintos a los que habitualmente los presenta la academia.

También es importante el hecho de que la autora no se limita a citar un par de frases o a mostrar con quién discutieron: en el capítulo que le dedica a cada uno, se mete en su época, indaga las influencias que los marcaron, rastrea y detalla los coetáneos con que dialogan o discuten, los presenta en diálogo (a veces tenso) con sus propios maestros, reconstruye sus argumentos tratando de hacerlos accesibles a cualquier público curioso, destaca de qué manera actuaron en su tiempo en los debates públicos e incluso cómo influyeron (o intentaron influir) en la legislación de sus sociedades, y trazando las líneas que ellos abrieron, como quienes abren surcos, caminos nuevos, sabedores de que otras personas los recorrerían.

En este diálogo, María Luisa responde algunas preguntas acerca de las motivaciones y coordenadas que propone su trabajo.

«Ellas lo pensaron antes y Los disidentes son obras que se complementan solidariamente: muestran a lo/as “perdedores” de su época, cuyas contribuciones diluidas y tamizadas por necesidades de cada presente, fueron socavando hegemonías hasta contribuir a consolidar narraciones y situaciones “nuevas”».

En un libro anterior (Ellas lo pensaron antes) trabajaste sobre “filósofas excluidas de la memoria”. A Los disidentes lo subtitulaste “filósofos excluidos de la memoria”. Podría decirse que tus trabajos muestran que la temática fue la excluida. ¿Te sorprende que así haya sido incluso en las corrientes autopercibidas como más revolucionarias?

Mi hipótesis de fondo es que el paradigma patriarcal es tan fuerte, tan potente ―lo esbocé hace muchos años en un articulito un poco ingenuo, visto a la distancia, que está en Hiparquia, en internet― que podría decirse que neutraliza de diversos modos todo lo que tiende a desestabilizarlo. Obviamente, estos modos ni están planeados por mentes especulativas siniestras ni responden a planes preconcebidos. La sinergia social va resolviendo las situaciones a medida que se van produciendo. Casi me atrevería a decir que echa mano de la “caja de herramientas” de la que hablaba Wittgenstein. En esa suerte de reservorio, encuentra los elementos que le permiten reconfigurarse para subsistir; es decir, para no perder su poder. Como el entramado es sólido y entreteje una cantidad de variables que las distintas épocas han ido explicitando y analizando ―pero que, seguramente, guarda otras tantas de las que aún no somos plena y epocalmente conscientes―, la “caja de herramientas” es compleja, sutil, extremadamente rica y hasta cierto punto sólo previsible en sus lineamientos más gruesos.

Dicho esto, bastante conjetural, la primera hipótesis que sostengo es que la noción de igualdad, tal como la defendió Poullain de la Barre, desestabiliza el paradigma respecto de los sexos, de las “razas”, de los estamentos sociales y de las religiones. Hasta ahí las incidencias más significativas que él desarrolló. Claramente, sin la noción de “interseccionalidad” ahora tan en boga, ya denunció que las urdimbres de la trama socio-política no permanecen desconectadas. Una multiplicidad de relaciones de diverso tipo y nivel las conecta.

Una segunda hipótesis que sostengo es que el análisis mujeres-víctimas / varones-victimarios es una reducción extrema de la cuestión. Sirve grosso modo para ciertos análisis de conjunto, pero desde un punto de vista filosófico, que es el mío, oscurece una multiplicidad de matices; por ejemplo la incidencia de los discursos contrahegemónicos, que yo ubicaría ―si esto fuera posible― en la caja de herramientas. Claro está que estas imágenes espaciales tienen sus límites, pero a mí me ayudan a conceptualizar algunas cuestiones.

Volviendo: de ahí que me interesara señalar que en toda época hubo disidencias tanto de mujeres como de varones, que llevan las marcas de la cultura ―en toda la amplitud y vaguedad del término― de su tiempo. La concepción ilustrada de progreso, actualmente en crisis, oscureció esas disidencias en tanto proyectó una suerte de tiempo lineal futuro siempre mejor, que no permite ver los altibajos y los claroscuros de cada época. Por eso, Celia Amóros apeló al feminismo como conciencia crítica de la Ilustración. Me atrevería a decir que además, el modo de construir la memoria histórica en base a las necesidades del presente (o al menos de los discursos o las fuerza hegemónicas del presente), está actualmente seriamente en crisis.

Por eso creo, que tanto Ellas lo pensaron antes como Los Disidentes son obras que se complementan solidariamente: muestran a lo/as “perdedores” de su época, cuyas contribuciones diluidas y tamizadas por necesidades de cada presente, fueron socavando hegemonías hasta contribuir a consolidar narraciones y situaciones “nuevas”. Claramente los discursos contrahegemónicos fueron permeando la sociedad/cultura de su tiempo hasta hacer posibles muchos cambios. Pero, no se puede descuidar el estar atentos tanto a los logros como a las resistencias (por lo general en sordina), a esos mismos cambios.

 

Otro hilo que atraviesa tu trabajo es mostrar que, aunque no siempre, la preocupación filosófica por la condición de la mujer solía ir de la mano con el reclamo por las clases más desposeídas –por ejemplo en Olympia de Gouges, Condorcet, Mario Bravo o Sen. ¿Te preocupa que esa ligazón hoy se encuentre debilitada?

No siempre, pero mayoritariamente parece que es así. Yo creo que en realidad funciona siguiendo una lógica binaria, a la manera de la clase de “los que tienen derechos” y la de “los que no los tienen”; es decir, “los excluidos”, los que se definen por la negativa. Esa categoría está integrada por una pluralidad variopinta de individuos. Ya se sabe que la definición por la negativa, es imprecisa cuando no imposible. Habitualmente, se la denomina de diversos modos: Julia Kristeva, Judith Butler entre otros/as, la denominan “lo abyecto”. Qué se hace más visible de ese complejo abyecto depende de circunstancias históricas, socio-políticas, económicas, y un largo etcétera. Ahora, el paso de la modernidad ilustrada a la postmodernidad prioriza el sexo-género por sobre otros ejes, a los que oscurece y debilita: la etno-raza, el hambre, la religión, la lengua… Cada país, región o cultura produce sus propios claroscuros y redefiniciones.

Una curiosidad personal: ¿Por qué no incluiste a Bertrand Russell, uno de los filósofos del siglo XX de mayor visibilidad, impar en su compromiso con el feminismo, al punto de haber sido candidato electoral feminista?    

Toda exclusión es dolorosa, es verdad. La editorial me había encargado un trabajo de unas 300 carillas con pocas notas, que irían al final de cada capítulo. Los disidentes tiene casi 450 páginas y más de 900 notas a pie de página, según un pedido expreso mío porque las notas al final, me dificultan la lectura, y creo que a mucha gente le pasa lo mismo. La editorial dio su máximo. Y, en cierto sentido, vos mismo das la clave de la respuesta: “mayor visibilidad”; Russell tiene mucha visibilidad, por eso preferí seleccionar filósofos menos conocidos o cuya obra feminista lo era menos. Russell se pudo dar el lujo (por diversas circunstancias, entre ellas su clase) de escandalizar e ironizar la sociedad de su tiempo, poniendo en primer plano causas incómodas al status quo: la paz, los crímenes de guerra, los derechos de las mujeres, el hambre, las libertades sexuales. No es un filósofo olvidado, ni invisible. Tiene un peso propio, por su genialidad, su ética y su irónica práctica de vida.

«Respecto de Mario Bravo, en realidad podría haber elegido a otros varones argentinos más o menos de la época que también apoyaban la igualdad de las mujeres, el mismo Juan B. Justo o Alfredo Palacios. Pero su figura desató mi curiosidad, primero porque es mucho menos conocida». 

Me pareció especialmente relevante que en un campo tan eurocentrado como el de la filosofía, trabajaras sobre autores de nuestra región, me refiero a Carlos Vaz Ferreira y a Mario Bravo. Y en este último caso, más llamativamente, puesto que ni siquiera es tenido en cuenta como pensador. ¿Qué te movió a hacerlo?

Son autores poco conocidos. Vaz Ferreyra en Uruguay lo es más, y un buen amigo filósofo también, Miguel Andreoli, lo ha trabajado extensamente. Yo sólo revisé su “feminismo”, entre otras cosas, porque escribió un libro sobre el tema (Sobre el feminismo), razón por la que me pareció interesante incluirlo. Mi propósito era incluir latinoamericanos tal como había hecho con las filósofas. Vaz Ferreyra es una figura interesante por la época en que escribió y por algunas limitaciones que presenta.

Respecto de Mario Bravo, en realidad podría haber elegido a otros varones argentinos más o menos de la época que también apoyaban la igualdad de las mujeres, el mismo Juan B. Justo o Alfredo Palacios. Pero su figura desató mi curiosidad, primero porque es mucho menos conocida. En la zona del Abasto (en CABA), hay una calle con su nombre y muchas veces se lo confunde con Alfredo Bravo, otra figura notable.

Creo que me atrajo su periplo: tener un origen modesto, estudiar con esfuerzo en la Universidad Nacional de Tucumán, graduarse de abogado, haber presenciado y denunciado las huelgas de zafreros y sus represiones, venirse a Buenos Aires, haber representado como abogado la primera cooperativa inscripta en el país ―el Hogar Obrero― y siendo parlamentario, haber presentado año tras año un anteproyecto de Ley por los derechos de las mujeres hasta que la ley se sancionó en 1926.

Además, como se recortó el Anteproyecto, en aspectos sensibles, publicó un libro ―Los derechos civiles de la mujer― muy fundamentado iusfilosóficamente. Incluso en sus artículos sobre cooperativismo, toma en consideración a varones y a mujeres por igual, como miembros activos, con derechos y responsabilidades en paridad.

Por todo eso, me pareció que merecía un lugar en la memoria del feminismo, entre los varones que compartieron con las mujeres en un proyecto que, como decía Beauvoir, nos hacía más libres a todos, varones y mujeres.

QUIÉN ES

María Luisa Femenías  es una filósofa feminista argentina, académica, investigadora y escritora. Pionera en los estudios de género en Argentina, en sus proyectos de investigación ha trabajado la noción de sujeto e identidad centrándose en cuestiones de multiculturalidad, exclusión y conocimiento situado además de sobre la violencia contra las mujeres en América Latina. Su trabajo fue clave para la consolidación del “Centro Interdisciplinario de Estudios de Género” de la Universidad Nacional de la Plata. En 2016 recibió el premio nacional Fundación Konex.

Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y se doctoró en Filosofía Teórica en la Universidad Complutense de Madrid con una tesis dirigida por Celia Amorós sobre el pensamiento aristotélico publicada en 1996 con el título de Interioridad y Exclusión: Un modelo para desarmar (Buenos Aires, 1996). En 1990-1991 fue miembro del seminario Feminismo e Ilustración creado por Celia Amorós.

Ha desarrollado su trayectoria académica en la Universidad Nacional de La Plata. Fue catedrática de Antropología Filosófica en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (1997-2016) y de Derechos Humanos de las Mujeres (2011-actual) en la Facultad de Derecho de la misma universidad. En la actualidad es Profesora Consulta de la Universidad Nacional de La Plata. También imparte cursos y conferencias en América Latina y Europa: ha sido profesora visitante de la Freie Universität Berlin, la Université de Toulouse, Berkeley y Perugia. Además obtuvo becas Fulbright, Erasmus, Complutense y DAAD.

En sus proyectos de investigación ha trabajado la noción de sujeto e identidad centrándose en cuestiones de multiculturalidad, exclusión y conocimiento situado. También ha trabajado sobre el pensamiento de la filósofa post-estructuralista Judith Butler y sobre la violencia contra las mujeres en América Latina.

Historieta y censura

Historieta y censura

La historieta en Argentina fue un objeto relativamente soslayado por los órganos censores del estado en sus épocas más violentas. Hoy, en tiempos democráticos, la censura todavía persiste bajo otras formas.

A veces en  nuestra discusión pública se usa tanto la acusación de censura como estrategia defensiva que lo primero que se me viene a la cabeza es pensar que si todo es censura, nada lo es. Pero claro: un simple desacuerdo no constituye un acto de censura, porque la palabra de dos ciudadanos plenos de derecho, a priori, vale lo mismo tanto para opinar una cosa como su contrario. Cuando se termina la posibilidad de desacuerdo, también se termina el momento de la política y llega el de la policía.

Pasado ese primer shock de sorpresa nihilista llegan las preguntas: ¿qué es la censura, entonces? ¿quién la ejerce? ¿cómo es ejercida? ¿sobre qué o quiénes?

Si a la impugnación de la opinión de otro producida en un simple desacuerdo entre iguales no la ubicamos en el orden de la censura, vamos a tener que poner el ojo en otras dinámicas que ocurren en la tensión entre lo individual y lo comunitario.

Si a la impugnación de la opinión de otro producida en un simple desacuerdo entre iguales no la ubicamos en el orden de la censura, vamos a tener que poner el ojo en otras dinámicas que ocurren en la tensión entre lo individual y lo comunitario. Lo primero que identificaríamos como un mecanismo de censura es la constitución de organismos estatales que dedicados a admitir o prohibir de manera sistemática e institucionalizada la circulación de un determinado tipo de expresiones o de productos culturales: en estos casos, además, la censura institucionalizada representa un dispositivo articulado en un plan de gobernanza más amplio de la población. Además, deberíamos hacer también un llamado de atención, al menos, sobre cómo influye o repercute un contexto fuertemente represivo en los mecanismos individuales de autocensura (hay determinaciones en la configuración de ciertas estructuras psíquicas que favorecen ciertos tipos de censura, pero, en niveles más próximos a la conciencia, el cálculo y la decisión sobre lo que alguien está dispuesto a verbalizar o publicar tiene la finalidad de que no se rompa el lazo entre el individuo y su comunidad). Y tampoco debiéramos correr la mirada de las obstrucciones a la libre expresión en contextos empresarios, pero el problema crecería demasiado para abordarlo en pocos párrafos.

Veamos, entonces, y a modo de ejemplo, tres trayectos históricos en donde hay censura alrededor de, pero nunca sobre, la historieta, un lenguaje modulado a partir de la secuenciación de imágenes, pero, fundamentalmente, un medio de masas con tiradas completamente explosivas a mediados del siglo pasado y cuyas ventas se fueron extinguiendo a medida que la competencia en la industria del ocio fue saturando ferozmente la capacidad de atención de los trabajadores en sus momentos de descanso. Serán tres títulos bien canónicos: Mafalda, Las puertitas del señor López y El Eternauta. En estos casos casos está involucrado claramente el estado, que, por otra parte renuncia más o menos abiertamente a ser garante de las libertades individuales consagradas en la constitución. En nuestro país conocimos y padecimos casos inapelables de esta práctica, organizados desde un Estado que para gobernar hipertrofió su poder de policía en sus múltiples órdenes, pero es interesante el análisis consecutivo de estos tres casos porque veremos que, por algún motivo, las historietas y las formas de censura entramadas en su propio contexto (represivo) de producción se ven desbordadas y eso tiene consecuencias.

1964-1973, ARGENTINA: MAFALDA Y LA CENSURA COMO INMINENCIA

La historia del producto Mafalda es bien particular: su diseño inicial fue bosquejado a principios de los ‘60 por Quino para formar parte de una campaña publicitaria de Siam Di Tella, una marca de electrodomésticos, y no pudieron colocar la tira en Clarín porque se dieron cuenta de la estrategia de PNT. Tiempo después se consolidó como protagonista de una tira publicada en el semanario Primera Plana (de tendencia liberal y vinculado a una facción puntual del golpismo argentino: los azules) durante su primer año de vida. Luego de ese lapso, prosiguió su publicación en el diario El Mundo (que había sido comprado unos años antes por empresarios asociados al Partido Comunista). Finalmente, la última mitad de su trayectoria editorial transcurrió en la revista Siete Días Ilustrados de la Editorial Abril. El propio Quino decidió que la última tira de Mafalda fuera publicada el 25 de junio de 1973, cuando el gobierno de Cámpora estaba organizando las primeras elecciones sin proscripción después del largo y turbulento período de la política argentina posterior a 1955.

A lo largo de su trayectoria, la tira, fuertemente inspirada en Peanuts de Charles Schultz, le dio protagonismo a un tipo sociológico que se había masificado durante las décadas anteriores: la familia de clase media. Entre el debut de la tira, donde participaban solamente Mafalda y su padre, hasta el cierre del diario El Mundo, Quino fue incorporando prácticamente todos los personajes que conformarían el elenco estable, dando así lugar a que, a través de los amigos de Mafalda, aparecieran ficcionalizadas otras configuraciones ideológicas y otras cosmovisiones interactuando entre sí y con la coyuntura.

Contrario a lo que se suele pensar, Mafalda nunca recibió censura directa, aun a pesar de haber denunciado en sus páginas tanto esa como otras prácticas represivas del onganiato. Por ejemplo, una tira muy famosa juega con un grafiti interrumpido que pide el fin de la censura y quien remata el chiste es Mafalda haciendo un comentario con las palabras clave sin terminar. Otra tira que denunciaba la represión fue aquella del palito de abollar ideologías, en la que, a diferencia de la ilustración que se hizo famosa al poco tiempo, la observación hecha por Mafalda y dirigida a Miguelito está obturada por las ramas de un árbol, y el chiste se genera cuando el propio policía portador del “palito” repite con gesto de sorpresa lo que dijo la protagonista. Un detalle un tanto siniestro de esta última tira es que en julio de 1976 un hecho represivo en una iglesia conocido como “la masacre de San Patricio” concluyó con el hallazgo de los cadáveres de tres sacerdotes y dos seminaristas junto a un poster de la viñeta de Mafalda. De manera que, evidentemente, el lugar singular de Mafalda en la constelación de objetos culturales de cierta clase media enfrentada a la represión y la violencia estatal estaba muy identificado por los militares y sus adláteres, pero desconocemos por qué nunca operaron directamente sobre la tira, el autor o el semanario donde era publicada.

Contrario a lo que se suele pensar, Mafalda nunca recibió censura directa, aun a pesar de haber denunciado en sus páginas tanto esa como otras prácticas represivas del onganiato. Por ejemplo, una tira muy famosa juega con un grafiti interrumpido que pide el fin de la censura y quien remata el chiste es Mafalda haciendo un comentario con las palabras clave sin terminar.

En cambio, sabemos que los editores rechazaron alguna tira propuesta por Quino o que el autor ha contado que muchas veces se autocensuraba. La censura en Mafalda es prácticamente una condición material de producción: un fantasma que acecha constantemente. Y lo que produjo fueron dos efectos muy puntuales e interrelacionados. Por una parte, la construcción de un repertorio de metáforas historietísticas, una serie de símbolos, tonos, complicidades, gestos gráficos, que permitían hablar de algo de lo que no se hablaba y denunciarlo como acto compartido de resistencia entre el autor y sus lectores. Por otra parte, permitió que ese repertorio de gestos y señalamientos rompiera barreras generacionales y territoriales. Hay registros de lectura en otros países como Chile, México o España durante o poco después de la época de producción de la tira en nuestro país. También sabemos por comentarios de Daniel Divinsky, dueño de Ediciones de la Flor, que la editorial no quebró durante la dictadura de 1976, a pesar de que él haya sido privado de su libertad, gracias a la generosidad de, entre otros, Quino, cuyos libros, y en especial los de Mafalda, se siguieron reimprimiendo sin inconvenientes y sus ventas se sostuvieron. ¿Por qué? ¿De qué manera se actualizaba la lectura de una tira fuertemente atravesada por la coyuntura del pasado próximo? ¿Qué complicidades y réditos sociales producía la posesión de un libro de Mafalda en una biblioteca familiar? ¿Por qué no se impidió su circulación durante la dictadura genocida si ese material ya estaba debidamente analizado e identificado? Algunas de estas preguntas están mejor planteadas en el artículo «La Mafalda militante».

Daniel Link, en un artículo que analiza El principito como fenómeno literario dijo atinadamente que es la novela de los que no leen literatura: si uno se cruzara con cualquiera de esas personas que dicen “no me gusta leer”, muy probablemente habrá leído y disfrutado El principito. En Argentina, con Mafalda pasa un poco lo mismo: es la historieta de los que no leen historieta. Y el fenómeno es tan fuerte que, aún a pesar de que fuera una tira abierta la interpelación de la coyuntura local e internacional, trascendió fronteras. ¿Qué y cómo se traduce Mafalda en chino, en armenio, en inglés, en alemán, o incluso en guaraní? ¿Cómo se la lee en esos idiomas? ¿Cuánto permanece de la atmósfera cultural de la que emergió y cuánto se deja atravesar por los fantasmas de las formas de censura y de violencia padecidas por los otros pueblos en los territorios donde es editada aún hoy? ¿Será posible responder estas preguntas para tener un indicio de qué comunidad construyó (y seguirá construyendo persistentemente, por la marca indeleble que dejó en Mafalda) la censura del onganiato?

1979-1982, ARGENTINA: LAS PUERTITAS DEL SEÑOR LÓPEZ, LA CENSURA Y SUS DESLICES

En un viejo artículo sobre el humor gráfico argentino, Juan Sasturain destaca (sin un gramo de inocencia) la línea que une la aparición de la revista Tía Vicenta y de Mafalda, fundamentalmente en su período de la Revista Siete Días Ilustrados, a la emergencia de un proyecto ciertamente innovador a la vez que icónico del panorama cultural de su tiempo como la revista Hum®. Esa publicación comandada y financiada por Andrés Cascioli vio la luz en junio de 1978. Cascioli, que volvía a intentar una revista humorística después de Satiricón y Chaupinela, entendió que tenía la posibilidad de irrumpir en la monotonía del paisaje cultural de los años de dictadura en parte por la cercanía de la fiesta mundialista y en parte por la percepción de que lo peor de la represión ya había pasado. En general, los actores involucrados, por un lado, le quitan densidad a la posición crítica respecto del gobierno militar, porque era solamente, como lo indicaba su nombre, una inocente revista de humor, pero, por otro, recalcan que la posición central como dispositivo de denuncia fue construyéndose con el paso del tiempo, el favor del público y, no menos importante, el prestigio ganado fuera del país.

Lo que según Sasturain vincula a Mafalda con Hum® es que ambas fueron respuestas humorísticas a contextos represivos, que fueron consumidas por públicos de capas medias y que requerían de un cierto grado de politización y de sintonía con la época para decodificar segundas lecturas que son, precisamente, las que destacan hoy al releerlas como productos culturales contestatarios.

Me interesa especialmente una historieta que había nacido en la revista El Péndulo, otra publicación de Ediciones La Urraca, pero, al cerrar dicha revista, prosiguió en Hum®, todo esto entre 1978 y 1982. La historieta es Las puertitas del Señor López, que reunía a Carlos Trillo en los guiones y Horacio Altuna en los dibujos, dos figuras muy importantes de la historieta argentina, que además y en simultáneo ya publicaban El Loco Chávez en la contratapa de Clarín con gran éxito.

En contraste con la comedia de enredos costumbrista en formato de tira que ejecutaban Trillo y Altuna en el gran diario argentino, las cinco páginas que tenían a disposición en El Péndulo y luego en Hum® apostaban por algo levemente más sombrío y con un desarrollo autoconclusivo. La historieta consiste de una serie de historias breves cuyo principio constructivo es el de la fuga de lo real: el Señor López es un personaje gris, anodino, poco relevante, que vive su vida oprimido en los dos espacios que habita. En su casa, lo asfixia la figura de su esposa (el remanido estereotipo de la jabru, una vez más); en su trabajo, su jefe lo somete y sus compañeros le hacen bullying. No hay zona de la realidad que no le resulte inhabitable a López, quien tampoco es una persona con una cosmovisión emancipadora: al contrario, él bien quisiera formar parte del poder, estar del otro lado. De manera que ante cualquier indicio de comportamiento abusivo hacia él, cruza una puerta y se deja arrastrar por sus ensoñaciones. Estas toman las formas más diversas y permiten a Altuna poner a prueba su versatilidad al representar mundos influenciados por imaginerías y registros muy disímiles, como puede ser la de Moebius en un capítulo, para saltar, en el capítulo siguiente, a un noir con aires de película de Bogart. Pero esas fugas nunca le garantizan un escape efectivo: el desarrollo de la aventura al otro lado siempre termina frustrando el deseo del protagonista. Moraleja: no hay escape, la imaginación de López tampoco resulta habitable. A partir de este esquema, los autores hicieron vivir a López distintas aventuras cada quince días, hasta que en 1982 Altuna partió a España, ya consolidada su transición democrática, para radicarse y trabajar allí.

La revista Hum®, por lo que sabemos, convivió con la censura, tensó la cuerda, fue haciéndose camino a partir de ir tanteando los límites y exponiéndose al riesgo cierto de que la represión clandestina del estado cayera sobre alguno de sus integrantes. Cuentan que el del 24 de diciembre de 1979 fue el primer número que representó un boom de ventas porque tuvo una caricatura de Videla en la tapa, pero que al apuntar las críticas a la economía (Videla estaba por ser devorado por las pirañas de la importación) parece que los censores del ejército no pusieron reparos en su publicación.

Con el diario del lunes y el lugar bastante prominente que se le ha atribuído en general a la revista, parece fácil atisbar que Hum® fue un punto de fuga de la censura centralizada del estado en el que cierta porción de la población políticamente informada y cultural y estéticamente instruida (es decir: un grupo definible en buena medida por la posesión de un cierto capital simbólico y material) encontró un espacio para reconocerse en la disidencia a la gestión del conflicto sociopolítico por la vía de la violencia.

En ese trayecto plagado de riesgos, hubo un capítulo del Señor López que me llama poderosísimamente la atención. La acción inicial se sitúa en su trabajo: el jefe le anuncia que debe ausentarse unos días y, al no estar otros tres compañeros, el mismo López quedará a cargo. Empoderado, busca en seguida hacer uso de su nuevo status mandoneando a otros de su mismo rango, pero nadie le hace caso. Entonces se va al baño ofuscado, y al cruzar la puerta de un cubículo ingresa a una habitación con gran pompa, plagada de personas de apariencia notable. Después de que le ponen una banda, camina hasta la cabecera de una mesa muy grande y comienza a pronunciar un discurso de asunción presidencial, pero, cuando está por terminarlo, entra a la habitación un personaje vestido de militar y lo interrumpe para informarle que su gobierno será destituido y reemplazado en la presidencia por un mariscal de tres apellidos. López sale de la habitación sin decir palabra, vuelve al baño y posteriormente a su oficina, más ofuscado que antes.

Lo que me fascina es que quizás podría imaginar razones para que la Junta censurara el número y no pasó. Lo cierto es que ninguno de los protagonistas se explica muy bien por qué el órgano censor permitió que Hum® recrudeciera sus críticas y empezara a señalar aspectos que concitaban descontento entre sus lectores. Quizás la política de medios de los militares estuviera enfocada fundamentalmente en silenciar de la opinión pública masiva los señalamientos sobre la clandestinidad de la represión, y entonces la recreación imaginaria de un derrocamiento (por lo demás bastante pacífico en este caso) no representaba nada fuera de lo común dentro de la larga serie de interrupciones de la continuidad democrática que sufrió nuestro país durante el siglo pasado.

Con el diario del lunes y el lugar bastante prominente que se le ha atribuído en general a la revista, parece fácil atisbar que Hum® fue un punto de fuga de la censura centralizada del estado en el que cierta porción de la población políticamente informada y cultural y estéticamente instruida (es decir: un grupo definible en buena medida por la posesión de un cierto capital simbólico y material) encontró un espacio para reconocerse en la disidencia a la gestión del conflicto sociopolítico por la vía de la violencia. Si bien la revista, como un todo o en cada una de sus partes, no dejó una marca tan fuerte como la de Mafalda, es bien reconocida como un faro de la resistencia cultural contra la censura, y, simétricamente, Las puertitas del señor López conserva todavía hoy buena parte de ese aura, que se repone mediante copiosos prólogos en las distintas reediciones internacionales que se siguen haciendo de ella. ¿Será posible recorrer los libros que no fueron censurados durante un período represivo y revivir algún aspecto de ese clima, de la inminencia de la censura, del peligro que corrían los cuerpos, las vidas de quienes enunciaban un disenso con el poder?

1957-2012, ARGENTINA: EL ETERNAUTA Y LA POST-CENSURA 

Del Eternauta quiero recordar una anécdota bastante reciente. Todo el mundo conoce esta obra, que vendría a ser, por qué no, la otra “historieta de los que no leen historietas”. Fue un suceso mayor en el ámbito argentino durante su publicación a tal punto que puso a Oesterheld inmediatamente en el centro de nuestro canon de autores. Pero la deriva militante posterior del autor le confirió un tenor a su figura que muchas veces se filtra en las lecturas de la historieta, escrita muchísimo antes de su ingreso a la organización Montoneros, su opción por la lucha armada y su desaparición. Es más: las marcas de este viraje ideológico son mucho más visibles en la continuación del Eternauta, escrita y publicada en 1976.

No obstante, hay que volver a decir claramente que el primer Eternauta no recibió censura. Hubo, en cambio, una reescritura encargada en 1969 por la revista Gente con dibujos de Alberto Breccia que por orden de la editorial fue terminada antes de tiempo porque en el entramado de la geopolítica ficcional se estaban cruzando interpretaciones de las izquierdas de la época sobre el imperialismo que “desviaron” el argumento original, pero la revista cargó las tintas sobre los resultados dispares de la experimentación visual de Breccia. Esa versión del primer Eternauta es probablemente menos conocida que el prólogo escrito por Oesterheld en 1975 para la primera edición en libro de la historieta original dibujada por Solano, en cuyas breves líneas instituye una lectura posible sobre la figura del héroe colectivo de la historieta. Esa segunda repolitización y reactualización del fenómeno Eternauta fue mucho más efectiva y duradera que la anterior.

Más notable aún es el caso del segundo Eternauta, conocido durante mucho tiempo como “el Eternauta montonero”, que, publicado durante la última dictadura argentina, no sólo no recibió censura sino que concluyó su publicación con Oesterheld y sus hijas ya desaparecidos.

De la vida posterior de la historieta cabe recordar, por un lado, su inclusión en una colección de grandes obras literarias argentinas publicada por Clarín en 2006, que volvió a actualizar la canonización tanto de la obra como de su guionista, además de que puso de relieve la interpelación que producían la historieta y la vida de Oesterheld en un contexto de fuerte reivindicación de los movimientos de DDHH, de avance en los reclamos de memoria, verdad y justicia y de reparación a las víctimas del terrorismo de estado. Por otro lado, ocurrió una asimilación de HGO y su obra magna dentro de la mitología kirchnerista, cristalizada en la imagen del Nestornauta, surgido con posterioridad a la muerte de Nestor Kirchner. El último paso en la canonización definitiva del Eternauta y su difusión masiva por fuera de los circuitos historietísticos o de la cultura fue su ingreso a los programas escolares de lectura, que incluyó la compra de ejemplares para repartir en todas las escuelas del país, entre otras políticas motorizadas desde el gobierno en sus diferentes niveles. En esta enumeración tal vez se pueda intuir una serie de colectivos solapados que todavía hoy comparten y disputan algunos sentidos de la historieta: ese es el “nosotros, lectores del eternauta” que se nos bosqueja.

Más notable aún es el caso del segundo Eternauta, conocido durante mucho tiempo como “el Eternauta montonero”, que, publicado durante la última dictadura argentina, no sólo no recibió censura sino que concluyó su publicación con Oesterheld y sus hijas ya desaparecidos.

En aquel contexto, Mauricio Macri, entonces jefe de gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires, abrió durante 2012 una línea telefónica gratuita para que los padres pudieran denunciar si a sus hijos los adoctrinaban en las escuelas con actividades propuestas por la organización “La Cámpora” en genera, y las relacionadas al Eternauta en particular. De hecho, consultado en una entrevista fue muy puntual y dijo “el Eternauta definitivamente no entra” a los colegios. Por supuesto que fue acusado de censurar la historieta y a partir de ese episodio algunas librerías experimentaron una leve alza en las ventas de la historieta. Macri, al día siguiente, retiró sus palabras con una disculpa parcial, argumentando que su problema no era con el Eternauta sino con el Nestornauta y toda clase de adoctrinamiento en las escuelas. Sin embargo la línea telefónica quedó abierta.

En aquella época fue sindicada como un llamado a la delación, cuando no, una vez más, de lisa y llana censura. Me interesa pensar qué forma de censura hay aquí. No es, desde luego, una censura encubierta, porque está a la vista de todos, pero tampoco es una censura formal porque no hay un órgano estatal instituido para tal fin. En cambio, lo que pareciera hacer el Estado en esta especie de estrategia de post-censura es retirarse y descentralizar la potestad censora en la ciudadanía, facilitando un medio para que se denuncie a un objeto señalado claramente, aunque no se defina su peligrosidad con tanta precisión sino más bien dentro de un manto de ambigüedades (es decir, en palabras de Macri: peligrosa es la Cámpora pero no necesariamente el Eternauta).

¿Es el tipo de censura que se puede permitir un estado en un contexto no represivo? ¿Es el tipo de censura que podía permitirse un partido gobernante con aires de obamismo y respeto de la libertad pero por debajo un fuerte componente conservador y antiperonista? Y a estas preguntas se suman otras: ¿Habrá llamado algún padre a la línea gratuita? ¿A cuento específicamente de qué? ¿Seguirá abierta para denunciar adoctrinamiento por El Eternauta? ¿Se habrá ampliado el horizonte del adoctrinamiento? ¿Habrá sido estratégicamente óptimo que la respuesta a este dispositivo fuera la denuncia cerrada (y quizás extemporánea) de censura? ¿Hasta qué punto la vigilancia sobre ciertos contenidos escolares no conforman un clima enrarecido en cuanto a la libertad de expresión dentro del aula, y por qué no también fuera de ella? ¿Será posible escapar de estas prácticas organizadas desde el estado?