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Candombe: acá está la cultura afro argentina

Candombe: acá está la cultura afro argentina

Para visibilizar las raíces afro de la Argentina, las agrupaciones reviven esa fiesta itinerante que nació en los inicios de la ciudad colonial, frente a la construcción de un Estado Nación con image étnica europea.

Las llamadas de candombe, una manifestación histórica y cultural de los y las afrodescendientes en los barrios porteños. Foto: Agrupación Fuego Negro.

El candombe, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006, recuerda que la afrodescendencia está presente en la historia argentina, y que la cultura africana va mucho más allá del color de piel, en dónde las mujeres tuvieron y tienen un rol fundamental como transmisoras de aquellas historias que intentaron ocultarse “debajo de la alfombra”. Un revisionismo histórico impulsado por el activismo y las decisiones políticas en los últimos 20 años. 

EL CANDOMBE COMO RESISTENCIA

Cuando comienza a caer el sol sobre el empedrado de las calles de San Telmo, La Boca, Monserrat, Barracas y Parque Patricios, es bastante habitual escuchar un repiqueteo de tambores que no proviene de las murgas rioplatenses sino de las “llamadas” de candombe. Una manifestación histórica y cultural de la comunidad afrodescendiente como herencia de sus ascendentes esclavos, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2006. 

Frente a la construcción del Estado-Nación con su imagen étnica a semejanza los países “más vanguardistas de Europa”, bajo la presunción de blanquitud y europeidad, el candombe recuerda que la cultura afro está presente en la historia argentina.

Natalia Januario, afrodescendiente, profesora de Letras y candombera, explica que esa danza colectiva “conlleva una serie de prácticas religiosas, místicas y culturales”.  Describe que participar en las llamadas de candombe significa encontrar su origen. “Es una experiencia trascendental, ritual y esencial. Implica andar por las calles, aquellas que ocuparon nuestros negros originarios en ese traslado desde las orillas del Río de La Plata hasta el parque Lezama”, en alusión a lo que fue el centro de venta de esclavos de la Ciudad de Buenos Aires en tiempos de la colonia.

La palabra candombe deriva del adjetivo «kimbundu». Proveniente de lenguas bantúes, en donde «ndombe» significa «negro» y «ka» es prefijo de concordancia.  Es cantado en castellano y en lenguas africanas, de las que derivaron muchas del lunfardo.

La palabra candombe deriva del adjetivo «kimbundu». Proveniente de lenguas bantúes, en donde «ndombe» significa «negro» y «ka» es prefijo de concordancia.  Es cantado en castellano y en lenguas africanas, de las que derivaron muchas del lunfardo. Su origen se remonta a fines del siglo XVIII, pero en los últimos años ha logrado mayor visibilidad. 

Carlos Álvarez Nazarero es afrodescendiente y uruguayo, activista por los derechos del colectivo LGBTIQ+, primer inmigrante nacionalizado en formar parte de la gestión pública y tener un cargo de responsabilidad. Hoy es Coordinador Nacional del Programa Afrodescendencia y Derechos Humanos de la secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Define que el candombe “se transformó en un elemento de lucha y de resistencia de la cultura afro. Ha permitido trascender fronteras”. 

La llamada de candombe se explica en que los y las bateristas tocan para «llamar» a sus hermanos y hermanas, quienes responden con sus propios ritmos. Las agrupaciones, integradas por bateristas, bailarines y bailarinas, esperan su turno para marchar por la calle. “Participar de las llamadas implica revivir ancestros, tomar las riendas de nuestra historia, protagonizarla. Es una experiencia casi mística. Apropiarnos de un espacio que es nuestro”, define Natalia Januario.

LOS TIPOS Y PERSONAJES DEL CANDOMBE

Para Januario, “el candombe es un festejo que emula aquellas figuras como reinas y reyes africanos que fueron trasladados a este territorio”.

Esos personajes arquetípicos son representados en cada llamada, aclara la docente, como “la mamá vieja”, heredera el legado ancestral y vinculada a los trabajos laborales domésticos, “el gramillero” –curandero-, que con sus yuyos sanaba los males de la tribu, “la dama joven”, quién lleva adelante los momentos coreográficos de cada nación africana -hoy de cada agrupación-, y “el escobillero” que, con cascabeles y espejos, es quién barre los males, exorciza el cuerpo y los ambientes para evitar los males.

“Los personajes utilizan objetos de sus propios amos, algunos prestados y otros robados”, agrega Natalia.

Frente a la construcción del Estado-Nación con su imagen étnica a semejanza los países “más vanguardistas de Europa”, bajo la presunción de blanquitud y europeidad, el candombe recuerda que la cultura afro está presente en la historia argentina.

Es el candombe afro uruguayo el que se visibiliza en los márgenes del Río de la Plata, el del “chico, repique y piano”. Pero existió y existe un candombe afro argentino que se toca de manera diferente. Para Carlos Álvarez “es producto del racismo y de la invisibilización ese candombe que se toca puertas adentro, de alguna familia u organización”. 

Para la artista plástica y activista afro feminista santafesina, Mirta Alzugaray, “los esclavizados y esclavizadas generaron esa posibilidad de manifestarse a través de nuevos ritmos musicales, mezclados también con los originarios. No todos los candombes son iguales según las regiones del país” y ejemplifica con el candombe uruguayo, “que tiene un estilo propio porque los instrumentos que se utilizan para ejecutarlo nacen de los barriles de madera que existían en el puerto”. Por otro lado, Alzugaray explica que el “candombe litoraleño”, es una mezcla entre el afro argentino y el afro uruguayo, “con la una base rítmica que es muy común a toda la Argentina, pero que incorpora al malambo y hasta de la samba, palabra afro que hace referencia a la mujer “. 

LAS MUJERES AFRO TRASMISORAS DE LA CULTURA

Según la activista Mirta Alzugaray, “la parcialidad masculina del componente afro fue la que más se vio afectada por las Guerras de Independencia, la Guerra de la Triple Alianza y por la Fiebre Amarilla”. A su vez, opina que las mujeres africanas fueron esclavizadas desde todos los aspectos: “su cuerpo, el producto de sus vientres, sus pechos, como trabajadoras sexuales”.

Pero existió la resistencia a la esclavitud mediante los abortos, la música y los bailes. “Si tuvimos la oportunidad de conocer nuestra historia solapada, en voz baja y en secreto, fue gracias a las mujeres negras qué se ocuparon y se preocuparon para que esa memoria no se pierda”, enfatiza. “Nuestra militancia es en honor a las ancestras que tuvieron el legado de transmitir y sostener en la memoria la negritud en la Argentina”. 

Frente al eurocentrismo, el candombe recuerda que la cultura afro está presente en la historia argentina. Foto: Agrupación Fuego Negro.

Las mujeres, fundamentalmente dentro de la comunidad y del movimiento social afrodescendiente, tienen un rol fundamental y son “la punta del alza”. Para Carlos Álvarez, “si bien hay una sobre representación de las mujeres en los movimientos sociales, quizá no así en los lugares de referencia y de responsabilidad, producto del machismo y del patriarcado”.

Agrega que “en el candombe se da particularmente una tensión porque si bien un lugar históricamente asignado a las mujeres afro es la danza, en las últimas décadas, producto del avance del feminismo y el empoderamiento, hoy tocan el tambor y muchas veces son referencias de cuerdas de tambores”. En los últimos años aumentó la participación de las mujeres en aquellos lugares que históricamente fueron asignado a los varones.

APOSTAR AL AFROCENTRISMO

Desde 2013 y en el marco de la ley n° 26852 “Día Nacional de los/as afroargentinos/as y de la cultura afro”, se celebra el 8 de noviembre esta jornada para homenajear a María Remedios del Valle, fallecida un 8 de noviembre de 1847 tras haber combatido en el Ejército del Norte y ser nombrada capitana por el general Manuel Belgrano por su arrojo y valor en el campo de batalla.

La normativa reconoce las raíces afroargentinas y sus aportes a la construcción de la cultural nacional y, al mismo tiempo, un modo de luchar contra la estigmatización y el racismo. A su vez, insta al Estado argentino, más allá de la conmemoración de la de la efeméride, la inclusión de los contenidos en el diseño curricular, aunque varias provincias todavía no adhirieron a la ley y son los y las docentes que toman la decisión de abordar los contenidos en sus asignaturas.

“La invisibilización es social. Nadie ve las cosas así las tenga delante de sus narices porque la historia mitrista y sarmientista propuso una Argentina de tez blanca, bajada de los barcos” (Mirta Alzugaray, afrofeminista).

En sintonía con el cambio de paradigma que atraviesa nuestro país, el Coordinador Nacional del Programa Afrodescendencia y Derechos Humanos, Carlos Álvarez, fue candidato a representar a la Argentina en Foro Permanente para los Afrodescendientes de las Naciones Unidas. “Un gran logro del movimiento social afro porque implica por primera vez que el sistema de Naciones Unidas tenga un espacio de articulación institucional, hacia dentro del propio sistema y hacia afuera”, declara el funcionario.

Carlos Álvarez explica que, “en las últimas décadas, a partir de la presión de las organizaciones sociales y de la apertura del Gobierno, sobre todo desde el 2003, hubo una ampliación de derechos”. Ejemplifica con las celebraciones del Bicentenario de la Patria, “donde se abrió la puerta para poder reflexionar y visibilizar sobre esas historias no contadas es donde comienzan a surgir con mayor relevancia los relatos de Falucho, del Sargento Cabral, de María Remedios del Valle y de Juana Azurduy”. El funcionario agrega que “es fundamental revisar la historiografía y poner en valor también el aporte de la comunidad de afro argentinos, afrodescendientes y africanos. Que las investigaciones comiencen a traer a la luz las historias no contadas”. 

Para Mirta Alzugaray, “la invisibilización es social. Nadie ve las cosas así las tenga delante de sus narices porque la historia mitrista y sarmientista propuso una Argentina de tez blanca, bajada de los barcos”.  La afrofeminisita agrega: “Nosotros, los y las militantes y los activistas decimos que también bajamos de los barcos, pero bajamos de los tumbeiros, de las bodegas de esos barcos como esclavizados y esclavizadas”.

Las mujeres protagonistas de la transmisión cultural. Foto: Ana Cea.

AFRODESCENDENCIA

“Yo me auto percibí afro cuando a los 21 años comencé a vincularme con La Casa de la Cultura Indo-Afroamericana de Santa Fe. Allí realmente encontré una respuesta a mi fenotipo”, explica Mirta Alzugaray. “No entendía porque todos eran blancos y yo era la única negra en mi familia”, agrega.

Carlos Álvarez afirma que “en los avances de la revisión de las identidades, el concepto de afrodescendientes fue creado para romper con la idea del colorismo y que no necesariamente las personas negras fenotípicamente físicamente son afrodescendientes”.

 El concepto de afrodescendiente en términos étnicos raciales, es el que une a la comunidad. Álvarez agrega que “en la Argentina hay muchas personas que tienen un fenotipo blanco pero que tienen una ancestralidad, un abuelo, una abuela, una bisabuelo africano o afrodescendiente”. Las personas afrodescendientes que resistieron la esclavitud y las guerras, se fueron mezclando con poblaciones posteriores que llegaron desde Europa y los pueblos originarios.

Ventura, el esclavo que denunció la conspiración de Álzaga

“Por fiel a la Patria”, la medalla que recibió el esclavo Ventura por denunciar la Conspiración de Álzaga. Su réplica se encuentra en el Museo Nacional del Cabildo. Foto: Fundación de los Corrales Viejos.

“Por fiel a la Patria” versa la medalla que en 1812 le entregó el Primer Triunvirato al “Negro Ventura”, por denunciar la conspiración comandada por Martín de Álzaga, empresario español residente en Buenos Aires, para reinstalar el domino español.

Actualmente, la pieza pertenece a la Museo de los Corrales Viejos ubicado en el barrio porteño de Parque Patricios, pero se puede apreciar una réplica en el Cabildo de Buenos Aires.

Según el antropólogo Pablo Cirio, “es una de las medallas más antiguas de las que se tiene noticia que fuera entregada a un afrodescendiente”.

La ficha técnica de la medalla, perteneciente al Salón Premios y Medallas ubicada en el primer piso de la Fundación de los Corrales Viejos, reproduce los argumentos y la decisión del Triunvirato e identifica que el 30 de junio de 1812: “el señor Ventura, esclavo, se presentó a Pedro José Pallavicini, alcalde de un barrio de Buenos Aires, y denunció la conspiración”. También plasma por qué el esclavo tomó la decisión: «Porque nos iba a matar a todos el amo».

Antes de 1813 la libertad era una concesión del amo, ya por la voluntad del mismo o porque el esclavizado tenía un capital acumulado como para poder negociar los términos de su emancipación y comprarla.

El historiador Omer Freixa, especialista en estudios afroamericanos explica que “la población esclavizada tenía relegada su identidad en tal condición. Casi siempre adoptaban el apellido del propietario no sin perderse muchas veces precisiones en relación a los nombres de pila, como aconteció con Ventura”. De personas esclavizadas que trascendieron es muy común desconocer muchísimos datos biográficos o tener importantes lagunas.

“A Ventura, tras ser reconocido por el Triunvirato, se le dio la libertad y se le obsequió un estipendio monetario de 300 pesos, un uniforme y una renta vitalicia como militar, además de dos presentes”, explica Freixa. “Estos fueron un escudo de honor con la leyenda «Por fiel a la patria» y un sable para su defensa personal al ser soldado. El citado escudo fue adosado a su uniforme”.

Antes de 1813 la libertad era una concesión del amo, ya por la voluntad del mismo o porque el esclavizado tenía un capital acumulado como para poder negociar los términos de su emancipación y comprarla. Generalmente era un monto producto de ciertas libertades concedidas en torno a la concreción de trabajos por cuenta propia.

La incorporación de esclavizados al ejército fue masiva y bien frecuente. Si estas personas lograban sobrevivir, por lo general se les concedía la libertad. Muchos se enrolaron con promesas de emancipación. “Se discute la intención demagógica de la medida, si fue un sentimiento humanitario o una concesión dictada por las necesidades de una coyuntura más de las veces crítica”, finaliza el especialista.

LA DIASPORA CABOVERDIANA EN LA ARGENTINA

El grueso de caboverdianos llegó a nuestro país en las décadas de 1920 a 1940, con pasaporte portugués porque Cabo Verde era una colonia. En ese contexto se fundan las primeras sociedades de socorros mutuos como la de Dock Sud, Avellaneda. Foto: Agrupación Fuego Negro.

Javier Andrigo es vicepresidente de la Sociedad de Socorros Mutuos “Unión Caboverdiana” de Dock Sud, Avellaneda. La organización afro más antigua en contar con personería jurídica en nuestro país, que nació en 1932 como una mutual. Hoy su principal objetivo es difundir la cultura caboverdiana en la Argentina.

“Luchamos por mantener esa cultura en los nuevos descendientes de caboverdianos que no conocen la cultura. También en la visibilización de los afros en la Argentina y su defensa en los derechos humanos, contra la discriminación”, afirma Andrigo.

Entre las propuestas, la Asociación cuenta con un programa radial que se transmite todos los domingos a las 18 h por “FM La Tecno”, y en su canal de YouTube. En palabras de Javier, “la propuesta es difundir la cultura musical que es diversa”.

La agenda de la Asociación se conmemora el fallecimiento de Amilcar Cabral, exponente de la época de independencias en África, el 8 de marzo en el Día de la Mujer, en abril se realiza la primera que cachupa del año -una comida típica caboverdiana muy similar al locro, pero con algunas particularidades. El plato se repite en otras fiestas patriotas.

El grueso de caboverdianos llegó a nuestro país en las décadas de 1920 a 1940, con pasaporte portugués. En ese contexto, Cabo Verde era una colonia. Al ser insular, mucha población migrante se dedicaba a actividades relacionadas con el sector portuario y marítimo.

El Vicepresidente de la Unión Caboverdiana destaca la presencia de la asociación dentro de la Red Afro a nivel nacional. “Trabajamos en conjunto junto a todas las organizaciones afro del país, como la conmemoración del María Remedios del Valle”.

El grueso de caboverdianos llegó a nuestro país en las décadas de 1920 a 1940, con pasaporte portugués. En ese contexto, Cabo Verde era una colonia. Al ser insular, mucha población migrante se dedicaba a actividades relacionadas con el sector portuario y marítimo, lo que explica en parte un importante asentamiento en Dock Sud, pero también en La Boca, Beriso, Ensenada.

“Muchos llegaron en barcos que iban rumbo al sur a cazar ballenas, y como esos barcos paraban en Cabo Verde para abastecerse de combustibles, los caboverdianos conseguían trabajo en esos barcos y después, cuando llegaban al puerto, en la Argentina, terminaron recalando aquí”, explica Javier Andrigo.

Es importante notar que Cabo Verde es un archipiélago con más población fuera del mismo que viviendo allí, producto de esa misma diáspora con destino, entre otros, la Argentina.

COP27: poco avance en la cumbre climática

COP27: poco avance en la cumbre climática

Rusia y China no fueron. Europa insiste con el uso de la energía nuclear. El resto de los países con el uso de gas. Los bancos que tienen que financiar las medidas contra el cambio climático, no se ponen de acuerdo. En el último minuto se aprobaría un fondo para ayudar a los países pobres. El mundo se vuelve cada vez más hostil para vivir.
Temperaturas extremas, sequías, tormentas, inundaciones, derretimiento de los polos. Las infancias son las más vulnerables.

Este viernes se conoció la prolongación de la cumbre por 48 horas más, hecho que no se ha dado hasta el momento en ninguno de los encuentros anteriores. Es que la falta de consenso, los resultados pocos exitosos hasta el momento y la falta de esfuerzos y voluntades por torcer el rumbo del incremento de la temperatura global parecen estar lejos de las expectativas de ambientalistas y estudiosos del tema y hacen de esta COP27 un fracaso rotundo. 

En los últimos minutos del sábado, se alcanzó un consenso. La Unión Europea y una coalición de 134 países en desarrollo acordaron tentativamente las líneas generales de un fondo para ayudar a las naciones afectadas por desastres a lidiar con las consecuencias del cambio climático.

Si retrocedemos en el tiempo, esta cumbre se inició con cuestionamientos sobre la elección de la sede. Egipto representa un país donde aún falta mucho por hacer en materia de derechos. Lejos de ser un espacio representativo de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas que intentan marcar un camino esperanzador hacia el futuro, Egipto tiene una deuda pendiente en materia de garantías de derechos humanos.

Urge revisar el rol de las feminidades en la sociedad, pasando por el respeto de los colectivos LGTBI+ y siguiendo por la posibilidad concreta de manifestar las discrepancias con absoluta libertad. Egipto es uno de los países con mayores desafíos respecto a construir mejores sociedades. No hay justicia climática posible sin derechos humanos, es ahora la necesidad de humanizar la crisis climática global.

MUCHA SELFIES Y POCOS CAMBIOS

Pero la desilusión fue creciendo con el transcurso de los diez días en el país árabe, de desiertos eternos y majestuosos monumentos piramidales. Es justo ahí donde el mar Mediterráneo y el Mar Rojo abrazan la tierra fértil que dio origen a la cultura occidental. Ahí en el lugar donde había una oportunidad única para reivindicar la historia: un país con más del 40% de sus habitantes en condiciones de pobreza, con recientes salidas de golpes de Estado y la bendición de un río eterno que baña con limos una tierra prometida.

No hay justicia climática posible sin derechos humanos, es ahora la necesidad de humanizar la crisis climática global.

Egipto era el escenario justo para hacer una diferencia real y torcer los malos presagios del comienzo. Paradójicamente esta COP deja un sinsabor en el debate propio de la garantía de alimentos a las poblaciones.

El rumbo del clima indicaría una profundización en la desertificación de las tierras y con esto una enorme crisis alimentaria para los habitantes del planeta. El debate pasó por alto este tema donde, sobre todo, el sector más castigado sigue siendo el que vive por debajo de la línea de pobreza, “gastando” la mayoría de sus ingresos en subsistir comprando alimentos.

LA ÚLTIMA CHANCE

En las horas que siguen, en este tiempo de descuento que representa el fin de semana, se intentará incluir en las mesas de negociaciones y debates los sistemas alimentarios del mundo, a las ya conocidas discusiones protagonistas de este año que fueron la energía y el transporte.

Se esperaba mucho más en este contexto de absoluta crisis climática, donde la realidad golpea fuerte a los territorios: temperaturas extremas, pérdidas económicas inigualables vinculadas a la producción y desastres climáticos que se cobran vidas y cuestan dolorosos desarraigos migratorios.

Estamos lejos de medir el costo social de las pérdidas culturales, del volver a empezar lejos de casa y del saldo de pobreza que arrojan inundaciones, terremotos y eventos climatológicos extremos.

Aun así, esta cumbre estuvo totalmente vacía de líderes políticos responsables de las decisiones que pudieran torcer, al menos un poco, esta dura realidad.

No hay acuerdo cómo reducir las emisiones contaminantes.

HACERLE EL VACÍO AL CAMBIO CLIMÁTICO

Con grandes ausencias de los países de los que se requiere mayores respuestas y en un contexto de guerras mundiales, esta COP tuvo más sabor a viaje estudiantil, con presencia de funcionarios de segunda o terceras líneas de los equipos de gobierno.

Con intentos por mostrar iniciativas exitosas, quizás por destacarse en algunos de los puntos a abordar en los planes climáticos, pero con muy poca presión social y casi inexistente voz en las calles.

Desde la COP 1 el nivel de los mares aumentó 9,7 centímetros. Y los desastres causados por el cambio climático han sido cada vez más frecuentes y devastadores.

Desde la COP 1 la población del mundo creció en 2.232 millones de personas. El nivel de los mares aumentó 9,7 centímetros. Y los desastres causados por el cambio climático han sido cada vez más frecuentes y devastadores.

Además, el 2021 fue el sexto año más cálido registrado según los datos de temperatura de la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica). Aun así, este año (como los últimos pasados) iniciaba con gran expectativa dado el seguimiento de la comunidad en los temas climáticos y más aún, los innumerables informes científicos elaborados acerca del avance y el riesgo del cambio climático global.

ACCIONES, FINANCIACIÓN Y TRANSPARENCIA

Así comenzaba la COP27 con el discurso de apertura de Simon Stiell (Secretario Ejecutivo de ONU Cambio Climático), quien destacó tres áreas críticas de debate para este año.

La primera vinculada a un cambio transformacional hacia la aplicación del Acuerdo de París y la conversión de las negociaciones en acciones concretas.

La segunda, consolidar los avances en las importantes líneas de trabajo de mitigación, adaptación, financiación, y pérdidas y daños, si se intensifica la financiación para hacer frente a los impactos del cambio climático.

El tercero, mejorar la aplicación de los principios de transparencia y responsabilidad en todo el proceso de cambio climático de las Naciones Unidas.

Este encuentro comenzaba celebrando la inclusión sobre el tema pérdidas y daños en la agenda, y discutiendo las acciones de mitigación y remediación, entendiendo que la plantación de árboles jóvenes no es la solución a la devastadora destrucción identificada a lo largo y ancho del planeta de bosques nativos y recursos naturales que representan la captura de dióxido de carbono más importante.

Los responsables de cambiar el sistema lo están haciendo muy mal. Un mundo cada día más peligroso.

CAMBIO DE CO2 POR ENERGÍA NUCLEAR

Otro de los puntos relevantes del encuentro fue el tema energético, principal responsable de las emisiones de CO2. Si bien el hidrógeno verde y el azul asoma como alternativa y tuvo un escenario protagónico, las discusiones rondaron sobre la continuidad frente a la utilización futura de combustibles fósiles, la insistencia sobre el uso del gas como alternativa y la falta de acuerdos real para la transformación de la matriz energética a partir de las renovables.

Es que la presión es muy grande y el fantasma de la energía nuclear parece aparecer una y otra vez, sobre todo, para los países europeos.

Finalmente, la falta de acuerdo en las entidades financieras responsables de generar las herramientas económicas, sobre todo para los países en desarrollo es lo que ha provocado la prolongación de esta COP durante 48 horas más.

Los bancos multilaterales de desarrollo son una pieza vital en el rompecabezas de las finanzas para financiar las medidas de mitigación y adaptación.

Los bancos multilaterales de desarrollo son una pieza vital en el rompecabezas de las finanzas: mantener el aumento de la temperatura por debajo de 1,5 °C requiere cambios fundamentales en la forma en que se canalizan y gestionan los flujos financieros de las instituciones financieras internacionales (IFI) de propiedad y respaldo públicos.

Cumplir con los planes de los países, sobre todo los de menores recursos, es una meta que se prolonga año tras año. Ya el 2030 está detrás de la puerta y se replantean iniciativas hacia el 2050. Es que, si seguimos corriendo las metas, el desastre climático comienza a dejar lesiones irreversibles.

UN MUNDO CADA VEZ MÁS PELIGROSO

El mundo empieza a tornarse un lugar peligroso. Si los encuentros de la Confederación de las Partes no comienzan por plasmar posiciones reales sentando a los grandes gobiernos influyentes del mundo, solo obtendremos cientos de documentos de páginas ilegibles, objetivos a larguísimos plazos y movimientos continuos de las metas.

Se esperan 48 horas cruciales para modificar el rumbo de diez días de eventos deslumbrantes, paisajes atractivos y paneles de ilusiones verdes para lograr un compromiso real y un cambio de rumbo en los modos de producir y consumir para la humanidad.

Mientras tanto se cocina una nueva sede de cara a 2023, arden cientos de miles de hectáreas en el mundo y las guerras siguen teniendo de trasfondo el manejo de la energía y el petróleo de las grandes potencias del mundo.

Ojalá seamos capaces de torcer nuestros destinos, la desconfianza y los enfrentamientos son cada vez más grandes entre los desarrollados y los que están en desarrollo, entre el norte y el sur.

Mientras tanto esta nueva edición de la COP dejó un saldo de lindas fotos turísticas en Instagram, grandes silencios y demasiadas incertidumbres para un mundo en llamas. 

Es difícil medir la importancia de los cambios que una sociedad transita, y decidir con algún grado de objetividad si son cambios importantes en términos de la vida de un individuo, de una sociedad, de una cultura o de una civilización. Pero, en cualquier caso, parece cierto que estamos asistiendo a un cambio de una magnitud trascendental, que nos encontramos en una época de transición, aunque no sepamos hacia dónde nos lleva esa transición.

Estamos, creo, ante un momento de cambio que modificará el horizonte civilizatorio del que todos nosotros provenimos. Un cambio que, entre otras cosas, afectará la construcción subjetiva de los individuos, la construcción subjetiva de las comunidades, la distribución del poder en los territorios, la organización de la sociedad. Estamos en las vísperas, si es que no hemos ya entrado, a un modelo social que es difícil todavía describir con precisión porque está en proceso de construirse, y como siempre en la historia la contingencia es fundamental, de modo que la vida de los pueblos y de las personas siempre es algo abierto, no determinado, de modo que nada está condenado a ser algo, una sola y única cosa. Aun así, aun en la confusión de una época de cambios, aun sabiendo que la contingencia y la acción humana siempre pueden torcer el rumbo de la historia, es posible indagar en las señales que vemos para tratar de tener alguna claridad respecto del rumbo al que van las cosas.

Si tuviéramos que identificar a nuestra civilización con algunos rasgos particulares, yo diría que el principal ha sido la convicción acerca de la idea de progreso. Una idea de progreso que se ha transformado en natural: pensamos que eso que llamamos “progreso” es parte de la naturaleza, de la historia del mundo y de las sociedades, aunque en verdad se trate de una construcción cultural según la cual los individuos y las sociedades mejoran y avanzan. En las sociedades de tipo occidental esa idea de progreso estuvo ligada a dos dispositivos: el capitalismo y la democracia. Durante 250 años, el Occidente moderno condujo sus acciones, organizó la acción colectiva, las decisiones individuales, las creencias, los impulsos, los esfuerzos, las energías y los recursos, ordenándolos a favor del cumplimiento de esa idea.  Una idea que, como diversos teóricos han apuntado, es quizás una versión secular de una idea de matriz religiosa (particularmente cristiana): la de que vamos a un final mejor. La secularización de ese “finalismo” constituyó la base de los últimos siglos de la historia occidental.

Los dos dispositivos concomitantes a esa idea eran, como mencioné anteriormente, el capitalismo y la democracia. Sin embargo, éstos mantuvieron una relación de tensión durante buena parte de la modernidad. Aunque algunos los han visto como una unidad inseparable -sobre todo desde la derecha-, el capitalismo y la democracia fueron fuerzas en conflicto, en pugna, fuerzas que no se llevaron bien durante buena parte de la historia. Con toda seguridad, fue durante la segunda postguerra cuando ambos dispositivos parecieron tener su mejor momento de conciliación. Aquel momento que un economista francés llamó “los treinta años gloriosos”, comprendidos entre 1945 y 1975, demostraron que capitalismo y democracia, aun siendo fuerzas en tensión, podían ser conciliables (teniendo en cuenta un marco político y, por supuesto, un contexto histórico). Fueron años, sobre todo en Europa Occidental, de pleno empleo, de crecimiento, de distribución de los bienes públicos, de propensión de las sociedades hacia una homogeneidad cultural, social y económica creciente. Se produjo entonces la convicción de que las nuestras iban a ser sociedades de clases medias, igualitarias, y que el principal vehículo de la movilidad social era la educación.  Esa política, que ciertamente puede ser calificada como “socialdemócrata”, tuvo también su éxito debido a la existencia, del otro lado, de la Unión Soviética. El capitalismo debía demostrar que no solo podía ofrecer más libertades, sino que también podía tener propensión a la igualdad. Las ideas del socialismo democrático operaban bien en ese contexto.

Esas ideas y ese mundo comenzaron a descomponerse en la década de 1970. Si bien en ese entonces no lo veíamos con claridad, resultó a la larga evidente que se estaba produciendo un agotamiento del consenso socialdemócrata. Ese matrimonio forzado de la democracia y el capitalismo dio muestras de un cansancio profundo que se evidencia, con mayor intensidad, en estos días. Tras treinta años de progresivo abandono de ese matrimonio forzado, encontramos un mundo en crisis. Pese a que ha habido muchos intentos de conciliación, de mediadores, de terapias de pareja, el capitalismo y la democracia no se están llevando bien.

La pregunta que se impone, entonces, es la razón por la que este matrimonio de conveniencia no puede llegar a un nuevo acuerdo. Y la razón parece ser bastante nítida: porque no están en condiciones de seguir alimentando la idea de progreso, que fue la que permitió que coexistieran sin armonía durante mucho tiempo y armónicamente durante poco tiempo. El problema es que el divorcio nos está trayendo problemas.

El divorcio progresivo pero acelerado lleva a un detenimiento de la movilidad social ascendente y a una crisis de la creencia de que el ascenso social dependía del mérito y del esfuerzo (idea que era, por supuesto, reforzada por unos parámetros de acceso muy distintos a los de hoy). El divorcio está trayendo un problema para los ciudadanos: casi ninguno concibe que su destino vaya a ser mejor que su punto de partida. Cada vez más personas están condenadas a morir en condiciones mucho más semejantes a las que tenían en el momento de nacer que a las que pueden producir individual o socialmente a través de la movilidad social y el progreso. Una vez más, el lugar de nacimiento, podríamos decir que el código postal, es el predictor más importante de las posibilidades que cada uno de nosotros tendrá a lo largo de su vida.

Pese a que hay muchas razones que explican estos procesos, quisiera detenerme en una en particular: la que hace referencia a la capacidad recuperada de las élites de dejar de compartir el destino de las sociedades en las que actúan. La modernidad occidental introdujo una transformación radical que fue la de comprometer a las élites con el destino de sus sociedades. A diferencia de las sociedades tradicionales (la feudal sin ir más lejos), en la que el destino de las élites era independiente del destino del pueblo, en la sociedad occidental burguesa de la modernidad para que un empresario prosperase la sociedad debía prosperar (lo deseara o no el empresario); para que los negocios se desarrollaran la paz social debía ser garantizada; para que los intereses del capital pudieran avanzar la sociedad en su conjunto debía avanzar, porque era necesario tener una fuerza de trabajo educada, tener consumidores con capacidad de adquirir los bienes que el capitalismo ponía en el mercado, tener una burocracia formada que fuera capaz de administrar las condiciones necesarias para que el capitalismo se desarrollara. En el capitalismo financiero primero, y en el capitalismo digital actualmente, las élites han desacoplado su destino del destino de las sociedades nacionales. Esto se manifiesta en aspectos sociológicos, pero sobre todo en aspectos económicos. La fuga de la fiscalidad es el principal de ellos. El modo en que los capitales financieros y los capitales digitales han abandonado todo compromiso con la fiscalidad local y han desarrollado los mecanismos necesarios para garantizar que sus negocios no estén alcanzados por la mano de un Estado (que había sido alimentado por ellos mismos en alguna época) es uno de los rasgos fundamentales de la época. En los viejos tiempos del capitalismo social, las cosas funcionaban de otro modo. Esquemáticamente (y simplificando mucho) diríamos que el Señor Ford necesitaba que sus obreros compraran sus coches Ford, pero también necesitaba que el Estado creara escuelas para que los trabajadores adquirieran las capacidades necesarias para la producción y las formas de sociabilidad que les permitieran insertarse en la dinámica del capitalismo industrial, y carreteras para que los coches pudieran desplazarse y fueran más interesantes y más demandados, y unas condiciones de salud que evitaran la perdida de horas de empleo, y unas condiciones sociales que evitaran el conflicto social, ya que éste atentaba contra el desarrollo del capital y ponía en riesgo los activos del capital. Ese es el mundo que, aunque estoy presentándolo sin sus complejidades, se ha acabado.

El escenario en el que vivimos se caracteriza por situaciones muy distintas de aquellas. Frente a los viejos Estados empoderados, tenemos Estados Nacionales que han perdido soberanía. Tenemos, además, corporaciones transnacionales que se han desacoplado del destino de las sociedades nacionales. Y contamos con la capacidad de predecir la conducta individual y colectiva a partir de la extensión de la inteligencia artificial (que además habilita la propia orientación de la demanda). El mundo en el que vivimos contiene formas del capital que no solo no le temen al conflicto, sino que se benefician de él. Durante el período de la “primavera árabe”, Facebook no temía que sus activos fueran amenazados por la insurgencia, sino que capitalizaba los usos de sus servicios, que a la vez permitía vender información a gobiernos, a medios, a agencias de inteligencia. En la crisis social chilena, Whatsapp no estaba atemorizada por las revueltas, sino beneficiándose de ellas. El capitalismo digital no se siente acorralado en el conflicto: se fortalece en él.

¿Pero qué ocurre con los niveles nacionales en este contexto? Primero, se ponen de manifiesto los problemas de representación política. El cambio de configuración del capitalismo, ha modificado la estructura tradicional de partidos. Durante muchos años asistimos a dos tipos de partidos fundamentales: el partido de los progresistas, de los socialdemócratas, de la izquierda (que representaban al mundo obrero) y el partido de los conservadores (que tenían una mejor relación con el mundo de las élites). Esto, por supuesto, tuvo sus modulaciones particulares en regiones como América Latina, una región en la que intervenían las fuerzas políticas y el llamado “partido militar”. Pero la estructura general puede pensarse con esas modulaciones también en la región. Diríamos que había partidos vinculados a los intereses del capital y otros vinculados con los intereses del trabajo.

En nuestro país, pero también en otros de la región (México, Brasil, Bolivia), hemos tenido el problema de que ha habido fuerzas políticas que han representado “todo” y “nada” a la vez, por lo que el esquema clásico debe ser repensado para nuestras latitudes. Aun así, en algunos países como Uruguay o Chile, encontramos esa representación clásica: un Partido Socialista (junto a Partidos Comunistas) representante de la identidad del mundo del trabajo, y partidos conservadores (y en muchos casos reaccionarios) representantes de las posiciones de las élites-. Todos sabemos que esta idea de la representación política ha desaparecido. Tenemos sociedades fragmentadas en las que el trabajo ha perdido la primacía, en las que el capital busca formas de representación completamente distintas, y en las que han emergido un cúmulo de identidades múltiples que no caben en las viejas representaciones tradicionales. Tenemos sociedades más complejas que las del pasado:  trabajadores fabriles pero que también son militantes activos de la comunidad LGBTIQ, empresarios que son ambientalistas, hay una infinidad de combinaciones que hacen imposible que la representación política funcione como funcionó durante buena parte del siglo XX.

La respuesta que la política dio a esto ha sido abandonar la opción programática para hacerse cargo de la opción emocional. Es decir, pasar de la interpelación intelectual a la interpretación emocional como base para capturar la representación. En nuestro país esto se expresa en una opción binaria que es la de quienes dicen representar a la democracia republicana y la de quienes dicen representar a los intereses de los sectores populares. La inexistencia de definiciones programáticas claras es evidente. Por el contrario, se produce una gestión cotidiana apuntalada por discursos de tipo emocional durante los períodos electorales.

La política, entonces, se ha convertido en el arte de convocar emocionalmente, en lugar de un modo de persuadir ideológicamente, programáticamente, intelectualmente. Este es un primer problema. Pero hay un segundo inconveniente vinculado a él: el de la carencia -o la plasticidad- de las definiciones ideológicas. Si bien es un problema extendido alrededor del mundo, en Argentina se exacerba por nuestras propias características y por nuestra propia historia. Tenemos una derecha que no asume que es de derecha, un peronismo que puede serlo todo, y una inmensa multitud de actores que se reivindican de izquierda, compitiendo con quienes yo creo que son la izquierda: las fuerzas de la izquierda democrática socialista que no desconocen las tradiciones liberales de formas de gobierno, a la vez que apelan al socialismo como forma de gestión de lo común.

A todo esto, debemos añadir un problema adicional. Y es la variable del tiempo. Nosotros podemos entender la política en un sentido tradicional -como la capacidad de imaginar un futuro colectivo-, ya que ningún individuo puede imaginar un futuro colectivo y mucho menos conducir un futuro colectivo. La política es aquello que permite organizar la acción colectiva para que el tránsito del presente al futuro no sea aleatorio, no esté subordinado a las fuerzas dominantes, a las inercias de lo preexistente, sino a las decisiones que una comunidad adopta a partir de la discusión informada de las alternativas posibles. Así, en lugar de ser cautivos de las fuerzas del pasado que harían que el futuro sea “más de lo mismo”, gracias a la política las comunidades construyen su autonomía, y deciden sobre su destino. En las décadas comprendidas entre 1930 y 1960 podía haber guerras, pero si no había guerras difícilmente el futuro iba a ser algo muy distinto que el presente en términos civilizatorios. Lo voy a decir con dos ejemplos. El primero es clásico: una persona entraba a los 20 años en un trabajo y se jubilaba en ese mismo trabajo a los 65 años, fuese este en una fábrica, en una oficina o en una profesión liberal. Un estudio del presidente de la Asociación de Universidades de Estados Unidos presentado en el año 1998, decía que un estudiante universitario que egresara de la universidad en el año 2000, para mantenerse activo en la vida profesional, iba a tener que estudiar el equivalente de cinco carreras universitarias, cuatro de las cuáles todavía no existen. Un profesional médico egresado de la universidad argentina en 1950 sabía el 90% de los conocimientos con los que iba a tener que contar a lo largo de toda su vida profesional. Un profesional médico que sale de la universidad argentina hoy, sabe el 10% de lo que va a tener que saber para mantenerse activo en el futuro. Este es solo un ejemplo. Nuestro futuro tiene un nivel de imprevisibilidad y de incertidumbre mucho más alto que los futuros de tiempos pasados, y eso hace mucho más difícil la producción de una política programática, porque no solo nos exige pensar cómo reorganizamos lo que existe en el presente en aquel futuro, sino también suponer qué va a ocurrir en el tránsito hacia ese futuro. Esto añade desafíos permanentes y distintos y se constituye como algo que racionalmente no podemos aceptar: no podemos suponer que sabemos lo que va a pasar dentro de 20 años, para que nuestras políticas públicas pensadas hoy tengan sentido en escenarios que nos resulta muy difícil imaginar.

Reconozco que he pintado un panorama difícil y algunos dirán apocalíptico. Pero considero que esto no debe hacernos perder de vista algo central. Este panorama es transformable. Lo que tenemos es producto de la mala política, de la desigualdad, de un capitalismo extractivo, de una clase política extractiva, de un sindicalismo corporativo y corrupto, de un conjunto de tomadores de rentas en todo el espectro de la sociedad que bloquean permanentemente cualquier intento transformador para perpetuar o agravar esa situación.

Creo que, en este marco, la izquierda democrática en el mundo enfrenta grandes desafíos. La construcción de una agenda política debe partir de reconocer estos problemas, no de disimularlos, tampoco de pretender resolverlos aquí y ahora, pero sí de reconocerlos. Debemos partir de la idea de que hoy tenemos una dificultad estructural para dar el tipo de respuestas omnicomprensivas, programáticas y de largo plazo que nos gustaría poder dar. Y tenemos que iniciar un proceso de renovación permanente de los programas. No se trata de la refundación de un programa para los próximos cincuenta años, sino de la idea de que hay problemas estructurales: la desigualdad, la autonomía, la justicia. Son problemas estructurales que van a ir teniendo rostros diferentes, porque las causas, los actores, las formas de resolverlos, van a ser crecientemente distintas. Ahí es donde el socialismo democrático debe estar.

AMIA: la memoria que no puede descansar

AMIA: la memoria que no puede descansar

Se cumplen 25 años del atentado a la mutual judía AMIA, la herida sigue abierta y el grito unívoco por justicia resuena entre familiares y sobrevivientes de uno de las tragedias más terribles que sufrió la Argentina. Los recuerdos están intactos y la sensación de que la Justicia no dio respuesta está presente en familiares y sobrevivientes.

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MEMORIA DEL PRESENTE

“Después de largos años lo que se siente es desazón. Hoy la impunidad le está ganando a la justicia y a la razón y creemos que, desde hace muchos años, no se está poniendo toda la voluntad política para que la Justicia tenga pruebas y quiénes son los responsables del atentado. Por otro lado, nunca se estudió la conexión local, lo cual nos desilusiona porque no se está investigando. A nivel personal, el hecho de ser sobreviviente del atentado (que nadie debería pasar) me genera una responsabilidad extra que es la de luchar por justicia. Pensemos que ya hay generaciones que ya han nacido después del 18 de julio y unas de las misiones que tenemos muchos familiares y víctimas es ejercitar la memoria. Contar lo que pasó y no olvidar que hubo dos atentados -el de la Embajada de Israel y el de AMIA- para que hechos de esta envergadura no vuelvan a ocurrir nunca más”, sostiene Hugo Fryszberg, sobreviviente.

“Para nosotros el 18 de julio son todos los días del año. Cada vez que se da un nuevo aniversario en la comunidad general se potencia el recuerdo y el reclamo, pero para nosotros los familiares de personas que fallecieron en el atentado son todos los días de nuestras vidas” afirma Luis Chichewsky, familiar de una de las víctimas del atentado.

LOS AVANCES DE LA CAUSA EN LOS ÚLTIMOS AÑOS

Frente a la consulta sobre los avances de la causa durante el último gobierno kirchnerista y las gestiones del actual, Chichewsky lamentó: “ La causa no tiene avances significativos, no pasa con quien ejerce el gobierno. Lo que ocurrió en todo momento fue la politización de la causa, que fue, por ende, lo que hizo que la causa esté en este momento en cero de nuevo”. Chichewsky centra sus críticas fundamentalmente sobre el Poder Judicial, aunque resalta que en 23 años los avances fueron pequeños, tal como «la aparición del fallecido número 85, los nuevos ADNs”.

[blockquote author=»» pull=»normal»]“Para nosotros el 18 de julio son todos los días del año. Cada vez que se da un nuevo aniversario en la comunidad general se potencia el recuerdo y el reclamo, pero para nosotros los familiares de personas que fallecieron en el atentado son todos los días de nuestras vidas” afirma Luis Chichewsky.[/blockquote]

“Tanto en los años del kirchnerismo como con el gobierno de Macri no están haciendo mucho por que la causa avance. La Justicia es la que tiene que hacer y no debería tener injerencia el poder político, pero en los últimos tiempos el poder político lo único que hizo fue encubrir a sus ‘amigos’. Como por ejemplo el por entonces Jefe de Gobierno Mauricio Macri designó como Jefe de la Policía Metropolitana al “Fino Palacios”, a pesar de nuestras advertencias solo recibimos maltratos y difamaciones y nos tildaron de opositores políticos. Al final teníamos razón. La política entorpeció la causa, lo mejor que pueden hacer es dar los recursos para que las fiscalías tengan acceso a los archivos secretos y poder catalogarlos y ver las diversas conexiones locales” afirma Hugo Fryszberg, en su calidad de sobreviviente y, desde entonces, incansable luchador contra la impunidad.

EL RECUERDO DE ESE DÍA

(FILE) A man walks over the rubble left after a bomb exploded at the Argentinian Israeli Mutual Association (AMIA in Spanish) in Buenos Aires, 18 July 1994. Argentinian prosecutors formally charged Iran and the Shiite militia Hezbollah 25 October 2006 in the 1994 bombing of the Argentine Jewish Mutual Associationa in Argentina, which killed 85 people and injured 300. Prosecutors called for the arrest of top Iranian authorities at the time, including then-president Akbar Hashemi Rafsanjani. Next July 18 marks the 20th anniversary of the attack. AFP PHOTO/ALI BURAFI

Chichewsky recuerda ese día como si fuera ayer y no puede evitar emocionarse, todos los días revive detalle a detalle del momento en que su vida cambió para siempre, como un designio caprichoso y trágico del destino.

De esa manera detalla: “Los que estaban en el edificio de AMIA eran mi señora y mi hija Paola de 23 años. Era el primer día de vacaciones de ella. Paola era estudiante de Derecho en la Universidad dada la cantidad de trabajo que teníamos ese día en AMIA, le pedimos que vaya a dar una mano”. El tono de voz de Luis cambia cuando empieza a describir a su hija: “Era nuestra hija del medio, era chiquita y tenía una fuerza y energía tremenda, era como una locomotora, lo que se proponía lo conseguía. A veces la gente naturaliza el número 85 al hablar de los muertos del atentado, pero se olvida que detrás de eso había personas con proyecciones, con sueños que ese día se esfumaron”.

Hugo Fryszberg relata el día del atentado con minuciosos detalles, los olores, las sensaciones y el terror.

[blockquote author=»» pull=»normal»]“Un sobreviviente de AMIA es una persona que estaba en el momento justo en el lugar de la tragedia. Después de lo que vivió, lleva cicatrices imperceptibles y que nunca van a cerrarse” expresa Hugo Fryszberg.[/blockquote]

“Yo era subjefe de personal de AMIA, ese día era lunes, entré a las 8 de la mañana a mi trabajo, tenia mi despacho en el segundo piso. A las 9:53 de la mañana escuché un estruendo y pensé que había ocurrido una explosión en el aire acondicionado. A los dos segundos se escuchó un estruendo mucho más fuerte. Hubo ruidos de mamposterías, vidrios, el techo se agrietó todo” rememora sin titubear Fryszberg.

El oficinista, por instinto, se agarró de la cabeza, se tiró abajo del escritorio, tras los estruendos solo vino una paz, un silencio y un denso humo negro. Fryszberg recuerda los olores: en ese momento el humo se llenó de una pestilencia ácida, los peritos posteriormente indicarían que era el amoníaco de los componentes de la bomba que estalló lo que lo provocaron.

“Había muchos gritos, desesperación. Vi un boquete gigante, faltaban 50 o 60 metros. El edificio ya no estaba, bajé por una escalera y salí por un patio en el contrafrente del edificio por una medianera. El panorama era dantesco. Los edificios no tenían frente, estaban pelados. Ahí me di cuenta de lo que había pasado, estaba vivo. Salí por Uriburu, deambulé por Pasteur, había muertos tirados en el piso. Era un caos total. Por cuestiones laborales. regresé al lugar, a buscar documentos. Cuando bajaba por una escalera entré a mi oficina y antes de agarrar lo que me pedían vi el portarretrato de mis dos hijos de 6 y 3 años, fue mi retorno a la vida, lo abracé, lo besé y logré mi cometido”.fryszberg-hugo

Fryszberg recuerda que en ese momento sentía un frío sepulcral y después de hacer reconocimientos por orden de sus jefes en el Hospital de Clínicas, se retiró y tomándose el subte, se retiró a su domicilio. “Al otro día tuve que volver a trabajar al lugar porque todos los empleados del sector estaban muertos” sentencia con crudeza.

“Un sobreviviente de AMIA, o de cualquier atentado, es una persona que estaba en el momento justo en el lugar de la tragedia. Después de lo que vivió, lleva cicatrices imperceptibles y que nunca van a cerrarse”. Las cicatrices de Hugo son las mismas que las de Luis. Las mismas que las de cientos de familiares y víctimas. Cicatrices que aún duelen. Y duelen más por los 25 años que dura la impunidad. Frente a ello, la memoria no puede descansar.

Los mundos posibles

Los mundos posibles

La universidad reformista siempre tuvo como uno de sus objetivos estar en contacto con la sociedad, la extensión universitaria el vehículo escogido para hacerlo. A pesar de las dificultades y desafíos, existen iniciativas que, como los centros de extensión universitarios, intentan tender puentes y derribar muros. 

“Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso, aprendemos siempre.”

Paulo Freire

 

Existen tantos modos de entender la realidad como realidades existen a nuestro alrededor. Esa simple premisa, en ciertas situaciones, se convierte en un mantra. Abordar un territorio implica deshacerse de preconceptos, estructuras y anclajes que uno trae consigo. Implica animarse a bucear en un mar de desafíos, muchos de ellos de difícil resolución, pero también de otros que generan una enorme satisfacción.

¿Cuántas veces escuchamos que “la Universidad la pagamos todos con nuestros impuestos pero llegan pocos”, o que “es necesario que la Universidad esté cerca de la gente”? Esas verdades indiscutidas demostraron durante décadas la combinación del abandono y la búsqueda de manutención del statu quo de parte de las grandes corporaciones políticas e institucionales del mundo educativo, sumados a un notable desinterés en discutir desde la praxis un modelo de extensión de cercanía y reciprocidad. Por decisión de la gestión del ex Rector Francisco Morea (a quien recordamos con cariño todos los días), aparecieron elementos disruptivos en el horizonte educativo de Mar del Plata y la zona, dispuestos a desarrollar otro enfoque: los Centros de Extensión Universitaria, ubicados en (hoy ya) nueve puntos estratégicos de la ciudad y sus alrededores.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Abordar un territorio implica deshacerse de preconceptos, estructuras y anclajes que uno trae consigo. [/blockquote]

Los Centros de Extensión Universitaria tienen como objetivo generar un nuevo ámbito de articulación entre la Universidad y la comunidad. Construidos colectivamente, parten de la premisa de que la educación puede ser una generadora de oportunidades y equidad. Funcionan en sedes universitarias ubicadas en diferentes barrios de la ciudad, donde se trabajan temas relacionados con la promoción de las carreras universitarias, orientación vocacional, el ingreso y permanencia, sistema de becas, entre otros. Además, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de vecinas y vecinos de cada barrio, las distintas sedes cuentan con convocatorias específicas de Proyectos de Extensión, a través de los cuales se desarrollan propuestas concretas a problemáticas detectadas allí.

Tengo ganas de contarles una historia que sucedió en el norte de Mar del Plata, y que resume en ella tanto más que lo que se podría seguir explicando o describiendo.

Marcos tiene veintidós años. Dejó la secundaria a los quince porque tenía que trabajar, su papá falleció trabajando en una obra en construcción. La terminó a los diecinueve, en el marco del plan FINES que funciona en la Sociedad de Fomento de su barrio. El año pasado, durante la muestra educativa de la Universidad que se hace en el Centro de Extensión, vino a preguntar los requisitos para estudiar Ingeniería, entusiasmado porque había conseguido un trabajo que le permitiría un tiempo para empezar a cursar. Se sorprendió al saber que el trámite de inscripción era gratuito y sencillo. Una hora después volvió, pero con Susana, su mamá. Tiene cincuenta y nueve años, trabaja desde hace cuarenta cuidando ancianos, y me contó que su sueño era estudiar Trabajo Social. Ambos sostienen el hogar familiar, que comparten con los otros tres hermanos de Marcos. Susana anotó en un cuadernito gris todos los requisitos, se llevó el plan de estudios de la carrera y se fue sonriendo con su hijo. Sentí que esa mañana el futuro de ambos había dado un (hermoso) vuelco. También supe que, sin un acompañamiento real y duradero, el sueño podía quedar trunco. Hay que romper con la barrera invisible del “no está hecho para mí”, y eso implica una nueva forma de concebir la conexión entre la institución educativa y el territorio, despojada de la tesis asistencial que ha nutrido voluntaria o involuntariamente a la Universidad durante décadas, y, muy por el contrario, debe estar dispuesta a interpelarse “hacia adentro”, por fuera de la capacidad de cada institución de hacer frente a su demanda local. La incomodidad implica hacerse cargo y empezar a accionar de una manera distinta, mucho más allá de las recetas tradicionales que, en un contexto de profunda crisis económica como la que vive nuestro país, han dejado cada vez más atrás esa idea fuerza de la educación superior como eje de ascenso y movilidad social.

[blockquote author=»» pull=»normal»]Hay que romper con la barrera invisible del “no está hecho para mí”, y eso implica una nueva forma de concebir la conexión entre la institución educativa y el territorio, despojada de la tesis asistencial que ha nutrido voluntaria o involuntariamente a la Universidad durante décadas.[/blockquote]

En la cotidianeidad, también es necesario decirlo, presenciamos escenarios de violencia en diversas formas, vimos en su faceta más descarnada a la ausencia del Estado, nos topamos con la miseria del egoísmo, aprendimos que el esfuerzo individual para satisfacer una demanda colectiva en muchos casos no alcanza, volvimos llorando alguna vez a nuestras casas. Comprendimos que el esfuerzo que se realiza en cada institución o red barrial, por fuera de cualquier día u horario, responde la mayoría de las veces a un acto de solidaridad y de amor encomiable.

La realidad es que todo cuesta muchísimo más sin un Estado presente en el territorio que acompañe este tipo de iniciativas, pero en medio de tanto dolor y tanta desidia, algo mutó. Hemos fortalecido la certeza de que ya no son iguales que antes los mundos posibles, que hay muchas historias como las de Marcos y Susana que están por llegar, que ya nacieron nuevos futuros, que queremos transformarlo todo, aunque si logramos transformar una sola historia, en algo hemos cambiado al mundo también.

Un buen tipo

DE LO QUE PASÓ

Luis, querido Luis. Luis querido. Mi idea era escribirte esto antes de la votación pero no podía o, mejor dicho, no quería canalizar en estas letras lo que siento y pienso. No me siento bien, menos cómodo. Te cuento que ya pasaron dos Congresos del Partido Socialista, también una reunión de mis compañeras contigo. Pasaron todas las ponencias en las respectivas comisiones de la Cámara de Diputados, ponencias que tuvimos la oportunidad de seguir los que estamos interesados en el tema: en la igualdad. También pasaron tus 23 puntos explicando por qué votás en contra. Pasó tu entrevista en donde afirmabas que “…cuando me fueron a buscar ya sabían lo que yo pensaba” y “hablo siempre de las encíclicas papales”. También pasó ya tu discurso, con voz temblorosa, que defendía tu posición en el Congreso y, obviamente, la carta de intelectuales de la izquierda democrática que le enviaron a Miguel y a Antonio -viste que nosotros, los socialistas, nos llamamos por el nombre-. Y paso a contarte:

QUÉ ES UN MILITANTE

Es un varón, es una mujer. Desde que se levanta hasta que se duerme busca que este mundo del que somos parte sea un poquito menos injusto. Y oíme lo que digo, porque hablo del militante. No estoy hablando de gobiernos ni de gestiones que también demuestran con el más puro empirismo el porqué debe legislarse en pos de la interrupción del embarazo no deseado. El resto del mundo y Santa Fe es un faro que ilumina el camino en este tema. Y tampoco voy a usar en esto la palabra “neoliberalismo”. Te voy a hablar desde el amor porque me parece que la racionalidad en este caso da sobrados motivos para, si te gusta el término, justificar la interrupción voluntaria.

QUÉ ES UN MILITANTE SOCIALISTA

No lo hace un militante socialista su formación política, si es más despierto o no que otro para analizar la realidad o si se dedica más tiempo a lo partidario o el cargo que ocupa. No. Tampoco vamos por el mundo tratado de convencer a la gente que su religión, sus ideas o su creencias son las equivocadas. Como socialista no quiero que dejes tu religión de lado ni que abjures de tu Cristo. La mayoría de los militantes no te conocíamos, nunca habíamos tenido la oportunidad de hablar contigo, como con otros muchos. Pero nosotros, ellas y ellos, depositamos nuestra confianza en las personas que pusimos para armar las candidaturas y las campañas. No todo nos gusta, no todo nos convence. Pero: ¿somos tontos? No, simplemente amamos lo que hacemos. Y estamos aprendiendo. Somos convencidos por nosotros mismos. Salimos a la calle porque queremos. Aprendimos a aprender y así aprendimos que no cualquiera puede llevar nuestra voz al Congreso de la Nación. Un militante socialista es un sujeto dispuesto a aprender.

DE LAS CONVICCIONES Y LA MUJER SOCIALISTA

Porque mirá, esa silla que ocupás, fue la primera banca que ocupó el socialismo en América. Un partido político que se inició enseñándole a leer un grupo de inmigrantes europeos. Desde una banca solitaria se dio el ejemplo de cómo puede luchar una minoría con dignidad. Aprender. Aprendió que los jóvenes necesitaban una universidad al servicio del pueblo y caminó con ellos. Alfredo Palacios no solo nos representó con sus convicciones -él también muy cristiano como vos y otros más socialistas- sino que le arrebató desde un asiento de madera y cuero derechos para los trabajadores, cuya situación era paupérrima. Le arrebató de las fauces de la muerte, del maltrato, el anonimato y la degradación humana una ley que hará que la humanidad lo recuerde hasta el fin de la historia. Él promovió desde su banca solitaria allá en un rincón del mundo una ley que prohibía la Trata de Blancas. Es más llamativo que en inglés se la denomine “Esclavitud Blanca”. Aprendimos de él a construir desde las minorías, desde la soledad, desde una simple banca de madera y cuero y sin micrófono. Pensalo, sin redes sociales ni internet. Sin teléfonos. Sigo sin mencionar aún al liberalismo, al capitalismo, al neoliberalismo, y muchos etcéteras.

Pero más que de varones te quería hablar de ella. No veía la hora de hablar de ella. La mujer y más aún, la mujer socialista. Vino ella, una señorita inglesa, junto con otras varias, incipientes. Orgullosas. Quién no vibró al escucharla contar ya de muy jovencita sobre la experiencia de la Comuna de París pero no porque lo había leído de Karl Marx. Sino de boca de su propio padre, un militante revolucionario que predicaba que la burguesía en la Revolución Francesa había reemplazado a la nobleza pero que no habían llegado para mejorar la vida de las mayorías del pueblo francés. De ella aprendimos, ya hace 116 años, que la mujer no es un adorno del varón y tampoco está atada a la familia. Ella fue médica y un cuadro político que no volvió a tener nuestro partido. Mi partido. No hay varón que le llegue a sus tobillos. Su pensamiento, elocuencia, inteligencia deslumbraba a los varones de su época y a los de hoy. Su profesor del secundario -que años después llegó a la presidencia de la nación-, años mayor que ella, encontró en la jovencita a una igual. La realidad le pegó la cara. Los varones del partido quedaban helados ¿imaginás la cara de José Ingenieros y el rosarino Enrique del Valle Ibarlucea al conocerla? No me alcanza la imaginación.

Médica ginecóloga cuando no existía tal especialidad. Escribió en las mismas publicaciones internacionales junto con Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin. Madre. Tres veces madre. Sufrió los ataques del peronismo que prendía fuego las casas socialistas. Fundadora de la APDH y luchadora incansable por los derechos humanos y las luchas de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. Y caminó con ellas. Una mujer de paz. Una mujer. Así como muchas otras que veo en el día que son como una aplanadora que te pasa por encima. Si Jesús se la pasaba con las prostitutas y ladrones y ella también lo hacía ¿cuál es la diferencia entre él y ella? Ella, Alicia Moreau -aún no le puedo decir “de Justo”.

SOBRE LAS CREENCIAS

No me quedan dudas de que el error es nuestro, de los socialistas. Tampoco voy a utilizar experiencias personales porque cada uno tiene la suya. Pero lo que sí sé es que nunca hay que creérsela. Creíste que todo esto se trataba de vos y de tu fuero íntimo. Te la creíste. No es sobre vos y los tuyos. Esto era sobre nuestras mujeres, esas que se chuparon el frío en las peatonales, en las calles. Que armaban la mesa de campaña bajo la lluvia, el sol, el viento. Que llevaban orgullosas cajas con la estampa de tu cara, tu nombre y apellido en el frente. Tu apellido en los banners, en las pancartas y la cartelería. Que escribían mensajes y daban debates y el porqué era conveniente votarte. Muchas cosas de vos no sabían, no sabíamos. Ellas que no titubearon en decirle al vecino, vecina, amigos y amigas que eras un buen tipo, que es uno nuestro y que nos representa. Nos equivocamos y aprendimos. Podrías haberte abstenido, haber faltado, haber planteado tu posición y votar afirmativo. Eso no te hace menos cristiano porque tu fe es una promesa para un plano inmaterial. Acá, en este mundo, ellas, pueden caminar erguidas y verte a la cara ¿vos podrás?

Nunca fuiste claro y guardaste silencio. Y tuviste muchas oportunidades de hacerlo explícito pero hoy por hoy nos mandás a suponerlo por mencionar al Papa. ¿Un socialista no puede mencionar a un Papa o una encíclica? ¿No hay acaso socialistas cristianos?

Dicen que cuando una mujer avanza, no hay varón que retroceda. Depende, les digo desde mi machismo reloaded, mezcla de Pedro Infante y José Alfredo Jiménez. Depende, por ejemplo, si el hombre está frente a la mujer que avanza. Espero que lo aprend