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Un retroceso civilizatorio no tan sorprendente

Un retroceso civilizatorio no tan sorprendente

La Argentina está al borde de un abismo, con la fuerza política más votada prometiendo desmantelar los logros de derechos y pilares culturales y sociales. Esta promesa se ha manifestado a través de una performance desbocada de palabras, imágenes y gestos. La autora sugiere que este escenario es el resultado de tramas, algunas de larga data, otras coyunturales. Insta a asumir responsabilidades y revisar las prácticas de una cultura política agotada.

Que la Argentina no ha sido nunca un derroche de virtudes republicanas es indudable. Como también lo es que hoy, a 40 años de un pacto democrático que no obstante sus eventuales momentos de debilidad gustábamos imaginar como aceptablemente consolidado, nos encontramos al borde de un abismo de dimensiones tan inciertas como presumiblemente colosales.

En efecto, la fuerza política más votada y, alianza mediante, hoy en el gobierno, es aquella que promete arrasar no sólo con todo lo logrado en materia de derechos durante estos 40 años sino, también, con históricos pilares culturales y sociales de lo público, trabajosamente construidos a lo largo del siglo XX. Y resulta bastante elocuente que esa promesa, en la que se juega el destino colectivo de millones de personas, se haya desplegado en el espacio público a través de una performance desbocada de palabras, imágenes y gestos reunidos en increíble capricho, que van desde el esoterismo y la megalomanía hasta una reivindicación de la “lucha antisubversiva” que emula con notable lealtad y renovada vehemencia las voces más bárbaras de la represión, pasando por el más vulgar de los machismos, la homofobia, el desprecio de la ciencia y la cultura, la reivindicación del terraplanismo, la mercantilización de los cuerpos, y tantos otros etcéteras que presumo por todos conocidos.

Completan el cuadro una violencia verbal, gestual y simbólica que oficia de soporte identitario de esta no tan nueva derecha y una desfachatada ignorancia [cuando no desprecio] respecto de las normas, las leyes, los valores y los códigos que definen los bordes y determinan el funcionamiento del sistema democrático.

Paradójico y desolador escenario: hoy, a 40 años de aquel pacto democrático que, insisto, gustábamos imaginar como aceptablemente consolidado, nuestra única certeza es que nos encontramos ante un verdadero retroceso civilizatorio.  

“¿Cómo llegamos a esto?» parece ser la pregunta rumiante que atormenta el sueño y la vigilia del progresismo “de bien” (si se me permite el para-citado), ante cuyos atónitos ojos se despliega hoy la evidencia de una derrota cultural que no puede pensarse, en rigor, sino como resultado de una concatenación de tramas de diversas dimensiones, algunas de larga data, otras, coyunturales. 

Concedamos, en principio, que la crisis de las democracias liberales y el ascenso, aquí y allá, de las llamadas “nuevas derechas” son datos de contexto que no pueden estar ausentes de nuestras consideraciones; constituyen, por así decir, el telón de fondo epocal de nuestro drama; pero admitamos, a su vez, que el caldo de cultivo que nutrió a esta Hydra vernácula se conformó al calor de la política local de las últimas décadas. 

Abundan los análisis que buscan explicar el voto a La Libertad Avanza (LLA) y, en conjunto, señalan un amplio abanico de causas y motivaciones. Se destacan, entre muchas otras, las frustraciones económicas y de expectativas de vida en general; un extendido y no tan vago hartazgo ante la corrupción y su necesaria red clientelar, y, claro está, un también extendido y polifónico antikirchnerismo/ antiperonismo que reconoce variadas matrices políticas, ideológicas y sensibles

Quisiera dejar de lado —hoy y aquí— la responsabilidad que le cupo a distintas expresiones de la derecha anti kirchnerista en el triunfo electoral de LLA (que va desde la liviandad boba e irreflexiva del fogoneo mediático al apoyo finalmente no tan encubierto del macrismo). También, a aquella que le cupo a esa porción que intuyo no tan pequeña de los sectores ilustrados y progresistas cuyas razones y reflejos anti peronistas pudieron más que su postulado antifascismo. Responsabilidades dispares, sin duda, difíciles de pasar por alto, pero que, si eventualmente contribuyen a reconstruir el conteo final de votos, no alcanzan a explicar la conformación de este conglomerado [¿político? ¿social? ¿cultural?] que no obstante la heterogeneidad de su composición, no obstante la extravagancia del combo ideológico al que apela, no obstante la vaguedad —unas veces— y la incongruencia —otras— de sus postulados políticos, ha logrado capitalizar un extendido sentimiento de rechazo “a todo”.

Ese “todo” se articuló fundamentalmente con la figura de “la casta” —figura polisémica; significante vacío; efectiva en todo caso en su potencia interpelativa, que antes que definir un sistema real de “privilegios”, denota la percepción de un estar afuera: afuera del variado conjunto de actores que participan de las pujas y de los acuerdos políticos; afuera de los derechos, prebendas y beneficios que aquellas pujas y acuerdos parecen garantizar; afuera también, por qué no, del discurso celebratorio de un sistema democrático cuyas leyes y reglas de funcionamiento parecen siempre interponerse en los anhelos de progreso del “argentino de bien que sólo quiere trabajar”.

Que esa percepción se nutriera de razones económicas, no resulta sorprendente; admitamos que cuando más del 50 % de la población está por debajo de la línea de la pobreza; cuando más del 60% de los niños es pobre; cuando los cuerpos están sometidos al imperio de la necesidad, la noción de la ciudadanía se resquebraja, y el único futuro posible emerge atado a la promesa mesiánica. 

 Pero ha de señalarse, también, que ese universo de pobreza y marginalidad no se corresponde 100% con el voto libertario ni con el discurso antidemocrático que lo identificó. Si el hambre constituye la deuda terrible y por qué no imperdonable de la democracia, el carácter reactivo y transversal de aquel discurso —devenido en buena medida en sentido común— representa, ante todo, el fracaso del proyecto progresista (entendiendo al progresismo en sentido amplio), su derrota cultural, como ya se ha sido bautizada. 

NO HAY SORPRESA

Como suele suceder, los tiempos de derrotas son también tiempos de balances; y en lo personal, sorprende la sorpresa con que buena parte del mapa político recibió el triunfo de LLA.  ¿Cómo y por qué no habría de alimentarse ese conglomerado reactivo ante una cultura política capturada, la más de las veces, por un espíritu cancelatorio siempre en pie de guerra? ¿Cómo y por qué no habría de crecer ese afuera ante la preminencia de una dirigencia política cuyo discurso público, abundante en chicanas y guiños de complicidad, pareció orientado siempre a congraciar y fortalecer los lazos de la propia tropa? ¿Cómo y por qué no habría de cultivarse ese reflejo “antipolítica” ante una hipertrofia estatal alimentada con el reparto de cargos públicos y redes clientelares “porque así se hace política”? ¿Cómo y por qué no habría de hacerlo ante una militancia ensimismada y disciplinada que fungió de comisario político en los más diversos espacios al tiempo que guardó silencio ante delitos y chanchullos varios o defendió lo indefendible en nombre “del Proyecto”? ¿Cómo y por qué no habrían de ganar terreno el supremacismo y el individualismo ante repetidas estrategias de protesta social ―cuya causa legítima no discuto en absoluto― que, en sentido exactamente opuesto a sus intenciones, lejos de animar lazos de solidaridad evidenciaron costos siempre horizontales?

También muy poco sorprendente pero más grave aún ―puesto que atañe al corazón constitutivo del pacto democrático― es el lugar que le cupo en ese conglomerado reactivo a la reivindicación de la represión y a la impugnación del universo vinculado a los derechos humanos. 

Quisiera señalar, una vez más, los invaluables logros de las últimas décadas en materia de Memoria, Verdad y Justicia; y es necesario destacar que en ello, sin duda alguna, el kirchnerismo jugó un rol fundamental. Pero también quisiera señalar, una vez más, que esos logros —insisto, muy celebrables— no agotan el balance, puesto que su contracara ha sido la alianza y cooptación de las organizaciones de derechos humanos —cuyo valor político y fuerza simbólica radicaba, precisamente, en su autonomía—; la extensión de una concepción y una retórica intolerantes de la disidencia y la puesta en escena en el espacio público de un relato claramente consagratorio de la militancia revolucionaria y celoso guardián de lo que puede ser dicho y lo que debe ser callado. Relato, además, que se ofreció y ofició de núcleo identificatorio del kirchnerismo.

Y sin mayores sorpresas, entonces, nos encontramos con que aquello acallado, (silencios sacros y tabúes que giran en torno a temas varios como la cifra de las personas detenidas-desaparecidas; la responsabilidad del peronismo y del propio Perón en el desencadenamiento de la masacre;  los “ajusticiamientos” o ejecuciones llevadas a cabo por las organizaciones revolucionarias armadas) no tan paradójicamente y contrariando las cautelas y apuestas militantes, devinieron en caballito de batalla de la cruzada antikirchnerista liderada por el macrismo primero, y de las voces más rancias de la LLA, inmediatamente después. ¿Cómo y por qué no habría de germinar allí un sentido común según el cual “los derechos humanos son para unos y no para otros”?

¿Cómo hubiera sido posible una apropiación del paradigma humanista que trascendiera el puro tejido epitelial de las conciencias cuando se impuso a fuerza de solemnidad y repetición un discurso que sólo podía convocar a los ya convencidos; cuando lejos de inscribirse en el espacio público se acallaron las pujas por el sentido del pasado barriendo lo no deseado debajo de la alfombra y estigmatizando a toda voz que osara evocarlo?

Las temáticas silenciadas no son caprichosas ni imaginarias, remiten a experiencias colectivas reales y en vano es vetar su enunciación en el espacio público: ya se sabe, lo reprimido retorna y, muchas veces, de la peor manera. De tramitar conflictos reales y simbólicos se trata, en definitiva, la política; el silenciamiento y la cancelación no son del orden de la hegemonía, como tampoco lo es el reflejo defensivo de atrincherarse detrás de la consigna. La sacralidad y el temor que impiden decir y los silencios que consecuentemente callamos dibujan vacíos semánticos; y hacia allí concurren las palabras y los sentidos de los otros. Y no puede decirse que faltaron voces de alarma, porque las hubo y no fueron pocas. Pero claro, sobre ellas también recayó ― ¡si lo sabré! ― esa mal disimulada mirada de sospecha que gravitó cual guardián el espacio de la memoria. 

El pacto democrático que gustábamos imaginar como aceptablemente consolidado evidencia fracturas tales que constituyen un verdadero retroceso civilizatorio. Pero no se trata de un castigo divino ni es producto directo de las ondas expansivas de una contracultura reactiva de carácter global, aunque ese sea su telón de fondo.

Si hemos de resurgir de las cenizas, lo haremos sólo asumiendo nuestras responsabilidades sin autocomplacencias; revisando con irreverencia y sensatez las matrices, las nociones y las prácticas de una cultura política agotada ya en su capacidad de prometer futuro.

Clara García: «Muchos jóvenes descreen de la política tradicional y eso nos tiene que interpelar para actuar con sensibilidad»

Clara García: «Muchos jóvenes descreen de la política tradicional y eso nos tiene que interpelar para actuar con sensibilidad»

Es la primera presidenta de la Cámara de Diputados de Santa Fe. Lo atribuye a la lucha colectiva de las mujeres. Se compromete a trabajar por más igualdades. Reconoce el legado de los líderes socialistas. Necesidad de un plan común contra la inseguridad y el narcotráfico. Aboga por un diálogo respetuoso y constructivo.

En los pliegues de la historia, Clara García emerge como una figura inquebrantable, tejida con hilos de compromiso y pasión. Nacida en la ciudad de Rosario, desde su adolescencia supo que los números serían su lenguaje. En la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario, se formó como contadora y licenciada en Administración. Pero su visión trascendía las cifras; anhelaba comprender las entrañas de las organizaciones, sus pulsaciones y desafíos.

En 1986, Clara se sumergió en la militancia del Partido Socialista. La gran inundación de Rosario ese mismo año la movilizó hacia la acción solidaria. A los 29 años, asumió la Subsecretaría de Economía de la Municipalidad de Rosario, marcando el inicio de una carrera ascendente. Con Hermes Binner como timonel, Clara navegó por las aguas de la gestión pública. Dirigió el Banco Municipal de Rosario y, más tarde, la estratégica Secretaría de Servicios Públicos y Medio Ambiente. Su energía y pasión se fundieron con la visión socialista, y cada cargo que ocupó llevó su impronta. Fue la primera mujer en romper barreras, abriendo camino para otras.

En 2023, Clara García escribió un capítulo imborrable. Encabezando la lista del frente Unidos para Cambiar Santa Fe, se impuso en las elecciones legislativas. Desde el 10 de diciembre de ese año, se convirtió en la primera mujer en presidir la Cámara de Diputadas y Diputados de la provincia de Santa Fe. Su voz resonó en debates trascendentes. En su telar político, Clara tejió controversias y victorias. Su gestión en áreas clave dejó huellas. Pero también enfrentó críticas y desafíos. Como toda líder, su camino está marcado por decisiones audaces y debates encendidos.

– Ser la primera mujer presidenta de la Cámara de Diputados de Santa Fe (recientemente reelegida por sus pares para un nuevo período legislativo): ¿en qué proporciones es un logro individual, del sistema político y de la sociedad?

– Ser la primera mujer en presidir la Cámara de Diputadas y Diputados de Santa Fe, si bien es un desafío personal muy grande, es resultado de un logro colectivo, de la lucha de tantas mujeres a lo largo de la historia. Un camino que comenzó con mujeres como Alicia Moreau, quien luchó por la obtención de derechos cívicos e impulsó el sufragio femenino, y fue superando grandes adversidades para que hoy las mujeres nos encontremos con más y mejores derechos.

Fueron luchas vibrantes, de militancia ruidosa y callejera; y otras que fueron luchas silenciosas de mujeres dolientes. A todas las honramos alzando sus voces. Cuando una de nosotras tiene un rol importante, necesariamente hay un camino colectivo. 

– ¿Dónde se notará el avance?

– Aunque aún quede un largo trayecto por recorrer, asumir la Presidencia de la Cámara baja de Santa Fe es un compromiso para ir por las igualdades que faltan. Es en ese sentido que me van a encontrar trabajando dentro de este cuerpo legislativo, buscando los consensos necesarios entre todas las fuerzas políticas y todos mis pares para construir un futuro más inclusivo y feminista para las santafesinas y los santafesinos.

– Has reconocido el legado de la tradición socialista, especialmente de Guillermo Estévez Boero, Hermes Binner y Miguel Lifschitz. ¿Creés también que hay una paulatina superación de las pérdidas y el emergente de una renovación?

– Sin dudas. Desde el Partido Socialista estamos continuando el legado que nos dejaron estos tres grandes líderes, que hicieron posibles tantos sueños en Santa Fe, que buscaron proyectarlos a nuestro país, y con quienes las y los socialistas nos formamos políticamente.

Personalmente, tuve el orgullo de acompañar a Hermes y a Miguel en sus gestiones como intendentes de la ciudad de Rosario y más adelante, como gobernadores de la provincia de Santa Fe. Y fue de ellos que aprendimos a planificar y gestionar, a dialogar y escuchar, a formar equipos, a trabajar sin parar y a dar la cara siempre.

Todo lo construido, las apuestas transformadoras, las ideas innovadoras, las utopías y las gestiones para una sociedad más justa y solidaria no nos permiten perder tiempo y nos llevan a hacerles honor a nuestros referentes, que tanto han hecho por la provincia. Quienes nos precedieron dejaron una antorcha encendida y son las y los jóvenes quienes deben seguir manteniendo ese fuego encendido, mirando hacia adelante con pasión política.

– Resultaste la segunda persona más votada en tu provincia en 2023. ¿Cómo fue la construcción para pasar de ser una funcionaria con un perfil técnico en Rosario a una referencia provincial con ese alto nivel de reconocimiento?

– Inicié mi vida política en 1986 en el Partido Socialista, y en 1989 formé parte del primer gobierno socialista en la Municipalidad de Rosario, ocupando diversas funciones durante los siguientes 25 años. En todos estos roles fui la primera mujer en ocupar el cargo, asumiendo una responsabilidad colectiva que nos desafía desde el feminismo. En 2009 encabecé la lista de concejales del Frente Progresista, que ganó las elecciones locales. Y luego de otro paso por la gestión municipal, en 2015 asumí por primera vez como diputada provincial.

Acompañar a Miguel Lifschitz en años trascendentes de su carrera política significó, también, recorrer la provincia entera. Miguel visitó cada pueblo y cada ciudad, tomando nota de las necesidades sin importar su color político. Así conocí cada rincón de la provincia y, ya como legisladora, eso me permitió contar con una mirada más amplia para el estudio y debate de cada una de las leyes.

La muerte de Hermes primero y de Miguel después nos llevó a resignificar nuestros roles ante la ausencia de dos líderes de tamaña proyección, y a asumir nuevas responsabilidades para mantener vivo al socialismo y su proyecto político. Unimos fuerzas y en 2021 presentamos candidaturas nacionales y locales que permitieron que Mónica Fein asumiera como diputada nacional y gran cantidad de intendentes, presidentes comunales y concejales retuvieran e incrementaran los gobiernos locales. Fueron los cimientos para que en 2023 estuviéramos en pie, conformáramos el frente político “Unidos” preservando la identidad socialista, y que reforzáramos la presencia en el Congreso de la Nación. Hoy podemos mostrar con orgullo a Esteban Paulón como diputado nacional y aquí en Santa Fe, la presidencia de la Cámara de Diputados y el bloque más numeroso de legisladores, a Paco Garibaldi como senador del Departamento La Capital, y muchos gobiernos locales pintando de socialismo la bota santafesina.

Pese a las enormes dificultades que se viven día a día, la gente confió plenamente en nuestras propuestas y su capacidad transformadora.

– ¿Qué desafíos políticos implica un escenario de pobreza, desigualdad, conflictividad social y crimen organizado para el nuevo gobierno provincial?

– En los últimos cuatro años, el gobierno conducido por Perotti descuidó e interrumpió las políticas que se llevaron adelante durante los doce años de gestiones progresistas. Desmanteló programas como el Vuelvo a estudiar, el Abre, el Nueva Oportunidad, que daban respuestas cercanas y efectivas en los barrios más vulnerables, con resultados positivos en la integración social y en la disminución de los índices de violencia. 

El nuevo gobierno de Unidos tiene la gran responsabilidad de retomar, con nueva impronta, las políticas que dieron resultado en materia de seguridad, educación, salud, producción y empleo, entre otras. A diferencia del gobierno anterior, desde Unidos tenemos un plan, tenemos equipos y tenemos vocación de diálogo con el resto de las fuerzas políticas en la búsqueda de consensos para los proyectos más complejos.

– ¿Qué mea culpa debe hacer la dirigencia política y quienes ejercieron responsabilidades ante un triunfo nacional de una coalición que hizo del discurso contra la “casta” su carta de éxito?

– Frente al resultado de las elecciones nacionales, los dirigentes políticos estamos compelidos a cuestionarnos y repensar la manera de construir políticamente y de relacionarnos con la gente. El triunfo de Milei implicó el hartazgo de la sociedad en relación a un modo de hacer política, el rechazo a la conducción del gobierno y la desilusión de un presente con inflación, inseguridad y pobreza en constante crecimiento.

Hoy en día muchos jóvenes descreen de la política en su forma tradicional, y eso nos tiene que interpelar para actuar de manera rápida y sensible.

– ¿Cómo imaginás una hoja de ruta para que la propuesta socialdemócrata recupere predicamento y protagonismo en la Argentina?

– Desde el Partido Socialista tenemos propuestas que apuntan a una sociedad que pueda acceder a más derechos, que pueda defender los espacios públicos, que pueda tener una propuesta renovada respecto a la garantía del acceso a la salud y la educación. 

Tenemos como desafío seguir participando y creciendo en distintos puntos del país para estar en contacto con las distintas realidades, preocupados por la situación social que se está viviendo que, sin dudas, está marcada por la inflación y la inseguridad.

Por eso creemos que hay que trabajar con diversos sectores políticos, que quieran superar esta situación y contraponer al gobierno nacional propuestas claras que incluyan a los sectores más vulnerables.

– El principal desafío del gobierno de Pullaro es abordar la violencia. Muchas de las críticas a las gestiones socialistas pasaron por sus resultados en seguridad. ¿Cómo se recupera la centralidad del Estado frente a una criminalidad cada vez más compleja y violenta?

– En nuestros gobiernos, los funcionarios jamás estuvieron involucrados en hechos de corrupción, algo que no se da en otros partidos políticos.

A lo largo de los tres gobiernos de las gestiones socialistas se implementaron políticas en materia de seguridad y justicia que lograron detener, procesar y juzgar a muchos de los cabecillas de las bandas criminales más peligrosas de la provincia. También se llevaron adelante programas sociales para combatir y prevenir el delito. Siempre resaltando la transparencia y honradez del Ejecutivo santafesino.

Por su parte, el gobierno nacional, que tiene una responsabilidad primaria en la lucha contra el narcotráfico, dejó sola a Santa Fe durante muchos años y esa ausencia sin dudas se notó; hoy las y los santafesinos estamos sufriendo las consecuencias. Negar el apoyo que la administración provincial necesitaba, no crear nuevos juzgados y fiscalías federales, no enviar fuerzas federales suficientes al territorio provincial y articular tareas con la policía provincial son solo algunas de las acciones que reclamamos tantas veces y no tuvimos respuesta.

No hay que olvidar que en la gestión de Perotti, que llegó al gobierno con un eslogan de campaña exclusivamente enfocado en la cuestión, todos los índices delictivos se incrementaron, quedando muy lejos tanto la paz como el orden que prometió.

Como mencioné, el problema excede a Rosario y a la provincia de Santa Fe; tiene alcance nacional y por eso es necesario reunir fuerzas de todos los partidos políticos y de todos los estamentos del Estado para hacerle frente.

– A cinco meses de asumido el nuevo gobierno, ¿cómo ves que avanza la cuestión de la seguridad?

– Desde el gobierno de Unidos tenemos un fuerte compromiso en relación a la crisis de seguridad que estamos viviendo y se han puesto en marcha medidas urgentes para combatir la delincuencia, como aumentar la cantidad de patrulleros y personal policial en las calles, o trasladar a los presos de alto perfil a pabellones específicos.  

Desde la Cámara aprobamos más de 30 leyes durante este Período Extraordinario y desde un primer momento nos enfocamos en los proyectos referidos a seguridad y justicia, que eran una prioridad para el gobernador. Destaco la Ley de Emergencia en Seguridad que, entre otras cosas, agiliza procedimientos para la compra de móviles y equipamiento para la Policía y hoy ya estamos viendo los nuevos patrulleros en las calles. También la Ley de Narcomenudeo para perseguir el microtráfico de drogas y comenzar a pacificar los barrios donde se concentran los puntos de venta. Reformamos la Ley del Sistema Penitenciario para jerarquizar a sus miembros y mejorar las condiciones en que llevan adelante su trabajo.

A la vez, reforzamos la estructura del Ministerio Público de la Acusación para que pueda fijar una política ordenada y eficiente para perseguir el delito, y Santa Fe es la primera provincia en contar con una Ley de Inteligencia para recolectar información que sirva para prevenir el delito y desbaratar las bandas delictivas.

En resumen, todos los partidos políticos que conformamos el gobierno actual de Santa Fe tenemos un plan común en la lucha contra la inseguridad y el narcotráfico, y para devolverles la calidad de vida a las y los santafesinos.

– ¿Cómo impactan los discursos de odio en el desarrollo de propuestas y políticas públicas?

– Los discursos de odio no son más que sentimientos de hostilidad y resentimiento con el otro, algo que lleva a más violencia y a un camino oscuro.

La gente se cansó de eso y se cansó de los políticos y las políticas que hicieron abuso de ese tipo de peleas porque ya no puede llegar a fin de mes, porque padece la inseguridad y la corrupción, porque los servicios que presta el Estado son cada vez más deficientes.

Y quienes aún creemos y confiamos que la política puede ser distinta, tenemos un gran desafío por delante, que es promover un discurso respetuoso y constructivo, basado en la escucha activa y el respeto, fomentando la libertad de expresión.

– Frente al avance de las extremas derechas a nivel global, ¿qué estrategias debiera plantea la socialdemocracia para contraponer otro camino?

– Es clara la tendencia de las derechas fascistas que crecen y se consolidan a nivel mundial, y desde la socialdemocracia entendemos que debemos motivar a los actores políticos a pensar en soluciones pacíficas, democráticas y conjuntas, que constituyan la única garantía para un proyecto internacional compartido. 

El diálogo tiene que ser el pilar fundamental para reunir a los partidos políticos y a los distintos sectores de la sociedad para pensar un proyecto de país con un futuro que sea socialmente inclusivo, ecológicamente sostenible y humanamente solidario, priorizando a las poblaciones más vulnerables.

La huella de Miguel Lifschitz

La huella de Miguel Lifschitz

El 24 de febrero de 2021, pocos meses antes de enfermarse de Covid, Miguel Lifschitz pronunciaba una frase en una entrevista para el diario El Litoral que muchos verán hoy como una anomalía, pero quizá haya sido una de las principales guías de su militancia política: “Los dirigentes podemos esperar”.

Se refería a la vacuna que en plena pandemia estábamos esperando, priorizando el cuidado del personal de salud y de las personas de riesgo en un contexto donde ya se habían revelado algunos casos de vacunación VIP dentro del mundo político y económico nacional. Era un mensaje que lejos de encubrir algún tipo de especulación, revelaba, casi al pasar, su verdadera esencia.

Estábamos frente a un hombre justo, un hombre coherente con sus ideas, que entendía que saltarse la fila y acceder a una vacuna producto de un privilegio era también romper con un contrato social. Y hoy, a tres años de su partida, esas palabras cobran más vigencia que nunca frente a la profunda crisis de representación que atraviesa nuestro país. Por eso, es necesario recordarlas y revalorizarlas porque no sólo hablan de su ética y de su compromiso político y social, también hablan de la responsabilidad que implica todo liderazgo que siempre debe velar por el conjunto de la sociedad.

MESIANISMOS PERVERSOS

Algo que parece tan sencillo y lógico, desafortunadamente, no lo es. Cada vez son más frecuentes los liderazgos políticos de “memoria corta” que se desembarazan de la soberanía popular una vez elegidos y terminan provocando, electores “golondrina”, que mutan de elección en elección y presentan identidades políticas más volátiles, porque no se sienten verdaderamente representados.

Este fenómeno, que es transversal a toda nuestra sociedad, está provocando la atomización ciudadana. La emergencia de individuos que al sentirse defraudados por sus representantes terminan recluyéndose al ámbito privado, devenidos en meros receptores de las decisiones estatales, en lugar de participar de forma activa en la esfera pública para transformar la realidad que los aqueja.

Cada vez son más frecuentes los liderazgos políticos de “memoria corta” que se desembarazan de la soberanía popular una vez elegidos y terminan provocando, electores “golondrina”, que mutan de elección en elección y presentan identidades políticas más volátiles, porque no se sienten verdaderamente representados.

No es casual, que emerjan con más frecuencia los outsiders, que han sabido canalizar este descontento no sólo a nivel local y regional, sino también a escala nacional y hasta mundial. Los hechos reflejan que no son la solución; solamente ayudan a agravar el panorama político, económico y social provocando peligrosas situaciones de inestabilidad. Por eso, se vuelve indispensable que reflexionemos sobre los cambios profundos que se están produciendo, para poder impulsar ideas superadoras que contribuyan a la reconstrucción de un modelo nacional que acabe con las fallas estructurales en nuestro país.

EDIFICAR NUESTRO FUTURO

A más de cuarenta años de la recuperación democrática, Argentina avanza sin rumbo, sin bases mínimas para el desarrollo económico y social. Nuevamente desde el poder se desprecia a las instituciones democráticas y se instalan en forma recurrente dispositivos que buscan anular el debate público. Esto no hace más que exacerbar los particularismos políticos y profundizar las ya rampantes desigualdades económicas y sociales que después de la larga década de estancamiento económico se han profundizado.

No deja de ser perverso y hasta cínico que en un país donde la pobreza alcanza al 51,5% de la población (más de 24 millones de personas) se instale un discurso meritocrático afirmando que las desigualdades son justas porque todos tenemos las mismas oportunidades de acceder al mercado y a la propiedad. Según este relato dominante, una persona que vive bajo la línea de pobreza se lo merece porque no se esforzó ni tuvo los méritos para mejorar sus condiciones económicas.

Es perverso y hasta cínico que en un país donde la pobreza alcanza al 51,5% de la población (más de 24 millones de personas) se instale un discurso meritocrático afirmando que las desigualdades son justas porque todos tenemos las mismas oportunidades de acceder al mercado y a la propiedad.

¿Acaso un niño o una niña que nace en la pobreza (7 de cada 10 niños lo hacen) tiene las mismas posibilidades de quien nace en un hogar de clase alta? La respuesta es clara: así como los ricos heredan la fortuna, los pobres heredan la pobreza y tienen grandes “oportunidades” sí, de permanecer desescolarizados, ser sometidos a trabajo infantil, aspirar a empleos precarios y hasta una esperanza de vida reducida. Porque las desigualdades son acumulativas y se retroalimentan. Sin políticas públicas que las combatan sólo podemos esperar su recrudecimiento.

UN MUNDO CADA VEZ MÁS DESIGUAL

Existen otros tipos de desigualdades, más veladas, que al decir del sociólogo francés François Dubet, están cada vez más individualizadas entre las personas de una misma posición económica; como las que se producen entre las mujeres y hombres con un mismo puesto laboral, pero con distinta remuneración o aquellas que se establecen entre trabajadores en blanco y trabajadores en negro, por mencionar sólo algunos ejemplos. Son desigualdades que también pesan en la vida cotidiana y desarman el tejido social al punto de erosionar la identificación de las personas de un mismo grupo socioeconómico, obstaculizando toda acción colectiva que pretenda combatir las desigualdades más profundas.

En este mundo cada vez más desigual donde, como señala el economista Thomas Piketty, el 1% más rico de la población mundial se apropió del 27% del crecimiento económico de los últimos cuarenta años, mientras que el 50% más pobre sólo capturó el 13%, la única igualación que existe es la que se produce hacia abajo, es decir, entre la clase media que se empobrece vertiginosamente y las clases más pauperizadas.

El 1% más rico de la población mundial se apropió del 27% del crecimiento económico de los últimos cuarenta años, mientras que el 50% más pobre sólo capturó el 13%, la única igualación que existe es la que se produce hacia abajo.

Estamos en presencia de la versión más brutal que se haya conocido del capitalismo que mientras se fortalece, los Estados se debilitan. Por eso hoy más que nunca es necesario recuperar la ética del servicio público, repensar la política como un espacio de transformación, recomponer la confianza en los partidos políticos como canalizadores de las demandas colectivas e impulsar la participación activa de los ciudadanos, revalorizando aquellos liderazgos como el de Miguel, que han sido referentes en la construcción de sociedades más justas e igualitarias y han contribuido, siguiendo esos principios, a la planificación de políticas públicas con un profundo contenido ideológico, trascendiendo distintas gestiones de gobierno.

EL LEGADO DE MIGUEL

De la historia se desprende que sólo se han logrado establecer políticas públicas de calidad cuando fueron impulsadas por dirigentes políticos como él, de convicciones profundas, al servicio del interés general y que contaron con el apoyo de las mayorías.

Vale recordar, en este sentido, aquella lucha que Miguel libró a principios de Siglo junto a su equipo de la Municipalidad de Rosario, para establecer la sede definitiva del primer Museo de la Memoria de Argentina, donde funcionaba el Comando del segundo cuerpo del Ejército. Mostrando una vez más sus convicciones y nobleza, decidió pese a ser en ese entonces el intendente de la ciudad, no dar un discurso en su inauguración en 2010, brindando una lección política, al darle el lugar correspondiente a las organizaciones de derechos humanos, decidiendo no apropiarse desde la política de algo tan sentido para el pueblo argentino.

De la historia se desprende que sólo se han logrado establecer políticas públicas de calidad cuando fueron impulsadas por dirigentes políticos como él, de convicciones profundas, al servicio del interés general y que contaron con el apoyo de las mayorías.

Como dijo alguna vez Salvador Allende: “La revolución no implica destruir, sino construir; no implica arrasar, sino edificar”. Y vaya si Miguel edificó a lo largo y ancho de su vida. Construyamos entonces a través de la participación política y el diálogo, a través del debate público, sobre los cimientos ya establecidos, reconociendo los errores para así promover iniciativas donde la ciudadanía hoy atomizada, sea parte más allá de las urnas, donde podamos pensar en un futuro más igualitario y recordemos a nuestros referentes, que impulsados por el deseo de construir un mundo mejor, nos han dejado su legado, enseñándonos la importancia de anteponer siempre lo colectivo sobre los particularismos más extremos.

Levedad y gracia

Levedad y gracia

La prestigiosa escritora y traductora María Julia De Ruschi reseña el último libro del poeta e historiador, asiduo colaborador de «La Vanguardia», Fabián Herrero. La nube es una flor que arrancó sus raíces (ediciones UNL, 2023) está signado, como ella misma nos dice, por la levedad y la gracia. 

Fabián Herrero (Santa Fe, 1965), el autor de La nube es una flor que arrancó sus raíces (ediciones UNL, 2023) es doctor en Historia, docente e investigador. Empezó a publicar poesía muy joven y cuenta con una obra numerosa, por lo general plaquettes o libros no demasiado voluminosos y una antología editada en 2020, Quien no le tiró una piedrita al mundo. Poemas, 1988-2018. Sus poemas se destacan por su diafanidad y su poder de sugerencia. Surgen de la contemplación y se ofrecen al lector como semillas de contemplación. Se ha asociado su escritura al haiku, poema breve, pincelada rica en resonancias.

Hay dos palabras que pueden darnos la clave para aproximarnos a este libro: la levedad y la gracia. Evocan la hermosura y la dicha, y también la gratuidad de esa hermosura y de esa dicha. Agregaría que, de inmediato, remito la palabra “gracia” no tanto a un concepto como a una imagen dinámica, la de las tres gracias que danzan. La de una trinidad que encierra o despliega un misterio de amor.

Decir que estos poemas son transparentes no significa en absoluto que sean de fácil comprensión. No apelan tampoco a la comprensión, sino probablemente a despertar nuestra capacidad de ensueño. Su naturaleza cristalina surge de su dinamismo. La opacidad, lo incomprensible, aparecen cuando hay resistencia al dolor y a las metamorfosis permanentes de la naturaleza. Nada más contrario a esta poesía. La flor se arranca a sí misma, no padece violencia, ella misma se ofrece a la transitoriedad de la nube, la nube que se volverá el agua que dará de beber a una nueva flor.

Decir que estos poemas son transparentes no significa en absoluto que sean de fácil comprensión. No apelan tampoco a la comprensión, sino probablemente a despertar nuestra capacidad de ensueño. Su naturaleza cristalina surge de su dinamismo.

El poeta también se “arranca” de sí mismo: “Para ver / todo el cielo, estoy quemando / mi casa”. La luz reside en lo más hondo o en el centro de todo lo que existe, y todo movimiento, incluso todo desgarramiento, no hace otra cosa sino revelarla. De distintas maneras, tanto la flor como la nube, la casa como su incendio, son signos de la fugacidad de la belleza, que es belleza en tanto fugacidad, en tanto danza. Desplegar ante nuestros ojos esta danza de la gracia, permitirnos escuchar el canto de la naturaleza, es el don de esta poesía: “Mis sueños no hablan / con nadie lo que hablan / conmigo”
Asume Fabián Herrero, de este modo, no solo el arrancarse de su historia personal, los lugares y el resplandor de la infancia, sino también da cuenta del mundo circundante: “Invierno y pobreza. Miro la noche / en todas partes. También arriba / veo muchos ojos tristes.”

La nube es una flor que arrancó sus raíces es un libro articulado en zonas, las correspondientes a la casa de la infancia, a su barrio, a su provincia natal, Santa Fe, al río. Desde la casa de la infancia con su jardín y su araucaria (casa y árbol símbolos de la madre) se inicia un proceso de desasimiento que no cancela el vínculo afectivo, sino que lo transfigura: “Hundido / en silencio. Abrazado / al cuerpo de un instante” La contemplación bendice con los valores de la intimidad todo lo que nos rodea: “En la palma / de la mano reluciente / del cielo / una nube le sonríe al sol, / y pasa”.

En su opción por lo inasible, través de una alquimia interior, cada uno de estos brevísimos poemas nos ofrece la posibilidad de un retorno a nuestro centro, una epifanía del estado edénico y una vislumbre de la noche, cuyo ojo es la luna.

Los poemas de Herrero se destacan por la justeza de su expresión y por la hondura de la experiencia que evocan. Sin duda su escritura estuvo acompañada de un proceso de perfeccionamiento espiritual cuyo fruto es una poesía cada vez más honda, transparente y mágica. La nube es una flor que arrancó sus raíces no se aparta de lo cotidiano, pero ignora su banalidad. A cada instante, en todo lugar, nos dice página a página este libro, podemos ser artífices de un milagro. Un milagro de alta poesía que reverbera como un diamante ante nuestros ojos agradecidos. Como dijo el gran poeta y humanista Arturo Marasso: “El vestigio, la multiplicidad de la tierra, el poema de concertado número, nos ponen en presencia de la actividad ordenadora, de ese deseo de perfección [que] nos lleva a penetrar en el propio ser, en lo que tiene de esencial, en una aspiración a conciliar en su totalidad nuestro mundo menor y el universo”.

(de Fabián Herrero, La nube es una flor que arrancó sus raíces)

Abre sus ramas, sus cabellos

de colores. La araucaria amanece

cantando.

 

Hermosa nube

sobre mi cabeza. Hoy seré

tu sombra.

 

Las dos fingen

bellamente. Lo que canta el viento

de primavera, mi madre

lo escribe.

 

La nube es una flor

que arrancó

sus raíces.

 

En la palma

de la mano reluciente

del cielo,

una nube le sonríe al sol,

y pasa.

 

¿También somos hermosos?

En nosotros la noche, camina envuelta

en aroma a jazmín recién cortado.

 

En su luz,

la araucaria, hermosa

Fabián Herrero, poeta e historiador.

y despeinada.

 

Invierno y pobreza. Miro la noche

en todas partes. También arriba

veo muchos ojos tristes.

 

Caminan, sin ver caer

encima, flores

de silencio.

 

La luna respira

y sonríe, como si

en su cabeza escuchara

música.

 

Parecida

a una suavidad

que cae, la luna de nadie

que floreció

un verano.

La unión de las izquierdas para hacer de España una República

La unión de las izquierdas para hacer de España una República

Eduardo Montagut repasa los acontecimientos que desencadenaron en el Pacto de San Sebastián, preludio de la Segunda República Española. 

La convergencia de los republicanos entre sí y con los socialistas para intentar traer la República a España no fue fácil por varias razones. Las divergencias entre los republicanos eran grandes y los socialistas estaban divididos en relación con una posible alianza con el republicanismo. A pesar de las dificultades terminó por cuajar el Pacto de San Sebastián.

En marzo del año 1930 apareció en Barcelona un manifiesto firmado por republicanos de izquierda como Companys, Aiguader, Botella Asensi, y de líderes obreros como Peiró, Arquer y Campalans. El manifiesto abogaba por el establecimiento de una república federal y por la aplicación de políticas sociales. Este manifiesto fue el inicio de la movilización de los republicanos en la época del gobierno Berenguer.

MOVILIZACIÓN EN LAS CALLES

En mayo de 1930 se produjo una serie de incidentes relacionados con la vuelta del exilio de Unamuno, que había sufrido la represión de Primo de Rivera. Estos incidentes fueron protagonizados por los estudiantes de la FUE (Federación Universitaria Española) con la policía, provocando que las autoridades cerrasen las casas de estudios. Eran un ejemplo de la creciente movilización social hacia un cambio político profundo, con los estudiantes ejerciendo un papel activo.

La primavera y el verano de 1930 fueron testigos de huelgas y manifestaciones. Había un claro descontento popular con una raíz económica, ya que, comenzaban a sufrirse los efectos de la crisis. Por otro lado, era evidente el intento de normalizar la vida constitucional de la monarquía. Estos factores favorecieron el desarrollo de las fuerzas políticas y sociales republicanas y obreras, que comenzaron a  organizarse y buscar la unión de sus esfuerzos, a pesar de su evidente heterogeneidad ideológica.

«Había un claro descontento popular con una raíz económica, ya que, comenzaban a sufrirse los efectos de la crisis. Por otro lado, era evidente el intento de normalizar la vida constitucional de la monarquía.»

La Alianza Republicana y el Partido Republicano Radical Socialista acordaron el 14 de mayo de 1930 la creación de un Comité conjunto que debía ponerse a trabajar para la instauración de la República en España. A este pacto se sumaron la Organización Republicana Autónoma Gallega (ORGA), recién creada y que dirigía Santiago Casares Quiroga, y la Unión Republicana Autonomista de Valencia, de Sigfrido Blanco. Por otro lado, se tendieron puentes hacia las organizaciones obreras.

REPUBLICANOS Y SOCIALISTAS UN ACUERDO POSIBLE

En el mes de julio, Azaña y Albornoz se entrevistaron con representantes socialistas, pero no se llegó a ningún acuerdo, tanto por las reticencias de un sector del socialismo hacia la alianza con fuerzas republicanas, como por la existencia de diferencias en el propio seno del republicanismo. Los republicanos se movieron mucho durante el verano para superar las dificultades y presentar un frente común entre sus filas, así la Derecha Liberal Republicana de Alcalá-Zamora y Miguel Maura se unieron al Comité. Los republicanos catalanes también se acercaron.

Las negociaciones bullían, el 17 de agosto de 1930 nació el Pacto de San Sebastián, bajo la presidencia de Felipe Siasín (Unión Republicana de San Sebastián) reunidos Manuel Azaña y Alejandro Lerroux (representantes de la Alianza Republicana), Marcelino Domingo, Álvaro Albornoz y Galarza (Partido Republicano Radical Socialista), Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura (Derecha Liberal Republicano), Santiago Casares Quiroga (ORGA), Jaume Aiguader (EstatCatalà), MaciàMallol (Acció Republicana de Catalunya), Manuel Carrasco i Formiguera (Acció Catalana), y a título personal Felipe Sánchez Román, Eduardo Ortega y Gasset e Indalecio Prieto.

«gran parte de la familia socialista era contraria a entrar en relaciones con los partidos republicanos, resucitando los viejos recelos hacia las fuerzas republicanas por el origen burgués del Partido y por la experiencia de la Conjunción Republicano-Socialista previa al golpe de Primo de Rivera.»

Los asistentes a la reunión crearon un Comité ejecutivo de la Conjunción, presidido por Alcalá-Zamora, dedicado a coordinar el movimiento revolucionario que debía conducir a la instauración de la República. Se estableció, además, la necesidad de atender las reivindicaciones autonomistas de Cataluña, y de de entablar conversaciones formales con las organizaciones obreras.

Las conversaciones con el PSOE para que se incorporara al Pacto fueron difíciles. Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos eran afines a la conjunción con los republicanos, pero gran parte de la familia socialista era contraria a entrar en relaciones con los partidos republicanos, resucitando los viejos recelos hacia las fuerzas republicanas por el origen burgués del Partido y por la experiencia de la Conjunción Republicano-Socialista previa al golpe de Primo de Rivera. Besteiro, con mucho poder en el aparato socialista, era el principal crítico y contrario a esta alianza. Pero muy pronto los socialistas comprobaron que los republicanos eran capaces de movilizar a amplias capas de la sociedad española y eso hizo cambiar las posturas del partido y del sindicato.

UNA REVOLUCIÓN FRACASA

En consecuencia, en octubre el PSOE y la UGT se adhirieron al Pacto. En el convenio con los republicanos se estipulaba que Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Francisco Largo Caballero se incorporarían al Comité de la Conjunción, así como la convocatoria de una huelga general cuando se desencadenase el movimiento insurreccional. El acuerdo entre republicanos y socialistas pretendía establecer la República sobre la base de la soberanía nacional representada en una asamblea constituyente, como se hizo público en diciembre de 1930.

El acuerdo con la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) no logró cuajar, aunque los anarcosindicalistas no pondrían reparos a la movilización republicana. Pero la huelga general no se produjo y la insurrección militar se precipitó porque los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández se sublevaron el día 12 de diciembre cuando debía haberlo hecho tres días después. La Sublevación de Jaca fue un fracaso que terminó con la vida de sus protagonistas. Algunos miembros del Comité Revolucionario fueron detenidos, mientras que otros huyeron o tuvieron que esconderse.

«la huelga general no se produjo y la insurrección militar se precipitó porque los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández se sublevaron el día 12 de diciembre cuando debía haberlo hecho tres días después.»

El fracaso del Pacto a la hora de traer la República no impediría que esta llegara unos meses después, ya que las elecciones municipales del 12 de abril se convirtieron en un plebiscito sobre la Monarquía. Cuando se supo que las candidaturas republicano-socialistas habían ganado en las capitales de provincias, el Comité Revolucionario hizo público su propósito de actuar con “energía y presteza” para implantar la República

Opciones y oportunidades ante la crisis: cuando los caminos se bifurcan

Opciones y oportunidades ante la crisis: cuando los caminos se bifurcan

Islandia, inicialmente próspera, enfrentó una crisis económica profunda que llevó a la devaluación y la recesión. La corrupción política y la crisis financiera empeoraron la situación. A pesar de los recursos naturales y las inversiones en criptomonedas, la mejora económica fue desigual y la calidad de vida disminuyó. La crisis presentó oportunidades para el cambio, pero también riesgos de estancamiento y desigualdad. Una dilema con moraleja para la Argentina.

La sociedad consideraba a los hombres de negocios como héroes, se pensaba un futuro promisorio. Al poco tiempo llegó la crisis, afectando al país en cuestión de manera profunda. La caída del producto bruto interno (PBI) resultó de las más pronunciadas, mientras vastos sectores de la población perdían sus trabajo y ahorros, muchos cayeron en la pobreza. 

La crisis que afectó al país en cuestión indujo una fuerte devaluación que profundizó aún más la recesión, mientras crecía la inflación el sector financiero se hallaba fuertemente comprometido. La gravedad de la situación obligó al gobierno a recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI).

En el país en cuestión la reputación de la clase política resultó fuertemente afectada, los partidos políticos tradicionales, que hasta dicho momento habían dominado el escenario político, resultaron fuertemente desprestigiados. En los titulares de los principales medios periodísticos abundaban las denuncias de corrupción, se ventilaban los negociados de políticos y empresarios, o empresarios devenidos en políticos, saltaban datos de sus cuentas en los principales paraísos fiscales. 

El país en cuestión, afortunadamente, se hallaba bendecido de recursos naturales. Producía alimentos y energía a precios competitivos. Esto último atrajo inversiones en “minería de criptomonedas”, actividad electro-intensiva. La crisis imponía una mayor explotación de los recursos naturales, para la dirigencia ello representaba la alternativa más rápida para obtener divisas y sortear la falta de fondos que mostraba la situación. A menudo se suscribió nueva deuda para dinamizar el nuevo sector, la historia sin fin. 

Fruto de la devaluación, la posición externa del país en cuestión mejoró rápidamente. Pero no tanto. La mejora económica resultaba desigual, la caída en la calidad de vida seguía perjudicando a numerosas familias.

El país en cuestión es considerado “pequeño”, tal la calificación brindada por los manuales de economía internacional. Tal situación describe la imposibilidad de influir sobre la dinámica de los mercados internacionales, supongamos de energía o alimentos. El mismo manual plantea mercados globales operando en un marco competitivo. Las ventajas competitivas, al decir de David Ricardo, dinamizan el comercio al tiempo que garantizan el bienestar de los pueblos.

Aquellos que avanzaron lo hicieron a partir de recrear nuevas habilidades, generar ventajas dinámicas donde el Estado juega un rol preponderante, sea regulando bien promoviendo la “salida global” de sus empresas. Pensemos aquí en los aportes teóricos de Paul Krugman, o en las contribuciones empíricas de Alice Amsden, Ha-Joon Chang o Justin Lin.

Éste no es el ámbito para analizar la validez de esta teoría, aunque convendría observar visiones de economía internacional más recientes para así, por caso, comprender el éxito exportador de Japón, Corea del Sur o China. Aquellos que avanzaron lo hicieron a partir de recrear nuevas habilidades, generar ventajas dinámicas donde el Estado juega un rol preponderante, sea regulando bien promoviendo la “salida global” de sus empresas. Pensemos aquí en los aportes teóricos de Paul Krugman, o en las contribuciones empíricas de Alice Amsden, Ha-Joon Chang o Justin Lin.

Dejemos aquí el debate académico, cambiemos el ángulo de análisis.

Si en la década de los noventa la globalización cegó a los hacedores de política de la verdad revelada detrás del “milagro asiático”, veinte años más tarde el ascenso de China le mostraría su plena validez. Adentrado el siglo XXI, sin embargo, la geopolítica devendrá la visión preponderante de la economía global. Comercio e inversiones se ven interpeladas por nuevas aproximaciones. Las políticas de industrialización ya no están cuestionadas, hasta el propio Fondo las promueve. También acepta la conveniencia de introducir medidas macro-prudenciales para evitar los excesos que a menudo provoca la globalización financiera, una versión edulcorada de los controles de capitales vigentes en la posguerra.  

PUNTOS DE QUIEBRE EN LAS CRISIS

Es momento donde los caminos se bifurcan, se descubren alternativas. Las historias nos presentan lecciones. Las crisis cuestionan, implican el devenir de momentos críticos, puntos de quiebre, reflejan un camino plagado de riesgos, pero también de oportunidades. Y, como manejando en una ruta, observamos múltiples señales. Algunas salidas pueden conducirnos al estancamiento, terminar implementando un programa de “ajuste perpetuo” en beneficio de la minoría. Pero si elegimos convenientemente, la ruta puede conducirnos a un futuro más justo, más inclusivo. Cuando se presenta la bifurcación se relajan, momentáneamente, las restricciones políticas habituales. Estamos frente a un momento crítico, fundacional, que brinda la oportunidad para un profundo cambios en la organización social, en la protección ambiental. 

Atravesar un momento crítico, sin embargo, no necesariamente nos lleva al cambio transformador. Algunas coyunturas refuerzan el modelo preexistente. Tal es el caso de Argentina, la tierra de las grandes oportunidades a menudo desperdiciadas. El faro cultural de América Latina, hoy gobernado por la extrema derecha que se disfraza de liberal, pero actúa de manera poco republicana.

Si elegimos convenientemente, la ruta puede conducirnos a un futuro más justo, más inclusivo. Cuando se presenta la bifurcación se relajan, momentáneamente, las restricciones políticas habituales. Estamos frente a un momento crítico, fundacional, que brinda la oportunidad para un profundo cambios en la organización social, en la protección ambiental. 

De crisis en crisis desde los 70’s, la sociedad argentina no logró superar el modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), pese a los límites que éste mostraba. Con la apertura financiera se terminó frustrando cualquier intento de crecimiento con inclusión, toda política que intente minimizar la volatilidad que acompaña a la libre movilidad de capitales resulta ampliamente resistida. Toda herramienta que tienda a controlar los movimientos financieros transfronterizos resulta fuertemente cuestionada. Para las élites, todo resuena a keynesianismo

El país se caracteriza también por la prevalencia de un consenso extractivo, ayer auspiciado por gobiernos neoliberales o neo-desarrollistas, hoy instrumentado por el gobierno de extrema derecha y los mandatarios provinciales. Solo es posible salir de la crisis en cuestión a partir de los recursos, uno de los puntos centrales del gran “Acuerdo de Mayo” propuesto por Javier Milei. Ello implica, entre otras cosas, no desaprovechar la oportunidad que brinda Vaca Muerta. Aprovechándose de diversas ventajas impositivas, así como de amplios subsidios, en Zapala, localidad de la provincia del Neuquén, la energía eléctrica resulta extremadamente barata. Al menos para aquellos empresarios dedicados al minado de criptomonedas, actividad que describen como motor de desarrollo – obviamente, con escaso recelo por sus efectos sobre el medio ambiente.   

Si queremos arreglar la situación del país de manera definitiva, no queda otra que el ajuste y la degradación del medio ambiente. Aunque la austeridad castiga a muchos y beneficia a unos pocos. Pensemos sino cuales son los sectores que ganaron y perdieron después de 100 días de La Libertad Avanza en el poder. Los salarios se pulverizan, las pensiones se licuan, aumentan los despidos, se cierran dependencias públicas. Se propone eliminar las excepciones a la ley de glaciares, avanzar con el extractivismo a toda costa.

Mientras tanto, aumentan las prepagas, los servicios públicos devienen impagables, el aumento en los combustibles brinda ganancias extraordinarias a las petroleras, el sector financiero florece mientras las reservas de litio se regalan al mejor postor. Y así más. Libertad para los capitales. Libertad para contaminar el medio ambiente. Para las élites, el juego es a todo o nada. En nombre del mercado se justifica, con crueldad, los costos que generan las medidas, las mayorías sufren mientras el círculo rojo festeja.

Afortunadamente, abundan los ejemplos de crisis económicas profundas que devinieron en oportunidades. Tal es el caso de Islandia. Un país pequeño, tanto en lo poblacional como en lo económico, ciertamente mucho menos relevante que Argentina en el contexto internacional. 

Expuesto como modelo por su nivel de integración financiera y apertura económica, este país resultó fuertemente expuesto por la crisis financiera global (CFG) del 2008. La crisis fue total, a la abrupta caída en el nivel de actividad sumó el colapso del sistema financiero: los tres principales bancos se declararon en quiebra. Al momento de la CFG, los activos combinados de estos bancos representaban 14 veces más que el PBI de Islandia. Los inversores olían sangre, particularmente aquellos asentados en Gran Bretaña – recordemos que estas entidades financieras captaron gran parte de sus depósitos en la plaza financiera de Londres. Pero las autoridades lograron un acuerdo histórico con el Fondo, que reconoció la necesidad de reintroducir el control a los capitales transfronterizos. 

En el acuerdo stand by (ASB) firmado a fines del 2008 Islandia acordó con el Fondo introducir medidas de control de capitales, cuya permanencia se estimaba en un semestre. Pero fue en 2017 cuando estas medidas comienzaron a ser revertidas, aunque parcialmente: el control perduró hasta 2021. Al mismo tiempo, el gobierno introdujo una serie de regulaciones destinadas a preservar la estabilidad del sistema financiero doméstico. Le permitió a las autoridades de la isla estabilizar el tipo de cambio, reprogramar su deuda al tiempo que diversificaron la economía.

ISLANDIA SI PUDO

El recambio político, por otra parte, permitió a Katrín Jakobsdóttir acceder en 2017 al poder. A partir de ese momento, la Primera Ministra, parte de la coalición de izquierda – verde, comenzó a implementar una serie de medidas políticas transformadoras. Pero fue la pandemia primero, la invasión de Ucrania después, lo que terminó de moldear una nueva visión.

Ante la irrupción de nuevos eventos críticos, y el agravamiento de la crisis geopolítica, Jakobsdóttir decidió prohibir la minería de criptomonedas, actividad que consumía más electricidad que la totalidad de la población de la isla. Al mismo tiempo, el gobierno introducía un programa agrícola destinado a fortalecer la seguridad alimentaria tanto como aquella de corte energético. Tal decisión no resulta aislada. Este tipo de política fue central en numerosos países de Asia, vital para China o India. Tras la invasión de Crimea en 2014, también la UE comenzó a reconocer la necesidad de este tipo de medidas. La escalada de Rusia fortaleció esta política. 

Hasta aquí las lecciones del país en cuestión, una historia abierta a finales diversos. Uno distópico, que privilegia la rentabilidad de unos pocos a costa del sacrificio de la mayoría tanto como la denigración del medio ambiente. La pobreza que corroe el tejido social de una Argentina que supo iluminar culturalmente a la región. Una crisis de biodiversidad que se oculta, tanto como se niega el cambio climático. Otro promisorio, que resalta la búsqueda de un futuro inclusivo y sostenible. Donde la ética sustentó el diseño de políticas públicas, planificar medidas para evitar las hambrunas del mañana o garantizar el calefaccionamiento de los hogares.

Escapa a este artículo destacar que nos depara el futuro. Lo único que puede asegurarse es la imposibilidad de volver al pasado. A veces, la libertad atrasa.